Economía planificada contra capitalismo neoliberal
Los gobiernos y los ricos de las sociedades subdesarrolladas y dependientes del capitalismo subdesarrollado se someten a los modelos que les impone el capital financiero internacional, a través del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización mundial del Comercio y las transnacionales para dirigir sus economías.
Estos organismos nos plantean la lógica de entender la historia como mero capitalismo, cerrándose a todas las posibilidades de transitar hacia otras formas más avanzadas de organización social. Por lo tanto, la historia social desde esta visión, lleva a explicar el sistema burgués como una sociedad única e infinita para el hombre. Se descarta la tesis de transitar hacia una sociedad más avanzada que la capitalista; que ya no responde a la realidad social y que ha traído pura miseria y una descomposición social para la gran mayoría y beneficios para unos pocos, y no tiene ninguna posibilidad de sobrevivircomo sistema social, por injusto e inhumano —no quiere que nazca la nueva sociedad— e impide el parto. Actúa contra natura, necesita un tratamiento terapéutico este sistema enfermo que está en total descomposición.Está fundamentada con bases científicas la invalidez de la economía de mercado, que sólo ha contribuido al debilitamiento político, económico y académico de los países subdesarrollados como el nuestro.
En la actualidad, habitamos en una realidad global donde los países desarrollados lo logran a costa de los subdesarrollados —apropiándose primero de sus recursos naturales y luego de los Bancos— y los subdesarrollados logran su desarrollo a través de la explotación del trabajador (plusvalía, ganancia plus, extraída al trabajador).Sin importar fronteras, el gran capital se fortalece día a día, mientras el número de personas en la pobreza aumenta como consecuencia del régimen económico neoliberal imperante a escala planetaria expandiendo los grandes capitales sin restricciones fiscales ni obligaciones sociales. Luego de la caída del Muro de Berlín y del fin del socialismo en Europa, su meta es acabar con el Estado de Bienestar.
Para imponer su proyecto, se infiltran en todo tipo de organizaciones, a la usanza de las antiguas órdenes religiosas, suelen introducir a sus miembros en instituciones importantes en todo el mundo. Destacan funcionarios del Fondo Monetario Internacional que ya vinieron a dirigir nuestra economía directamente con todo descaro (como el ministro de Economía Agustín Carstens del gabinete del presidente Felipe Calderón) —y nos hablan de soberanía, qué cinismo—, el Banco Mundial, ex asesores de las dictaduras, catedráticos de prestigiosas universidades y renombrados literatos, analistas políticos que están al servicio de la oligarquía desinformando a la gente y formándoles opinión como lo hacen los grandes consorcios televisivos de forma tan mezquina. (¿Dónde está el derecho a la información verídica?).Los neoliberales ven en el Estado de Bienestar una raíz del comunismo, olvidándose de que sin un sistema de salud y educación abierta a toda la población, no hay democracia, conceptuándola como lo dice el artículo tercero constitucional en su fracción segunda inciso “A” (que dice que es una forma de vida en un constante mejoramiento económico, social y cultural), si estos son los requisitos para que se conceptué como democracia, entonces no hay democracia.Esta exclusión, también de la rama productiva abarata la mano de obra que es lo que les produce más ganancias a los países subdesarrollados como el nuestro, ya que los países desarrollados lo logran del propio crecimiento de su industria, y de la industria de la guerra que hacen a nombre de la democracia y del saqueo de los subdesarrollados. Pero además genera tensiones y fomenta la disposición a la violencia, en todos los niveles.
El neoliberalismo constituye una invitación a la violencia, explica Horst Kurnizky, catedrático e investigador de la Universidad Libre de Berlín. La competencia, su principio rector, puede ser traducido como ley de la selva; la sobrevivencia del más fuerte. Los niños que se atacan con navajas o con armas de fuego y su alto índice de drogadicción en las escuelas de los Estados Unidos reproducen este postulado de descomposición social de la cual estamos totalmente contaminados, y lo vemos cómo aumenta la drogadicción entre nuestros jóvenes y el crimen organizado institucionalizado en su mero apogeo. Y nos llevan entre sus patas en esa degradación, llevándonos a un callejón sin salida, política, económica, social y culturalmente, desintegrando familias, y su característica principal que es la pérdida de valores, inhumano, insensible y devastador.
Asimismo, la proliferación de bandas violentas en las ciudades marca el regreso del hombre a las formas de vida tribales. Nunca la humanidad había atravesado por tal cantidad de conflictos bélicos, estas confrontaciones tienen su origen en las profundas desigualdades económicas.[28]
Nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. El bienestar de nuestras clases dominantes, (dominantes hacia dentro), dominadas hacia fuera es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga. Los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de acumular miles de millones de dólares en los bancos suizos o de los Estados Unidos y derrochan en la ostentación y el lujo estéril, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional.
Josué de Castro declara: —Yo, que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América Latina—ciento veinte millones de niños se agitan en la tormenta. Cada minuto muere un niño de enfermedad o de hambre.[29]Los trabajadores que producen, en jornadas de sol a sol, los alimentos, sufren normalmente desnutrición. Sus ingresos son miserables, los que tienen un empleo. Pero los que no lo tienen, sufren muerte por hambre.
La extracción de petróleo y la explotación de riquezas mineras son indispensables para la economía de Estados Unidos tanto en la paz como en la guerra; y los países subdesarrollados los exoneran del pago de impuestos ante el supuesto “desarrollo de la región” y el país subdesarrollado continúa despojándose gratis de sus fuentes naturales de desarrollo. Ya se advertía a tiempo que las ideas de Adam Smith contenían veneno puro para la economía nacional.
Quienes producen la carne han perdido el derecho de comerla
Según George W. Ball, los dueños de los capitales extranjeros y de nuestra burguesía de comisionistas (que ha vendido el alma al Diablo a un precio que hubiera avergonzado a Fausto) se confían porque dicen que los países son tan pobres que no significan una amenaza por injusto que sea, ya que el poder de estos es muy limitado y remata diciendo: —combata la pobreza, ¡mate a un mendigo!Malthus propone matar a todos los próximos mendigos antes de que nazcan. Y Robert McNamara, ex presidente del Banco Mundial y ex secretario de la Defensa de los Estados Unidos afirma que la explosión demográfica constituye el mayor obstáculo para el progreso de América Latina y anuncia que el Banco Mundial otorgará prioridad, en sus préstamos, a los países que apliquen planes para el control de la natalidad. McNamara comprueba con lástima que los cerebros de los pobres piensan un veinticinco por ciento menos. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar a los guerrilleros en los úteros que en las sierras o en las calles. Se ha hecho célebre la frase de Lyndon Johnson: Cinco dólares invertidos contra el crecimiento de la población son más eficaces que cien dólares invertidos en el crecimiento económico.
Ya Platón y Aristóteles se habían ocupado del tema antes que Malthus y McNamara. La corriente de pensamiento ideológico de derecha y que es partidaria de la eugenesia, tiene razón cuando se identifica a sí misma con la tranquilidad y el orden: es el orden, en efecto, de la cotidiana humillación de las mayorías. —La perpetuación del actual orden de cosas es la perpetuación del crimen— desde los tiempos precolombinos vimos cómo los dominios coloniales estimularon el desarrollo económico europeo y ante el empobrecimiento de América hubo progreso ajeno.América era un negocio europeo como lo es ahora del imperio de los Estados Unidos. —Lo que está costando satisfacer el ansia de ostentación y las exigencias de consumo de los ricos parásitos cada vez más numerosos y poderosos en un país cada vez mas pobre. El Imperio Norteamericano, los parásitos del clero y el resto de la oligarquia improductiva no detienen su aplastante desarrollo, a expensas del subdesarrollo de los demás y del país. Increíblemente México, un país subdesarrollado, puede jactarse de nutrir de riqueza al país más rico del mundo, creo que el imperio tendría que empezar por pedirle disculpas a nuestro país. “La maldición y el drama de los países de América ha sido su propia riqueza”.Los responsables de los asesinatos por subalimentación —–dice René Dumont— no son encerrados en las prisiones, porque son los que tienen las llaves. El alimento de las minorías se convierte en le hambre de las mayorías. Los intereses económicos y políticos de la burguesía no coinciden nunca con la necesidad de un desarrollo económico hacia dentro, por eso lo que más exportamos no es ni productos manufacturados ni materia prima, sino manos pobres —fuerza de trabajo desocupada y su miseria— que produce riqueza ajena.No faltan políticos y tecnócratas dispuestos a demostrar que la invasión del capital extranjero “industrializado” beneficia las áreas donde irrumpe. Pareciera una acción civilizadora del imperialismo, una bendición para los países dominados. El imperialismo irradia tecnología y progreso y exaltan sus virtudes, pero habría que revisarles los bolsillos y comprobar que su riqueza ha sido a costa del subdesarrollo y nuestros burgueses en su papel de comisionistas o funcionarios de las corporaciones extranjeras todopoderosas. (Nunca han hecho méritos para merecer otro destino). La burguesía nacional se ha asociado a la invasión extranjera sin derramar lágrimas ni sangre.Tienen una mentalidad tan execrable y tan inhumana, que veamos como el inventor de la medida, Roberto Campos explica la desigualdad así:
—Obviamente, el mundo es desigual. Hay quien nace inteligente y hay quien nace tonto. Hay quien nace atleta y hay quien nace tullido. El mundo se compone de pequeñas y grandes empresas. Unos mueren temprano en el primor de su vida; otros se arrastran criminalmente, por una larga existencia inútil—. Y luego agrega en su breve pero jugoso Manifiesto Capitalista: La ley de la selva es el código que naturalmente rige la vida humana y la injusticia no existe, puesto que lo que conocemos por injusticia no es más que la expresión de la cruel armonía del universo: Los países pobres son pobres porque…son pobres; el destino está escrito en los astros y sólo nacemos para cumplirlo: unos, condenados a obedecer; otros, señalados para mandar. Unos poniendo el cuello y otros poniendo la soga. El autor fue el artífice de la política del Fondo Monetario Internacional en Brasil.[30]Al chantaje financiero y tecnológico se suma la competencia desleal y libre del fuerte ante el débil, un ejemplo de cómo para hacer quebrar a las empresas nacionales, las corporaciones multinacionales pueden darse el lujo de perder dinero
durante un año, o dos, o el tiempo que fuera necesario. Bajan pues, los precios y se sientan a esperar la rendición del acosado. Los bancos colaboran con el sitio: la empresa nacional no es tan solvente como parecía. Acorralada, la empresa no tarda en levantar la bandera blanca. El capitalista local se convierte en socio menor o en funcionario de sus vencedores, cobra el rescate de sus bienes en acciones de la casa matriz extranjera y termina sus días viviendo gordamente una vida de rentista.[31]
Para tener seguridad jurídica en la explotación, América Latina tuvo pronto sus constituciones burguesas, muy barnizadas de liberalismo, pero no tuvo en cambio, una burguesía creadora, al estilo europeo o norteamericano, que se propusiera como misión histórica el desarrollo de un capitalismo nacional pujante. Las burguesías de estas tierras habían nacido como simples instrumentos del capitalismo internacional, prósperas piezas del engranaje mundial que sangraba las colonias y las semicolonias.
Los burgueses de mostrador, usureros y comerciantes, que acapararon el poder político, no tenían el menor interés en impulsar el ascenso de las manufacturas locales, muertas antes de nacer. Frustración económica, frustración social, frustración nacional.[32] El imperialismo importa capitales de los países donde opera.
El Fondo Monetario Internacional y El Banco Interamericano de Desarrollo se arrogan el derecho de decidir la política económica que han de seguir los países que solicitan los créditos. Lanzándose exitosamente al asalto de sus bancos centrales, se apoderan de todos los datos secretos de la economía y las finanzas, redactan e imponen leyes nacionales, y prohíben o autorizan las medidas de los gobiernos cuyas orientaciones dibujan con pelos y señales. “La caridad internacional no existe”. El Fondo Monetario Internacional se encarga de desmontar pieza por pieza como se desmonta un reloj, todos los mecanismos de la soberanía.“El desarrollo es un banquete con escasos invitados, aunque sus resplandores engañen, y los platos principales están reservados a las mandíbulas extranjeras”.Un niño en harapos contempla un gran centro comercial, este niño en harapos está orgulloso de su país, y con razón, pero él es analfabeto y roba para comer. — “seria fantástico que Dios existiera para todos”Y ahí sigue la trampa para los pobres, logrando esa metamorfosis con su lenguaje poliforme, que en aquel tiempo desataron una gran ofensiva retórica acusándonos de terroristas y veamos ahora al paso del tiempo quiénes eran los terroristas y genocidas —matar por hambre es genocidio, el alto índice de analfabetismo y marginación también es otra forma de genocidio— y ahí sigue el mercader de su sangre, destruyendo al hombre y a la tierra e impidiendo su verdadera plenitud.Qué gran contradicción da el desarrollo: donde hay tierras ricas, subsuelos riquísimos, hombres muy pobres en este reino de la abundancia y el desamparo, la inmensa marginación de los trabajadores que el sistema arrojó a la vera del camino frustra el desarrollo del mercado interno y abate el nivel de los salarios. El subempleo rural se vuelca en el subempleo urbano. Crecen la burocracia y las poblaciones marginales, a donde van a parar, vertedero sin fondo, los hombres despojados del derecho al trabajo.
Las fábricas no brindan refugio a la mano de obra excedente, pero la existencia de este vasto ejército de reserva siempre disponible permite pagar salarios varias veces más bajos de lo que normalmente ganaría. Los salarios pueden continuar siendo bajos aunque aumente la productividad, y la productividad aumenta a costa de la disminución de la mano de obra.
Es multitudinaria la invasión de los brazos provenientes de las zonas más pobres; las ciudades se excitan y defraudan las expectativas de trabajo de familias enteras, atraídas por la esperanza de elevar su nivel de vida y conseguirse un sitio en el gran circo mágico de la civilización urbana.
Una escalera mecánica es la revelación del paraíso, pero el deslumbramiento no se come: la ciudad hace aún más pobres a los pobres, porque cruelmente les exhibe espejismos de riquezas a las que nunca tendrán acceso, automóviles, mansiones, y muchas otras cosas superfluas, y en cambio, les niega una ocupación segura y un techo decente bajo el cual cobijarse, platos llenos en la mesa burguesa para cada medio día, y la del trabajador productivo, vacía.
Lo vemos en este momento, cómo tratan de esconder “la basura” bajo la alfombra y la van barriendo a punta de ametralladora alejando a los marginados lejos de la vista, pronto no se verá más que la masticación de la prosperidad, pero no sus excrementos en estas ciudades donde se dilapida la riqueza. Al no romper previamente con los moldes del subdesarrollo y la dependencia, integran sus respectivas servidumbres, todas las cerraduras se entregan al ladrón. Recomienda el Fondo Monetario Internacional que lisa y llanamente se desnacionalicenlas empresas públicas.
Ahora resulta que el ser pobre es sinónimo de delincuente, tal y como lo dijera Anatole France en “igualdad de oportunidades”: “Que la ley prohibe tanto al rico como al pobre dormir bajo los puentes, mendingar en las calles y robar pan”, —y, ¿quién de los dos duerme bajo los puentes, y quién mendiga?El desarrollo del capitalismo socava constantemente y está destruyendo los dos resortes de la riqueza: el trabajo humano y la naturaleza.
¿Que es lo racional desde el punto de vista del capitalista? Todo lo que aumenta la ganancia de las empresas particulares. Todo aquello no valorable en dinero o que no produce remuneración monetaria es, por definición, eliminado del análisis. Quedan así eliminados los “bienes gratuitos” y los valores humanos, el aire, el agua, la belleza, los paisajes, la solidaridad, el talento individual. Las empresas no pagan por ellos, quien paga es la humanidad. Las enfermedades, las consecuencias de ciertas condiciones de vida o de trabajo, la educación, las condiciones para ciertos tipos de trabajo, el desempleo creado por los despidos. ¿Quién paga todo esto? Es la sociedad la que paga todos estos costos, no los empresarios.¿Cuál es la meta última de la actividad económica? Los marxistas tienen como propuesta y es evidente que es acertada, al considerar la actividad económica como el punto fundamental de desarrollo de un país y al hacer el reparto equitativo de la riqueza aumenta como consecuencia la felicidad humana, y de eso se trata de llevar la máxima cantidad de felicidad al máximo número de personas, fomentar un desarrollo tan armonioso como sea posible de las capacidades humanas de todos los individuos.
Pero los economistas capitalistas y todas las instituciones de la sociedad occidental levantan la señal de alto y exclaman: No, no, no. Felicidad no, perfeccionamiento humano, personalidad; esto no es medible, no puede valorarse en dinero. Por lo tanto no nos interesa la felicidad de nadie.
¿Qué clase y cuántas clases de violencia se ocultan dentro y detrás de una sociedad basada en la ganancia? Este sistema está totalmente agotado y descartado como sistema social porque nos lleva a una descomposición total, social, política, económica, cultural y ecológicamente, por especulativo e improductivo. Pero afortunadamente tiene sus propios gérmenes de destrucción. Lo esta venciendo la historia, la equidad, el razonamiento, el sentido común.
¡Destruir alimento en el hemisferio norte, con el pretexto de que la cantidad de que se dispone es tanta que resulta imposible venderla con ganancia, mientras hay tanta hambre en otras partes del mundo![33] Esto es irracional.
Por la importancia del tema que aquí tratamos y la urgente necesidad de conocer jurídicamente la conducta criminal como se condujo el gobierno en los años setentas en la llamada guerra sucia, presento el siguiente capítulo jurídico el cual ya lo había presentado en el libro que escribí anteriormente llamado Memorias de un Guerrillero en su segunda edición corregida y aumentada. Consideré de vital importancia agregárselo nuevamente a este libro para que comprendamos mejor del por qué estas conductas anómalas, y por si alguien no leyó mi anterior libro, aquí lo agrego con la intención de que tengamos a la mano lo más fundamental de nuestros derechos y una mejor comprensión del peligro que representa un gobierno totalitarista.
Es posible que metodológicamente no sea correcto la repetición de un capítulo, pero didácticamente si lo es, ya que entre más conozcas tus derechos menos estarás expuesto a las arbitrariedades del salvajismo y serás menos carne inerme. También comprenderemos mejor de cómo el Nazismo fue paradigma del gobierno mexicano y de los gobiernos latinoamericanos de esa época y aún algunos de la actual.
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[28] Gustavo Escobar Valenzuela, CURSO DE FILOSOFÍA, Ed. McGrawHill, México, D.F. 2005, Pág. 11 6-120.
[29] Eduardo Galeano, LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA, Ed. Siglo XXI, México D.F. 2006, Pág. 16-89.
[30] Op. Cit. P.P. 5 Pág. 285.
[31] Ibidem. Pág. 288
[32] Ibidem. Pág. 152 y153.
[33] Willem L. Oltmans, DEBATE SOBRE EL CRECIMIENTO, Editorial Fondo de cultura económica, México D.F. 1975, Pág. 12-331.