Redacción/Publicación original: 1899.
Traducción al castellano: Luis Salvatierra, 2017, en
base a: Plekhanov, G., "Historical Materialism and the Arts", https://www.marxists.org/archive/plekhanov/1899/arts.htm.
Esta edición: Marxists Internet Archive, febrero
2018.
Declaramos francamente desde el comienzo que intentaremos ver al arte desde la concepción materialista de la historia. ¿Cuál es la concepción materialista de la historia?
Primero definiremos la visión idealista de la historia y luego demostraremos cómo difiere de ella la visión materialista.
La visión idealista de la historia en su forma pura mantiene que el factor fundamental en el desarrollo histórico de la humanidad es el desarrollo por medio del pensamiento y el conocimiento. Esta visión reinó suprema en el siglo dieciocho y continuó en el diecinueve. Hasta Saint-Simon y Auguste Comte, cuyas visiones eran en ciertos aspectos en oposición directa a aquellos filósofos del siglo dieciocho, ambos la mantuvieron. Por ejemplo, Saint-Simon, que estaba interesado en el origen de la organización social de los griegos[2] . Esto no es todo. El sistema religioso griego, que según Saint-Simon era la base de su sistema político, era a su vez un producto de su conocimiento científico, su concepción científica del universo. Fueron estas concepciones científicas que formaron su verdadera fundación de su vida social y el desarrollo de aquellas ideas fue el trampolín para el desarrollo histórico de su vida social, el factor principal para cambiar las formas históricas de su modo de existencia.
Tal como Auguste Comte creyó que "en el análisis final, todo el mecanismo social descansa sobre opiniones"[3] Esto claramente es una repetición de la visión de los Enciclopedistas, según los que la "opinión rige el mundo".
Otra variación del idealismo encontró expresión en el idealismo absoluto de Hegel. ¿Cómo explica Hegel el desarrollo histórico de la humanidad? Bastará un ejemplo. Hegel pregunta: ¿Por qué cayo Grecia? Tras mencionar varias causas afirma que la causa principal según su filosofía es que Grecia fue simplemente una manifestación de uno de los estados en el desarrollo de la idea absoluta y que tenía que caer cuando este estado pasó.
Hegel, a pesar de darse cuenta que "Lacedaemon cayó por las desigualdades de la propiedad", sin embargo mantiene que las relaciones sociales, tal como el desarrollo histórico de la humanidad en general, en el último análisis están determinadas por las leyes de la lógica, por el desarrollo del pensamiento.
La concepción materialista de la historia está diametralmente opuesta a la visión anterior. Mientras Saint-Simon, mirando la historia desde el punto de vista idealista, declara que las relaciones sociales de los griegos se deben explicar en cuanto a sus creencias religiosas, desde el punto de vista materialista mantenemos que el Olimpo republicano de los griegos refleja su sistema social. Y mientras Saint-Simon se pregunta cómo se originaron las visiones religiosas de los griegos se responde que fueron resultado de su entendimiento científico, nosotros, por el contrario, mantenemos que el desarrollo histórico de estas nociones científicas fue determinado por la aparición y declinación de las fuerzas productivas que la gente de la Ilíada tuvo a su disposición.[4]
Este es nuestro método de interpretar la historia. ¿Es correcto? Este no es el lugar para determinar si lo es o no. Todo lo que pedimos es que nos otorguen su corrección y se unan a nosotros en nuestro estudio del arte desde su punto de partida. Lo claro es que el examen de un problema específico, el problema del arte, será al mismo tiempo una prueba para nuestra teoría general de la historia. Si la teoría general está errada, entonces ciertamente explicaremos muy poco de la evolución del arte. Si, en cambio, encontramos que esta metodología explica la evolución del arte mejor que otra teoría, entonces esa será en sí misma una nueva prueba poderosa de la confiabilidad de nuestro método.
Pero aquí adivinamos una objeción: Darwin, en su famoso libro El origen del hombre(The Descent of Man), presentó varias observaciones para probar que el sentido de la belleza juega una función importante en las vidas de los animales. Pondremos nuestra atención en estos hechos, y se nos dirá que el origen del sentido de la belleza se debe explicar biológicamente; también se afirmará que la evolución de este sentido de la belleza en la humanidad no puede explicarse meramente en cuanto a la base económica de la sociedad. Como le visión de Darwin sobre el desarrollo de las especies es indudablemente materialista, se presenta que el materialismo biológico ofrece material excelente para la crítica del materialismo (económico) unilateral.
Esta objeción es seria y contestaremos a ella. Lo haremos más que con placer porque nuestra respuesta a su objeción será al mismo tiempo una respuesta a una serie de objeciones similares basadas en las vidas síquicas de los animales.
Antes que nada trataremos de resumir lo más claramente posible las conclusiones a las que debemos llegar sobre la base de los hechos presentados por Darwin. Veamos cuáles son sus propias conclusiones.
En el segundo capítulo de la primera parte de su libro leemos:
"Sentido dela belleza – Este sentido ha sido declarado como especial en el hombre. Pero cuando observamos a los pájaros macho mostrando sus plumas y sus colores espléndidos de manera elaborada ante las hembras, mientras otros pájaros, que no están tan decorados no hacen las mismas demostraciones, se hace imposible dudar que las hembras admiran la belleza de sus parejas machos. De la manera que las mujeres en todos lados se adornan con estas plumas, la belleza de tales ornamentos no se puede poner en disputa. Las aves del paraíso, al adornar con gusto sus bailes con objetos de alegres colores, tanto como los picaflores adornan sus nidos, ofrecen evidencias adicionales de que poseen un sentido de belleza. Lo mismo ocurre con las canciones de las aves, los dulces esfuerzos presentados por los machos durante la temporada del amor son ciertamente admirados por las hembras, de lo que se dará evidencia enseguida. Si las pájaras hubieran sido incapaces de apreciar la belleza de los colores, los ornamentos y las voces de sus parejas machos, todo el trabajo y la ansiedad exhibida por ellos al mostrar sus encantos ante las hembras habría sido desperdiciado; y esto es imposible de admitir. El por qué ciertos colores brillantes podrían excitar el placer cuando en armonía, creo, no pueden explicarse de otra manera del por qué ciertos sabores y olores son placenteros; pero no cabe duda que los mismos colores y los mismos sonidos son admirados por muchos animales inferiores.[5] "
Por tanto, los hechos dados por Darwin indican que los animales inferiores tienen gustos estéticos que coinciden cercanamente a los del hombre.[6] Esto, sin embargo, no explica el origen de los gustos; si la biología no explica el origen de nuestros gustos estéticos, menos podría explicar su desarrollo histórico. Pero dejemos que Darwin mismo lo explique:
"El gusto por lo bello, por lo menos hasta donde la belleza de la mujer se refiere, no es una naturaleza especial de la mente humana porque difiere enormemente en las razas diferentes de la humanidad y no es ni la misma aún en diferentes naciones de la misma raza. Al juzgar por los horribles ornamentos y la calidad de la música horrible que admira la mayoría de los salvajes, se debería expresar que su facultad estética no está tan altamente desarrollada como en ciertos animales, por ejemplo, en las aves". .[7]
Si el gusto por lo bello difiere en naciones diferentes de la misma raza, queda claro que no podemos buscar las causas de estas diferencias en la biología. Darwin mismo nos dice que debemos llevar a cabo nuestra investigación en otra dirección. En la segunda edición de su libro El origen del hombre leemos lo siguiente:
"En los hombres cultivados tales sensaciones [estéticas] están íntimamente asociadas con ideas complejas y secuencias de pensamiento.[8] "
Esto es muy importante. Nos dirige de la biología a la sociología, como es obvio, según Darwin, que las causas sociales determinan las sensaciones estéticas del hombre y las asociaciones complejas de ideas conectadas con ellas. ¿Pero está Darwin en lo correcto al suponer que tales asociaciones existen solamente entre la gente civilizada? No, no lo está, porque lo podemos probar fácilmente. Se sabe que una función importante en la ornamentación del hombre primitivo la juegan las pieles, las garras y los dientes. ¿Cómo se puede explicar esto? ¿Por la combinación de los colores y las líneas de estos objetos? No. El salvaje, al arroparse en las pieles, garras y dientes de un tigre, por ejemplo, o la piel y los cuernos de un bisonte, exalta su propia destreza y fuerza. El, el que conquista lo diestro es también diestro, él quien conquista la fuerza, es también fuerte. Es muy posible que también hay un poco de superstición entremezclada en esta idea. Schoolcraft relata que "Un ornamento hecho de garras de un oso gris, la bestia más feroz del oeste, es muy deseado por los guerreros que, cuando llevan tal símbolo se ven capacitados con el coraje y la ferocidad de ese animal. En este sentido, es un amuleto tanto como un ornamento. Cierto, no hay más que pocos de estos ornamentos de los indígenas que no tengan este doble carácter."[9] "
"Ciertamente en esta instancia no se puede suponer que a los indígenas les guste la piel, las garras y los dientes de los animales solamente por las combinaciones de color y línea."[10] No, es mucho más probable que sea lo opuesto, es decir, que estas cosas se lleven primeramente como un signo de valentía, destreza y fuerza, y solamente después empezaron a despertar sentimiento estético y llegaron a ser ornamentales. De esto se deduce que los sentimientos estéticos de los salvajes no solamente están asociados con ideas complejas, sino que ocasionalmente aparecen bajo la influencia de tales ideas.
Otra instancia: Se sabe que las mujeres de ciertas razas africanas visten anillos de fierro en sus manos y piernas. "Las esposas de algunos adinerados generalmente están cargadas de fierro a tal punto que, sin exageración, puedo afirmar, he visto a varias llevando casi un quintal de estos ornamentos salvajes. Los anillos pesados con los que estas mujeres cargan sus muñecas y tobillos, tienen un sonido metálico y resuenan como si fuesen grilletes de esclavos.[11] Por supuesto que esto es algo inconveniente pero no les previene de llevar estos "grilletes de esclavos" como los llama Schweinfurth con placer. Ahora, ¿por qué se le hace tan placentero a una mujer negra llevar estos grilletes? Porque con ellos a ellas y a otros les parece ser más bellas. Esta noción es el resultado de una compleja asociación de ideas. La pasión por tales ornamentos se desarrollo, según Schweinfurth, entre aquellas tribus que viven en la edad del hierro, para quienes el hierro es un metal precioso. Lo que es precioso parece bello porque la idea de riqueza está asociado a ella. A una mujer de estas tribus y a otros le parece ser más bella cuando lleva veinte libras de anillos que cuando lleva solamente diez libras, es decir, cuando era más pobre. Queda claro que no es la belleza de los anillos de fierro lo que lo determina, sino la idea de riqueza que está asociado con ellos.
Una tercera instancia: Entre los Bakota del Alto Zambezi, a un hombre al que no se le ha sacado los dientes incisivos superiores se le considera muy feo. ¿De dónde sacaron este extraño concepto de belleza? Este, también, se formó como resultado de una compleja asociación de ideas. Con sus dientes incisos eliminados, los Bakota tratan de imitar a los animales rumiantes; para nosotros esto parecería ser una ambición un tanto dudosa, pero los Bakota son una tribu ovejera que deifica sus vacas y toros.[12] Nuevamente, la belleza es lo precioso y vemos cómo nacen las ideas estéticas sobre una fundación de ideas de órdenes bastante diferentes.
Sin embargo, el mejor ejemplo es el citado por Darwin de los Livingstones[13] .
Entre los makalolo, las mujeres se perforan el labio superior e insertan un anillo hecho de metal o de bambú llamado pelele. Cuando se le preguntó a un viejo jefe makalolo sobre el por qué estas mujeres llevaban estos peleles, él se sorprendió mucho ante una pregunta tan absurda. "¡Por su belleza, sin duda! Los hombres tienen barbas y patillas, las mujeres no tienen nada; ¿y qué tipo de criatura podría ser una mujer sin patillas y sin un pelele? Tendría una boca como la de un hombre y sin barba, ha! ha! ha!!" Se hace difícil determinar el origen de esta costumbre; pero no cabe duda que no se le puede buscar en las leyes de la biología con las que obviamente no tiene relación, sino en alguna compleja relación de ideas.[14] En vista de estos ejemplos, nos sentimos justificados al declarar que las respuestas a ciertos colores y diseños, aún en la gente primitiva, están asociados con ideas muy complejas y muchas de estas formas y combinaciones les parecen bellas solamente por esas asociaciones.
¿Pero qué es lo que hace aparecer a estas asociaciones y cuál es la fuente de estas ideas complejas conectadas a estas respuestas? Obviamente no se puede responder a estas preguntas biológicamente, sino solamente sociológicamente. Ahora, si la concepción materialista de la historia da una solución más adecuada que cualquier otro entendimiento, y si se puede demostrar que las complejas asociaciones de ideas mencionadas son creadas y determinadas en último análisis por las condiciones económicas y por el estado de las fuerzas productivas en una sociedad, entonces tenemos que admitir que el darwinismo no contradice la concepción materialista para nada.
Aunque a estas alturas no podemos mantenernos mucho más en la relación del darwinismo con nuestra doctrina, por lo menos debemos enfocar nuestra atención en lo siguiente:
"Deberíamos comenzar por proponer que no deseo expresar que un animal estrictamente social, si sus facultades intelectuales llegaran a ser tan activas y tan desarrolladas como en el hombre, debería adquirir exactamente el mismo sentido moral que nosotros. De la misma forma que varios animales tienen alguna sensación de belleza, aunque admiren objetos muy diferentes, también deberían tener alguna idea sobre lo correcto y lo errado a pesar que ello les haga seguir líneas muy diferentes de conducta. Si, por ejemplo, para tomas un caso extremo, a la humanidad se le hubiera criado precisamente en las mismas condiciones que las abejas, no puede caber duda alguna que nuestras mujeres solteras, tal como las mujeres obreras, deberían pensar que es su deber sagrado el matar a sus hermanos y las madres se esforzarían por matar a sus hijas fértiles y nadie pensaría en intervenir. Sin embargo, la abeja o cualquier otro animal social, habría, nuevamente en nuestro supuesto caso, tal como lo veo, tener algún sentido de lo bueno y lo malo, o una conciencia. "[15]
¿Qué conclusión es la que Darwin puede sacar de esto? Que en las concepciones morales de la humanidad no hay nada absoluto, que ellas cambian según cambian las condiciones sociales. ¿Y qué determina estas condiciones sociales? ¿Qué les hace cambiar? Darwin mantiene el silencio sobre esto; y si decimos y probamos que ellos fueron criados y cambiados por las fuerzas de la producción, acorde el desarrollo de aquellas fuerzas, entonces no solamente quedaríamos sin contradecir a Darwin, sino agregaríamos a lo que ha dicho y explicaríamos lo que ha dejado sin explicar. Y esto es lo que haremos al aplicar los mismos principios al estudio del fenómeno social que a él le sirvieron tanto en el campo de la biología.
Puede que parezca algo raro relacionar al darwinismo a la concepción materialista de la historia. La esfera de actividad de Darwin era bastante diferente. El estudió el ancestro del hombre como especie zoológica. Aquellos que toman la visión de mundo materialista quieren explicar el destino histórico de esta especie. Su campo de investigación comienza donde el de Darwin termina. Su trabajo no puede reemplazar el de los darwinistas; de la misma manera, los más espléndidos descubrimientos de los darwinistas puede reemplazar sus investigaciones, sino solamente puede preparar la base para ellos, tal como el físico que prepara el campo para el químico no puede por eso invalidar la necesidad de la investigación química. [16]
El centro del problema presente es como sigue: La teoría de Darwin apareció en su tiempo como un gran y necesario paso adelante en el desarrollo de la ciencia biológica y satisfizo las interrogantes más penetrantes a las que se le sometió. ¿Se puede decir lo mismo de la concepción materialista de la historia? ¿Se puede decir que en su momento también apareció como un paso adelante inevitable en el desarrollo de la ciencia social? ¿Y está disponible ahora para satisfacer todas las exigencias a las que se la expone? A estas preguntas podemos responder afirmativamente con una certeza absoluta. Y esperamos demostrar que esta certeza no queda sin fundamentos.
Pero volvamos a la estética. De las citas anteriores queda claro que Darwin ve el desarrollo de los gustos estéticos bajo la misma luz que el desarrollo de los sentimientos morales. Los humanos, tal como los animales, tienen un sentido de belleza –esto es, pueden sentir un tipo especial de placer (placer estético) causado por ciertos objetos y fenómenos.
¿Pero cuáles son los objetos y fenómenos que les dan tanto placer? Esto depende del medio ambiente en que crecieron y viven y actúan. La naturaleza humana hace posible que el hombre tenga gustos y conceptos estéticos. Su medio ambiente determina la transformación de su potencialidad en realidad. Este medio ambiente explica cómo un hombre social dado (es decir, sociedad, nación o clase) tiene solamente algunos gustos y concepciones estéticas y no otras.
Esta es la conclusión obvia del darwinismo y no será opuesta por ningún materialista histórico. De hecho, cada materialista histórico verá en ella una confirmación mayor de su opinión. Ciertamente que nadie pensaría en rechazar cualquiera de las bien conocidas características de la naturaleza humana o entablar una discusión arbitraria del tema. Los materialistas históricos han mantenido consistentemente que si la naturaleza humana fuera inmutable, no podría explicar el proceso histórico, que representa una suma de fenómenos que cambian constantemente; por otra parte, si la naturaleza humana cambia con el transcurso del desarrollo histórico, entonces es evidente que deba haber alguna causa objetiva para estos cambios.
Por tanto la tarea de tanto el historiados como el sociólogo es de ir más allá de los límites de las discusiones sobre la naturaleza humana.
Permítannos tomar una característica tal como la proclividad hacia la imitación. Gabriel Tarde, que ha hecho una muy interesante investigación de las leyes de la imitación, deduce que son el alma de la sociedad. Según su definición, cada grupo social consiste en una combinación de bienes que parcialmente se imitan el uno al otro y parcialmente imitan un modelo común. No cabe duda que la imitación ha jugado un papel muy importante en la historia de todas nuestras ideas, gustos y costumbres. Los materiales del siglo dieciocho pusieron énfasis en esta enorme importancia: "El hombre es pura imitación" dijo Helvetius. Sin embargo, hay pocas dudas que la teoría de la imitación de Tarde está basada en una premisa falsa.
Cuando la restauración de los Stuart en Inglaterra temporalmente restauró el reino de la nobleza antigua, esta nobleza, no estaba para nada en imitar a los representativos extremos de la burguesía revolucionaria –los puritanos; en cambio, ellos demostraron una fuerte inclinación hacia los hábitos y los gustos directamente contrarios a las reglas puritanas de la vida. Lo estricto de la moral puritana dio curso al libertinaje extremo. Hacer y amar aquello que los puritanos habían prohibido llegó a ser virtud. Los puritanos eran muy religiosos. Los cavaliers no tenían ni freno ni regla y hasta eran ateos. Los puritanos persiguieron la literatura y el teatro; su caída fue el signo por una violenta pasión por estas cosas. Los puritanos se cortaban el pelo corto y condenaban el lujo en el vestir; tras la restauración, el pelo largo, las ropas elegantes y el juego de las cartas llegó a ser la moda.[17] En resumen, no descubrimos imitación sino contradicción, que evidentemente también existe en la naturaleza humana.
¿Pero por qué este sentido de contradicción en las relaciones mutuas entre la nobleza y la burguesía se desarrollaron tan fuertemente en Inglaterra en el siglo diecisiete? Simplemente porque aquella fue una época de lucha agria entre la nobleza y la burguesía o, el "tercer estado". Podemos concluir, entonces, que aunque indudablemente el hombre tiene fuertes tendencias a la imitación, esta tendencia se desarrolla solamente en ciertas relaciones sociales como las que existieron en Francia en el siglo diecisiete, cuando la burguesía concientemente, aunque sin éxito, trató de imitar a la nobleza; recuerde Le Bourgeois Gentilhomme de Moliere. En otras relaciones sociales la tendencia hacia la imitación se ve reemplazada por la tendencia opuesta, que por ahora la llamaremos la tendencia hacia la contradicción. Pero a esto lo hemos expresado incorrectamente. La tendencia hacia la imitación no desapareció entre los ingleses del siglo diecisiete. En las relaciones mutuas entre la gente de la misma clase se mostró claramente como nunca. Beljame describe a los cavaliers de la siguiente forma: "Esta gente no son siquiera no-creyentes; niegan de antemano para que no les confundan con Roundheads [cabezas redondas, pelados] y para evitarse el problema de pensar".[18] Lo que podemos decir de esta gente es que contradijeron para no imitar. Pero para imitar a los infieles ellos obviamente contradijeron a los puritanos. La imitación probó que era, por tanto, una fuente de contradicción. Pero sabemos que si entre la nobleza inglesa los nobles más débiles imitaron a los más fuertes, fue gracias que la falta de creencias se consideró como buena propagación y lo llegó a ser gracias a la contradicción como reacción en contra del puritanismo que, a su vez, llegó a ser resultado de la antes mencionada lucha de clases. Por tanto, en la base de toda esta compleja dialéctica de fenómenos sicológicos hubo hechos de naturaleza social; y de todo esto se hace obvio hasta qué punto y en qué sentido la conclusión lograda anteriormente de la tesis de Darwin es correcta: que la naturaleza del hombre le hace posible tener ciertas concepciones (o gustos o inclinaciones), y que dependiendo de su medio ambiente depende la transformación de su potencialidad a la realidad –el medio ambiente le hace tener precisamente estas concepciones (o gustos o inclinaciones) y no otras. Si no estamos equivocados, esto lo admitió uno de los materialistas históricos rusos:
Si los estómagos tienen una cierta cantidad de comida, se pone a funcionar según las leyes generales de la digestión. Pero, por medio de estas ¿se puede explicar por qué en su estómago hay comida alimenticia y de buen sabor cada día cuando en mi estómago hay muy poca? ¿Explican estas leyes por qué algunos comen demasiado cuando hay otros que mueren de hambre? Parece que esta explicación se debe encontrar en otros lugares, en leyes completamente diferentes. Lo mismo es verdad para la mente humana. Una vez puesto en esas condiciones, tras que el medio ambiente le da ciertas impresiones, él las combina según ciertas leyes generales y aquí también los resultados difieren extremadamente según la diversidad de impresiones recibidas. ¿Pero qué le sitúa en tal condición? ¿Qué determina la corriente y el carácter de esas impresiones? Este es un problema que no lo resuelve ninguna ley del pensamiento. Y es más: imagínese una pelota de goma que cae de una torre alta. Sus movimientos están condicionados por ciertas leyes de la mecánica bien conocidas y obvias. Pero la bola cae sobre un plano inclinado. Sus movimientos se alteran se alteran según otra también muy simple y obvia ley de la mecánica. Como resultado se produce una línea quebrada de movimiento hecha posible por la acción combinada de las dos leyes mencionadas anteriormente. ¿Pero de dónde aparece el plano inclinado? Esto no lo explica ninguna de las leyes, ni tampoco por su acción unida. Lo mismo pasa con el pensamiento humano. ¿De dónde aparecieron las condiciones por las cuales sus movimientos quedan sujetos a la acción combinada de ciertas leyes? Esto no lo explica ninguna de las leyes separadas ni su acción combinada.
Estamos firmemente convencidos que la historia de la ideología la pueden entender solamente los que aceptan esta ley confiable y obvia.
Sigamos adelante. Al analizar la imitación mencionamos la tendencia hacia la contradicción como algo directamente opuesta a ella.
Esto se debería estudiar cuidadosamente.
Según Darwin, sabemos cuál es la función importante que tiene el "principio de la antítesis" en las emociones de los hombres y los animales.
"Ciertos estados de la mente conducen, como lo hemos visto en el capítulo anterior, a ciertos movimientos habituales que eran primariamente, o pueden seguir siendo, de servicio; y hallaremos que cuando se induce un estado mental directamente opuesto, hay una tendencia fuerte e involuntaria a hacer movimientos directamente opuestos a pesar que estos no hayan servido nunca".[19]
Darwin cita muchos ejemplos que demuestran claramente que el "principio de la antítesis" explica una gran cantidad acerca de la expresión de las emociones. Preguntamos ¿es este principio evidente en el origen de las costumbres?
Cuando un perro se hecha sobre sus espaldas ante su dueño, su pose, resumiendo como lo hace lo opuesto al antagonismo o la resistencia, es una expresión de obediencia. Aquí, el principio de la antítesis es obvio. También es evidente en el ejemplo del explorador Burton. Los negros de la tribu Wanyamwezi, al pasar por medio de su tribu enemiga no llevan armas para no provocar una pelea. Sin embargo, en su propia casa, donde comparativamente no están en peligro, todos van armados por lo menos con un garrote.[20] Si, afirma Darwin, un perro da vuelta los labios hacia arriba como para decirla a su dueño: "Mira, soy tu sirviente", entonces cuando el negro Wanyamwezi, desarmándose cuando parecería ser que debería ir armado, de la misma forma le dice al enemigo: "El pensamiento de la autodefensa está lejos de mi mente; confío enteramente en tu generosidad".
Los variados modos de expresar pena también ofrecen ilustración del principio de la antítesis, David y Charles Livingstone declaran que una negra nunca deja su hogar sin su pelele excepto cuando está en pena.[21] "Siempre que un Niam-niam ha perdido un pariente muy cercano, la primera muestra de su dolor se demuestra al afeitarse su cabeza. Su elaborado peinado que hubo sido su orgullo y su delicia, el trabajo de manos conyugales devotas queda rudamente destruido y los penachos, las trenzas, los trenzados se botan lejos y en un amplio sector por los caminos y en terrenos agrestes"[22] . Según Du Chaillu, en Africa, tras la muerte de un hombre que ocupaba un lugar importante en su tribu, muchos negros visten ropajes sucios.[23]
En la isla de Borneo, algunos de los nativos, para expresar pena, se sacan sus ropajes de algodón tradicionales y se visten con ropajes hechos de corteza de árbol, del tipo que usaban en tiempos antiguos.[24] Algunas tribus mongolas dan vuelta sus ropajes por el mismo propósito.[25] En todas estas circunstancias, para expresar ciertas emociones se da una acción que es exactamente lo opuesto a lo que se considera normal, esencia, útil o agradable en el curso de la vida ordinaria.
Por tanto, cuando ordinariamente se considera bueno cambiarse las ropas sucias a ropas limpias –en casos de pena ocurre lo contrario según el principio de antítesis; es decir, las ropas limpias hacen lugar a las sucias. Los anteriormente mencionados nativos de Borneo se veían bastante agradados por sus ropas de algodón, pero en tiempos de penas el principio de antítesis les causa el revertir a las antiguas ropas de corteza de árbol. Hasta el momento en que su vida normal se interrumpe por alguna pena, los mongoles se visten como cualquier persona, pero como esto se ve demasiado normal, dan vuelta su ropa al revés en el momento en que ocurre algo. Otro ejemplo más vívido: Schweinfurth relata que muchos negros africanos "como un signo de pena... visten una soga alrededor de su cuello".[26]
En todos estos casos se expresa la emoción por una acción contraria a aquella que se considera útil o agradable en el curso de la vida normal. A causa de una gran cantidad de estos casos, estamos convencidos que muchas costumbres deben su origen a la acción del principio de la antítesis. Y si esta convicción tiene alguna base en este hecho, podemos suponer que el desarrollo de nuestras concepciones estéticas también están influenciadas por este principio. ¿Hay material real para confirmar una proposición como esta? Creemos que sí. En Senegambi, las negras adineradas llevan zapatillas que son demasiado pequeñas para sus pies, lo que resulta en que a estas señoras se les distingue por un caminar extraño. A este caminar extraño, sin embargo, se le considera extremadamente atractiva.[27]
¿Cómo llegó a pasar esto?
Para poder entender esto, debemos primeramente entender que los pobres, las negras trabajadoras no se ponen las zapatillas mencionadas y que tienen un caminar normal. Ellas no caminan como lo hacen las vanidosas adineradas, porque gastaría demasiado tiempo. Y es solamente por esta distinción que el caminar extraño de las mujeres ricas es tan atractivo; el tiempo no es valioso para ellas porque no necesitan trabajar. El caminar en sí no tiene valor, solamente llega a ser importante en contraste con el caminar de las mujeres que trabajan. El principio de la antítesis se hace obvio aquí, pero entienda que es necesario por razones sociales: por la existencia de la desigualdad en la propiedad entre las negras de Senegambi.
Permítannos recordar lo que dijimos antes sobre las morales de los cavaliers tras la restauración de los Stuart, y se verá con qué efecto peculiar opera la contradicción en la sicología social. Virtudes como la sinceridad, el auto control, lo estricto de la moral familiar, etc., eran necesarias para la burguesía cuyo objetivo era ocupar una posición social y política más alta. ¿Pero necesitaba la aproblemada nobleza los vicios que contradecían las virtudes burguesas? No, estos vicios nacieron no como un arma en la lucha por la existencia, sino como un resultado psicológico de esta lucha: al odiar la clase cuyo triunfo final hubiera terminado todos los privilegios de la aristocracia, la nobleza empezó a menospreciar todas las virtudes burguesas también y por tanto comenzó a practicar los vicios opuestos. Esta tendencia al vicio apareció como cambio correlativo (si puedo tomar este término de Darwin). En la sicología social tales cambios correlativos ocurren con bastante frecuencia; nos debemos dar cuenta de ello. Sin embargo, al mismo tiempo, se debe recordar que en último análisis, también, son las razones sociales las exigen.
De la historia de la literatura inglesa sabemos qué tan fuertemente la acción del principio de la antítesis, provocada por la lucha de clases, se reflejó en las concepciones estéticas de las clases altas de la sociedad. La aristocracia inglesa que vivió en Francia durante su exilio llegó a conocer el teatro francés y la literatura francesa que, siendo el producto de una aristocracia refinada, estaba más de acuerdo con sus propias tendencias aristocráticas que la literatura y el teatro inglés de la era isabelina. Tras la restauración, los gustos franceses llegaron a dominar el escenario inglés y la literatura inglesa. Los ingleses entonces comenzaron a rechazar a Shakespeare de la misma forma que los franceses que, respondiendo fuertemente a las tradiciones clásicas, le consideraban un "borracho salvaje". A su Romeo y Julieta se le consideró malo; a su Sueño de una noche de verano se le consideró "ridícula e insípida" a Henry VIII se le consideró"una cosa simple" y a Otelo, una "cosa cruel".[28] Tal crítica de Shakespeare no desaparece del todo ni hasta tan tardíamente como el siglo siguiente. Hume pensaba que el genio de Shakespeare estaba sobre valuado de la misma manera que los cuerpos desproporcionados y malformados aparecer ser más gigantescos que lo que realmente son. Censuraba al dramaturgo por su total ignorancia de las artes y conductas teatrales.
Pope lamentaba que Shakespeare escribió para la gente y lo hizo sin la protección de su príncipe ni el apoyo de la corte. Hasta el famoso Garrick, un admirador de Shakespeare, trató de ennoblecer a su "ídolo" omitiendo la escena de los ‘cavadores de tumbas’ en Hamlet, y le dio un final feliz a King Lear. Pero la parte democrática del público asistente inglés continuó sintiendo la devoción más profunda a Shakespeare. Garrick confesó que al alterar los dramas de Shakespeare, él pasaba el riesgo deque la turba "le tirara las bancas por su cabeza". En sus cartas, sus amigos franceses le felicitaban por su tres hasardeuse entreprise [muy peligroso hacer] y la "valentía" con el que había enfrentado el peligro y uno agrega - car je connois la populace angloise [porque yo conozco el populacho inglés].[29]
Lo licencioso de la nobleza de la segunda mitad del siglo diecisiete también se reflejó, por supuesto, en el escenario inglés, donde llegó a ser verdaderamente extremo. Según Eduard Engels, casi sin excepciones, las comedias inglesas escritas entre 1660 y 1690, pertenecen al ambiente de la pornografía.[30] Por esto, podemos decir por adelantado que en Inglaterra, antes o después, (dado el principio de la antítesis) inevitablemente habrían aparecido producciones dramáticas producciones dramáticas preocupadas principalmente en mostrar y aplaudir las virtudes burguesas. Tales dramas fueron indudablemente producidas más tarde por los ideólogos de la burguesía inglesa. Sin embargo, dejaremos la discusión de este tipo de drama para el momento cuando hablemos sobre la comedie larmoyante francesa, la comedia sentimental.
Hasta donde sepamos, la observación más brillante de esto en la historia de las concepciones estéticas la hizo Hippolyte Taine.[31] En su revelador e interesante A Tour Through the Pyrenees [Un viaje por los Pirineos], cuenta sobre una conversación con uno de sus comensales, Paul, que, es muy evidente, adecuadamente expresa los propios puntos de vista del autor:
"Usted va a Versailles y llora ante el gusto del siglo diecisiete... . Pero por un instante deja de juzgar según sus hábitos y deseos del día... . Tenemos el derecho de admirar lugares salvajes e incultivados tanto como alguna vez los hombres tuvieron la oportunidad de cansarse de ellos. Nada más feo al siglo diecisiete que una montaña[32]. Recordaba miles de ideas de mala suerte. Los hombres que salieron de la guerra civil y la semi barbarie pensó en hambrunas, en largos viajes a caballo bajo la lluvia y la nieve o el maldito pan negro mezclado con paja, los hospedajes sucios e infectados con pestes. Ellos estaban cansados del barbarismo como nosotros de la civilización... . Estas gastadas viejas montañas... refrésquennos de nuestros pavimentos, nuestras oficinas y nuestras tiendas. Solamente se aman por esta razón, y al sacar esta razón, ellas serían tan desagradables a usted como a Madame de Maintenon. [33]
Nos gustan los paisajes salvajes como alternativa alas vistas de ciudades de las que estamos cansados. Los paisajes de ciudades y los jardines podados gustaban a la gente del siglo diecisiete como contraste al rural salvaje. La acción del "principio de la antítesis" aquí es obvio y demuestra claramente hasta qué punto las leyes sicológicas pueden servir para explicar la historia de la ideología en general y la historia de la estética en especial.
El principio de la antítesis jugó un papel muy importante en la sicología de la gente del siglo diecisiete tanto como juega una función en la sicología de nuestros contemporáneos. ¿Por qué entonces nuestros gustos estéticos son tan diferentes a los gustos del siglo diecisiete? Porque vivimos en un entorno completamente diferente. Por eso llegamos a la conclusión que ya conocemos: la naturaleza sicológica del hombre le permite tener concepciones estéticas y el principio de Darwin de la antítesis (la "contradicción" en Hegel) juega una función inmensamente importante, inapreciada hasta el día de hoy, en el mecanismo de aquellas concepciones. Pero por qué un hombre dado tiene ciertos gustos y no otros, por qué le gustan solamente ciertas cosas y no otras –esto depende de su medio ambiente. Los ejemplos de Taine ilustran bien el carácter de esas contradicciones: es obvio que estas son condiciones sociales cuya totalidad está determinada –hablamos en lo abstracto por el momento- por el curso del desarrollo de la cultura humana.[34]
Aquí anticipamos una objeción de su parte. Ustedes dirán: "Suponiendo que los puntos ilustrativos de Taine sobre las condiciones sociales sean responsables por la acción de las leyes básicas de nuestra sicología; suponiendo que sus ejemplos también indiquen lo mismo. ¿No sería posible encontrar ejemplos que indicaran una conclusión totalmente diferente? ¿No hay ejemplos que indiquen que las leyes de nuestra sicología operan bajo la influencia de la naturaleza circundante?
Nuestra respuesta es que indudablemente existen esos ejemplos. La ilustración de Taine trata precisamente de nuestras reacciones a la naturaleza. Sin embargo el punto es que estas reacciones varían según nuestra actitud hacia la naturaleza y nuestra actitud está determinada por el curso del desarrollo de nuestra cultura social.
Taine usa el paisaje como ejemplo. Se debe notar que en la historia de la pintura, al paisaje en general no se le ha visto siempre bajo la misma opinión. Miguel Angel y sus contemporáneos lo miraron en menos. Llegó a ser importante en Italia solamente hacia fines del Renacimiento. Para los artistas franceses de los siglos diecisiete y dieciocho tampoco tuvo un significado especial. En el siglo diecinueve hay un cambio abrupto; al paisaje se le llega a estimar por sí mismo y pintores jóvenes como Flers, Cabat y Theodore Rousseau buscan inspiración en el seno de la naturaleza, a las afueras de París, en Fontainebleau, y en Medon; la posibilidad de aquellas inspiraciones ni siquiera era sospechada por pintores de la era de Le Brun y Boucher. ¿Por qué? Porque las condiciones sociales de Francia cambiaron, y la sicología de los franceses cambió como resultado. Y por eso es que en varias épocas del desarrollo social el hombre tiene reacciones diferentes a la naturaleza, porque la mira desde puntos de vista diferentes.
Por su puesto, la operación de las leyes generales sobre la naturaleza sicológica del hombre no cesa nunca. Sin embargo, en cada época las mentes humanas, como los cambios en las relaciones sociales, se saturan con materiales diferentes, no es de extrañar que se produzcan efectos diferentes.
Otro ejemplo. Algunos escritores han expresado el pensamiento que los seres humanos encuentran feo aquello que les sugiere rasgos de animales inferiores. Esto está en lo correcto cuando se aplica a gente civilizada, pero aún ahí hay excepciones: una cabeza de león no nos parece fea. Sin embargo, a pesar de tales excepciones, podemos afirmar que el hombre civilizado, conciente que es un ser incomparablemente más avanzado en comparación con las criaturas del bosque, tiene miedo a parecerse a ellos y hasta trata de exagerar su parecido distinto.[35]
Sin embargo, en cuanto se refiere al hombre primitivo, nos encontramos con un contraste vívido y extenso. Se sabe que el hombre primitivo se saca sus dientes incisivos para parecerse a animales furiosos; algunos peinan su pelo para hacerlos parecer cuernos.[36] Generalmente, esta tendencia a imitar a los animales está conectada con algunas fe religiosas[37]. Pero esto no cambia el asunto en lo mínimo. Si el hombre primitivo miró a los animales inferiores tal como los vemos nosotros, no habría lugar para los animales en las ceremonias religiosas. El hombre primitivo, entonces, los entiende diferentemente. ¿Por qué? Porque participa de un nivel diferente de la cultura. Esto significa que si en un caso los hombres tratan de parecerse a los animales y en otro tratan no parecerse a ellos, entonces la diferencia de actitud depende de condiciones culturales; es decir, nuevamente sobre la base de las condiciones sociales ya mencionadas... Es más, nos podemos expresar mucho más claramente al decir que depende del grado de desarrollo de las respectivas fuerzas productivas, sobre los medios de producción. Y para no ser acusados de exageración y de visión unilateral, citaremos un trozo del culto explorador alemán Karl von den Steinen:
"No podemos esperar que entendemos a estos hombres [dice de los indios brasileños], sin que los veamos como producto de su existencia cazadora. La mayor parte de sus experiencias tiene que ver con animales, y por tanto se han explicado el fenómeno de la naturaleza y formado su visión de mundo de la vida principalmente según estas experiencias, ya que se pueden entender las experiencias nuevas solamente con relación a las antiguas. Por tanto, sus motivos artísticos, como veremos, se derivan del reino animal con un favoritismo alarmante. No cabe duda que su cultura sorprendentemente rica está enraizada en su existencia cazadora... ."[38]
En su disertación Life and Aesthetics [Vida y estética], Chernyshevski escribió:
"Nos gustan las plantas con frescura de color y esplendor de forma, que revelan una vida llena de energía y fuerza. La planta mustia no es buena, ni tampoco la que tiene poca savia vital."
La disertación de Chernyshevski es un ejemplo extremadamente interesante y asombrosa de la aplicación de los principios generales del materialismo de Feuerbach a los problemas de la estética. Pero la historia siempre ha sido un mal lugar para este tipo de materialismo tal como se aprecia desde las líneas citadas anteriormente. "Nos gustan las plantas". ¿Pero quién es "nosotros"? Los gustos de la gente son extremadamente cambiantes, como Chernishevsky lo asegura varias veces en su ensayo. Se sabe que las tribus primitivas, como los campesinos australianos [Bushmen] y los australianos nunca se adornan con flores aunque vivan en un país fragante por su presencia. Se dice que los tasmanianos son una excepción, pero esto es imposible de verificar porque los tasmanianos han desaparecido. De cualquier manera, bien se sabe que en la ornamentación de las poblaciones cazadoras primitivas que tomaron sus motivos de los animales, las plantas están totalmente ausentes. La ciencia contemporánea no puede explicarlo de otra manera que sobre la base de las fuerzas productivas.
Los motivos ornamentales que las tribus cazadoras han tomado prestadas de la naturaleza consisten casi exclusivamente de formas humanas y animales. Estos pueblos han escogido precisamente aquellos fenómenos que tienen el interés práctico más alto para ellos. Los cazadores primitivos abandona el cuidado del alimento vegetal, del que sin duda no puede dejar, a las mujeres, por ser una ocupación menor, y no les entrega atención especial. De esta manera nos explicamos el por qué no se haya trazas en su ornamentación de motivos vegetales que tan rica y elegantemente se da en las artes decorativas de la gente civilizada.... . La transición del ornamento animal a vegetal es sin duda el símbolo del mayor avance que se ha logrado en la historia de la cultura –la transición de la caza a la agricultura.[39]
[El arte primitivo refleja tan claramente el estado de las fuerzas productivas que ahora, cuando no cabe duda que el estado de aquellas fuerzas está determinado por el arte. Por tanto, los Bushmen dibujaron la gente y los animales muy entusiastamente y con una facilidad relativa, algunas de sus grutas son excelentes galerías de imágenes. Pero nunca dibujaron plantas. Solamente se conoce de una excepción a esta regla: al dibujar un cazador escondiéndose tras de un arbusto, la burda representación del arbusto indica lo poco común que es este tema para el pintor primitivo. Sobre esta base, algunos etnólogos concluyen que si los Bushmen alguna vez tuvieron una cultura mayor que en el presente, que, hablando en forma general, no es imposible, de seguro nunca conocieron la agricultura][40]
Si todo esto es correcto, entonces podemos formular las conclusiones que hemos hecho anteriormente basados en las palabras de Darwin: la naturaleza sicológica del cazador primitivo hace posible sus gustos y concepciones estéticas; y el estado de sus fuerzas productivas –el estado cazador- determina que se forman estos y no otros gustos y concepciones. Esta conclusión, dando una gran luz sobre las artes de las tribus cazadoras, también es otra prueba sobre la validez de la concepción materialista de la historia.
[Entre la gente civilizada, el modo de producción tiene una influencia menos obvia y menor sobre el arte. Para el observador superficial este hecho parece invalidar la concepción materialista de la historia, pero en realidad, cuando se la considera en la forma profunda de un sociólogo, le da un apoyo brillante.]
Consideremos ahora otra ley sicológica, una que también ha jugado una función importante en la historia del arte y que a pesar de ello no ha logrado la atención que merece.
Burton nos dice que ciertas tribus de negros africanos, a pesar que su música tiene poca importancia y que se mantienen contentos con las combinaciones más simples y monótonas, la armonía les agrada mucho. "El pescador acompaña su remar, el portero su caminar penoso y la ama de casa su tarea de fregar el grano con canciones".[41] Casalis dice lo mismo de una tribu de los basutos. "Algunas veces, para alivianar sus trabajos, las mujeres se reúnen y muelen el trigo al unísono, cantando una canción que suena perfectamente al ritmo con el sonar armónico de los aros en sus brazos".[42] Los hombres de esa tribu, cuando suavizan sus pieles, dan gritos extraños: "una mezcla de gruñidos nasales, cacareos y gritos agudos, que aunque son totalmente discordantes, van en tiempos perfectos... cada esfuerzo, cada vuelta, está acompañada por esos sonidos extraños". [43] "Es más especialmente el momento que les agrada al oído. Aquellos cantos en que el compás está más marcado les da el mayor placer"[44] "Para aumentar la medida del placer que encuentran en los movimientos regulares de las manos y los pies, se cuelgan guirnaldas armadas con pequeñas campanas en sus personas. ... El africano carga su persona con cuentas de vidrio y viste una inmensa cantidad de anillos de cobre en su cuello, brazos y tobillos con el propósito de sobresalir en su danza.[45] La música de los indios brasileños también revela un profundo sentido de ritmo, a pesar que al mismo tiempo es débil en melodía y no tiene sentido de armonía.[46] Lo mismo se puede decir de los nativos de Australia.[47] En una palabra, los ritmos juegan una parte importante en la vida de los pueblos primitivos. La respuesta al ritmo, tanto como la sensibilidad musical en general, evidentemente es una de las características principales de la sico-sicológica naturaleza de la humanidad. Y no solamente de los hombres.
La percepción, si no el goce de las cadencias musicales y de los ritmos probablemente es común para todos los animales [dice Darwin], y no cabe duda que depende de la naturaleza sicológica común de sus sistemas nerviosos.[48]
A la vista de esto, se puede suponer que las calidades que son comunes a tanto hombres como animales no dependen de las condiciones sociales y ciertamente no en el estado de las fuerzas de producción. Sin embargo, aunque este supuesto parece ser lógico en primera instancia, no soportará un examen crítico. La ciencia ha demostrado que esa dependencia existe. Y no olvidemos que la ciencia lo ha hecho en la persona de uno de los más grandes economistas, Karl Bucher.
Como se puede ver de las mencionadas citas, la habilidad del hombre para darse cuenta y gozar de los ritmos tiende al hecho que el productor primitivo, en el transcurso de su trabajo, sigue un cierto ritmo y acompaña el movimiento de su cuerpo con canto o con tintineos rítmicos o con ornamentos varios. ¿Pero qué determina este tumbar rítmico que mantiene nuestro productor primitivo? ¿Por qué este y no otros movimientos corporales? Esto depende del carácter tecnológico de un proceso productivo dado, en la técnica del proceso productivo. Entre los pueblos primitivos, cada forma de trabajo tiene su propia canción, donde el refrán siempre se ajusta al ritmo de los movimientos productivos.[49] Con el desarrollo de las fuerzas de producción, la importancia de la actividad rítmica en el proceso productivo decrece. Pero aún entre la gente civilizada, en Alemania por ejemplo, según Bucher, el trabajo de cada temporada tiene una canción definitiva y cada tarea una música propia.[50] También se hace necesario notar que dependiendo de cómo se hace el trabajo –individualmente o en grupos- las canciones están compuestas ya sea para canto individual o para coro, donde el último se divide en varias categorías. Pero eso no es todo. El carácter tecnológico del proceso gobierna también el tema de esas canciones. El estudio de la relación mutua entre el trabajo, la música y la poesía llevó a Bucher a concluir que "mientras en las primeras etapas del desarrollo de su trabajo, la música y la poesía se mezclaban, el trabajo era el elemento principal, los otros tenían importancia secundaria solamente".[51]
Como los sonidos que acompañan muchos procesos industriales tienen en ellos una función musical, y como en la gente primitiva el elemento principal es el ritmo, se hace fácil entender cómo sus composiciones musicales simples nacieron del contacto con sus implementos de trabajo en el contacto con el objeto de su trabajo. Ellos enfatizarían estos sonidos, variarían el ritmo y los adaptarían para expresar emociones humanas.[52] Para poder hacer esto, se hizo necesario hacer cambios en los implementos de trabajo, los que se transformaron en instrumentos musicales.
Para que estos primeros implementos sufrieran tales cambios fueron aquellos que el productor usó simplemente para golpear el objeto de su trabajo. Se sabe que el tambor fue el primer instrumento en propagarse entre los pueblos primitivos y entre muchas de ellas sigue siendo el único instrumento musical. Los instrumentos de cuerdas pertenecen a la misma categoría porque cuando los músicos primitivos los tocan, golpean las cuerdas. Los instrumentos de viento toman un lugar secundario, la flauta generalmente se usa para acompañar al trabajo en grupo y dar un cierto ritmo.[53] No podemos dar aquí un recuento más detallado de la teoría de Bucher –en resumen, él está convencido que el origen de la poesía cae en los movimientos corporales enérgicos que llamamos trabajo, y esto aplica no solamente a la forma poética, sino también al contenido poético.[54]
Si los hallazgos asombrosos de Bucher son correctos, entonces podemos decir con justeza que la naturaleza del hombre (la naturaleza fisiológica de su sistema nervioso) le dio la capacidad de darse cuenta y gozar los ritmos musicales, mientras su técnica de producción ha determinado el curso del desarrollo de esta capacidad.
Los académicos ya han observado la relación cercana entre las fuerzas productivas de los pueblos primitivos y su arte. Pero como en varias instancias estos académicos han sido filosóficamente idealistas, han reconocido estas relaciones en mucho en contra de su propio deseo y les han dado una interpretación errónea. Por ejemplo, un muy conocido historiador del arte, Wilhelm Lubke, dice que los pueblos primitivos el arte lleva la marca de las necesidades naturales, mientras que entre la gente civilizada se trata de una conciencia espiritual. Tal razonamiento solamente se puede definir como prejuicio idealista. En realidad, la creatividad artística está subordinada a la necesidad en la gente civilizada en forma no menor que entre la gente primitiva. La diferencia es que entre la gente civilizada la dependencia directa del arte a los medios de producción desaparece. Sin duda que sabemos que esta diferencia es importante. Pero también sabemos que esta diferencia está causada por el desarrollo de los medios de producción que llevan a la división del trabajo en varias clases. Esto no contradice el análisis materialista de la historia del arte; por el contrario, entrega nueva evidencia de su validez.
Consideren la "ley" de la simetría. Su importancia es grande e incuestionable. ¿En qué se basa? Lo más probable es que sea en la construcción del cuerpo humano tanto como el del animal. Aquel que está lisiado o deformado siempre deja una mala impresión en una persona físicamente normal.
Así vemos que la habilidad de gozar la simetría también nos la da la naturaleza. Hasta qué punto esta habilidad se hubiese desarrollado si no hubiese sido reforzada y protegida por el modo de vida de los pueblos primitivos, no lo sabemos. Lo que sabemos es que el hombre primitivo es principalmente un cazador. Su modo de vida, como hemos visto, tiende a la cultivación de motivos animales en su decoración. Y esto hace que el artista primitivo, desde una temprana edad, a poner una gran cantidad de atención a la ley de la simetría.[55]
Que el sentido de la simetría en el hombre está cultivado por estos factores se puede ver del hecho que los pueblos primitivos (y no solamente los primitivos) usan simetría horizontal más que vertical en su ornamentación[56] : miren cuidadosamente a cualquier figura humana o animal y se dará cuenta que la simetría horizontal y no la simetría vertical es más natural para él. Es más, se debería notar que los utensilios y las armas generalmente exigen formas simétricas según su carácter y propósito. Si el salvaje australiano, al decorar su arco, reconoce el valor de la simetría tal como la reconocieron los altamente civilizados constructores del Partenón, es obvio que ese sentido de simetría en sí mismo no explica nada en la historia del arte y que en esta instancia, tal como en otras, se tiene que decir: la naturaleza le da al hombre la habilidad, y la práctica y aplicación de esta habilidad está determinada por el desarrollo de su cultura.
Usamos el término cultura a propósito. Al leerlo usted exclamará: "¿Quién lo ha negado? Nosotros solamente decimos que el desarrollo de la cultura está determinado no solamente por la economía y el desarrollo de las fuerzas de producción".
Lamentablemente, tales objeciones son muy familiares. Sin embargo se hace difícil entender el por qué hasta la gente inteligente no puede ver la falla lógica en estos argumentos.
De hecho, se preferiría que el avance de la cultura también estuviera determinada por otros "factores". Ahora, ¿está el arte entre estos otros "factores"? Se dirá que no cabe duda que el arte está entre ellos. Entonces nos encontramos con la siguiente situación: la ruta del desarrollo de la cultura está determinada, entre otros factores, por el desarrollo del arte y el desarrollo del arte está determinado por el desarrollo de la cultura humana. Lo mismo se puede decir acerca de los otros "factores": económicos, políticos, institucionales, morales, etc. ¿Qué es lo que tenemos entonces? Tenemos lo siguiente: La ruta del desarrollo de la cultura humana está determinada por todos los factores enumerados, y los factores enumerados están determinados por el desarrollo de la cultura.
Se debe asentir que al analizar los problemas del desarrollo social se debe razonar más seriamente.
Tiene que haber pocas dudas que la crítica hacia el futuro (la ciencia teórica de la estética) será capaz de dar grandes pasos al respaldarse más en la concepción materialista de la historia. Creemos que en el pasado los críticos también estuvieron en terreno más sólido cuando se acercaron más a las visiones históricas expresadas anteriormente. Por ejemplo, deberíamos considerar la evolución de la crítica en Francia.
Esta evolución está cercanamente relacionada con el desarrollo de las ideas históricas generales. Los académicos del siglo dieciocho miraron a la historia desde el punto de vista idealista. En la acumulación y expansión del conocimiento vieron la causa más importante y profunda del desarrollo histórico de la humanidad. Si la propagación del conocimiento y de la evolución general del pensamiento humano realmente representa la razón principal del movimiento histórico, la pregunta surge naturalmente: ¿En qué depende la evolución del pensamiento? Desde el punto de vista del siglo dieciocho solamente hay una respuesta a esta pregunta: la naturaleza humana y las leyes inmanentes del desarrollo de su mente. Pero si la naturaleza humana en sí misma condiciona el crecimiento de todo el desarrollo, lo claro es que la naturaleza humana también condiciona el crecimiento de la literatura y del arte. Parece, entonces, que la naturaleza humana –y solamente esta- puede y tiene que darnos la clave para el entendimiento del crecimiento de la literatura y el arte en una sociedad civilizada.
La naturaleza humana es tal que vive a través de varias etapas –niñez, juventud, madurez, etc. La literatura y el arte también pasan por estas etapas en el transcurso de su desarrollo.
Grimm en su Correspondence Litteraire, se pregunta "¿Qué nación no fue primero un poeta y luego un pensador?" expresando así que el florecimiento de la poesía corresponde a la niñez y juventud de las naciones, mientras que los logros de la filosofía corresponden a la madurez. Esta visión del siglo dieciocho fue heredada por el siglo diecinueve. Hasta lo encontramos en el famoso libro de Mme de Stael, The Influence of Literature upon Society, donde también se encuentran las relativamente importantes semillas de una visión diferente.
Un examen atento de estas tres eras diferente de la literatura griega nos permitirá hacer un descubrimiento claro en ellos del progreso natural de la mente humana... Homero estampó el carácter de su genio en la primera época de la literatura griega: la era de Pericles se distinguió por el progreso rápido en el drama, en elocuencia, en moralidad y por los primeros amaneceres de la filosofía. En el tiempo de Alejandro, un estudio más profundo de las ciencias filosóficas llegó a ser la preocupación principal en aquellos que poseían talentos literarios. Sin duda se debe reconocer que los poderes de la mente humana se necesitan desarrollar hasta un cierto punto antes que puedan alcanzar las elevaciones de la poesía; pero se debe confiar igualmente que la gama de la inspiración poética se debe en parte verificar cuando el progreso de la civilización y la filosofía ha rectificado todos los errores de la imaginación.[57]
La poesía debe por fuerza caer en una cierta declinación así significando que ha sobrepasado su juventud.
Mme de Stael estaba consciente del hecho que las naciones más jóvenes, a pesar de sus logros intelectuales no han hecho una sola contribución poética que se le pueda colocar en un nivel más alto que la Ilíada o la Odisea. Esto amenazó con poner en duda su creencia en el mejoramiento continuo y rápido de la humanidad; por tanto no quiso separarse de su teoría de varias etapas, heredadas por ella desde el siglo dieciocho, una teoría que le permitiría fácilmente desechar las dificultadas mencionadas ya.
En realidad podemos ver que según esta teoría, la debilitación de la poesía resultó de la madurez intelectual de las naciones civilizadas del mundo; pero Mme de Stael, dejando estas comparaciones, virtiéndose a la historia de la literatura de las naciones más jóvenes puede ver en una luz totalmente diferente. Especialmente interesantes son sus capítulos que tratan sobre la literatura francesa.
[en el capítulo XVIII dice] La alegría francesa y el gusto francés han sido proverbiales en todos los países de Europa y el gusto y la alegría generalmente han sido atribuidas al carácter nacional: ¿Pero qué es el carácter nacional si no el resultado de las instituciones y las circunstancias que influencian la felicidad, el interés y las costumbres de un pueblo? Como aquellas circunstancias y esas instituciones han cambiado y hasta en los más tranquilos períodos de la revolución, los más sorprendentes no han sido el tema de un único epigrama, o de un chiste animado. Muchos de aquellos hombres que han logrado una gran ascendencia sobre los destinos de Francia no tenían ninguna gracia de expresión ni brillantez de comprensión; quizás hasta adeudaban alguna parte de su influencia al pesimismo, silencio y la ferocidad escalofriante que llenaba tanto sus costumbres como sus sentimientos.[58]
No estamos aquí preocupados ni con la gente a la que se refiere Mme de Stael ni a lo verdadero de sus implicancias. En su opinión, el carácter nacional es producto de condiciones históricas. ¿Pero qué es carácter nacional si no es naturaleza humana como aparece en las características espirituales de una nación?
Si el carácter de una nación dada está determinada por su desarrollo histórico, obviamente este carácter no puede haber sido un factor primario en su desarrollo. Consecuentemente, se deduce que la literatura –que es el reflejo del carácter nacional- es un producto de las mismas condiciones históricas que determinaron su carácter. Lo que significa que no es la naturaleza del hombre, ni el carácter de una nación dada lo que explica su literatura, sino su historia y orden social. Es desde este punto de vista que Mme de Stael ve la literatura de Francia. Su capítulo que trata sobre la literatura francesa del siglo diecisiete representa un muy interesante intento de explicar esta literatura en cuanto a las relaciones socio-políticas del período y la sicología de la nobleza francesa en su relación con la monarquía.
Aquí encontramos muchas observaciones astutas relacionadas con la sicología de la clase dominante de tal período y muchas predicciones correctas en cuanto al futuro de la literatura francesa.
Nada parecido a esto [la literatura francesa del siglo diecisiete] se observará en Francia bajo un gobierno de naturaleza diferente, sin embargo se puede constituir [dijo Mme de Stael]; lo que será una prueba convincente que lo que se llamó genio francés, una gracia francesa fue solamente el resultado de las instituciones y las costumbres monárquicas tales como las han tenido por muchas de las épocas pasadas que han existido en Francia.[59]
Esta nueva teoría de la literatura como producto del orden social llegó gradualmente a ser teoría predominante en la crítica europea del siglo diecinueve.
En Francia, Guizot lo repite en sus ensayos literarios. También lo expresa Sainte-Beuve, quien, es verdad, lo acepta sin reservaciones; y finalmente encuentra su expresión más completa en los trabajos de Taine.
Taine mantuvo la opinión que "cada cambio en el estado de los hombres lleva a un cambio en su sicología". La literatura y el arte de cada sociedad se puede explicar en su sicología porque "la producción del espíritu humano, como producción de naturaleza viva, se explica solamente en su medio ambiente". Consecuentemente, para entender la historia del arte y literatura en un país, se debe estudiar la historia de los cambios que sucedieron en la vida de sus habitantes. Esta es la verdad absoluta. Sólo falta leer su Filosofía del arte, la Historia de la literatura inglesa, o la de Italia, para encontrar muchas ilustraciones aclaratorias. Taine, sin embargo, como Mme de Stael y otros de sus predecesores, todavía se agarraron de la visión idealista de la historia y por tanto sus ilustraciones aptas y verdaderas no le sirvieron tan bien como le hubiesen servido a un historiador de la literatura y el arte.
Como un idealista ve el progreso del progreso del pensamiento humano como el motivo principal de la fuerza de la historia, Taine concluyó que la sicología del hombre está determinada por su entorno y el entorno está determinado por su sicología. Este razonamiento dirige hacia una cantidad de contradicciones y dificultades de las que Taine, como los filósofos del siglo dieciocho, emergió recurriendo a la naturaleza humana en la forma de raza. Las puertas que se le abrieron se pueden ver en el ejemplo siguiente. Se sabe que el Renacimiento comenzó en Italia antes que en cualquier otro país y que en general Italia fue la primera en emerger de la Edad Media. ¿Cuáles fueron las razones para los cambios en el medio ambiente de los italianos? Estos cambios se dieron gracias a las peculiaridades de su raza, dice Taine. Se lo dejamos a ustedes para que juzguen el valor de tal explicación. Aquí hay otro ejemplo. En el palacio Sciarra, en Roma, Taine vio un paisaje de Poussin y hace énfasis en esta conexión que los latinos, por las peculiaridades de su raza, responden al paisaje en una forma especial: lo aceptan "solamente como decoración para apropiarse de él y subordinarlo al hombre"; mientras los alemanes aman la naturaleza "en sí misma".[60] Seguidamente sobre esto mismo, Taine, analizando otro paisaje por este mismo Poussin, dice: "Para apreciarlo plenamente, sin embargo, se debe amar la tragedia, el verso clásico, la pompa de las buenas maneras y la grandeza señorial o monárquica. La distancia entre estos y los sentimientos modernos es infinita".[61] Ahora, ¿por qué hay sentimientos modernos tan lejanos de la gente que amaba la pompa y los modales de comportamiento, la tragedia y el verso clásico? ¿Es porque el francés del tiempo del "rey sol" perteneció a una raza diferente del francés del siglo diecinueve? ¡Rara pregunta! Taine mismo repite persistentemente que la sicología de los hombres cambia con los cambios en su medio ambiente. No hemos olvidado esto y repetimos tras él: Nuestro entorno contemporáneo está muy alejado de medio ambiente de la gente del siglo diecisiete; consecuentemente nuestros sentimientos están muy alejados de los sentimientos de los contemporáneos de Boileau y Racine. Hace falta encontrar el por qué los entornos han cambiado, es decir, por qué el Régimen Antiguo dio lugar al sistema burgués actual; por qué las reglas de la Bolsa de Cambio fueron alguna vez, sin exageración, cuando Luis XVI podía decir "Yo soy el estado". Y a esta pregunta encontramos que la única respuesta satisfactoria está en la historia económica del país.
Como saben, por supuesto, varios escritores con diferentes calidades de opinión se han opuesto a la visión de Taine. Podemos decir, sin embargo, que ninguno de los críticos de Taine ha sido capaz de separarse del principio que incorpora todo lo que hace sentido en su doctrina estética, que es, en suma que el arte es el resultado de la sicología humana y que la sicología de los hombres cambia su medio ambiente. Es más, ninguno de ellos ha sido capaz de percibir la profunda contradicción que hace imposible el avance de las ideas de Taine. Ninguno de ellos se dio cuenta que según su interpretación de la historia, la sicología humana, que está determinada por condiciones históricas, llega a ser la causa final de esas condiciones. ¿Por qué nadie se dio cuenta de esta contradicción? Porque era parte integrante de sus propias concepciones históricas ¿Qué es esta contradicción? ¿De qué elementos consiste? Consiste de dos elementos, uno de los cuales se llama la visión de mundo idealista y la otra, visión materialista del mundo. Cuando Taine dijo que la sicología del hombre cambia con su entorno, fue materialista; pero cuando declaró que el medio ambiente de la gente está determinado por su sicología, repitió la visión de mundo idealista del siglo dieciocho. No hace falta decir que no es la última visión la que dicta su mejor trabajo en la historia del arte y la literatura.
Para poder evitar la contradicción mencionada que tan claramente pone en peligro el desarrollo de visiones profundas y brillantes de los críticos de arte franceses, se debe razonar de la forma siguiente: El arte de cada nación está determinada por su sicología, por sus condiciones; y sus condiciones están determinadas en último análisis por el estado de sus fuerzas productivas y relaciones de producción. Esta es la visión materialista de la historia.
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Notas
[1] Grecia tuvo especial importancia para Saint-Simon, porque en su opinión "es entre los griegos que la mente humana empezó primero a preocuparse seriamente con la organización social".
[2] Consulte su Memoria sobre la ciencia del hombre.
[3] Cours de la philosophie positive (Curso de la filosofía positiva), Vol. I, p. 48, Paris, 1830.
[4] Varios años atrás [en 1897] se publicó en París un trabajo llamado Les Origines de la Technologie (Los orígenes de la tecnología). El autor, A. Espinas, se esmeró en explicar el desarrollo de la visión del mundo [Weltanschauung] de los griegos antiguos en cuanto a sus fuerzas productivas. Este es un intento muy importante e interesante, por el que debemos estar muy agradecidos al autor, a pesar de los muchos errores en el libro.
[5] Charles Darwin: The Descent of Man and Selection in relation to Sex (El origen del hombre y la selección con relación al sexo), 2 vols., Vol. 1, pp. 63-64, Londres, 1871.
[6] Según Wells, Darwin exageró el significado de las reacciones estéticas por parte de los animales inferiores en conexión con la selección en relación con el sexo. Sin embargo, dejaremos que los biólogos determinen la validez de las objeciones de Wells y procederemos con el supuesto que Darwin estaba en lo correcto.
[7] Darwin: ibid.
[8] Darwin: op. cit., p. 92, Londres, 1874 (2ª ed., revisada y aumentada).
[9] Henry R. Schoolcraft: Historical and Statistical Information respecting the History, Conditions, and Prospects of the Indian Tribes of the United States, 5 vols., Vol. Ill, pp. 63-69, Philadelphia, 1851-1855.
[10] Sin embargo, existe el caso donde objetos del mismo tipo gustan solamente por su color.
[11] Ceorg Schweinfurth: The Heart of Africa, traducido por E. E. Frewer, 2 vols. Vol. I, p. 163, Nueva York, 1874. También Paul B. Du Cliaillu: Explorations and Adventures in Equatorial Africa, p. 33, New York, 1861.
[12] Schweinfurth: ibid., Vol. I, p. 151.
[13] David y Charles Livingstone: Narrative of an Expedition to Zambesi, p. 128, New York, 1866
[14] Más tarde trataremos de explicar esto sobre la base del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad primitiva.
[15] Darwin: ibid., Vol. I, p. 73.
[16] La investigación biológica de los darwinistas, hasta donde se ocupa con el desarrollo de las formas orgánicas, no puede sino perfeccionar métodos científicos en sociología en cuanto trata con el desarrollo de las organizaciones sociales y sus productos, los pensamientos y sentimientos humanos. Sin embargo, no compartimos en absoluto las posiciones sociales de darwinistas como Haeckel. Muchos auto denominados darwinistas en sus argumentos sobre la sociedad humana no usan los métodos darwinistas, sino solamente idealizan los instintos de los animales (principalmente carnívoros) estudiados por los grandes biólogos. Las conclusiones sociales a las que llegó Darwin sobre la base de su teoría tienen poco parecido con las conclusiones formuladas desde su teoría por la mayoría de sus seguidores. Darwin consideró que el desarrollo de los instintos sociales era extremadamente vital para el éxito de las especies; aquellos darwinistas que predican la lucha social de todos contra todos no pueden compartir esta idea.
[17] Alexandre Beljanie: Le Public et les Hommes de Lettres en Angleterre au Dix-huitieme Siecle, pp. 1-10, Paris, 1881. También H. Taine: Histoire de la Litterature Anglais, Vol. 11, pp. 443
[18] Beljame: ibid., pp. 7-8.
[19] Charles Darwin: Expression of the Emotions in Man and Animals, p. 50, New York, 1873.
[20] Richard F. Burton: The Lake Regions of Central Africa, 2 vols. Vol. 1, p. 307, Londres, 1860.
[21] Livingstone: ibid., p. 127
[22] Schweinfurth: ibid., Vol. II, p. 34.
[23] Du Chaillu: ibid., p. 280.
[24] Friedrich Ratzel: Volkerkunde, p. 65, B. J. Einleitung.
[25] Ratzel: The History of Mankind, traducción de Volkerkunde by E. B. Tylor, 3 vols., Vol. III, p. 326, Londres, 1898.
[26] Schweinfurth: ibid., Vol. I, p. 154.
[27] Laurent Jean-Baptiste Berenger-Feraud: Les Peuplades de la Senegambie, p. 11, París, 1879.
[28] Beljame: ibid., pp. 40-41. Cf. Taine: ibid., pp. 508-512.
[29] Consulte el interesante trabajo de J. J. Jusserand: Shakespeare in France, p. 301, London, 1899.
[30] Eduard Engels: Geschichte der Englischen Literatur, p. 269, Leipzig, 1893 (3rd ed.).
[31] Gabriel Tarde tuvo la gran oportunidad de estudiar la acción sicológica de este principio en su libro Une Opposition Universelle, Essai d’une Theorie des Contraires, publicado en 1897. Sin embargo, por alguna razón no tomó ventaja en esta oportunidad, confinándose a comentarios menores. Es verdad, como dice [p. 245], que su libro no es un tratado sociológico. Si lo fuera y si hubiese abandonado su punto de vista idealista, sin duda que hubiera cubierto el tema.
[32] Recordemos que esta conversación se hace en los Pirineos.
[33] Hippolyte Taine: A Tour through the Pyrenees, pp. 194-196, New York, 1874.
[34] La operación del principio sicológico de la contradicción ya es evidente en los niveles más bajos de la cultura, desde la división del trabajo entre los sexos; también de las distinciones hechas en cuestión de vestimentas de los que se dieron cuenta varios exploradores. Por ejemplo: "Aquí [en Bongoland], como en cualquier otro lugar en el globo, el sexo masculino desea distinguirse externamente de la mujer, y difieren ampliamente en sus hábitos con respecto a esto" (Schweinfurth: ibid. Vol. I, pp. 293-294), y los hombres [de la tribu Niam-niam] derrochan una gran cantidad de tiempo en el arreglo de sus cabellos mientras el peinado de las mujeres es modesto y simple (Schweinfurth: ibid., Vol. II, pp. 6-7). Vea Karl von den Steinen: Unter den Naturvolkern Zentral-Brasiliens, p. 298, Berlin, 1894, en cuanto a la referencia a la influencia de la division del trabajo entre los sexos durante la danza. Se puede decir con total convicción que la tendencia por parte del hombre para distinguirse de la mujer aparece antes de la inclinación de considerarse superior a los animales inferiores. ¿No es verdad que en esta instancia las características básicas de la naturaleza sicológica del hombre se expresan de una manera un tanto paradójica?
[35] "En esta idealización de la naturaleza, la escultura estuvo guiada por sugerencias de la naturaleza misma; el énfasis se puso en aquellas características que distinguían al hombre de la bestia. Una postura erecta guió a una mayor delgadez y largo de la pierna. El aumento en la altura de la frente en la evolución de la vida animal incidió en la formación del perfil griego. El principio general ya enunciado por Winckelmann, que en la naturaleza los planos no se mergen imperceptiblemente el uno al otro sino se quiebran bruscamente, permitió una acentuación de los bordes bruscos de las cuencas de los ojos y de las fosas nasales y del igualmente brusco perfil agudo de los labios". Herman Lotze: Geschichte der Aeslhetik in Deutschland, p. 568, Munich, 1868.
[36] El misionario Heckewelder relata que en una oportunidad cuando visitó un indio al que conocía, le encontró preparándose para una danza. Indudablemente que el danzar tiene una gran importancia social entre las gentes primitivas. El indio se había decorado la cara de la siguiente manera especial: "Cuando le vimos en su perfil por un lado, su nariz representaba el pico de un águila... . Cuando se dio vuelta para el otro lado, la misma nariz representaba la nariz de un salmón de agua dulce... Parecía muy agradado con esa ejecución y al tener su espejo consigo, contempló su obra, al parecer con gran orgullo y exultación". John Heckewelder: History, Manners, and Customs of the Indian Nations who once Inhabited Pennsylvania and the Neighboring States [Historia, maneras y costumbres de las naciones indígenas que alguna vez habitaron Pensilvania y los estados vecinos], p. 204, Philadelphia, 1876 (new and revised ed.).
[37] Cf. J. G. Frazer: Totemism, pp. 26 ff., Edinburgh, 1887; Schweinfurth: ibid., Vol. I, pp. 406-407.
[38] Karl von der Steinen: ibid., p. 201.
[39] Ernst Grosser The Beginnings of Art [Los comienzos del arte], p. 156, New York, 1900.
[40] Consulte la interesante introducción de Raoul Allier al libro de Frederic Christol Au Sud de l’Afrique [Al sur del Africa], París, 1897.
[41] Burton: ibid., Vol. II, p. 291.
[42] E. Casalis: The Basutos, p. 143, London, 1861.
[43] Casalis: ibid., p. 134.
[44] Casalis: ibid., p. 150.
[45] Casalis: ibid., p. 150.
[46] Von den Steinen: ibid., p. 326.
[47] Consulte Edward J. Eyre: "Manners and Customs of the Aborigines of Australia" en Journal of Expeditions of Discovery into Central Australia, etc., Vol. II, p. 229, Londres, 1847.
[48] Darwin: The Descent of Man, Vol. II, p. 333, London, 1871.
[49] Karl Bucher: Arbeit und Rhythmus, pp. 21-23, 35, 50, 53-54, Leipzig, 1896.
[50] Bucher: ibid., p. 29.
[51] Bucher: ibid., p. 78.
[52] Bucher: ibid., p. 91.
[53] Bucher: ibid., pp. 91-92.
[54] Bucher: ibid., p. 80.
[55] Digo desde una temprana edad porque entre los pueblos primitivos los juegos de los niños son su educación y sirven para desarrollar su talento artístico. Christol dice que los niños de los basutos hacen modelos de greda de varios animales como vacas, caballos, etc. Sin duda, estas escultura no son arte, pero la gente civilizada no se puede comparar en esto a los pequeños "salvajes" africanos. En las sociedades primitivas los juegos de los niños están muy relacionados con las ocupaciones productivas de sus mayores; este hecho tiene influencia entre el juego y la vida social.
[56] Vea los dibujos de los escudos australianos en Ernst Grosse: The Beginnings of Art, p. 124, New York, 1900.
[57] Mme de Stael: The Influence of Literature upon Society, 2 vols., Vol. I, 83, Londres, 1812.
[58] Mme de Stael: ibid., Vol. II, p. 48.
[59] Mme de Stael: ibid., Vol. II, p. 61
[60] H. Taine: Italy, Rome and Naples, traducido al inglés por J. Durand, Vol. I, p. 222.
[61] H. Taine: op. cit., Vol. I, p. 223 – A J.