Presentes: Trotski, Kamenev, Stalin, Sverdlov, Bubnov, Oppokov (Lomov), Kollontay, Uritski, Ioffe, Shaumian, Sokolnikov, Miliutin, Krestinski.
Orden de día:
Informe de la comisión con vistas a las elecciones para la Asamblea Constituyente.
La lista de miembros no fue aprobada, la decisión fue diferida para una reunión mas completa del Comité Central. La comisión fue encargada de presentar un informe con indicaciones precisas respecto al número de delegados para la Asamblea Constituyente y de lugares que los envían, así como respecto a las posibilidades que puede tener nuestro Partido en los diferentes distritos.
Se decidió organizar, después de la Conferencia Democrática, una Conferencia del Partido con la participación de los representantes locales y de los miembros del Comité Central. [Se discutira esta reunion, su orden del dia y sus resultados en otras sesiones del Comite Central. La asamblea tuvo lugar el 24 de setiembre (7 de octubre). En la misma participaron los miembros del Comite Central, los del Comite de Petrogrado y los militantes del Partido venidos a la capital como delegados a la Conferencia Democratica. Segun el diario Rabochi Put, la samblea escucho un informe respecto a la situacion politica y adopto una resolucion. Estos documentos, empero, no han sido hallados.]
Para la elaboración de la declaración y de la resolución destinada a la Conferencia Democrática fue elegida una misión de cinco miembros que comprende a Trotski, Kamenev, Stalin, Miliutin Y Rykov.
La revolución ha alcanzado su punto más crítico. En lo sucesivo se tratara ya de remontarse nuevamente, o bien de sufrir una caída mortal. El pueblo está agotado por la guerra, pero esta mas derrengado aun quizás por la indecisión, torturado por las oscilaciones de la política de los partidos dirigentes. Poco más de seis meses después del derrocamiento del zarismo, después de multitud de intentos de edificar el Poder Revolucionario sobre una coalición de los representantes de la democracia y los de la burguesía, después de más de una actuación deplorable de un régimen personal que nos ha llevado directamente al Putsch de Kornilov, la cuestión del poder se plantea nuevamente de manera aguda ante las fuerzas motrices de la revolución.
Cada nueva combinación gubernamental ha comenzado por la proclamación del programa de medidas estatales y, unas semanas más tarde, ha puesto de manifiesto su total ineptitud para dar siquiera un solo paso serio hacia delante. Las interminables transacciones con la gran burguesía, después que se hubo revelado el carácter funesto de semejante coalición en toda su claridad, siembran una gran perplejidad, inquietud y trastorno en la conciencia de los trabajadores y de todas las clases explotadas del país. No solo el obrero de las grandes ciudades, no solo el soldado que, desde hace tres años, padece en las trincheras, sino también el campesino de la aldea más distante y más retrasada, pueden dejar de comprender que resulta imposible resolver la cuestión agraria por medio de transacciones con los Lvov y los Rodzianko. No se puede confiar la democratización del ejercito a los generales - terratenientes del antiguo régimen-: a los Kornilov y a los Alexeyev; no se puede establecer el control sobre la industria por medio de ministros que son industriales, obtener reformas financieras por medio de banqueros y de merodeadores militares o de sus representantes directos: los Konovalov, los Palchinski, Tretiakov o los Burishkin. En fin, no se puede realizar una sola medida sería con vistas a normalizar el abastecimiento y los transportes, una sola reforma en el dominio jurídico, escolar, etc., manteniendo, en una época de profundos trastornos, en las localidades y en el centro, el viejo aparato de funcionarios y un poder de espíritu antipopular y de un burocratismo estrecho.
A pesar de todos los esfuerzos del poder por apartar y debilitar los Soviets, a pesar de la política suicida de los dirigentes soviéticos oficiales partidarios de la "defensa", los Soviets han demostrado hasta qué punto son invencibles la pujanza y la iniciativa revolucionarias de las masas populares que se expresaban a través de estos mismos soviet con motivo de la represión del motín de Kornilov, cuando el Gobierno provisional se cubrió para siempre de vergüenza ante el tribunal del pueblo y de la historia, tanto por su complicidad directa con el movimiento de Kornilov como porque estaba dispuesto a entregar a Kornilov las conquistas de la revolución. Después de esta nueva experiencia que ya nada borrara de la conciencia de los obreros, de los soldados y de los campesinos , el llamamiento lanzado en los mismos inicios de la revolución por nuestro Partido, el llamado "Todo el poder para los soviets, en el centro y en las localidades ", se ha convertido en la expresión de todo el país revolucionario.
Solo un poder que se apoye directamente en el proletariado y en el campesinado pobre, un poder que controle todas las riquezas materiales del país, así como sus posibilidades económicas, que no se detenga, en sus medidas, en el umbral de los intereses codiciosos de grupos poseedores, un poder que movilice todas las fuerzas científicas y técnicas con fines sociales económicos, solo semejante poder es capaz en este momento de introducir el máximo de planificación posible en la economía que se disgrega, de ayudar al campesinado y a los obreros agrícolas a utilizar con máximo de éxito los medios disponibles para la producción agrícola, de limitar la ganancia, de establecer un salario y de garantizar, conforme a la producción reglamentada, una verdadera disciplina de trabajo basada en la autogestión de los trabajadores y en su control centralizado de la industria, y de asegurar, con la menor cantidad posible de choques, la desmovilización de toda la economía.
Dado que el partido contrarrevolucionario de los cadetes, que teme sobre todo ver pasar el poder a manos de los Soviets, amenaza sin cesar a los elementos políticamente menos desarrollados de la democracia con ese espectro de una sublevación armada por parte de los bolcheviques, estimamos necesario declarar aquí de nuevo, ante todo el país, que, luchando por el poder en nombre de la realización de su programa, nuestro Partido nunca ha querido ni querrá jamás apoderarse del poder contra la voluntad organizada de la mayoría de las masas trabajadoras del país. El paso de la totalidad del poder a los Soviets no aboliría ni la lucha de clases ni la lucha del Partido en el campo de la democracia. Pero, siempre que estén aseguradas la libertad total e ilimitada de la propaganda y la renovación incesante de los Soviets desde abajo, la lucha por la influencia y el poder se desplegaría dentro del marco de las organizaciones soviética. Por el contrario, la prolongación de la actual política de violencia y de represión para con la clase obrera, los elementos revolucionarios del ejercito y el campesinado, política destinada a frenar el ulterior desarrollo de la revolución, debe llevarnos fatalmente, sin que ello dependa en modo alguno de la voluntad de las organizaciones revolucionarias, a un conflicto gigantesco, a un conflicto tal que la historia no ha registrado sino muy pocos similares a él.
En esas condiciones, el poder de coalición es fatalmente un poder de violencia y de represión que las capas dirigentes ejercen sobre las capas explotadas. Solo quienes quieren provocar una guerra civil a toda costa para después hacer recaer toda la responsabilidad sobre las masas obreras y sobre nuestro Partido, solo esos pueden, tras de la experiencia vivida, proponer a los demócratas concertar una nueva alianza con la burguesía contrarrevolucionaria.
El pueblo aspira a la paz. El poder de coalición significa la prolongación de la guerra imperialista. Los miembros del Gobierno Provisional se ajustaban hasta ahora a las exigencias de los imperialistas de la Entente, enemigos mortales de la democracia revolucionaria rusa. La funesta ofensiva del 18 de junio, contra la cual nuestro Partido prevenía con tanta insistencia, los sistemas kornilovianos para abatir el ejército con la asistencia directa de los ministros conciliadores; -todo eso ha sido sugerido, directa o indirectamente, por los imperialistas de la Entente. Comprometida en este camino, la Revolución Rusa ha logrado ya dilapidar una enorme parte de su autoridad moral, sin haber incrementado por poco que fuera, su poderío físico. Cada día se hace más evidente que, habiendo zapado la fuerza interna de la Revolución Rusa, los imperialistas de la Entente no vacilaran en concertar una paz a expensas del pueblo ruso. Al mismo tiempo, la fofa prolongación de la guerra, sin la confianza del pueblo en sus fines y en el Gobierno Provisional que la lleva a cabo, sirve de carta de triunfo a la contrarrevolución, que puede así intentar jugar la carta de una paz separada con el rapaz imperialismo alemán. La creación del poder soviético significa ante todo una proposición directa, abierta y decisiva, dirigida a todos los pueblos, para concertar de inmediato una paz honesta, justa y democrática. El ejército revolucionario no podría reconocer el carácter inevitable de la guerra sino en caso de que semejante paz se viera rechazada. Mas todo incita a creer que esta proposición del poder revolucionario hallaría un eco tan fuerte entre las masas obreras de todos los países en guerra resultaría imposible en lo adelante. El poder soviético significa la paz.
¡Basta de vacilaciones! ¡Basta de la política de flojera y de cobardía! No se puede impunemente hacer sufrir y atormentar durante seis meses al campesinado, prometiéndole la tierra y la libertad, negándole en la práctica la propiedad privada inmediata de las tierras sin compensación y rehusando también confiarlas a la gerencia de los comités campesinos locales en espera de la Asamblea Constituyente.
¡Basta de vacilaciones! ¡basta de esa política de doble sentido que hasta ahora han llevado a cabo los dirigentes SR y mencheviques! ¡Basta de aplazamientos! ¡Basta de palabras! Ha llegado la hora de la decisión.
La actividad del poder revolucionario debe descansar en las medidas siguientes, propuestas por numerosas organizaciones revolucionarias importantes, con los soviets de obreros y soldados de Petrogrado y de Moscú a la cabeza.
1. Abolición de la propiedad privada de los latifundios sin compensación y paso de esas tierras a la administración de los comités campesinos en espera de la decisión de la Asamblea Constituyente, proporcionando a la capa más pobre del campesinado los medios de producción necesarios.
2. Introducción del control obrero, en escala nacional, sobre la producción y la distribución; centralización de los asuntos bancarios, control de los bancos y nacionalización de los ramos industriales más importantes, en particular: las industrias del petróleo, del carbón y de la metalurgia; servicio de trabajo obligatorio y general; medidas inmediatas de desmovilización de la industria y organización del abastecimiento de las aldeas en productos industriales a precios fijos. Implacable imposición de los grandes capitales y de las grandes propiedades y confiscación de los beneficios de guerra para salvar el país de la ruina económica.
3. Proclamación de la invalidez de los tratados secretos y proposición inmediata a todos los pueblos de los Estados en guerra para una paz general y democrática.
4. Garantía del derecho a la autodeterminación de los pueblos que viven en el territorio de Rusia. Abolición inmediata de todas las medidas de represión contra Finlandia y Ucrania.
Las siguientes medidas inmediatas deben ser decretadas:
1. Cese de toda represión dirigida contra la clase obrera y sus organizaciones. Abolición de la pena capital en el frente y restablecimiento de una libertad total de propaganda y de todas las organizaciones democráticas en el ejército. Depuración, en el ejército, de los cuadros contrarrevolucionarios.
2. Elección de los comisarios y de otros funcionarios por las organizaciones locales.
3. Armamento general de los obreros y organización de la Guardia Roja.
4. Resolución del Consejo de Estado y de la Duma de Estado. Convocatoria inmediata de la Asamblea Constituyente.
5. Abolición de todos los privilegios de casta (nobiliarios, etc.), igualdad absoluta de los ciudadanos.
6. Instauración de la jornada de trabajo de 8 horas e introducción de los seguros sociales para todo el mundo.
Como medida extrema, indispensable para el saneamiento de la atmosfera política y para barrer con la plaga del servicio jurídico, exigimos la creación inmediata de una comisión de investigaciones, que disfrute de la autoridad necesaria ante los ojos de los demócratas, la cual deberá proceder a una investigación minuciosa de los acontecimientos de los días 3-5 de junio y controlar las actividades de todas las autoridades jurídicas, agentes del antiguo régimen, que tienen en sus manos, en la actualidad, toda la instrucción judicial contra el proletariado.
Exigimos la liberación inmediata de todos los revolucionarios arrestados y la instauración rápida de un tribunal público para todos los procesos en curso.
Estimamos necesario decir que al convocar a esta conferencia se han estado basando en criterios de representación absolutamente arbitrarios que, en su conjunto, reservan para los elementos menos revolucionarios y más oportunistas de la democracia un lugar al que estos no tienen en absoluto derecho a aspirar, debido a su papel político. Las organizaciones del ejercito están representadas de manera por completo insuficiente y, lo que es más, solo por sus dirigentes, los cuales se hallan lejos de la masa de soldados y no han sido reelectos desde hace seis meses. Las dumas y zemstvos, que no han sufrido sino una reforma incompleta debida precisamente a su función especifica, no reflejan sino un medida en extremo imperfecta la experiencia revolucionaria-política y el espíritu de la democracia; esto es aun mas cierto respecto a las cooperativas, donde la elección de responsables no tiene más que un vinculo sumamente distante con las opiniones políticas de las masas democráticas y con la evolución de su estado de ánimo. En relación con las dumas, los zemstvos y las cooperativas , la representación de los Soviets es en extremo reducida. No obstante, son justamente estas organizaciones las que reflejan con mayor justeza la voluntad política de los obreros, de los soldados y de los campesinos. Son precisamente los Soviets los que han dominado la situación y, en muchos sitios, hasta han tomado el poder en los días críticos de la sublevación korniloviana. Es por eso por lo que estimamos que, entre las decisiones y proposiciones de la presente Conferencia que llaman a la liquidación total del régimen personal de Kerenski, solo aquellas que fueran reconocidas por el Congreso Nacional de diputados obreros, campesinos y soldados podrían verse realizadas. La convocatoria de ese congreso: he ahí la tarea más importante de la actualidad.
Rabochi Put No 15
20 de setiembre (3 de octubre) de 1917.