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XI. LAS REVOLUCIONES ABORTADAS
Todas las grandes revoluciones que estudiamos en el capítulo anterior llegaron a convertirse en socialistas en el terreno económico, pero sin que existiese un régimen obrero revolucionario como el de Lenín y Trotsky, sino un régimen burocrático. Al hecho de que ese régimen de democracia obrera revolucionara, que sería el que se impondría si continuase el proceso, no se abra paso, lo hemos llamado revolución congelada; otros la llaman deformada. Ambos términos, con mayor o menor propiedad, quieren señalar el fenómeno de que a partir de la expropiación de la burguesía no se produjo un avance cualitativo de la revolución. Para nosotros eso es congelar la revolución, para otros esa revolución ya triunfó deformada porque los partidos que la dirigieron no practicaban la democracia obrera.
En este agregado nos ocuparemos de las revoluciones que abortaron, que no alcanzaron ningún logro socialista y se estancaron en una revolución política, que solo dio lugar a un nuevo régimen democrático-burgués, en lugar del anterior totalitario, invasor o colonial. Aparentemente, sólo son revoluciones democráticas, nacionales, que triunfaron. Pero no es así, porque, como ya hemos explicado largamente, debajo de ese proceso lo que está en curso es una revolución socialista, aunque se exprese en una primera etapa como una revolución democrática o colonial. Quienes abortaron estas revoluciones impidiendo que lleguen a su consumación, que completen su recorrido, para impedir que triunfe la revolución socialista, son las direcciones del movimiento de masas, principalmente el stalinismo mundial.
Justamente porque es la etapa más revolucionaria de la historia se han dado múltiples formas de revoluciones "democráticas" socialistas, o "coloniales" socialistas triunfantes. Decimos esto porque se ha sacralizado la palabra revolución. Antes de la segunda guerra mundial sólo eran revoluciones las insurreccionales como la rusa. En esta posguerra se ña endiosado solamente a las revoluciones hechas por las guerrillas que llegaron a expropiar a la burguesía. Pero hay muchas otras formas de revoluciones. A vuelo de pájaro, clasificaremos algunas de esas revoluciones triunfantes que abortaron, pero no por eso dejaron de darse.
Los regímenes obreros y campesinos guerrilleros que reconstruyeron el estado burgués.
No todos los regímenes obreros y campesinos expropian a la burguesía. El FLN argelino, por ejemplo, desde su posición de gobierno obrero y campesino retrocedió a la reconstrucción del estado burgués. Argelia era una colonia del imperialismo francés que gracias a la guerra de guerrillas logró liberarse. El gobierno del FLN se transformó en obrero y campesino contra su voluntad expresa, ya que no fue él quien rompió con la burguesía y sus partidos, sino la burguesía con él. Casi la totalidad de la burguesía, que era francesa o blanca, huyó de Argelia aterrorizada por el triunfo árabe y se negó a volver, dejando solo al FLN, sin partido ni clase burguesa para hacer un gobierno frentepopulista, como era su intención. El imperialismo francés (y mundial) maniobró con habilidad, haciéndole toda clase de concesiones al nuevo régimen obrero y campesino, Esta política le dio un resultado extraordinario, ya que logró que el FLN reconstruyera un estado burgués semicolonial, dependiente del imperialismo francés y norteamericano, en lugar del estado colonial anterior.
Creemos que algo parecido ha ocurrido en otros países coloniales, aunque no estamos seguros de que la reconstrucción del estado burgués se hiciera desde un régimen obrero y campesino.
Los triunfos guerrilleros que reconstruyeron el estado burgués: los regímenes stalinistas burgueses.
Hubo triunfos de las guerras anticoloniales en África que no llegaron a un régimen obrero y campesino, es decir, los nuevos gobiernos no llegaron a romper con la burguesía, o —en aquellos países donde no existía una burguesía negra relativamente fuerte— con el imperialismo. Los gobiernos de las guerrillas triunfantes en las ex colonias portuguesas en África —Angola y Mozambique—, aunque tuvieron fuertes roces con el imperialismo yanqui, siguieron teniendo relaciones estrechas y semicoloniales con el débil imperialismo portugués, y por esa vía con todo el imperialismo mundial.
Y con el paso del tiempo incluso los profundos roces con el imperialismo yanqui han ido disminuyendo, al punto de que hoy día Rockefeller es un fanático defensor de Angola. Los llamamos regímenes stalinistas burgueses porque estas colonias están gobernadas por partidos nacionalistas stalinistas que, a pesar de los roces, choques y enfrentamientos con el imperialismo yanqui —incluso armados, con su agente África del Sur—, reconstruyen rápidamente el estado burgués semicolonial.
Estos gobiernos de un solo partido se han dado por la imposibilidad de encontrar un partido burgués que quiera colaborar. A pesar de que no hay ningún partido burgués en el poder, no lo llamamos obrero y campesino, porque el partido nacionalista-stalinista no rompe con el imperialismo ni con el régimen burgués.
Hay que estudiar si ésta no es la situación del régimen sandinista, que no ha roto con la burguesía y va hacia la reconstrucción del estado burgués, o hacia un gobierno obrero y campesino.
Las revoluciones parecidas a las de febrero.
En esta posguerra se dieron distintos tipos de revoluciones urbanas socialistas que se expresaron como un gran triunfo democrático. Al decir parecidas a febrero aludimos al hecho de que fueron revoluciones socialistas que empezaron con un gran triunfo democrático. De todos modos, casi todas ellas se distinguen de la de febrero en que no fueron espontáneas, sin dirección, sino que tuvieron direcciones fuertes, que impulsaban y dirigían la lucha revolucionaria urbana. Entre estas revoluciones tenemos que distinguir las siguientes:
a) Las de Francia e Italia en la inmediata posguerra
Como consecuencia de la guerra de tos aliados con los nazis, combinada con una guerrilla popular, se logró destrozar a los regímenes fascistas o semifascistas de Italia y Francia y barrer al ocupante nazi. Pero estas dos guerras se combinaron y fueron rebasadas por la entrada en escena del movimiento obrero a través de sus organizaciones tradicionales. El estado burgués es destruido por los tres factores que ya hemos mencionado. Surge un poder dual. El stalinismo se une a la derecha burguesa. De Gaulle en Francia y Badoglio-DeGasperi en Italia, para reconstruir el estado burgués. Pasará a la historia de las máximas traiciones del stalinismo la consigna de Thorez "un solo ejército y una sola policía" llamando a que las masas entreguen las armas al ejército burgués en reconstrucción. Rápidamente, debido a esta política del stalinismo. se reconstruye el ejército y el estado burgués.
Para nosotros, con la derrota del eje se inicia bajo una forma democrática, la revolución socialista en Occidente, concretamente en Italia y Francia. Esta revolución fue abortada en un mero régimen democrático burgués, en lugar de socialista, por el stalinismo.
b) La que derrota a las fuerzas armadas y destruye el estado burgués
El ejemplo clásico de esta revolución es la boliviana de 1952, aunque la portuguesa de 1974, y la iraní de 1979 tienen algunos elementos sin llegar a su nivel. En Bolivia una insurrección obrera y popular, codirigida por los trotskistas, destruye al ejército burgués, y como consecuencia de ello el estado burgués queda hecho trizas. Surge un poder dual donde casi el poder burgués no existe. El poder dominante es obrero y democrático: los sindicatos y sus milicias armadas dominan el país. Sus direcciones le dan el poder a la burguesía y a la pequeña burguesía. La revolución aborta de obrera y socialista a un régimen democrático burgués. Después de diez años es liquidada ya que triunfa la contrarrevolución.
c) Grandes movilizaciones de masas desarmadas que provocan la crisis social de las fuerzas armadas, los soldados dejan de obedecer a la oficialidad.
Los ejemplos típicos de este tipo de revolución son la portuguesa, en 1974 y la iraní, en 1979. El inicio de la revolución portuguesa en 1974 fue producto de la derrota del ejército portugués en Angola y Mozambique, de un putch militar y de una gigantesca movilización obrera y popular contra el régimen fascista. No hay enfrentamiento con las fuerzas armadas pero éstas quedan destrozadas por el ascenso revolucionario del movimiento de masas. Surgen comités de obreros, soldados, campesinos e inquilinos. Se ocupan todas las propiedades. Surge un poder dual de los comités obreros y populares y del gobierno burgués apoyado por los partidos obreros y la jefatura de las fuerzas armadas. Estas dan un golpe contra los comités para imponer un régimen democrático burgués y, de acuerdo con el partido socialista, abortar la revolución.
Irán es un caso parecido: el movimiento de masas enfrenta durante semanas y semanas al ejército del Sha hasta lograr ponerlo en una crisis sin salida que lo obliga a huir. Es un colosal triunfo revolucionario que abre una etapa de poder dual muy parecido al de la revolución rusa de febrero, es, decir, con forma soviética.
d) Revoluciones como la española de 1931, sin grandes movilizaciones, que choquen con el ejército, sin crisis social de las fuerzas armadas y sin poder dual
Muchas revoluciones han sido como la española, provocadas por la crisis del régimen burgués y de la burguesía como clase y el ascenso del movimiento de masas, que hace saltar por los aires al régimen monárquico en España, o los modernos regímenes fascistas o semifascistas. En Latinoamérica se han dado varias revoluciones de este tipo, que no crean un poder dual debido a la fortaleza relativa del estado burgués y de sus fuerzas armadas.
La otra cara de esta relativa fuerza de la burguesía se refleja en la debilidad o inexistencia de órganos de poder. Hay crisis política de las fuerzas armadas, la oficialidad entra en crisis, no sabe qué hacer, pero no hay crisis social, de enfrentamiento de los soldados con la oficialidad.
El hecho de que no haya enfrentamientos sangrientos en las calles o que el ejército no entre en una crisis social (aunque refleje la crisis burguesa), es decir, que los soldados se organicen independientemente y rompan la disciplina, ha hecho que muchos marxistas no consideren estas revoluciones como tales. Nosotros creemos que al igual que las otras revoluciones produce una etapa democrática de vacío de poder burgués v aborta como un cambio espectacular de régimen político burgués. Por esta razón creemos que es una revolución, aunque es la más débil de todas las que estamos describiendo.
Ninguna de estas revoluciones llegó a la fase del régimen obrero y campesino. Ha habido otras revoluciones de una importancia fundamental, las revoluciones políticas contra el régimen totalitario burocrático, que fueron derrotadas como la húngara y la checoslovaca o que todavía no ha dicho su última palabra, como la polaca. Las dos primeras fueron salvajemente reprimidas por el ejército rojo. La tercera lo ha sido por el ejército polaco pero en un grado sensiblemente menor, es decir, sin que haya logrado triunfar la contrarrevolución burocrática. Son revoluciones derrotadas pero de un carácter sintomático fundamental para el desarrollo de la revolución mundial. Del carácter de estas revoluciones políticas y del régimen que enfrentan nos ocuparemos en el próximo capítulo.
XII. LOS REGÍMENES STALINISTAS Y LA REVOLUCIÓN POLÍTICA
Aunque son producto de procesos diferentes, casi antagónicos, todos los regímenes de los estados obreros son esencialmente iguales. La URSS stalinista fue producto de una contrarrevolución política. Gracias a una contrarrevolución violenta el stalinismo logró liquidar el régimen leninista. Para ello encarceló, torturó y sobre todo asesinó a centenares de miles de obreros, campesinos y revolucionarios. Los regímenes de los estados obreros de esta posguerra son consecuencia de una guerra revolucionaria y no de una contrarrevolución, pero el régimen imperante es igual al stalinista. Esto se debe a que el régimen político del partido que dirigió la guerra revolucionaria fue autocrático, totalitario, tal cual explicamos anteriormente. Otra razón es el carácter de clase de las direcciones de esos partidos ejércitos. El resultado es el mismo. En un caso se retrocedió debido a la contrarrevolución stalinista de un régimen democrático obrero revolucionario a un régimen totalitario. En el otro caso no hubo necesidad de hacer una contrarrevolución para imponer el régimen totalitario, ya que éste era el régimen del partido-ejército que dirigió la guerra revolucionaria.
Para que no se diga que exageramos haremos una descripción de todos los regímenes actuales de los estados obreros, sin distinguirlos por su génesis, y veremos que son iguales.
Los regímenes obreros contemporáneos
Comparándolos con el de Lenín (que analizamos anteriormente), y entre ellos, nos encontramos con las siguientes características, todas opuestas al leninismo:
1. El poder absoluto está en manos del partido-ejército que hizo la revolución
Las organizaciones obreras le están totalmente supeditadas. Estos partidos-ejércitos son pequeñoburgueses y burocráticos, no obreros. El régimen leninista es obrero por donde se lo mira.
2. El régimen político es totalitario
a) No hay ninguna libertad para los obreros afiliados a sus sindicatos o a sus otras organizaciones.-
Pueden ser perseguidos y hasta encarcelados. Si un obrero en cualquier organización cubana o de cualquier otro país obrero dijera que es trotskista o que cree que Estados Unidos es más democrático que Cuba, iría inmediatamente preso. Bajo el leninismo ocurriría lo contrario.
b) Unipartidismo
Sólo se permite la existencia de un partido o de un falso frente oficial, gobernante. Ningún partido tiene legalidad. El leninista es pluripartidista antes de la guerra civil.
c) Absolutamente ninguna libertad
Nadie puede escribir, pensar, investigar, crear obras de arte, enseñar, publicar periódicos si no son autorizados por el gobierno. Todas las publicaciones sin excepción son estatales, gubernamentales, desde los periódicos hasta los libros. Lo mismo ocurre con la televisión, el teatro y las películas cinematográficas.
d) Los sindicatos son órganos del estado.
No hay ninguna libertad o independencia de los sindicatos y todas las otras organizaciones obreras, en relación al estado. Todas son organizaciones estatales. Bajo Lenin, los sindicatos son independientes del estado.
3. Un régimen para construir el socialismo en un solo país.
Es un régimen que nadie votó y que sólo en oportunidades muy raras, muy excepcionales, impone una política de movilización, que será retaceada, supercontrolada y no permanente. Su política de todos los días es directamente contrarrevolucionaria, represora de toda movilización obrera y popular. Mucho menos es un régimen que apoye la movilización permanente de los trabajadores del mundo entero. Fidel Castro apoyó al ejército rojo en Checoeslovaquia y a Jaruzelsky en Polonia. No apoyó, por lo tanto, a los trabajadores polacos o checoeslovacos sino a sus verdugos.
A escala mundial defienden la teoría y el programa de la revolución por etapas o un socialismo agrario, popular, de tipo reaccionario.
4. Un partido pequeñoburgués, burocrático, totalitario y nacionalista
Todas las características del régimen las tiene e) partido gobernante. como no podía ser de otra manera.
a) Pequeñoburgués, burocrático.- Ninguna de sus direcciones se hizo en las luchas obreras y en sus organizaciones, sino en organizaciones burocráticas o pequeñoburguesas, Sólo los dirigentes bolcheviques que se volvieron stalinistas rompen esta norma. Pero los stalinistas puros que no venían del partido bolchevique de antes de tomar el poder se hicieron dirigentes en puestos burocráticos. Malenkov, por ejemplo, hizo su carrera, que lo llevó al gobierno de la URSS, como dactilógrafo secretario de Molotov. Fidel Castro, según Guevara explica en una carta, era igual a un dirigente radical de la Argentina. Su formación política era pequeñoburguesa.
b) Burocrático, totalitario.- En ninguno de los partidos que gobiernan los estados obreros hay discusiones públicas, tendencias, votaciones trascendentes o congresos que voten por mayoría o minoría. Todo, absolutamente todo se vota por unanimidad. No hay por lo tanto ninguna democracia interna. La burocracia dirigente impone su opinión y voluntad a la base del partido como lo hacía antes de la toma del poder.
c) Partido reformista, etapista. Que practica la coexistencia pacífica política con sectores de la burguesía y el imperialismo.- Siempre estos partidos gobernantes enseñan a las masas que hay sectores explotadores, burgueses o imperialistas, en los que se debe creer y apoyar. Fidel Castro hoy día nos dice que hay que confiar en la ultrarreaccionaria burguesía de Contadora. Nos dice que hay que tenerle confianza a la democracia secreta de esa canalla explotadora, las de los partidos conservadores de Colombia y Venezuela. Antes nos había dicho que Cárter era progresivo. Lo mismo dice del gobierno mexicano, agente prostituido del imperialismo yanqui.
El partido chino llama a apoyar los regímenes más reaccionarios de la tierra con el argumento de que están contra el hegemonismo ruso. No hablemos de los stalinistas de cuna, los más abyectos contrarrevolucionarios incrustados en el movimiento obrero que hayamos conocido, que han apoyado a Hitler como progresivo en un momento de su historia.
d) Ninguno de los partidos ha llamado a construir una nueva internacional.- Todos estos partidos huyen como de la peste al llamado a construir una internacional revolucionaria para enfrentar al imperialismo y a los explotadores nacionales. Se niegan a la política de construir una internacional porque esa organización impediría concretar su política estrechamente nacionalista, reformista, de alianzas o confianza en la burguesía. La otra cara de esta negativa a tener una política y organización internacionalista es la negativa a federarse con los otros estados obreros. Ninguno de los partidos gobernantes ha levantado esta consigna que aceleraría en forma colosal el desarrollo económico de los países obreros.
El rol contrarrevolucionario del stalinismo
Hay muchas razones para que las revoluciones de esta guerra se congelen o aborten. De esas razones la más importante, el factor objetivo, decisivo, es la existencia de) stalinismo contrarrevolucionario. El carácter contrarrevolucionario de los partidos stalinistas y del gobierno ruso. frenan la perspectiva de que las revoluciones apunten a volver a repetir la experiencia de nuevas revoluciones de octubre triunfantes. Los partidos pequeño-burgueses coloniales o semicoloniales que han triunfado con una guerra de guerrillas, sin ser stalinistas en un comienzo, se ven influidos objetivamente por el rol de la URSS y de los partidos stalinistas. Lo mismo ocurre con el movimiento obrero, se lo convence de que su rol no es hacer la revolución socialista de octubre, sino hacer pactos con los explotadores, para lograr gobiernos frentepopulistas. A lo que más llegan es a luchar por guerras de guerrillas populares. El stalinismo es enemigo jurado de las revoluciones de octubre, del régimen obrero leninista y actúa en consecuencia.
Se discute mucho por qué una revolución como la castrista llegó a tener un régimen igual al de la URSS, totalitario y unipartidario. Nosotros creemos que esto no se debe a que la URSS los asimila a sus regímenes sino al carácter totalitario de todos los partidos ejército. Ya antes de tomar el poder son totalitarios. Al tomarlo siguen siendo lo que ya eran, más bien se fortifican. Por eso después de tomarlo se hacen stalinistas. Lo mismo ocurre con todo gobierno de un partido ejército que tome el poder sin expropiar a la burguesía: si es totalitario unipartidario se hará "marxista leninista" o sea stalinista. Son los gobiernos stalinistas burgueses que ya hemos definido.
La revolución política contra el régimen burocrático
El trotskismo es la única corriente del movimiento obrero que plantea la necesidad de llevar a cabo una revolución política, no social, contra el régimen totalitario de los estados obreros burocráticos. Esta revolución política es la opuesta en cuanto a su significado revolucionario a las revoluciones políticas burguesas que congelan o abortan las revoluciones socialistas en curso hacia su triunfo. La revolución política en los estados obreros totalitarios es el próximo paso en la revolución si ésta vuelve a desarrollarse. Por el contrario, la revolución política burguesa es el freno que los partidos obreros contrarrevolucionarios ponen al movimiento obrero y de masas para impedir lo que más temen: una revolución de octubre triunfante. El análisis trotskista se ha visto confirmado por la realidad. Ya se han dado tres revoluciones políticas: la húngara del 56, la checoslovaca del 68 y la actual revolución polaca. Todas ellas fueron urbanas, obreras, encabezadas por la clase obrera con sus organizaciones. Todas ellas en su primera etapa, la que todavía no han logrado superar triunfando, son democráticas, populares, contra el régimen totalitario. Pero esta revolución democrática abrirá paso inmediatamente, ni bien triunfe, a la necesidad de imponer un régimen como el de Lenin. Como hipótesis es muy factible que tengamos también dos revoluciones políticas: una democrática, de derrota del régimen totalitario, y después de toma del poder por las organizaciones obreras revolucionarias.
El trotskismo se caracteriza fundamentalmente, entre otros puntos programáticos, por llevar el programa-teoría de la revolución permanente hasta sus últimas consecuencias; la revolución política obrera al régimen totalitario stalinista en todos tos países obreros contemporáneos. Las grandes revoluciones políticas que ya hemos presenciado demuestran palmariamente que se dan y que triunfarán, ya que son sólo ensayos de las que vendrán. Lo que distingue tajantemente hoy día al trotskismo es que es el único partido internacional que está por implantar en todas las organizaciones obreras el régimen leninista.
La revolución polaca abre la perspectiva de un nuevo tipo de revolución política, la de que tomen el poder, como lo proponía Lenin, las grandes organizaciones obreras democráticas, como Solidaridad, aunque su dirección no sea revolucionaria. Sería una dictadura obrera democrática, pero no revolucionaria, no un régimen de octubre. Aun en el caso de que se diera esta variante altamente progresiva, seguiríamos igualmente luchando por el régimen de Lenin, es decir., por un régimen revolucionario.
XIII. LAS DISTINTAS SITUACIONES
Las definiciones que hemos dado sobre revoluciones nos permiten precisar las situaciones de la lucha de clases. Es decir, qué condiciones tienen que darse en la realidad para que estas revoluciones se produzcan.
La situación no revolucionaria
Como ya hemos señalado, hasta la primera guerra mundial y el estallido de la revolución rusa de 1917, la época es reformista, no revolucionaria. La burguesía era cada día más rica, pero al mismo tiempo toda la sociedad era más rica, tanto en los países capitalistas avanzados como en algunas semicolonias privilegiadas como la Argentina.
Aunque la burguesía no regalaba nada a los trabajadores, cuando éstos salían a la lucha podían ir conquistando lo que necesitaban: la jornada de 8 horas, mejores salarios, organizaciones sindicales y partidos obreros poderosos y legales. Hubo luchas, y muy duras, para lograr esas conquistas. Pero el hecho de que pudieran lograrlas, de que la burguesía pudiera concederlas, alejaba a los trabajadores de la lucha por el poder. ¿Para qué luchar contra un sistema que, en última instancia, permitía que los trabajadores vivieran cada vez mejor?
Esa situación reformista, no revolucionaria, es la que predomina en esta época. Los Trabajadores no recurrían a los métodos revolucionarios ni luchaban contra el estado capitalista. Y la burguesía no necesitaba aplastar a la clase obrera con métodos de guerra civil: frenaba sus luchas con grandes concesiones antes de que éstas pusieran en peligro el sistema capitalista y su estado, o con medidas reaccionarias.
Situación no revolucionaria es, pues, cuando las clases sociales no están enfrentadas en una lucha a muerte. Es una situación estable, de equilibrio. Sólo se puede dar en forma prolongada si hay una buena situación económica que permite hacer concesiones a las masas. Por eso el régimen burgués clásico de estas situaciones es la democracia burguesa, donde los conflictos se dirimen pacíficamente en el parlamento.
En la actual época y etapa revolucionarias siguen existiendo situaciones no revolucionarias, pero que sólo son estables en la mayoría de los países imperialistas que no han sido todavía convulsionados hasta los cimientos por la crisis económica. También fueron estables durante muchos años en algunas semicolonias privilegiadas, como Argentina o Uruguay. De cualquier forma, la tendencia de esta época de enfrentamientos agudos entre la revolución y la contrarrevolución es a que desaparezcan las situaciones no revolucionarias y, cuando se produzcan, sean cada vez más breves.
La situación revolucionaria de octubre
Estudiando la primer revolución obrera triunfante, la rusa, Trotsky definió cuatro condiciones para que hubiera una situación revolucionaria:
1) La crisis total, económica y política de la burguesía y su estado- La burguesía en Rusia no sabía qué hacer. ¿Cómo continuar la guerra con un ejército donde los soldados desertaban o metían presos a los generales? ¿Qué hacer con la economía, que estaba en ruinas? ¿Para qué servía el gobierno, si nadie le hacía caso? Era una hecatombe. La burguesía no podía gobernar. Esta es la primera condición, porque si no hay crisis económica, política y de todo tipo en la burguesía, no hay situación revolucionaria aunque la clase obrera sea muy combativa.
2) La izquierdización de la pequeña burguesía o clase media. Es un factor tanto o más importante que el anterior y está ligado a él. Si no hay crisis económica y política, la clase media vive bien y goza del 'orden' necesario para vivir bien: apoya al régimen burgués, y si el régimen burgués tiene apoyo de masas es casi Imposible que sea derrotado por la revolución obrera. La revolución sólo triunfa si el proletariado es apoyado por un sector masivo de la pequeña burguesía, es decir, si la mayoría de la población quiere hacer la revolución. El partido Bolchevique no hizo la revolución solo. Lo hizo unido a los socialistas revolucionarios de izquierda, que se dividieron de los de derecha precisamente porque un amplio sector del campesinado -que era la base del partido SR- iba hacia posiciones revolucionarias.
3) La voluntad revolucionaria de la clase obrera. Esto es que los obreros ya están convencidos de que tienen que hacer una revolución; quieren hacerla. A veces, es mucho más que voluntad revolucionaría; ya han construido sus propias organizaciones para tomar el poder: los soviets en Rusia, la COB en Bolivia en 1952, etc.
4) La existencia de un partido marxista revolucionario que tenga influencia de masas, quiera tomar el poder y pelee con todo para hacerlo, dirigiendo a la clase obrera.
A partir de esta definición de la situación revolucionaria o de las condiciones para que la revolución triunfe, Trotsky definió la situación prerrevolucionaria muy sencillamente. La revolución ya estaba preparada o preparándose cuando se daban las tres primeras condiciones, pero todavía faltaba la última, el partido. O sea, si bien había crisis burguesa, viraje a la izquierda de la clase media y voluntad revolucionaria del proletariado, ya estaba el terreno dispuesto para parir una revolución. Pero, si el partido revolucionario no existía o era débil, faltaba la partera.
Situación prerrevolucionaria era, pues, una situación de transición. Toda la sociedad caminaba hacia la revolución, pero era un tren sin maquinista. Y si el maquinista no aparecía, se iba a detener antes de llegar a la estación terminal: el triunfo de la revolución.
Las nuevas situaciones contrarrevolucionarias
Como ya hemos visto, el fascismo triunfante es la contrarrevolución burguesa. Para que la contrarrevolución tenga éxito también es necesario que se den una serie de condiciones, una situación contrarrevolucionaria. Ellas son:
1) Que haya habido previamente un ascenso revolucionario de la clase obrera, provocado por la crisis económica y política de la burguesía, que amenace al estado y al régimen burgués.
2) Que ese ascenso haya aterrorizado a la burguesía hasta volcar a sectores decisivos de la misma a favor del empleo de métodos de guerra civil para terminar con ese peligro.
3) Que grandes sectores de la pequeña burguesía se inclinen hacia el bando burgués y se enfrenten al proletariado. En líneas generales, podemos decir que este fenómeno se produce porque el proletariado está dirigido por partidos reformistas, que se niegan a luchar por el poder y a aniquilar al peligro fascista o golpista en las calles y con las armas. Como clase vacilante que es, la pequeña burguesía, hundida por la crisis, si no ve un curso enérgico y claramente dirigido del proletariado, se inclina a buscar una salida a la crisis a través de la contrarrevolución.
4) Que, precisamente por culpa de sus direcciones reformistas contrarrevolucionarias, el proletariado esté confundido y desorientado.
Estas situaciones contrarrevolucionarias son parecidas, en sus rasgos generales. antes y después de la segunda guerra mundial. Pero varían fundamentalmente en cuanto al rol que cumple la pequeña burguesía en la contrarrevolución- Antes de la segunda Guerra mundial, en la contrarrevolución fascista, la pequeña burguesía, junto a los desclasados, era organizada, movilizada y armada por los monopolios en un gran movimiento que atacaba y aplastaba al proletariado con métodos de guerra civil. Después de la derrota aplastante del fascismo y el nazismo en la segunda guerra mundial, las nuevas contrarrevoluciones son fundamentalmente golpes militares. Son precedidas de ataques terroristas contra la vanguardia del movimiento obrero, de tipo "guerrillero", ejecutados por pequeñas bandas parapoliciales y paramilitares. Una vez que el golpe triunfa, se aplican métodos de terrorismo de estado selectivo, que, aniquilan a la vanguardia obrera y popular, ejecutados directamente por las fuerzas armadas y policiales. La pequeña burguesía cumple un papel muy importante como base social de apoyo de esos golpes contrarrevolucionarios, pero es más bien pasivo: no se moviliza ni se arma masivamente para derrotar en las calles a la clase obrera.
Las nuevas situaciones revolucionarias de la posguerra
Las revoluciones que se han dado en esta posguerra hasta el presente, no han cumplido con las cuatro condiciones que Trotsky definió para el triunfo revolucionario de octubre:
Las que lograron expropiar a la burguesía y construir un estado obrero, no tuvieron como clase revolucionaria decisiva y de vanguardia al proletariado urbano o industrial. Fueron revoluciones que se desarrollaron en el campo, movilizando al campesinado y/o al proletariado rural y, después de una larga guerra de guerrillas, conquistaron las ciudades.
A su frente no hubo un partido obrero marxista revolucionario, sino partidos pequeñoburgueses o pequeñoburgueses burocráticos.
Es decir, las dos últimas condiciones definidas por Trotsky, el proletariado con voluntad revolucionaria y su partido marxista revolucionario, estuvieron ausentes en estas revoluciones triunfantes.
En cambio, se desarrollaron enormemente las dos primeras condiciones: la crisis del régimen capitalista, económica y política, y el vuelco a la izquierda, hacia las acciones revolucionarias de lucha contra el régimen del pueblo en general.
Esto se dio porque en esta época la crisis de la burguesía ya no es aguda pero de corto plazo, como en el pasado. Ahora la crisis de la burguesía es aguda pero también crónica, permanente, sin salida. Esa crisis, en el terreno político es crisis crónica y sin salida del régimen y el estado burgués. Y en el terreno económico provoca una catástrofe que se extiende durante años y años, obligando a los explotados en general a luchar desesperadamente si no quieren morir físicamente de hambre.
De allí que estas revoluciones triunfen y lleguen hasta la expropiación de la burguesía, hasta el momento, en los países semicoloniales más débiles, que ya no tienen ninguna salida.
Como ya hemos definido, son revoluciones socialistas inconscientes, de febrero. Entran dentro de la definición leninista, más amplia que la de Trotsky: hay situación revolucionaria cuando los de arriba no pueden seguir gobernando como hasta entonces y los de abajo no quieren que sigan gobernando como hasta entonces.
Estas revoluciones de febrero triunfantes presentan una diferencia importante en relación al febrero ruso. En éste, la revolución de febrero fue encabezada y dirigida por el proletariado, lo que no ocurrió en las que estamos definiendo.
Junto a las dos condiciones ya señaladas, cabría agregar una tercera y cuarta condición para que estas revoluciones triunfen, siempre en el sentido de expropiar a la burguesía.
La tercera condición es que las masas populares movilizadas contra el régimen destruyan, en el curso de esa movilización, a las fuerzas armadas burguesas y, con ellas, al estado burgués. Si esta condición no se da, no puede haber expropiación de la burguesía.
La cuarta condición es que la situación sin salida se prolongue después del triunfo sobre el viejo régimen. Concretamente que el imperialismo agreda de nuevo al régimen hasta forzar a la dirección pequeñoburguesa de la revolución a expropiar a la burguesía como medida defensiva para no ser
aniquilada.
Se han dado también, como hemos visto, situaciones revolucionarias que presentan las tres primeras condiciones definidas por Trotsky, pero no la cuarta. El mejor ejemplo es la revolución boliviana de 1952, donde se da:
1) Crisis de la burguesía y su régimen.
2) Radicalización de la pequeña burguesía, en este caso fundamentalmente el campesinado.
3) Acciones y voluntad revolucionaria de la clase obrera, que se organiza en un sindicato revolucionario que es también organismo de poder, la COB. Y llega aun más allá: se arma formando sus propias milicias y destruye al ejército por una vía insurreccional.
Pero no se da la cuarta condición, porque no hay partido marxista revolucionario a la cabeza de la clase obrera.
Hasta el momento, este tipo de revoluciones sólo se ha dado en Bolivia, aunque habría que estudiar si no es parecida, aunque no llega tan lejos, la de Irán o la de Portugal. Triunfaron sobre el régimen contrarrevolucionario, pero hasta ahora no triunfaron nunca sobre la burguesía (no la expropiaron) ni sobre su estado (no hicieron un estado obrero).
Finalmente, están las revoluciones que derriban a un régimen contrarrevolucionario pero sin destruir a las fuerzas armadas ni al estado burgués. como la argentina, boliviana, peruana o española de 1931, que se dan con las dos condiciones que son comunes a todas estas revoluciones de febrero:
crisis crónica del régimen y la economía burguesa y movilización revolucionaria de las masas populares Al no haber destruido a las fuerzas armadas, estas situaciones revolucionarías no pueden conducir, de ninguna manera, a la expropiación de fa burguesía, es decir, al triunfo de la revolución socialista.
Estas situaciones revolucionarias de febrero son precedidas por situaciones prerrevolucionarias, que podríamos denominar "prefebrero". Estas situaciones prerrevolucionarias se dan cuando el régimen burgués entra en crisis y el pueblo rompe con él dejándolo sin ningún apoyo social. Son prerrevolucionarias porque aún no está planteado el problema del poder, pero ya están maduras las condiciones para que se plantee. Se convierten en revolucionarias cuando las masas populares logran unificar su odio al régimen en una gran movilización unificada a escala nacional, provocando que la crisis del régimen se convierta en total y absoluta.
Finalmente, cabe señalar que el hecho de que se hayan dado este tipo de situaciones y de revoluciones no niega la definición de Trotsky, La precisa, como situación prerrevolucionaria y revolucionaria de octubre. En última instancia, estas nuevas situaciones y revoluciones siguen siendo pasos hacia los octubres que inevitablemente se volverán a dar. Es decir, a las revoluciones hechas por la clase obrera industrial y urbana como caudillo de las masas explotadas y dirigida por un partido marxista revolucionario internacionalista.