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Zhu De

Extractos de
"Una mirada retrospectiva a la Revolución de 1911"

10 de octubre de 1961



El Dr. Sun Yat-sen, gran revolucionario democrático, fue el líder universalmente reconocido de la Revolución de 1911. A finales del siglo XIX, surgieron dos facciones entre los políticos burgueses chinos que abogaban por aprender de Occidente. Una reformista, encabezada por Kang Youwei, y otra revolucionaria, dirigida por Sun Yat-sen. El fracaso del Movimiento Reformista de 1898 condujo al hundimiento de la facción reformista, la cual se había hecho la ilusión de que el gobierno de la dinastía Qing podría llevar a cabo ciertas reformas, mientras que se incrementaron rápidamente la fuerza y la influencia de la facción revolucionaria de la burguesía. En 1905, se fundó la Tongmenghui [Liga Revolucionaria de China]. En ese momento Sun Yat-sen formuló un programa revolucionario burgués, en el cual figuraban los postulados de “establecimiento de una república e igualdad de la propiedad de la tierra”. Se trataba de un proyecto de república burguesa, inspirado en el ejemplo de la burguesía occidental. En dicho programa, Sun Yat-sen abogaba por derrocar por la vía revolucionaria la dominación de la dinastía Qing para “establecer una república”. Esto correspondía, en aquella época, a las aspiraciones y las demandas de las amplias masas populares de todo el país.

Luego de fundada la Tongmenghui en Tokio, sus miembros no tardaron en retornar sucesivamente a China e ir a diversas partes del país a organizar grupos revolucionarios y, en unión con otros patriotas, a preparar levantamientos. La situación revolucionaria atravesaba por un creciente auge en todo el país. [...]

El Dr. Sun Yat-sen atribuyó gran importancia al trabajo militar y al trabajo dentro del ejército enemigo. Esto fue de gran importancia para la Revolución de 1911. En 1908, Sun Yat-sen envió a Huang Xing a Hekou, provincia de Yunnan, para desatar un levantamiento, que por desgracia fracasó. Enseguida después, Yang Qui-fan, miembro de la Tongmenghui, organizó junto con otros un levantamiento en Yongchang, que tampoco tuvo éxito. Si bien fracasaron estos levantamientos, el impacto de la revolución fue extendiéndose cada día más en dicha provincia. Yo ingresé en la Tongmenghui en 1909 precisamente bajo la influencia de las ideas revolucionarias democráticas de Sun Yat-sen, cuando estudiaba en la Academia Militar de Yunnan.

Esta academia fue establecida en 1909 por Shen Bingkun, entonces gobernador interino de las provincias de Yunnan y Guizhou, con el fin de preparar personal militar para el gobierno de la dinastía Qing. En el invierno de ese año, cuando Li Jingxi, el nuevo gobernador general, llegó a Kunming para tomar posesión de su cargo, incorporó a la Academia Militar la escuela militar ambulante anexa a la 19ª. zhen [división] del Nuevo Ejército[1]. En aquellos momentos, el rector de esa academia era Li Genyuan, y entre los instructores se contaban Fang Shengtao, Zho Kangshi, Li Liejun, Lou Peijin, Tang Jiyao, Liu Zuwu y Gu Pinzhen. Eran en su mayoría miembros de la Tongmenghui, mientras que los otros o bien lo eran igualmente, o bien estaban influenciados por su propaganda revolucionaria.

En la academia estudiaban más de 500 cadetes, muchos de ellos jóvenes descontentos de la situación entonces existente. No pasó mucho tiempo antes de que se estableciera en esa academia una célula de la Tongmenghui, la cual hizo circular secretamente libros y revistas de propaganda revolucionaria. Tema de frecuente reflexión y discusión era el de cómo desatar una insurrección revolucionaria. Así fue como la Academia Militar de Yunnan se convirtió en una importante plaza fuerte de las fuerzas revolucionarias en esa provincia. Recomendado ante Li Jingxi por Li Genyuan y Luo Peijin, Cai E fue nombrado jefe de la 37ª. xie [brigada] de la 19ª. zhen del Nuevo Ejército de Yunnan. Si bien no era miembro de la Tongmenghui y nunca estuvo abiertamente en contacto con la Academia Militar, era hombre de espíritu patriótico y democrático y mantenía lazos secretos con la Tongmenghui. En aquel entonces, mientras el gobierno de la dinastía Qing reprimía de manera extremadamente sañuda a las fuerzas revolucionarias, Cai E brindó eficaz amparo a las actividades revolucionarias que se desarrollaban en la academia.

En 1911, se graduaron antes del plazo previsto los cien cadetes de la primera promoción de la academia. Dieciocho de ellos fueron colocados como oficiales de las tropas al mando de Cai E y se pusieron a hacer propaganda revolucionaria entre los soldados. Yo, por mi parte, fui asignado al 2° batallón del 74° biao [regimiento] como jefe de pelotón del destacamento de izquierda. El jefe del biao era Luo Peijin, y el guandai [jefe de batallón], Liu Cunhou. Los soldados del Nuevo Ejército, todos ellos reclutas procedentes del campo, ya estaban sumamente descontentos con la tiranía y la corrupción del gobierno de la dinastía Qing, con la brutal explotación de la clase terrateniente, con los castigos corporales y con los insultos que sufrían en el viejo ejército y con la práctica de los oficiales de embolsarse parte de su paga. Por tanto, nos adentramos entre los soldados rasos haciendo propaganda revolucionaria, y entre ellos comenzaron a esparcirse poco a poco las semillas de la revolución.

El 10 de octubre de 1911, estalló el Levantamiento de Wuchang, que dio un gran estímulo al pueblo en Yunnan. Los revolucionarios intensificaron también allí sus actividades entre los soldados. Los gobernantes de la dinastía Qing estaban presa de pánico. Li Jingxi, gobernador general de Yunnan y de Guizhou, mandó construir fortificaciones dentro y fuera de la sede de su gobierno y dio orden de arrestar a los revolucionarios. Luo Peijin, jefe del 74° biao, fue destituido. Li Jingxi reunió un batallón de guardias, un batallón logístico y dos compañías de ametralladoras para defender la sede de su gobierno. Sin embargo, incluso entre dichas fuerzas de custodia existían fuerzas revolucionarias ocultas. El criminal plan de Li Jingxi de hacer una carnicería con los revolucionarios fue puesto secretamente en conocimiento de estos últimos por Li Fenglou, guandai del batallón de ametralladoras. Entonces ya estaban maduras las circunstancias para un levantamiento revolucionario.

El 30 de octubre (el 9 del noveno mes del calendario lunar), los revolucionarios se sublevaron en Kunming. En la noche de aquel día, el 73er. biao del Nuevo Ejército, bajo el mando de Li Genyuan, inició la acción a partir del campo de ejercicios ubicado al norte de la ciudad, y Cai E desató su alzamiento a la cabeza del 74° biao a partir de Wujiaba, cerca del campo de ejercicios al sur de la ciudad. Al levantamiento se sumaron también los cadetes de la Academia Militar y de la Escuela Militar Primaria así como los guardias de Li Jingxi.

La unidad donde yo estaba entonces era el 74° biao. Antes del levantamiento, los mandarines civiles y militares de la dinastía Qing, recelosos de una posible insurrección en el Nuevo Ejército, habían suspendido el abastecimiento de municiones a los soldados de éste. Pero nosotros guardábamos secretamente cada uno cuatro o cinco cartuchos, que habíamos reservado so pretexto de hacer ejercicios de tiro al blanco. Según lo convenido, el levantamiento debía iniciarse a las once de la noche, pero eran apenas las nueve cuando se oyeron disparos en el campo de ejercicios del norte. Luego que se hubieron generalizado el caos y el desconcierto, el general Cai E hizo acto de presencia en el campo de ejercicios del sur, lo cual permitió restablecer rápidamente el orden entre las tropas. Mientras tanto, Li Jingxi oyó también los disparos y, sintiéndose como entre sueños, telefoneó a Cai E para pedirle ayuda. El general Cai E colgó el auricular y enseguida se presentó ante las tropas que se encontraban a la espera de la orden de entrar en acción, y proclamó el comienzo del levantamiento de Yunnan.

Bajo el mando de Cai E, las majestuosas tropas de la insurrección se pusieron inmediatamente en marcha para tomar los accesos a la ciudad. A mí me designaron entonces jefe de una compañía. El 19° biao de artillería, estacionado cerca de nosotros, había recibido la influencia de la propaganda revolucionaria, y se sumó entonces en su totalidad al levantamiento. Cuando atacamos la ciudad de Kunming, el biao de caballería, desplegado ahí por Li Jingxi para defender la ciudad, no opuso resistencia alguna, sino que, al contrario, la mayor parte de sus soldados se incorporaron a nuestras filas. Los cadetes de la Academia Militar que vivían dentro de la ciudad nos abrieron las puertas de la misma.

A las 12 de la noche, todas nuestras tropas habían entrado en Kunming y, hacia la madrugada, ya tenían bajo su control todos sus accesos. Luego, tomé parte en el asalto a la sede del gobierno. Gracias a las vinculaciones secretas que manteníamos con el batallón de guardias y como yo, por orden de la dirección, había realizado personalmente actividades revolucionarias entre los guardias, bastó que los insurgentes iniciásemos nuestro asalto para que ellos depusieran inmediatamente las armas. Li Jingxi huyó presa del pánico. El 31 de octubre, tomamos sucesivamente por asalto otras dos plazas fuertes del enemigo, la colina Wuhua y el arsenal. Nuestras fuerzas mataron en el combate a Zhong Lintong, jefe de la 19ª. zhen. Poco después, se sublevaron también las tropas del Nuevo Ejército que se hallaban en Dali, Lin’an y otros lugares. Los batallones de patrullaje del enemigo que se encontraban fuera de Kunming fueron liquidados sucesivamente, y la provincia de Yunnan quedó totalmente en manos de los insurgentes. El 1° de noviembre, se fundó el gobierno militar de Yunnan. [...]

El fracaso final de la Revolución de 1911 demostró plenamente que era impracticable el proyecto de una revolución burguesa en China. Esto se debía a que China ya vivía en la época del imperialismo y era un país oprimido por éste, y a que el enemigo principal de la revolución era precisamente el poderoso imperialismo internacional. La Revolución de 1911 y las sucesivas luchas desatadas a continuación para salvarla del fracaso fueron derrotadas principalmente por los caudillos militares, que gozaban del pleno apoyo de los imperialistas. Como enseñó Lenin, en la época del imperialismo, una nación oprimida no puede conseguir la auténtica libertad sin una serie de revoluciones. Evidentemente, con el fin de vencer al imperialismo, es imperativo movilizar en forma amplia y profunda a las masas popularesy llevar a cabo una prolongada lucha revolucionaria. Semejante responsabilidad de dirección está decididamente más allá de la capacidad de la burguesía, y únicamente el proletariado es capaz de asumirla. El camarada Mao Zedong dijo: Excepto la clase obrera, “en la época del imperialismo, ninguna otra clase en ningún país puede conducir una verdadera revolución a la victoria.” Dijo además: “¿Por qué terminaron en el fracaso los cuarenta años de actividad revolucionaria de Sun Yat-sen? Porque en la época del imperialismo, la pequeña burguesía y la burguesía nacional no pueden conducir ninguna revolución verdadera a la victoria.”[2] [...]

Con la ayuda del Partido Comunista de China, el Dr. Sun Yat-sen, como demócrata revolucionario burgués que era, también sacó lecciones del fracaso de la Revolución de 1911 y tomó con valentía el camino de la cooperación con el Partido Comunista, con los obreros y campesinos y con la Unión Soviética socialista.




NOTAS

[1] Ejército moderno creado en 1894 tras la guerra chino-japonesa por el gobierno de la dinastía Qing imitando el sistema militar de los países capitalistas occidentales.

[2] Véase “Sobre la dictadura democrática popular”, Obras Escogidas de Mao Tsetung, tomo IV, pág. 436.





Escrito: En octubre de 1961.
Digitalización: Partido Comunista Revolucionario de Argentina.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, año 2002.