Escrito: Por
Gerardo Zuluaga Monedero en 1971 o 1972.
Primera publicación: Publicado por
Ediciones Camilo, en Bogotá, en 1973. Aparecio nombrando a dos personas
como los autores: Juan Pablo Martínez y María Isabel Izquierdo. Ambas son
invenciones del autor y en conjunto le sirvieron de nombre de pluma para este
libro.
Fuente del texto: Transcripcion de Juan Pablo Martínez
y María Isabel Izquierdo [Gerardo Zuluaga Monedero], ANAPO: Oposicion o
Revolucion, Ediciones Camilo, Bogota, 1973, proporcionada por Juan Pablo
Zuluaga, hijo del autor.
Preparado para el MIA: Juan Fajardo, septiembre de
2016.
Analizaremos el partido de ALIANZA NACIONAL POPULAR, fundamentalmente a través de la instancia política, dentro del marco histórico de su proceso de formación en unas condiciones determinadas y concluyendo en la estructura que a nivel de las clases y de la ideología puede establecerse. No haremos por tanto un corte sobre Anapo sino que mostraremos su devenir y proyecciones futuras. Esto como requisito indispensable para la práctica política, bien sea dentro y fuera de Anapo, debido a la importancia de esta organización en los actuales y próximos años de la vida colombiana.
La primera parte contiene la historia del partido y las posiciones que va tomando frente a los acontecimientos, mostrando por supuesto el medio político- social respectivo. La segunda, un crítica sistemática sobre los materiales aportados, tratando de avanzar en el futuro inmediato del país para ubicar con precisión el puesto de trabajo de un grupo revolucionario con posibilidades de acceso a las masas.
El documento tiene las características de un “Informe Político” y no debe buscarse más allá de su propósito.
La política colombiana vino realizándose desde el siglo pasado con base en el funcionamiento del bipartidismo liberal–conservador. Sin embargo, al formarse el Frente Nacional en 1958 por necesidades inaplazables de la burguesía, los dos partidos entraron a formar un bloque de poder que por su composición de clases y ligamento ideológico, lo presentaba en realidad como un solo partido en la defensa de unos mismos intereses. A través de catorce años de existencia del Frente Nacional, exiguas querellas que alimentaron la vida de los partidos en años anteriores, terminaron por borrarse y hoy vemos cómo ante nuevos hechos, buscan la unión definitiva, para seguir controlando en su totalidad el Estado capitalista. Por supuesto lo plantean como la unidad de grupos con distintas inclinaciones o tendencias, pero al fin y al cabo como un Bloque de Poder Económico-Político, en capacidad de responder a sus necesidades de crecimiento interno y de replantear unos términos de enfrentamiento con las nuevas fuerzas sociales emergentes. Así, la burguesía colombiana, que cada vez más define su ingreso en el capitalismo, quiere sostener en el futuro cercano sus posibilidades de maniobra política institucionalizada, garantizándose con ello las ventajas del Estado Representativo de cierto liberalismo político, sin que ello niegue que hacia un futuro no tan inmediato, tenga necesidad de recurrir al establecimiento de la “democracia de los generales” . Pero este paso ulterior sólo podrá ser dado si la presión de las masas pequeño burguesas y proletarias es muy grande y las necesidades del bloque burgués le señalan que debe recorrer un camino más largo antes de transar con el movimiento anterior.
La burguesía cuando entra en su fase monopólica se va afirmando paulatinamente como una fuerza excluyente de las otras fuerzas sociales. Por esto se estructura como un bloque pero que al mismo tiempo genera su contradicción. Esa contradicción, las clases resultantes de su desarrollo dependiente, pequeña burguesía, proletariado y sobre todo subproletariado, más los rezagos del latifundismo que va en vía de extinción, irrumpen con vigor a través de dos grandes movimientos en la década pasada: el Movimiento Revolucionario Liberal (algunos burgueses, pequeña burguesía y proletariado) y Alianza Nacional Popular (Latifundistas, pequeña burguesía, proletariado y subproletariado). Como respuesta natural frente a la burguesía tenemos el surgimiento de movimientos no de clase sino policlasistas, donde la pequeña burguesía va cobrando preponderancia. Alianza Nacional Popular (Anapo), última pieza de la reacción en cadena frente a la burguesía, representa el liderazgo de la pequeña burguesía en alianza con el latifundismo y arrastra en el proceso a las masas proletarias y subproletarias. Pero la composición de clase y su expresión dominante dentro de Anapo, no significa una irrupción antagónica frente al sistema burgués, algo que lo desquicie. Anapo, al recoger amplias masas en su seno, mantiene y conserva en términos inmediatos la lucha de clases en un contexto pequeño burgués, por cuanto no deja profundizar la radicalización política de las masas. Utiliza el descontento para sus propios intereses de clase, con la seguridad natural de poder controlar y manipular el proceso al punto de buscar un sitio dentro de la estructura capitalista desarrollada por la burguesía.
La dirección anapista no se radicaliza tratando de soldarse con el movimiento proletario, subproletario y campesino tal como lo demostraremos al analizar su práctica política o en los discursos del General Rojas, especialmente el último, pronunciado el 14 de diciembre de 1971, donde incluso echa por la borda lo proclamado en Villa de Leyva. Los latifundistas y pequeño burgueses de Anapo juegan dentro de las contradicciones de la democracia burguesa. ¿Qué planteamos entonces en el terreno político? La reanudación del bipartidismo: por un lado el bloque burgués Liberal–Conservador y de otro, el bloque policlasista de Anapo que manipula a las masas. O sea, el nuevo bipartidismo, antiguo sostenedor del status quo. Sin embargo, lo hace en términos nuevos en cuanto el bloque burgués va quedando sin respaldo en las masas, las cuales arrastra Anapo. Pero la lógica del bipartidismo de “nuevo estilo" de acuerdo a los intereses de clase y las coyunturas económico políticas que se vivan hacia el futuro, es el de que si por un lado la dirección de Anapo busca no quebrar en la realidad el sistema capitalista sino asimilarse a él, vivir de sus beneficios, y de otro lado las necesidades de la burguesía le indiquen bien de su rechazo a este "plato de lentejas” o bien de su aceptación, la lógica será la de vivir bajo un régimen de generales o de gobierno anapista apoyando al gran capital, con algunos desperdicios populistas irrigados para el mantenimiento necesario de la clase burguesa. En otras palabras, el nuevo bipartidismo le sirve al statu quo durante algunos años más, neutralizando por igual el verdadero surgimiento de una fuerza proletaria que ya no esté al servicio de otras clases sino de sí misma, tal como sucede hasta nuestros días. Hoy el proletariado es una fuerza dominada y se hace preciso prever el futuro inmediato para cortar de raíz el proceso y dar el salto revolucionario que defina la crisis.
Como revolucionarios tenemos la obligación de analizar y conceptualizar acerca de la realidad política del proletariado y campesinado, las dos fuerzas motoras del proceso contra el capitalismo, señalando luego los derroteros del movimiento revolucionario con toda claridad. En la presente coyuntura general no es posible que hagamos a un lado la claridad ideológica y la reemplacemos por interpretaciones acomodaticias, diciendo por ejemplo que no debemos tener una posición clara y combatiente frente a Anapo, pues ahí están las masas. ¡Craso error! Las masas permanecen dentro de Anapo arrastradas por el latifundismo y la pequeña burguesía y puestas a su servicio, sin poder expresar sus propios intereses de clase. Lo necesario y revolucionario en los actuales momentos consiste en no hacer confusión con el señuelo de un pretendido liderazgo revolucionario de los dirigentes anapistas. De este modo, corresponde mostrar el camino: que las masas proletarias formen su propia organización. Que no sean por más tiempo apéndice de otras clases sino conducción directa de sí mismas. Y en esto las vanguardias del proletariado, ya organizadas o por crearse, jugarán un puesto de primer orden.
Se hace indispensable profundizar las contradicciones entre las fuerzas proletarias y la burguesía, no retardarlas. La revolución socialista surgirá no del pacto entre las clases sino del enfrentamiento radical entre ellas. Mas esto no se puede cumplir mediante grupos que traten de neutralizar las contradicciones. Además, ya existen fuerzas revolucionarias, los tres grupos guerrilleros, que combaten con firmeza por un camino claro y decidido. La ruta ya está trazada: Camilo tomó la bandera y cada vez más ondea con amplitud en el horizonte revolucionario. ¡Hace falta que articulemos un organizado y resuelto movimiento proletario para extender la lucha por el socialismo!
I Así, pues hemos podido persuadirnos de que el error fundamental de la “nueva tendencia” en el seno de la social–democracia rusa consiste en rendir culto a la espontaneidad, en no comprender que la espontaneidad de las masas exige de nosotros, socialdemócratas, una elevada Conciencia. Cuanto más poderoso es el auge espontáneo de las masas, cuanto más amplio se hace el movimiento, más incomparable es la rapidez con que aumenta la necesidad de una elevada conciencia, tanto en el trabajo teórico de la social democracia, como en el político y el de la organización.
El movimiento ascensional espontáneo de las masas, en Rusia, ha sido (y sigue siendo) tan rápido, que la juventud socialdemocráta ha resultado poco preparada para cumplir esas gigantescas tareas. Esta falta de preparación es nuestra desgracia común, la desgracia de todos los socialdemócratas rusos. El auge de las masas se ha producido y se ha extendido en forma ininterrumpida y continua, y no sólo no ha cesado donde había comenzado, sino que se ha propagado a nuevas localidades y a nuevos sectores de la población (bajo la influencia del movimiento obrero, se ha reanimado la efervescencia entre la juventud estudiantil, entre los intelectuales en general, hasta entre los campesinos). Pero los revolucionarios han quedado rezagados en este movimiento ascensional, tanto en sus “teorías” como en su actividad, no han logrado crear una organización permanente que funcione sin solución de continuidad, capaz de dirigir todo el movimiento".
II Un revolucionario blandengue, vacilante en las cuestiones teóricas, limitado en su horizonte, que justifica su inercia por la espontaneidad del movimiento de masas, más semejante a un secretario de Trade Union que a un tribuno popular, sin un plan audaz y de gran alcance que imponga respeto incluso a sus adversarios, inexperto e inhábil en su oficio (la lucha contra la policía política), ¡no es un revolucionario, sino un mísero artesano! Lenin, ¿Qué hacer?
El gobierno Rojas nace de la crisis general radicalizada en 1953. La fracción más reaccionaria del partido conservador en aquel entonces, el laureanismo, trataba de montar un Estado fascista: gobierno dictatorial omnímodo, mezcla de régimen corporativista y hereditario, con una religión oficializada, sostenido en un solo partido y representante de los grandes intereses industriales y latifundarios. Laureano Gómez mantenía como referencia ideológica el gobierno falangista de Franco, atacando las ideas liberales del estado burgués, tanto como el “peligro de oriente” que procedía del socialismo. Daba su apoyo armado a los latifundistas quienes lo utilizaban para expulsar a los pequeños y medianos propietarios y crecer sus latifundios. La CTC fue duramente golpeada y en cambio la UTC, asesorada “moralmente” por los jesuitas, recibía el apoyo gubernamental y extranjero.
Como para el funcionamiento de tal política era indispensable unificar orgánicamente a la burguesía de ambos partidos y emplear altas dosis de violencia, la inestabilidad se hace patente. Los sectores más “democráticos” de la burguesía conservadora en su momento, se alinean con Ospina Pérez y entran en conflicto con el laureanismo. El partido liberal, afectado por la violencia del gobierno, combate a todos los niveles: el pueblo se organiza en guerrillas rurales y la burguesía en sus centros de producción y distribución. Buena parte de la burguesía no aceptaba entonces un prematuro fascismo de la economía y de la política, estando más por un sistema de libre juego empresarial, siendo que grupos claves como los comerciantes, resultaban afectados por el fuerte proteccionismo ante las mercancías extranjeras. De otra parte la economía norteamericana necesitaba expandirse, vender sus grandes acumulaciones de mercancías producto del crecimiento desorbitado por la guerra de Corea, y de la cual salían fortalecidos. Es la etapa del imperialismo vendedor y al cual no le convenía el proteccionismo nuestro.
Había presiones internas y externas para pactar la caída laureanista. Como fórmula de arreglo burgués imponen a Rojas Pinilla. De inmediato recibe el apoyo público del sector “ospinista” y del partido liberal. Aparece por tanto como un gobierno de “entendimiento” entre las direcciones de los dos partidos, significando una pausa en la batalla política y armada entre las masas que amenazaba en algunas regiones el poder tradicional.
Sin embargo, después del primer año de gobierno militar y concordante con movimientos similares de América Latina unidos al imperialismo norteamericano, el gobierno va siendo cada vez más una gestión de los militares que de los partidos liberal y conservador. Es decir, aparecen las fuerzas armadas como nuevo grupo de poder en disputa con los partidos tradicionales. Rodean al gobierno personas que como José Jaramillo Giraldo, Samuel Moreno Díaz, Antonio García y Pabón Núñez, deseaban Constituir una “tercera fuerza” que le diera piso político propio al general Rojas, contando para el caso con algún apoyo sindical, como era el de la CNT, grupo de la UTC.
Un poco al estilo peronista, se crean instituciones como el Banco Popular o Sendas, las cuales ofrecían Crédito a personas de medianos recursos y daban cierto asistencialismo populista respectivamente. Mas con ello se afectaban ciertos intereses de la banca privada o del comercio, Esta mayor intervención del Estado en la economía no se traducía en una planeación, sino en el Estado como agente del comercio, es decir, otro competidor, que entre otras cosas a partir de 1954 había prácticamente levantado el arancel de aduanas, declarando la libre importación de manufacturas norteamericanas, enriqueciendo con ello a los grandes comerciantes pero simultáneamente afectando a los industriales por la competencia de bajos precios. Parte de las reservas obtenidas en base a los buenos precios del café son gastadas en el aparato militar – compra de existencias viejas de la guerra de Corea- y en artículos de consumo para la casta militar.
A medida que el gobierno se afianza más como poder militar y pierde respaldo político liberal-conservador, orientándose a posiciones “terceristas” no muy claras para la burguesía en su conjunto, entra en una fase represiva. Pero ella cubre sobre todo a las fuerzas populares organizadas –sindicatos, Partido Comunista, estudiantes, ligas campesinas– quienes manifestaban a su modo el rechazo de un aparato armado cada vez más violento, semejante a otros regímenes latinoamericanos y apoyados todos en el imperialismo norteamericano del período de la "guerra fria”. Por estas razones de doble fondo y cuando se aseguraba la reelección de Rojas en el poder, o sea la continuidad anterior, se organiza la unidad anti-militar que iba desde la derecha laureanista desplazada del poder, hasta la izquierda comunista.
El gobierno Rojas fracasa para la burguesía en su intento de canalizar la crisis, lo mismo que para las masas. Para los primeros suponía un relevo paulatino de los puestos de mando económico y político. Para los segundos significaba persecución política y establecimiento no de una economía para el pueblo sino de un precario asistencialismo popular. La economía era entregada rápidamente a los norteamericanos por medio de gravosos préstamos, casi US$ 500 millones y traficado el resto de divisas de los altos precios del café. Fueron casi US$ 3 mil millones de dólares gastados en el comercio internacional cuando nuestra moneda se hallaba en escasa diferencia con el el dólar (inició a 2.60 y terminó a 7.70).
Pero el gobierno militar representó en parte la insurgencia de sectores medios descontentos de los dos partidos tradicionales. Si bien no se basaba especialmente en ninguna Clase, pues tomaba decisiones contradictorias, puede decirse que primaban entre sus adherentes la pequeña burguesía. Y quizás por esto mismo era incoherente su política. Sin objetivos definidos, tratando de constituir al Estado en árbitro de la lucha de clases, la conclusión no podía ser otra que la ambiguedad y el aislamiento de las masas o de la burguesía que le había dado nacimiento. Y al final, semejando una criolla tragicomedia, en vista del ataque organizado de la burguesía, busca el apoyo popular prometiendo –en vez de hacerlas– reformas como la nacionalización de la banca y del comercio internacional; pero cae en el vacío, ya que las masas organizadas eran perseguidas y no querían prestarse a maniobras demagógicas, pues la voluntad no era realizarlas. Sin embargo, la burguesía frente al decurso de los acontecimientos apresura los pasos, da vacaciones pagadas a los obreros y prácticamente paraliza el país.
El Partido Comunista –ilegalizado en tiempo de Rojas– ha mantenido una actitud de rechazo al gobierno Militar y así vemos por ejemplo en la obra del dirigente Edgar Caicedo, Historia de las Luchas Sindicales en Colombia, lo siguiente (1971, pág. 110):
Rojas Pinilla fue igualmente incapaz, con la dictadura militar, de estabilizar al régimen como convenía a las clases dominantes. Su política levantó otra vez la resistencia popular. Pero la dictadura militar no se contentó con las masacres de estudiantes y el arrasamiento de zonas campesinas, cuestión que no inmutaba a la gran burguesía y que antes cohonestaba, sino que comenzó a meterse en grandes negociados. Por esos años el precio del café trepó a niveles jamás conocidos (US$ 0.90 la libra) y el ingreso al país de divisas era halagüeño. El presupuesto público se elevó para alimentar un enorme aparato burocrático, con entidades como el Banco Popular y Sendas, de fachada demagógica, a cuyo amparo se enriquecían ciertas capas medias de la burguesía y los validos del gobierno militar, pero también para engordar las partidas de guerra y represión. Estas partidas, que en 1952 ascendían al 20% del total, en 1954 representaron el 26% y en 1957 el 31%. Usufructuando el estado de sitio y la acción represiva en los campos, altos oficales, incluído el propio Rojas Pinilla, traficaban con ganados y tierras. Las divisas se derrocharon sin mayor provecho económico y, sobre todo, en detrimento de quienes tradicionalmente las habían beneficiado: los grandes comerciantes e industriales. Cuando Rojas fue derribado, quedó una deuda exterior comercial atrasada de US$ 497 millones, que afectaba el crédito de los grandes importadores.
En cuanto a los acontecimientos presentados en los últimos meses de gobierno militar:
El proletariado tomó parte activa en esos acontecimientos políticos. No fue simple espectador, como se ha querido aducir. Es cierto que el paro nacional no se originó por iniciativa de los trabajadores. Muchos empresarios cerraron las fábricas y hubo algunos que remuneraron a los trabajadores por el tiempo no laborado, para alentarlos a la acción. Pero los comunistas y algunos dirigentes de la casi extinta CTC, a pesar de la clandestinidad y la furiosa represión, pudieron orientar a no pocos sindicatos, los cuales no sólo no se plegaron a las presiones y promesas del gobierno de Rojas Pinilla para formar una “Central Sindical Oficial” y una “tercera fuerza” política que sustentara su régimen propósito que apenas fue respaldado por la exigua CNT peronista y por algunos líderes socialistas de derecha y “duranistas” sino que repudiaron además la tentativa de “reelección” del dictador y luego se lanzaron al paro convencidos de que era necesario poner fin a su funesto mandato.
La burguesía liberal-conservadora pacta la caída del gobierno militar y sus principales dirigentes, Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez, llegan a acuerdos sobre cómo se debía producir el relevo de Rojas. La paridad y la alternación en el poder sería el emblema de la “reconciliación” nacional. Es decir, ya no los gobiernos hegemónicos sino el disfrute conjunto de la economía y de la política nacional. La fórmula de arreglo burguesa no podía ser otra que la de “Frente Nacional”, si era que pensaban continuar orgánicamente con el mando del Estado. Surge el Frente Nacional como una necesidad engendrada en las circunstancias anteriores, representando un cambio cualitativo importante en la vida colombiana. Dejaban en suspenso el enfrentamiento bipartidista originando la estructura de un bloque de poder que se redistribuiría los puestos del Estado y la programación económica general.
La fórmula del Frente Nacional conlleva una superación de los años anteriores, del enfrentamiento político, hecho correspondiente con el grado de concentración de capitales a que había llegado en los últimos años. Para tal proceso de concentración económica era indispensable una política orgánica, consecuente con los intereses del gran capital. Pero el arreglo político simultáneamente que representaba el paso necesario para los distintos sectores burgueses, el escape de la encrucijada, se muestra a los ojos del pueblo organizado como la verdad en descubierto: la burguesía de los dos partidos no tenía mayores contradicciones y en el momento preciso podía unirse en cerrado frente de gobierno. Al suspender la lucha entre los partidos se creaba cierto vacío político, dando la imagen de completa unidad, sin partido de oposición que criticara y pusiera freno a los excesos gubernamentales. Si tenemos en cuenta que toda la vida nacional desde el siglo pasado se había montado sobre el funcionamiento del bipartidismo, de la división vertical y omniclasista, puede comprenderse el cambio al formar un bloque de poder con tales características. En la práctica deseaban realizar el “Partido del Frente Nacional” que no tuviera legítimo contradictor. Sin embargo, aún dentro de los mismos formuladores de la política burguesa cupo la inquietud de que el “descanso” en la lucha vertical de ambos partidos traería justamente a largo plazo una política de clases abierta, en sentido horizontal, poniendo en peligro todo el sistema. Sólo que a corto plazo necesitaban el arreglo bipartidista, dejando “para luego” la solución del problema planteado.
En la realidad se presentaron divisiones por varias causas. El “leyvismo”, acaudillado por Jorge Leyva, levantaba la bandera del sectarismo conservador, mostrando la nostalgia de sectores más conservadores, por todo el poder, y quizá la protesta de latifundistas ante la “blandura” del gobierno de Alberto Lleras frente a las guerrillas liberales. Dentro del partido liberal se inicia López Michelsen con el claro y expreso propósito de reagrupar a las masas de su partido y evitar su desafecto, manteniendo estratégicamente un partido de masas.
La masa “lopista” va tomando poco a poco caracteres de división de clase; representaba en sus bases los intereses de grandes masas proletarias y pequeño–burguesas, contrarios a los del poder burgués. Es decir, al constituirse el Frente Nacional, el heterogéneo partido liberal con amplio respaldo en el proletariado, se reclasificaba en principio, pues grandes núcleos no se sentían representados en el acuerdo político. López y su grupo dirigente se daban cuenta de ello y por eso mismo agitaban sólo consignas partidistas, buscando la división popular bajo estilo diferente y conservando al mismo tiempo con plena vigencia, el bipartidismo.
Para la imagen “revolucionaria” del MRL ayudaban dos factores: su apoyo a la Revolución Cubana y su alianza con el Partido Comunista. Este partido necesitaba respaldarse dentro de un movimiento de masas en cuanto había sido duramente golpeado en los períodos anteriores, coincidiendo además con el auge real del movimiento proletario y su tesis de apoyo al grupo más progresista de la burguesía, más democrático, contribuyendo al acentuamiento de las contradicciones dentro de ésta.
En el panorama internacional irrumpe la Revolución Cubana con vigor. La juventud que carecía de vínculos en los partidos tradicionales hace suya la causa cubana y organiza los primeros actos de solidaridad con ella, en tanto que otros núcleos preparan los focos guerrilleros de nuevo estilo, los de la experiencia castrista. Bayer, Larrota, Arango, Otero, son los primeros en surgir como fugaces dirigentes armados. Estas acciones fueron defendidas en muchos casos por jefes emerrelistas y transcurrieron por lo regular en zonas de agitación política del MRL o también tomaron contacto con guerrillas anteriores. El gobierno de Alberto Lleras agitó hábilmente cierto factor sicológico entre los campesinos: habiendo quedado concertada la paz entre los partidos no se justificaba reiniciar la lucha violenta, ya que además ellos eran los directamente sacrificados, así fuera denominada lucha revolucionaria. Para cumplir su cometido el gobierno planea la “rehabilitación” que consistía en dar dinero a viejos jefes guerrilleros, parcelas a sus familias, sobornando y desmoralizando con ello zonas de posible desarrollo armado. En otros casos, mediante artimañas se los cita en lugares precisos donde luego son asesinados. Al final, se tuvo como resultado el casi nulo respaldo campesino a los jóvenes guerrilleros, quedando aislados, sin conexiones y tratados como simples bandidos. En resumen, después de la década sangrienta no era posible obtener una sólida base rural, unas condiciones subjetivas propicias a la lucha guerrillera, así las contradicciones sociales hubieren progresado.
¿Pero qué representó políticamente el gobierno de Alberto Lleras? Comparado con el decenio anterior –1948-1958– significó algunas libertades, fenómeno favorable a la burguesía en aquellos momentos pues abría las perspectivas electorales para muchos grupos, bien dentro de los aparatos oficialistas o bien dentro de las disidencias. El ejemplo cubano llegaba en un momento en que no había condiciones propicias y sólo encontró eco en pequeños sectores radicales. Así, la burguesía va superando poco a poco las distintas dificultades que ofrece el auge de masas urbano, como las huelgas del Valle del Cauca, que por amplitud y desarrollo le mostraron al país algo nuevo en su estructura: la importancia de la clase obrera en la política popular. Entonces una fuerza de izquierda como el Partido Comunista se inclina cada vez por una línea de masas, legal, democrática, descontando en la práctica su ligamen a grupos armados, así tuviere núcleos en autodefensa como Sumapaz, Marquetalia, etc. El anterior planteamiento le trae fuertes críticas al partido comunista por otras organizaciones recién formadas, creando gran polémica sobre las vías revolucionarias: si lucha directa contra el aparato armado burgués o apoyo en un movimiento de masas, fundamentalmente sobre la clase obrera, contando con el respaldo de sectores de la pequeña burguesía y hasta de la burguesía "nacional".
La lucha de masas era dejada en manos del MRL y a la relativa influencia del Partido Comunista. Mas, como la pretensión de los principales dirigentes del MRL era el jugar un papel "democrático" dentro del partido liberal, no radicalizar el movimiento así lo pidieran las masas, los resultados no se hicieron esperar: las masas eran movilizadas con viejos estereotipos, conservando los mismos niveles de atraso político, el caudillismo, arribismo, la desorganización, el espejismo de creer en una burguesía “nacional", desconociendo la forma como se articulaba tal burguesía con el imperialismo norteamericano y su miedo natural a la radicalidad de la lucha de clases, con el ejemplo cubano a la vista. Los burgueses que dirigían el MRL conocían muy bien el terreno que pisaban y su objetivo era guiar a las masas por otro sendero distinto. Eran disidentes tácticos de la clase dominante que utilizaban a las masas para sus intereses personales y los del partido liberal en su conjunto. Por eso, la causa emerrelista no prosperaba más allá de los límites partidarios y luego de 1962, rompen con el Partido Comunista, cerrando toda posibilidad de conducir a las masas por un camino revolucionario, reduciéndose a posiciones electoreras y de manipulación caudillista. Fue el MRL un vasto movimiento de masas proletarias dirigido por la pequeña burguesía y algunos miembros de la gran burguesía liberal, cuyos objetivos no podían ir más allá de los "democráticos" si se los juzga con largueza.
Mas, la realidad económica y política del Frente Nacional se encargaba de generar poco a poco su contrario. Si bien el MRL era manipulado cínicamente desde arriba, la constante agitación de masas iba sacando a éstas de los dominios bipartidarios, aun cuando ideológicamente fueren muy confusas sus ideas. De igual modo, en el partido conservador se iniciaba un proceso de reclasificación política. Ello porque a la unidad de su burguesía –no importa las divisiones del momento– grandes masas iban quedando poco a poco fuera de su influencia, como eran las masas campesinas que habían emigrado a las ciudades en busca de mejoramiento económico, protección política y social. En buena parte "la violencia" Se había ejercido por los latifundistas con objeto de acrecer sus propiedades, provocando grandes desplazamientos migratorios. Y en la ciudad se vuelven más difíciles las formas de dominio tradicional que practicaba el partido conservador. Se trata pues de un doble proceso de desajuste: una lógica en la modernización de la economía nacional y la dificultad política de la burguesía de planear a largo plazo fórmulas de contención social.
En tal contexto, inicios del Frente Nacional, regresa Rojas Pinilla y Se presenta en el Senado a responder de las acusaciones por mal gobierno. Tanto su regreso como el debate transcurren dentro de gran dramaticidad y a la postre, sale condenado políticamente por la burguesía, pero habiendo dejado la imagen de proscrito calumniado, de mártir. El hecho de que sea la burguesía y sobre todo el "laureanismo", los atacantes de Rojas, empezó a darle cierto cariz popular a su causa. Luego de algún tiempo éste inicia campaña entre las masas conservadoras para contrarrestar las diatribas burguesas, rodeándose de antiguos exmilitares, de algunos validos de su régimen –y de hombres como Samuel Moreno de trayectoria falangista lo mismo que posteriormente de Hernando Olano Cruz, de igual tendencia-, pero con el cuidado político de agitar consignas no partidistas.
Durante los primeros meses pone de presente los criterios con los cuales se fundaba Anapo: el movimiento surgía como una necesidad de reivindicar el gobierno militar, a la familia Rojas; con un estado mayor compuesto por los amigos del general; con dirigentes salidos del conservatismo, y de orientación ideológica cercana al falangismo, dando la impresión de ser una disidencia del partido conservador más que la insurgencia de un nuevo partido, practicando sin embargo una política cercana de las masas por su contacto permanente con ellas, no valiéndose de fórmulas muy elaboradas sino simplistas, que reflejaban tanto la cultura de quienes las agitaban como de quienes las recibían. Con estas características va trabajando y poco a poco va logrando su apego en las masas conservadoras o de marginados en las ciudades. Su imagen de hombre fuerte va reemplazando paulatinamente a las figuras legendarias del conservatismo, suponiéndolo cargado de fuerte odio a los dirigentes bipartidarios por haberlo derrocado.
Es la primera vez que surge un movimiento con tales características dentro del Partido Conservador en toda su historia. Sólo en el Liberal había sucedido tal cosa (en este siglo Uribe Uribe, Gaitán y López Michelsen). Ello explica que todos los dirigentes, altos y medios de Alianza Nacional Popular en un principio fueran conservadores, sin fricciones ideológicas. Sobre aquellos presupuestos tenía la posibilidad de Seguir creciendo dentro de las masas conservadoras y presentar su caudillo en rivalidad con los tradicionales de aquel partido: Laureano Gómez y Mariano Ospina. Por el estado de atraso político del pueblo y también, como un cansancio de la farsa burguesa y de sus partidos, la opción Rojas fué paulatinamente la más fácil que se le ofrecía en el inmediato futuro como la propicia para apartarse de sus viejos dirigentes. Vemos entonces que la contradicción frentenacionalista dentro del partido conservador fue resolviéndose por el lado negativo del caudillismo existente, tomando lineamientos populares a medida que la política burguesa se alejaba más de las masas, consecuente con su proceso de concentración del poder económico y político. La Anapo y el MRL fueron en sus orígenes las respuestas dentro del sistema tradicional colombiano, copiando y reproduciendo varios de sus errores y limitaciones, con el fondo común del caudillismo y electorerismo, asentados en sectores de masas pero dirigidos desde "arriba", con un aparato organizativo débil y agitando consignas más o menos populares de acuerdo a las condiciones.
En el período de Guillermo León Valencia (1962-1966) nos encontramos ante un crecimiento de las contradicciones sociales y políticas.
El pago de la deuda extranjera en el período anterior, así como la baja continua del café desde 1957, habían debilitado al máximo las reservas monetarias. Si a esto sumamos el freno industrial resultante de la gestión Rojas, las migraciones campesinas y las dificultades para integrarlas en el escaso incremento productivo, vemos que se traducen con fuerza en una gran inestabilidad social y política, proliferando los "paros cívicos", las huelgas universitarias y sindicales. Las burocracias liberal y conservadora se enredan con avidez en la repartición de los puestos públicos –la "milimetría"–y las fuerzas armadas resurgen poco a poco hasta constituirse en puntal estratégico del sistema. Se inicia el plan de Reforma Agraria, pero fruto de la componenda con los sectores latifundiarios que la dirigen desde el Ministerio de Agricultura, se convierte en la práctica en un aparato formal –Incora–, con poder de negociación de tierras incultas y de baja calidad, mostrando rápidamente su inoperancia, su falta de dinamismo e instrumento al servicio latifundiario para salir de las peores tierras.
Estos elementos que afloran en los inicios del período Valencia se van a profundizar en los años siguientes. En los medios de la burguesía, se muestra un regateo entre sus distintas facciones, tomando alternativamente la dirección alguno de sus grupos, Andi, Fenalco, Fedegán, Sac, al punto de crear grandes incoherencias en las decisiones gubernamentales. Creemos que por la falta de un desarrollo mayor del sector industrial y de otra parte, el no planeamiento en tal sentido por el gobierno quizá por el acelerado aumento de la curva que señalaba el cierre futuro de la industrialización sustitutiva de manufacturas y por los factores anotados en principio, las facciones burguesas luchan entre sí, no definiendo coherentemente la política a seguir. Pero en la práctica hubo resultados concretos, por ejemplo, la casi nula Reforma Agraria, lo que nos induce a pensar en la gran influencia del sector latifundiario sobre el resto de burguesía. El crecimiento de la deuda externa, la dependencia del Fondo Monetario Internacional y el alineamiento en la política colonialista de la OEA, son índices también de la mayor presión norteamericana y la baja capacidad de regateo de la burguesía colombiana en ese período.
En medio de esta política el ejército va emergiendo de nuevo como una fuerza orgánica, directamente vinculada al imperialismo norteamericano. Sobre esta base es planeada la conocida "Acción Cívico Militar", orientada desde los USA y utilizada en las zonas "conflictivas” como Marquetalia, Ríochiquito, Guayabero, Pato, Sumapaz. Estas regiones de antiguas guerrillas apoyadas por el Partido Comunista, permanecían marginadas de acuerdo a las tácticas del P.C., Conservándose como zonas de resistencia, sin ofrecer mayores peligros al sistema. Sin embargo, por las necesidades de la burguesía y del imperialismo, de adiestrar, mejorar y desarrollar las tácticas antiguerrilleras para un futuro y como medida preventiva, estimuladas por las crecientes dificultades del gobierno, exigía golpear a las organizaciones de izquierda. Se invade a las regiones mencionadas y al no poder aniquilar a los grupos guerrilleros se opta por sacrificar a las masas campesinas, a otros se los destierra de la región y quedan las zonas bajo control de puestos militares permanentes.
A medida que se prolonga la crisis y el aparato militar lleva la iniciativa en campos y ciudades, varios núcleos revolucionarios organizan comandos armados en las ciudades, más con carácter terrorista que de organización en capacidad de quebrar el aparato burgués. Las juventudes del MRL terminaron por separarse del aparato de masas y electoral del movimiento, orientándose bajo las posiciones cubana y china. Son precisamente algunos de sus militantes junto con otros de la Juventud Comunista, los que posteriormente constituyen el núcleo principal del ELN cuya primera explosión revolucionaria ocurre el 7 de enero de 1965 en Simacota, Santander. Por la fuerte organización y su vínculo urbano, el ELN figuró por algunos meses como una fuerza llamativa, capaz de iniciar positivamente la guerra popular.
A mitad de 1965 y en medio de la crisis política descrita, surge Camilo Torres. Vinculado años atrás a trabajos populares de desarrollo de la comunidad con grupos universitarios, despliega una gran campaña en torno a la formación de un frente revolucionario, con todas las organizaciones posibles: Partido Comunista, Ejército de Liberación Nacional, Movimiento-Obrero-Estudiantil-Campesino, Democracia Cristiana, Vanguardia Nacionalista Popular, y los no alineados, o sea los no pertenecientes a ninguna de estas agrupaciones, pero que constituían la mayoría. Desde un principio se vió que la convivencia de los grupos mencionados en un frente unitario era insostenible por las disputas ideológicas. De otra parte, Camilo estaba más preocupado por hacer una gran movilización de masas que de conformar un partido revolucionario. En tales circunstancias, las pugnas internas socavan el trabajo popular y a los pocos meses la dispersión es un hecho. Camilo, de acuerdo a un plan prefijado desde los inicios del movimiento. ingresa al ELN, y muere combatiendo.
¿Cuáles son las características generales del Frente Unido y las razones de su disolución? Es de conocimiento que Camilo no veía correcto estructurar un nuevo movimiento, preferentemente urbano. El plan de lucha estaba concebido en términos de agitación de masas seguido de guerrilla rural. Ello quería decir que el catalizador, el centro del Combate sería la guerrilla y desde allí dirigir las operaciones político–militares de toda la estructura. Las operaciones urbanas no podrían seguir como las de un movimiento de masas, sino de brazo clandestino, receptor de combatientes y quizá operador de ciertas acciones de acuerdo a los planes. Desde este punto de vista, de su lógica interna, es posible aceptar la bondad del plan.
Sin embargo, a pesar del deterioro del gobierno y la gran agitación político–social de aquel entonces, no parecía muy apropiado escoger la vía guerrillera rural como la única forma de lucha revolucionaria. Y en este sentido, la presencia de Camilo era más importante dentro de las masas urbanas, sirviendo de catalizador irremplazable para desencadenar el gran movimiento de masas y su estructura disciplinada. El MRL venía desmoronándose por su política inestable frente a las luchas populares, la deserción de varios de sus dirigentes y la claudicación de tesis sostenidas en principio. El P.C., débil, con bajo desarrollo de sus cuadros y más empeñado en participar en las elecciones de 1966. En pocos meses fue visible que las masas de los partidos tradicionales y más quienes no habían participado en ellos, los "no alineados", eran atraídos por el nuevo caudillo, quien logró desatar en breve período la más grande agitación popular hasta el presente, incorporando a su paso a las masas estudiantiles. grupos de clase media radicalizados, clase obrera y publicando un semanario considerado el me- jor de la izquierda durante mucho tiempo. Por tales circunstancias cabe preguntarse si el esquema de agitación - guerrilla rural, no ha debido de modificarse al menos por un tiempo, mientras con intenso trabajo sobre las ciudades lograba estructurarse una gran fuerza política que socavara con efectividad las bases de los partidos tradicionales, del MRL y la Anapo. Ante la orfandad que producía el MRL, Camilo hubiera recogido un amplio trabajo popular y Anapo es muy posible que hubiera perdido toda importancia pues no podía competir ni a nivel agitacional, ideológico, equipos medios y caudillo.
¿Y cuál fué la conducta política de ANAPO en todo el período?
Guillermo León Valencia había sido uno de los principales dirigentes de la caída de Rojas en 1957. Durante su gobierno hace poner preso a Rojas y varios de sus amigos, por algunos días, al descubrirse intentos de golpes de Estado entre los dirigentes anapistas y algunos militares. Planteaban el golpe de Estado como vía fácil, a espaldas del verdadero trabajo popular, vía por lo demás de acuerdo con la mentalidad mili- tarista y falangista de varios de sus dirigentes que, como Hernando Olano Cruz, pasaban por los ideólogos del partido.
Cuando Camilo, las masas anapistas se pasaban fácilmente al Frente Unido, motivo por el cual era atacado en ocasiones, conservando sus mandos recelo por su presencia. Tanto para el MRL como para Anapo fué un gran descanso el que Camilo hubiera escogido la guerrilla como línea política, pues les quedaba el campo libre para sus componendas electorales; la propaganda sin principios, oportunista; la oposición simulada, dentro del sistema, que le garantizaba estar subvencionada por el Estado burgués; el aprovechamiento del desconcierto de las masas, de su baja cultura, para la edificación de caudillismos sin principios, paternalistas, amorfos, seudodemocráticos; de "estados mayores" carentes de toda honradez política y dirección positiva para las masas. De 1960 a 1964, Anapo crece dentro del partido conservador más como disidencia, agotando hasta cierto punto su crecimiento dentro del mismo. Sin embargo, después de las elecciones de 1964, y cuando se acercaban las de 1966, grupos liberales comienzan su acercamiento a la Anapo. Tenemos entonces que para las elecciones presidenciales de 1966, Anapo va con un Candidato liberal, José Jaramillo Giraldo, antiguo amigo de la casa Rojas. También se incorpora Alberto Zalamea. Ello le da visos de unidad popular que va rompiendo con el conservatismo aplastante de un principio. Mas, en esa elección de 1966 se recibe el apoyo en parte del "laureanismo", grupo clerical y latifundiario del conservatismo. ¿Casual ese apoyo para enfrentarlo a Carlos Lleras? No. En esos momentos Anapo es una defensora del latifundio, recibiendo dinero de varios grandes propietarios. Es que Rojas durante su gobierno había dado mejores garantías a los ganaderos, por ejemplo, convirtiéndose él mismo en propietario de algunos fundos. Igual cosa podríamos decir de ciertos jefes anapistas. ¿Y sobre qué masas ejerce Anapo su predominio político? En reducidas zonas atrasadas del campo pero fundamentalmente en el lumpen urbano. La correlación de fuerzas puede plantearse como unas masas de bajísima conciencia política y unos mandos latifundiarios, de procedencia conservadora casi en su totalidad.
Podemos cerrar este ciclo del gobierno Valencia con un breve esquema elaborado en 1962 por el FUAR (Frente Unido de Acción Revolucionaria) y que se cumplió a través de toda la administración citada, con ligeras variantes:
"Presupuestos de dicho gobierno, que se incrementarán en el futuro, son los siguientes: unidad de la burguesía de todos los partidos –incluyendo la variante táctica del lopismo– contra el pueblo en general; represión para los sectores consecuentemente revolucionarios, a quienes se tratará de aislar de la "oposición legal"; anticomunismo, anticastrismo, birchismo en grande escala contra la auténtica izquierda y escogencia de algunos movimientos como "chivos expiatorios" de la represión; utilización de la demagogia de la "Alianza para el Progreso” para neutralizar las luchas populares con aparatosas inversiones sociales; combate a fondo contra el gobierno y pueblo cubanos, abanderando continentalmente los planes imperialistas de invasión a la isla; represión sindical y universitaria mediante procedimientos "legales"; cruda y feroz violencia contra los movimientos campesinos organizados, imponiendo salvajemente la consigna de "sangre y fuego"; intensificación de la entrega a los monopolios norteamericanos de nuestra economía internacional; ...aumento de las cargas impositivas de nuestras fuerzas armadas y de nuestra política al pueblo mientras crece la burguesía parasitaria, utilizada en función del soborno popular" (FUAR, Conclusiones Políticas del Primer Congreso, agosto de 1962).
Además de lo que hemos mencionado en principio, hechos como la devaluación oficial de la moneda impuesta por el FMI, que produjo grandes ganancias a la burguesía pues llegó a saberse por ella con anticipación de la medida gubernamental, comprando millones de dólares y que luego a la nueva tasa de cambio se tradujo en ganancias netas; la masacre de los obreros en Santa Bárbara (Antioquia) siendo ministro de Trabajo, Belisario Betancur; el impuesto a las ventas posteriormente trasladado a las masas consumidoras, son muestras reales del grado de deterioro de la política burguesa de entonces y su reflejo inmediato en la pérdida del poder de los partidos tradicionales, siendo el campo fértil para el crecimiento de la lucha popular. Mas ese mayor grado de concentración de capital que va logrando la burguesía y el consiguiente perjuicio para las masas proletarias y medias, que motivó fuertes protestas de ellas, fué saboteado por los dirigentes del MRL que comprendieron la crisis y comenzaron su paulatina transacción con la burguesía. Es muy aleccionador ver cómo a medida que se desarrollaban las batallas populares, los otrora dirigentes oposicionistas aletargaban a las masas, reduciéndose a protestas formales en el parlamento, pero no desencadenando en la realidad una lucha popular.
Lleras Restrepo representa para la burguesía un paso adelante. En el período Valencia fué claro el forcejeo permanente entre los sectores burgueses para tratar de controlar el gobierno en su favor particular.Surge entonces dentro de los capitalistas la necesidad de reorganizar el aparato administrativo y económico del Estado y la sociedad en general. Ello exige mayor presencia del Estado, definir las metas de crecimiento, fortalecer la infraestructura básica del sistema. En otras palabras, racionalizar e instrumentalizar el aparato estatal y la base económica para garantizar la continuidad y reproducción del sistema capitalista. De acuerdo a los modalidades del capital, de su predominio por los sectores industrial-financiero, el Estado debía programar el tipo de desarrollo, de exportaciones, vinculación al capital imperialista y definir una política agraria.
Lleras inicia el gobierno tomando algunas medidas monetarias. Da garantías a los aparceros y arrendatarios, golpea fuertemente las protestas estudiantiles y delínea la estrategia de acumulación capitalista para que, en cabeza del Estado y el sector más desarrollado de la economía, el gran industrial, se formen polos acumulativos con capacidad de crecer significativamente y desde ahí planear la forma de crecimiento. Acorde con esta política, se traza el camino para la clase obrera: utilizando el esquema de salarios estáticos-menor inflación, se restringen al máximo los aumentos de salarios, obteniendo los empresarios fuertes ganancias. Para los grupos medios, reforma tributaria, de modo que se arbitren mejor los impuestos derivados de las rentas de trabajo. Así, tanto los grandes empresarios como el Estado se refuerzan económicamente y en cuanto al segundo, representaba una mayor capacidad de endeudamiento extranjero y que al finalizar el período, 1970, Se acercaba a los 1,700 millones de dólares. El Instituto de Fomento Industrial (IFI) es reforzado con objeto de tomar la iniciativa industrial y en algunos casos, formar empresas que posteriormente serían entregadas a los financistas privados; el Incora recibe fuertes cantidades de dinero para crecer el ritmo de compras de tierras y de asistencia técnica. En algunas ciudades las obras públicas son fomentadas con objeto de modernizarlas al tiempo que se creaba empleo masivo. La Constitución Nacional es reformada para entregar mayores poderes al ejecutivo y agilizar el aparato administrativo; buena parte de las leyes es modificada y puesta en función de las necesidades del desarrollo.
Todo lo anterior señala al país un rumbo preciso del Estado y de toda la burguesía colombianas: se trataba de reajustar la estructura en su conjunto de acuerdo a las nuevas necesidades impuestas por el crecimiento y las explosiones antagónicas entre las clases, vividas con alguna intensidad en el cuatrenio anterior. En la parte política implicaba reprimir a los movimientos populares y dar la imagen de un gobierno fuerte, pleno de autoridad. Es que reformismo neoliberal no significa democratización del aparato burgués, sino refaccionamiento de los mecanismos de poder para viabilizar el engranaje capitalista de producción y reproducción económico-social. Varias veces los estudiantes son reprimidos, al igual que los maestros y obreros, poniendo fin a los "paros cívicos". Si en el período de Guillermo León Valencia las masas se hicieron presente bajo distintas formas, en el nuevo gobierno lo que vino a imperar fue un permanente régimen de fuerza, indispensable para garantizar el orden burgués, luego que se descubrió por las fuerzas organizadas el contenido de las medidas gubernamentales, promoviéndose hechos de masas.
¿Cuáles fueron los otros presupuestos del gobierno Lleras Restrepo? En las elecciones parlamentarias de 1966 el sector "llerista" obtuvo gran mayoría sobre López Michelsen. Además su plataforma contenía gran parte de las tesis "emerrelistas". López, quien jugaba a la unidad liberal de tiempo atrás, acepta el nuevo gobierno; algunos de sus dirigentes son promovidos en la burocracia oficial, incluido el mismo López. En el partido conservador la facción "ospinista" sumerge a la de Gómez Hurtado, en las mismas elecciones. Así, los resultados electorales posibilitan la salida "desarrollista” de la burguesía y su predominio industrial, dejando fuera del control político a los latifundistas. La unidad liberal crea en torno del gobierno una fuerte corriente de apoyo, la imagen de "izquierda" indispensable para engañar a las masas acerca de las reformas. El "laureanismo" quedó contrahecho pero haciendo oposición latifundiaria contra los planes agrarios, lo cual se presenta como complemento lógico de lo anterior y por tanto, en causa de perplejidad para muchos que clasificaban entonces al gobierno como de izquierda. La política distributiva en el campo agrario diseñada por el gobierno, empezó a practicarse con mayor poder, con las consecuencias de radicalizar al latifundismo, pero al mismo tiempo dando paso a la insurgencia de los campesinos, al punto de montar las "Asociaciones de Usuarios Campesinos", vertebrando en hipótesis para el gobierno, estos movimientos de masas.
Los dos primeros años del gobierno llerista no fueron muy propicios para ANAPO. Es que ante el creciente racionalismo burgués, la dirigencia desconocía el fondo del problema planteado y mantenía las mismas consignas sobre la "oligarquía", siendo incapaz de explicar las nuevas situaciones. O sea que Anapo no plantea nada serio para enfrentar al gobierno. Los 700.000 votos conquistados en 1966 parecían diluírse. Así, en las elecciones intermedias de 1968, sólo aglutina 400.000. En ese momento se necesitaba perfeccionar el instrumento crítico y agitar a las masas mediante reivindicaciones concretas para quebrar el espejismo de un gobierno progresista en la forma, pero accionado por los intereses del gran capital nacional y norteamericano. Más de un modo natural que proyectado, en la medida que el MRL se alineó con el gobierno, algunos de sus dirigentes menores, dejados atrás por la Coalición, buscan instintivamente práctica política dentro de Anapo. Frente a esas circunstancias, son recibidos con cierto recelo pero comprendiendo su necesidad por razones electorales, les dejan algún campo libre. Sustentados por arriba en Alberto Zalamea y Jaramillo Giraldo, miembros del Comando Nacional, van desarrollando su labor y en 1968 obtienen cerca de 100.000 votos como "Anapo Liberal".
Como producto de las elecciones de 1968, el gobierno alentado por el respaldo más o menos importante a su política, impone los proyectos de reforma. Es decir, pasa del planteamiento a la propia acción, o sea, al experiencia para las masas de la nueva política burguesa. Las consecuencias no se dejan esperar. Tanto los sectores medios, obreros y hasta latifundarios comprenden que su papel en el "desarrollismo", es pagar directamente a la gran burguesía su proyecto. Entonces, si a los dirigentes anapistas no les pasaba por su cabeza el desarrollar una política diferente, más agresiva y con perspectivas para las masas, el funcionamiento de la estructura neoliberal que trataba de ajustar el gobierno, abría el camino para la protesta popular. Se vinculaba de otra parte, la elevación de los impuestos a los partidos tradicionales, ya definida como estaba la dirección de éstos por las facciones capitalistas. Y, sin proponérselo, Anapo iba recogiendo poco a poco el descontento, quizá como la única fuerza de masas todavía existente con posibilidad de realizar una protesta dentro de los canales "democráticos". Los partidos liberal y conservador, en el primer año después de 1968 no se habían dividido y por tanto Anapo se perfilaba como el único movimiento en capacidad de recoger el resultado antipopular del desarrollismo capitalista.
En medio del enfrentamiento que las medidas gubernamentales iban creando, surge un importante hecho: el debate agrario de Vives Echeverría y la denuncia de los negociados por funcionarios del Estado. Su transmisión por la radio crea un clima de gran inseguridad para el "llerismo". Vives resulta apoyado por Anapo e incluso en las votaciones para definir su inmunidad parlamentaria, por sectores del partido conservador. En el fondo, se debatió acerca del plan Lleras de Reforma Agraria, lo que dió a la postre una coalición de las fuerzas latifundiarias adversas a ella.
Luego afloraron otros problemas: los salariales, los estudiantiles, al punto de realizar paros en gran escala. Con el correr de los días en 1969, emergen las fuerzas afectadas por el crecimiento desarrollista: los terratenientes e industriales vinculados a la agricultura presionan con vigor dentro del conservatismo y dividen aquel partido en su convención cuando se trataba de escoger candidato presidencial. Forman su bloque conjuntamente con algunos terratenientes liberales y bajo la apariencia de un movimiento regional, se agrupan alrededor de Evarísto Sourdís. Y así llegarán hasta las elecciones de 1970. Igual cosa ocurre con los sectores medios nucleados bajo el nombre de Belisario Betancur. Más que una división conservadora, lo resultante es la insurgencia pública y definida de la clase media, con banderas ideológicas demócratas cristianas, recogiendo en su seno a liberales, conservadores y gentes nuevas, tratando de alinear sectores obreros en su favor. En casi todos los departamentos el belisarismo organizó listas bipartidistas pero escogiendo sus dirigentes sin concretar posiciones definidas de éstos. Al final, luego de las elecciones, va ser la causa del paso de varios al gobierno. Sin embargo, lo importante era agitar un planteamiento de clase media en disputa con el poder tradicional, así el mismo "belisarismo" recogiera en parte las bases del fenecido "laureanismo" bajo nuevo ropaje ideológico. Ello indica también que la vieja facción conservadora se dividía en sus intereses de clase pues los terratenientes andaban bajo el "sourdismo".
Anapo llega a las elecciones del 19 de abril con cuatro fuerzas en su seno: latifundistas, clase media, clase obrera y marginados. Y las tres primeras, las más afectadas por el "llerismo”. Combinación de fuerzas no casual, de acuerdo al tipo de crecimiento adoptado por la burguesía. Frente a Sourdis y Betancur ya descritos, y ante Pastrana candidato del "ospino-llerismo", Anapo con Rojas a la cabeza sólo agitaba un populismo contradictorio, como el contenido en el "decálogo".
Los dirigentes anapistas van a las elecciones desplegando una aparente gran organización, pero que en el fondo sólo respondía a los intereses electorales. No se creía en el triunfo. Se trataba de un combate donde primaban las aspiraciones individuales, deseos de asegurarse por algún tiempo los sueldos oficiales, las "becas" que ofrece el Estado burgués a la "oposición democrática". Buena parte de la campaña se financia con dineros latifundiarios y de pequeños burgueses en trance de jefatura. El objetivo de ganar las elecciones no era asegurar una mayoría que le permitiera capturar el poder, sino simplemente sumar curules. Rojas se presenta en la televisión como el hombre "bueno", conciliador, que no va a despojar a la oligarquía de su poder económico sino meramente político (?).
Sobrevienen los acontecimientos del 19 de abril de 1970. El "estado mayor" anapista queda perplejo ante la votación alcanzada y la crisis que desencadenaría. El primer acto fué tratar de amenazar "por lo alto" mediante un comunicado, mas se da la orden secreta de no movilizar a las masas. Es decir, asustar pero no presentar combate. Luego se pacta de hecho con la burguesía, pues en la práctica no dejaba romper el estado "democrático".
Fiel a su naturaleza electorera, la maquinaria anapista no se podía plantear la necesidad de construir una organización para caso semejante y propiciar un ascenso ideológico y organizativo en las masas. Es decir, en la práctica operaba como los partidos tradicionales, con mayor agitación por encausar al pueblo, mas no tratando de superar el momento, montoneras guiadas por el caudillismo, el sentimiento, los deseos burocráticos. Un partido en esas condiciones no puede crear coyunturas revolucionarias y ni siquiera se aprovecha de las existentes. No lleva la iniciativa y tampoco reacciona con vigor ante los hechos. De ahí que los "dirigentes" del Comando Nacional expidan casi una carta de guerra al gobierno, con objeto de no perder prestigio ante las masas y "decir algo" en la crisis. Pero combinan tal declaración con la orden a los comandos departamentales de no hacer nada en sus regiones. Nada de echar abajo el estado democrático pues las prebendas correrían peligro.
Todo esto prueba que un partido sin coherencia ideológica, sin principios organizativos más allá de los electorales y sin haber acostumbrado a sus masas al combate cotidiano, con cuadros dirigentes arríbistas manipulado caudillistamente, le es imposible transformarse en revolucionario. Es bien distinto entre hablar un lenguaje "izquierdista" y poner a funcionar una maquinaria resuelta a la toma del poder. El izquierdismo sólo sirve para recoger el descontento de las masas pero su secuela es el practicar una política burguesa con distinta etiqueta. Los dirigentes anapistas no trataron de hacer una política de apertura revolucionaria sino politiquería a otro nivel. Y como era de esperar, las masas anapistas no desencadenaron autónomamente un vasto ciclo de luchas populares, pues permanentemente son intoxicadas con el caudillismo enervante de "esperar la orden del general". Se produjo una distorsión pues no reaccionaron ante el enemigo de clase sino que perplejamente esperaron la orden del caudillo. Y como éste las tomó para el otro lado, el compromiso de hecho con la burguesía, vino su pasividad. Sus dirigentes y por tanto sus masas, desconocieron en aquel momento el salto cualitativo de toma del poder, sencillamente porque les resultaba imposible ideológica y organizativamente hacerlo. Es que para realizar ese paso es necesario haber pasado por la escuela de una verdadera práctica revolucionaria, de luchas permanentes y no burocráticas o de meras protestas parlamentarias. En esas condiciones, su dinámica era sólo evolucionista, sin posibilidades para desencadenar coyunturas favorables, dependiendo de lo que hiciera la burguesía. ¿Y no será que en el fondo, el "Estado mayor" no se planteó deliberadamente los problemas de toma del poder, sino de la convivencia oportunista en la democracia representativa?
¿Y cuáles fueron las actividades de Anapo entre el 19 de abril de 1970 y el 13 de junio de 1971? No puede causar sorpresa por lo dicho hasta el momento, que durante los primeros días después de las elecciones, hombres del latifundismo apoyaran a Rojas mientras se definía la Crisis, como fué el caso de Alvaro H. Caicedo, industrial, terrateniente, comerciante y dueño de los periódicos "El Siglo" y "Occidente". María Eugenia Rojas participó en algunas manifestaciones en Bogotá con el objeto de "no dejarlas desbordar". Luego, toda la iniciativa corrió a cargo del gobierno quien unificó aceleradamente sus pasos. Los dirigentes anapistas desconcertados unos, escondidos otros, pusilánimes la mayoría, encarcelados algunos, fueron rebasados por las circunstancias. Posteriormente, la reacción no fué recoger la experiencia vivida y la crítica velada o abierta de sectores de masas, para empezar las tareas organizativas y de orientación ideológica, sino la de justificar cínicamente su falta de capacidad, de honradez política e intelectual. Dejan las masas a la deriva, suspendiendo durante varios meses todo vínculo con ellas e iniciando la comedia en el sitio propicio: el Parlamento. Cuando las masas reclamaban un nuevo tipo de trabajo, la única respuesta fueron los desplantes parlamentarios, sustitutos farisaicos de la lucha revolucionaria. Se le quizo hacer creer al pueblo que la batalla eran los gritos comediantes y no el combate largo y difícil de masas. Luego se inicia la política de paralizar el Congreso, Asambleas y Concejos y de no reconocer a Pastrana como Presidente. Fuera de algunas denuncias positivas, los resultados no fueron otros que los de participar en los puestos burocráticos de la administración pública, con el objetivo de torpedear el sistema por dentro. Sin embargo, hemos visto cómo el Estado no se paraliza en la práctica pues nosotros no tenemos un régimen parlamentario sino presidencial, ejecutivo, el cual es controlado en su integridad por el bloque de poder burgués. Hacer parte de la administración no arrojó resultado distinto que el de adormecer los pocos instintos de rechazo que sobre el sistema existían. Así termina el año de 1970.
En 1971 se inicia dentro de Anapo un cierto forcejeo entre los partidarios de transformar el movimiento en un nuevo partido, con aquellos que consideraban la medida como peligrosa, demasiado "fuerte" para nuestro pueblo. En realidad, el hecho de convertir a la Anapo en nuevo partido puede considerarse paso importante dentro del horizonte tradicional, en la medida que constituye un gran movimiento de masas, presentando una alternativa distinta del bipartidismo, que, como es de dominio general, sustenta desde el siglo pasado a la clase dominante colombiana. Para cumplir este acto simbólico, faltando tres meses para la cita "histórica”, se reinicia la actividad en los comandos de base bajo el señuelo de la nueva organización y la plataforma ideológica que definiera sus metas futuras. Se llevan 50,000 personas a Villa de Leyva, llenas de expectativa, constituyendo el acto de masas más importante del año. Sin embargo, de ahí en adelante la estructura no ha variado y la plataforma representa otra fase del famoso "decálogo", el programa anterior. Pero no sobra preguntarse acerca de la importancia de una plataforma ideológica en un movimiento caudillista, fuertemente manipulado desde arriba. Lo que aparece a primera vista es que la ideología en tal tipo de fuerza política está muy por debajo de su puesto histórico en otras organizaciones revolucionarias. Es decir, el caudillismo y de lo que él se espera, DECISIONES, ACTOS DE MANDO, sustituyen con ventaja cualquier ideología escrita en una plataforma. La ideología escrita puede representar en el mejor de los casos las tendencias contradictorias que se mueven en el seno del movimiento, pero lo fundamental son las decisiones prácticas que tome la jefatura en un momento determinado. Y habrá que interpretar y reconducir las formulaciones ideológicas, mostrar su hilo conductor a través del principio de la práctica y no al contrario.
El año de 1971 es uno de los períodos más importantes en la historia del Frente Nacional.
Las clases medias y proletarias expresaron en diferentes niveles mayores índices de agitación. Campesinos, obreros, maestros, estudiantes, dejaron sentir sus voces de protesta. ¿Y cuál fue la conducta de Anapo ante los acontecimientos? ¿De apoyo real a las protestas o complicidad de hecho con la burguesía? Veamos el desarrollo de los acontecimientos.
Comienza 1971 con un gran movimiento campesino, siendo sus resultados concretos el desbordamiento campesino sobre los latifundios. Ello a consecuencia de la acelerada descomposición rural, el pauperismo de grandas masas rurales. La estructura minifundista está llegando al máximo de resistencia por cuanto la presión demográfica, la pulverización de la propiedad subfamiliar y la mayor concentración económica de las explotaciones capitalistas agropecuarias, han acrecentado el desequilibrio económico-social del campo. Las fuerzas productivas llegan al período crítico de una ruptura. Así las cosas, los sectores proletarios o pauperizados no ven otra vía que salirse de los cauces normales de la burguesía e invadir los predios latifundiarios. Comienza a romperse en gran escala el concepto de gran propiedad privada y a plantearse un esquema redistributivo y hasta de organización cooperativa. Miles de invasiones notifican al país del auge de masas en el campo. Y como era de esperar, la protesta latifundiaria y burguesa se hizo presente. Hasta los industriales, comerciantes y banqueros protestaron por las ocupaciones, presionando al Estado para una mayor represión. Los partidos liberal y conservador, por distintos caminos evidenciaron su respuesta y entraron en contradicciones internas, al punto de influir en sus convenciones políticas. Sus discrepancias giraban en torno de cómo enfrentar el desarrollo agrario desde el punto de vista capitalista. Fueron discusiones sobre los mecanismos para aumentar la producción, si redistribuyendo los latifundios o sólo mecanizándolos. Dentro del partido liberal, por ejemplo, podríamos decir que los alineados con Turbay Ayala tomaron partido por el latifundismo y los "llero-lopistas”, un híbrido de redistribución-mecanización, buscando no fraccionar la propiedad agraria. El partido conservador se unifica en torno de las tesis terratenientes, manifiestando quizá el deseo de toda la burguesía y de los latifundistas. ¿Razón fundamental? Sin profundizar, quizás el hecho principal de los últimos años, el creciente desarrollo del monopolio, el hecho de la íntima ligazón entre los comerciantes, banqueros, industriales y grandes agricultores capitalistas, nos induce a pensar que logran integrar hasta cierto punto la producción agropecuaria con el desarrollo industrial, comerciante y bancario, considerando peligroso quebrar el poder del gran capitalismo agrario, por ser fuente de financiación de primer orden. Y si bien el proceso redistributivo agrario no conduce al socialismo, socaba la posibilidad de financiamiento para el resto de burguesía y además, elimina el fenómeno de las inversiones en el campo no con fines de desarrollo sino de la defensa indirecta de los capitales ante la desvalorización monetaria, o sea el latifundismo fomentado desde fuera, el sector capitalista. Desde el punto de vista económico, la burguesía necesita acelerar el proceso de concentración en todos sus sectores para obrar como un todo mejor integrado, siendo además la tendencia de nuestro capitalismo subdesarrollado-dependiente, donde se asumen con prontitud formas monopólicas. Aquí también podría verse un punto crítico entre los enfoques teóricos del "llerismo" y la realidad del capitalismo colombiano, luego de los primeros resultados prácticos para delinear un desarrollismo.
Sin embargo, por el análisis directo y crítico de las fuerzas productivas en el campo, no es posible presentar al sector agropecuario como apto para desarrollar aún más el proceso de concentración capitalista, de su mayor profundización, pues el proletariado rural –campesinos con o sin tierra– constituye hoy por hoy una fuerza lo suficientemente desarrollada como para golpear la estructura existente y acelerar la lucha de clases en el campo. En los últimos meses vemos cómo ante el freno casi total de la Reforma Agraria, los campesinos reinician la toma de tierras para resolver directamente la quiebra del capitalismo y latifundismo agrario. Ello echa por la borda los argumentos en favor del sólo aumento de la producción dejando viva la gran propiedad y mecanizando ampliamente las tierras, con su secuela de la expulsión de campesinos a la ciudad, agravando los problemas de vivienda, trabajo y servicios en general.
¿Y los dirigentes anapistas qué posición tomaron? Finalizando el mes de febrero, el general Rojas firma (?) un comunicado ambiguo sobre los campesinos. Sin embargo, pocas personas -acaso diez- supieron de la existencia de tal comunicado. No lo publicaron en "Alerta" debido a la influencia de los terratenientes del partido, probando su importancia en las decisiones del mismo, Y quizá más importante que este suceso es lo que ocurre en la práctica: el "estado mayor" no se pronuncia para trazar una línea política de apoyo al movimiento campesino, como táctica de agudización de las contradicciones entre las masas y los terratenientes, sino que adopta el silencio. Pero también ocurre que algunos miembros de aquel "estado mayor" como Saúl Charris de la Hoz, denuncia a los Campesinos y los hace tomar presos en el Departamento del Atlántico, cuando le invadieron sus fundos. Como en otras ocasiones, la dirigencia de Anapo elude las responsabilidades, deja que cada uno resuelva por su lado de acuerdo a sus intereses los problemas planteados. Pero los resultados prácticos son los de una alianza natural con el orden vigente. En la realidad se trata de no romper el latifundismo como consta en el discurso de Saúl Charris de la Hoz, reproducido en "Alerta", en diciembre de 1971. Y desde luego existen otros parlamentarios y dirigentes de acuerdo con esas tesis, como también otros que disienten de aquellas, pero que no toman abiertamente una posición antilatifundiaria, siguiendo una dinámica general pro-conservadora. Esto nos hace pensar, además por hechos concretos, que el respaldo campesino para la Anapo no puede ser muy grande, que sus posibilidades de crecimiento en el sector agrario están limitadas, e incluso se la rechaza por organizaciones como la de los Usuarios. Y si la perspectiva es de poder en un futuro cercano, puede hallarse aquí uno de los mayores obstáculos.
Luego sobreviene cierto forcejeo obrero. Los dirigentes de la UTC y CSTC exigidos por sus bases obreras y por su propia conveniencia política, tratan de organizar un paro nacional como protesta por el alto Costo de la vida. Veamos en líneas generales el desarrollo del movimiento sindical.
UTC, inclinada entre Anapo y belisarismo, se compone de cuadros directivos oportunistas, burocráticos, antirrevolucionarios y anticomunistas de muchos años atrás, que tratan de forcejar en la escena política. Cuando se proponen algunos Objetivos generales, de interés para toda la clase obrera, lo hacen de modo que no desemboque en una lucha de clases definida. Sólo buscan fortalecerse como camarilla burocrática pues tal conclusión puede sacarse de los anteriores intentos de paro nacional, cuando los gobiernos de Valencia y Lleras. Así, para el 8 de marzo, impidieron la participación de movimientos de izquierda hasta cierto punto Combativos como el Moir, PSC, Gaitanismo, Frente Popular y Partido Comunista, fuerzas en capacidad de coordinar nacionalmente algunos hechos. Mantuvieron la consigna de paro gremial. Los dirigentes utecistas conservaron así el control definitivo sobre la preparación del paro. Con unos objetivos vagos, confusos, quisieron eludir cualquier paso positivo del movimiento Sindical. Tulio Cuevas, cabeza de la UTC, cuya historia lo consagra como hábil maniobrero, sabe que logrará beneficios si controla el desarrollo de los acontecimientos. Su vocabulario populista le atrae prestigio de ciertos núcleos proletarios, más sus acciones concretas traducen antidemocratismo, conservatismo: a nivel interno cuando maniobra para consagrar a determinados subalternos o cuando envía obreros a Puerto Rico y USA, para recibir "adiestramiento sindical". A nivel externo, conjuntamente con toda la plana mayor utecista, cuando hace declaraciones al estilo de la siguiente, sobre el Caso Valencia Tovar en octubre de 1971:
``UTC, UTRACUN condenan cobarde atentado contra el señor general Alvaro Valencia Tovar, cuyos actores no vacilamos en señalar elementos extrema izquierda, ejecutando plan subvertir orden, creando desconcierto nacional. Así mismo, protestamos reciente masacre fueron víctimas humildes soldados. Tiempo atrás hemos señalado peligros entraña infiltración extremistas sindicatos, universidades, demás instituciones, enérgica decidida intervención gobierno a fin de contrarrestar actividades antipatrióticas. Ofrecémosle pleno respaldo a medidas tiendan implantación justicia social y restablecimiento orden público. Atentamente, Tulio Cuevas, Alvaro Ramírez, Jorge Carrillo, Luis Alfonso Perdomo, Antonio Díaz, Antonio Beltrán, Eugenio Colorado, Manuel Vélez, Humberto Murillo, Rafael Bayona, Rafael Díaz, Hernando Rodríguez, Juan Romero, Efraín López, Ernesto Mogollón, Pedro Rubio, José Corredor". (El Tiempo, octubre 1971).
Este tipo de "dirigencia obrera" es la que prepara el paro nacional del 8 de marzo. No nos referimos a la CSTC pues era llevada por los acontecimientos, sin autonomía para decidir. ¿Y qué papel juega Anapo en ese movimiento? Primero trató de no mezclarse en él, de acuerdo con la UTC. Posteriormente buscó aislar a las organizaciones políticas pequeñas, no dejando formar un Comité de solidaridad que por fuera de la UTC se encargara de agitar la consigna de paro. Mas tampoco planteaba ninguna iniciativa que demostrara interés en desdoblar el movimiento en cierto forcejeo político. Es decir, "apoyaba" el paro e impedía que tuviera realidad en la práctica. La orden a los Comandos departamentales fué la de mantenerse a la "expectativa”, pero jamás la de continuar una lucha de masas iniciada en el campo. Con tales dirigentes, consignas y organización era imposible que las masas pudieran movilizarse.
Pasado el 8 de marzo, los estudiantes y profesores universitarios entran en su período más convulsionado de la lucha universitaria de los últimos años. A pesar de no representar un bloque unitario de fuerzas políticas, las masas universitarias ponen toda la estructura escolar en juicio. Se la devela como una institución encargada de preparar los cuadros directivos burgueses, de ligarse al imperialismo norteamericano y de impartir una educación no científica y acorde sólo con las necesidades de la burguesía. El hecho no es nuevo – comenzó desde 1959 bajo el influjo de la revolución cubana – tan sólo que fué acrecentado por la profundización de las contradicciones económico-sociales del último período del Frente Nacional. Por tal causa toma un contenido de masas y no de pequeños grupos burocráticos. Si bien las filas universitarias no están conformadas por hijos de obreros y campesinos, sino fundamentalmente de "clase media alta” o los llamados "sectores medios", lo cierto es que su lucha constante representa en gran parte las luchas de aquellos sectores medios y en algunos casos, del proletariado. Es decir, a su nivel y básicamente bajo expresiones ideológicas más elaboradas, las masas estudiantiles interpretan el cuadro general revolucionario y se conectan al desarrollo de su proceso, ahondando la ruptura de grandes núcleos contra el sistema burgues. Ahí radica la importancia de las luchas universitarias y la necesidad de ligarlos a los combates obreros y campesinos. Pero tal conexión o ligamen no puede ser realizado más que por los partidos políticos. Y sobre tal vínculo el gran movimiento de masas, Anapo, no manifiesta más que un débil y escondido comunicado, como si tales actos de masas no le merecieran una gran agitación. Y luego de aquel lánguido comunicado, el vacío, la soledad en decisiones políticas. Lo que significa en la práctica un aliado natural del sistema burgués.
Casi el mismo proceso podemos observar en cuanto al paro de los maestros el cual fué apoyado por algunos dirigentes anapistas a título personal.
Como puede analizarse, la participación de Anapo en las luchas de masas del año 1971 fué ninguna; de simple "espectador", limitándose a continuar su propia dinámica electorera para 1972. Parece que ni siquiera registrara los hechos políticos por temor de asustar a la burguesía y dar origen al golpe de estado (?). Continúa "engrasando los ejes" para resistir el paso de las masas y por tanto se limita al trabajo populista de repartir obsequios, drogas, puestos oficiales y realizar actos internos como recibir a sus "caudillos", publicar los escritos fascistas de Olano Cruz (con prólogo de José Pardo Llada), decidir jefaturas regionales y organizar el "Aguinaldo del Niño Pobre".
En cierta forma se ha visto la fuerza de las masas durante 1971, la insurgencia del movimiento popular. Ello expresa un aumento en la radicalidad política por el crecimiento de las contradicciones económico-sociales en Colombia. Si bien al constituirse en 1958 el Frente Nacional, representó un cambio hacia formas liberales de organización políticas – comparado con el decenio anterior–, de igual modo se reinicia un proceso de activación de las masas y para lo cual surgen diferentes agrupaciones de izquierda, tal como lo hemos analizado, Pero este florecimiento del auge de masas lleva correspondido estructuralmente el plan capitalista tendiente al monopolio y concentración económica de la burguesía. Es decir, crecen las diferencias de clase y por tanto las contradicciones sociales y políticas. Puede comprobarse este proceso en las administraciones Lleras y Pastrana.
Luego del gobierno Lleras Restrepo y cuando el ritmo de Crecimiento económico liderado por la burguesía industrial se tradujo en la pauperización de grandes masas, los dirigentes burgueses planearon cierto populismo con el objeto de frenar un tanto el auge de aquellas. Sin embargo, el esquema burgués genera contradicciones internas eu cuanto se producen los primeros resultados y vemos cómo el desarrollo y sus proyectos quedan sometidos al forcejeo entre los sectores capitalistas. Habrá de verse ahí la incoherencia de la política económica del gobierno. Es una incoherencia que surge de las disputas por el poder y control del Estado, pero causadas a su vez en el liderazgo industrial anterior. Y a su vez estos en la necesidad de racionalizar y acomodar todo el proceso económico a las necesidades de la economía internacional. Con ello ubicamos las decisiones de la burguesía en el desarrollo general que a nivel interno y externo tiene lugar desde cuando nuestro país se vió integrado al funcionamiento del capitalismo internacional. La gestión Pastrana pierde así su imagen de irracionalidad que algunos tratan de asignarle.
Dentro de tal orden de ideas la política del gobierno posee una racionalidad, una lógica interna, lo cual no supone coherencia en las decisiones, por cuanto lo primero apunta directo a las leyes generales que rigen la sociedad capitalista con bajo desarrollo y dependiente y cuyo draina es producir en alto grado la contradicción que se encargará de hundir toda la estructura capitalista en su conjunto. La incoherencia nace del regateo necesario que se produce en los distintos sectores burgueses cuando en su desespero por mantenerse pero al mismo tiempo de reproducirse como capitalismo, luchan entre sí, golpean duramente a las masas y arrastran la sociedad por caminos aparentemente oscuros. Así las cosas, la represión por la clase dominante es una necesidad del sistema en su conjunto en la medida que la beligerancia de las masas no manifiesta más que sus límites de resistencia dentro del encuadramiento desarrollado por la burguesía dependiente. Si por un lado vemos contradicciones entre los sectores burgueses –originado en las circunstancias concretas del proceso general de la vida colombiana – contradicciones que no son para dar salidas socializantes a la actual crisis, sino formas determinadas de resolver su propia encrucijada, ello no los lleva a un cambio democrático de las instituciones políticas y sociales para resolver el descontento, sino como lo presenciamos, se unifican en un claro contexto de su defensa de clase al saber del peligro que los acecha.
Un sector muy representativo de la vida colombiana por su dinamismo, efectividad y "realismo" político, el partido conservador en su fracción ospinista, por boca de su jefe manifestó recientemente (Discurso de Ospina Pérez en el Banquete Conservador de septiembre 23 de 1971 en Bogotá y publicado por "El Siglo", septiembre 24, página 12):
"Sin embargo, hoy hay serios motivos para pensar que en las elecciones de 1974, el resultado no se circunscribirá necesariamente entre el turno de éste o aquel de los partidos tradicionales, sino que podrá sumir caracteres de la controversia entre quienes militan irrevocablemente en un régimen democrático y constitucional y quienes no ven obstáculos insalvables para embarcarse en un sistema personalista y totalitario de extrema izquierda o extrema derecha, o en una mezlca confusa de ambas tendencias. Siendo así las cosas, vale bien la pena de meditar profundamente en las contingencias del porvenir y tratar de prepararnos para cualquiera de ellas. La situación no es fácil de manejar si tenemos en cuenta lo que está ocurriendo en otros países de nuestra América y si meditamos en la ingenuidad de nuestras democracias, que conceden al adversario gabelas injustificables y que al permitirle el uso de todas las libertades le toleran también el abuso de ellas, sin pensar que una vez que fuéramos vencidos en la lucha, ni siquiera se nos permitiría el simple enunciado de las palabras que son el lema de nuestro escudo. Democracias ingenuas he dicho porque creen que todo nos lo puede traer la providencia sin exigirnos siquiera el menor de los esfuerzos o el más insignificante de los sacrificios... Cuando afirmo. como lo he hecho en otras ocasiones, que la política del Frente Nacional ha dejado grandes y positivos beneficios para Colombia en el orden político, económico y en el social, estoy diciendo también que en ningún momento podemos menospreciar o comprometer esos beneficios y mucho menos correr indiferentes el riesgo de que la estabilidad política que hemos creado desaparezca de un momento a otro en la contingencia de un debate electoral. ... Pero nadie puede saber con seguridad qué va a ocurrir en los próximos tres años. Qué avalancha de ideas disolventes; qué conjugación de apetitos nacionales o internacionales; qué tropiezos en el camino pueden obligarnos a la adopción de una estrategia distinta de la que pudiéramos estar pensando en estos momentos".
El texto es de una claridad meridiana. Son conscientes de la lucha de clases y de su agravamiento en los próximos años. No es sólo un temor a lo inmediato sino a todo el futuro que se avecina y por tanto planean a largo plazo. Podemos sacar varias conclusiones:
1. Su ánimo es el de no dejarse desmontar del aparato del Estado,
2. utilizar las elecciones como mecanismo de "renovación” democrática pero tan pronto pierda eficacia, están dispuestos a dejarlo de lado,
3. todas las garantías políticas son "ingenuidades" y debe aplicarse mayor realismo: represión tal como la están haciendo y más en caso necesario,
4. dejan el camino abierto para planear cualquier política tendiente a la conservación de la burguesía en el poder.
¿Y qué dice la otra parte del partido conservador? Tan claro como el anterior (Discurso de Alvaro Gómez Hurtado en idem acto):
"Y queremos que no nos suceda lo de Chile. Estamos aquí para eso y para decirlo con todas sus letras. Allá una minoría contraria a la tradición de ese país, se adueñó del poder porque los partidos tradicionales perdieron su capacidad de combate y se dedicaron a rendirle pleitesía a los enunciados Socialistas. Fueron justamente derrotados. Pero ahora es el llanto y el arrepentimiento. Ya la libertad se acaba en Chile y los índices econó- micos se deterioran vertiginosamente".
Todos sabemos de lo que ha sido capaz el partido conservador tanto a principios del siglo como de 1946 a 1957 y durante los gobiernos de Valencia y Pastrana.
¿Pero excluiríamos al liberalismo de idénticos propósitos? Pues no. El partido liberal, que en la república de 1930 a 1938 tuvo lineamientos democráticos en razón del ascenso al poder de sectores distintos al latifundio, hoy es tan reaccionario como su cómplice de coalición frentenacionalista. Uno de sus jóvenes dirigentes, perteneciente al Sector con más poder económico, el financiero, habla del reformismo gubernamental en los siguientes términos (Jaime Michelsen, El Tiempo septiembre 26/71 página 14-A):
"Yo creo que el sector privado, el que ha hecho buena parte de Colombia, está desestimulado, no vive un clima de confianza, no conoce las reglas del juego. Todos los días se habla de nuevas reformas, que cambian el panorama de la actividad económica. Esta falta de confianza se está traduciendo así en una baja de producción; además se observa la traslación de recursos del sector privado al sector público".
Mas lo que todos sabemos es que el gobierno se ve precisado a plantear reformas en vista de las circunstancias difíciles para la misma burguesía y con el sentido en algunos casos, de manipular cierto populismo que le permita neutralizar el ascenso de masas. Pero entonces, a través de las dos instancias, la política y la económica, vemos la necesidad para la burguesía de conservatizar las instituciones, de no aplicar el reformismo porque introduce desorden político y económico, descontrolando a la clase dirigente y auspiciando las demandas populares. La tendencia de la burguesía es la de cerrar filas en torno de la represión y el fortalecimiento de la empresa privada, incluyendo un cierto capitalismo de Estado. Para reafirmar lo anterior, basta leer la siguiente información del Congreso celebrado en Medellín entre ganaderos, agricultores e industriales, el 19 de octubre de 1971, publicado en El Siglo, 20 del mismo mes:
"Frente común anuncian la Industria y el Agro. El director ejecutivo de la Sociedad Antioqueña de Agricultores, doctor Jorge Gutiérrez Escobar, dió a conocer el siguiente resumen de las conclusiones del diálogo sostenido en Medellín entre los empresarios del sector agropecuario y de la industria de transformación que requiere su materia prima: buscar un mayor acercamiento entre la industria y el sector agropecuario que tiene comunes intereses hasta formar un frente unido, no sólo para efectos de suministros de materia prima, de calidad e incremento de la producción con fines de generar mayor empleo, sino para la mutua defensa de sus legítimos derechos. Reclamar ante los altos poderes un verdadero estímulo a la empresa privada que cumple función social, protegiendo en primer término la vida y bienes de los asociados, tal como lo dispone la constitución de la república... Que la reforma social agraria opere en forma realista para que los campesinos marginados del sector agropecuario puedan mejorar sus condiciones de vida en el menor tiempo posible, sin olvidarlos de los servicios asistenciales que prodiga el Estado, pero propiciando en todo caso la colaboración de la empresa privada para la venta de parcelas rentables en condiciones generosas y la misma rehabilitación de la aparceria sin fines de explotación de los labriegos, si dicha colaboración es compensada con una efectiva protección de los bienes empresariales, cuando se hace buen uso de la tierra. Simplificar la calificación de las tierras y sancionar sin contemplaciones a quienes perturben la paz de los campos estimulando la lucha de clases en el sector agropecuario".
Nos parece, por lo dicho últimamente, que a pesar de las diferencias económicas, los distintos sectores burgueses, reaccionan como la clase propietaria de los medios de producción y pactan acuerdos para la defensa mutua de sus intereses. Con ello apuntamos entonces a un proceso de unificación política, formando un bloque de poder con todas las herramientas del Estado en sus manos, pero que en el fondo es posibilitado por el devenir económico de los últimos años en el cual se observa un proceso de complementariedad y monopolización creciente de los medios productivos. Las diferencias y contradicciones que se establecen son más a nivel de regateos por la redistribución de la plusvalía que verdaderas contradicciones económicas. Ello por cuanto el surgimiento del capitalismo colombiano al igual que otros de América Latina, tuvo su origen principal en el sector agropecuario y exportador, donde se formaron los polos de acumulación capitalista. Surge una industria ligada al latifundio y a la dependencia del comercio exterior. Por eso entre nosotros el período de la industrialización (1930-1953) no generó un enfrentamiento de clase entre los latifundistas e industriales. Luego, en el período de "La Violencia", el crecimiento latifundiario y la expropiación agrarias no afectó el desarrollo industrial o comerciante y ahora, durante la última década, fué fácil para la burguesía de ambos partidos tomar decisiones sobre los movimientos populares y el ordenamiento de la economía nacional. Todos los sectores burgueses se hallan íntimamente ligados y por tanto no cabe esperar un enfrentamiento al punto de que algunos de ellos apoyen movimientos de masas. En otras palabras, su idéntico proceso de unificación política y económica corta de raíz cualquier posibilidad de revolución democrático-burguesa, entre otras cosas porque el movimiento popular al radicalizarse por el auge de las contradicciones entre las fuerzas productivas, asusta a la clase burguesa en su conjunto, haciendo que desista de los devaneos "democráticos" de algunos políticos neoliberales o incluso anapistas. Además, el ejemplo de Cuba y sobre todo Chile los pone en guardia contra posibles ascensos populares. Guardadas proporciones, hallamos en la cita de Theotonio Dos Santos un gran marco de referencia para nuestra situación (Lucha de clases y Dependencia en América Latina, pág. 159):
... la burguesía industrial ya no es una clase ascendente en lucha contra el dominio oligárquico. Por el contrario, es una clase en el poder que domina el sector dinámico y más fuerte de la economía. Además, es una clase mucho más homogénea y concentrada, formada fundamentalmente por el gran capital internacional representado por sus gerentes en el país y que domina fuertemente el aparato estatal, la mayoría de la opinión pública y la vida política del país. En estas condiciones, no cabe ya interés alguno en un movimiento popular progresista que lucha por el industrialismo (ya victorioso), por el nacionalismo antiimperialista (ya superado por la integración económico-social institucional con el imperialismo) y antioligárquico (dado que la oligarquía rural-exportadora se ajustó a las reglas del juego del gran capital y lucha por sobrevivir en cuanto le es posible).
I "El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productoras materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas evolutivas de las fuerzas productoras que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social".
Marx, Prólogo de la Crítica de la Economía Política.
II "La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que las circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hombres y que el propio educador necesita ser educado... La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria".
Marx, Tesis tercera sobre Feuerbach
III Las cuestiones de la organización son precisamente de las que por más tiempo han permanecido en ese claroscuro utópico. Ello no es casual. Pues el desarrollo de los grandes partidos obreros se consumó por lo general en épocas en las cuales la cuestión de la revolución no podía ser sino un elemento influyente en el programa, pero en modo alguno un problema que determinara directamente todas las acciones de la vida cotidiana. No parecía, pues, necesario formularse con claridad teórica la esencia y el decurso previsible de la revolución, con objeto de obtener luego consecuencias acerca del modo como tiene que obrar en la revolución la parte consciente del proletariado. Ahora bien: el problema de la organización de un partido revolucionario no puede desarrollarse orgánicamente sino a partir de una teoría de la revolución misma. Sólo cuando la revolución se ha convertido en un problema del día aparece en la conciencia de las masas y de sus portavoces teóricos con imperiosa necesidad la cuestión de la organización revolucionaria" "..Pues la organización es la forma de mediación entre la teoría y la práctica".
Lukacs, Historia y Conciencia de Clase.
Hasta el momento hemos ofrecido el proceso de formación de Anapo en las condiciones generales de la lucha política en el Frente Nacional. Este recorrido era indispensable, necesario en razón de que su política futura o su plataforma en particular, no pueden investigarse dejando de lado su nacimiento, desarrollo y estructura. O sea, eliminar la metaíísica del análisis político, aquel cuyas bases transcurren sólo en el ámbito de las declaraciones formales, de lo que posiblemente creen los dirigentes que promulgan tales declaraciones, pero cuya práctica se halla muy alejada del discurso retórico. Encontramos corriente interpretar las plataformas ya sean de Anapo o de otras fuerzas políticas, haciendo abstracción del partido que las propone, poniéndolas como lo único válido. Pero la realidad no es propiamente lo que se le ocurre decir a determinada burocracia política por A o B razones, sino que es la resultante de su acción política, de su práctica concreta. Y ahí es donde encontrarnos su ideología real, viva, la que es una con su fuerza social concreta. Lo que no corresponde a esa práctica no son más que los sofismas y apariencias de que se reviste para encubrir la realidad, su verdad.
Por ejemplo, cuando nuestra burguesía manifiesta la importancia de realizar una "justicia social", o de conservar las "formas democráticas" de gobierno, en realidad no es que la burguesía tenga una ideología democrática y anhelante de justicia social, como se demuestra en los hechos. La clase dominante posee su ideología burguesa, reaccionaria y se vale de artificios para tergiversar su verdad y la verdad general de la sociedad, presentándose como lo que no es. Con ello apuntamos a que la burguesía desarrolla como necesario para su existencia y reproducción, un mundo de apariencias que impiden al principio un análisis cierto de su comportamiento. Se hace necesario investigar la estructura y el proceso de aquella burguesía en su momento determinado para establecer la verdad, la realidad del origen y desarrollo de sus determinaciones políticas. Es decir, su certeza en dos niveles: en cuanto estructura y proceso y en cuanto ideología que manifiesta su existencia racionalizada. O sea que la ideología verdadera es la que expresa racionalmente, legalmente, la realidad del fenómeno. Y cuando comprendamos entonces aquella racionalidad en su proceso es cuando sabemos del fenómeno determinado.
Con los anteriores presupuestos podemos afirmar que la burguesía tiene dos caras en sus formulaciones: la una manifiesta su verdad, su propia razón y conciencia de clase, identificándose con su realidad; la otra, los artificios de que se vale para ejercer dominio sobre las demás fuerzas sociales. Y a nivel de artificios puede inventar cualesquiera para sustentarse como poder. Pero su ideología real no le es permitido invertirla, ella es lo que es como burguesía. Con ello establecemos que la burguesía domina mediante la falsedad en cuanto no le conviene manifestar su verdadera realidad de clase opresora, bien de modo consciente o inconsciente.
Pero también decimos que la clase dominante no expresa su verdad más que por formas ideológicas, no teóricas. No teóricas por cuanto aún su propia verdad no es la verdad general e integradora, pues constituye y pertenece a la clase que domina gracias a la subversión de la verdad, de toda la realidad. Lo verdadero para la burguesía no es lo verdadero para toda la sociedad. O sea que la verdad burguesa es falsa de raíz. El origen y estructura de la razón burguesa no pasa de ser mero engaño, aún para la misma clase, pues la conduce a su final dramático de hundirse al generar su contradicción. Por todo esto, la burguesía en cuanto tal no puede ofrecer un análisis científico de la sociedad. Es decir, no puede hacer teoría. La teoría sólo puede surgir cuando sobre el investigadorno pesa el ser burgués. O sea, cuando se coloca fuera de ese sistema ideológico, al modo de Marx o Lenin y éstos en cuanto materialistas y dialécticos.
Hemos apuntado lo precedente para distinguir y aclarar el enfoque próximo de nuestro análisis. Así como la burguesía debe ser investigada desde tres perspectivas: el descubrimiento de su estructura de clase y proceso de formación, la ideología real que la sustenta, y los artificios de que se vale para su do- minio de clase, estos tres niveles de análisis los aplicaremos en nuestro objeto específico, teniendo para ello la materia prima suministrada en el esbozo histórico anterior, donde se dan los elementos básicos. Con ello creemos aproximarnos lo más posible a la realidad social y política que es Anapo. Nos acercaremos en el siguiente orden:
- Con los elementos de estructura y origen. identificar qué clases sociales forman Anapo y cuáles sus interrelaciones.
- La ideología específica de tal agrupación política, que aparece a nivel de la práctica y por tanto identificable objetivamente.
- Los artificios y enunciados de que se vale su dirigencia para dominar políticamente a las masas (estudio del caudillismo y la plataforma). Sin embargo, esto no lo analizaremos en este folleto.
Como vimos en toda la parte anterior, Anapo se forma partiendo de dos presupuestos básicos y que se conservan hasta el presente con ligeras variaciones, de acuerdo al cambio de coyunturas: 1 – caudillista, 2 – policlasista.
Su origen caudillista imprime desde un principio la dirección personalista y familiar del movimiento. Se toman las decisiones con objeto de asegurar su papel dominante y la fidelidad de los dirigentes menores. En tal caso, éstos son meros trasmisores de la voluntad caudillista y casi en ningún caso alientan una dirección ideológica–personal, sino para afirmar a sus jefes, empleando lo menos posible argumentos revolucionarios racionalizados, que despierten la capa- cidad crítica de las masas. Opera entonces un estilo semejante a la forma militar, donde las órdenes no son discutidas y donde además, las bases no ejercen con posibilidades su racionalidad y presión ideológicas.
En los partidos tradicionales –liberal y conservador – tal tipo de caudillismo ha ido perdiendo fuerza en la medida que la modernización del Estado burgués, de toda la estructura capitalista, exige la presencia de políticas racionalizadas en otros niveles directivos. Es decir, la pérdida de caudillismo en los partidos tradicionales, se hace consecuente con su proceso de trabajo administrativo-político, dentro de una estructura que profundiza más la diferenciación de clases. De ahí que nuestro Estado a pesar de su forma subdesarrollada, se asienta en sectores cada vez más reducidos pero al mismo tiempo efectivos, "racionalizados", más antidemocráticos, con gran capacidad de maniobra burocrática. Pero si de un lado refinan para sí la racionalidad capitalista, acrecientan las contradicciones al generar amplias masas fuera del control de los medios productivos. Su avance "desarrollista” los conduce a reproducir paralelamente su propia contradicción.
Todo esto nos plantea que Anapo surge a partir del crecimiento de las fuerzas productoras que no han podido ser absorbidas por el sistema capitalista dependiente nuestro. Son por tanto masas casi fuera del sistema de ideologización burguesa, las más atrasadas de la sociedad colombiana, los campesinos desplazados a las ciudades, habitantes de las barrios de "invasión". Tales masas, de conciencia política y de clase mínima, cuya productividad se halla marginada, son integradas a la vida general mediante su organización política propia: un vasto movimiento de masas amorfo, manipulado caudillistamente, sin ideología revolucionaria. Es decir, el caudillismo peculiar de Rojas Pinilla sólo puede surgir dentro de esta sociedad colombiana donde las fuerzas productivas han generado cierto tipo de contradicciones. Nace dentro del partido conservador con las características anotadas, porque las masas de aquel partido son fundamentalmente campesinas y las más atrasadas, no siéndoles difícil adherirse a un caudillo aún cuando estuvieren en la ciudad. El caudillismo significa para ellas permanecer hasta cierto punto en medio de su forma procedente de masas manipuladas por el cacique veredal. No significó una "racionalización" de su antiguo sistema. Era cambiar a Laureano Gómez y luego Ospina Pérez por Rojas Pinilla, sin mayores traumatismos. El caudillismo es pues resultado de una determinada formación social, y no fruto de las características "mesiánicas", "providenciales" de un hombre que, como Rojas, tiene casi ninguna para exhibir.
Lo anterior conduce a mostrarnos que la base mayoritaria de Anapo no podía ser otra que la de los desplazados rurales. Algunos de los cuales hallan trabajo en las fábricas o comercio menor y todo el resto sobrevive bajo el subempleo, los de más baja remuneración y cuyos niveles educativos son también los más bajos comparados con el resto de la sociedad. Son por tanto zonas potencialmente aptas para el caudillismo. La constituyen masas producto del subdesarrollo en la medida que nuestro capitalismo dependiente deja por fuera amplias capas de población. Dice Theotonio Dos Santos (idem. p. 181):
la creación de una sociedad moderna no ha eliminado la formación de un vasto sector social urbano no integrado en esta sociedad que componen los llamados "marginales". Así también la crisis de la economía rural no ha sido suficiente para disminuir significativamente la población rural. El resultado ha sido la creación, al lado de un sector "moderno", de un sector semejante al tradicional, generado sin embargo, por el proceso de industrialización’’
Nuestra formación social-dependiente produce, pues, "marginados" y consecuentemente, movimientos populistas, manipulados por los caudillos de turno.
Con lo visto aclaramos la participación de las clases dentro de Anapo: básicamente campesinos desplazados, muy poco integrados al proceso de industrialización capitalista. Sin embargo, por efectos de la crisis estructural apuntada en principio, que de un lado exigió un mayor poder económico en manos del Estado y de los sectores de gran capital, con perjuicio de las capas pequeño-burguesas y de los obreros y correlativos a ello la no presencia de otra fuerza política de masas después de 1966, provocó en 1970 la movilización de todos estos amplios sectores populares en la alternativa del momento que fué Anapo. Ello pudo introducir algunos cambios significativos. Por ejemplo, su mayor heterogeneidad social y política. Políticamente hizo que la "izquierda liberal", otrora débil, se fortaleciera, con el ingreso de antiguas bases del MRL y parte de sus dirigentes menores. Que los obreros, sin obrar con carácter de clase fueran arrollados por las circunstancias. Y por uno y otro motivo, crecer la expectativa en cuanto a las posibilidades progresistas de Anapo. La pequeña burguesía pasa a formar ahora con más firmeza los puestos de dirección media, empujados por el deterioro qu impone la economía. Como también expusimos en su lugar, los latifundistas cobraron importancia en su lucha contra los intentos de reforma agraria y reafirmaron sus cargos directivos en Anapo, llevando el peso de las finanzas.
Podemos afirmar entonces que dentro de Anapo se dan las siguientes clases de acuerdo a su cantidad: masas marginadas, lumpenproletariado, obreros, pequeña burguesía, latifundistas. Pero inversamente respecto de su dominación interna. O sea un gran movimiento policlasísta manipulado por los latifundistas y la pequeña burguesía. Teniendo clara su estructura de clases, y el proceso de formación, no nos queda difícil estudiar las decisiones políticas tomadas por Anapo en el transcurso de su historia y sobre todo en el último año de 1971. Sobre tales bases anulamos todo intento de perplejidad o irracionalidad cuando revisamos la historia de Anapo, y también de paso, la crítica metafísica, la hecha sobre las "buenas intenciones" del caudillo y sus consejeros, de sus declaraciones propagandísticas.
La ideología real, verdadera del partido anapista debe descubrirse conforme a su estructura de clase y el proceso mediante el cual ha devenido hoy día.
De acuerdo a su estructura policlasista de amplia base lumpemproletaria y proletaria, pero dirigida por la pequeña burguesía, y latifundistas, nos indica que los últimos, educados en la ideología tradicional y burguesa, con algunos o grandes intereses económicos puestos en discusión por el reformismo neoliberal, están decididos a permanecer en la directriz política de Anapo asegurando una no radicalización de sus masas por temor a verse desplazados, poniendo en práctica mecanismos electorales que distorsionan la lucha real proletaria por una burguesa dentro del sistema, fomentando el caudillismo y jerarquización no democrática ni revolucionaria del partido, para asegurarse a sí mismos como dirigentes, sin permitir que las masas proletarias expresen con vigor su propia conciencia e intereses de clase. Pero como simultáneamente se trata de un partido formado en su base por amplias masas, la otra fase ideológica se ajustará a las necesidades agitacionales y de poder de las clases pequeño burguesas y latifundiaria. Es decir, lo que les puede ser permitido sin afectar sus intereses, resultando como corolario el asistencialismo populista en la práctica, de hecho, lo cual no obsta para que con fines propagandísticos se agiten banderas más radicales; pero entonces esas banderas más radicales no significarán su ideología real sino tan sólo "slogans", frases de cliché agitadas por la dirección para movilizar a las masas.
Con los anteriores presupuestos de clase y devenir histórico, podemos aclarar la ideología real de Anapo. Se nos patentiza una ideología dominante: mezcla de pequeño burguesa y latifundista. ¿Cuáles sus características? La parte histórica nos mostró el origen conservador de los dirigentes principales y operando sobre las bases más atrasadas de la sociedad. Esto conlleva la utilización de principios cristianos, semejantes a los de las últimas Encíclicas Papales, conceptos evolucionados de los anteriores de la "caridad cristiana". Sin embargo, estos principios no funcionan en abstracto sino que dependen de la clase social que los manipule. Así, en boca de sectores o clases afectados por el "desarrollismo" neoliberal, terratenientes y pequeño burgueses, los unos por quedar atrás como peso muerto y los otros a pesar de ser hijos del capitalismo, por caer bajo el impacto de la creciente monopolización, las fórmulas cristianas traducen paternalismo y temor ante el sistema capitalista por engendrar y profundizar las contradicciones sociales. De ahí que no sea muy exótico ver a terratenientes predicar en ocasiones un paternalismo vergonzante unido a cierto desprecio por el capitalismo. Paternalismo con los sufrimientos del pueblo surgidos del avance del capital. Por el contrario, es bien difícil hallar entre los grandes capitalistas un sentimiento paternalista, pues las políticas asistenciales que a veces ponen en práctica, son racionalmente ubicadas dentro de su proceso de producción con objeto de crecer el ritmo productivo y sacar mayores ganancias. Entre la pequeña burguesía encontramos un tipo específico de rechazo: como su tenencia de los medios productivos depende del capitalismo, las crisis periódicas de éste la sitúa en favor o en contra según las circunstancias. Pero es contra la crisis que la afecta, no contra el capitalismo en general. Se rechaza el capitalismo en crisis o en proceso agudo de monopolización porque trata de arruinarla, impidiendo su ascenso y cuando menos su permanencia como pequeña burguesía.
Hemos afirmado a su vez que esta ideología dominante en mezcla, no es proletaria. Con ello apuntamos que no se propone ahondar en la conciencia de las masas que manipula, con objeto de aclarar su estructura y las dependencias que la sumergen. Esta ideología dominante se vale de la baja cultura del pueblo en general para presentar sus propios intereses como los de toda la sociedad, imitando en esto a la burguesa. La ideología pequeño burguesa-terrateniente no se propone radicalizar la lucha de clases, servir de instrumento de liberación a las clases por debajo de ellas, sino conciliar la insurgencia popular con sus propios beneficios y transar con la burguesía para disminuir quizá la explotación a que los somete el gran capital. Pero si la ideología descrita no profundiza la lucha de clases, reprime o detiene a la ideología proletaria. Esto lo vemos en Anapo cuando no se busca desarrollar la organización sobre bases clasistas definidas, cuando no se combate por objetivos revolucionarios, de solidaridad de clase, sino que se fomentan sólo las organizaciones de barrio, subproletarias, heterogéneas y con políticas asistencialistas. En casi todos los dirigentes hay un anticomunismo solapado o abierto, el cual manifiestan en las bases, además de que su práctica personal, sus actitudes en la política, expresan autoritarismo, oportunismo, electorerismo, impidiendo la racionalización del trabajo y el nacimiento de una radicalidad políticas. Esto lo registramos en el conjunto del partido.
¿Ha cambiado lo anterior después de incorporarse algunos exdirigentes emerrelistas y del paso de masas obreras a la Anapo? Enmarcado en el proceso de crisis del capitalismo colombiano y del subsiguiente desprestigio de los partidos tradicionales, parece natural que un movimiento con las características anotadas, crezca, despierte las espectativas y alcance a preocupar a la burguesía, la cual de todos modos ve su obra creada en contrario mas no de modo radicalmente antagónico al modo del producto del capitalismo avanzado, sino menos coherente, amorfo, con sentimientos contradictorios y manipulado desde arriba por sectores no antagónicos al capitalismo. Es decir, el populismo generado en un sistema capitalista con bajo desarrollo y dependiente pero que también ha servido para ser manipulado hacia posiciones no proletarias sino cuasi burguesas. Entonces, la irrupción obrera no representa hasta el momento un factor determinante ya cuantitativo o cualitativamente. Al mantenerse hoy en día las viejas prácticas populistas –ideología y organización– lo que se está haciendo en la práctica es obstaculizar el desarrollo de la contradicción o sea, represión de la conciencia de clase proletaria, la única en posibilidad de enfrentarse a la burguesía. Esto no se debe a una "mala fe" de los dirigentes. Es que como fuerzas antagónicas sólo existen la burguesía y el proletariado en la sociedad capitalista, y a los sectores medios les corresponde vivir en el equívoco, la ambigüedad, de tener ambiciones burguesas y agitar consignas de masas. Veamos como Lukacs, recogiendo el pensamiento de Marx, nos patentiza con vigor y claridad el hecho anotado (Lukacs, Historia y Conciencia de Clase, p. 64):
La burguesía y el proletariado son las únicas clases puras de la sociedad burguesa, esto es: ellas son las únicas cuya existencia y cuyo desarrollo se basan exclusivamente en el desarrollo del proceso de producción moderno, y sólo partiendo de sus condiciones de existencia es imaginable incluso un plan para la organización de la sociedad entera.
Esta cuestión de la conciencia de clase puede manifestarse como forma de la posición de fines y de la acción, según ocurre. por ejemplo, en la pequeña burguesía, la cual, al vivir, por lo menos en parte, en la gran ciudad capitalista, directamente sometida en todas sus manifestaciones vitales a las influencias del capitalismo, no puede ignorar totalmente el hecho de la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado. Pero "como clase de transición, en la cual se embotan simultáneamente los intereses de dos clases", se sentirá "por encima de la contraposición de clases" (Marx, El 18 Brumario). Consiguientemente, buscará algún camino "no para superar los dos extremos, el capital y el trabajo asalariado, sino para debilitar esa con- traposición y transformarla en una armonía". Por eso rehuirá todas las decisiones importantes de la sociedad y se verá obligada a luchar, siempre sin conciencia, por ambas tendencias de la lucha de clases alternativamente. Sus propias finalidades, que existen exclusivamente en su consciencia, se convertirán siempre e inevitablemente en formas puramente "ideológicas", cada vez más vacías, cada vez más aisladas de la acción social".
En un partido predominantemente pequeño burgués y latifundiario en sus puestos de mando, refleja casi por completo la ambivalencia conceptuada por Lukacs. Así, la clase obrera, por el momento, queda a remolque de los intereses dominantes. Sin embargo, por el acelerado deterioro económico-político, núcleos pequeño burgueses pueden asumir posiciones revolucionarias cuando el movimiento de masas los empuja con radicalidad y ellos no pueden escapar de las circunstancias, tal como lo presenciamos en alguna medida con las invasiones campesinas a predios latifundiarios. Pero al tiempo esto nos indica que lo fundamental, la base de operaciones revolucionaria debe ser el sector proletario en el campo y la ciudad, en cuanto constituyen la fuente y motor del antagonismo contra el sistema dominante. Dicho de otro modo, al estar presente la clase obrera en Anapo en alguna medida, así no se la quiera dejar desarrollar consciente o inconscientemente, apuntamos que posee una base de operaciones potencial que diligentemente concientizada puede formar la estructura interna más estable y con posibilidades de presión revolucionaria sobre la pequeña burguesía. Con el ingreso de la clase obrera, en principio, le ha surgido la contradicción estructural a la clase dominante en Anapo y faltaría desarrollarla para que se convirtiera en la contradicción principal que obligara a un replanteamiento de todo el aparato burocrático del partido, aclarando la lucha de clases futura del país.
¿Y esto lo podría intentar la misma clase obrera? Difícilmente, por las condiciones actuales de influencia ideológica burguesa y pequeño burguesa tanto de los partidos tradicionalees como de Anapo y las centrales obreras UTC y CTC, amén de ciertos errores ideológicos del economicismo y legalismo. Entonces, nos tenemos que remitir a sectores potencialmente dispuestos a cumplir esa tarea.
Con el crecimiento del capitalismo, de su racionalización progresiva, Se hizo necesario aumentar el equipo técnico indispensable para mantener las condiciones de reproducción del sistema. De tal modo se amplían las universidades e institutos técnicos. Ocurre que tienen acceso aquellos estudiantes a las fuentes documentadas y logran captar con mayor o menor profundidad la realidad económico social del capitalismo, su funcionamiento y contradicciones. Así comienza la conciencia crítica frente al sistema, empujados además por la cruda realidad que los circunda. Pero quizá lo que les da mayor independencia frente a la dominación capitalista es que muchos de ellos, posteriormente, venden su fuerza de trabajo, es decir, son asalariados del capital, con sueldos regu- lares. imposibilitando su acceso a los medios de producción en calidad de pequeños propietarios. De otro modo, en rigor no son pequeño burgueses; tan solo disfrutan de cierta cultura y artículos de consumo duraderos o no, por lo cual pueden adoptar como lo demuestran los hechos históricos nacionales y foráneos, posiciones revolucionar beza del proletariado, identificándose con él en sus determinaciones ideológicas y prácticas. Son tan asalariados como los obreros, pero con las ventajas de conocer el funcionamiento del capitalismo y en capacidad de mostrar su irracionalidad e inhumanidad, siendo además necesarios en el proceso de producción moderno de alta tecnología, constituyéndose por tanto en eslabón débil de la cadena de manipulación capitalista y en pieza fuerte para la construcción de una nueva sociedad.
Consecuente con su ideología pequeño-burguesa-latifundiaria, los dirigentes anapistas habían obstaculizado el ingreso de los anteriores núcleos de profesionales a las posiciones de mando dentro del partido, considerando quizá su posible "izquierdismo" por el trabajo de masas y así, no garantizar la estabilidad de las clases dominantes dentro del mismo. Ahora, en los últimos meses, posteriormente a los hechos universitarios –de características anotadas en su momento– vemos como los grupos profesionales se acercan masivamente a la Anapo y ante la proximidad de las elecciones. ¿Podrá nuevamente la dirección neutralizar con habilidad el ingreso a los puestos de mando de estas agrupaciones intelectuales, manteniéndolos al margen sin derechos y sólo con la obligación de respaldar el aparato existente controlado en su integri- dad por la alianza de clases mencionada?
Sea cual fuere el resultado, pensamos que lo fundamental en estos momentos es lograr movilizar y articular a los núcleos profesionales con el movimiento de masas y fundamentalmente con la clase obrera y asalariados del campo, con el objeto de romper los esquemas de manipulación tradicionales. Allí puede estar la clave para que se produzca el salto revolucionario, la marejada incontenible dispuesta a llegar al poder corriendo los riesgos necesarios y poniendo fin a los ciclos agitacionales pero que no han desembocado en fases revolucionarias. Es que, por ejemplo, los obreros están dentro de Anapo no como clase, con grandes objetivos a largo plazo, sino a título de "hombres del pueblo". Su organización queda por tanto en manos de verdaderos farsantes como las dirigencias sindicales UTC y CTC o de caciques medios que, como se ha visto, intoxican al pueblo con el caudillismo y las desviaciones oportunistas.
La práctica de la ideología pequeño burguesa- terrateniente dentro de Anapo llega, en cuanto al movimiento campesino, a sostener formas atrasadas respecto de los planteamientos agraristas. Es decir, la ideología real de las clases dominantes dentro de Anapo hoy no va siquiera en pos de formas democráticas en el campo, sino de apoyo al gran capita. No profundiza la lucha de clases dirigiéndose a su solución: por el contrario, se ubica en estadios anteriores O sea los de solidarizarse con un régimen de saqueo tradicional del campesinado. Los Usuarios en el Mandato Campesino se refieren a la Anapo en los siguientes términos:
Anapo no es una amenaza a la hegemonía económica del capitalismo: su plataforma, por ejemplo, acoge la ideología de la cogestión en las empresas y de la supresión de los conflictos entre patronos y asalariados conservando, no obstante, la existencia de unos y otros. En la práctica, Anapo es un movimiento dominado por la ideología de la pequeña burguesía que busca por todos los medios posibles la multiplicación y la permanencia de todas las formas de pequeña propiedad partiendo de un hecho primordial: el respeto de toda propiedad. Aun cuando en sus filas militen amplias capas del proletariado y es el partido de los marginados de todo tipo esto no impide que aquella ideología sea precisamente la que imprime su marca a la práctica del movimiento: representa justamente la reacción de los pequeños propietarios despojados de la propiedad o en trance de verse empujados al desempleo o la proletarización por el ininterrumpido avance de la propiedad capitalista monopólica que ha propiciado la descomposición más lamentable de aquella clase social.
Mas no se trata de un concepto desde fuera. José Jaramillo Giraldo, dirigente de izquierda del partido, se refiere a la gradualidad de las reformas y el apoyo al sector privado (FLASH. Julio/71, p. 21):
Nosotros creemos que en el estado actual de la economía colombiana no podemos, de ninguna manera, socializar íntegros los medios de producción. ...Nosotros, repito, para estar acordes con la economía nacional sostenemos que es necesario impulsar al sector privado en algunos frentes . . .El Pacto Andino protege el capital nacional y protege al sector privado. Desde ese punto de vista nosotros somos partidarios de proteger al sector privado, pero independientemente del capital extranjero, nacional, progresista (sic) . . .Nosotros planteamos, por una parte, la socialización de empresas básicas (el subsuelo, los recursos naturales, sobre todo el petróleo) [es bueno confrontar la Plataforma y ver cómo la contradice] la nacionalización de las importaciones y la banca [ojo], etc. Pero en algunos sectores como la tierra, no podemos hacerlo. Nosotros no podemos socializar la tierra porque no está suficientemente desarrollada. La Anapo sostendrá un régimen de propiedad privada sobre la tierra, al lado del cual nosotros trataremos de establecer un régimen de cooperativas, porque la agricultura sirve es en grande. Pero al lado de esa agricultura en grande habrá un tipo de propiedad privada pequeña. De manera que habrá una combinación entre la socialización de algunos medios de producción y la defensa del sector privado.
A primera vista parece que los dirigentes anapistas, fiel a su pensamiento evolucionista, gradual hasta imponer el socialismo (?), hicieran el análisis histórico partiendo de realidades supuestas. Es decir, desconocen deliberadamente que son las condiciones coyunturales concretas las encargadas del cómo hacer las reformas estructurales y superestructurales. Y Jaramillo Giraldo supone que: a) existe un capitalismo nacionalista, no ligado al imperialismo, cosa negada en la práctica mediante la oposición al tímido estatuto de capitales; b) la clase dominante hará entrega voluntaria de sus bienes, dejando establecer un gradual Socialismo; c) el gran movimiento de masas campesinas podrá ser frenado con la propuesta de la multiplicación de todas las formas de propiedad, rechazando así lo que sucede actualmente en el campo.
Pero nosotros vemos la respuesta de la burguesía colombiana expresada en el discurso de Ospina Pérez, donde prácticamente cierra las puertas "democráticas" de ascenso al poder. Es decir, recogiendo la enseñanza chilena, procede a recoger y fortalecer su bloque de poder político y económico, diseñando una clara política represiva, como a diario lo vemos, por supuesto apaciguada con los "opositores democráticos". El pronóstico es de que entre nosotros no habrá entrega de poder a lo Chile, a no ser que la dirigencia anapista se ponga definitivamente bajo el manto de la burguesía. La validez de la tesis anapista, ¿será quizá la de provocar "maquiavélicamente" algunos deslices, "no asustarlos" con profundas reformas? Pero antes de sacar conclusiones debemos unir este punto a lo siguiente: la total desconfianza en las masas, en su posibilidad progresiva, surgiendo entonces su intención con toda claridad: dejar intacto el poder capitalista, quebrando deliberadamente las luchas sociales de hoy día. O sea, el realismo político pequeño burgués-latifundíario, incluso en la izquierda anapista: conciliar las contradicciones pero no resolverlas. De ahí su ambigüedad programática y conservatismo práctico. Esta ideología ya descrita, no busca destruir el orden vigente y de ahí configurar la nueva sociedad, sino transitar "realistamente" hacia la "armonía social".
En cuanto a la crisis política y de la cual surgirá el gobierno anapista, nos reafirma Jaramillo Giraldo (FLASH, idem):
Creemos que el país no resiste hasta el año de 1974. Aquí puede venir una sorpresa. Pensamos que la tarde menos pensada puede haber una solución de buena voluntad o una fórmula política que permita el cambio y alivie la situación de los colombianos y anticipe el triunfo del 74, que será abrumador, tan gigantesco que impedirá cualquier posibilidad de fraude, de violación de la verdadera voluntad popular.
Por arte de magia, de pacto con la burguesía y el ejército, pero no de la lucha combativa tanto en la organización, la ideología y la practica, le va a ser entregado el poder a la Anapo. De acuerdo al texto citado, observamos que piensan y estimulan a que parte de la burguesía y el ejército se pasen a dirigir a la Anapo, única forma posible de ganar el poder pacíficamente en Colombia. Pero entonces, ¿cuál revolución tendríamos si el ejercito y parte de la burguesía estuvieran en los puestos de mando reemplazando al pueblo? Sólo una ampliación del poder burgués-terrateniente sobre las masas. Reafirmamos nuestra tesis sobre el oportunismo anapista con el siguiente párrafo de otro "revolucionario", Bayona Carrascal (FLASH, idem, p. 26):
También creí posible, como otros, la salida del golpe de Estado, hasta hace unos cuantos meses, pero a medida que Anapo se fortalece y avanza en la conciencia de los colombianos y se hace invencible, la posibilidad del golpe de Estado se aleja de manera definitiva. Ningún ejército del pueblo puede dar un golpe de Estado contra todo un pueblo y únicamente para servir a la oligarquía derrocada y agonizante. No, definitivamente no habrá golpe de Estado para impedirle a la Anapo la llegada al poder.
Bayona nos afirma: el ejército es popular y no apoyará a la fracción burguesa que quede derrotada. Mas nosotros concluimos: si fuera popular ¿cómo es que respalda y ejerce la violencia reaccionaria de estos momentos? ¿Acaso la oficialidad menor podría desbordar las jerarquías cuando la realidad nos muestra una sujeción y jerarquización puesta a prueba en todo el período del Frente Nacional? Con base en presentímientos y deseos, fundamentar una política, es conducir al pueblo directamente a un nuevo fracaso, haciéndole juego a los intereses burgueses. No creemos equivocarnos pero los dirigentes anapistas le temen a la insurgencia de las masas, a la política revolucionaria y prefieren asegurarse bajo una hipotética protección militar. Entonces resultan concordantes muchas cosas: no dejan estructurar la organización que requieren las masas y la lucha revolucionaria en concreto; no se deja profundizar la conciencia de clase y la lucha de clases, sino que en cambio se decide el destino del pueblo en concilios militares y burgueses para "llegar limpiamente" al poder, sin que las instituciones capitalistas se tambaleen y caigan bajo el peso revolucionario. Necesitan del respaldo masivo, sin principios, inorgánico, espontáneo para manipular más fácilmente a las masas y satisfacer sus intereses de clase pequeño burguesa y latifundiaria en alianza formal o de hecho con la burguesía. Pero el resultado concreto y verdadero es el engaño cínico y profundo de los sectores medios, proletarios y subproletarios. En otras palabras, idéntica moral burguesa, revestida de adornos democráticos y hasta socialistas, cuando en el fondo se mueven oscuros instintos caudillistas, seudodemocráticos, latifundiarios, enmarcados por el gran poder armado de la guardia capitalista.
El análisis llevado a cabo es requisito indispensable para prever en parte los acontecimientos futuros.
Pueden distinguirse las siguientes fuerzas con posibilidades de juego político:
1. Partido Conservador, Partido Liberal.
2. Anapo, "Belisarismo", Liberales Independientes, Partido Comunista.
Pero como estas fuerzas políticas hacen parte de las contradicciones económico-sociales del país, las ubicaremos ahí.
El hecho importante de la actual coyuntura colombiana, es el del estrechamiento estructural para desarrollar el capitalismo y, al tiempo que necesita fuertes créditos y ventas internacionales para respaldar sus proyectos, el mercado exterior se contrae y las "ayudas" corren por igual camino. De otra parte, las clases proletaria, campesina y sectores pequeño burgueses presentan manifestaciones de descontento con el sistema y en algunos casos se avanza por ellado de la lucha de clases. Es decir, notamos las dificultades del sistema capitalista para crecer significativamente, así lo haga relativamente, lo cual equivale a destacar sus contradicciones internas, o como las que desarrolla con las fuerzas proletarias o sectores pauperizados.
El capitalismo colombiano se debate por el momento en dificultades internas de acomodo entre sus facciones. Sin embargo, el proceso podría rebasar el mero ámbito de los ciclos de ascenso y descenso, flujo y reflujo que registra periódicamente nuestro sistema capitalista dependiente, si se profundizan algunas contradicciones que veremos.
¿Por qué podría no ser una crisis cualquiera la de nuestro capitalismo? Si observamos lo dicho sobre el gobierno de Carlos Lleras, destacamos que el proyecto de conducir la economía por senderos industrialistas, no pudo profundizarse lo suficiente al punto de desembocar posteriormente en la construcción de maquinaria pesada. Es decir, la economía colombiana queda presa del esquema de producción manufacturera sustitutiva de importaciones. Pero a su vez ésta dentro de ciertos límites, pues precisamente tal política es la que entra en crisis en la década del sesenta, como consecuencia del mayor índice de dependencia generado. Durante la década pasada la economía quedó sujeta en vasta proporción al imperialismo norteamericano, bien por inversiones directas, mediante préstamos, importaciones de bienes de capital, marcas, etc. La industria sustitutiva de importaciones nos amarró más al imperialismo y de importación manufacturera pasamos al de importadores de materias primas y bienes de capital. Con ello se reforzó la penetración extranjera en lo político y cultural.
De este modo, la economía interna se fue ajustando al conjunto del capitalismo internacional, lo que generó nuevas contradicciones al tornar sumamente scnsible la economía colombiana a las crisis del capitalismo monopólico e imperialista. ¿En qué medida la crisis del internacionalismo capitalista se reflejará en la economía nacional? Por el momento sólo podemos trazar un esquema muy general, pues todavía no sabemos hasta qué punto la crisis pueda ser absorbida o controlada por los mecanismos de supervivencia del gran capitalismo desarrollado. Falta por ver si se trata de una crisis periódica o de una profunda quiebra de toda la estructura capitalista.
Pero algunas manifestaciones del problema tienen ya su vinculación a la economía nacional. Por ejemplo, en razón del grado de dependencia es ostensible en los últimos años una pérdida de valor de las materias primas exportadas, conduciendo a una merma en la tasa de acumulación de Capitales. Ello debilita el desarrollo de la burguesía colombiana. Por la economía de guerra y derroche que manejan los USA, vemos cómo aplican una política nacionalista de gran potencia, imponiendo onerosos gravámenes a las importaciones de materias primas del mundo subdesarrollado; suben los fletes marítimos; dejan reducida a su mínima expresión las importaciones de manufacturas nuestras; reducen el financiamiento a la burguesía y constriñen la exportación de capitales Cuando estas burguesías inician una tímida defensa de sus intereses.
Tenemos entonces, cierto juego de contradicciones entre la burguesía colombiana y los países imperialistas, sometiendo esta crisis con mayores gravámenes a la burguesía nativa. De un lado se sustenta en el imperialismo y de otro se ve manipulada y ciertamente explotada como contraprestación. Plantearíamos entonces un interrogante: ¿puede la burguesía colombiana realizar la acumulación necesaria que requiere para lograr un aceptable desarrollo económico, por fuera del apoyo imperialista, quizá como en la década de 1930? ¿O bien ya no es posible tal crecimiento debido a la estructura especial que se desarrolló dentro de las condiciones dependientes? Ello conduciría, en otras palabras, a plantear que la crisis del capitalismo imperialista produciría una quiebra del capitalismo colombiano o el reforzamiento de un cierto nacionalismo burgués. ¿Pero cuáles serían las implicaciones de esta política?
Nos atrevemos a sustentar la siguiente hipótesis; la burguesía colombiana puede adoptar algunas medidas conducentes a crecer en algunos sectores y por un tiempo no muy largo, pero que le asegura por varios años crecer como burguesía; a reforzar su capacidad de mercado internacional – comercio con los países europeos, capitalistas y socialistas, grupo andino- para disminuir la presión causada por el estrechamiento del mercado norteamericano y su avalancha de mercaderías originadas en la devaluación del dólar, lo cual le daría posiblemente una cierta libertad frente a USA. Sin embargo, esa relativa amplitud de mercado no significará independencia, tecnológica y crediticia de los monopolios capitalistas. Entonces tendríamos que le resulta sumamente difícil a la burguesía colombiana modelar un relativo nacionalismo – a pesar de las declaraciones de Pastrana a Nixon – y que signifique a la vez un gran desarrollo para las masas, creciendo notoriamente las contradicciones al punto de generar una profunda crisis económico-social. Y de acuerdo a la historia de la burguesía colombiana, sobre todo de los últimos años, no cabe vislumbrar una democratización de las instituciones frente a la radicalidad político-social, sino a un mayor endurecimiento y fascistización, estilo Brasil o México, cerrando las posibilidades de un ascenso pacífico al Estado por las fuerzas revolucionarias.
Dentro del anterior marco estructural debemos encuadrar las contradicciones de la actual coyuntura.
El desarrollo industrial proyectado se frena por causa del rebasamiento o agotamiento de la capacidad de sustitución de importaciones en el campo normal en que se podría mover la burguesía colombiana y la obliga durante algún tiempo a diseñar un modelo de crecimiento en base a la congelación de salarios. Cargas tributarias para los sectores medios y proletarios, estímulos e incentivos para el gran capital y fortalecimiento de un tipo de capitalismo de Estado. Mas los efectos no se dejaron esperar. El sector comerciante vió frenado su desarrollo en cuanto los consumos se contrajeron pues la posibilidad compradora de las masas había rebajado notoriamente. Para el sector financiero fué una época de auge, pues llegó la oportunidad de ligarse más estrechamente a la gran industria por medio de los "Fondos Financieros”, "Bancos", "Seguros", "Corporaciones Financieras", que se constituyeron en los canales particulares de concentración y conducción del ahorro. Pero a su vez, conectados como están íntimamente entre sí, abrieron camino al forcejeo por repartirse la dirección económica y administrativa de la industria. Y si pensamos en que el sector financiero es uno de los más penetrados por el capital norteamericano, nos daremos cuenta de que el sector con gran peso en la burguesía es movido por intereses monopolistas nacionales e internacionales. Con ello cierran el círculo de concentración de capital y dependencia imperialista. no causándonos sorpresa su antagonismo al control de capitales foráneos.
Para los terratenientes y capitalistas agrarios, el esquema de "progreso" significaba un replanteamiento a nivel de tenencia y productividad. Sin embargo, no podía profundizarse un proceso redistributivo en cuanto el sector agrario es todavía un gran acumulador de capital, ya que somos básicamente un país agrario exportador. Y a su vez la facción burguesa del campo se halla ligada con el comercio, industria y finanzas. Esto hizo que facciones aparentemente desligadas del agro protestaran por las medidas conducentes a la Reforma Agraria.
¿Pero qué contradicciones aceleraron el modelo "neoliberal"? Con las masas proletarias y sectores pauperizados, pues el financiamiento básico descansó sobre ellos, aumentando su tasa de plusvalía. Y para complementar necesariamente o mejor, para posibilitar esta vía de crecimiento, puso a operar el aparato represivo del Estado, fascistizando las instituciones democrático burguesas. Y con esto Colombia se entroncaba con regímenes como los de México y Brasil o Argentina, cuyos modelos están mucho más avanzados que el Colombiano. Pero el hecho provocó fuerte descontento entre las masas en razón de sus altos índices de pauperismo, tanto en el campo como en la ciudad. Así, el diseño "deSarrollista” fué puesto en entredicho por el momento, debido a las diferencias que generó entre la burguesía y los fuertes antagonismos que formó con las masas, aumentando su beligerancia.
Durante el gobierno de Pastrana se pensó en cambiar las reglas del juego burgués, para que hoy veamos casi un resurgimiento del planteamiento anterior.
Se quizo realizar una pausa en el desarrollo en pos de un desarrollo "integral", "social", que por supuesto no pudo profundizarse pero que en cambio fué utilizado para presentar a la burguesía con rostro "amable". Ante su fracaso y la radicalidad populares principalmente en el campo, se originaron algunas pugnas entre la misma burguesía. Los terratenientes y capitalistas agrarios claman por una mayor represión consiguiéndolo en ocasiones (caso Palmira), más protestan por la posibilidad de un impuesto presuntivo a la tierra que disminuiría su tradicional evasión tributaria, pero exige permanecer con la misma cuota de ganancia sin dejar fortalecer un cierto capitalismo de Estado. Los comerciantes, luego de un segundo período en el cual obtuvieron ganancias por el crecimiento de la tasa inflaccionaria, protestan ante la posibilidad dc estrechar el consumo (de hecho ocurrió en diciembre), sin tener en cuenta que un mayor crecimiento de los índices consumidores socava la capacidad de ahorro y su inversión productiva. Los industriales y financieros atacaron las medidas que signifiquen una "racionalización" del mercado de capitales foráneo y logran algunas conquistas, poniendo en peligro inclusive una parte importante del mercado andino. El sector financiero vive un agudo proceso de concentración en cuanto sus principales componentes rejuegan con las acciones, bajan las cotizaciones, obligan a vender a pequeños y medianos accionistas, compran a bajos precios y expropian directamente, pues al finalizar cierto período sustentan nuevas alzas, completando el ciclo de concentración monopólica. Y como al mismo tiempo son los mayores accionistas industriales, controlan casi totalmente a este sector. Tenemos entonces que la libre competencia capitalista y sus múltiples formas de saqueo se traducen durante algunos períodos en presa fácil del monopolio, el contrario natural del liberalismo económico.
El Estado hoy va siendo manejado indistintamente por las facciones burguesas, tomando decisiones de acuerdo a la mayor o menor presión de éstas. Se produce entonces aparentemente un Estado por encima de intereses definidos de la burguesía y además si "proclama" cierto asistencialismo. Sin embargo, éste es el Estado de los períodos de crisis, antes de presentarse abiertamente como el Estado Fascista, que necesita una fuerte cohesión para impulsar su propio desarrollo corporativo, donde los devaneos populistas van a estar descartados por su lógica gran burguesa.
¿Y cómo actúan las agrupaciones políticas de la burguesía? Los partidos Liberal y Conservador, dirigidos en sus cúspides por las distintas facciones burguesas, reproducen a su modo las contradicciones anotadas.
El Partido Conservador, más homogéneo económica, social y políticamente, sin planes de jugar a "política de masas", de variar la dominación capitalista por sistemas heterogéneos, conserva las contradicciones entre sus distintos sectores dentro de un concepto de unidad y defensa general del sistema, permitiendo la crítica entre sus grupos pero formando un cerrado bloque político en la manipulación burguesa dentro o fuera del gobierno. De ahí que se muestre como una fuerza unificada, coherente, con capacidad decisoria. ¿Pero contradice esta posición con la relativa pugna entre las facciones que dominan alternativamente las decisiones del gobierno? No. Las contradicciones o diferencias subsisten dentro de su burguesía. Pero es ahí donde la burguesía conservadora muestra precisamente mayor cohesión política, pues sus intereses de clase son más definidos, se halla vertebrada por el grueso del capitalismo y latifundismo con muy poca ingerencia en sus puestos de mando de la pequeña burguesa y ninguna de masas campesinas o urbanas. Esta composición de clase lo hace más orgánico y por tanto puede controlar dentro de sí las contradicciones que surgen y más cuando ellas tratan de generar antagonismos. Podríamos decir que sus contradicciones como partido son diferencias causadas por su propio desarrollo, más reacciona políticamente como un gran bloque de poder frente a las fuerzas antagónicas rurales o urbanas.
¿Qué podríamos decir del Partido Liberal? El Frente Nacional presenta una característica: constituye un bloque de poder entre el conservatismo ya descrito y un partido Liberal cuya composición de clase es más heterogénea, reuniendo en su seno a parte de la burguesía y terratenientes como grandes masas pequeño burguesas y algún proletariado. Esto hizo que las contradicciones dentro del liberalismo tomaran características de enfrentamiento de clase – como sucedió cuando el MRL – lo cual representó una desvantaja frente al conservatismo, haciendo más difícil su acción unitaria, constituyéndose en la práctica como una federación de grupos. Si bien podemos afirmar que no ha crecido durante los últimos años, mantiene como metas ideológicas de partido ciertas reivindicaciones pequeño burguesas y en algunas ocasiones para las masas. Esto hace que se conserven relativamente las espectativas dentro del partido y se proyecte por algunos de sus dirigentes como "popular".
Sin embargo, el hecho de la última división y su forma especial, plantea una particularidad. En primer lugar, no ha tomado las características de un "nuevo MRL", en razón de que su manejo burgués en la cúspide y alianza con el conservatismo, con ínfluencia cada vez menor de la pequeña burguesía y sectores de masas, es decir, su conservatización paulatina, su proyecto para las masas antes anotado pierde alcances. El no crecimiento durante los últimos años nos indica su retroceso al compararlo con los índices de población. Por estas razones, las diferencias entre las fuerzas componentes del liberalismo se parecen cada vez más a las del partido conservador. Es decir, a nivel de regateo, supremacía o de componenda. Tan sólo que algunos dirigentes alientan todavía un cierto programa pequeño burgués, de muy difícil realización dentro del partido.
Existe otro fenómeno importante en la crisis liberal. Se trata de los primeros "tanteos" de Lleras Restrepo de movilizar "socialmente" al campesinado por fuera de partidos. ¿Causas? Lleras Restrepo, quizá más con el apoyo de políticos que de capitalistas, recoge en su práctica la enseñanza del deterioro tradicional, y se propone en principio desbordar el partidismo por una posible movilización de masas campesinas, el lado débil de Anapo. Es decir, ponerse frente a un vasto y complejo accionar de pequeña burguesía y proletarios campesinos, con el objeto de canalizar el descontento y utilizarlo políticamente: a) frenando su profundización y b) buscando crear su propia fuerza electoral que neutralice con posibilidades a otras fuerzas políticas.
Mas tiene varios factores en contra: no recibir suficiente apoyo de la burguesía y segundo, su éxito puede quedar a la deriva en vista de que la lucha de clases en el campo crece sin cesar y de acuerdo a ciertos hechos, desborda la maniobra burguesa. Se trata de un experimento cuya viabilidad pertenece a la situación coyuntural.
Pasemos a referirnos a las fuerzas de oposición y así completar el cuadro político nacional con la suficiente amplitud dialéctica, para llegar a un final de conclusiones necesarias.
En Colombia se plantea la constitución de un Frente de Oposición como respuesta al bipartidismo. Quizá piensen algunos en la similitud con el proceso chileno y es pertinente saber si en nuestro medio revestiría semejanzas y cuáles sus posibilidades reales.
La característica de bulto del proceso chileno en su formulación de "Unidad Popular", es la de estar vertebrada por dos grandes partidos marxistas, Socialista y Comunista, con apoyo en tres partidos menores pero de filiación promarxista: Mapu, Mir y la parte más importante del Radical, además del pequeño Partido Socialista Popular. Esto define por su estructura e ideología la Unidad Popular chilena: partidos proletarios en su dirección política, de fuerte consciencia de clase, organizados y con gran combatividad histórica y coyuntural, “Unidad Popular”, controla la CUT, aglutinante de la clase obrera, y el campesinado se mueve bajo la orientación de Mir y Mapu. De otra parte las Fuerzas Armadas han demostrado hasta el momento apoyo a las medidas gubernamentales lo cual dice de la influencia que a nivel de los altos mandos tiene la coalición gobernante. Además, la burguesía chilena no cuenta con un historial de fuerza como la colombiana, de manejo violento del poder, desenvolviéndose en las normas democrático burguesas del parlamentarismo.
En Colombia tenemos las siguientes fuerzas oposicionistas: Anapo, Belisarismo, Liberales Independientes, Partido Comunista.
Anapo registra la modalidades anotadas en principio, en cuanto hace referencia a su estructura de clases e ideológica, su proceso de formación y la práctica política determinada. En la nueva coyuntura puede adoptar varios caminos: a) Radicalizar el movimiento de masas urbano; b) Pactar de hecho o formalmente con la burguesía; c) Continuar una política equívoca frente al sistema. ¿Esto indicaría que Anapo puede jugar esas posibilidades por dentro o fuera de la coalición oposicionista? Como el anapismo es el partido mayoritario y el que impone las reglas del juego, analizaremos sus posibilidades en último término, luego de apreciar las otras fuerzas políticas.
El "Belisarismo" recoge fundamentalmente sectores medios, pequeña burguesía y algunos núcleos obreros. En tal sentido, no tiene contradicciones de clase con Anapo y antes por el contrario, refuerza su posición pequeño burguesa en los mandos intermedios oposicionistas. Su contenido ideológico se definiría como un demo-cristianismo. Tal contenido ideológico y de clase reforzaría por tanto una línea no proletaria. El "Belisarismo" no es un partido y su influencia correría a cargo de la figura de Belisario Betancur, lo cual disminuye su capacidad de negociación inter- na. Sin embargo, es un hombre "interesante” para sectores de la clase burguesa pues no se debe olvidar sus bienes de fortuna que lo ligan con el capitalismo interno y externo.
Los "Liberales Independientes", constituyen un grupo formado en los últimos meses y reñeja la desvertebración del partido liberal. No tienen organización de partido, atomizados por varias partes de país y con un centro importante: Antioquia. Su composición de clase puede catalogarse como pequeño burguesa en descenso y con una ideología parecida al "belisarismo". No tiene poder de negociación interna y fácilmente puede ser absorbido por el anapismo dentro de una gran campaña electoral. Su fuerza propia es relativa y necesitan de jefes "mayores” para lograr captar algunas masas.
El Partido Comunista entraría en la coalición como una fuerza coherente, con cierto apoyo en la clase obrera y agitando una ideología democrática, nacionalista y antiimperialista. Pero, tiene resistencias dentro de Anapo como en el "Belisarismo", dificultándose su capacidad de forcejeo político por lo reducido de su ambiente electoral. Sin embargo, le daría a la coalición su "sabor" de izquierda, creciendo la es- pectativa en torno a la Unidad Popular.
En cuanto a la Anapo, decimos que arrastra la coalición, la pone a su servicio. Unidad que por lo demás no contradice su propia composición de clase o ideología sino que antes la refuerza. Por todo lo dicho hasta el momento, no parece posible que la Unidad Popular desate un movimiento de masas como el chileno, organizado y combativo, sino al modo tradicional, de tipo populista. Es decir, continuarán los viejos errores sin que se produzcan otros fenómenos significativos. Quizá un modelo agitacional parecido al de los tiempos del MRL, que nos indicaría de un nuevo ciclo de movilización de masas, pero cuyos principios no se afirman coherentemente dentro de una teoría revolucionaria, prestándose a la demagogia tradicional, sin lograr un avance real de las masas tanto en su ideología como en sus formas organizativas. De otra parte, una presunta radicalidad del movimiento urbano cortaría las posibilidades de entendimiento con la burguesía y además, el análisis de 1971 nos reveló que las intenciones de los dirigentes anapistas no son las de fomentar un despertar revolucionario del proletariado. Con ello entonces caeríamos en la segunda y tercera consideración, la del pacto formal o de hecho con la burguesía, o del mantenimiento de una política equívoca de oposición y no oposición frente al gobierno. Pero de las dimensiones y caracteres de aquel pacto sólo 10 dirán las circunstancias concretas en su momento preciso, jugando factores económicos y políticos tanto para la burguesía como para la Anapo.
Sin embargo, es posible adelantar un tema de controversia para vislumbrar los términos del pacto entre la burguesía y la oposición –excluyendo al Partido Comunista quizá –, bien sea después de las elecciones de 1972 o 1974: ¿le conviene a la burguesía colombiana iniciar con vigor un plan de desarrollo siguiendo el modelo brasileño, con sus secuelas políticas represivas, y teniendo en cuenta la situación internacional que la impulsa con premura a ello? ¿O bien preferiría una línea populista que disminuiría notablemente su capacidad de crecimiento capitalista, pero tal vez asegurando a corto plazo una estabilidad política interna?
Creemos que ya hemos dado los elementos básicos para contestar ambas interrogaciones. El modelo brasileño implíca una fuerte acumulación de capitales para el sector más desarrollado de la economía, durante un tiempo extenso, ligándose más al imperialismo norteamericano a través de inversiones directas y préstamos, imponiendo mayores gravámenes a los sectores medios y obreros, traduciéndose políticamente en un régimen represivo. Nosotros ya tuvimos la tentativa o los pasos iniciales durante el gobierno de Carlos Lleras, que fracasó momentáneamente pero cuya viabilidad está siendo puesta en la superficie. De acuerdo al diagnóstico internacional que hicimos parece la salida más lógica para la burguesía colombiana, siendo además una política respaldada en el partido conservador, quien reúne el grueso del capitalismo. Este tipo de línea política llevaría a corto plazo a una mayor fascistización del Estado y rompería casi todo intento de alianza con el populismo, sosteniéndose fundamentalmente en el ejército, al cual bajo el pretexto del conflicto con Venezuela, es reforzado ilimitadamente. De otra parte, una “unidad popular” con las características anotadas, resulta incapaz de hacer frente a cualquier “mano dura” de la burguesía y por mucho tiempo, tal como sucede en Brasil, donde las fuerzas revolucionarias estaban mucho más organizadas, incluso eran parte del gobiemo populista de Goulart.
En este orden de ideas, nosotros descartamos una posible alianza de sectores de la burguesía con la oposición, si ella significa imponer un “desarrollo populista”, o dicho de otro modo, la alianza será posible si la Anapo garantiza no presionar a reformas populistas y progresistas que disminuyan la tasa de acumulación de capitales necesaria para fundar una industria pesada, por ejemplo. ¿Entonces, en qué término podría darse la coalición? Quizá con el señuelo de los puestos oficiales, colmando en parte los anhelos burocráticos. Incluso alcanzaría esta fórmula las metas de “conquista del poder”, entregando el movimiento de masas por arriba y dando lugar a una nueva etapa de escepticismo popular. Quizá por algún tiempo lograrían mantener las espectativas mediante arreglos “nacionalistas” o de más “becas” y “aguinaldos del niño pobre”, lo cual significaría prolongar el engaño de las masas.
Parece, todo lo indica, que estamos abocados a la continuidad burguesa en el poder real mediante dos caras de la misma moneda. Y en ambos momentos auspiciados por una Anapo que pactaría formalmente o de hecho. Es decir, preveemos una “salida” no revolucionaria de la actual coyuntura política, prolongando varios años más la explotación capitalista y el dominio del imperialismo norteamericano, así a un nuevo gobierno le diera por llamarse “nacionalista” y hasta “popular”.
Ante la negritud del futuro, no por que lo desconozcamos sino por que lo presentimos, cabe finalizar este intento de análisis tanto de la política general como de Anapo en particular, con tres preguntas hechas por un grupo revolucionario y sus respectivas respuestas, dejando implícita nuestra solución: Contrapolémica No 1 (julio de 1971):
¿Puede la dinámica espontánea del enfrentamiento antioligárquico de las masas forzar a la Anapo a seguir un programa realmente anti-imperialista? ¿Pueden los cuadros socialistas hoy minoritarios llegar a señalar la línea del partido? ¿Los actuales líderes están dispuestos a llevar a cabo un programa real anticapitalista, anti-imperialista? Estas tres perspectivas, estas tres posibilidades, respondidas por la afirmativa, aisladas o en cualquier combinación, fundan las esperanzas de quienes consideran que la Anapo hará parte importante del frente (de oposición, popular, democrático anti-imperialista, antifeudal, o como quiera llamárselo) que reemplazará al sistema actual y comenzara realizar la transición al socialismo.
La respuesta la podemos ensayar con alguna certeza de acuerdo a lo expuesto hasta el momento y tiene el carácter de proyecto a probar, en el futuro cercano que vivirá el país.
El espontaneismo de masas no ha sido nunca salida revolucionaria. Ofrece mayores posibilidades de agitación, pero ante las dificultades propias y y las que ofrece la burguesía, puede ser truncado con facilidad, cambiados sus objetivos y retomados en parte por la burguesía. Tampoco se aseguran en ningún momento sus dirigentes, puesto que ante la crisis y la batalla librada por la burguesía, no tienen capacidad de respuesta organizada y sistemática, sus cuadros de mando pueden ser detectados con rapidez y puestos fuera de acción.
Pero proponer además que un partido como Anapo recoja el descontento popular y lo encauce para sí, es desconocer lo que hemos analizado hasta el momento. Anapo tiene las características de un gran subproletariado y proletariado manipulado por una clase pequeño burguesa y latifundiaria y no de organización revolucionaria. Entonces no puede reagrupar organizada y consecuentemente a las masas, ni las pertenecientes a su partido ni mucho menos las ubicadas por fuera. Para realizar lo contrario, no necesitaría de ampliar sus adeptos a más del millón y medio, sino tomar parte como vanguardia de las luchas populares. Mas esto supondría un cambio de dirección y ello es lo que no es posible.
Por tales razones Anapo no ha liderado las luchas populares. El espontaneísmo de las masas dentro del partido se halla huérfano de dirección política propia, verdadera, para sí mismas, en cuanto los intereses de ellas no son los de la burocracia del partido. Lo cual nos indica que la dirección pone todavía sus esperanzas en la productividad capitalista, no se ha desprendido de su economía en derrumbe y trata incluso de estabilizar el proceso, buscando no romperlo y dar el salto revolucionario.
Sin embargo, como la crisis no puede ser paralizada, el proceso de ascenso de las masas continuará su curso en parte – dependiendo por el momento de la habilidad burguesa–, y como contrapartida, ya se ven a otros sectores que toman el camino proletario – estudiantes, maestros, profesionales, campesinos, y su destacamento de vanguardia, las guerrillas–, y trabajan fuera de Anapo en el montaje de una fuerza revolucionaria. Es decir, nos hallamos ante un desplazamiento de la dirección política popular, cansados de la oposición que no desemboca en la revolución. Estos grupos, de suyo articulados en la ideología y ciencia marxistas, se desarrollan en la medida que las contradicciones se aceleran. Consideramos legitimo que los núcleos revolucionarios trabajen por fuera de Anapo, en cuanto sus métodos e ideología pueden ser puestos en práctica con mayor facilidad que dentro de un partido caudillista, mediatizado por fuertes intereses no-revolucionarios. La lucha revolucionaria debe ser puesta en práctica por organizaciones arraigadas en el marxismo y jamás por oportunistas burgueses de otro estilo, de idéntica moral e ideología.
¿Existen cuadros socialistas dentro de Anapo? No, sólo vemos liberales de izquierda, que sueltan frases de cliché, pero actúan como la derecha. Es la razón para explicar cómo “la izquierda del partido” no tomó decisiones frente a los acontecimientos del año 1971. Sólo cumplen la función de presentar “atractivo” el partido, de darle su cara risueña frente a las masas. Con ello mantienen la expectativa de un partido “con posibilidades progresistas”, democráticas, cuando en la práctica vemos su resultado: no ataca el statu quo, monopoliza la oposición y no deja crear otras fuerzas más definidas. En otras palabras, el populismo puesto al servicio de la burguesía, indirectamente, que con ello se asusta pero lo utiliza para reafirmarse. Un “anapismo” bien administrado es lo mejor que ha podido encontrar la burguesía para defender sus intereses.
La izquierda liberal de Anapo sujeta su línea a la de todo el partido, cuya dinámica no es ni siquiera progresista hasta el momento. Podemos concluir que cifrar esperanzas en los sectores de izquierda aquel partido , es vivir de las intenciones y buenos propósitos más que de la cruda realidad, tal como lo hemos demostrado. La hora de las decisiones pertenece al caudillo y su familia y no al pequeño sector que subsiste precisamente por no ofrecer peligro, sino como el rostro de agitar y mostrar a las masas.
Concluimos: la dirección de Anapo es imposible de cambiar por la forma caudillesca del partido, mas tampoco tiene posibilidades de modificar su línea política en la medida que sus propios intereses no son los de las masas. Una dirección oportunista, conservadora y con tendencias falangistas en muchos casos, no puede generar un movimiento revolucionario. Es preciso crear y apoyar a los cuadros revolucionarios que trabajen dentro de las masas, radicalicen su proceso y crezcan así en praxis completa, para enfrentarse a los acontecimientos futuros, los cuales exigirán mucha organización, firmeza ideológica y voluntad de llegar hasta el final, hasta la victoria. Las masas piden una política efectiva, verdadera y las nuevas generaciones marxistas no se las pueden negar. ¡Por el fortalecimiento de las organizaciones revolucionarias, adelante!