Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la U.R.S.S.

II

FORMACIÓN DEL PARTIDO OBRERO SOCIAL DEMÓCRATA DE RUSIA. EN EL PARTIDO SURGEN DOS FRACCIONES: LA BOLSHEVIQUE Y LA MENSHEVIQUE (1901-1904)

1. Auge del movimiento revolucionario en Rusia en los años de 1901 a 1904.

A fines del siglo XIX estalló en Europa una crisis industrial. Esta crisis no tardó en extenderse también a Rusia. Durante los años de la crisis -1900 a 1903- se cerraron hasta 3.000 grandes y pequeñas empresas. Fueron lanzados a la calle más de 100.000 obreros. Los salarios de los que siguieron trabajando experimentaron una brusca disminución. Los capitalistas apresuráronse a revocar las concesiones insignificantes que los obreros les habían arrancado a fuerza de tenaces huelgas de carácter económico.

Pero la crisis industrial y el paro forzoso no paralizaron ni debilitaron el movimiento obrero. Lejos de ello, la lucha de los obreros comenzó a adquirir un carácter cada vez más revolucionario. Los obreros fueron pasando de las huelgas de carácter económico a las huelgas de tipo político. Por último, pasaron a la etapa de las manifestaciones, formulando diversas reivindicaciones políticas en torno a las libertades democráticas y lanzando la consigna de "¡Abajo la autocracia zarista!".

La huelga del Primero de Mayo de 1901 en la fábrica de material de guerra "Obujov", de Petersburgo, se convirtió en un choque sangriento entre los obreros y las tropas. Los obreros sólo podían hacer frente a los destacamentos armados del zarismo, con piedras y trozos de hierro. Fue vencida la tenaz resistencia de los obreros, y tras ella vino una terrible represión: fueron detenidos cerca de 800 obreros, muchos de los cuales se vieron lanzados a la cárcel o sepultados en el presidio. Pero la heroica "defensa de Obujov", ejerció una gran influencia sobre los obreros de Rusia y despertó entre ellos una oleada de simpatía.

En marzo de 1902 se produjeron las grandes huelgas y la manifestación de los obreros de Batum, organizadas por el Comité socialdemócrata de aquella ciudad. La manifestación de Batum puso en pie a los obreros y a las masas campesinas de Transcaucasia.

En el mismo año de 1902 se planteó una gran huelga en Rostov del Don. Al principio, sólo abandonaron el trabajo los ferroviarios, pero pronto se unieron a ellos los obreros de muchas fábricas. Esta huelga puso en pie a todos los obreros de Rostov, y en mítines organizados en las afueras de la ciudad durante varios días se reunieron más de 30.000 proletarios. En estos mítines leíanse en voz alta las proclamas socialdemócratas y hacían uso de la palabra diversos oradores. Ni la policía ni los cosacos eran los suficientemente fuertes para dispersar los muchos miles de obreros congregados en aquellas asambleas. La policía mató a varios obreros; al día siguiente, su entierro se convirtió en una inmensa manifestación. El gobierno zarista vióse obligado a traer tropas de las guarniciones vecinas para poder aplastar la huelga. La lucha de los obreros de Rostov fue dirigida por el Comité del Don del P.OS.D.R.

En el año 1903, las huelgas cobraron proporciones aun mayores. Durante este año se produjeron varias huelgas políticas de masas en el Sur, extendiéndose a toda Transcaucasia (Bakú, Tiflis, Batum) y a las principales ciudades de Ucrania (Odesa, Kiev, Ekaterinoslav). Las huelgas presentaban un carácter cada vez más tenaz y más organizado. A diferencia de lo que había ocurrido en otras acciones anteriores de la clase obrera, ahora casi toda la lucha política de los obreros comenzaba a estar dirigida por Comités socialdemócratas.

La clase obrera de Rusia se iba alzando a la lucha revolucionaria contra el poder zarista.

El movimiento obrero repercutía entre los campesinos. En la primavera y el verano de 1902 estalló un movimiento campesino en Ucrania (en las provincias de Poltava y Jarkov) y en la región del Volga. Los campesinos pegaban fuego a las fincas señoriales, se apoderaban de las tierras y daban muerte a los "zemskie nachalniki"[1] y terratenientes más odiados. Se enviaron contra los campesinos sublevados fuerzas armadas que entraron a tiros en las aldeas; cientos de campesinos fueron detenidos y los dirigentes y organizadores del movimiento encarcelados, pero el movimiento revolucionario campesino seguía su marcha ascendente.

La actuación revolucionaria de los obreros y de los campesinos indicaba que en Rusia se estaba gestando y se acercaba la revolución.

Bajo la influencia de la lucha revolucionaria de los obreros, se robusteció también el movimiento de oposición entre los estudiantes. Como réplica a la manifestaciones y a las huelgas estudiantiles, el gobierno clausuró las Universidades, metió en la cárcel a cientos de estudiantes, y, por último, discurrió la idea de movilizar como soldados a los estudiantes rebeldes. Como respuesta a esto, los alumnos de todos los centros superiores de enseñanza organizaron, durante el invierno de 1901 a 1902, una huelga general de estudiantes que afectó a 30.000 personas.

El movimiento revolucionario de los obreros y campesinos y, sobre todo, la represión contra los estudiantes, pusieron también en pie a la burguesía y a los terratenientes liberales que tenían su plataforma en los llamados "zemstvos"; les obligaron a levantar la voz "protestando" contra el "rigor" del gobierno zarista, que castigaba duramente a sus hijitos, los estudiantes.

El punto de apoyo de estos liberales eran las "zemskie upravi". Llamábanse así los organismos de tipo local cuya competencia se hallaba circunscripta a cuestiones puramente municipales, relacionadas con la población rural (construcción de caminos, de hospitales y escuelas, etc.). En dichos organismos desempeñaban un papel bastante destacado los terratenientes liberales. Estos se hallaban estrechamente vinculados y casi fusionados con la burguesía liberal, pues comenzaban a pasar, en sus propiedades, del sistema semifeudal al capitalista, más beneficiosos para sus intereses. Ambos grupos de liberales eran, naturalmente, partidarios del gobierno zarista, aunque no estaban de acuerdo con el "rigor" del zarismo, precisamente porque temían que este "rigor" pudiese robustecer el movimiento revolucionario. Y, aunque les alarmaba el "rigor" del gobierno zarista, les alarmaba aún más la revolución. Con sus protestas contra el "rigor" del zarismo, los liberales perseguían dos fines: en primer lugar, hacer "entrar en razón" al zar; en segundo lugar, aparentar farisaicamente un "gran descontento" con el zarismo, para de este modo ganarse la confianza del pueblo, desviar a éste o a una parte de él de la revolución y debilitar así el movimiento revolucionario.

El movimiento liberal de los "zemstvos" no representaba, evidentemente, ningún peligro para la existencia del zarismo, pero era, a pesar de todo, un indicio de que éste no estaba muy bien avenido con los puntales "seculares" del régimen zarista.

El movimiento liberal de los "zemstvos" condujo, en 1902, a la organización del grupo burgués denominado "Liberación", que había de ser el núcleo constitutivo del futuro partido principal de la burguesía rusa, del partido de los kadetes.

Viendo que el movimiento obrero y campesino se extendía por todo el país como un torrente cada día más amenazador, el zarismo tomó todas las medidas encaminadas a detener el movimiento revolucionario. Las huelgas y las manifestaciones obreras eran reprimidas, y cada vez más frecuentemente, por la fuerza de las armas; las balas y el látigo se convirtieron en la respuesta normal del gobierno zarista a las acciones de los obreros y los campesinos; las cárceles y los lugares de deportación se llenaron de revolucionarios.

Pero, a la par con estas represiones violentas, el gobierno zarista intentó aplicar otras medidas más "flexibles", no represivas, para desviar a los obreros del movimiento revolucionario. Hiciéronse tentativas para crear falsas organizaciones obreras bajo la tutela de los gendarmes y la policía. Estas organizaciones se conocían con el nombre de organizaciones del "socialismo policíaco" u organizaciones Subatov (nombre del coronel de la gendarmería a quien se debió la creación de estas entidades obreras de tipo policíaco). Por medio de sus agentes, la "ojrana" zarista esforzábase en inculcar a los obreros la creencia de que el gobierno del zar estaba dispuesto, por su propio impulso, a ayudar a los obreros y a satisfacer sus reivindicaciones económicas. "¿Para qué necesitáis meteros en política, para qué vais a organizar la revolución, si el propio zar está al lado de los obreros?" - decían a los proletarios los agentes de Subatov. Estos crearon sus organizaciones en varias ciudades. Tomando como modelo el método Subatov y persiguiendo idénticos fines, el cura Gapón fundó, en 1904, una organización titulada "Asociación de los obreros fabriles rusos de Petersburgo".

Pero el intento de la policía secreta zarista, de adueñarse de la dirección del movimiento obrero, fracasó. El gobierno zarista no lograba atajar, con semejantes medidas, el creciente movimiento de las masas obreras. El movimiento revolucionario de la clase obrera, cada vez más poderoso, se encargó de barrer de su camino estas organizaciones policíacas.

2. Plan de Lenin para la organización de un Partido Marxista. - El oportunismo de los "economistas". - La lucha de la "iskra" en pro del plan de Lenin. - Aparece el libro de Lenin "¿Qué hacer?". - los fundamentos ideológicos del Partido Marxista.

A pesar de haberse celebrado en 1898 el primer Congreso del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia, en el que se había proclamado la creación del Partido, la realidad era que éste no estaba formado aún. No tenía programa ni estatutos. El Comité Central del Partido elegido en el primer Congreso, fue detenido y no volvió ya a reconstituirse, pues no hubo quien lo reconstituyera. Más aún; después del primer Congreso, la dispersión ideológica y la desarticulación orgánica del Partido, lejos de disminuir, aumentaron.

Los años de 1884 a 1894 habían sido el periodo de triunfo sobre el populismo y de preparación ideológica de la socialdemocracia; durante los años de 1894 a 1898, se hicieron una serie de intentos, ciertamente infructuosos, para crear, sobre la base de las diversas organizaciones marxistas, un partido socialdemócrata; el periodo que sigue a 1898 es un periodo de recrudecimiento del caos ideológico y orgánico dentro del Partido. El triunfo del marxismo sobre el populismo y la actuación revolucionaria de la clase obrera pusieron de manifiesto la razón que asistía a los marxistas, con lo cual aumentaron las simpatías de la juventud revolucionaria por el marxismo. El marxismo se puso de moda. Esto hizo que invadiesen las organizaciones marxistas masas enteras de jóvenes revolucionarios procedentes del campo intelectual, de formación teórica endeble, inexpertos en el aspecto político y en materia de organización y que sólo tenían una idea confusa y en gran parte falsa del marxismo, nutrida en los escritos oportunistas de los "marxistas legales", de que estaba plagada la Prensa. Esta circunstancia hizo que descendiese el nivel teórico y político de las organizaciones marxistas, deslizó en ellas las tendencias oportunistas de los "marxistas legales" y aumentó la dispersión ideológica, las vacilaciones políticas y el caos orgánico.

La marcha ascendente, cada vez más acentuada, del movimiento obrero y la clara inminencia de la revolución, reclamaban la creación de un partido único y centralizado de la clase obrera, capaz de ponerse al frente del movimiento revolucionario. Pero el estado en que se encontraban los órganos de base del Partido, los comités locales, los grupos y los círculos era tan poco halagüeño, su desarticulación orgánica y su falta de unidad ideológica tan grandes, que la creación de semejante partido ofrecía dificultades increíbles.

Estas dificultades no estribaban solamente en el hecho de tener que organizar el Partido bajo el fuego de las crueles persecuciones de zarismo, que arrebataba de las filas de las organizaciones a los mejores militantes, para mandarlos a la deportación, a la cárcel o al presidio. Había, además, otra dificultad, y era que una parte considerable de los comités locales y de sus militantes no querían levantar la vista de se pequeña labor práctica local, no comprendía el daño que hacía la falta de una unidad orgánica e ideológica del Partido, estaba acostumbrada al fraccionamiento de éste y al caos ideológico dentro de él, y se imaginaba que era posible prescindir de un partido único y centralizado.

Para crear un Partido centralizado, había que acabar con este atraso, con este estancamiento y practicismo estrecho de los órganos locales.

Pero aun había más. Existía dentro del Partido un grupo bastante numeroso de gente, que tenía sus órganos propios en la Prensa; en Rusia, "Rabochaia Misl" ("El pensamiento obrero2) y "Rabochee Dielo" ("La causa obrera") en el extranjero, y que pretendía justificar teóricamente la desarticulación orgánica y la dispersión ideológica del Partido, llegando incluso, no pocas veces, a ensalzarlas, y considerando que la tarea de crear un partido político único y centralizado de la clase obrera era una tarea innecesaria y artificiosa.

Este grupo era el de los "economistas" y sus secuaces.

Lo primero que había que hacer, para poder crear el Partido político único del proletariado, era acabar con los "economistas".

Lenin tomó en su mano esta tarea y la organización del Partido de la clase obrera.

Existían diversos criterios acerca del problema de por dónde debía comenzarse a organizar el Partido único de la clase obrera. Algunos entendían que la organización del Partido debía comenzar por la convocatoria del II Congreso de éste, dejando que él se encargase de unificar las organizaciones locales y de crear el Partido. Lenin era contrario a esta opinión. A su juicio, antes de convocar el congreso era necesario esclarecer el problema de los fines y tareas del Partido, saber qué clase de partido se pretendía organizar, deslindar ideológicamente los campos con los "economistas", decirle al Partido, honrada y abiertamente, que existían respecto a sus fines y tareas dos criterios distintos: el de los "economistas" y el de los socialdemócratas revolucionarios, desarrollar una amplia campaña de propaganda en la Prensa en pro de las ideas de la socialdemocracia revolucionaria, como la desarrollaban los "economistas" en pro de las suyas desde sus órganos, dar a las organizaciones locales la posibilidad de elegir con plena conciencia entre estas dos corrientes; sólo después de realizar esta labor previa indispensable, podría convocarse el congreso del Partido.

Leni decía, escuetamente:

"Antes de unificarse y para unificarse es necesario empezar por deslindar los campos de un modo resuelto y definido" (Lenin, t. IV, pág. 378, ed. rusa).

He aquí por qué Lenin entendía que la organización del Partido político de la clase obrera debía tener como punto de partida la creación de un periódico político combativo destinado a toda Rusia, en el que se hiciese propaganda y agitación en pro de las ideas de la socialdemocracia revolucionaria, y que la creación de este periódico tenía que ser el primer paso para la organización del Partido.

En su conocido artículo titulado "¿Por dónde empezar?", Lenin esbozaba un plan concreto de organización del Partido, que luego había de desarrollar en su célebre libro "¿Qué hacer?".

"A nuestro juicio -decía Lenin en aquel artículo-, el punto de partida para la actuación, el primer paso práctico hacia la creación de la organización deseada[2] y, finalmente, el hilo fundamental al que tendríamos que agarrarnos para desarrollar, ahondar y ensanchar inquebrantablemente esta organización, debe ser la creación de un periódico político destinado a toda Rusia... Sin éste, no sería posible desarrollar de un modo sistemático una propaganda y agitación, sólidas en el plano de los principios y extensivas a todos los aspectos, que son la tarea constante y fundamental de la socialdemocracia ahora y siempre y que deben ser, sobre todo, la tarea vital en los momentos actuales, en que el interés por la política, por los problemas del socialismo se ha despertado en las más extensas capas de la población" (Lenin, t. IV, pág. 110, ed. rusa).

Lenin entendía que un periódico así serviría de medio, no sólo para la cohesión ideológica del Partido, sino también para la unificación orgánica de las diversas organizaciones locales, formando un partido. La red de camaradas agentes y corresponsales de este periódico, que serían al mismo tiempo representantes de las organizaciones locales, constituiría el armazón en torno al cual se aglutinaría orgánicamente el Partido. Pues, "el periódico -decía Lenin-, no es sólo un propagandista y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo".

"Esta red -decía Lenin en el citado artículo- servirá de armazón precisamente para la organización que necesitamos: será lo suficientemente grande para abarcar todo el país; lo suficientemente vasta y variada para poder introducir en ella una rigurosa y detallada división del trabajo; lo suficientemente resistente para saber proseguir inquebrantablemente su labor bajo todas las circunstancias y ante todos los "virajes" y situaciones inesperadas; lo suficientemente flexible para saber, de un lado, rehuir las batallas en campo abierto contra un enemigo peligroso por su fuerza aplastante, cuando concentre toda su fuerza en un punto, pero sabiendo, de otro lado, aprovecharse de la torpeza de movimientos de este enemigo y lanzarse sobre él en el sitio y en el momento en que menos espere ser atacado" (Obra citada, pág. 112).

He ahí lo que quería que fuese el periódico "Iskra".

Y, en efecto, la "Iskra" fue precisamente el periódico político que preparó la cohesión ideológica y orgánica del Partido en toda Rusia.

Por lo que se refiere a su estructura y composición, Lenin entendía que el Partido debía constar de dos partes: a) un círculo reducido de militantes que formasen los cuadros de dirección fijos y en el cual debían entrar, fundamentalmente, los revolucionarios profesionales, es decir, los militantes sin más ocupación que el trabajo del Partido y dotados del mínimum indispensable de conocimientos teóricos, de experiencia política, de capacidad de organización y de habilidad para luchar con la policía zarista y escabullirse de ella, y b) una extensa red de organizaciones periféricas del Partido, integradas por una masa numerosísima de afiliados y rodeadas de la simpatía y el apoyo de cientos de miles de trabajadores.

"Yo afirmo -escribía Lenin-: 1) que no puede haber un movimiento revolucionario sólido sin una organización de dirigentes estable y que asegure la continuidad; 2) que cuanto más extensa sea la masa que se sienta espontáneamente arrastrada a la lucha... más apremiante es la necesidad de semejante organización y más sólida tiene que ser ésta...; 3) que dicha organización debe estar formada, fundamentalmente, por hombres entregados profesionalmente a las actividades revolucionarias; 4) que en el país de la autocracia, cuanto más restrinjamos el contingente de los miembros de una organización de este tipo, hasta no incluir en ella más que aquellos afiliados que se ocupen profesionalmente de actividades revolucionarias y que tengan ya una preparación profesional en el arte de luchar con la policía política, más difícil será "cazar" a esta organización, y 5) tanto mayor será el contingente de individuos de la clase obrera y de las demás clases de la sociedad que podrán participar en el movimiento y colaborar activamente en él" (Lenin, t. IV, pág. 456, ed. rusa.).

En cuanto al carácter del Partido que se trataba de crear y a su papel en relación con la clase obrera, así como en cuanto a los fines y tareas del Partido, Lenin entendía que éste debía ser el destacamento de vanguardia de la clase obrera, la fuerza dirigente del movimiento obrero, que unificase y orientase la lucha de clase del proletariado. La meta final del Partido había de ser el derrocamiento del capitalismo y la instauración del socialismo. Su meta inmediata, derribar al zarismo e implantar un régimen democrático. Y como el derrocamiento del capitalismo presumía el hundimiento del zarismo, el objetivo fundamental del Partido, en aquel momento concreto, consistía en poner en pie a la clase obrera y a todo el pueblo para la lucha contra el zarismo, en desencadenar un movimiento revolucionario popular contra el zarismo, y en derribar el régimen zarista, que era el primero y el gran obstáculo que se alzaba en el camino hacia el socialismo.

"La historia plantea hoy ante nosotros -decía Lenin- una tarea inmediata, que es la más revolucionaria de todas las tareas inmediatas del proletariado de ningún otro país. La realización de esta tarea, el hundimiento del más poderoso baluarte, no ya de la reacción europea, sino también (podemos decir hoy) de la reacción asiática, convertiría al proletariado ruso en la vanguardia del proletariado revolucionario internacional" (Lenin, t. IV, pág. 382, ed. rusa).

Y en otro lugar escribe:

"Debemos recordar que la lucha contra el gobierno por reivindicaciones parciales, la conquista de algunas concesiones aisladas, no son más que pequeñas escaramuzas con el enemigo, pequeños combates de avanzadas, y que la batalla decisiva no se ha dado aún. Ante nosotros se alza con todo su poder la fortaleza enemiga, desde la cual se nos hacen descargas cerradas que barren a nuestros mejores combatientes. Tenemos que tomar esta fortaleza y la tomaremos, si sabemos unir en un solo partido -al que se sumará cuanto hay en Rusia de vital y de honrado- todas las fuerzas del proletariado, que ya ha abierto los ojos, y todas las fuerzas revolucionarias rusas. Sólo entonces se cumplirá la gran profecía del revolucionario obrero ruso Piotr Alexeiev: "Se levantará el brazo vigoroso de los millones de hombres obreros, y el yugo del despotismo, defendido por las bayonetas de los soldados, saltará hecho añicos" (Obra citada, pág 59).

Tal era el plan de Lenin para la creación del Partido de la clase obrera, dentro de las condiciones de la Rusia zarista autocrática.

Los "economistas" no tardaron en romper el fuego contra el plan de Lenin.

Afirmaban que la lucha en el plano político general contra el zarismo era incumbencia de todas las clases y sobre todo de la burguesía, y que no presentaba, por tanto, ningún interés considerable para la clase obrera, ya que lo que fundamentalmente interesaba a los obreros era la lucha económica contra los patronos por el aumento de los salarios, la mejora de las condiciones de trabajo, etc. Por consiguiente, los socialdemócratas no debían asignarse como tarea inmediata fundamental la lucha política contra el zarismo, el derrocamiento del régimen zarista, sino la organización de la "lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno", entendiendo por lucha económica contra el gobierno la lucha por el perfeccionamiento de la legislación industrial. Los "economistas" aseguraban que por este medio podía "darse a la misma lucha económica un carácter político".

Los "economistas" ya no se atrevían a manifestarse formalmente en contra de la necesidad de un partido político para la clase obrera. Pero entendían que este partido no debía ser la fuerza dirigente del movimiento obrero, que no debía inmiscuirse en el movimiento espontáneo de la clase obrera, ni mucho menos dirigirlo, sino marchar a la zaga de él, estudiarlo y sacar de él enseñanzas.

Afirmaban asimismo los "economistas" que el papel del elemento consciente en el movimiento obrero, el papel organizador y orientador de la conciencia socialista, de la teoría socialista, era insignificante o poco menos, que la socialdemocracia no debía elevar a los obreros al nivel de la conciencia socialista, sino, por el contrario, descender ella y adaptarse al nivel de las capas medias e incluso de las más atrasadas de la clase obrera, que la socialdemocracia no debía inculcar en la clase obrera, una conciencia socialista, sino esperar a que el mismo movimiento espontáneo de la clase obrera forjase en ella una conciencia socialista por sus propias fuerzas.

En cuanto al plan orgánico de estructuración del Partido trazado por Lenin, lo consideraban como una especie de coacción a que se pretendía someter al movimiento espontáneo.

En las páginas de la "Iskra" y, sobre todo, en su célebre libro "¿Qué hacer?", Lenin se lanzó contra esta filosofía oportunista del "economismo" y no dejó piedra sobre piedra de ella.

1) Lenin señaló que el desviar a la clase obrera de la lucha política general contra el zarismo, reduciendo su misión a la lucha económica contra los patronos y el gobierno y dejando en pie e indemnes a unos y otros, significaba condenar a los obreros a eterna esclavitud. La lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno es una lucha de tipo tradeunionista por lograr mejores condiciones de venta de la fuerza de trabajo a los capitalistas, pero los obreros no quieren luchar solamente por mejorar las condiciones de venta de su fuerza de trabajo, sino que quieren luchar también para destruir el mismo sistema capitalista, que los condena a la necesidad de vender a los capitalistas su fuerza de trabajo y de someterse a la explotación. Ahora bien, los obreros no podrán desplegar la lucha contra el capitalismo, no podrán desplegar la lucha por el socialismo, mientras se alce en el camino del movimiento obrero el zarismo, que es el perro de presa del capitalismo. Por eso, la tarea más urgente del Partido y de la clase obrera consiste en quitar de en medio al zarismo, despejando con ello el camino hacia el socialismo.

2) Lenin señaló que el ensalzar el proceso espontáneo del movimiento obrero y el negar el papel dirigente del Partido, reduciendo su misión a la de mero registrador de los acontecimientos, significaba: predicar el "seguidismo" (ir "a remolque" de los acontecimientos), predicar que el Partido debía marchar a la zaga del proceso espontáneo; convertirse en una fuerza pasiva del movimiento, apta solamente para contemplar el proceso espontáneo y abandonarse a su desarrollo automático. Preconizar esto equivalía a preconizar la destrucción del Partido, es decir, a dejar a la clase obrera sin partido o, lo que es lo mismo, a desarmar a la clase obrera. Y desarmar a la clase obrera en un momento en que se alzaban ante ella enemigos tan poderosos como el zarismo, armado con todos los medios de lucha, y la burguesía, organizada a la moderna y dotada de su propio partido que la dirigía en la lucha contra la clase obrera, equivalía a traicionar al proletariado.

3) Lenin señaló que el prosternarse ante el movimiento obrero espontáneo y rebajar el papel del elemento consciente, el papel de la conciencia socialista, de la teoría socialista, significaba, en primer lugar, burlarse de los obreros, que tienden hacia la conciencia como la planta hacia la luz, y en segundo lugar, desprestigiar a los ojos del Partido la teoría, es decir, el arma gracias a la cual el Partido tiene conciencia del presente y prevé el futuro, y en tercer lugar, hundirse total y definitivamente en la charca del oportunismo.

"Sin teoría revolucionaria -decía Lenin- no puede haber tampoco movimiento revolucionario... Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir su misión de combatiente de vanguardia" (Lenin, t. IV, pág. 380, ed. rusa).

4) Lenin señaló que los "economistas" engañaban a la clase obrera al afirmar que el movimiento espontáneo del proletariado podía engendrar una ideología socialista, pues en realidad ésta no brota del movimiento espontáneo, sino de la ciencia. Al negar la necesidad de inculcar en la clase obrera una conciencia socialista, los "economistas" allanaban el camino a la ideología burguesa, ayudándola a infiltrarse, a penetrar en la clase obrera, y por consiguiente, enterraban la idea de la fusión del movimiento obrero con el socialismo y prestaban un servicio a la burguesía.

"Todo lo que sea prosternarse ante el movimiento obrero espontáneo - decía Lenin-, todo lo que se rebajar la importancia del "elemento consciente", la importancia de la socialdemocracia, equivale -independientemente en absoluto de la voluntad de quien lo hace- a fortalecer la influencia de la ideología burguesa sobre los obreros" (Obra citada, página 390).

Y más adelante:

"El problema se plantea solamente así: ¿ideología burguesa o ideología socialista? No hay término medio... Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea alejarse de ella, equivale a fortalecer la ideología burguesa" (Obra citada, págs. 391-392).

5) Resumiendo todos estos errores de los "economistas", Lenin llegó a la conclusión de que a lo que ellos aspiraban no era a crear el partido de la revolución social, que emancipase a la clase obrera del capitalismo, sino un partido de "reformas sociales", cuya premisa era el mantenimiento de la dominación del capitalismo; que, por lo tanto, los "economistas" eran reformistas que traicionaban los intereses fundamentales del proletariado.

6) Finalmente, Lenin señaló que el "economismo" no había brotado en Rusia por azar, sino que sus mantenedores eran el vehículo de la influencia burguesa sobre la clase obrera y que sus aliados en los partidos socialdemócratas de los países occidentales eran los revisionistas, los adeptos del oportunista Bernstein. Entre los socialdemócratas de la Europa occidental se había ido fortaleciendo cada vez más la corriente oportunista, que actuaba bajo la bandera de la "libertad de crítica" de marxismo, exigía la "revisión" de la teoría de Marx (de aquí el nombre de "revisionismo") y exigía que se renunciase a la revolución, al socialismo, a la dictadura del proletariado. Pues bien, Lenin demostró que esta misma línea de renuncia a la lucha revolucionaria, al socialismo y a la dictadura del proletariado era la que seguían los "economistas" rusos.

Tales son las tesis teóricas fundamentales desarrolladas por Lenin en su libro "¿Qué hacer?".

La difusión de esta obra de Lenin fue tan eficaz, que al año de su aparición ("¿Qué hacer?" vio la luz en marzo de 1902), por la fecha en que se celebró el II Congreso del Partido Social Demócrata de Rusia, no quedaban ya de las posiciones ideológicas de los "economistas" más que un recuerdo poco grato, y el apelativo de "economista" comenzaba a considerarse por la mayoría de los militantes del Partido como un insulto.

El "economismo", la ideología del oportunismo, del "seguidismo" y del automatismo, había quedado completamente pulverizado.

Pero no se redujo a esto al importancia de la obra de Lenin "¿Qué hacer?".

La significación histórica de esta famosa obra consiste en que en ella Lenin:

1) puso al desnudo, por vez primera en la historia del pensamiento marxista, hasta en sus últimas raíces, las fuentes ideológicas del oportunismo, demostrando que consisten, ante todo, en prosternarse ante la espontaneidad del movimiento obrero y rebajar el papel de la conciencia socialista en el movimiento proletario;

2) reivindicó en todo su valor la importancia de la teoría, del elemento consciente, del Partido, como fuerza revolucionaria y dirigente del movimiento obrero espontáneo;

3) fundamentó de un modo brillante la tesis cardinal del marxismo, según la cual el Partido marxista es la fusión del movimiento obrero con el socialismo;

4) elaboró genialmente los fundamentos ideológicos del Partido marxista.

Las tesis teóricas desarrolladas en la obra "¿Qué hacer?" sirvieron luego de base para la ideología del Partido bolshevique.

Pertrechada con esta riqueza teórica, la "Iskra" pudo desplegar y desplegó, en efecto, una amplia campaña en pro del plan leninista de organización del Partido, en pro de la concentración de fuerzas del Partido, en pro del II Congreso del Partido, en pro de una socialdemocracia revolucionaria, contra los "economistas", contra los oportunistas de toda clase y calaña, contra los revisionistas.

La tarea más importante realizada por la "Iskra" consistió en elaborar un proyecto de programa del Partido. El programa del Partido obrero es, como se sabe, una breve exposición, plasmada en fórmulas científicas, de los fines y las tareas de lucha de la clase obrera. El programa traza tanto la meta final del movimiento revolucionario del proletariado, como las reivindicaciones por las que lucha el Partido en su marcha hacia la meta final. Por eso, la elaboración de un proyecto de programa no podía por menos de tener una importancia primordial.

Durante la elaboración del proyecto del programa surgieron, en el seno de la redacción de la "Iskra", serias discrepancias entre Lenin y Plejanov, así como entre Lenin y los demás redactores. Estas discrepancias y disensiones estuvieron a punto de conducir a una ruptura completa entre Lenin y Plejanov. Pero la ruptura no llegó a producirse aún por aquel entonces. Lenin logró que en el proyecto de programa se hiciese figurar el punto importantísimo de la dictadura del proletariado y se proclamase de un modo terminante el papel dirigente de la clase obrera en la revolución.

Obra de Lenin era también toda la parte agraria del programa del Partido. Lenin era ya entonces partidario de la nacionalización de la tierra, aunque en la primera etapa de la lucha reputaba necesario lanzar la consigna de la devolución a los campesinos de los "recortes", o sea de las tierras que les habían sido arrebatadas por los terratenientes en el momento de su "emancipación". Plejanov, en cambio, se manifestaba en contra de la nacionalización de la tierra.

Las discrepancias entre Lenin y Plejanov en torno al programa del partido eran ya un anticipo del deslinde de campos que más adelante había de trazarse entre los bolsheviques y los mensheviques.

3. El II Congreso del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia. - Son aprobados el programa y los estatutos y se crea el Partido único. - Discrepancias en el Congreso y aparición de dos tendencias dentro del Partido: la bolshevique y la menshevique.

El triunfo de los principios de Lenin y la lucha eficaz de la "Iskra" en pro del plan leninista de organización fueron, pues, preparando todas las condiciones fundamentales necesarias para crear el Partido, o como se decía por aquel entonces, el verdadero Partido. La tendencia de la "Iskra" triunfó entre las organizaciones socialdemócratas de Rusia. Ahora ya se podía convocar el II Congreso del Partido.

Este Congreso inició sus tareas el 17 (30) de julio de 1903. Tuvo que reunirse clandestinamente en el extranjero. Las primeras sesiones se celebraron en Bruselas. Pero, ante las persecuciones de la policía, los delegados hubieron de salir de Bélgica, y el Congreso se trasladó a Londres.

Asistieron a él 43 delegados, representando a 26 organizaciones. Cada comité tenía derecho a enviar al Congreso 2 delegados, pero algunos sólo enviaron uno. Así se explica que los 43 delegados representasen 51 votos.

La tarea fundamental de este Congreso consistía: "en crear un verdadero Partido sobre aquellas bases orgánicas y de principio que habían sido propugnadas y elaboradas por la "Iskra" (Lenin, t. IV, pág. 164, ed. rusa).

La composición del Congreso era heterogénea. No estaban representados en él abiertamente los "economistas", pues se lo impedía la derrota que habían sufrido. Pero habían llegado, con el tiempo, a disfrazarse tan hábilmente, que lograron deslizar en el Congreso algunos delegados. Además, los delegados del "Bund" sólo de palabra se diferenciaban de los "economistas", pues en realidad estaban de acuerdo con ellos.

Por tanto, en este Congreso no tomaron parte solamente los adeptos de la "Iskra", sino también sus adversarios. Los "iskristas" eran 33, es decir, la mayoría. Pero no todos los que figuraban en este campo estaban sinceramente identificados con las posiciones de Lenin. Los delegados se dividían en diversos grupos. Los leninistas, o sea los adeptos firmes de la "Iskra", contaban con 24 votos. Martov tenía 9 votos de "iskristas" poco consecuentes. Una parte de los delegados vacilaba entre la "Iskra" y sus adversarios, y disponía de 10 de votos. Estos delegados formaban el centro. Los adversarios declarados de la "Iskra" contaban con 8 votos (3 "economistas" y 5 del "Bund"). Si los defensores de la "Iskra" aparecían desunidos, sus enemigos podían ganarles la batalla.

Basta esto para comprender cuán compleja era la situación en que se desenvolvía el Congreso. Lenin desplegó grandes esfuerzos para asegurar en él el triunfo de la "Iskra".

La tarea más importante del Congreso era la aprobación del programa del Partido. El problema fundamental que provocó la oposición del sector oportunista en la discusión del programa fue el de la dictadura del proletariado. No era éste el único punto programático en que los oportunistas no estaban de acuerdo con el sector revolucionario del Congreso. Pero decidieron dar la batalla, fundamentalmente, en el punto de la dictadura del proletariado, remitiéndose al hecho de que este punto no figuraba en los programas de una serie de partidos socialdemócratas del extranjero, razón por la cual no había, según ellos, por qué incluirlo en el programa de la socialdemocracia de Rusia.

Los oportunistas oponíanse también a que figurasen en el programa del Partido las reivindicaciones referentes al problema campesino. Aquella gente no quería la revolución; por eso rehuía a los aliados de la clase obrera, a los campesinos, y los miraba con malos ojos.

Los "bundistas" y los socialdemócratas polacos se manifestaron en contra del derecho de autodeterminación de las naciones. Lenin había sostenido siempre que la clase obrera tenía el deber de luchar contra la opresión nacional. El manifestarse en contra de esta reivindicación dentro del programa, equivalía a desertar del internacionalismo proletario, a convertirse en cómplices de la opresión nacional.

Lenin asestó un golpe demoledor a la oposición en todos estos problemas.

El Congreso aprobó el programa propuesto por la "Iskra",

Este programa constaba de dos partes: el programa máximo y el programa mínimo. En el programa máximo se hablaba de la misión fundamental del Partido de la clase obrera: de la revolución socialista, del derrocamiento del poder de los capitalistas y de la instauración de la dictadura del proletariado. En el programa mínimo se exponían los objetivos inmediatos del Partido, que podían realizarse sin aguardar a que fuese derribado el régimen capitalista y se instaurase la dictadura del proletariado, a saber: derrocamiento de la autocracia zarista, implantación de la República democrática, introducción de la jornada de 8 horas para los obreros, destrucción de todos los vestigios feudales en el campo, devolución a los campesinos de las tierras que les habían sido arrebatadas por los terratenientes (los llamados "recortes").

Más tarde, los bolsheviques sustituyeron esta última reivindicación por otra; por la de la confiscación de todas las tierras de los terratenientes.

El programa aprobado por el II Congreso era el programa revolucionario del Partido de la clase obrera.

Este programa se mantuvo en vigor hasta el VIII Congreso del Partido bolshevique, convocado después del triunfo de la Revolución proletaria, en el que fue aprobado un nuevo programa.

Después de la aprobación del programa del Partido, el II Congreso pasó a la discusión del proyecto de estatuto. Una vez aprobado el programa y sentadas las bases para la unificación ideológica del Partido, el Congreso hubiera debido aprobar también los estatutos, para poner fin a la labor a la manera artesana y al mal de círculos, a la dispersión orgánica del Partido y a la ausencia de una disciplina firme dentro de él.

Pero si la aprobación del programa había sido relativamente fácil, el problema de los estatutos provocó furiosas discusiones en el seno del Congreso. La discrepancia más aguda fue la que surgió en torno al texto del primer artículo de los estatutos, en el que se definía la condición de miembro del Partido. ¿Quién podía ser miembro del Partido, cómo debía estar formado éste, qué debía ser el Partido en cuanto a organización, un todo orgánico o algo informe? Tales eran los problemas que planteaba la discusión del artículo primero de los estatutos. Estaban en pugna dos fórmulas: la de Lenin, apoyada por Plejanov y por los "iskristas" consecuentes, y la de Martov, apoyada por Axelrod, Sasulich, los partidarios vacilantes de la "Iskra", Trotski y todos los oportunistas declarados que tomaban parte en el Congreso.

La fórmula de Lenin consistía en que sólo pudiese ser miembro del Partido quien aceptase su programa, ayudase al partido en el aspecto material y estuviese afiliado a una de sus organizaciones. La fórmula de Martov, aun considerando como condiciones necesarias en todo miembro del Partido el reconocimiento del programa y la ayuda material a aquel, no reputaba requisito indispensable el hecho de formar parte de una organización del Partido, por entender que se podía ser miembro de éste sin estar afiliado a ninguna de sus organizaciones.

Lenin consideraba al Partido como un destacamento organizado, cuyos miembros no se suman por sí mismos al Partido, sino que son admitidos por una de sus organizaciones, sometiéndose con ello a la disciplina del Partido, mientras que Martov veía en él, desde el punto de vista orgánico, una entidad informe cuyos miembros se sumaban por sí mismos al Partido y no se hallaban, por tanto, sujetos a su disciplina, ya que no ingresaban en ninguna de sus organizaciones.

La fórmula de Martov, a diferencia de la de Lenin, abría de par en par las puertas del Partido a los elementos vacilantes no proletarios. En vísperas de la revolución democráticoburguesa había, entre los intelectuales de la burguesía, hombres de esta clase que simpatizaban momentáneamente con la revolución. Estos hombres podían, de vez en cuando, prestar incluso ciertos servicios al Partido. Pero no se prestaban a entrar en la organización, a someterse a la disciplina del Partido, a cumplir sus tareas, ni se expondrían a los peligros que esto llevaba aparejados. Esta clase de personas era a la que Martov y otros mensheviques proponían que fuesen considerados como afiliados al Partido, dándoles el derecho y la posibilidad de influir en los asuntos del Partido. Llegaban incluso a proponer que cualquier huelguista tuviese derecho a "contarse" como miembro del Partido, a pesar de que en las huelgas tomaban parte también elementos no socialistas, anarquistas y socialrevolucionarios.

En vez de un Partido monolítico y combativo, netamente organizado, por el que luchaban Lenin y los leninistas en el Congreso, los martovistas querían un Partido heterogéneo, difuso e informe, que no podría jamás ser un Partido combativo, aunque sólo fuese por razón de su heterogeneidad, y porque jamás podría poseer una recia disciplina.

La deserción de los "iskristas" vacilantes, que dejaron solos a los partidarios consecuentes de la "Iskra" para aliarse con los delegados del centro, y el refuerzo de los oportunistas descarados, dieron a Martov la superioridad numérica en este problema. El Congreso, por 28 votos contra 22 y una abstención, aprobó el artículo primero de los estatutos con el texto propuesto por Martov.

Después de la escisión de los "iskristas" con motivo del artículo primero de los estatutos, se agudizó todavía más la lucha dentro del Congreso. Este se acercaba al punto final, a la elección de los organismos de dirección del Partido: redacción del órgano central del Partido (la "Iskra") y Comité Central. Pero, antes de llegar a este último punto del orden del día, se produjeron en el Congreso algunos hechos que hicieron cambiar la correlación de fuerzas establecida.

En relación con los estatutos, el Congreso hubo de tratar del "Bund". Este pretendía ocupar una situación especial dentro del Partido. Exigía que se le reconociese como la única representación de los obreros judíos de Rusia. Acceder a esta petición equivalía a escindir a los obreros, dentro de las organizaciones del Partido, con arreglo a su nacionalidad, renunciando a la existencia de organizaciones únicas de clase del proletariado según el principio territorial. El Congreso rechazó el nacionalismo del "Bund" como base de organización política. En vista de esto, los "bundistas" se retiraron. Retiráronse también dos "economistas", cuando el Congreso se negó a reconocer la agrupación organizada por ellos en el extranjero como representación del Partido fuera de Rusia.

La retirada del Congreso de estos siete oportunistas hizo que la correlación de fuerzas se alterase a favor de los leninistas.

El problema de la composición de los organismos centrales del Partido ocupó el centro de la atención de Lenin desde el primer momento. Lenin consideraba necesario llevar al Comité Central a revolucionarios firmes y consecuentes. Los martovistas luchaban por dar el predominio dentro de aquel organismo a los elementos vacilantes, oportunistas. La mayoría del Congreso se colocó en este punto al lado de Lenin. El Comité Central quedó integrado por leninistas.

A propuesta de Lenin, fueron elegidos para la redacción de la "Iskra" Lenin, Plejanov y Martov. Este exigió que fuesen reelegidos para la redacción del periódico los seis antiguos redactores de la "Iskra", los cuales, en su mayoría, eran martovistas. El Congreso rechazó, por mayoría de votos, esta propuesta, siendo elegidos los tres redactores propuestos por Lenin. En vista de esto, Martov dimitió su puesto en la redacción del periódico.

Por tanto, los acuerdos tomados por el Congreso en cuanto a la formación de los organismo centrales del Partido ahondaron la derrota de los martovistas y dieron el triunfo a los partidarios de Lenin.

Desde entonces, a los partidarios de Lenin, que habían obtenido mayoría de votos en la elección de los organismos centrales por el II Congreso, se les empezó a llamar bolsheviques y a sus adversarios, que se quedaron en minoría, mensheviques.

Resumiendo las tareas del II Congreso del Partido, llegamos a las siguientes conclusiones:

1) El Congreso afianzó la victoria del marxismo sobre el "economismo", sobre el oportunismo declarado;

2) Aprobó el programa y los estatutos del Partido, creó el Partido Socialdemócrata y, con él, el marco para un Partido único;

3) Puso al desnudo la existencia de graves discrepancias en punto a organización, discrepancias que dividieron al Partido en dos campos, el de los bolsheviques y el de los mensheviques, de los cuales los primeros defendían los principios de organización de la socialdemocracia revolucionaria, mientras que los segundos se hundían en la charca de la difusión orgánica, en la charca del oportunismo;

4) Puso de manifiesto que la vacante de los antiguos oportunistas, ya derrotados por el Partido, la vacante de los "economistas", empezaba a ser ocupada dentro del Partido por nuevos oportunistas, por los mensheviques;

5) El Congreso no se mostró a la altura de su misión en lo tocante a los problemas de organización, dio pruebas de vacilaciones, llegando incluso, a veces, a dar predominio a los mensheviques, y aunque hacia el final se corrigió, no supo, no ya desenmascarar el oportunismo de los mensheviques en los problemas de organización y de aislarlos dentro del Partido, sino ni siquiera plantear ante éste semejante tarea.

Esta última circunstancia fue una de las causas fundamentales de que la lucha entre los bolsheviques y los mensheviques, lejos de aplacarse después del II Congreso, recrideciese todavía más.

4. Manejos escisionistas de los líderes mensheviques y agudización de la lucha dentro del Partido después del II Congreso. - El oportunismo de los mensheviques. - El libro de Lenin "Un paso adelante, dos pasos atrás". - Bases para la organización del Partido Marxista.

Después del II Congreso, la lucha dentro del Partido se agudizó todavía más. Los mensheviques esforzábanse con todo ahínco en minar los acuerdos del Congreso y apoderarse de los organismos centrales del Partido. Exigían que se incorporasen a la redacción de la "Iskra" y al Comité Central el número de representantes suyos necesarios para tener mayoría en la redacción del periódico y la paridad con los bolsheviques en el C.C. Los bolsheviques rechazaron esta exigencia, que contravenía los acuerdos explícitos del Congreso. En vista de esto, los mensheviques crearon, a espaldas del Partido y hostil al mismo, su propia organización fraccional, a cuyo frente se hallaban Martov, Trotski y Axelrod, y "se rebelaron -según frase de Martov- contra el leninismo". Eligieron como método de lucha contra el Partido "la desorganización de todo el trabajo del Partido, saboteando, entorpeciéndolo en todo lo que podían" (palabras de Lenin). Se atrincheraron en la "Liga extranjera" de los socialdemócratas rusos, cuyos componentes, en un noventa por ciento, eran intelectuales emigrados, desligados de toda actuación práctica en Rusia, y comenzaron a hostilizar desde allí al Partido, a Lenin y a los leninistas.

Plejanov ayudó considerablemente a los mensheviques. En el II Congreso, había marchado de acuerdo con Lenin, pero después se dejó asustar por los mensheviques con la amenaza de la escisión y decidió "reconciliarse" a toda costa con ellos. El peso de sus viejos errores oportunistas le arrastraban al campo menshevique. No tardó en convertirse, de conciliador con los mensheviques oportunistas, en un menshevique más. Exigió que fuesen incorporados a la redacción de la "Iskra" todos los antiguos redactores mensheviques, rechazados por el Congreso. Y como Lenin no podía, naturalemente, avenirse a esto, salió de la redacción del periódico para hacerse fuerte en el Comité Central del Partido y derrotar desde aquí a los oportunistas. Plejanov, por sí y ante sí, infringiendo la voluntad del Congreso, incorporó a la redacción de la "Iskra" a los redactores mensheviques que había sido eliminados de ella. Desde este momento, a partir del número 52, los mensheviques convirtieron el periódico en órgano suyo y comenzaron a predicar desde él sus ideas oportunistas.

Desde entonces, se estableció, dentro del Partido, la costumbre de llamar a la vieja "Iskra", la "Iskra" leninista, bolshevique y a la nueva "Iskra", menshevique, oportunista.

Al pasar a manos de los mensheviques, la "Iskra" se convirtió en órgano de lucha contra Lenin y los bolsheviques, en órgano de propaganda del oportunismo menshevique, sobre todo en lo tocante a los problemas de organización. Los mensheviques, coaligados con los "economistas" y los "bundistas", abrieron desde las columnas de la "Iskra" una campaña contra el leninismo, como ellos lo llamaban. Plejanov, en la imposibilidad de mantener a la larga sus posiciones conciliacionistas, se sumó también a la campaña al cabo de algún tiempo. Tampoco podía ser de otro modo, según la lógica de las cosas: quien desciende al terreno de la conciliación con los oportunistas, acaba hundiéndose en el oportunismo. Desde las columnas de la nueva "Iskra" llovían en chaparrón artículos y declaraciones, sosteniendo que el Partido no debía ser un todo orgánico; que debía admitirse la existencia dentro de sus filas de grupos e individuos libres, no sujetos a la disciplina de los acuerdos de sus órganos; que había que permitir a todo intelectual simpatizante con el Partido, a "cualquier huelguista" y a "cualquier manifestante" considerarse como miembro del Partido; que el exigir que los afiliados se sometiesen a todos los acuerdos del Partido era enfocar el asunto de un modo "formal y burocrático"; que el imponer la sumisión de la minoría a la mayoría era "ahogar mecánicamente" la voluntad de los miembros del Partido; que el pretender que todos los afiliados, lo mismo los dirigentes que los militantes de filas, se sometiesen por igual a la disciplina del Partido, equivalía a instaurar dentro de éste un "régimen feudal"; que lo que "nosotros" necesitábamos en el Partido no era un régimen de centralismo, sino un "autonomismo" anárquico, que diese a los individuos y a las organizaciones del Partido derecho a no cumplir sus acuerdos.

Era una propaganda desenfrenada que tendía a relajar los lazos de la organización, a minar la cohesión y la disciplina del Partido, a glorificar el individualismo peculiar de los intelectuales y a justificar una indisciplina anárquica.

Los mensheviques arrastraban claramente al Partido a los tiempos anteriores al II Congreso, a los viejos tiempos de su dispersión orgánica, a los tiempos de los círculos aislados y de la labor a la manera artesana.

Era necesario dar a los mensheviques una respuesta cumplida.

Esta respuesta se la dio Lenin, con su célebre obra titulada "Un paso adelante, dos pasos atrás", que vio la luz en mayo de 1904.

He aquí las tesis fundamentales de organización desarrolladas por Lenin en este libro, y que más tarde sirvieron de base para la organización del Partido bolshevique:

1) El Partido marxista es una parte de la clase obrera, un destacamento de ella. Pero destacamentos de la clase obrera hay muchos, y no a todos podemos considerarlos como Partido de la clase obrera. El Partido se distingue de otros destacamentos de la clase obrera, ante todo, en que no es un destacamento puro y simple, sino un destacamento de vanguardia, un destacamento consciente, un destacamento marxista de la clase obrera, pertrechado con el conocimiento de la vida social, con el conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la vida social, con el conocimiento de las leyes de la lucha de clases, lo que le capacita para conducir a la clase obrera y dirigir su lucha. Por eso no hay que confundir al Partido con la clase obrera, como no hay que confundir la parte con el todo, ni pretender que cualquier huelguista pueda considerarse como miembro del Partido, pues confundir al Partido con la clase equivale a rebajar el nivel de conciencia del Partido hasta el nivel de "cualquier huelguista", equivale a destruir el Partido, como destacamento consciente de vanguardia de la clase obrera. La misión del Partido no es rebajar su nivel hasta el de "cualquier huelguista", sino elevar a las masas obreras, elevar a "cualquier huelguista" al nivel del Partido.

"Nosotros -escribía Lenin- somos un Partido de clase, y por eso casi toda la clase (y en tiempo de guerra, en épocas de guerra civil la clase en su integridad) tiene que actuar bajo la dirección del nuestro Partido, tiene que adherirse a él lo más estrechamente posible; pero sería una maniloviada[3] y "seguidismo" creer que casi toda o toda la clase puede estar nunca, bajo el capitalismo, en condiciones de elevarse al grado de conciencia y de actividad de su destacamento de vanguardia, de su Partido socialdemócrata. Ningún socialdemócrata que esté aún en su sano juicio ha puesto nunca en duda que, bajo el capitalismo, ni aun la organización sindical (más primitiva y más asequible al grado de conciencia de las capas menos desarrolladas) está en condiciones de abarcar a toda o a casi toda la clase obrera. Olvidar la diferencia que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que marcha detrás de él, olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez más amplias a su propio nivel avanzado, sólo significa engañarse a sí mismo, cerrar los ojos a la inmensidad de nuestras tareas y empequeñecer éstas (Lenin, t. VI, págs. 205-206, ed. rusa).

2) El Partido no es solamente el destacamento de vanguardia, el destacamento consciente de la clase obrera, sino que es, además, su destacamento organizado, con su disciplina propia, obligatoria para todos sus miembros. Por eso, los afiliados al Partido se hallan obligados a estar afiliados también a una de sus organizaciones. Si el Partido no fuese un destacamento organizado de la clase obrera, un sistema de organizaciones, sino una simple suma de individuos que se consideran por sí mismos miembros del Partido, pero que no forman parte de ninguna de sus organizaciones y que, por tanto, no están organizados, y, al no estarlo, no se hallan sujetos a los acuerdos del Partido, éste no tendría jamás una voluntad única, no podría conseguir jamás la unidad de acción de sus miembros y, por consiguiente, no estaría en condiciones de dirigir la lucha de la clase obrera. Para que el partido pueda dirigir prácticamente la lucha de la clase obrera y encauzarla hacia una meta única, es indispensable que todos sus miembros estén organizados en un gran destacamento único, soldado por una voluntad única, por la unidad de acción y la unidad de disciplina.

La objeción que a esto oponen los mensheviques cuando dicen que en este caso quedarán fuera del Partido muchos intelectuales, profesores, estudiantes, etc., que no quieren entrar en esta o en aquella organización del Partido, bien porque no soportan la disciplina de éste o bien porque, como se expresaba Plejanov en el II Congreso, consideran "depresivo para ellos el entrar en esta o en la otra organización de base"; esta objeción se vuelve contra los propios mensheviques, pues al Partido no le hacen ninguna falta afiliados de ese género, que no soporten la disciplina del Partido y se asusten de entrar en sus organizaciones. Los obreros no tienen miedo a la disciplina ni a las organizaciones y entran de buen grado en las organizaciones del Partido, cuando se deciden a afiliarse a éste. Los que temen la disciplina y la organización son los intelectuales de tendencia individualista, y éstos se mantienen, en realidad, al margen del Partido. Y hacen bien, pues el Partido se librará de la afluencia de elementos inseguros que acuden a él, sobre todo en este periodo en que comienza el movimiento ascendente de la revolución democráticoburguesa.

"Cuando digo -escribe Lenin- que el Partido debe ser una suma (y no una suma simplemente aritmética, sino un complejo) de organizaciones... expreso de un modo perfectamente claro y preciso mi deseo, mi exigencia de que el Partido, como destacamento de vanguardia de la clase obrera, reúna el máximum de organización posible y sólo acoja en su seno a aquellos elementos que admitan, por lo menos, un grado mínimo de organización (Lenin, t. VI, pág. 203, ed. rusa).

Y más adelante:

"De palabra, la fórmula de Martov parece defender los intereses de las extensas capas del proletariado; pero, de hecho, este fórmula sirve a los intereses de la intectualidad burguesa, que rehuye la disciplina y la organización proletarias. Nadie se atreverá a negar que la intelectualidad, como una capa especial dentro de las sociedades capitalistas contemporáneas, se caracteriza, en conjunto, precisamente por si individualismo y su inadptabilidad a la disciplina y a la organización" (Obra citada, pág. 212).

Y en otro lugar:

"El proletariado no teme la organización ni la disciplina... Y no va a preocuparse de que los señores profesores y estudiantes, que no quieren entrar en ninguna organización, sean considerados como miembros del Partido porque trabajan bajo el control de sus organizaciones... No es el proletariado, sino que son algunos intelectuales encuadrados en nuestro Partido, los que adolecen de falta de educación propia en materia de organización y disciplina" (Obra citada, pág. 307).

3) El Partido no es un destacamento organizado puro y simple, sino "la forma más alta de organización" entre todas las de la clase obrera, la llamada a dirigir a todas las demás organizaciones del proletariado. El Partido, como la forma más alta de organización, compuesta por los mejores hombres de la clase obrera, pertrechados con una teoría de vanguardia, con el conocimiento de las leyes de la lucha de clases y la experiencia del movimiento revolucionario, cuenta con todas las posibilidades para dirigir, como está obligado a hacerlo, a todas las demás organizaciones de la clase obrera. La tendencia de los mensheviques a disminuir y rebajar el papel dirigente del Partido conduce a debilitar todas las demás organizaciones del proletariado dirigidas a por él; consiguientemente, a debilitar y desarmar al proletariado, pues éste "no dispone, en su lucha por el Poder, de más arma que la organización" (Lenin, t. VI, pág. 328, ed. rusa).

4) El Partido es la encarnación de los vínculos que unen al destacamento de vanguardia de la clase obrera con las masas de millones de hombres del proletariado. Aunque el Partido fuese el mejor destacamento de vanguardia y se hallase magníficamente organizado, no podría vivir ni desarrollarse sin tener vínculos de unión con las masas sin partido, sin multiplicar y afianzar estos vínculos. Un Partido encerrado en sí mismo, aislado de las masas, perdidos sus vínculos o con vínculos débiles que le unan a su clase, tiene necesariamente que perder la confianza y el apoyo de las masas y se halla, por tanto, inevitablemente, condenado a perecer. Para poder vivir con plenitud y desarrollarse, el Partido tiene que multiplicar sus vínculos con las masas y conquistarse la confianza de las masas de millones de hombres de si clase.

"Para ser un partido socialdemócrata -dice Lenin- hay que conquistar el apoyo de la clase propiamente" (Obra citada, pág. 208).

5) Para funcionar bien y dirigir las masas con arreglo a un plan, el Partido debe estar organizado sobre la base del centralismo, con estatutos únicos, con una disciplina de partido igual para todos, con un solo órgano de dirección a la cabeza, a saber: el Congreso del Partido y, en los intervalos entre congreso y congreso, el Comité Central, con la sumisión de la minoría a la mayoría, de las distintas organizaciones a los organismos centrales, y de las organizaciones inferiores a las superiores. Sin ajustarse a estas condiciones, el partido de la clase obrera no puede ser verdadero partido, ni cumplir con sus deberes de dirección del proletariado.

Claro está que el régimen de ilegalidad, en que vivía el Partido bajo la autocracia zarista, no permitía a sus organizaciones, en aquellos momentos, estructurarse sobre el principio de la elección desde abajo, por cuya razón el Partido veíase obligado a mantener un carácter estrictamente conspirativo. Pero Lenin entendía que esto era, en la vida de nuestro Partido, una situación pasajera, que desaparecería al día siguiente de ser derribado el zarismo, y entonces el Partido empezaría a actuar abiertamente dentro de la legalidad, y sus organizaciones se estructurarían sobre la base de la elección democrática, sobre la base del centralismo democrático.

"Antes -escribía Lenin- nuestro Partido no era una unidad formalmente organizada, sino simplemente una suma de grupos privados, razón por la cual no existía ni podía existir entre ellos más relación que la de la influencia ideológica. Ahora, somos ya un Partido organizado, y esto entraña la creación de una autoridad, la transformación del prestigio de la idea en prestigio de la autoridad, la sumisión de los organismo inferiores a los organismo superiores del Partido" (Lenin, t. VI, pág. 291, ed. rusa).

Acusando a los mensheviques de nihilismo en materia de organización y de anarquismo señorial, al no admitir sobre sus personas la autoridad del Partido y su disciplina, Lenin decía:

"Este anarquismo señorial es algo muy peculiar del nihilista ruso. La organización del Partido se le antoja una "fábrica" monstruosa, la sumisión de la parte al todo y de la minoría a la mayoría le parece un "avasallamiento"..., la división del trabajo bajo la dirección de los organismos centrales suscita en él chillidos tragicómicos contra quienes pretenden convertir a los hombres en "ruedas y tornillos" de un mecanismo (y entre estas transformaciones, la que juzga más espantosa es la de los redactores en simples colaboradores), toda mención de los estatutos de organización del Partido le mueve a un gesto de desprecio y a la observación desdeñosa (dirigida a los "formalistas") de que se puede vivir si estatutos" (Obra citada, pág. 310).

6) Si el Partido, en su actuación práctica, quiere conservar la unidad de sus filas, tiene que mantener una disciplina proletaria única, que obligue por igual a todos los miembros del Partido, tanto a los dirigentes como a los militantes de filas. Por eso, en el Partido no pueden hacerse distinciones entre gente "selecta", a la que no obliga la disciplina del Partido, y gente "del montón", obligada a someterse a ella. Sin una disciplina única e igual para todos, no se podrá mantener la integridad del Partido y la unidad dentro de sus filas.

"A la carencia total de argumentos razonables contra la redacción nombrada por el Congreso, por parte de Martov y Cía., la ilustra mejor que nada -dice Lenin- su frasecilla de "nosotros no somos siervos"... En esta frase se trasluce con notable nitidez la psicología del intelectual burgués, que cree estar por encima de la organización y la disciplina de las masas, que se consideran un "espíritu selecto"... Para el individualismo intelectual... toda organización y toda disciplina proletarias son un avasallamiento feudal" (Lenin, t. VI, pág. 286, ed. rusa).

Y más adelante:

"A medida que se estructure en nuestro país un verdadero Partido, el obrero consciente irá aprendiendo a distinguir la psicología del combatiente del ejército proletario de la psicología del intelectual burgués que se pavonea con frases anarquistas; irá aprendiendo a exigir que cumplan sus deberes de miembros del Partido no sólo los militantes de filas, sino también "los de arriba" (Obra citada, pág. 312).

Resumiendo el análisis de las discrepancias y definiendo la posición de los mensheviques como "oportunismo en los problemas de organización", Lenin entendía que uno de los pecados capitales del menshevismo era el menospreciar la importancia de la organización del Partido, como arma del proletariado en la lucha por su emancipación. Los mensheviques opinaban que la organización del Partido del proletariado no tenía gran importancia para el triunfo de la revolución. Por el contrario, Lenin entendía que la unión ideológica del proletariado por sí sola no bastaba para vencer, sino que para esto era necesario "afianzar" la unidad ideológica con la "unidad material de organización" del proletariado; Lenin consideraba que sólo bajo esta condición podía el proletariado convertirse en una fuerza invencible.

"El proletariado -escribía Lenin- no dispone, en su lucha por el Poder, de más arma que la organización. El proletariado, diseminado por el imperio de la anárquica concurrencia dentro del mundo burgués, aplastado por los trabajos forzados, al servicio del capital, lanzado constantemente a la "sima" de la miseria más completa, del embrutecimiento y de la degeneración, sólo puede hacerse y se hará inevitablemente invencible, siempre y cuando que su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se afiance mediante la unidad material de la organización, que funda a los millones de trabajadores en el ejército de la clase obrera. Ante este ejército no prevalecerán ni el Poder senil de la autocracia rusa ni el poder caduco del capitalismo internacional" (Lenin, t. VI, pág. 328, ed. rusa).

Con estas proféticas palabras termina la obra de Lenin "Un paso adelante, dos pasos atrás".

Tales son las tesis fundamentales de organización desarrolladas por Lenin en este célebre libro.

La importancia de esta obra estriba, ante todo, en haber mantenido el principio del Partido contra el régimen de los círculos, haber defendido al Partido contra los desorganizadores, aniquilado el oportunismo menshevique en punto a los problemas de organización, y haber sentado las bases orgánicas para el Partido bolshevique.

Mas no se reduce a esto la importancia de la obra en cuestión. Su significación histórica consiste en que en ella, Lenin traza, por vez primera en la historia del marxismo, la teoría del Partido como organización dirigente del proletariado y como arma fundamental en manos de éste, sin la cual es imposible triunfar en la lucha por la dictadura proletaria.

La difusión de esta obra de Lenin entre los militantes del Partido hizo que la mayoría de la organizaciones de base se agrupase estrechamente en torno a Lenin.

Pero cuanto más estrechamente se agrupaban las organizaciones en torno a los bolsheviques, mayor era la irritación de que los líderes mensheviques daban muestras.

En el verano de 1904, los mensheviques se apoderaron de la mayoría dentro del Comité Central, gracias a la ayuda que les prestó Plejanov y a la traición de dos bolsheviques degenerados: Krasin y Noskov. Era evidente que los mensheviques marchaban rumbo a la escisión. La pérdida de las posiciones de la "Iskra" y del C. C. colocó a los bolsheviques en una situación difícil. Era necesario organizar un periódico bolshevique propio. Era necesario organizar un nuevo Congreso del Partido, el III Congreso, para elegir un nuevo C. C. y deshacer a los mensheviques.

Lenin y los bolsheviques tomaron esta tarea en sus manos.

Los bolsheviques comenzaron a hacer campaña en pro de la convocatoria del III Congreso del Partido. En agosto de 1904 se celebró en Suiza , bajo la dirección de Lenin, una conferencia a la que asistieron 22 bolsheviques. En ella se aprobó el llamamiento dirigido "Al Partido", que fue, para los bolsheviques, el programa de lucha en pro de la convocatoria del III Congreso.

En tres conferencias regionales de Comités bolsheviques (la del Sur, la del Cáucaso, y la del Norte) fue elegido un Buró de Comités de la mayoría, que se encargó de realizar el trabajo práctico de preparación para el III Congreso.

El 4 de enero de 1905 apareció el primer número del periódico bolshevique "Vperiod" ("Adelante").

Dentro del Partido se habían formado, como se ve, dos fracciones independientes, la bolshevique y la menshevique, cada una con sus organismos centrales y sus órganos en la Prensa.

RESUMEN

Durante los años de 1901 a 1904, crecieron y se fortalecieron, en Rusia, sobre la base del auge del movimiento obrero revolucionario, las organizaciones socialdemócratas marxistas. Mediante una lucha tenaz de principios contra los "economistas", triunfó la línea revolucionaria leninista de la "Iskra" y se superaron la dispersión ideológica y la labor a la "manera artesana".

La "Iskra" sirvió de lazo de unión entre los círculos y grupos socialdemócratas dispersos, y preparó el II Congreso del Partido. En este Congreso, celebrado en 1903, se formó el Partido Obrero Social Demócrata de Rusia, fueron aprobados el programa y los estatutos del Partido, y se crearon los organismos centrales de éste.

En la lucha entablada en el II Congreso por el triunfo definitivo de la línea de la "Iskra" manifestáronse dentro del P.O.S.D.R. dos grupos, el de los bolsheviques y el de los mensheviques.

Las principales discrepancias existentes entre los bolsheviques y los mensheviques, después del II Congreso, versaban sobre los problemas de organización.

Los mensheviques se aproximaron a los "economistas" y vinieron a ocupar el puesto de éstos en el Partido. Por el momento, el oportunismo de los mensheviques se manifestó en el terreno de los problemas de organización. Los mesheviques eran contrarios a un partido revolucionario combativo de tipo leninista. Abogaban por un partido informe, no organizado, que fuera a la zaga de los acontecimientos. Siguieron una línea escisionista dentro del Partido. Con ayuda de Plejanov, se apoderaron de la "Iskra" y del C. C., valiéndose de estas posiciones centrales para sus fines escisionistas.

Ante la amenaza de una escisión por parte de los mensheviques, los bolsheviques tomaron medidas para cerrar el paso a los escisionistas, movilizaron a las organizaciones de base en pro de la convocatoria del III Congreso y editaron un periódico propio, titulado "Vperiod".

Por tanto, en vísperas de la primera revolución rusa y ya en los comienzos de la guerra ruso-japonesa, los bolsheviques y los mensheviques aparecían como dos grupos políticos independientes el uno del otro.


[1] Funcionarios destacados de la nobleza e investidos de Poder judicial y administrativo sobre los campesinos. (N. del T.).

[2] Es decir, hacia la creación del Partido. (N. de la R.).

[3] Temperamento plácido, inactivo, con imaginación ociosa. Manilov, uno de los personajes de "Almas muertas", de Gogol. (N. del T.).

III. Los mensheviques y los bolsheviques en el periodo de la Guerra ruso-japonesa y de la primera Revolución Rusa (1904-1907)