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Inti Peredo

Mi campaña junto al Che

(1970)

 

 

III.

Hacia un nuevo Vietnam


El Ché fue certero también al definirnos la relación que existe entre la lucha del heroico pueblo de Vietnam contra el imperialismo norteamericano y la guerra de guerrillas en nuestro continente. La guerra de Vietnam, afirmó, es una parte, pero la más importante, de la lucha mundial contra el imperialismo. La guerra de Vietnam es nuestra propia guerra, ese heroico país ha sido convertido en un laboratorio de experimentación imperialista para aplicar después las desarrolladas técnicas guerreras de destrucción contra el pueblo de todo nuestro continente. Allí se ha visto claramente cómo el imperialismo no solamente viola las fronteras, sino que las borra, reivindicando su "derecho" de perseguir a los patriotas de las FAPLN a través de Camboya o Laos, bombardea las aldeas de esos países y extiende impunemente su brutal genocidio.

Lo mismo pasará en América Latina, explicó el Ché. Las fronteras son conceptos artificialmente impuestos por el imperialismo para separar a los pueblos.

Los pueblos que reconocen fronteras están condenados al aislamiento y su liberación será más lenta y dolorosa. El concepto de frontera será roto por la acción. Cuando nuestra guerrilla se desarrolle, los gobiernos vecinos enviarán primero armas, asesores, aprovisionamiento. Tratarán de cercarnos. Luego su lucha será coordinada. Los ejércitos se unirán en acción antiguerrillera. Cuando sean incapaces de vencernos intervendrán los "marines" y el imperialismo desencadenará todo sU poder mortífero. Entonces nuestra lucha será idéntica a la que libra el pueblo vietnamita. Los revolucionarios comprenderán, si es que todavía no sienten esa necesidad, que es preciso unirse para enfrentar coordinadamente y como una sola fuerza, a los opresores.

Muchas de las frases previstas por el Ché se cumplieron.

Indudablemente las restantes también se habrían puesto en práctica, ya que el imperialismo, en esa época, había concentrado sus estudios de inteligencia y análisis en los escritos de nuestro Comandante y, con mucha agudeza, había captado la dirección de su estrategia. El Ché también estaba consciente de este problema, como lo veremos más adelante.

Por desgracia, sólo las fuerzas "progresistas" o las que se autodenominan "vanguardia" eran extremadamente miopes o cobardes. Por eso eludían, distorsionaban o no entendían el sentido de la lucha.

Durante el desarrollo de la guerra, los norteamericanos enviaron a Bolivia gran cantidad de armamento moderno, de inmenso poder mortífero, que ya había sido experimentado en Vietnam, y "asesores" con larga experiencia en contraguerrillas. Estos últimos estaban encargados de convertir a los soldados en autómatas, con una mentalidad sádica, en seres inhumanos e inescrupulosos, como lo demostraron más tarde.

Por otra parte la CIA instaló su cuartel general en el Palacio Quemado en forma grosera, mostrando a Barrientos como lo que es: una simple figura decorativa; luego ordenó a los gobiernos limítrofes que cerraran sus fronteras a los revolucionarios, e impidieran cualquier tipo de colaboración.

Las huellas digitales del imperialismo aparecían grotescas cuando después de cada batalla capturábamos fusiles SIG (una variación del FAL belga), granadas norteamericanas con inscripciones de la ÑATO o latas de alimentos enviadas como "fraternal" contribución por los ejércitos de Argentina, Brasil, Paraguay o Perú, transportadas impunemente por territorios de esos países.