Fuente: Communist Review, Vol. III, agosto de 1922, No. 4.
Publicado: Por Communist Party of Great Britain.
Traducci? al castellano: Juan Fajardo, en base al texto publicado en el Evelyn Trent Roy Internet Archive en marxists.org.
Derechos: Licencia CC,
Marxists Internet Archive, 2011.
UNA madre rusa, en agonía, escribe al periódico de Moscú, Pravda, lo que sigue:
"Soy una viuda con cuatro hijos, y nadie en el mundo que me ayude. Mi hija mayor tiene catorce años, la menor siete años. No hemos tenido nada que comer durante días, y veo a mis hijos cada vez más y más débiles. No hay comida. La menor estaba en cama, muriendo. En la noche mi hija mayor vino a mí y me dijo que había que matar la pequeña por el bien de los demás, y darles algo de comer. Le dije que no podía ser, pero luego ví los rostros apretados de los tres pequeños muertos de hambre, y pensé que en cualquier caso, la menor habría de morir pronto, porque no teníamos como salvarla. Accedí y en la noche, mi hija mayor y yo fuimos en silencio mientras los demás dormían, y con un cuchillo matamos y cortamos el cuerpo de mi hija menor. Ahora hay comida para los otros niños, pero yo no puedo comerla, sabiendo lo que es. Me dirijo a usted para preguntarle si he hecho mal, y me ofrezco para el castigo. "
Este es sólo uno de un centenar de casos similares que ocurren diariamente en la región de la hambruna de Rusia, donde durante nueve meses se ha desatado el hambre, complementado por un amargo frío y virulentas epidemias. Diecinueve millones de personas se han visto afectadas por esta gran catástrofe, que se nombrará entre las peores de la historia. Y, para añdir al horror del hambre, del frío, de la enfermedad, de la peste y del sufrimiento de todo tipo, — ¡el canibalismo! Un pueblo civilizado, una vez el más tierno, más amante de la risa y más feliz de la familia de las naciones, ha revertido a la barbarie. Las madres secretamente matan a sus hijos, las familias se alimentan de la carne de los que han muerto; vampiros humanos desentierran los cadáveres congelados que han sido enterrados, para salvarse a si mismos de la muerte.
¿Quién es responsable de estos horrores?
Las miles de gargantas enemigas de Rusia gritarán "los bolcheviques."
Pero aquellos que conocen la verdad les responderán, "el Capitalismo".
No hablemos aquí de las causas de la hambruna. Cuidadosos historiadores registrarán el hecho de que siete años de guerra habían agotado la mano de obra, el ganado y las semillas de la región productora de cereales más rica de Rusia a tal punto que, desde 1918, la escasez de cultivos había producido una condición que amenazaba con hambruna incluso antes de que la sequía fulminante de 1921 completara los estragos causados por la guerra y la revolución. Hablemos, en vez, de la razón por la cual, en este siglo XX, con todas las facilidades de la ciencia y la civilización a la entera disposición de la humanidad, con telégrafos e inalábricos y los ferrocarriles y rápidos galgos oceánicos listos para actuar como agentes dispuestos a transportar ayuda de un extremo del mundo al otro, ¿por qué es que diecinueve millones de personas en cualquier lugar, ya sea en las orillas del Volga o del Ganjes, se deben reducir al hambre y al canibalismo?
¿Cómo es que en el año de gracia 1921, con los graneros de los países más cristianos a punto de reventar y con los agricultores en quiebra por falta de un mercado para vender sus granos, con las fábricas del mundo ociosas para aliviar la exceso de sobreproducción durante la guerra, y como consecuencia de esto cientos de miles de hombres y mujeres desempleados caminando por las calles de todas las grandes metrópolis en busca de trabajo, con grandes barcos congestionando todos los puertos y los trenes vac?s cruzando cada continente, con predicadores Cristianos tronando los Diez Mandamientos y haciendo proselitismo para que los paganos adoren a su Dios de amor y bondad humana, con todo esto y más, ¿cómo es que la famélica Rusia no es alimentada y suministrada con los materiales indispensables que le permitan el proximo año a ayudarse a sisma? En verdad, es un enigma, ya que, al hacerlo, la parálisis de la sobreproducción y el desempleo que paraliza el mundo cristiano encontrarían alivio inmediato.
"¿Pero quién va a pagar?", pregunta el hombre de negocios del siglo XX, que reza todos los domingos en la iglesia por perdón por las transgresiones de la semana. "Los bolcheviques están en quiebra; han abolido la propiedad privada y el hambre es su castigo. Que sufranhasta que cambien sus ideas o su gobierno."
Los gobiernos capitalistas consultaron juntos cuando la llamada de auxilio salió hace un año -cuando todavía había suficiente comida para mantener a la aterrorizada población hasta que llegase el alivio, cuando el cálido sol aún brillaba en los campos arruinados, y el agua y los ferrocarriles estaban abiertos al transporte de toda la ayuda que se podría enviar. El Consejo Económico Supremo de la Sociedad de las Naciones deliberó; los Primeros Ministros y Presidentes de las grandes potencias del mundo celebraron pesados conclaves, y la suma total de sus decisiones es que ni ayuda ni crédito podría extenderse a un Gobierno que repudió su deuda externa.
Mientras tanto, desde Samara, los Urales, y las regiones del Volga, una migración de las gentes salió ciegamente, como en épocas pasadas, hacia el norte, el este, el sur y el oeste, en busca de alimento. Los que se quedaron fueron aquellos cuyos magros almacenes de alimentos aún duraban, o quienes creían que la ayuda prometida llegaría a tiempo para salvarlos antes de las nieves del invierno. Julio, agosto, septiembre hicieron su ardiente curso y las lluvias tardías comenzaron a caer. Los patéticos cultivos que se habían logrado estaban ya agotados. Octubre marcó el comienzo de un invierno temprano. Aun más personas abandonaron sus hogares y se lanzaron a una búsqueda desesperada, instintiva por regiones de abundancia. Ya un tercio de la población de los distritos de la hambruna había sido llevadada, ya sea por las migraciones o muertes por hambre y enfermedades. La gente había empezado a cavar en la tierra en busca de raíes. Aquellos a quienes les quedaba un caballo, una vaca, perros, gatos o cualquier animal doméstico, ló mataron y se lo comieron, agradecidos por esta ración. Aquellos que no tenían, cazaban ratones, ratas, golpeaban la corteza de los áboles, y mordían los pastos. Los más débiles -ancianos y ancianas, los niños pequeños- enfermaron y murieron. Luego vino la helada, treinta grados bajo cero, sin madera para calentar los huesos flacos que cada día salían más debajo de la piel agrietada de los hambrientos.
La ayuda llegó -primero ayuda rusa, milagrosamente dada por los que no teníaan qué dar. Pueblos y aldeas contribuyeron harina y papas; los trabajadores dieron su trabajo; los soldados y civiles formaron cuerpos de voluntarios para trabajar en estaciones de socorro; toda la población fue mobilizada por un enérgico Estado para luchar contra el hambre, tal como había sido movilizada para luchar contra la invasión extranjera, la contrarrevolución, y la nueva crisis ecoómica. Quince millones de puds de semillas fueron enviados de inmediato a los distritos de hambre para la siembra de otoño, para asegurar la cosecha del año venidero. Comedores, hospitales, servicio de trenes, hogares para niño, estaciones de recepción, se establecieron en las zonas afectadas, y transporte a las grandes ciudades fue proporcionado para parte de las personas desamparadas y hambrientas, donde fueron atendidos en las instituciones del Estado. Todos los departamentos del gobierno, el ejécito, las fábricas, talleres, y todo grupo organizado contribuyó su cuota con mantener albergues para niños o adultos, con trabajar horas extra cada semana, con contribuciones especiales de comida y ropa. Todos los salarios y las raciones fueron gravados para pagar una contribución mensual a los que sufrían hambre. Días especiales se destinaron en los centros industriales, en los que toda la producción se destinó al fondo contra la hambruna. Toda la tremenda propaganda y aparato organizativo del gobierno soviético se volcó sobre el problema del alivio a las provincias afectadas, y mucho antes de que el primer tren de carga de alimentos fuese enviado desde el exterior, el Partido Comunista de Rusia había medido la necesidad terrible y había organizado todos los recursos del país para satisfacerla lo mejor que pudo.
Luego vinieron los cu?ueros, la Comisión Nansen, y la American Relief Administration. Los cuáqueros, que han mantenido centros de alimentación para los niños desde la Revolución, fueron los primeros en el campo después de los rusos. Su organización ha crecido a tal punto que ahora alimentan a 83 mil personas, y han recaudado un fondo de £300.000. Luego vino la American Relief Administration, y todo el mundo en Rusia recuerda la emoción de la esperanza de que corrió por el país cuando la noticia se publicó que el acuerdo había sido firmado en Riga, y el primer tren de alimentos de América había cruzado la frontera rusa veinticuatro horas más tarde. Con un fondo de 15.000.000 dólares detrás de ellos, y su organización perfeccionada durante el servicio de la guerra, muestran un registro de 1.800.000 niños y niñas alimentados hasta el 31 de enero con la promesa de 2.000.000 niños y 5.000.000 de adultos para el 1 de febrero. La Comisión Nansen para el trabajo de socorro internacional en Rusia ha reunido, hasta el final de enero, £1,000,000, con 250.000 adultos y niños alimentados. El Comité de Socorro de la Hambruna de la Repúlica del Lejano Oriente había entregado, hasta el 15 de febrero, 600.000 rublos de oro y 100.000 puds de producto alimenticio, esta cantidad incluyendo las contribuciones de otros países de Extremo Oriente como China y Mongolia. La Federación Internacional de Organizaciones Sindicales (La Internacional de Amsterdam) y la Segunda Internacional en conjunto han reunido 794.000 florines (414.000 rublos de oro), de entre los cuales 75.000 puds de alimentos y 1.000.000 marcos alemanes por valor en medicamentos has sido entregados. La Organización de Socorro de la Tercera Internacional fuera de Rusia ha colectado y entregado hasta la fecha 150.000.00 marcos alemanes, 200.000 puds de alimentos, además de automóviles, camiones, cocinas de campaña, locomotoras, etc, y 52.100 personas alimentadas hasta el 1ro de noviembre. Los Amigos de la Rusia Soviética, que trabajan en los Estados Unidos, recolectaron, hasta el 1ro de febrero, $330,000 y $250,000 en prendas de vestir. Los menonitas americanos han acordado enviar $50.000 y los menonitas holandeses $75,000, pero, hasta ahora, nada se ha recibido.
Varios individous particulares y organizaciones de diferente naturaleza han contribuido con un total de 758.920 rublos de oro, hasta el 15 de febrero, de los cuales el más generoso fue un fondo de £20.000 reunidos por el Manchester Guardian. [*]
El total de contribuciones a la fecha de los distintos gobiernos burgueses, a diferencia de las donaciones individuales o de organizaciones, consiste de 72.444.900 rublos de oro y 300.000 puds de producto alimenticio. La lista detallada de las contribuciones por gobierno, que puede resultar de interés, es la siguiente:—
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El total de las contribuciones de individuos, organizaciones y gobiernos del extranjero al 31 de enero fue:—
120.000.000 de rublos oro.
4.500.000
puds producto alimenticio.
La mayor parte de esto proviene de los Estados Unidos. A primera vista la cantidad total puede parecer generosa, pero si tenemos en cuenta la inmensa necesidad, junto con el hecho de que nueve duros meses han pasado en la recolección de la misma, y que la mayor parte del dinero todavía está en papel con la comida y los materiales esenciales que podría comprar todavía no entregadas, es claro por qué la situación de hambruna ha empeorado en vez de mejorar. Diecinueve millones de personas no se pueden alimentar diariamente incluso en su actual lamentable ración de ½ lb de alimentos con el importe suscrito. Rusia, por supuesto, ha dado la parte del león, y se debe principalmente a los hercúleos esfuerzos del gobierno ruso y su pueblo que el Dr. Nansen pudo informar de que diez millones de personas se han organizado para los próximos tres meses, dejando una falta de nueve millones a menos que llegue ayuda inmediata. El alimentos no es sino un elemento, si bien uno grande, en la larga lista de las necesidades, entre las cuales de las semilla de cereales para la siembra de otoño y maquinaria agrícola para sustituir los caballos y el ganado llevado por la guerra y la escasez ocupan los primeros puestos. Los medicamentos son una primera medida esencial en una región donde el hambre se ha complementado con el tifus, la disentería, escarlatina, difteria, cólera y tuberculosis. Los trenes sanitarios, médicos, enfermeras, farmacéuticos, medicamentos, etc, que se han proporcionado son muy pocos para hacer frente a la enorme mortalidad que resulta de la debilidad y el agotamiento de los habitantes. Hay una necesidad urgente de camas, ropa de cama, desinfectantes, ropa, instrumentos, medicamentos, literatura médica, y jabón de limpieza. En un solo distrito en el Volga, en una población de 350.000 almas, 40.000 murieron de hambre de junio a noviembre.
¿Quién, en el largo plazo, es responsable del retroceso de la civilización que el hambre y la muerte y el canibalismo han traído al pueblo ruso? ¿Son los bolcheviques, quienes varonilmente han puesto el hombro, sin dejarse desalentar por esta catástrofe asombrosa, o es el capitalismo, que, al enterarse hace nueve meses que diecinueve millones de personas morirían de hambre a menos que se envie ayuda inmediata, respondió:—
"Un gobierno que repudia su deuda externa no puede esperar recibir créito."
* Hasta la fecha el Manchester Guardian ha reunido £60.000 .- (Editor).