Título Original: "Thesen über den Bolschewismus"
Publicado: en Persdienst van de groep van
Internationale Communisten Nš 7, abril 1934.
Traducción: del gallego-portugués el CICA, en Junio del 2005.
HTML: Jonas Holmgren
Sobra aquí hacer mención a la importacia de presentar una traducción fiable en lengua hispana de las «Tesis sobre el bolchevismo» de Helmut Wagner, un texto fundamental del comunismo de consejos.
Puesto que la próxima edición de Ígneo, el boletín trimestral de los Comunistas Revolucionários (Grupo de Comunistas de Consejos de Galiza -Estado español-) se prevee todavía para dentro de dos meses, hemos decidido aprovechar la ocasión de la cercana inauguración de la web del Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques (CICA) para publicar digitalmente el texto en su versión hispana. Esta traducción procede de la gallego-portuguesa, pero ha sido realizada por el mismo traductor de aquella y se puede considerar, pues, como completamente equivalente a una traducción directa del inglés (apoyada a su vez en el original alemán, como se explica en nuestra presentación al texto).
Los acontecimientos durante de los últimos 5 años en Argentina, Ecuador y Bolivia hacen que la difusión en lengua hispana de los textos del comunismo de consejos tenga una urgencia especial. En estos países, con el despertar de una situación revolucionaria en condiciones subjetivamente aún inmaduras, se ha puesto de manifiesto el problema del bolchevismo: por un lado como expresión ideológica que indica de la ausencia o la debilidad de un movimiento revolucionario consciente y amplio del proletariado; por el otro, en la forma de partidos políticos que reclaman para si la dirección del movimiento de masas, proclamando ser las encarnaciones de la conciencia revolucionaria e impidiendo (o desviando) cualquier iniciativa y desarrollo verdaderamente autónomos de la lucha proletaria. En estas condiciones, la clarificación sobre el papel histórico y la naturaleza del bolchevismo desde un criterio de clase es decisiva para el futuro de la revolución proletaria latinoamericana.
Es más, es necesario entender las contradicciones del bolchevismo para poder efectuar una crítica radical de su teoria y su práctica, pues sólo de este modo se puede llevar a cabo un reagrupamiento de los elementos más avanzados de la clase alrededor del objetivo del comunismo, de la autoliberación de los proletarios.
Por todo esto esperamos que la publicación de este texto sea de gran utilidad para la extensión de las ideas comunistas antibolcheviques, que es la finalidad a que sirve el CICA.
Roi Ferreiro, por Comunistas
Revolucionários
26 de Junio del 2005.
Las «Tesis sobre el bolchevismo» fueron elaboradas en 1933 por Helmut Wagner como miembro de la red de luchadores rojos (Rote Kämpfer, RK) en Alemania. El texto resumía las discusiones y posiciones desarrolladas dentro del grupo de Dresde de la RK en el período entre 1931 y 1932, y circuló desde 1933 como un papel hectografiado para la discusión no sólo dentro de la RK, sino también entre otros grupos.
En 1934 las «Tesis» fueron publicadas, por primera vez más abiertamente, en Holanda por el Grupo de Comunistas Internacionales (GIC), a través de su periódico Correspondencia Consejista (Rätekorrespondenz) en holandés y alemán. Ese mismo año las «Tesis» fueron traducidas al inglés por el grupo de comunistas de consejos americanos en torno a Paul Mattick, y publicadas en la revista Correspondencia Consejista Internacional (nº 3, Diciembre de 1934). Esa traducción fue por breve tiempo reimpresa después, como folleto, por la Federación Comunista Anti-Parlamentaria de Glasgow, con el nuevo título de «El papel burgués del bolchevismo. Su relación con el comunismo mundial.» (APCF, Glasgow, 1935). A finales de la década de los 30, este folleto de la APCF se distribuyó internacionalmente durante algunos años. Después de eso, y aunque las «Tesis» sean una sintetización consistente de las posiciones del comunismo de consejos sobre la «cuestión rusa», no se les ha dedicado la necesaria atención.
La versión alemana publicada por el GIC holandés contenía una errata, aparentemente relativa a la numeración de las tesis. En esta versión faltaba la número 60, saltándose directamente de la 59 a la 61. Con esto, el texto alemán acaba aparentemente con 68 teses, cuando en realidad quedaban impresas solamente 67. En la primera traducción inglesa y en las versiones posteriores, esta errata fue corregida cambiando la numeración, de modo que la tesis 61 pasó a ser la 60, la tesis 62 la 61, etc. No obstante, por suerte apareció uno de los manuscritos originales del autor, conservado en el Archivo Federal de Koblenz en Alemania.
Aunque el manuscrito de Koblenz contiene diversas variaciones de forma respecto a la versión final, en su grueso viene a coincidir con ella. En él apareció una tesis "extra" que parece indicar que el salto en la numeración del original alemán hay que explicarlo por una desafortunada omisión de imprenta, no por un error en la numeración. Esta tesis, a la que corresponde el número 60, la incluimos en esta edición, reestableciendo la numeración original.
Si existen traducciones de las «Tesis» al portugués éstas habrán sido efímeras y hoy probablemente estén prácticamente perdidas. En español existe una traducción, publicada en la recopilación titulada «Crítica del bolchevismo» (editorial anagrama, 1976), realizada a partir de una versión francesa. Esta versión española es francamente arbitraria en numerosos puntos en comparación con la primera versión inglesa, de modo que decidimos no utilizarla y partir exclusivamente de la inglesa. Con todo, consultando la versión original alemana, hemos observado ciertas inexactitudes de la traducción inglesa, por lo que optamos por realizar diversas correcciones puntuales a partir del alemán.
Por nuestra parte, el motivo de publicar este texto es que lo consideramos un documento básico para entender la ruptura profunda y total que existe entre el comunismo de consejos y el bolchevismo, y para entender también la historia en general del movimiento obrero y de la izquierda 'marxista' internacional del siglo XX. Constituye, pues, un importante medio para la formación política.
En las «Tesis sobre el bolchevismo» se encuentran resumidos y compilados los posicionamientos de los comunistas de consejos contra el bolchevismo, que se fueron formando a lo largo de todo un proceso evolutivo, especialmente durante el periodo comprendido entre 1918 – comienzo de la Revolución alemana – y principios de los 30. Aunque no constituyen un análisis pormenorizado y exhaustivo, las «Tesis» pueden considerarse en lo esencial como una respuesta acabada de los comunistas de consejos a los partidarios del bolchevismo, superando la tradicional disputa de los años 20 entre la acusación leninista de «izquierdismo» y la refutación «tacticista» procedente del kapdismo[1*]. Los antecedentes directos de las posiciones de Wagner podemos encontrarlos ya en los escritos de Otto Rühle, representante de la tendencia «unitaria»[2*], entre 1920 e 1924, y sintetizados en su libro De la Revolución burguesa a la Revolución proletaria (1924). Por supuesto, hoy las «Tesis» deberían ser actualizadas a la luz del proceso histórico que llega hasta el derrumbe de la URSS. Por eso cualquier propuesta seria de discusión será bienvenida, y la contestaremos en la medida de nuestras posibilidades.
Por último, hemos añadido para esta edición de las «Tesis sobre el bolchevismo» el subtítulo «Su naturaleza de clase y su papel histórico en la praxis proletaria internacional», con objeto de aportar a la lectora o lector una idea rápida y precisa acerca del enfoque y los contenidos del texto.
Lamentamos no disponer de información biográfica del autor. No obstante, en los últimos años fue publicado en español un texto suyo, «El anarquismo y la revolución española», de 1937, en la recopilación «Expectativas fallidas (España 1934-1939). El movimiento consejista ante la guerra y revolución españolas...» (Adrede ediciones, 1999). Una traducción al portugués puede encontrarse en: www.geocities.com/jneves_2000/anarq_rev_espanhola.htm.
Para acabar, damos nuestros agradecimientos por la información histórica sobre el texto y por las versiones alemana e inglesa, al archivo digital del comunismo de consejos Kurasje (web.archive.org/web/20090221055640/www.kurasje.org), dedicado a la publicación de textos en alemán, inglés y holandés.
Comunistas Revolucionários
(Grupo de Comunistas de Consejos de Galiza)
14 de Mayo del 2005
1. En la economía y en el Estado soviéticos, el bolchevismo ha creado para sí mismo un campo cerrado de praxis social. En la III Internacional, ha organizado un instrumento para controlar y influenciar al movimiento obrero a nivel de las rutas internacionales. Sus directivas en materia de principios y táctica son elaboradas como «leninismo». Surge la cuestión: ¿Es la teoría bolchevique, como dice Stalin, el marxismo de la época del imperialismo y la revolución social? ¿Es, según eso, el eje del movimiento revolucionario del proletariado a una escala internacional?
2. El bolchevismo obtuvo su reputación internacional en el movimiento de clase proletario, primero por su sólida lucha revolucionaria contra la guerra mundial de 1914-18 y, segundo, por la Revolución rusa de 1917. Su importancia histórico-mundial descansa en el hecho de que, bajo la sólida dirección de Lenin, reconoció los problemas de la Revolución rusa y, al mismo tiempo, creó en el Partido bolchevique el instrumento mediante el cual aquellos problemas podrían ser resueltos prácticamente. La adaptación del bolchevismo a los problemas alzados por la Revolución rusa se produjo por 20 años de desarrollo esmerado y consistente con ayuda del discernimiento en las cuestiones de clase fundamentales involucradas.
3. La cuestión de si este exitoso dominio de sus tareas le da derecho al bolchevismo a la dirección, en la teoría, en la táctica y en la organización, de la revolución proletaria internacional, envuelve, por un lado, un examen de las bases sociales y precondiciones de la Revolución rusa, y, por otro, de los problemas de la revolución proletaria en los grandes países capitalistas.
4. La sociedad rusa estaba decisivamente condicionada por su posición entre Europa y Asia. Mientras que la más progresiva fuerza económica y la más fuerte posición internacional de Europa occidental habían destruido en Rusia, antes del fin de la Edad Media, los primeros comienzos de un desarrollo comercial capitalista, la superioridad política del despotismo oriental había creado los cimientos del aparato estatal absolutista del Imperio ruso. Rusia ocupaba así no sólo geográfica, sino también económica y políticamente, una posición intermedia entre los dos continentes, combinando sus diferentes sistemas sociales y políticos a su propia manera peculiar.
5. Esta posición internacionalmente ambigua de Rusia ha influido, decisivamente, no sólo en su remoto pasado, sino también en los problemas de su revolución durante las primeras dos décadas del siglo XX. El sistema capitalista creó, en la era de la ascensión imperialista, dos centros, recíprocamente opuestos pero íntimamente entrelazados: en el área fuertemente industrializada de Europa occidental y Norteamérica, el centro capitalista altamente desarrollado del avance imperialista activo; en las regiones agrícolas del Asia oriental, el centro colonial del pasivo pillaje imperialista. La amenaza de clase al sistema imperialista surge, de este modo, de ambos estos centros: la revolución proletaria internacional encuentra su pivote en los países capitalistas de Europa y América, la revolución agraria nacional en los países campesinos de Asia oriental. En Rusia, que estaba en el punto de división entre las esferas de influencia de los dos centros imperialistas, las dos tendencias revolucionarias se mezclaron.
6. La economía rusa era una combinación de la producción agraria anticuada, característica de Asia, y de la economía industrial moderna, característica de Europa. La servidumbre en diversas formas sobrevivía, en la práctica, para una enorme mayoría de los campesinos rusos. Los pequeños principios de la agricultura capitalista fueron así impedidos en su desarrollo. Causaron meramente la quiebra de la aldea rusa, su empobrecimiento indescriptible, dejando mientras al campesino encadenado a una tierra que ya no podía alimentarlo. La agricultura rusa, abarcando cuatro quintos de la población rusa y más de la mitad de la producción total, era hasta 1917 una economía feudal salpicada de elementos capitalistas. La industria rusa había sido implantada en el país por el régimen zarista, que quería ser independiente de los países extranjeros, especialmente en la producción de suministros militares. Dado que, sin embargo, Rusia carecía de la base de un sistema bien desarrollado de oficios manuales y de los rudimentos para la construcción de una clase de «trabajadores libres», este capitalismo de Estado, aunque nacido como producción en masa, no creó una clase obrera asalariada. Era un sistema de servidumbre capitalista, y conservó fuertes rastros de esta peculiaridad hasta 1917, en rasgos tales como el modo de pago del salario, el alojamiento de los trabajadores, la legislación social, etc. Los obreros rusos estaban, por consiguiente, no sólo técnicamente atrasados, sino que también eran en gran medida iletrados y estaban, en una parte amplia, directa o indirectamente ligados a la aldea. En muchos ramos de la industria la fuerza de trabajo estaba formada principalmente por obreros campesinos temporeros, que no tenían ninguna conexión permanente con la ciudad.
La industria rusa era, hasta 1917, un sistema de producción capitalista intercalado con elementos feudales. La agricultura feudal y la industria capitalista estaban, de este modo, mutuamente interpenetradas en sus elementos básicos, y se habían combinado en un sistema que no podía ni ser gobernado por los principios de economía feudales, ni proporcionar los cimientos para un desarrollo orgánico de sus elementos capitalistas.
7. La tarea económica de la Revolución rusa era, en primer lugar, echar a un lado el disimulado feudalismo agrario y su explotación continuada de los campesinos como siervos, junto con la industrialización del campo, colocándolo en el plano de la moderna producción de mercancías; en segundo lugar, hacer posible la creación irrestricta de una clase de verdaderos «trabajadores libres», liberando el desarrollo industrial de todas sus trabas feudales. Esencialmente, las tareas de la revolución burguesa.
8. Fue sobre este fundamento que emergió el Estado del absolutismo zarista. La existencia de este Estado dependía de un equilibrio entre las dos clases poseedoras, ninguna de las cuales era capaz de dominar sobre la otra. Si el capitalismo suministraba la columna vertebral de ese Estado, su sostén político lo proporcionaba la nobleza feudal. La "Constitución", el "derecho al voto" y el sistema de "autogobierno" no podían ocultar la impotencia política de todas las clases en el Estado zarista que, bajo las condiciones del atraso económico del país, habían producido un método de gobierno que era una mezcla de absolutismo europeo y despotismo oriental.
9. Políticamente, las tareas que confrontaba la Revolución rusa eran: la destrucción del absolutismo, la abolición de la nobleza feudal como primer estado y la creación de una constitución política y un aparato administrativo que asegurasen, políticamente, el cumplimiento de la tarea económica de la Revolución. Las tareas políticas de la Revolución rusa estaban, por consiguiente, completamente de acuerdo con sus presupuestos económicos, las tareas de la revolución burguesa.
10. Debido a la peculiar combinación social de elementos feudales y capitalistas, la Revolución rusa enfrentaba también tareas combinadas y complicadas. Difería en su esencia tan fundamentalmente de la revolución burguesa clásica, como se dice que la sociedad del absolutismo ruso de principios del siglo XX difería de la sociedad del absolutismo francés del siglo XVII.
11. Esta diferencia, que correspondía a los fundamentos económicos disimilares, encontraba su más clara expresión política en la actitud de las diversas clases de Rusia ante el zarismo y la revolución. Desde el punto de vista de sus intereses económicos, todas estas clases estaban fundamentalmente en oposición al zarismo. En la práctica política, sin embargo, esta oposición difería no sólo en grado, sino que también era completamente diferente en su objetivo y meta.
12. La nobleza feudal luchaba, fundamentalmente, sólo para extender su influencia sobre el Estado absolutista, deseando mantenerlo intacto para la salvaguarda de sus privilegios.
13. La burguesía, numéricamente débil, políticamente dependiente y directamente ligada al zarismo a través de las subvenciones estatales, realizaba numerosos cambios en su orientación política. El movimiento decembrista de 1825 había sido su único ataque revolucionario al Estado absolutista. En la época del movimiento terrorista de los Narodniki en los 70 y 80, ellos apoyaron el movimiento revolucionario de modo pasivo, con el propósito de fortalecer la presión sobre el zarismo. También intentaron utilizar, como medios de presión, los movimientos huelguísticos revolucionarios hasta las luchas de Octubre de 1905. Su objetivo no era ya el derrocamiento, sino la reforma del zarismo. En el período parlamentario de 1906 a la primavera de 1917, entraron en una fase de cooperación con el zarismo. Finalmente, la burguesía rusa, huyendo de las consecuencias de las luchas revolucionarias de las masas proletarias y campesinas, llegó a la rendición incondicional a la reacción zarista en el período del golpe de Kornilov, que había sido diseñado para reestablecer el anterior poder del Zar. Se había vuelto contrarrevolucionaria aún antes de que las tareas de su propia revolución se cumpliesen. La primera característica de clase de la Revolución rusa es, por lo tanto, el hecho de que, como revolución burguesa, tuviese que ser llevada adelante no sólo sin la burguesía, sino directamente contra ella. Surgió así una alteración fundamental de todo su carácter político.
14. En conformidad con su mayoría aplastante, los campesinos se convirtieron en el grupo social que, por lo menos pasivamente, determinaba la Revolución rusa. Mientras el campesinado capitalista medio y superior, numéricamente menos importante, representaba una política liberal, pequeñoburguesa, los pequeños campesinos hambrientos y esclavizados, numéricamente predominantes, estaban forzados por las necesidades elementales a recurrir a la expropiación violenta de las grandes haciendas. Incapaces de perseguir una política de clase propia, los elementos campesinos rusos estaban compelidos a seguir la dirección de otras clases. Hasta febrero de 1917 habían sido, a nivel de conjunto y a pesar de revueltas esporádicas, la base firme del zarismo. Como resultado de su inmovilidad y atraso masivos, se había hundido la revolución de 1905. En 1917 eran decisivos para acabar con el zarismo, que los había organizado en grandes unidades sociales en el ejército, en el cual ellos mutilaron pasivamente la estrategia de la guerra. Por medio de sus primitivas, pero irresistibles, revueltas en las aldeas durante el subsiguiente curso de la Revolución, suprimiendo así las grandes haciendas, crearon las condiciones necesarias para la victoria de la revolución bolchevique que, durante los años de la guerra civil, había sido capaz de mantenerse solamente a causa de su ayuda activa adicional.
15. A pesar de su atraso, el proletariado ruso poseía una gran fuerza combativa, debido a la escuela implacable de la opresión zarista y capitalista combinadas. Se entregó con enorme tenacidad en las acciones de la revolución burguesa rusa, y se convirtió en su instrumento más afilado y fiable. Como cada una de sus acciones, a través de la colisión con el zarismo, se convertía en una acción revolucionaria, él desarrolló una conciencia de clase primitiva que, en las luchas de 1917, especialmente en la apropiación espontánea de las empresas dominantes, se elevó a la altura de la voluntad comunista subjetiva.
16. La intelectualidad pequeñoburguesa jugó un papel distinto en la Revolución rusa. Intolerablemente restringidas en los asuntos materiales y culturales, obstaculizadas en el progreso profesional, instruidas en las ideas más avanzadas de Europa occidental, las mejores fuerzas de la intelectualidad rusa estaban a la vanguardia del movimiento revolucionario, y mediante su dirección le imprimieron un sello pequeñoburgués, jacobino. El movimiento socialdemócrata ruso, en su elemento dirigente de revolucionarios profesionales, constituye primariamente un partido de la pequeña burguesía revolucionaria.
17. Para la solución de clase de los problemas presentados por la Revolución rusa surgió allí una peculiar combinación de fuerzas. Las enormes masas campesinas formaban su cimiento pasivo; las masas proletarias, numéricamente débiles pero revolucionariamente fuertes, representaban su instrumento de combate; el pequeño elemento de intelectuales revolucionarios emergía como la mente rectora de la Revolución.
18. Este triángulo de clase era un desarrollo necesario de la sociedad zarista, que estaba dominada políticamente por el Estado absolutista, autonomizado, basado en las clases poseedoras desprovistas de derechos: la nobleza feudal y la burguesía. Los peculiares problemas, implícitos en el cumplimiento de la revolución burguesa sin la burguesía y contra ella, crecieron a partir de la necesidad, para el derrocamiento del zarismo, de movilizar al proletariado y al campesinado en la lucha por sus propios intereses y, por consiguiente, de destruir no sólo el zarismo sino las formas existentes de explotación feudal y capitalista. Numéricamente, los campesinos habrían sido capaces de manejar el asunto solos, pero no estaban políticamente en posición de hacerlo en cuanto eran incapaces de hacer efectivos (actualize) sus intereses de clase excepto subordinándose ellos mismos a la dirección de algún otro elemento de clase que, en cierta medida, determinase en que grado los intereses de clase del campesinado se llevaban adelante. Los obreros rusos habían desarrollado, en 1917, los comienzos de una política de clase comunista e independiente, pero carecían de los presupuestos sociales para su victoria, que en tanto victoria de la revolución proletaria tendría que haber sido, también, una victoria sobre el campesinado. Esto era imposible para el proletariado ruso que, en sus diversos estratos, no contaba más que diez millones. De acuerdo con esto, tenían que subordinarse, justamente como los campesinos, a la dirección de un grupo de intelectuales no orgánicamente ligados a sus intereses.
19. La creación de la dirección organizada de la Revolución rusa y el desarrollo de una táctica apropiada es el mérito de los bolcheviques. Ellos lograron la tarea, aparentemente sin esperanza, de crear la alianza contradictoria entre las masas campesinas que luchan por la propiedad privada y el proletariado que lucha por el comunismo, haciendo así posible la revolución bajo estas difíciles condiciones y asegurando su éxito al mantener junta esta contradictoria combinación obrero-campesina con los lazos de hierro de su dictadura de partido. Los bolcheviques constituyen el partido dirigente de la intelectualidad pequeñoburguesa revolucionaria de Rusia; ellos cumplieron la tarea histórica de la Revolución rusa, la conformación de la historia apoyados en el campesinado – revolucionario en el sentido burgués – combinado con la clase obrera – revolucionaria en el sentido proletario – .
20. El bolchevismo tiene todas las características fundamentales de la política revolucionaria burguesa, intensificadas por el discernimiento (tomado del marxismo) de las leyes del movimiento de las clases sociales. La frase de Lenin, «el socialdemócrata revolucionario es el jacobino ligado a las masas», es más que una comparación externa. Es, más bien, una expresión de la afinidad interna, técnico-política, con el movimiento de la pequeñaburguesía revolucionaria de la Revolución francesa.
21. El principio básico de la política bolchevique – la conquista y el ejercicio del poder por la organización – es jacobino. La línea de orientación de la gran perspectiva política y de su realización, a través de la táctica de la organización bolchevique de luchar por el poder, es jacobina; la movilización de todos los medios y fuerzas de la sociedad aptos para el derrocamiento del oponente absolutista, combinada con la aplicación de todos los métodos que prometían éxito; el zigzagueo y el compromiso con cualquier fuerza social que pueda usarse, aun cuando durante el tiempo más breve y en el sector menos importante de la lucha. La idea fundamental de la organización bolchevique, finalmente, es jacobina: la creación de una organización estricta de revolucionarios profesionales que es, y seguirá siendo, la herramienta flexible y militarmente disciplinada de una omnipotente cúpula dirigente.
22. Teóricamente, el bolchevismo no ha desarrollado en modo alguno una estructura de pensamiento propia que pudiese considerarse un sistema cerrado. En lugar de eso, tomó el método marxista de aproximarse a las clases y lo adaptó a la situación revolucionaria rusa, es decir, cambió su contenido básico manteniendo, mientras tanto, sus conceptos.
23. El único logro ideológico del bolchevismo es la conexión de su propia teoría política como un todo con el materialismo filosófico. Como protagonista radical de la revolución burguesa, cae en la ideología filosófica radical de la revolución burguesa y hace de ella el dogma de su propia visión de la sociedad humana. Esta fijación en el materialismo filosófico es acompañada por un continuo recaer en el idealismo filosófico que considera, en última instancia, la praxis política como una emanación de la acción de dirigentes. (La traición del reformismo; el idolatramiento de Lenin y Stalin.)
24. La organización del bolchevismo surgió de los círculos socialdemócratas de revolucionarios intelectuales y se desarrolló a través de luchas fraccionales, escisiones y derrotas, como una organización de dirigentes, con las posiciones dominantes en manos de intelectuales pequeñoburgueses. Su crecimiento ulterior la formó, favorecido por la situación continuamente ilegal, como una organización de carácter militar, basada en revolucionarios profesionales. Solamente a través de un instrumento tan riguroso de dirección podía llevarse adelante la táctica bolchevique, y cumplirse la tarea histórica de la intelectualidad revolucionaria de Rusia.
25. La táctica bolchevique, al servicio de la prosecución de la conquista del poder por la organización, reveló – especialmente hasta Octubre de 1917 – una poderosa solidez interna. Sus continuas fluctuaciones exteriores eran, esencialmente, sólo adaptaciones temporales a las situaciones y relaciones de fuerzas cambiantes entre las clases. De acuerdo con el principio de absoluta subordinación de las masas al fin, sin cualquier consideración acerca del efecto ideológico sobre las clases que dirigía, la táctica fue revisada incluso en cuestiones aparentemente fundamentales. Era la tarea de los funcionarios hacer cada una de estas maniobras entendibles para las «masas». Por otro lado, toda agitación ideológica entre las masas, aun cuando fundamentalmente en contradicción con el programa del partido, fue utilizada. Eso podía hacerse porque el único problema era la captación incondicional de las masas para su política. Tenía que hacerse porque estas masas, obreras y campesinas, tenían intereses contradictorios y una conciencia completamente diferente. No obstante, precisamente por esta razón el método táctico del bolchevismo revela su conexión con la política revolucionaria burguesa; es, de hecho, el método de esa política el que el bolchevismo efectiva.
26. La meta que constituyó el punto de partida del bolchevismo es el derrocamiento del sistema zarista. En tanto que ataque al absolutismo, es de un carácter revolucionario-burgués. A esta meta está subordinada la lucha en torno a la línea táctica dentro de la socialdemocracia rusa. En esta lucha, el bolchevismo desarrolla sus métodos y consignas.
27. Era la tarea histórica del bolchevismo soldar juntos, mediante su táctica de dirección, la rebelión del proletariado y del campesinado, que estaban en planos sociales completamente distintos, para el fin de la acción común contra el Estado feudal. Tenía que combinar la revuelta campesina (la acción de la revolución burguesa en los comienzos del desarrollo de la sociedad burguesa) con la revuelta proletaria (la acción de la revolución proletaria en el final del desarrollo de la sociedad burguesa) en una acción unificada. Solamente fue capaz de lograrlo a causa del hecho de que desplegó una gran estrategia, en la que fueron utilizados los más diversos movimientos y tendencias de clase.
28. Esta estrategia de utilización empieza con la voluntad de capitalizar las más pequeñas divisiones y rupturas en el campo oponente. Así, Lenin habló una vez de los propietarios liberales como «nuestros aliados del mañana», mientras que en otra ocasión salió en apoyo de los sacerdotes que se volvían contra el gobierno debido a su descuido material. También estaba dispuesto a apoyar a las sectas religiosas perseguidas por el zarismo.
29. La claridad de la táctica de Lenin se revela, no obstante, en el hecho de que, sobre todo como resultado de las experiencias de 1905, planteó la cuestión de los «aliados de la revolución» en la línea correcta, en la que se volvió más agudamente contra todos los compromisos con los grupos capitalistas dominantes y restringió la política del «aliado» y de los compromisos a los elementos pequeñoburgueses y pequeño-campesinos, es decir, a aquellos solos elementos que, históricamente, podían ser movilizados para la revolución burguesa en Rusia.
30. La base de clase dual de la política bolchevique se expresa ampliamente en la consigna táctica de la «dictadura democrática de los obreros y los campesinos», que en 1905 se convirtió en la línea guía general de la política bolchevique y que aún arrastraba la idea ilusoria de alguna suerte de parlamentarismo sin la burguesía. Más tarde, fue reemplazada por la consigna de una «alianza de clases entre obreros y campesinos». Detrás de esta fórmula no se ocultaba nada más que la necesidad de poner en movimiento a ambas clases para la política bolchevique de tomar el poder.
31. Las respectivas consignas, bajo las cuales estas dos clases, cruciales para la Revolución rusa, debían ser movilizadas a partir de sus intereses económicos contradictorios, estaban subordinadas sin consideración al único propósito de explotar las fuerzas de estas clases. Para movilizar al campesinado, los bolcheviques, tan pronto como en 1905, acuñaron la consigna de la «expropiación radical de los propietarios de la tierra por los campesinos». Esta consigna podía ser considerada, desde el punto de vista de los campesinos, como una invitación a dividir las grandes haciendas entre los pequeños campesinos. Cuando los mencheviques señalaron el contenido reaccionario de las consignas agrarias bolcheviques, Lenin les informó que los bolcheviques no habían decidido qué habría de hacerse con las haciendas expropiadas. Regular este asunto sería función de la política socialdemócrata cuando la situación surgiese. La reivindicación de la expropiación de las grandes haciendas por los campesinos era, así, de un carácter demagógico, pero tocaba a los campesinos en el punto crucial de sus intereses. De manera similar, los bolcheviques también habían dejado caer consignas entre los obreros, por ejemplo la de los soviets. Lo determinante para su táctica era, simplemente, el éxito momentáneo de una consigna, que no era, en modo alguno, considerada como una obligación de principios por parte del partido a respecto de las masas, sino como el medio propagandístico de una política que tenía por contenido último la conquista del poder por la organización.
32. En el período de 1906 a 1914, el bolchevismo desarrolló, en combinación del trabajo legal y el ilegal, la táctica del «parlamentarismo revolucionario». Esta táctica correspondía a la situación de la revolución burguesa en Rusia. Con ayuda de esta táctica, tuvo éxito en incorporar la guerrilla entre los obreros y el zarismo, y entre los campesinos y el zarismo, dentro de la gran línea de preparación de la revolución burguesa bajo las condiciones rusas. Sobre todo dado que, cada paso en la actividad parlamentaria por parte de la socialdemocracia rusa, adquiría, a consecuencia de la política dictatorial zarista, un carácter revolucionario-burgués. En su táctica de «parlamentarismo revolucionario» los bolcheviques han continuado la política de movilización de las dos clases cruciales de la Revolución rusa en la situación cambiada entre la Revolución de 1905 y la Guerra Mundial, y han utilizado la Duma como Tribuna de su propaganda entre los obreros y los campesinos.
33. El bolchevismo ha resuelto los problemas históricos de la revolución burguesa en la Rusia capitalista-feudal con la ayuda del proletariado como el instrumento activo, combatiente. Se ha apropiado también de la teoría revolucionaria de la clase obrera y ha transformado esa teoría para adecuarla a sus propósitos. El «marxismo-leninismo» no es marxismo, sino un encubrimiento, con terminología marxista adaptada a las necesidades de la revolución burguesa en Rusia, del contenido social de la Revolución rusa. A pesar de ser un medio para comprender la estructura y las tendencias de las clases de Rusia, esta teoría se convierte, en manos del bolchevismo, al mismo tiempo en un medio objetivo para velar el contenido de clase efectivo de la revolución bolchevique. Detrás de los conceptos y consignas marxistas está oculto el contenido de una revolución burguesa que tenía que ser llevada a cabo, bajo la dirección de la intelectualidad pequeñoburguesa revolucionaria, por la base unitaria del proletariado orientado en un sentido socialista y el campesinado ligado a la propiedad privada, contra el absolutismo de los Zares, la nobleza propietaria y la burguesía.
34. La reclamación de la dirección absoluta por parte de la intelectualidad revolucionaria, pequeñoburguesa y jacobina, está oculta detrás de la concepción bolchevique del papel del Partido en la clase obrera. La intelectualidad pequeñoburguesa podía expandir su organización como un arma revolucionaria activa solamente a condición de atraer y utilizar las fuerzas proletarias. Su partido es denominado, por lo tanto, el partido del jacobinismo proletario. La subordinación de la clase obrera combatiente a la dirección pequeñoburguesa era justificada por el bolchevismo con la teoría de la «vanguardia» del proletariado, que él desarrolló en su praxis hasta el principio: el Partido encarna a la clase. El Partido, por lo tanto, no es un instrumento de los trabajadores, sino los trabajadores el instrumento del Partido.
35. La necesidad de basar la política bolchevique en las dos clases más bajas de la sociedad rusa, la transcribe el bolchevismo en la fórmula de una «alianza de clases entre el proletariado y el campesinado», una alianza en la que intereses de clase lógicamente antagónicos son conscientemente alineados.
36. La reivindicación de la dirección incondicional del campesinado es disfrazada por el bolchevismo con la fórmula de la «hegemonía de los proletarios en la revolución». Dado que el proletariado, por su parte, es dominado por el partido bolchevique, la «hegemonía de los proletarios» significa la hegemonía del partido bolchevique y su reivindicación de dominar a ambas clases de la Revolución rusa.
37. La pretensión bolchevique de apropiarse del poder apoyándose en las dos clases encuentra su expresión más elevada en el concepto bolchevique de la «dictadura del proletariado». En conjunción con el concepto del Partido como la organización dirigente absoluta de la clase, la fórmula de la dictadura proletaria significa, desde el comienzo, la fórmula del dominio de la organización bolchevique-jacobina. Su contenido de clase es, además de eso, completamente suprimido a través de la definición bolchevique de la dictadura del proletariado como la «alianza de clases entre el proletariado y el campesinado bajo la hegemonía de los proletarios» (Stalin y el programa de la Comintern.) El principio marxista de la dictadura de la clase obrera es tornado por el bolchevismo en el principio de la dominación por el partido jacobino sobre las dos clases opuestas en sus intereses.
38. El carácter burgués de la revolución bolchevique es subrayado por los propios bolcheviques en su consigna relanzada de la «revolución popular» ("Volksrevolution"), es decir, la lucha común de las diferentes clases de un pueblo en una revolución. Esa es la consigna típica de cualquier revolución burguesa que, detrás de la dirección burguesa, arrastra a la acción a masas de campesinos pequeñoburgueses y de proletarios para sus propios objetivos de clase.
39. En vista de la lucha de la organización por el poder sobre las clases revolucionarias, cualquier actitud democrática del bolchevismo se convierte en un mero movimiento táctico. Esto se ha demostrado por encima de todo en la cuestión de la democracia obrera en los Consejos. En primer lugar, la consigna leninista de Marzo de 1917 sostiene: «Todo el poder para los soviets», el aspecto de dos clases típico de la Revolución rusa, puesto que los Consejos eran «consejos de obreros, de campesinos y de soldados (es decir, otra vez de campesinos)». Además, la consigna era meramente táctica. Había sido erigida por Lenin en la revolución de Febrero porque parecía asegurar la transición «pacífica» del dominio de la coalición social-revolucionaria menchevique al dominio de los bolcheviques, a través del crecimiento de su influencia en los Consejos. Cuando, después de la derrota de la demostración de Julio, la influencia de los bolcheviques sobre los Consejos declinó, Lenin abandonó temporalmente la consigna de los consejos y demandó la organización de otros órganos de insurrección por parte del partido bolchevique. Fue sólo cuando, como resultado del golpe de Kornilov, la influencia de los bolcheviques creció fuertemente de nuevo en los Consejos, que el partido de Lenin retomó la consigna de los Consejos. Dado que los bolcheviques consideraban los Consejos preponderantemente como órganos de insurrección, en lugar de como órganos de autoadministración de la clase proletaria, dejaban claro por completo que para ellos los Consejos eran solamente una herramienta, con ayuda de la cual su partido podría tomar él mismo el poder. Prácticamente, el bolchevismo ha demostrado eso en general no sólo con la organización del Estado soviético después de la conquista del poder, sino también en el caso especial de la represión sangrienta de la rebelión de Kronstadt. Las reivindicaciones campesinas-capitalistas de esta insurrección fueron cumplidas por la política de la NEP; sus reivindicaciones democráticas proletarias, sin embargo, fueron sofocadas con arroyos de sangre obrera.
40. La lucha en torno al contenido de los Consejos rusos condujo, ya en 1920, a la formación de una genuina – aunque en conjunto todavía débil – corriente comunista en el partido ruso. La Oposición Obrera (Utyanikov) representaba la idea de la ejecución de la democracia consejista para la clase obrera. Como cada una de las demás oposiciones posteriores serias de esta orientación, fue erradicada mediante el encarcelamiento, el exilio y la ejecución militar, pero su plataforma permanece como el punto de partida histórico para un movimiento autónomo (selbständigen), comunista-proletario, contra el régimen bolchevique.
41. La actitud de los bolcheviques a respecto de la cuestión sindical está igualmente determinada por el punto de vista del mando y dirección de los obreros por el partido bolchevique. En Rusia, los bolcheviques han despojado completamente a los sindicatos de su carácter de organizaciones obreras, a través de su estatización y militarización prácticas, como a través del carácter compulsorio impuesto después de la conquista del poder. En otros países se han confesado, a fin de cuentas, defensores de las organizaciones sindicales reformistas y burocráticas, y en lugar de defender el aplastamiento de tales organizaciones, los bolcheviques han promovido la «conquista» de su aparato. Ellos eran los más amargos oponentes de la idea de las organizaciones de fábrica revolucionarias (revolutionären Betriebsorganisationen), porque éstas encarnaban la democracia proletaria. Los bolcheviques luchaban por la conquista o renovación de las organizaciones de la burocracia centralista, que ellos pensaban gobernar desde sus propios puestos de mando.
42. Como movimiento de dirigentes de la dictadura jacobina, el bolchevismo en todas sus fases ha combatido consistentemente la idea de la autodeterminación de la clase obrera y demandado la subordinación del proletariado a la organización burocratizada. En las discusiones que tuvieron lugar antes de la guerra sobre la cuestión de la organización, dentro de la II Internacional, Lenin fue un vehemente y rencoroso oponente de la comunista Rosa Luxemburg y se apoyó, expresamente, en el centrista Kautsky, cuya línea de traición de clase, durante y después de la guerra, se ha desenmascarado por completo. El bolchevismo ha demostrado, incluso entonces, tanto como durante todo el tiempo subsiguiente, que no sólo no tiene entendimiento alguno de la cuestión del desarrollo de la conciencia y de las organizaciones de clase del proletariado, sino que también combate por todos los medios todos los intentos teóricos y prácticos de desarrollar organizaciones y políticas de clase reales.
43. El bolchevismo llamó a la revolución de Febrero la revolución burguesa, y a la de Octubre la revolución proletaria, para poder hacer pasar su régimen posterior como dominación de la clase proletaria y su política económica como socialismo. La absurdidez de esta división de la revolución de 1917 se hace clara a partir de la sola consideración de que, en ese caso, un desarrollo de siete meses habría sido suficiente para crear los presupuestos económicos y sociales de la revolución proletaria en un país que había justamente entrado en el proceso de su revolución burguesa, es decir, sería simplemente saltar toda una fase de desarrollo económico y social que requeriría, cuando menos, décadas. En realidad, la revolución de 1917 es un proceso de transformación sucesiva (Umschichtungsprozeß) totalmente unitario y social, que en su curso más exterior comienza con el derrumbe del zarismo y que alcanza su apogeo en la victoriosa insurrección armada de los bolcheviques el 7 de noviembre. Este violento proceso de transformación sucesiva es el de la revolución burguesa de Rusia bajo las peculiares condiciones rusas, creadas históricamente.
44. En este proceso, el partido de la intelectualidad jacobina revolucionaria tomó el poder sobre las dos oleadas sociales del alzamiento de masas, la campesina y la proletaria, y estableció en lugar del triángulo de poder estallado, zarismo-nobleza feudal-burguesía, el nuevo triángulo gobernante, bolchevismo-campesinado-clase obrera. Así como el aparato estatal del zarismo gobernaba sobre las dos clases poseedoras volviéndose independiente, así el nuevo aparato estatal bolchevique comenzó él mismo a volverse independiente de su doble base de clase. Rusia pasó de las condiciones del absolutismo zarista a las del absolutismo bolchevique.
45. La política de los propios bolcheviques alcanza, en el período de la revolución, su nivel más alto en la recuperación y dominación de las fuerzas de clase de la revolución. Llega a la culminación de su táctica revolucionaria en la preparación y ejecución de la insurrección armada. La cuestión del alzamiento violento se convirtió para los bolcheviques en la cuestión de una acción militar exacta, fijada hasta en la fecha y planificada, cuya cabeza – así como fuerza impulsora y decisiva – es el partido bolchevique con sus formaciones militares. La concepción, preparación y ejecución de la insurrección armada por los bolcheviques lleva el cuño evidente de la política de la conspiración jacobina (por otro lado, en la Revolución rusa la única posible), es decir, de la insurrección bajo las peculiares condiciones de la ejecución de la revolución burguesa contra la burguesía.
46. El carácter interno de la revolución bolchevique como una revolución burguesa se revela en las mismas consignas económicas de esta revolución. Para las masas campesinas, los bolcheviques representaban, de la manera más radical, la reivindicación de la expropiación violenta de los bienes y tierras de los terratenientes mediante la acción espontánea del pequeño campesinado deseoso de tierras. Ellos expresaron perfectamente en su práctica y consignas agrarias (Paz y Tierra) los intereses de los campesinos sobre la protección de la pequeña propiedad privada -los cuales luchan, por lo tanto, en una línea capitalista- y fueron así, en la cuestión agraria, los campeones implacables de los intereses del pequeño capitalista, y no, por lo tanto, de los intereses proletarios-socialistas contra la gran propiedad feudal y capitalista.
47. Las reivindicaciones económicas de la revolución bolchevique no estaban llenas, ni en lo que respecta a los obreros, de un contenido socialista. Lenin rechazó en varias ocasiones, con especial agudeza, la acusación menchevique de que el bolchevismo representaba una política utópica de socialización de la producción en un país que aún no estaba maduro para ello. Los bolcheviques aclararon que, en la revolución, no se trataba en absoluto de una cuestión de socialización de la producción, sino de control de la producción por los trabajadores. La consigna del control de la producción sirvió al intento de mantener el capitalismo como fuerza de la organización técnica y económica de la producción, pero privándolo de su carácter de explotación. El carácter burgués de la revolución bolchevique y de la autorrestricción bolchevique de este carácter económico burgués -en contraposición a la confirmación bolchevique de los resultados del derrocamiento de 1917-, no podría mostrarse más claramente que en esta consigna del control de la producción.
48. La fuerza elemental del avance de los obreros, por un lado, y el sabotaje de los patronos destronados por el otro, impulsaron, mientras tanto, más allá la política industrial del bolchevismo, hasta la apropiación de las empresas industriales por la nueva burocracia estatal. Lenin describió la economía estatal, al principio estrangulada durante todo el periodo del comunismo de guerra por la sobreorganización (Glavkismo), como capitalismo de Estado. La denominación de la economía estatal bolchevique como socialista es el producto de la era estalinista.
49. El propio Lenin no tenía, con todo, otra concepción fundamental de la socialización de la producción que la de una economía estatal dirigida burocráticamente. Para él, la economía de guerra alemana y el servicio postal eran modelos de organización socialista de la producción, es decir, organización económica directamente burocrática y centralista, dirigida de arriba a abajo. Él vio solamente el lado técnico, no el lado proletario y social, del problema de la socialización. Lenin se apoyó igualmente, y con él el bolchevismo en general, en los conceptos de la socialización propuestos por el centrista Hilferding, que en su «Capital financiero» había esbozado un cuadro idealizado de un capitalismo completamente organizado. El problema real de la socialización de la producción, es decir, de apropiarse de las empresas y de la organización de la economía a través de la clase obrera y de sus órganos de clase, los Consejos económicos, el bolchevismo lo pasó totalmente por alto. Y tenía que ser pasado por alto, porque la idea marxista de la asociación de productores libres e iguales es directamente opuesta, en esencia, al dominio de una organización jacobina, y porque Rusia no posee las condiciones sociales y económicas necesarias para el socialismo. El concepto de la socialización de los bolcheviques no es, por consiguiente, nada más que una economía capitalista apropiada por el Estado y dirigida, desde fuera y desde arriba, por su burocracia. El socialismo bolchevique es capitalismo organizado por el Estado.
50. Durante la Guerra Mundial, los bolcheviques representaron un punto de vista coherentemente internacional bajo la consigna «Convertir la guerra imperialista en guerra civil» y se comportaban, aparentemente, como marxistas coherentes. Pero su internacionalismo revolucionario estaba tan determinado por su táctica en la lucha por la Revolución rusa, como lo estuvo más tarde su giro hacia la política de la NEP en la propia Rusia. El apelo al proletariado internacional era sólo un aspecto de una política a gran escala, para el refuerzo internacional de la revolución rusa. El otro aspecto era la política y la propaganda de la «autodeterminación nacional» de los pueblos, en la que la perspectiva de clase era abandonada, incluso más enteramente que en el concepto de «revolución popular», en favor de un apelo general a todas las clases de ciertos pueblos.
51. Este «internacionalismo de dos clases» de los bolcheviques, con sus dos caras, se originó a partir de la situación internacional de Rusia y de la de su revolución. Rusia está entre los dos centros del sistema mundial imperialista, geográfica y sociológicamente. En Rusia – la intersección de la tendencia imperialista activa y la tendencia colonial pasiva del capital mundial – este sistema se desmoronó. Las clases reaccionarias de Rusia probaran ser incapaces de juntarlas de nuevo, como han demostrado su decisiva derrota en el golpe de Kornilov – y, más tarde, en la guerra civil – . El único peligro auténtico, que amenazaba la revolución rusa, era el de la intervención de los poderes imperialistas. Sólo la invasión militar por parte del capital imperialista podría hacer caer al bolchevismo y restaurar el zarismo – construido en el sistema mundial de explotación imperialista al mismo tiempo como una herramienta y como un material – . El problema de la defensa activa del bolchevismo contra el imperialismo mundial consistía, por lo tanto, en contraatacar en los centros imperialistas de poder. Esto se produjo a través de la política internacional de doble rostro del bolchevismo.
52. Con la mirada en la revolución proletaria mundial, el bolchevismo, para conectar al proletariado internacional con su revolución, propagó un ataque al centro del imperialismo mundial en los países capitalistas altamente desarrollados. Con la política del «derecho a la autodeterminación de las naciones», el bolchevismo propagó un ataque por parte de los pueblos campesinos oprimidos del lejano Oriente al centro colonial del imperialismo mundial. Con una política internacional bilateral, orientada por grandes perspectivas, el bolchevismo intentó prolongar el brazo proletario y el brazo campesino de su revolución en el área internacional del capitalismo mundial.
53. La posición del bolchevismo en la «cuestión nacional» es práctica; por lo tanto, no sólo una conveniencia de la revolución burguesa en su propio país, la cual quería golpear al zarismo con la ayuda de los instintos nacionales de las capas campesinas y de las nacionalidades, oprimidas de diversos modos, del Imperio Ruso. Este es, al mismo tiempo, el internacionalismo campesino de una revolución burguesa que fue llevada la cabo en la era del imperialismo mundial, y que sólo podía mantenerse fuera de las mallas de la red internacional imperialista y altamente capitalista con la ayuda de una contra-política orientada y activada internacionalmente.
54. Como herramientas de la dirección bolchevique de esta política, de refuerzo internacional de la revolución burguesa llevada a cabo en suelo nacional ruso, el bolchevismo intentó crear dos organizaciones internacionales: la III Internacional para utilizar a los trabajadores de los países capitalistas altamente desarrollados, y la Internacional Campesina, como una organización para la utilización bolchevique de los campesinos orientales asiáticos. Como clave final de esta doble política de clase, apareció la idea de la revolución mundial, en la que el proletariado internacional europeo y americano, y la revolución campesina nacional – principalmente asiático-oriental – debían ser remachados en una nueva unidad internacional de la política mundial bolchevique, bajo la estricta dirección de Moscú. Así, el concepto de «revolución mundial» tenía para los bolcheviques un contenido de clase totalmente diferente. Ya no tiene nada en común con la idea de la revolución proletaria internacional.
55. La política internacional del bolchevismo le condujo, por lo tanto, a repetir la Revolución rusa a una escala mundial, mediante la utilización simultánea de las revoluciones proletaria y burguesa-campesina, y a hacer de la Dirección del partido bolchevique de Rusia la comandante de un sistema mundial bolchevique que acoplaría los intereses proletarios-comunistas y campesinos-capitalistas. Esta política fue positiva en la medida en que ha protegido al Estado bolchevique de la invasión imperialista mediante el continuo inquietamiento los Estados capitalistas y, de este modo, le ha proporcionado tiempo para construirse a sí mismo gradualmente dentro del sistema imperialista mundial, otra vez mediante los métodos capitalistas de relaciones comerciales, acuerdos económicos y pactos militares de no-agresión. Esto ha dado a Rusia la oportunidad para una edificación y extensión nacionales sin obstáculos de su propia posición interna. La política de dos frentes del bolchevismo fue negativa en cuanto, en ambos aspectos, el intento de trasladar las políticas bolcheviques activas a la escala internacional fracasó. Con el golpe de la derrota de la política bolchevique en China, el experimento de la Internacional Campesina ha quebrado por completo. La III Internacional, después del lamentable desmoronamiento del Partido Comunista de Alemania, no es ya un factor en la política mundial bolchevique. El intento gigantesco de trasplantar la política bolchevique rusa a la escala mundial ha fracasado históricamente. La restricción nacional-rusa del bolchevismo es también una demostración de eso. Con todo, el experimento bolchevique en la política de poder internacional ha dejado tiempo y espacio para la retirada del bolchevismo a su posición nacional-rusa y para la conversión a los métodos imperialistas-capitalistas de política internacional. Teóricamente, esta retirada encuentra su expresión en la fórmula «socialismo en un sólo país», eliminando así la ligación internacional del concepto de «socialismo» después de que la praxis económica rusa le halla, ya, hurtado su contenido de clase proletario y lo halla convertido en un disfraz de tendencias capitalistas de Estado, que se encuentran igualmente en el reformismo y en los movimientos del fascismo pequeñoburgués.
56. Es, de hecho, inesencial, después de disponer de los resultados prácticos de 15 años de política del Estado bolchevique y de la Internacional bolchevique, si Lenin tenía o no, en el momento de la fundación de la Comintern y previamente, una idea diferente de la efectividad de esta Internacional bolchevique. En la práctica, el bolchevismo con su concepto del «derecho a la autodeterminación de las naciones» ha desarrollado las tendencias a una política de poder bolchevique mundial. También ha contribuido, a través de la Comintern, decisivamente al resultado de que el proletariado europeo haya sido incapaz de elevarse a la altura de la percepción profunda (einsicht), comunista revolucionaria, y en su lugar haya permanecido atrancado en el lodo de los conceptos reformistas, reavivados por el bolchevismo y decorados con frases revolucionarias. Así ocurrió que, el concepto de la «Patria rusa», se ha convertido en la piedra angular del conjunto de la política de los partidos bolcheviques, mientras que para el comunismo proletario la clase obrera internacional está en el centro de toda orientación internacional.
57. El establecimiento del Estado soviético fue el establecimiento de la dominación del partido del maquiavelismo bolchevique. La base sociológica del poder estatal bolchevique, autonomizado por encima de las clases y con la nueva capa social de la burocracia bolchevique, estaba compuesta por el proletariado y el campesinado rusos. El proletariado, encadenado por los métodos de la afiliación compulsoria a los sindicatos y por el terrorismo de la Checa, formó la base de la economía estatal bolchevique dirigida burocráticamente. El campesinado escondió, y esconde aún hoy en sus filas, las tendencias capitalistas-privadas de la economía soviética. El Estado soviético estaba, entre las dos tendencias, siendo echado continuamente hacia atrás y hacia delante en su política interior. Intentó dominarlas a través de métodos violentos, tales como la política del plan quinquenal y la colectivización forzosa. En la práctica, no obstante, solamente ha incrementado las dificultades económicas, llegando al peligro de una explosión de las contradicciones económicas a causa del intolerable sobretensionamento de las fuerzas de los obreros y los campesinos. El experimento de la economía estatal planificada burocráticamente del bolchevismo no puede, en modo alguno, calificarse finalmente como exitoso. Los grandes cataclismos internacionales que amenazan Rusia habrán de incrementar las contradicciones de su sistema económico hasta hacerlas intolerables y pueden acelerar enormemente el derrumbe del – hasta ahora – gigantesco experimento económico.
58. El carácter interno de la economía rusa está determinado por las siguientes circunstancias: se basa en el fundamento de la producción de mercancías. Es gestionada según el punto de vista de la rentabilidad capitalista. Muestra un sistema de remuneración y de emulación decididamente capitalista. Ha llevado los refinamientos de la racionalización capitalista hasta el extremo. La economía bolchevique es producción estatal con métodos capitalistas.
59. Esta producción estatal produce, junto con la producción, plusvalía, la cual les es exprimida al máximo a los trabajadores. El Estado ruso no revela, ciertamente, clase del pueblo alguna que, individual y directamente, sean los beneficiarios de la producción de plusvalor; pero ésta se embolsa este plusvalor a través del aparato parasitario burocrático en conjunto. Además de para su propia conservación, bastante costosa, la producción de plusvalía sirve para la expansión de la producción, el sostenimiento de la clase campesina y como medio de pago para las obligaciones extranjeras del Estado. De modo que, además de la capa económicamente parasitaria de la burocracia dominante, los campesinos rusos, como capa entera y parte diferenciada del capital internacional, son los beneficiarios del plusvalor generado por los obreros rusos. La economía estatal rusa es, por consiguiente, una producción de beneficio y una economía explotadora. Es capitalismo de Estado bajo las condiciones históricamente únicas del régimen bolchevique y representa, por lo tanto, un tipo diferente y más avanzado de la producción capitalista, como han de mostrar los países más grandes y avanzados.
60. Este hecho del capitalismo de Estado bolchevique sitúa el problema de la liberación del proletariado ruso nuevamente en la agenda. La nueva revolución proletaria en Rusia contra la burocracia bolchevique y su Estado, así como contra el campesinado capitalista que ha sido fortalecido políticamente en las colectividades, solamente puede tener lugar en conexión con una nueva revolución proletaria en los grandes Estados capitalistas. Esto es tan inevitable como aquella, especialmente dado que el periodo del capitalismo de Estado bolchevique y su fuerte política de industrialización han mejorado mucho sus perspectivas.
61. La política exterior de la Unión Soviética se ha subordinado al punto de vista de proteger la posición de poder del partido bolchevique, y del aparato estatal controlado por él. Económicamente, el gobierno ruso lucha por apoyo para su construcción industrial, que fue impulsada hacia adelante con los más grandes esfuerzos. El aislamiento de la economía de la Rusia soviética generó una vigorosa política de supresión de la autarquía compulsoria, mientras mantenía el control del monopolio comercial exterior. Tratados comerciales y de abastecimiento, acuerdos concesionarios, así como acuerdos de crédito voluminosos, reestablecieron el vínculo de la economía estatal rusa con la producción mundial capitalista y sus mercados, en los cuales Rusia entró, en parte como una consumidora cortejada, y en parte como un competidor sensible. Por otro lado, la política de conexión económica con el capital mundial compelió al gobierno soviético a procurar relaciones amistosas y pacíficas con los poderes capitalistas. Los principios de una política mundial bolchevique, aún propagados, estaban subordinados de modo oportunista al desnudo tratado comercial. La política exterior entera del gobierno ruso obtuvo el carácter de una diplomacia típicamente capitalista y, finalmente, escindió de modo definitivo, en el campo internacional, la teoría bolchevique de su praxis.
62. En el centro de propaganda exterior de la Comintern, el bolchevismo estableció la tesis del «cerco imperialista de la Unión Soviética», aunque tal frase no armonizaba en lo más mínimo con las complicadas líneas de conflictos de intereses imperialistas y sus agrupamientos continuamente cambiantes. Intentó movilizar al proletariado internacional para su política exterior y, a través de una política de los Partidos Comunistas, en parte parlamentaria y en parte golpista, crear inquietud desde dentro en los Estados y, de esta manera, fortalecer la posición diplomática y económica de la Unión Soviética.
63. Los antagonismos entre la Unión Soviética y los poderes imperialistas llevaron a la contra-propaganda ideológica de la Comintern bajo las consignas: «Amenaza de guerra contra la U.R.S.S.», «Proteged la Unión Soviética». De este modo, con estas oposiciones, los trabajadores eran presentados una y otra vez como los únicos determinantes en la política mundial por antonomasia; les era apartada la mirada de la realidad efectiva de los hechos de la política exterior. Los adherentes de los partidos comunistas fueron convertidos, por encima de todo, en ciegos y oportunistas defensores de la Unión Soviética y fueron llamados a engaño acerca del hecho de que, la Unión Soviética, se había vuelto hacía mucho tiempo un factor igual de la política mundial imperialista.
64. La declaración continua del grito de alarma, acerca de una guerra inminente de los poderes imperialistas combinados contra la U.R.S.S., sirvió en la política interior para justificar la militarización intensificada del trabajo y la creciente presión sobre el proletariado ruso. Al mismo tiempo, no obstante, la Unión Soviética tenía – y tiene – el mayor interés en evitar cualquier conflicto militar con otros Estados. La existencia del gobierno bolchevique depende internamente, en gran medida, de evitar cualesquiera convulsiones en la esfera de la política exterior, tanto bélicas como revolucionarias. Por consiguiente, la Comintern ha mantenido en la práctica, en contradicción flagrante con su vieja teoría y propaganda, una política de sabotaje de todo verdadero desarrollo proletario revolucionario, y en los partidos comunistas extiende bastante abiertamente la concepción de que la edificación de la Unión Soviética debe ser afianzada primero, antes de que la revolución proletaria en Europa pueda ser empujada más allá. Por otro lado, el gobierno ruso ha empleado, ciertamente, fuertes gestos contra los poderes imperialistas por motivos de prestigio, pero en la práctica siempre capituló ante ellos. La «venta» de la vía férrea manchú al imperialismo japonés es un ejemplo de la capitulación irresistible de la U.R.S.S. al oponente imperialista. El reconocimiento, fáctico y con prisas, de la Unión Soviética por parte de los Estados Unidos de América en ese mismo momento, es, a la inversa, una prueba de que los poderes imperialistas también saben evaluar positivamente el factor de la Unión Soviética dentro del marco de su política de intereses contraria. Pero, sobre todo, la Unión Soviética ha documentado su asociación con el capitalismo iniciando y extendiendo relaciones económicas particularmente firmes con el fascismo italiano y con la Alemania de Hitler. La Unión Soviética aparece como un apoyo económico fiable, y con ello también como un apoyo político, de los más reaccionarios Estados de las dictaduras fascistas en Europa.
65. La política de entendimiento incondicional de la U.R.S.S. con los Estados capitalistas y imperialistas no tiene sólo razones económicas. Tampoco es meramente una expresión de inferioridad militar. La «política de paz» de la Unión Soviética está, más bien, totalmente garantizada decisivamente por la situación interna del bolchevismo. Su propia existencia como un poder estatal autonomizado depende de su éxito en mantener un equilibrio entre la clase obrera dominada y el campesinado. A pesar del avance realizado en la industrialización del país, la posición del campesinado ruso es aún extremadamente fuerte. Primero, en sus manos está todavía en gran medida, a pesar de todas las políticas represivas desde arriba, la decisión sobre la alimentación del país. En segundo lugar, la colectivización ha fortalecido no sólo el poder económico, sino también el poder político del campesinado, que como antes está aún luchando por intereses capitalistas privados. Pues la «colectivización» en Rusia significa una unión colectiva de campesinos propietarios privados, con el mantenimiento de los métodos capitalistas de contabilidad y distribución. En tercer lugar, finalmente, una guerra y el armamento de masas del campesinado formaría las condiciones para una renovada y violenta revuelta campesina contra el sistema bolchevique; justo como, por el otro lado, una revolución del proletariado europeo haría también probable una rebelión abierta de los obreros rusos. Sobre estas bases, la política de entendimiento entre el gobierno soviético y los poderes imperialistas es una necesidad vital para el absolutismo bolchevique.
66. La propia Comintern se ha convertido en una herramienta para la manipulación de la clase obrera internacional para los objetivos oportunistas de la glorificación nacional y la política de seguridad internacional del Estado ruso. Había sido puesta en pie, en sus partes de fuera de Rusia, mediante la unificación de los cuadros revolucionarios del proletariado europeo. Utilizando la autoridad de la revolución bolchevique, el principio organizativo y la táctica del bolchevismo fueron impuestos por la Comintern con la máxima brutalidad y sin consideración de las divisiones inmediatas. El Comité Ejecutivo (Y.C.C.I.) – otra herramienta de dirección de la burocracia gubernamental de Rusia – se convirtió en el comandante absoluto de todos los partidos comunistas y su política fue completamente desligada de los intereses revolucionarios efectivos de la clase obrera internacional. Las frases y resoluciones revolucionarias sirvieron de cobertura para la política contrarrevolucionaria de la Comintern y sus partidos, que a la manera bolchevique se han convertido en partidos de la traición a la clase obrera y de la demagogia irrestricta, como se convirtieron los partidos socialdemócratas. Así como el reformismo pereció, en el sentido histórico, con la fusión de su aparato con el capitalismo, así la Comintern naufraga por la ligación de su aparato a la política capitalista de la Unión Soviética.
67. El bolchevismo, en los principios, la táctica y la organización, es un movimiento y un método de la revolución burguesa en un país predominantemente campesino. Llevó al proletariado – orientado en un sentido socialista – y al campesinado – orientado en un sentido capitalista – a un alzamiento revolucionario bajo la dirección dictatorial de la intelectualidad jacobina, contra el Estado absolutista, el feudalismo y la burguesía, con el propósito de aplastar el absolutismo capitalista-feudal y, con una gran estrategia de utilización, acopló juntos los intereses de clase opuestos de proletarios y campesinos con ayuda del discernimiento de clase de las leyes del desarrollo social.
68. El bolchevismo es, por consiguiente, no sólo inservible como criterio (Richtpunkt) para la política revolucionaria del proletariado internacional, sino que es uno de sus más duros y peligrosos impedimentos. La lucha contra la ideología bolchevique, contra las prácticas bolcheviques y, por lo tanto, contra todos los grupos políticos que buscan anclarlas de nuevo en el proletariado, es una de las primeras tareas en la lucha por la reorientación revolucionaria de la clase obrera. La política proletaria solamente puede desarrollarse partiendo del terreno de la clase proletaria y con los métodos y las formas de organización apropiados para ello.
[1*] Esta refutación «tacticista» se encuentra desarrollada en la Respuesta de Herman Gorter al Izquierdismo de Lenin, que puede encontrarse en español en la página de ediciones espartaco internacional, en el libro descargable «La izquierda comunista germano-holandesa contra Lenin». Por entonces, los comunistas de consejos estaban en buena parte vinculados al KAPD (Partido Obrero Comunista de Alemania) fundado en 1920, y consideraban que las diferencias con los bolcheviques eran cuestiones tácticas basadas en la confusión de las condiciones orientales y occidentales de la lucha de clases. Solamente a partir de la expulsión de la III Internacional, de la derrota de la revolución alemana y del curso de la política bolchevique en Rusia y en el mundo entre 1921 y 1924, se irá produciendo el viraje de la fracción consejista «kapedista» hacia las posiciones antibolcheviques radicales, las cuales ya se venían sustentando por parte de la tendencia «unitaria» desde 1921 (ver nota 2). Las «Tesis» constituyeron así, posteriormente, un paso adelante en la unificación de los comunistas revolucionarios frente al bolchevismo.
[2*] La tendencia «unitaria» abogaba por la supresión del partido político y el pleno desarrollo de las Uniones Obreras alemanas como organizaciones unitarias económicas y políticas a la vez, considerando que en las condiciones revolucionarias la lucha económica se transformaba directamente en política y viceversa, y que los partidos políticos, inclusive el KAPD (ver nota anterior), representaban una contradicción con el libre desarrollo de la actividad proletaria de masas. Otto Rühle, uno de sus mayores y primeros representantes, decía ya en 1920, después de su viaje a Rusia como delegado del KAPD al II Congreso de la III Internacional, que «Los obreros rusos están incluso más explotados que los obreros alemanes», y en 1921 denunciaba abiertamente que: «Rusia tiene la burocracia del Comisariado, que gobierna. No tiene un Sistema de Consejos. Los Soviets son elegidos de acuerdo con listas de candidatos propuestos por el Partido; existen bajo el terror del régimen y, de este modo, no son Consejos en un sentido revolucionario. Son consejos 'de exposición', una decepción política. Todo el poder en Rusia reside en la burocracia, el enemigo mortal del Sistema de Consejos.
Pero la autonomía proletaria y la economía socialista requieren el Sistema de Consejos; en éste todo se produce según la necesidad, y todos toman parte en la administración. El Partido impide que Rusia logre un Sistema de Consejos, y sin consejos no hay construcción socialista, no hay comunismo. La dictadura del partido es un despotismo de los comisarios, es capitalismo de Estado...»
«...La dictadura zarista era la de una clase sobre todas las demás clases, la de los bolcheviques es la del 5% de una clase sobre las otras clases y sobre el 95% de su propia clase.» (Otto Rühle, «Cuestiones Fundamentales de Organización», publicado en Die Aktion, nº 37, 1921.)