Primera edición: La colección de la correspondencia de Marx y Engels se publicó por vez primera en alemán en 1934 a cargo del
Instituto Marx-Engels-Lenin de Leningrado. La segunda edición, ampliada, se realizó en inglés en
1936.
Fuente de la versión castellana de la presente carta: C. Marx & F. Engels, Correspondencia, Ediciones Política, La Habana, s.f.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2010.
Londres, 19 de abril de 1890
EN un país de movimiento político y obrero tan antiguo hay siempre un montón colosal de basura tradicionalmente heredada que es preciso limpiar por grados. Están los prejuicios de los sindicatos de obreros calificados —mecánicos, albañiles, carpinteros y ebanistas, tipógrafos, etc.— todos los cuales deben ser destruidos; los minúsculos celos de los distintos oficios, que se intensifican en las manos y en las cabezas de los líderes hasta alcanzar la hostilidad directa y la lucha secreta; están las ambiciones e intrigas obstrucionistas de los dirigentes: uno quiere entrar en el Parlamento, y lo mismo quiere algún otro, otro quiere entrar en el Consejo del Condado o el Consejo Escolar, otro quiere organizar una centralización general de todos los obreros, otro quiere publicar un periódico, otro organizar un club, etc., etc. En resumen, hay rencillas sobre rencillas. Y por añadidura la Liga Socialista, que mira con desprecio todo lo que no sea directamente revolucionario (lo que en Inglaterra como entre vosotros, significa todo lo que se limite a hacer frases y, por lo demás, a hacer nada) y la Federación (Socialdemócrata), que sigue actuando como si todo el mundo a excepción de ellos mismos fuesen burros y chapuceros, si bien se debe únicamente a la nueva fuerza del movimiento el que ellos hayan logrado volver a tener algún predicamento. En una palabra, cualquiera que sólo vea la superficie diría que todo es confusión y rencillas personales. Pero, bajo la superficie, el movimiento está marchando, abarca sectores obreros cada vez más amplios y en su mayor parte precisamente de las masas inferiores hasta ahora estancadas, y ya no está lejano el día en que esta masa se encuentre a sí misma repentinamente, en que asomará esta masa colosal y autoimpulsada, y cuando llegue ese día se acabarán toda la bellaquería y las camorras.