Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la U.R.S.S.

XII

EL PARTIDO BOLSHEVIQUE EN LA LUCHA POR EL CORONAMIENTO DE LA EDIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD SOCIALISTA E IMPLANTACIÓN DE LA NUEVA CONSTITUCIÓN (1935-1937)

1. La situación internacional en los años 1935 a 1937. - Amortiguamiento temporal de la crisis económica. - Comienza una nueva crisis económica. - La ocupación de Abisinia por Italia. - La intervención germano-italiana en España. - Invasión de la China central por los japoneses. - Comienza la segunda guerra imperialista.

La crisis económica, que se había iniciado en los países capitalistas en la segunda mitad del año 1929, prosiguió hasta fines de 1933. A partir de esta fecha, el descenso de la industria se contuvo, la crisis se estancó, y, algún tiempo después, la industria comenzó a reanimarse algo, experimentó un cierto auge. Pero, no era el auge que precede a un proceso de florecimiento industrial sobre una base nueva y más alta. La industria mundial capitalista no logró recobrar ni siquiera el nivel del año 1929; hacia mediados de 1937, sólo había logrado remontarse hasta el 95 ó 96 por 100 de aquel nivel. Y en la segunda mitad de 1937, se iniciaba ya una nueva crisis económica, que afectaba, sobre todo, a los Estados Unidos. A fines de 1937, la cifra de obreros parados en los Estados Unidos volvía a elevarse hasta 10 millones de hombres. En Inglaterra, comenzaba a crecer también rápidamente el número de obreros parados.

Por tanto, cuando aún no habían tenido tiempo de reponerse de los golpes de la reciente crisis económica, los países capitalistas veíanse obligados a hacer frente a una nueva crisis.

Esta circunstancia acentuó todavía más las contradicciones existentes entre los países imperialistas, así como las contradicciones entre la burguesía y el proletariado. En relación con esto, recrudecieron más y más los intentos de los Estados agresores de resarcirse de las pérdidas ocasionadas por la crisis económica dentro del país a costa de otros países mal defendidos. En estas tentativas se unió a los dos conocidos Estados agresores, Alemania y el Japón, un tercer Estado: Italia.

En 1935, la Italia fascista se lanzó sobre Abisinia y la esclavizó. La agredió, sin tener el menor fundamento ni el menor pretexto desde el punto de vista del "Derecho internacional", sin declaración de guerra, de un modo furtivo, como es ahora moda entre los fascistas. Este golpe no iba dirigido solamente contra Abisinia, sino también contra Inglaterra, contra sus comunicaciones marítimas entre Europa y la India, con el Asia. Los intentos de Inglaterra para impedir que Italia se adueñase de Abisinia no dieron resultado. Para tener las manos libres, Italia salió más tarde de la Sociedad de las Naciones y comenzó a armarse intensivamente.

De este modo, se formó un nuevo foco de guerra en las rutas marítimas más cortas entre Europa y Asia.

La Alemania fascista rompió con un acto unilateral el tratado de paz de Versalles y se propuso ejecutar el plan de revisar por la fuerza las fronteras de los Estados europeos. Los fascistas alemanes no ocultaban que su mira era someter a su imperio a los Estados vecinos o, por lo menos, apoderarse de los territorios de estos Estados habitados por alemanes. Según este plan, se procedería primeramente a la ocupación de Austria, luego se descargaría el golpe contra Checoslovaquia, en seguida tal vez contra Polonia, donde existe también todo un territorio poblado por alemanes y fronterizo de Alemania; más adelantes..., más adelante, "ya se vería".

En el verano de 1935, comenzó la intervención armada de Alemania e Italia contra la República española. Con el pretexto de ayudar a los fascistas españoles, Italia y Alemania pudieron ir situando por debajo de cuerda sus unidades militares en el territorio de España, a retaguardia de Francia, y sus escuadras, en las aguas españolas, en la zona de las Islas Baleares y de Gibraltar, en el Sur, en la zona del Océano Atlántico, en el Oeste y en la del golfo de Vizcaya, en el Norte. A comienzos de 1938, los fascistas alemanes ocuparon Austria, clavando su zarpa en la región central del Danubio y extendiéndose por el Sur de Europa hasta las cercanías del Mar Adriático.

Al desplegar su intervención contra España, los fascistas germano-italianos aseguraban a todo el mundo que ellos sólo luchaban contra los "rojos" españoles y que no perseguían ningún otro objetivo. Pero esto no era más que un burdo y torpe subterfugio, bueno para engañar a los tontos. En realidad, el golpe iba dirigido contra Inglaterra y contra Francia, pues los fascistas interceptaban las comunicaciones marítimas de estos países con sus formidables posesiones coloniales de Africa y Asia.

Por lo que se refiere a la ocupación de Austria, no había ni el menor asidero para encuadrarla dentro del marco de la lucha contra el tratado de Versalles, dentro del marco de la defensa de los intereses "nacionales" de Alemania y de su aspiración de recobrar los territorios perdidos con motivo de la primera guerra imperialista. Austria no formaba parte de Alemania, ni antes de la guerra ni después de ella. La anexión por la fuerza de Austria por Alemania no es más que un acto descaradamente imperialista de ocupación de un territorio extranjero. Este acto revela, indudablemente, la aspiración de la Alemania fascista a conseguir una posición dominante en el continente de la Europa occidental.

Era un golpe asestado, en primer lugar, a los intereses de Francia e Inglaterra.

De este modo, se formaron nuevos focos de guerra en el Sur de Europa, en la zona de Austria y del Adriático, y en la punta extrema del Occidente europeo, en la zona de España y de los mares que bañan la península ibérica.

En 1937, los militaristas fascistas japoneses se apoderaron de Pekín, invadieron la China central y ocuparon Shanghai. La invasión de la China central por las tropas japonesas se llevó a cabo, lo mismo que la de Manchuria unos años atrás, con arreglo al método japonés, es decir, subrepticiamente, por medio de embrollos de ratero, pretextando diversos "incidentes locales" provocados por los mismos japoneses, violando de hecho todas y cada una de las "normas internacionales", tratados, convenios, etc. La ocupación de Tientsin y de Shanghai ponía en manos de los japoneses la llave del comercio con China, con su inmenso mercado. Esto quiere decir que, mientras tenga en sus manos Shanghai y Tientsin, el Japón podrá en cualquier momento desalojar de la China central a Inglaterra y a los Estados Unidos, que tienen inversiones gigantescas en aquel territorio.

Claro está que la heroica lucha del pueblo chino y de su ejército contra los invasores japoneses, el formidable movimiento nacional de China, las gigantescas reservas de hombres y de territorio de este país y, finalmente, la decisión del Gobierno nacional chino de mantener la lucha de liberación de China hasta el final, hasta arrojar al último invasor al otro lado de las fronteras del país, son otros tantos testimonios indudables de que los imperialistas japoneses no han podido ni podrán adueñarse de China.

Pero tampoco puede desconocerse, por otra parte, que el Japón sigue teniendo en sus manos las llaves del comercio con China y que su guerra contra este país es, en el fondo, un golpe muy serio asestado contra los intereses de Inglaterra y de los Estados Unidos.

De este modo, se ha formado en el Océano Pacíficon, en la zona de China, un foco más de guerra.

Todos estos hechos atestiguan que la segunda guerra imperialista ha comenzado ya, en realidad. Ha comenzado solapadamente, sin declaración de guerra. Los Estados y los pueblos han ido deslizándose casi insensiblemente dentro de la órbita de la segunda guerra imperialista. Han desencadenado la guerra en los diversos confines del mundo de los tres Estados agresores: los círculos gobernantes fascistas de Alemania, Italia y el Japón. La guerra se extiende a lo largo de un inmenso territorio, desde Gibraltar hasta Shanghai. Ha conseguido arrastrar ya a su campo de acción a más de 500 millones de seres. Esta guerra va dirigida, en último resultado, contra los intereses capitalistas de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, ya que tiene por finalidad el reparto del mundo y de las zonas de influencia en provecho de los países agresores y a costa de los llamados Estados democráticos.

El rasgo característico de la segunda guerra imperialista consiste, por el momento, en que, mientras las potencias agresoras mantienen y desarrollan las guerras, las otras potencias, las potencias "democráticas" contra las que van expresamente dirigidas, hacen como si esta guerra no fuese con ellas, se lavan las manos, retroceden, hacen protestas de su amor por la paz, lanzan invectivas contra los agresores fascistas y... les van cediendo poco a poco sus posiciones, aunque asegurando a cada nueva cesión que se disponen a resistir.

Como se ve, esta guerra presenta un carácter bastante extraño y unilateral. Pero esto no obsta para que sea una guerra furiosa, una guerra descaradamente anexionista, que descarga sus golpes sobre las espaldas de los pueblos débilmente defendidos de Abisinia, España y China.

Sería falso pretender explicarse este carácter unilateral de la guerra por la debilidad militar o económica de los Estados "democráticos". Es evidente que estos Estados son más fuertes que los Estados fascistas. El carácter singular de la guerra mundial desencadenada tiene su explicación en la ausencia de un frente único de los Estados "democráticos" contra las potencias fascistas. Es cierto que los llamados Estados "democráticos" no aprueban los "excesos" de los Estados fascistas y temen que éstos se fortalezcan. Pero temen aún más al movimiento obrero de Europa y al movimiento de liberación nacional de Asia y entienden que el fascismo es un "buen antídoto" contra todos estos movimiento "peligrosos". Por eso, los círculos gobernantes de los Estados "democráticos" y, principalmente, los círculos conservadores gobernantes de Inglaterra, se limitan a la política de exhortar a los caudillos fascistas desbocados para que "no vayan demasiado lejos", dándoles al mismo tiempo a entender que "comprenden perfectamente" su política reaccionario-policíaca contra el movimiento obrero y de liberación nacional y en el fondo simpatizan con ella. Los círculos gobernantes de Inglaterra mantienen aquí, poco más o menos, la misma política que mantenía bajo el zarismo la burguesía monárquico-liberal rusa, la cual, aun temiendo los "excesos" de la política zarista, temía aún más al pueblo, por cuya razón adoptó la política de persuadir al zar, y, por tanto, la política de confabularse con el zar contra el pueblo. Como es sabido, la burguesía monárquico-liberal rusa pagó muy cara esta política de doblez. Es de esperar que los círculos gobernantes de Inglaterra y sus amigos de Francia y los Estados Unidos obtengan también su merecido histórico.

Es evidente que ante el cambio operado en los asuntos internacionales, la U.R.S.S. no podía pasar por alto estos acontecimientos tan graves. Toda guerra, por pequeña que sea, iniciada por los agresores, representa un peligro para los países amantes de la paz; y la segunda guerra imperialista, que tan "insensiblemente" ha ido abatiéndose sobre los pueblos y que abarca ya a más de 500 millones de seres, no puede menos de representar un peligro gravísimo para todos los pueblos, y, en primer lugar, para la U.R.S.S. Testimonio elocuente de este es el "bloque anticomunista" establecido entre Alemania, Italia y el Japón. Por eso, la Unión Soviética, aun persistiendo en su política de paz, ha seguido reforzando la capacidad defensiva de sus fronteras y la combatividad del Ejército Rojo y de la Flota Roja. A fines de 1934, la U.R.S.S. entró en la Sociedad de las Naciones, sabiendo que, a pesar de su debilidad, este organismo podía servir de tribuna para desenmascarar a los agresores y de instrumento, aunque débil, de paz para frenar el desencadenamiento de la guerra. La U.R.S.S. entendía que, en los tiempos que corrían, no se debía desdeñar ni siquiera una organización internacional tan débil como la Sociedad de las Naciones. En mayo de 1935, se concertó entre Francia y la U.R.S.S. un pacto de asistencia mutua contra un posible ataque de los agresores. Simultáneamente, se concertó un tratado análogo con Checoeslovaquia. En marzo de 1936, la U.R.S.S. firmó un pacto de ayuda mutua con la República popular de Mongolia. En agosto de 1937, se firmó un pacto de no agresión entre la U.R.S.S. y la República China.

2. Prosigue el auge de la industria y de la agricultura en la U.R.S.S. - El segundo Plan quinquenal se cumple antes de plazo. - Reconstrucción de la agricultura y remate de la colectivización. - La importancia de los cuadros. - El movimiento stajanovista. - Aumenta el bienestar del pueblo. - Auge de la cultura popular. - La fuerza de la Revolución Soviética.

Mientras en los países capitalistas se desencadenaba, a los tres años de crisis económica de 1930-1933, una nueva crisis, en la U.R.S.S. la industria prosiguió imperturbable su marcha ascendente durante todo este periodo. La industria capitalista mundial apenas había alcanzando, a mediados de 1937, en conjunto, el 95 ó 96 por 100 de nivel del año 1929, y en la segunda mitad del año 1937 entraba en la etapa de una nueva crisis económica; en cambio, la industria de la U.R.S.S., prosiguiendo su marcha ascendente, llegó a fines del año 1937 al 428 por 100 de su nivel de 1929, y, en comparación con el nivel de antes de la guerra, su aumento era de más de siete veces.

Estos éxitos eran la consecuencia directa de la política de reconstrucción mantenida por el Partido y por el Gobierno con toda tenacidad.

Como resultado de estos éxitos, el segundo Plan quinquenal, en lo tocante a la industria, se cumplió antes de plazo. El segundo Plan quinquenal quedó cumplido el 1 de abril de 1937, es decir, en 4 años y tres meses.

Fue éste un triunfo formidable del socialismo.

Casi el mismo cuadro de progreso presentaba la agricultura. La superficie de siembra de todos los cultivos aumentó de 105 millones de hectáreas, en 1913 (periodo de anteguerra), a 135 millones de hectáreas, en 1937. La producción de cereales aumentó de 78.424.000 toneladas, en 1913, a 111.384.000, en 1937; la producción de algodón en bruto aumentó de 720.000 a 2.522.520 toneladas; la producción de lino (fibra) aumentó de 311.220 a 507.780; la producción de la remolacha azucarera, de 10.712.520 a 21.474.180; la producción de los cultivos oleaginosos aumentó de 2.113.020 toneladas a 5.012.280.

Conviene advertir que en 1937, solamente los coljoses (sin contar los sovjoses) lanzaron al mercado más de 27 millones y medio de toneladas de trigo, o sea 6 millones y medio de toneladas más que los terratenientes, los kulaks y los campesinos juntos en 1913.

Sólo una rama de la economía rural, la ganadería, se hallaba en un nivel inferior al de antes de la guerra y seguía avanzando lentamente.

Por lo que se refiere a la colectivización de la agricultura, ésta podía darse ya por terminada. En 1937, estaban incorporados a los coljoses 18 millones y medio de explotaciones campesinas, lo que representaba el 93 por 100 de las explotaciones campesinas de todo el país; y la superficie de siembra de cereales de los coljoses representaba el 99 por 100 de la superficie total de cereales sembrados por los campesinos.

Los frutos de la reconstrucción de la agricultura y de su dotación intensiva con tractores y maquinaria agrícola estaban a la vista.

El coronamiento de la obra de reconstrucción de la industria y de la agricultura hizo que la Economía nacional se viese abundantemente dotada de una técnica de primera clase. La industria y la agricultura, el transporte y el ejército recibieron una cantidad enorme de elementos técnico nuevos, de nuevas máquinas y herramientas, tractores y maquinaria agrícola, locomotoras y barcos, piezas de artillería y tanques, aviones y buques de guerra. Era necesario poner en marcha decenas y cientos de miles de cuadros instruidos, capaces de dominar toda esta técnica y sacar de ella el máximo rendimiento. Sin esto, sin disponer de una cantidad suficiente de hombres que dominasen la técnica, ésta corría el riesgo de convertirse en un montón de metales inertes e improductivo. Era éste un peligro grave, fruto del hecho de que los cuadros capaces de dominar la técnica no se desarrollaban con la misma celeridad e incluso quedaban muy rezagados con respecto al desarrollo de la técnica. La cosa se complicaba por la circunstancia de que una parte considerable de los activistas no comprendía este peligro y creía que la técnica cumpliría si cometido "por sí sola". Así como antes se había menospreciado la técnica, adoptando una actitud desdeñosa hacia ella, ahora se exageraba su importancia y se la convertía en un fetiche. No se comprendía que la técnica sin hombres que la dominen es una cosa muerta. No se comprendía que, sin hombres que dominen la técnica, ésta no puede dar un alto rendimiento.

El problema de los cuadros, capaces de dominar la técnica, adquiría, por tanto, una importancia primordial.

Era necesario desviar la atención de los activistas de la exaltación desmedida de la técnica y del menosprecio de la importancia de los cuadros, dirigiéndola a la asimilación de la técnica, al dominio de la técnica, al esfuerzo intensivo por forjar numerosos cuadros capaces de dominar la técnica y de sacarle el máximo rendimiento.

Y así como antes, en el periodo de reconstrucción, cuando el país padecía hambre de técnica, el Partido había lanzado la consigna de "la técnica, en el periodo de reconstrucción, lo decide todo", ahora, cuando la técnica abundaba y el periodo de reconstrucción estaba terminado, en lo fundamental, y el país padecía una aguda penuria de cuadros, el Partido tenía que lanzar una nueva consigna, encaminada a concentrar la atención ya no en la técnica, sino en los hombres, en los cuadros capaces de aprovechar íntegramente la técnica.

A este respecto, tuvo gran importancia el discurso pronunciado por el camarada Stalin, en mayo de 1935, ante la promoción de mandos salidos de las Academias del Ejército Rojo:

"Antes -dijo el camarada Stalin-, decíamos que la "técnica lo decide todo". Esta consigna nos ha ayudado en el sentido de que hemos liquidado el hambre de técnica y hemos creado una base técnica amplísima en todas las ramas de la actividad para fortalecer a nuestros hombres con una técnica de primer orden. Esto está muy bien. Pero dista mucho de ser suficiente. Para poner en movimiento la técnica y sacarle todo el rendimiento, hacen falta hombres que la dominen, hacen falta cuadros capaces de asimilar y aprovechar esta técnica de acuerdo con todas las reglas del arte. La técnica sin hombres que la dominen es una cosa muerta. La técnica con hombres al frente que la dominen puede y debe hacer milagros. Si nuestras fábricas y empresas industriales de primer orden, si nuestros sovjoses y coljoses, y nuestro Ejército Rojo contaran con una cantidad suficiente de cuadros capaces de dominar la técnica, nuestro país obtendría un rendimiento tres o cuatro veces mayor que el que actualmente obtiene. Por eso, actualmente, hay que hacer hincapié en la cuestión de los hombres, de los cuadros, del personal que domina la técnica. Por eso, la vieja consigna de "la técnica lo decide todo" consigna que era un reflejo de un periodo ya sobrepasado, en el que padecíamos hambre de técnica, debe ser sustituida actualmente por una nueva consigna, por la consigna de "los cuadros lo deciden todo". Esto es ahora lo fundamental...

Es necesario que se acabe de comprender que de todos los valiosos capitales que existen en el mundo, el capital más precioso y decisivo lo constituyen los hombres, los cuadros. Es necesario que se comprenda que, en nuestras actuales condiciones, "los cuadros lo deciden todo". Si contamos con buenos y numerosos cuadros en la industria, en la agricultura, en los transportes, en el Ejército, nuestro país será invencible. Si carecemos de ellos, cojearemos de los dos pies".

Por tanto, la rápida formación de cuadros técnicos y la rápida asimilación de la nueva técnica, con el fin de seguir desarrollando la productividad del trabajo, había pasado a ser una tarea de primer orden.

El ejemplo más esplendoroso del desarrollo de nuevos cuadros, de la asimilación de la nueva técnica por los hombres soviéticos y de la marcha ascendente de la productividad del trabajo fue el movimiento stajanovista. Este movimiento nació y tomó incremento en la cuenca del Donetz, en la industria carbonífera, de donde se extendió a otras ramas industriales, al transporte y, más tarde, a la agricultura. Este movimiento recibió el nombre de movimiento stajanovista por haber sido su iniciador el minero del pozo "Irmino Central" (cuenca del Donetz), Alexei Stajanov. Ya antes de Stajanov, había batido todos los records establecidos en la extracción de hulla el minero Nikita Isotov. El ejemplo de Stajanov, que el 31 de agosto de 1935 arrancó en un solo turno 102 toneladas de carbón, sobrepasando 14 veces las normas usuales, inició un movimiento de masas de los obreros y los coljosianos por la elevación de las normas de rendimiento, por un nuevo auge de la productividad del trabajo. Busyguin, en la industria del automóvil; Smetanin, en la industria del calzado; Krivonós, en el transporte; Musinski, en la industria forestal; Eudoquia y María Vinogradova, en la industria textil; María Demchenko, Marina Gnatenko, Pasha Angelina, Polagutin, Kolesov, Borin y Kovardak, en la agricultura; tales son los nombres de los obreros y coljosianos que rompieron la marcha en el movimiento stajanovista.

Tras ellos marcharon otros destacamentos enteros de stajanovistas, sobrepasando la productividad del trabajo de sus predecesores.

En el desarrollo del movimiento stajanovista, tuvieron una importancia inmensa la primera Conferencia stajanovista de toda la U.R.S.S., celebrada en el Kremlin en noviembre de 1935, y el discurso pronunciado en ella por el camarada Stalin.

"El movimiento stajanovista -dijo el camarada Stalin en su discurso- refleja el nuevo auge de la emulación socialista, una etapa nueva más alta de la emulación socialista... Antes, hace unos tres años, durante su primera etapa, la emulación socialista no implicaba forzosamente una técnica nueva. Además, en aquel momento apenas teníamos propiamente hablando, una técnica nueva. En cambio, la etapa actual de la emulación socialista, el movimiento stajanovista, se halla forzosamente vinculado a la nueva técnica. El movimiento stajanovista no se concebiría sin una técnica nueva, superior. Tenéis ante vosotros hombres como los camaradas Stajanov, Busyguin, Smetanin, Krivonós, las Vinogradova y muchos otros, hombres nuevos, obreros y obreras, que se han hecho plenamente dueños de la técnica en su ramo, que la han dominado e impulsado. Hace tres años, no había o casi no había entre nosotros hombres semejantes... La importancia del movimiento stajanovista está en que es un movimiento que destruye las antiguas normas técnicas por insuficientes; en que, en cierto número de casos, sobrepasa la productividad de trabajo en los país capitalistas más avanzados, abriendo de este modo la posibilidad práctica de seguir consolidando el socialismo en nuestro país, la posibilidad de transformar nuestro país en el país más próspero".

Caracterizando el método de trabajo de los stajanovistas y poniendo de manifiesto la enorme importancia del movimiento stajonovista para el porvenir del País Soviético, el camarada Stalin añadía:

"Observad a los camaradas stajanovistas. ¿Quiénes son estos hombres? Son, principalmente, obreros y obreras jóvenes o de edad mediana, hombres preparados desde el punto de vista cultural y técnico, modelos de precisión y de exactitud en el trabajo, que saben apreciar el factor tiempo en el trabajo y han aprendido a contar, no solamente por minutos, sino por segundos. La mayoría de ellos ha aprobado el llamado mínimo de conocimientos técnicos y continúa completando su instrucción técnica. Están exentos del conservadurismo y de la rutina de algunos ingenieros, técnicos y dirigentes de la Economía. Marchan audazmente hacia delante, destruyendo las normas técnicas anticuadas y creando otras nuevas, más avanzadas. Introducen enmiendas en las previsiones de capacidad de las empresas o en los planes económicos establecidos por los dirigentes de nuestra industria. A menudo, completan y corrigen a los ingenieros y técnicos. Frecuentemente, los instruyen y los empujan hacia delante, pues son hombres que dominan plenamente la técnica de su ramo y saben hacer que la técnica rinda el máximum de lo que se la puede hacer rendir. Hoy, los stajanovistas son todavía poco numerosos. Pero, ¿quién puede dudar de que mañana serán diez veces más? ¿No es claro que los stajanovistas son innovadores en nuestra industria, que el movimiento stajanovista representa el porvenir de nuestra industria, que encierra el germen del futuro auge cultural y técnico de la clase obrera, que nos abre el único camino por el cual se pueden obtener los índices superiores de la productividad del trabajo, necesarios para el paso del socialismo al comunismo y para la supresión del antagonismo entre el trabajo intelectual y el trabajo físico?".

La difusión arrolladora del movimiento stajanovista y la ejecución del segundo Plan quinquenal antes del plazo señalado crearon las condiciones necesarias para un nuevo auge del bienestar y del desarrollo cultural de los trabajadores.

El salario real de los obreros y empleados experimentó, durante el segundo Plan quinquenal, un aumento de más de dos veces. El fondo de salarios creció de 34.000 millones, en 1933, a 81.000 millones, en 1937. El fondo de seguros sociales del Estado aumentó de 4.600 millones de rublos, en 1933, a 5.600 millones, en 1937. Solamente en un año, en 1937, se invirtió en seguros sociales para los obreros y empleados, en mejorar las condiciones de vida y las necesidades culturales de los trabajadores, en sanatorios, balnearios, casas de descanso y asistencia médica, cerca de 10.000 millones de rublos.

En el campo, se afianzó definitivamente el régimen coljosiano. A ello contribuyeron considerablemente el Estatuto del artel agrícola, aprobado en el II Congreso de coljosianos de choque celebrado en febrero de 1935, y la adjudicación a los coljoses, en disfrute perpetuo, de todas las tierras cultivadas por ellos. Gracias al afianzamiento del régimen coljosiano, desaparecieron del campo la pobreza y la inseguridad. Mientras que, tres años antes, cada coljosiano recibía dos kilos de trigo por jornada de trabajo, ahora la mayoría de los coljosianos, en las regiones cerealistas, comenzó a recibir de cinco a doce kilos de trigo por jornada de trabajo, y muchos de ellos hasta veinte, aparte de otros productos y de los ingresos en dinero. Aparecieron millones de hogares coljosianos que percibían, en las regiones cerealistas, de 8.000 a 24.000 kilos de trigo, y decenas de miles de rublos al año en las regiones algodoneras, lineras, remolacheras, ganaderas, vitícolas, fruteras y hortícolas. Los coljoses comenzaron a llevar una vida próspera. Los hogares coljosianos comenzaron a preocuparse fundamentalmente de construir graneros y almacenes, ya que los viejos locales destinados a almacenar los productos, en tiempos en que se hacían las pocas reservas para un año, no llenaban ni la décima parte de las nuevas necesidades de los coljosianos.

En 1936, al crecer el bienestar de las masas populares, el Gobierno dictó una ley, prohibiendo los abortos. Al mismo tiempo, se trazaba un vasto plan de construcción de casas de maternidad, casas-cuna, cocinas infantiles y jardines de infancia. En 1936, se destinaron a estas atenciones 2.174 millones de rublos, contra 875 millones, en 1935. Se dictó una ley especial, asignando una ayuda considerable a las familias numerosas. En 1937, se invirtieron más de mil millones de rublos en subsidios concedidos con arreglo a esta ley.

Como resultado de la implantación de la escolaridad obligatoria y de la construcción de nuevas escuelas, surgió un potente florecimiento cultural entre las masas populares. Por todo el país se desarrolló un grandioso plan de construcción de escuelas. El número de alumnos de las escuelas primarias y medias aumentó de 8 millones, en 1914, a 28 millones, en 1936-37. El número de alumnos de las Escuelas superiores aumentó de 112.000, en 1914, a 542.000, en 1936-37.

Fue ésta una verdadera revolución cultural.

En el rápido mejoramiento de la situación material y el desarrollo cultural de las masas populares se revelaban la fuerza, la potencia y el carácter invencible de la Revolución soviética. Las revoluciones anteriores habían fracasado siempre, porque aun dando al pueblo la libertad, no habían podido ofrecerle, al mismo tiempo, un mejoramiento sensible de su situación material y cultural. Esta era su falla más importante. La Revolución soviética se distingue de todas las demás revoluciones en que, además de librar al pueblo del zarismo y del capitalismo, vino a mejorar radicalmente su situación material y cultural. En esto reside su fuerza invencible.

"Nuestra Revolución proletaria -dijo el camarada Stalin, en su discurso ante la primera Conferencia de stajanovistas de toda la U.R.S.S.- es la única revolución del mundo que ha podido mostrar al pueblo, no sólo sus resultados políticos, sino también resultados materiales. De todas las revoluciones obreras, no conocemos más que una que haya conquistado, mal que bien, el Poder: es la Comuna de París. Pero no duró mucho tiempo. Es cierto que intentó romper las cadenas del capitalismo, pero no pudo lograrlo, y mucho menos consiguió mostrar al pueblo los resultados materiales de la revolución. Nuestra Revolución es la única, que no sólo ha roto las cadenas del capitalismo y ha dado la libertad al pueblo, sino que ha conseguido, además, dar al pueblo las condiciones materiales para una vida desahogada. En esto reside la fuerza invencible de nuestra Revolución".

3. El VIII Congreso de los Soviets. - Es aprobada la nueva constitución de la U.R.S.S.

En febrero de 1935, el VII Congreso de los Soviets de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tomó el acuerdo de cambiar la Constitución de la U.R.S.S. que había sido aprobada en 1924. La necesidad de cambiar la Constitución de la U.R.S.S. respondía a los inmensos cambios operados en la vida del país de los Soviets desde 1924, es decir, desde la fecha en que había sido aprobada la primera Constitución de la Unión Soviética, hasta los momentos actuales. Durante estos años, había cambiado radicalmente la correlación de las fuerzas de clase de la U.R.S.S.: se había creado una nueva industria socialista, habían sido destruidos los kulaks, había triunfado el régimen coljosiano, se había consolidado la propiedad socialista sobre los medios de producción en toda la Economía nacional, como base de la sociedad soviética. El triunfo del socialismo permitía acentuar la democratización del sistema electoral, implantando el sufragio universal, igual, directo y secreto.

Una comisión especial, presidida por el camarada Stalin, fue encargada de elaborar el proyecto de una nueva Constitución de la U.R.S.S. El proyecto fue sometido a la discusión de todo el pueblo, durante el plazo de cinco meses y medio. Este proyecto de Constitución fue discutido en el VIII Congreso extraordinario de los Soviets.

El VIII Congreso de los Soviets, convocado para aprobar o rechazar el proyecto de nueva Constitución de la U.R.S.S., se reunió en noviembre de 1936.

En el informe pronunciado ante este Congreso de los Soviets sobre el proyecto de nueva Constitución, el camarada Stalin expuso los cambios fundamentales que se habían operado en el país de los Soviets desde los tiempos en que había sido aprobada la Constitución de 1924.

La Constitución de 1924 había sido redactada en el primer periodo de la NEP. Por aquel entonces, el Poder Soviético consentía aún el desarrollo del capitalismo paralelamente con el del socialismo. Por aquel entonces, el Poder Soviético contaba con que, en el curso de la emulación entre los dos sistemas -el sistema capitalista y el sistema socialista-, se organizaría y aseguraría el triunfo del socialismo sobre el capitalismo en el terreno económico. Por aquel entonces, aun no estaba decidido el problema de "quién vencerá a quién". La industria, basada en una técnica vieja y pobre, no había alcanzado siquiera el nivel de antes de la guerra. Y aun era menos halagüeño el cuadro que ofrecía, por aquel entonces, la agricultura. Los sovjoses y los coljoses eran a modo de islotes sueltos en medio del inmenso océano de las explotaciones campesinas individuales. La lucha contra los kulaks no perseguía aún su liquidación, sino solamente su limitación. En el terreno de la circulación de mercancías, el sector socialista sólo representaba, aproximadamente, un 50 por ciento.

En 1936, la U.R.S.S. presentaba ya un panorama distinto. La Economía de la U.R.S.S. había cambiado radicalmente. Por esta época, habían sido totalmente liquidados los elementos capitalistas, y el sistema socialista había triunfado en todas las ramas de la Economía nacional. La potente industria socialista rebasaba en siete veces la producción de antes de la guerra y había desalojado completamente a la industria privada. En la agricultura, había triunfado, con los coljoses y los sovjoses, la producción socialista mayor del mundo, una producción mecanizada y equipada con arreglo a la nueva técnica. Los kulaks habían sido totalmente liquidados como clase, y el sector individual no desempeñaba ya ningún papel importante en la Economía del país. Toda la circulación de mercancías estaba concentrada en manos del Estado y de las cooperativas. La explotación del hombre por el hombre había sido destruida para siempre. La propiedad social, socialista, sobre los medios de producción se había consolidado, como la base inquebrantable del nuevo régimen socialista, en todas las ramas de la Economía nacional. En la nueva sociedad, la sociedad socialista, había desaparecido para siempre las crisis, la miseria, el paro forzoso y la ruina. Se habían creado las condiciones necesarias para una vida desahogada y culta de todos los miembros de la sociedad soviética.

Congruentemente con esto -decía el camarada Stalin, en su informe-, había cambiado también la contextura de clase de la población de la U.R.S.S. La clase de los terratenientes y la gran burguesía imperialista de los viejos tiempos habían sido liquidadas ya durante el periodo de la guerra civil. Durante los años de la edificación socialista, habían sido suprimidos todos los elementos explotadores: los capitalistas, los comerciantes, los kulaks y los especuladores. Quedaban solamente algunos vestigios insignificantes de las clase explotadoras suprimidas, cuya total liquidación era cuestión de muy poco tiempo.

Los trabajadores de la U.R.S.S. -los obreros, los campesinos, los intelectuales- habían cambiado profundamente durante los años de la edificación socialista.

La clase obrera había dejado de ser una clase explotada, privada de los medios de producción, como lo es bajo el capitalismo. Había destruido el capitalismo, arrebatado a los capitalistas los medios de producción, para convertirlos en propiedad social. Había dejado de ser un proletariado, en el sentido estricto y antiguo de esta palabra. El proletariado de la U.R.S.S., en cuyas manos se halla el Poder del Estado, se ha convertido en una clase totalmente nueva. Se ha convertido en una clase obrera emancipada de la explotación, que ha destruido el sistema de la Economía capitalista e instaurado la propiedad socialista sobre los medios de producción; es decir, en una clase obrera como jamás la había conocido la historia de la Humanidad.

No menos profundos eran los cambios que se habían operado en la situación de los campesinos de la U.R.S.S. En los viejos tiempos, más de dos decenas de millones de explotaciones campesinas pequeñas y medias, sueltas y desperdigadas, trabajaban mortecinamente sus parcelas. Cultivaban la tierra, valiéndose de una técnica atrasada; eran explotadas por los terratenientes, por los kulaks, por los comerciantes, por los especuladores, por los usureros, etc. Ahora, ha surgido en la U.R.S.S. un tipo completamente nuevo de campesino: ya no hay terratenientes ni kulaks, comerciantes ni usureros que puedan explotarle. La inmensa mayoría de las explotaciones campesinas ha entrado en los coljoses, basados, no en la propiedad privada sobre los medios de producción, sino en la propiedad colectiva y en el régimen de trabajo colectivo. Es éste un nuevo tipo de campesinos, libre de toda explotación. Este tipo de campesino no lo había conocido tampoco, hasta ahora, la historia de la Humanidad.

Han cambiado también los intelectuales de la U.R.S.S. Son ya, en masa, intelectuales totalmente nuevos. En su mayoría, han salido del seno de los obreros y de los campesinos. No sirven ya, como los antiguos intelectuales, al capitalismo, sino al socialismo. El intelectual ha pasado a ser miembro con plenitud de derechos de la sociedad socialista. Estos intelectuales construyen la nueva sociedad, la sociedad socialista, del brazo de los obreros y campesinos. Son un tipo nuevo de intelectuales, puestos al servicio del pueblo y emancipados de toda explotación. Este tipo de intelectuales no lo había conocido tampoco la historia de la Humanidad.

De este modo, se van borrando las fronteras de clase entre los trabajadores de la U.R.S.S., va desapareciendo el antiguo exclusivismo de clase. Ceden y se borran las contradicciones económicas y políticas entre los obreros, los campesinos y los intelectuales. Se ha creado la base para la unidad moral y política de la sociedad.

Estos profundos cambios operados en la vida de la U.R.S.S., estos éxitos decisivos del socialismo en la U.R.S.S. encontraron su expresión en la nueva Constitución de la Unión Soviética.

Con arreglo a esta Constitución, la sociedad soviética está formada por dos clases hermanas, los obreros y los campesinos, entre las cuales existen aún ciertas diferencias de clase. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es un Estado Socialista de obreros y campesinos.

La base política de la U.R.S.S. la constituyen los Soviets de diputados de los trabajadores que han crecido y se han robustecido, como resultado del derrocamiento del Poder de los terratenientes y capitalistas y de la conquista de la dictadura del proletariado.

En la U.R.S.S., todo el Poder pertenece a los trabajadores de la ciudad y del campo, representados por los Soviets de diputados de los trabajadores.

El órgano superior del Poder del Estado, en la U.R.S.S., es el Soviet Supremo de la U.R.S.S.

El Soviet Supremo de la U.R.S.S., formado por dos Cámaras iguales en derechos, el Soviet de la Unión y el Soviet de las Nacionalidades, es elegido por los ciudadanos de la U.R.S.S., por un plazo de cuatro años, sobre la base del sufragio universal, igual, directo y secreto.

Las elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S., así como a todos los Soviets de diputados de los trabajadores, se hacen por sufragio universal. Esto quiere decir que todos los ciudadanos de la U.R.S.S. que hayan cumplido los 18 años, cualquiera que sea su raza y nacionalidad, si credo religioso, su grado de instrucción, su residencia, su origen social, su situación económica y su conducta en el pasado, tienen derecho a participar en las elecciones a diputados y a ser elegidos, con excepción de los alienados y de las personas privadas de sus derechos electorales por sentencia judicial.

Las elecciones a diputado se hacen por sufragio igual. Esto quiere decir que cada ciudadano tiene un solo voto y que todos los ciudadanos toman parte en las elecciones sobre bases iguales.

Las elecciones a diputados son directas. Esto quiere decir que las elecciones a todos los Soviets de diputados de los trabajadores, desde los Soviets rurales y urbanos hasta el Soviet Supremo de la U.R.S.S., son efectuadas por los ciudadanos por vía directa, es decir, votando directamente a los diputados.

El Soviet Supremo de la U.R.S.S. elige, en sesión conjunta de ambas Cámaras, a la Comisión Permanente del Soviet Supremo y al Consejo de Comisarios del Pueblo de la U.R.S.S.

La base económica de la Unión Soviética la constituyen el sistema socialista de Economía y la propiedad socialista sobre los medios de producción. En la U.R.S.S., se aplica el principio del socialismo: "De cada uno, según su capacidad, a cada uno, según su trabajo".

Se garantiza a todos los ciudadanos de la U.R.S.S. el derecho al trabajo, el derecho al descanso, el derecho a la instrucción, el derecho al aseguramiento material en su vejez en caso de enfermedad o de incapacitación para el trabajo.

La mujer disfruta de derechos iguales al hombre en todos los dominios de la vida.

La igualdad de derechos de todos los ciudadanos de la U.R.S.S., independientemente de su nacionalidad y raza, es ley intangible.

Se reconoce a todos los ciudadanos la libertad de conciencia y también la libertad de propaganda antirreligiosa.

La Constitución garantiza -en interés de la consolidación de la sociedad socialista- la libertad de palabra, de prensa, de reunión y de mítines, el derecho de agruparse en organizaciones sociales, la inviolabilidad de la personalidad, la inviolabilidad del domicilio y del secreto de la correspondencia y el derecho de asilo para los ciudadanos extranjeros perseguidos por defender los intereses de los trabajadores, por sus actividades científicas o por la lucha en pro de la liberación nacional.

Al mismo tiempo, la nueva Constitución impone a todos los ciudadanos de la U.R.S.S. serios deberes: cumplir las leyes, acatar la disciplina en el trabajo, cumplir honradamente sus deberes sociales, respetar las reglas de convivencia de la sociedad socialista, salvaguardar y fortalecer la propiedad social, socialista, y defender la patria socialista.

"La defensa de la Patria es deber sagrado de todos los ciudadanos de la U.R.S.S.".

Hablando del derecho de los ciudadanos a agruparse en diferentes organizaciones, la Constitución estampa en uno de sus artículos las palabras siguientes:

"Los ciudadanos más activos y conscientes de la clase obrera y de las otras capas de trabajadores se agrupan en el Partido Comunista (bolshevique) de la U.R.S.S., que es el destacamento de vanguardia de los trabajadores en su lucha por el afianzamiento y desarrollo del régimen socialista y el núcleo dirigente de todas las organizaciones de trabajadores, tanto sociales como del Estado".

El VIII Congreso de los Soviets aprobó y sancionó por unanimidad el proyecto de nueva Constitución de la U.R.S.S.

El país de los Soviets obtuvo así una nueva Constitución, la Constitución del triunfo del socialismo y de la democracia obrera y campesina.

De este modo, la Constitución vino a consagrar el hecho de alcance histórico-universal de que la U.R.S.S. ha entrado en una nueva etapa de desarrollo, en la etapa de coronamiento de la edificación de la sociedad socialista y de transición gradual hacia la sociedad comunista, en la que el principio a que se acomodará la dirección de la vida social será el principio comunista: "De cada uno, según su capacidad, a cada uno, según sus necesidades".

4. Aplastamiento de los restos de los espías, saboteadores y traidores a la patria, bujarinistas-trotskistas. - Preparación de las elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S. - El Partido pone rumbo hacia el desarrollo de la democracia interna. - Las elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S.

El año de 1937 aportó nuevos datos sobre los monstruos de las bandas bujarinistas-trotskistas. El proceso judicial contra Piatakov, Radek y otros, el proceso contra Tujachevski, Yakir y otros, y, finalmente, el proceso contra Bujarin, Rykov, Krestinski, Rosengoltz y demás encartados, pusieron de manifiesto que los bujarinistas y los trotskistas eran, hacía ya mucho tiempo, una banda común de enemigos del pueblo, en la forma de "bloque derechista-trotskista".

Los citados procesos pusieron de relieve que estos detritus del género humano, en unión de los enemigos del pueblo -Trotski, Zinoviev y Kamenev-, estaban ya confabulados contra Lenin, contra el Partido y contra el Estado Soviético, desde los primeros días de la Revolución Socialista de Octubre. Los actos de provocación encaminados a la ruptura de la paz de Brest-Litovsk, a comienzos de 1918; el complot contra Lenin y la confabulación con los socialrevolucionarios de "izquierda" para detener y asesinar a Lenin, Stalin, Sverdlov, en la primavera de 1918; el criminal atentado contra Lenin, del que salió herido, en el verano de 1918; la sublevación de los socialrevolucionarios de "izquierda", en el verano del mismo año; el recrudecimiento intencionado de las discrepancias dentro del Partido, en 1921, con el fin de quebrantar y derrocar desde dentro la dirección de Lenin; los intentos de derribar la dirección del Partido durante la enfermedad y después de la muerte de Lenin; la delación de secretos de Estado y el suministro de informes de espionaje a los servicios de espionaje extranjeros; el infame asesinato de Kirov; actos de sabotaje y de diversionismo, explosiones; los infames asesinatos de Menzhinski, Kuibyshev y Gorki: éstos y otros semejantes fueron los crímenes que se perpetraron en el transcurso de veinte años con intervención o bajo la dirección de Trotski, Zinoviev, Kamenev, Bujarin, Rykov y sus satélites, obedeciendo a órdenes de los servicios de espionaje de la burguesía extranjera.

Los citados procesos pusieron en claro que los monstruos trotskistas-bujarinistas, al cumplir las órdenes de sus amos, los servicios de espionaje de la burguesía extranjera, se proponían como objetivo destruir el Partido y el Estado Soviético, socavar la defensa del país, facilitar la intervención armada extranjera, preparar la derrota del Ejército Rojo y la desmembración de la U.R.S.S., entregando la Provincia Marítima soviética a los japoneses, la Bielorrusia soviética a los polacos y la Ucrania soviética a los alemanes, la destrucción de las conquistas de los obreros y coljosianos y la restauración de la esclavitud capitalista en la U.R.S.S.

Estos pigmeos guardias blancos, cuya fuerza sólo podía compararse a la de un insignificante mosquito, se creían, al parecer -¡da risa decirlo!-, los amos del país y se imaginaban que podían, en realidad, descuartizar y vender al mejor postor Ucrania, Bielorrusia y la Provincia Marítima.

Estos mosquitos contrarrevolucionarios se olvidaron que el amo del país de los Soviets es el Pueblo Soviético y que los señores rykov, bujarin, zinoviev y kamenev no eran más que simples servidores temporales del Estado, a quienes éste podía barrer en cualquier momento de sus oficinas, como basura inservible.

Estos insignificantes lacayos de los fascistas se olvidaron que al Pueblo Soviético le bastaba con mover un dedo para que no quedase ni rastros de ellos.

El Tribunal soviético condenó al fusilamiento a los monstruos bujarinistas-trotskistas.

El Comisariado del Pueblo de Asuntos Interiores se encargó de ejecutar la sentencia.

El Pueblo Soviético aprobó el aplastamiento de la banda bujarinista-trotskista y pasó a los asuntos de la orden del día.

El asunto que figuraba en la orden del día era la preparación para celebrar de un modo organizado las elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S.

El Partido desplegó en toda la línea una labor preparatoria con vistas a las elecciones. El Partido entendía que la implantación de la nueva Constitución de la U.R.S.S. significaba un viraje en la vida política del país. Y que este viraje consistía en llevar a cabo la democratización completa del sistema electoral, en pasar de las elecciones restringidas a las elecciones por sufragio universal, de las elecciones no plenamente iguales a las elecciones por sufragio igual, de las elecciones de varios grados a las elecciones directas, de las elecciones con voto abierto a las elecciones con voto secreto.

Antes de regir la nueva Constitución, se hallaban sujetos a restricciones en sus derechos electorales los servidores del culto, los antiguos guardias blancos, los antiguos kulaks y cuentos no rindiesen un trabajo útil para la sociedad; la nueva Constitución anuló todas las limitaciones puestas a los derechos electorales de estas categorías de ciudadanos, decretando que las elecciones a diputados se harían por sufragio universal.

Antes, las elecciones a diputados tenían carácter desigual, pues regían diferentes normas electorales para la población urbana y para la rural; ahora, había desaparecido la necesidad de limitar la igualdad en las elecciones, y todos los ciudadanos tenían derecho a participar en las elecciones sobre un plano de igualdad.

Antes, las elecciones a los órganos medios y superiores del Poder Soviético eran elecciones de varios grados; ahora, según la nueva Constitución, las elecciones a todos los Soviets, desde los Soviets rurales y urbanos hasta el Soviet Supremo, habían de efectuarse por vía directa, es decir, que cada ciudadano elegía directamente al diputado.

Antes, las elecciones a diputados de los Soviets se efectuaban emitiendo abiertamente el voto y por listas; ahora, la votación, en las elecciones a diputados, tenía que ser secreta, y no por listas, sino por candidaturas separadas, presentadas en cada distrito electoral.

Esto representaba, indudablemente, un viraje en la vida política del país.

El nuevo sistema electoral tenía necesariamente que conducir, como, en efecto, condujo, a intensificar la actividad política de las masas, a reforzar el control de éstas sobre los órganos del Poder Soviético, a acentuar la responsabilidad de los órganos del Poder Soviético ante el pueblo.

Para poder salir bien pertrechado al encuentro de este viraje, el Partido tenía que ponerse a la cabeza de él y asegurar plenamente su papel dirigente en las próximas elecciones. Pero para esto era necesario que las propias organizaciones del Partido se convirtiesen, en su actuación práctica, en organizaciones plenamente democráticas, que implantasen íntegramente, en su vida interna, las bases del centralismo democrático, como lo exigen los estatutos del Partido, que todos los órganos del Partido fuesen designados por elección, que dentro del Partido se desarrollase en toda su extensión la crítica y la autocrítica, que la responsabilidad de las organizaciones del Partido ante la masa de éste fuese completa y que la propia masa del Partido desplegase toda su actividad.

Del informe que el camarada Zhdanov hizo, a fines de febrero de 1937, en el Pleno del Comité Central sobre el problema de la preparación de las organizaciones del Partido para las elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S., resultó que había toda una serie de organizaciones que, en su actuación práctica, faltaban abiertamente a los estatutos del Partido y a las bases del centralismo democrático, que suplantaban el principio electivo por el sistema de la cooptación, la votación por candidaturas separadas por la votación por listas, el sufragio secreto por el voto abierto, etc. Era evidente que organizaciones que actuaban así no podían cumplir con su misión en las elecciones al Soviet Supremo. Por tanto, era necesario, ante todo, acabar con semejantes prácticas antidemocráticas en las organizaciones del Partido y reconstruir la actuación de éste sobre la base de la plena democracia.

Acerca de esto, el Pleno del Comité Central, después de oír el informe del camarada Zhdanov, dispuso:

"a) Reconstruir el trabajo del Partido sobre la base de la aplicación plena e incondicional de los principios del democratismo dentro del Partido, con arreglo a sus estatutos.

b) Acabar con la práctica de la cooptación para designar los miembros de los Comités del Partido y restablecer, de acuerdo con sus estatutos, el carácter electivo de los órganos dirigentes de las organizaciones del Partido.

c) Prohibir, en las elecciones para designar los órganos del Partido, el voto por listas y efectuar la elección por candidatura separada, garantizando a todos los miembros del partido derecho ilimitado de recusar a los candidatos y criticarlos.

d) Implantar, en las elecciones de los órganos del Partido, el sistema de votación secreta de los candidatos.

e) Celebrar elecciones para designar los órganos del Partido en todas las organizaciones de éste, desde los Comités de Partido de las organizaciones primarias hasta los Comités territoriales y provinciales y los Comités Centrales de los Partidos Comunistas nacionales, señalando como plazo máximo para terminar estas elecciones el 20 de mayo.

f) Obligar a todas las organizaciones del Partido a acatar rigurosamente, de acuerdo con sus estatutos, los plazos señalados para las elecciones de sus órganos: en las organizaciones primarias, una vez al año; en las organizaciones de distrito y de ciudad, una vez al año; en las organizaciones territoriales, provinciales y de Repúblicas, una vez cada año y medio.

g) Asegurar, en las organizaciones primarias del Partido, la estricta observancia del régimen de elecciones de los Comités del Partido en asambleas generales de fábricas, sin permitir la suplantación de éstas por conferencias.

h) Acabar con la práctica establecida en una serie de organizaciones primarias del Partido de prescindir de hecho de las asambleas generales, suplantándolas por reuniones en las secciones de las fábricas y por conferencias".

Así comenzó la preparación del Partido para las elecciones que se avecinaban.

Esta disposición del Comité Central tuvo una importancia política inmensa. Su importancia no estribaba solamente en que daba comienzo a la campaña electoral del Partido para las elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S., sino, sobre todo, en que ayudaba a las organizaciones del Partido a reorganizarse, a poner rumbo hacia la democracia interna y marchar, plenamente pertrechadas, hacia las elecciones del Soviet Supremo.

Desplegando la campaña electoral, el Partido decidió tomar como idea cardinal de su política electoral la idea de un bloque electoral entre los comunistas y los sin partido. El Partido fue a las elecciones, formando un bloque con los sin partido, aliado a los sin partido, decidiendo presentar candidaturas comunes con éstos en los distritos electorales. Esto era algo sin precedentes y absolutamente irrealizable en la práctica en las campañas electorales de los países burgueses. En cambio, el bloque de los comunistas con los sin partido constituía un fenómeno absolutamente lógico en el País Soviético, donde ya no existen clases enemigas y donde la unidad política y moral de todas las capas del pueblo constituye un hecho indiscutible.

El 7 de diciembre de 1937, el Comité Central del Partido dirigió una proclama a todos los electores. En ella, se decía:

"El 12 de diciembre de 1937, los trabajadores de la Unión Soviética, con arreglo a nuestra Constitución socialista, elegirán los diputados al Soviet Supremo de la U.R.S.S. El Partido bolshevique va a las elecciones formando un bloque, una alianza con los obreros, campesinos, empleados e intelectuales sin partido... El Partido bolshevique no se aisla de los sin partido, sino que, por el contrario, va a las elecciones en bloque, aliados con ellos, formando un bloque con los sindicatos de obreros y empleados, con las Juventudes Comunistas y demás organizaciones y asociaciones de los sin partido. Por tanto, los candidatos a diputados serán comunes para los comunistas y para los sin partido; todo diputado sin partido será también diputado de los comunistas, lo mismo que todo diputado comunista lo será de los sin partido".

La proclama del Comité Central terminaba con el siguiente llamamiento a los electores:

"El Comité Central del Partido Comunista (bolshevique) de la U.R.S.S. llama a todos los comunistas y simpatizantes a votar por los candidatos sin partido con la misma unanimidad con que deben votar por los candidatos comunistas.

El Comité Central del Partido Comunista (bolshevique) de la U.R.S.S. llama a todos los electores sin partido a votar por los candidatos comunistas con la misma unanimidad con que votaron por los candidatos sin partido.

El Comité Central del Partido Comunista (bolshevique) de la U.R.S.S. llama a todos los electores a acudir como un solo hombre a las urnas, el 12 de diciembre de 1937, para elegir los diputados al Soviet de la Unión y al Soviet de las Nacionalidades.

No debe haber un solo elector que no ejercite su honroso derecho de elegir diputados al órgano supremo del Estado Soviético.

No debe haber ni un solo ciudadano activo que no considere como su deber de ciudadanía contribuir a que todos los electores, sin excepción, participen en las elecciones al Soviet Supremo.

El 12 de diciembre de 1937 será un día de grandiosa fiesta, en que los trabajadores de todos los pueblos de la U.R.S.S. se unirán en torno a la bandera de Lenin y Stalin".

El 11 de diciembre de 1937, la víspera del día de las elecciones, el camarada Stalin habló en su distrito electoral, tocando en su discurso el problema de las condiciones que debían reunir los hombres elegidos por el pueblo como diputados del Soviet Supremo de la U.R.S.S.

"Los electores, el pueblo -dijo el camarada Stalin- deben exigir de sus diputados que estén a la altura de su misión; que, en su trabajo, no desciendan al nivel de los filisteos políticos; que permanezcan en sus puestos de hombres políticos de tipo leninista; que sean hombres políticos tan lúcidos y tan preciosos como lo era el propio Lenin. Que sean tan intrépidos en el combate, tan implacables con los enemigos del pueblo, como lo era el propio Lenin. Que sean refractarios a todo pánico; a toda sombra de pánico, cuando las cosas empiezan a complicarse y en el horizonte se divisa algún peligro. Que sean, como lo era el mismo Lenin, refractarios a toda sombra de pánico. Que, cuando se trate de resolver problemas complejos, que necesitan la orientación en todos sus aspectos y tener en cuenta todas las ventajas y todas las desventajas, se muestren tan prudentes, tan ponderados y reflexivos, como el propio Lenin. Que sean siempre tan veraces y tan honrados, como era Lenin. Que amen a su pueblo, como lo amaba Lenin".

El 12 de diciembre se celebraron las elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S. Las elecciones se desarrollaron en medio de un inmenso entusiasmo. No eran simples elecciones, sino una gran fiesta, el triunfo del pueblo soviético, una afirmación de la amistad fraternal de los pueblos de la U.R.S.S.

De los 94 millones de electores que componen el censo, tomaron parte en las elecciones más de 91 millones, o sea el 96,8 por ciento. De ellos, votaron por el bloque de los comunistas y los sin partido 89.884.000 electores; es decir, el 98,6 por ciento. Solamente 632.000 personas, o sea menos del uno por ciento, votaron en contra de los candidatos del bloque de los comunistas y los sin partido. Fueron elegidos todos los candidatos del bloque, sin excepción.

De este modo, 90 millones de hombres refrendaban con su voto unánime el triunfo del socialismo en la U.R.S.S.

Fue una gran victoria del bloque de los comunistas y los sin partido.

Fue un triunfo del Partido bolshevique.

La unidad política y moral del Pueblo Soviético, de la que hablara el camarada Molotov en su histórico discurso del XX aniversario de la Revolución de Octubre, obtuvo en estas elecciones una brillante afirmación.



Conclusión