Presente: Trotski, Kamenev, Rykov, Noguin, Staiin, Sverdlov, Bubnov, Bujarin, Oppokov (Lomov), Kollontay, Dzerchinski, Uritski, Ioffe, Shaumian, Sokolnikov, Miliutin.
Orden del día:
Las cartas de Lenin. [Ver anexos]
Se decidió fijar para muy próximamente una reunión del Comité Central que será consagrada a cuestiones de táctica.
El camarada Stalin propone enviar las cartas a las organizaciones más importantes e invitarlas a discutirlas. Se decidió diferir esta cuestión para la próxima reunión del Comité Central. (En las actas de la reunión siguiente del Comité Central no se hallo alusión alguna a este proyecto de envió de cartas de Lenin a las organizaciones del Partido para suscitar una discusión.)
Se vota para saber quien está a favor de no conservar más que un solo ejemplar de las cartas. A favor -6, en contra- 4, abstenciones- 6.
El camarada Kamenev propone adoptar la moción siguiente:
Tras de haber discutido las cartas de Lenin, el Comité Central rechaza las proposiciones practicas que las mismas contienen, llama a todas las organizaciones a no seguir más que las directivas del Comité Central y afirma de nuevo que el Comité Central encuentra inadmisible en las presentes circunstancias toda manifestación callejera. Al mismo tiempo, el Comité Central ruega al camarada Lenin que elabore en un folleto independiente la cuestión planteada en sus cartas: estimación de las circunstancias presentes y la política del Partido.
La moción es rechazada.
En conclusión, se toma la siguiente decisión:
Los miembros del Comité Central que funcionan en el seno de la Organización Militar y en el Comité de Petrogrado están encargados de tomar medidas contra eventuales manifestaciones en los cuarteles y en las fábricas.
Carta al Comité Central y a los Comités de Petrogrado y de Moscú del POSDR
Habiendo obtenido los bolcheviques la mayoría en los Soviets de diputados obreros y soldados de ambas capitales, pueden y deben tomar el poder estatal en sus manos.
Pueden, pues la mayoría activa de los elementos revolucionarios del pueblo de ambas capitales es suficiente para arrastrar consigo a las masas, vencer la resistencia del adversario, derrotarlo, conquistar el poder y conservarlo. Pues, proponiendo de inmediato una paz democrática, entregando de inmediato la tierra a los campesinos, restaurando las instituciones y libertades democráticas menoscabadas o destruidas por Kerenski, los bolcheviques constituirán un gobierno que nadie será capaz de derrocar.
La mayoría del pueblo esta con nosotros. Lo ha demostrado el largo y difícil camino recorrido desde el 6 de mayo hasta el 31 de agosto y el 12 de setiembre: la mayoría conquistada en los Soviets de las capitales es el fruto de la evolución del pueblo hacia nosotros. Las vacilaciones de los socialistas revolucionarios y de los mencheviques, el incremento de los internacionalistas entre ellos, lo confirman también.
La Conferencia Democrática no representa a la mayoría del pueblo revolucionario, sino solamente a los dirigentes pequeños burgueses conciliadores. No hay que dejarse engañar por las cifras electorales. La cosa no está en las elecciones. Comparad las elecciones a las dumas de Petrogrado y de Moscú con las elecciones a los Soviets. Comparad las elecciones de Moscú y la huelga del 12 de agosto en esa capital; he ahí los datos objetivos sobre la mayoría formada por elementos revolucionarios que conducen a las masas.
La Conferencia Democrática engaña al campesinado, negándole la paz y la tierra.
Solo un gobierno bolchevique dará satisfacción al campesinado.
¿Por qué deben los bolcheviques tomar el poder precisamente ahora?
Porque la inminente rendición de Petrogrado hará nuestras posibilidades cien veces más difíciles.
Con Kerenski y Cía. Al frente del ejército, no podremos impedir la rendición de Petrogrado.
No podemos "aguardar" a que se reúna la Asamblea Constituyente, pues entregando Petrogrado, Kerenski , y Cía. Siempre podrán hacerla fracasar. Solo nuestro partido, con el poder en sus manos, podrá garantizar la convocatoria a la Asamblea Constituyente, y, con el poder en sus manos, acusar a los demás partidos por la demora, y probar la justicia de sus acusaciones.
Se puede y debe impedir una paz por separado entre los imperialistas ingleses y alemanes, pero es necesario proceder con rapidez.
El pueblo está cansado de las vacilaciones de los mencheviques y de los socialistas revolucionarios. Solo nuestra victoria en las capitales arrastrara a los campesinos detrás de nosotros.
No se trata del "día" ni del "momento" de la insurrección en el sentido estricto de la palabra. Eso lo decidirá el voto general de los que están en contacto con los obreros y los soldados, con las masas.
Se trata de que en este momento nuestro partido tiene de hecho en la Conferencia Democrática su propio congreso, y ese congreso debe decidir (quiéralo o no, debe) la suerte de la revolución.
Se trata de que la tarea sea clara para el partid: poner en el orden del día la insurrección armada en Petrogrado y Moscú (con sus provincias), la conquista del poder, el derrocamiento del gobierno. Hay que hallar el modo de hacer propaganda a favor de esto, sin expresarlo abiertamente en la prensa.
Recordarse, meditar acerca de las palabras de Marx sobre la insurrección: "la insurrección es un arte", etc.
Es ingenuo esperar hasta el momento en que los bolcheviques tengan la mayoría "formal": ninguna revolución espera tal cosa. Tampoco esperan Kerenski y Cía., sino que preparan la entrega de Petrogrado. ¡Justamente, las lamentables vacilaciones de la "Conferencia Democrática" son las que pueden hacer y harán estallar la paciencia de los obreros de Petrogrado y de Moscú! La historia no nos perdonara si no tomamos el poder ahora.
¿Qué no disponemos de un aparato? El aparato existe: los Soviets y las organizaciones democráticas. La situación internacional precisamente ahora en vísperas de la paz por separado entre Inglaterra y Alemania, nos es favorable. Ofrece la paz a los pueblos, precisamente ahora, equivale a vencer.
Tomando el poder simultáneamente en Moscú y en Petrogrado (no importa quién comience; es probable que pueda comenzar Moscú), triunfaremos incuestionablemente y sin duda alguna.
N. Lenin.
Escrito entre el 12 y el 14 (25-27) de setiembre de 1917. V. I. Lenin, ob. Cit., t. XXVI, pa;
Carta al Comité Central del POSDR.
Entre las más perniciosas, y tal vez más difundidas tergiversaciones del marxismo por los partidos "socialistas" dominantes, se encuentra la mentira oportunista de que la preparación de la insurrección, y, en general, la concepción de esta como un arte, es "blanquismo".
Ya el jefe del oportunismo, Bernstein, se había ganado una triste celebridad acusando al marxismo de blanquismo, de modo que, en realidad, los oportunistas de hoy, con su alharaca acerca del blanquismo, no renuevan ni "enriquecen" en lo más mínimo los pobres "ideas" de Bernstein.
¡Acusar a los marxistas de blanquismo porque conciben la insurrección como un arte! ¿cabe falseamiento más patente de la verdad, cuando ningún marxista niega que fue el propio Marx quien se pronuncio del modo más concreto, más claro y más irrefutable acerca de este problema. Diciendo precisamente que la insurrección es un arte; que es preciso considerarla como tal; que es necesario conquistar un primer triunfo y seguir luego avanzando de uno en otro, sin interrumpir la ofensiva contra el enemigo, aprovechando su confusión, etc., etc.?
Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en un complot, ni un partido, sino en la clase más avanzada. Esto, en primer lugar. En segundo lugar, debe apoyarse en el ascenso revolucionario del pueblo. Y en tercer lugar, la insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascendente en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisas de la revolución. Estas tres condiciones, son las que, en el planteamiento del problema de la insurrección, diferencian el marxismo del blanquísmo..
Pero, si estas condiciones están dadas, negarse a considerar la insurrección como un un arte equivale a traicionar el marxismo y a traicionar la revolución.
Para demostrar que el momento actual es precisamente el momento en que el partido está obligado a reconocer que la insurrección ha sido puesta a la orden del día por la marcha objetiva de los acontecimientos, a encarar la insurrección como un arte; para demostrar esto, acaso sea la mejor emplear el método comparativo y trazar un paralelo entre las jornadas del 3 y 4 de julio y las de setiembre.
El 3 y 4 de julio se podía, sin faltar a la verdad, plantear el problema así: es preferible tomar el poder, pues de todos modos nuestros enemigos nos acusaran de sedición y procederán, en consecuencia contra nosotros. Pero de aquí no se podía extraer la conclusión de que hubiera sido oportuno tomar el poder en aquel entonces, pues a la sazón no existían las condiciones objetivas necesarias para que la insurrección pudiera triunfar.
1. No teníamos todavía con nosotros a la clase que es la vanguardia de la revolución.
No contábamos todavía con la mayoría de los obreros y soldados de las capitales. Hoy tenemos ya la mayoría en ambos Soviets. Esta mayoría es, exclusivamente, fruto de la historia de los meses de julio y agosto, de las enseñanzas de las "represalias" contra los bolcheviques y de las enseñanzas de la korniloviada.
2. Entonces faltaba el empuje revolucionario de todo el pueblo. Hoy, después de la korniloviada, ese empuja existe. El estado de ánimo en las provincias y la toma del poder por los Soviets en muchos lugares así lo demuestran.
3. Entonces, las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las de la pequeña burguesía vacilante no habían alcanzado todavía una amplitud política seria. Hoy, esas vacilaciones son gigantescas: nuestro principal enemigo, el imperialismo "aliado" y mundial (ya que los "Aliados" encabezan el imperialismo mundial), empieza a vacilar entre la guerra hasta el triunfo final y una paz por separado contra Rusia. Y nuestros democratas pequeñoburgueses, que han perdido, evidentemente, que han perdido, evidentemente, la mayoría en el pueblo, vacilan también de modo extraordinario, habiendo renunciado al bloque, es decir, a la coalición de los kadetes.
4. Por eso, en los días 3 y 4 de julio, la insurrección, la insurrección habría sido un error: no habríamos podido mantenernos en el poder ni física ni políticamente. No habríamos podido mantenernos físicamente, pues aunque por momentos teníamos a Petrogrado en nuestras manos, nuestros obreros y soldados no estaban dispuestos entonces a batirse y a morir por la posesión de Petrogrado; les faltaba todavía ese "furor". Ese odio violento tanto contra los Kerenski, como contra Tsereteli y los Chernov. Nuestros hombres no estaban todavía templados por las persecuciones contra los bolcheviques, llevadas a cabo con la complicidad de los socialistas revolucionarios y mencheviques.
Políticamente, los días 3 y 4 de julio no habríamos podido sostenernos en el poder, pues, antes de la korniloviada, el ejército y las provincias podían marchar y habrían marchado sobre Petrogrado.
Hoy el panorama es completamente distinto.
Hoy tenemos con nosotros a la mayoría del pueblo, pues la dimisión de Shernov no es, ni mucho menos, el único indicio, pero si el más claro y el más concreto de que los campesinos no recibirán la tierra del bloque de los socialistas revolucionario (ni de los propios socialistas - revolucionarios), y esta es la razón fundamental del carácter nacional de la revolución.
Tenemos la ventajas de una situación en la que el Partido, en medio de las mas inauditas vacilaciones, tanto de todo el imperialismo como de todo el bloque de los mencheviques y socialistas-revolucionarios, conoce perfectamente cuál es su camino.
Tenemos el triunfo asegurado, pues el pueblo está ya al borde de la desesperación, y nosotros hemos dado, a todo el pueblo, la verdadera salida demostrándole, "en los días de la korniloviada", la importancia de nuestra dirección y, después, proponiendo un acuerdo a los bloquistas, que ellos rechazaron sí que por eso hayan puesto termino a sus vacilaciones.
Sería el más grande de los errores creer que el acuerdo propuesto por nosotros no ha sido rechazado todavía y que la Conferencia Democrática puede aun aceptarla. El acuerdo era una oferta hecha de partido a partido: no podía ser de otro modo. Los partidos la rechazaron. La Conferencia Democrática es una sola Conferencia y nada más. No hay que olvidar el hecho de que ella no representa a la mayoría del pueblo revolucionario, a los campesinos pobres e irritados. Tratase de una conferencia de la minoría del pueblo; no se debe olvidar esta verdad evidente. Sería el más grande de los errores, el mayor de los cretinismos parlamentarios, que nosotros considerásemos la Conferencia Democrática como un parlamento, pues aunque ella se hubiese proclamado como tal, como parlamento soberano de la revolución, igualmente no resolverá nada: la solución esta fuera de ella. esta en los barrios obreros de Petrogrado y Moscú.
Contamos con todas las premisas objetivas para una insurrección triunfante. Contamos con las excepcionales ventajas de una situación en la que solo nuestro triunfo en la insurrección pondrá fin a las vacilaciones que agotan al pueblo y que son la cosa más penosa del mundo; en la que solo nuestro triunfo en la insurrección hará fracasar todas esas maniobras de paz por separado, dirigidas contra la revolución, y las hará fracasar mediante la oferta franca de una paz más completa, más justa y más próxima, una paz en beneficio de la revolución.
Por último, nuestro partido es el único que, que triunfa en la insurrección, puede salvar a Petrogrado, pues si nuestra oferta de paz es rechazada y no se nos concede ni siquiera un armisticio, nos convertiremos en "defensistas"; nos pondremos a la cabeza de los partidos que están por la guerra; nos convertiremos en el partido más "guerrerista" de todos y libraremos una guerra verdaderamente revolucionaria. Despojaremos a los capitalistas de todo su pan y de todas sus botas. Les dejaremos las migajas, y les calzaremos con abareas. Y enviaremos al frente todo el pan y todo el calzado.
Así defenderemos victoriosamente a Petrogrado.
En Rusia, son todavía inmensamente grandes los recursos materiales y morales con que contaría una guerra verdaderamente revolucionaria: hay un 99% de posibilidades de que los alemanes nos concederán, por lo menos, un armisticio. Y, en las condiciones actuales, obtener un armisticio equivale ya a triunfar sobre el mundo entero.
Después de persuadirnos de la absoluta necesidad de la insurrección de los obreros de Petrogrado y de Moscú para salvar la revolución y liberar a Rusia del reparto "por separado" que quieren hacer los imperialistas de ambas coaliciones, debemos, primeramente, adaptar nuestra táctica política en la Conferencia Democrática a las condiciones de la insurrección inminente; en segundo lugar, debemos demostrar que cuando nos declaramos conformes con la idea de Marx de que es necesario considerar la insurrección como un arte, no es solamente de palabra.
Es necesario que en la Conferencia Democrática reagrupemos inmediatamente la fracción bolchevique, sin preocuparnos del número ni dejarnos llevar del temor de que los vacilantes continúen en el campo de los vacilantes: allí serán mas útiles a la causa de la revolución que en el campo de los que luchan por ella resueltamente y sin reservas.
Debemos redactar una breve declaración de los bolcheviques, subrayando con energía la inoportunidad de los largos discursos y la inoportunidad de los "discursos" en general; la necesidad de proceder una acción inmediata para salvar la revolución, la absoluta necesidad de romper radicalmente con la burguesía, de destituir a todos los miembros del actual gobierno, de romper de una manera absoluta con los imperialistas anglo franceses, que están preparando el reparto "por separado" de Rusia, la necesidad del paso inmediato de todo el poder a manos de la democracia revolucionaria, dirigida por el proletariado revolucionario.
Nuestra declaración deberá formular esta conclusión en la forma más breve y tajante y de acuerdo con los proyectos de programa: la paz a los pueblos, la tierra a los campesinos, confiscación de las ganancias escandalosas y represión del escandaloso sabotaje de la producción por los capitalistas.
Cuanto más breve y tajante sea la declaración, mejor. En ella deberá hacerse resaltar claramente, además, dos puntos de extraordinaria importancia: el pueblo está agotado por tantas vacilaciones; la indecisión de los socialistas revolucionarios y mencheviques ha estado martirizando al pueblo: nosotros rompemos definitivamente con ellos, pues esos partidos han traicionado a la revolución.
El otro punto es este: proponiendo una paz sin anexiones, rompiendo de inmediato con los imperialistas aliados y con todas los imperialistas, tendremos, o bien el armisticio inmediato o bien el paso de todo el proletariado revolucionario a la posición de la defensa nacional, y bajo su dirección toda la democracia revolucionaria dará comienzo a una guerra verdaderamente justa, verdaderamente revolucionaria.
Después de dar lectura a la declaración, después de haber reclamado decisiones y no palabras, actos y no resoluciones escritas, debemos lanzar a toda nuestra fracción a las fabricas y a los cuarteles: allí es donde está su sitio, allí esta su nervio de la vida, allí está la fuente de la salvación de la revolución, allí está el motor de la Conferencia Democrática.
Allí debemos exponer, en discursos fogosos y apasionados, nuestro programa y plantear el problema así: o la aceptación integra del programa por la Conferencia, o la insurrección. No hay término medio. No es posible esperar. La revolución se muere.
Si planteamos el problema de ese modo y concentramos toda nuestra fracción en las fabricas y en los cuarteles, podremos elegir el momento certero para comenzar la insurrección.
Y para considerar la insurrección al estilo marxista, es decir, como un arte, es necesario que, al mismo tiempo sin perder un minuto, organicemos el estado mayor de los destacamentos de la insurrección distribuyamos las fuerzas, lancemos los regimientos de confianza contra los puntos más importantes, cerquemos el Teatro Alexandrovski y tomemos la fortaleza de Pedro y Pablo arrestemos al Estado Mayor y al Gobierno, enviemos contra los junkers contra la "división salvaje" tropas dispuestas a morir antes de dejar que el enemigo se abra paso hacia los centros de la ciudad. Es preciso que movilicemos a los obreros armados, haciéndoles un llamamiento para que se lancen a una lucha desesperada a la lucha final; es necesario que ocupemos inmediatamente las centrales de telégrafos y teléfonos, que instalemos nuestro Estado Mayor de la insurrección en la central de Teléfonos y poner en contacto telefónico con él a todas las fabricas, a todos los regimientos y a todos los puntos de la lucha armada; etc.
Todo esto, naturalmente, a título de ilustración, de ejemplo de cómo en los momentos actuales no se puede ser fiel al marxismo, a la revolución, sin considerar la insurrección como un arte.
N. Lenin
Escrito del 13 al 14 (26-27) de setiembre de 1917.
V. I. Lenin, ob. Cit., t. XXVI, págs. 12-18, ed. cit