Escrito: En 1923.
Primera vez publicado: En Molodaia Gvardiia (Joven Guardia), n° 3, 1923, pp.
111-24.
Traducción al castellano: Por Camila Pérez, en base al
articulo de Vinogradskaya, "Крылатый Эрос товарищ Коллонтай",
en Каким должен быть коммунист: старая и новая мораль: сборник
Молодая Гардия
(Lo que debe ser un comunista: vieja y nueva moral. Una colección de Joven
Guardia), 1926.
Esta edición: Marxists Internet Archive, octubre
2017.
En su artículo titulado "¡Abran paso al Eros alado!" (y esta es una "Carta a la juventud obrera"!) , la camarada Kollontai empieza diciendo:
"Joven camarada: me preguntas qué lugar corresponde al amor en la ideología proletaria. Te admira el hecho de que en los momentos actuales la juventud trabajadora «se preocupe mucho más del amor y de todas las cuestiones relacionadas con él» que de los grandes asuntos que tiene que resolver la República de los obreros. Si esto es así —difícilmente puedo apreciarlo desde lejos—, busquemos juntos la explicación de este hecho y hallemos la respuesta a este primer problema: ¿Qué lugar corresponde al amor en la ideología de la clase obrera? "
En su anterior carta sobre la moral, la camarada Kollontai reformuló las preguntas de su correspondiente en sus propias palabras, con lo cual había motivos para pensar que allí no había nada que citar. Pero en este artículo la pregunta del "joven camarada" está entrecomillada a fin de que sea leída como una verdadera carta. Si esta carta fue escrita por una persona verdadera de la Rusia soviética, entonces deberíamos, creo que con el total acuerdo de la abrumadora y genuina mayoría estudiantil proletaria, declarar que esto es una calumnia contra la juventud. Quizás hay individuos en la juventud, posiblemente incluso entre la juventud del partido, para quienes los problemas sexuales han eclipsado todo lo demás, dejando el resto de los problemas a un costado, incluyendo el problema de la revolución proletaria, que apenas comenzó y que sólo alcanzó la victoria en un único país. Pero sería totalmente falso declarar que ésta es una característica de "toda la juventud obrera" o de su mayoría. Si la camarada Kollontai necesita mostrar que está escribiendo acerca de su queridos "temas eróticos" no por su propio interés sino porque fue incentivada por la misma juventud, entonces podría resolver dicho problema sin necesidad de citas de cartas que malinterpretan la situación de Rusia. Sobre este tema es probable que ella no carezca de creatividad.
De todas formas, la camarada Kollontai, en lugar de fijarse cómo están las cosas en nuestra realidad, inmediatamente declara: "busquemos explicaciones".
Un buen ejercicio, ¡buscar explicaciones para algo que ni siquiera existe! Una pregunta podría de manera involuntaria planteársele al lector: ¿por qué no buscar la explicación de por qué la camarada Kollontai está tan deseosa de ofrecernos su "explicación", y si todo va bien con su marxismo y su comunismo? ¿Por qué, después de todo, la camarada Kollotai tan tercamente desea ser la Verbitskaya de nuestra prensa comunista y enfatizar constantemente el problema del sexo? ¿Puede una veterana y muy experimentada comunista no tener nada más sobre lo que escribir? ¿Tenemos realmente tanta prosperidad en todas las áreas de la vida que solo nos falta discutir cómo abrir las alas de Eros? ¿O es que sólo las cuestiones que el intelectual socialista filisteo es capaz de plantearse llegan a sus oídos y a su conciencia, mientras que los actuales pensamientos y sentimientos de las trabajadoras (no de las mujeres histéricas ni de las nerviosas filisteas) son desconocidos por la compañera?
La camarada Kollontai hace la salvedad de que "desde lejos", en Noruega, no puede determinar hasta qué punto la cuestión del amor es de importancia vital para la juventud. No obstante, esto no la detuvo a la hora de tomar la posición de que la juventud está completamente absorbida por la cuestión del amor, por la búsqueda de la "felicidad".
¿Cómo son realmente las cosas entre nosotros en lo concerniente al amor y al sexo entre la juventud y entre los trabajadores y las trabajadoras?
¿Acaso ha cambiado algo desde la guerra civil? Sin dudas, cambios, desplazamientos, convulsiones han tenido lugar aquí como en la totalidad de la situación de nuestras vidas en el período de calma temporaria que siguió a la guerra civil, o mejor dicho, en el período de cambio de las formas de lucha contra la burguesía bajo la NEP (Nueva Política Económica). La revolución dio rienda suelta a todas las energías, tanto físicas como intelectuales, de cada miembro individual de la clase obrera y ofreció amplias perspectivas para su aplicación. Sin embargo, en sí misma no permitió que las "libertades" se plasmaran en la creación de nuevas formas de vida hasta que la lucha finalizó. En el estadio de intensa lucha de clases, con sus consignas y su exigencia de "completar la guerra hasta la victoria", toda la atención de las masas ha estado concentrada en la cuestión de la lucha directa contra el enemigo. Pero el proceso de disolución de las viejas formas recién mencionado ya estaba madurando completamente. Toda la vida sexual con sus problemas estaba, por lo tanto, siendo puesta a un costado y sólo ahora pueden estas cuestiones de importancia secundaria comenzar a jugar un rol más importante (si la revolución alemana no las saca de la agenda). Un rol más importante - debemos expresarlo de esta manera para no cometer el error de exagerar la cuestión, eso es todo.
No existe argumentación para decir que las cuestiones del amor están comenzando a interesar a la juventud estudiantil más que en el pasado. La encuesta sobre la vida sexual completada por los estudiantes de la Universidad de Sverdlov contiene material interesante al respecto. Pero hay una distancia abismal entre dicho interés y el entusiasmo por las cuestiones sexuales llevado al punto de arrasar con el estudio y la tarea fundamental de la lucha del proletariado. Por el contrario, sabemos que los jóvenes estudiantes dedican buena parte de sus energías a estudiar, a pesar de las condiciones materiales en que nuestros jóvenes estudiantes proletarios y en las que el cuerpo estudiantil comunista se encuentran, y si hay un interés en los problemas sexuales, también hay el doble de interés en el materialismo y el triple de interés en la economía política, etc. La revista de la Universidad de Sverdlov, en la que el artículo arriba mencionado se publicó, puede servirnos de evidencia de esto. Esta revista, obviamente procediendo de las necesidades de jóvenes estudiantes, dedica casi todas sus páginas a cuestiones académicas y solo la más insignificante porción a la cuestión del sexo.
En la vida de los trabajadores, tanto la cuestión del sexo como los problemas de la nueva familia están siendo discutidos en mayor medida que anteriormente. Pero sería una gran injusticia afirmar que contemplamos una predominancia de los intereses y las opiniones decadentes de los Sanin. Conocemos de un caso en el que un comunista, un viejo miembro del partido, le disparó a una persona no perteneciente a nuestro partido por celos. No hace mucho tiempo en Moscú dos estudiantes de la Academia de Guerra se batieron a duelo por una mujer. Este hecho en sí mismo requiere atención. Debe ser puesto en el contexto de las transformaciones del estado de ánimo general. Pero sería una calumnia decir que en todo el Ejército Rojo ese tipo de duelo ha comenzado a imponerse. [...]
Por otro lado, no hay duda de que los antiguos lazos en la esfera de la familia y de las relaciones sexuales están sufriendo un proceso de ruptura y experimentando cambios continuos en todas partes, causados por la nueva economía y por la mentalidad de las personas, que en algunos aspectos incluso va más allá de la economía. Pero la disolución de estos lazos procede de manera extremadamente lenta. La transición del comunismo de guerra a la NEP ha tendido más a retrasar (temporalmente, al menos) que a acelerar este proceso. Si los estudiantes proletarios y la juventud protestan un tanto tormentosamente en general contra los antiguos preceptos pequeñoburgueses en el área de las relaciones sexuales, llegando incluso a formas desordenadas de relaciones sexuales e intentando fundamentarlas, entonces se trata, en general, sólo de una pequeña parte del total del proletariado y está lejos de ser una característica de la totalidad. Pero todo esto habla de actitudes un tanto descuidadas hacia las cuestiones de la vida sexual y de la poco atenta y poco compañera actitud hacia las mujeres, ya que en la presente situación son las mujeres solas las que tienen que lidiar con los frutos de este amor. Pero repito que esto está lejos de significar que las cuestiones sexuales atraen la atención fervorosa de la juventud y los aparta del problema principal. Más a menudo se habla de lo contrario: la regla del "Eros alado", cuyo adorno con plumas de pavo real es proclamado por la camarada Kollontai como la primera de las ocupaciones del marxismo y de la ideología proletaria.
Es necesario además tener en cuenta el hecho de que, debido a la coeducación de la juventud, a su participación conjunta en todas las formas de deporte y finalmente, al abandono general de las divisiones artificiales entre hombres y mujeres en nuestra vida pública, al espíritu general de compañerismo hacia las mujeres (que todavía está lejos de ser un compañerismo suficiente) - entre nosotros tanto el amor como el cuerpo femenino ya no son la fruta prohibida, esa manzana del paraíso, los temas de todo tipo de suspiros y de sueños reprimidos, como lo eran en el pasado. Cuando los artistas de la pintura renacentista en sus lienzos cantaban himnos a la magnificencia del cuerpo femenino, violando las etiquetas del ascetismo cristiano, cuando tales motivos resonaban en la literatura burguesa liberacionista en los subsiguientes siglos, todo eso era natural, comprensible, necesario y progresivo. Pero ahora, después de todo, tenemos tiempos distintos, morales distintas, canciones distintas. Las frutas prohibidas se han vuelto accesibles a todos hace rato. Las relaciones entre personas de diferentes sexos son completamente diferentes - son mucho más racionales. En tal situación, el patetismo a lo Georges Sand de la camarada Kollontai, su sobrestimación de los problemas de amor, su revolucionarismo ostentoso y artificial en esta área, me producen una graciosa y lamentable impresión.
El problema de amor no tiene la décima parte de la significación en nuestras vidas que la camarada Kollontai desea atribuirles en sus artículos, en los que inútil y patéticamente desperdicia su pathos y su entusiasmo. Es realmente como ponerse a matar moscas a cañonazos.
Por otro lado, lo que es realmente importante y está relacionado con el problema del sexo, aparte del erotismo, son, por ejemplo, las cuestiones de la familia, la cuestión de los niños, de la posteridad en general, cuestiones que preocupan a los trabajadores, especialmente a las trabajadoras, más que cualquier otra. Estas preguntas no le interesan a la camarada Kollontai. Pero más sobre esto a continuación. [...]
¡Qué estilo! ¡Efectivamente, estamos frente a una obra maestra! Entonces, la camarada Kollontai sostiene que la situación de Rusia es ahora tan positiva que ya es tiempo de comenzar a ocuparnos del "Eros alado" y nos pide que reordenemos las relaciones sexuales. Cómo, ya lo vamos a investigar concretamente. Aunque por hábito dice más arriba que la pausa [en la revolución mundial y la guerra civil] es "temporal y relativa", según sus conclusiones y sugerencias prácticas parecería que tuvo lugar un cambio fundamental. Tal evaluación de la situación general es una ilusión muy perjudicial, cuya inadmisibilidad está tan claramente apoyada ahora por los acontecimientos en Alemania. También es necesario aclarar que el error de la camarada Kollontai está lejos de ser un error puramente individual. En el contexto de la NEP, durante tres años de tregua, en un vasto número de camaradas se ha consolidado la psicología de la "renovación pacífica". De alguna manera, se ignora y se olvida que la revolución proletaria triunfó en tan sólo un sector, un sector mucho menos importante que el económico o cultural. Todos nosotros repetimos por costumbre que las grandes batallas están por delante, que todos los peligros que nos están amenazando son enormes. No obstante, en la práctica, muchos actúan como si ya tuviéramos resuelta la cuestión del socialismo, si no completamente, al menos a medias. No sería superfluo por lo tanto recordar a todos, en particular al propagandismo de la nueva época en la esfera del amor, las bellas palabras del camarada Trotsky en este sentido, aunque pronunciadas en un contexto diferente:
"[Hemos puesto los problemas culturales en la orden del día. Al proyectar nuestras preocupaciones de hoy sobre un porvenir lejano, podemos llegar a imaginar una cultura proletaria. De hecho, por importante y vital que pueda ser nuestra política cultural, se sitúa enteramente bajo el signo de la revolución europea y mundial.] Seguimos siendo, como antes, soldados en campaña. Tenemos por ahora una jornada de reposo, y hemos de aprovecharla para lavar nuestra camisa, cortarnos y peinarnos el cabello y ante todo limpiar y engrasar el fusil. Todo nuestro trabajo económico y cultural de hoy no es más que una cierta puesta en orden de nuestro equipamiento entre dos batallas y entre dos campañas. Los combates decisivos están todavía delante de nosotros y, quizás, no demasiado lejos. [Nuestra época no es aún la época de una cultura nueva, sino sólo el umbral hacia ella. Lo primero que debemos hacer es apoderarnos oficialmente de los elementos más importantes de la vieja cultura, al menos en la medida que nos permita abrirle camino a la nueva.]"
Si le hubiésemos preguntado a la camarada Kollontai si concuerda con estas líneas, probablemente se hubiese ofendido por la pregunta. Uno pensaría eso. ¡Ella es, después de todo, una gran "izquierdista"! Pero al mismo tiempo, aparentemente carece de la lógica necesaria para pensar hasta el final lo que su actual énfasis en la cuestión del Eros significa políticamente. Ella carece de la intuición marxista y comunista para entender que, independientemente de la substancia misma de sus ideas, su énfasis excesivo y su hincapié exagerado sobre este problema es un gran error político. Es un error desde el punto de vista de las condiciones reales en las que nuestros trabajadores y trabajadoras comunistas deben todavía vivir y trabajar, algo que no debe ser olvidado. ¿Qué recomienda, en realidad? ¿Qué es lo que se supone que debe ocupar nuestras mentes? Tenemos inflación, pobreza, bajos salarios. Los requerimientos elementales de las masas trabajadoras están lejos de estar satisfechos. Más de la mitad de nuestro país es analfabeto. Los jóvenes estudiantes viven en terribles condiciones materiales; les falta comida, ropa; no hay suficientes libros de texto para abastecerlos. Miles de jóvenes contrajeron tuberculosis y padecen desórdenes nerviosos por la tensión mental y la malnutrición. Muchos años de trabajo se necesitan antes de que la acumulación socialista comience a funcionar como es debido, de modo que podamos proveer de alojamiento, vestimenta y educación a los cientos de miles de huérfanos, etc. Pero los pensamientos de la camarada Kollontai están puestos en otro lugar. El "dulce Eros alado", imagínense, está nuevamente reclamando sus derechos; "la energía sobrante del alma está buscando expresarse en experiencias espirituales"; "la lira afinada del alado ídolo del amor", etc., etc.
Puedo afirmar con seguridad que, a todos los lamentos de la camarada Kollontai, nuestra juventud consciente (no los estudiantes secundarios ni los hijos de los hombres de la NEP), responderá, no con una "lira afinada", sino con el resoplar de un instrumento monótono, ese al que llamamos "silbato". Y, lo que es más, probablemente seremos acusados, por lo que sé, de arar en la arena por usar la pluma [para responderle] en lugar de ese apropiado y simple artefacto. Sin embargo, si continuamos con un análisis serio de lo escrito por nuestra respetada embajadora en Noruega, entonces, dado que la camarada Kollontai sigue disfrutando de algo de respeto en ciertos círculos de trabajadoras y de la juventud, sus admiradores demandarán de nosotros argumentos sobre su posicionamiento.
Por cierto, me parece que, si los últimos escritos de la camarada Kollontai fueran traducidos al alemán y leídos por los trabajadoras y comunistas alemanes, ellos nos considerarían, habiendo publicando estas cosas en órganos comunistas para las mujeres y la juventud, o bien locos o... comenzando a degenerar rápidamente. Basta con recordar lo que el atormentado y agotado proletariado alemán enfrenta para darse cuenta de la gran carencia de tacto que semejante literatura representa en la escala internacional, habiendo salido de la pluma de una de las líderes recientes del movimiento comunista de mujeres trabajadoras.
Lo que es más, la camarada Kollontai ve en la futura sociedad, también, lo que desea ver, y a pesar del hecho de que ella (y esto ya se ha vuelto un hábito entre nosotros) repite una y otra vez que no debemos elaborar profecías acerca de lo que vendrá, calmando su conciencia marxista con esta frase, no puede contener la curiosidad de contemplar ese futuro y explayarse ampliamente sobre él. Ella escribe: "Eros, el dios del amor, ocupará un puesto de honor como sentimiento capaz de enriquecer la felicidad humana en esta nueva sociedad, colectivista por su espíritu y sus emociones, caracterizada por la unión feliz y las relaciones fraternales entre los miembros de la colectividad trabajadora y creadora. [...] En ese mundo nuevo la forma normal, reconocida y deseable de las relaciones entre los sexos estará basada puramente en la atracción sana, libre y natural «sin perversiones ni excesos» de los sexos; las relaciones sexuales de los hombres en la nueva sociedad estarán determinadas por el «Eros transfigurado»."
La camarada Kollontai por ende está preparada, a fin de propagandizar su propia visión de Eros, no sólo a distorsionar toda la historia, sino también rehacer todo el futuro a su gusto. En la sociedad comunista, resulta que las relaciones entre los sexos deben estar organizada al "estilo Kollontai". Cierto, "sobre gustos no hay nada escrito" dice el proverbio, pero ante cualquier intento de imponer los gustos particulares y privados de un persona en la sociedad futura, debemos protestar cueste lo que cueste.
En este sentido, las palabras del camarada Preobrazhensky son totalmente adecuadas, cuando dice en su folleto: "Concretamente, ¿es posible, desde el punto de vista de los intereses proletarios, plantear y responder al cuestionamiento en cuanto a qué formas de relaciones entre los sexos serán las más compatibles, no con las relaciones sociales de producción actuales, sino con las relaciones sociales en el socialismo: la monogamia, las relaciones temporales o las así llamadas relaciones sexuales desordenadas? Hasta ahora, los defensores de uno u otro planteo respecto a este problema han tendido substanciar con todo tipo de argumentos sus preferencias y hábitos personales en lugar de darnos una respuesta sociológicamente correcta y basada en un punto de vista de clase. Aquel que acuerda con la vida familiar y personal un tanto filistea de Marx y con su inclinación por la monogamia, intenta hacer de la forma monogámica del matrimonio un dogma, avanzando fundamentos biológicos y sociales. Aquellos que se inclinan por lo opuesto, buscan aprobar los ‘matrimonios fugaces’ y el ‘comunismo sexual’ como la forma natural del matrimonio en la futura sociedad. La realización de este tipo de relaciones entre los sexos es a veces vista con orgullo, como una ‘protesta en acción’ frente a la presente moral pequeñoburguesa sobre la familia. En realidad, todas esas declaraciones sobre esta problemática muestran el hecho de que quienes expresan las posiciones mencionadas recomiendan para la sociedad comunista sus gustos personales como una ‘necesidad objetiva’."
¿Qué es lo que la camarada Kollontai recomienda a los trabajadores y trabajadoras, y a nuestra juventud?
La totalidad de su artículo se compone de una continua moralización filosófica en el campo de las relaciones sexuales. Y la historia de la Edad Media está examinada críticamente en aras de esta moralidad. Ella recomienda lo siguiente:
"¿La multiplicidad del amor en sí misma estará acaso en contradicción con los intereses del proletariado? Todo lo contrario: esta multiplicidad del sentimiento de amor en las relaciones entre los sexos facilita el triunfo del ideal de amor que se forma y cristaliza ya en el seno mismo de la clase obrera: el amor-camaradería."
Por multiplicidad del amor se refiere a la cohabitación de un hombre con varias mujeres y viceversa. Estamos lejos de querer argumentar contra la "multiplicidad" del amor. Pero resulta necesario decir una cosa. El querer vivir con varias otras personas es, en primer lugar, una cuestión de temperamento, un producto de las características puramente subjetivas y de las preferencias subjetivas del individuo. Pero la posibilidad de una realización amplia de tales preferencias personales depende ante todo de la economía, de en qué medida la construcción del socialismo ha avanzado, de qué tan grande es el plusproducto de la sociedad; en una palabra, depende de cómo la colectividad ha consumado el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad.
Es completamente posible que en la sociedad futura, cuando el éxito de la producción haga posible el total desarrollo de la personalidad humana, cada persona tendrá la suficiente libertad en su vida y en su accionar como para que las formas de las relaciones mutuas entre los sexos estén determinadas casi completamente por las inclinaciones personales, por sus temperamentos, etc. Sin embargo, debemos pensar que muy probablemente también habrá principios reguladores en términos de cuáles formas de interacción son las mejores desde el punto de vista de la medicina y la eugenesia.
Pero volviendo a la situación de nuestra existencia cotidiana, de nuestra realidad, debemos decir que todas estas preguntas sobre la realización de las relaciones sexuales giran (en condiciones de pobreza y desempleo, sobre todo entre las mujeres, y de falta de educación) principalmente en torno a la cuestión de la familia y de los niños. En este sentido, nuestra autora se mantiene en total silencio, limitándose al área puramente psicológica de las discusiones sobre el amor e invariablemente refiriéndose a los "intereses del proletariado", a la "ideología proletaria", etc. Mantenerse en silencio sobre esto es mantenerse en silencio sobre lo más importante, sobre lo más ardiente, sobre los problemas más profundos de la mujer trabajadora, de toda mujer, y lógicamente, de todo varón. [...] Las masas no comparten en absoluto el punto de vista de que el amor existe por el amor en sí mismo, y de que la mujer y el hombre deben mirarse mutuamente como objetos de placer. ¿Es el amor realmente, tomado como una conexión social y biológica, una especie de arte por el arte? ¿No es realmente el preludio de la reproducción, de la crianza de los niños? No es superfluo indicar el hecho de que en la fiesta aniversario organizada por la Sección de Mujeres Trabajadoras del Comité Central (Zhenotdel) en honor del cumplimiento de los tres años de la revista Kommunistka, varias trabajadoras en sus discursos protestaron en contra del hecho de que en la revista artículos como éste de la camarada Kollontai fueron publicados. Dentro de estas consideraciones, una de ellas señaló que el artículo de la "hermana" camarada Kollontai era tan ajeno al espíritu de las trabajadoras que, en general, no lo entendieron. De ese modo, el festejo en honor al aniversario de la revista Kommunistka inesperadamente terminó con una crítica a la posición de la camarada Kollontai en la esfera de Eros. Una trabajadora de la Sección de Mujeres del Donbass estuvo absolutamente en lo cierto al observar: "Entre nosotras no hay cuestionamientos sobre el amor. Entre nosotras hay cuestionamientos acerca de los niños. Esa es la cuestión. ¿Y cuál es la situación de los niños? Más de medio millón de niños no tienen vivienda, están dependiendo del Estado y viviendo en la pobreza, traumatizados, frecuentemente en condiciones de pesadilla. Hay decenas de miles de niños que las obreras no tienen dónde dejar debido a la falta de guarderías, de casas de niños y de jardines. La cuestión de la crianza social es la cuestión central de la familia y el problema del sexo no nos preocupa hoy en día". Pero todas estas cuestiones, tan profundamente problemáticas para las mujeres trabajadoras, cuestiones a las que ellas están esperando respuesta por sobre todas las cosas, son ignoradas por la camarada Kollontai con el más obstinado de los silencios. Ella se ocupa exclusivamente de la psicología del amor, de las emociones subjetivas de los amantes, y no piensa que si nuestras trabajadoras se vuelcan en gran escala al "Eros alado" y se dan el lujo de practicar el "amor múltiple", para un gran número de ellas eso significaría un aumento de la familia, la necesidad de criar nuevos niños, en un momento en el que no sabemos qué hacer con los que ya tenemos. […]
Vivimos en un siglo de enormes revueltas sociales, en comparación con las cuales el terremoto sin precedentes del Japón parece menor e insignificante. Décadas de revoluciones y guerras socialistas requerirán una intensificación enorme de las fuerzas proletarias, y personas no menos templadas que el acero con el cual van a saldar cuentas con el viejo mundo. Nuestro Partido ha conseguido producir personas así. Pero ni nuestro Partido ni la generación de revolucionarios populistas que lo precedieron educaron a los jóvenes que los seguían sobre los problemas del amor. Tenían demasiado por lo que preocuparse. Y ahora nuestra juventud responderá perplejamente, en el mejor de los casos, a los intentos de la camarada Kollontai de educar a la joven generación de revolucionarios en los problemas del amor, que cautivaban en su momento a los parásitos como Pechorin y Onegin mientras se sentaban en las espaldas de sus siervos.