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Hemos dicho que es preciso infundir a nuestro pueblo movimiento, muchísimo más vasto y profundo que el de los años 70, la misma decisión abnegada y la misma energía que entonces. En efecto, parece que nadie ha puesto en duda hasta ahora que la fuerza del movimiento contemporáneo reside en el despertar de las masas (y, principalmente, del proletariado industrial), y su debilidad, en la falta de conciencia y de espíritu de iniciativa de los dirigentes revolucionarios.
Sin embargo, en los últimos tiempos se ha hecho un descubrimiento pasmoso que amenaza con trastrocar todas las opiniones dominantes hasta ahora sobre el particular. Este descubrimiento ha sido hecho por R. Dielo, el cual, polemizando con Iskra y Zariá, no se ha limitado a objeciones parciales, sino que ha intentado reducir "el desacuerdo general" a su raíz más profunda: a "la distinta apreciación de la importancia comparativa del elemento espontáneo y del elemento "metódico" consciente". R. Dielo nos acusa de "subestimar la importancia del elemento objetivo o espontáneo del desarrollo". Respondemos a esto: si la polémica de Iskra y Zariá no hubiera dado ningún otro resultado que el de llevar a R. Dielo a descubrir ese "desacuerdo general", ese solo resultado nos proporcionaría una gran satisfacción: hasta tal punto es significativa esta tesis, hasta tal punto ilustra claramente el fondo de las actuales discrepancias teóricas y políticas entre los socialdemócratas rusos.
Por eso mismo, la relación entre lo consciente y lo espontáneo ofrece un magno interés general y debe ser analizado con todo detalle.
En el capítulo anterior hemos destacado el apasionamiento general de la juventud instruida de Rusia por la teoría del marxismo, a mediados de los años 90. Las huelgas obreras adquirieron también por aquellos años, después de la famosa guerra industrial de 1896 en San Petersburgo (46), un carácter general. Su extensión a toda Rusia patentizaba cuán profundo era el movimiento popular que volvía a renacer; y puestos a hablar del "elemento espontáneo", es natural que precisamente ese movimiento huelguístico deba ser calificado, ante todo, de espontáneo. Pero hay diferentes clases de espontaneidad. En Rusia hubo ya huelgas en los años 70 y 60 (y hasta en la primera mitad del siglo XIX), acompañadas de destrucción "espontánea" de máquinas, etc. comparadas con esos "motines", las huelgas de los años 90 pueden incluso llamarse "conscientes": tan grande fue el paso adelante que dio el movimiento obrero en aquel período. Eso nos demuestra que, en el fondo, el "elemento espontáneo" no es sino la forma embrionaria de lo consciente. Ahora bien, los motines primitivos reflejaban ya un cierto despertar de la conciencia: los obreros perdían la fe tradicional en la inmutabilidad el orden de cosas que los oprimía; empezaban… no diré que a comprender, pero sí a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían resueltamente con la sumisión servil a las autoridades. Pero, sin embargo, eso era, más que lucha, una manifestación de desesperación y de venganza. En las huelgas de los años 90 vemos muchos más destellos de conciencia: se presentan reivindicaciones concretas, se calcula de antemano el momento más conveniente, se discuten los casos y ejemplos conocidos de otros lugares, etc. si bien es verdad que los motines eran simples levantamientos de gente oprimida, no lo es menso que las huelgas sistemáticas representaban ya embriones de lucha de clases, pero embriones nada más. Aquellas huelgas eran en el fondo lucha tradeunionista, aún no eran lucha socialdemócrata; señalaban el despertar del antagonismo entre los obreros y los patronos; sin embargo, los obreros no tenían, ni podían tener, conciencia de la oposición inconciliable entre sus intereses y todo el régimen político y social contemporáneo, es decir, no tenían conciencia socialdemócrata. En este sentido, las huelgas de los años 90, aunque significaban un progreso gigantesco en comparación con los "motines", seguían siendo un movimiento netamente espontáneo.
Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser traída desde fuera. La historia de todos los países demuestra que la clase obrera está en condiciones de elaborar exclusivamente con sus propias fuerzas sólo una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que s necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar al gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc.*. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas elaboradas por intelectuales, por hombres instruidos de las clases poseedoras. Por su posición social, los propios fundadores del socialismo científico moderno, Marx y Engels, pertenecían la intelectualidad burguesa. De igual modo, la doctrina teórica de la socialdemocracia ha surgido en Rusia independiente por completo del crecimiento espontáneo del movimiento obrero, ha surgido como resultado natural e ineludible del desarrollo del pensamiento entre los intelectuales revolucionarios socialistas. Hacia la época de que tratamos es decir, a mediados de los años 90, esta doctrina no sólo era ya el programa, cristalizado por completo, del grupo Emancipación del Trabajo, sino que incluso se había ganado a la mayoría de la juventud revolucionaria de Rusia.
Así pues, existían tanto el despertar espontáneo de las masas obreras, el despertar a la vida consciente y a la lucha consciente, como una juventud revolucionaria que, pertrechada con la teoría socialdemócrata, pugnaba por acercarse a los obreros. Tiene singular importancia dejar sentado el hecho, olvidado a menudo (y relativamente poco conocido), de que los primeros socialdemócratas de aquel período, al ocuparse con ardor de la agitación económica (y teniendo bien presentes en este sentido las indicaciones realmente útiles del folleto, Acerca de la agitación, entonces todavía en manuscrito), lejos de considerarla su única tarea, señalaron también desde el primer momento las más amplias tareas históricas de la socialdemocracia rusa, en general, y la tarea de dar al traste con la autocracia, en particular. Por ejemplo, el grupo de socialdemócrtas de San Petersburgo que fundó la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera (47), redactó ya a fines de 1895 el primer número del periódico titulado Rabóchei Dielo. Completamente preparado para la imprenta, fue recogido por los gendarmes, al allanar éstos el domicilio de A. A. Vanéiev**, uno de los miembros del grupo, en la noche del 8 de diciembre de 1895. De modo que el R. Dielo del primer período no tuvo la suerte de ver la luz. El editorial de aquel número (que quizá alguna revista como Rússkaya Starina (48) exhume de los Archivos del Departamento de Policía dentro de unos treinta años) esbozaba las tareas históricas de la clase obrera de Rusia, colocando en primer plano la conquista de la libertad política. Luego seguían el artículo ¿En qué piensan nuestros ministros?***, dedicado a la disolución de los Comités de Primera Enseñanza por la fuerza de la policía, y diversas informaciones y comentarios de corresponsales no sólo de San Petersburgo, sino de otras localidades de Rusia (por ejemplo, sobre la matanza de obreros en la provincia de Yaroslavl) (49). Así pues, si no nos equivocamos, este "primer ensayo" de los socialdemócratas rusos de los años 90 no era un periódico de carácter estrechamente local, y mucho menos "económico"; tendía a unir la lucha huelguística con el movimiento revolucionario contra la autocracia y lograr que todos los oprimidos por la política del oscurantismo reaccionario apoyaran a la socialdemocracia. Y cuantos conozcan, por poco que sea, el estado del movimiento de aquella época, no dudarán que semejante periódico habría sido acogido con toda simpatía tanto por los obreros de la capital como por los intelectuales revolucionarios y habría alcanzado la mayor difusión. El fracaso de esta empresa demostró únicamente que los socialdemócratas de entonces no estaban en condiciones de satisfacer la demanda vital del momento debido a la falta de experiencia revolucionaria y de preparación práctica. Lo mismo cabe decir de Sankt-Petersburgski rabochi Listok (50) y, sobre todo, de Rabóchaya Gazeta y del Manifiesto del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, fundado en la primavera de 1898. Se sobreentiende que no se nos ocurre siquiera imputar esta falta de preparación a los militares de entonces. Mas, para aprovechar la experiencia del movimiento y sacar de ella enseñanzas prácticas, hay que comprender hasta el fin las causas y la significación de tal o cual defecto. Por eso es de extrema importancia hacer constar que una parte (incluso, quizá, la mayoría) de los socialdemócratas que actuaron de 1895 a 1898 consideraba posible, con sobrada razón ya entonces, en los albores del movimiento "espontáneo", defender el programa y la táctica de combate más amplios****. La falta de preparación de la mayoría de los revolucionarios, fenómeno completamente natural, no podía despertar grandes recelos. Dado que el planteamiento de las tareas era justo y que había energías para repetir los intentos de cumplirlas, los reveses temporales eran una desgracia a medida. La experiencia revolucionaria y la habilidad de organización son cosas que se adquieren con el tiempo.¡Lo que hace falta es querer formar en uno mismo las cualidades necesarias! ¡Lo que hace falta es tener conciencia de los defectos, cosa que en la labor revolucionaria equivale a más de la mitad de su corrección!
Pero la desgracia a medias se convirtió en una verdadera desgracia cuando comenzó a ofuscarse esa conciencia (que era muy vía entre los militantes de los susodichos grupos), cuando aparecieron hombres, y hasta órganos socialdemócratas, dispuestos a erigir los defectos en virtudes y que incluso intentaron argumentar teóricamente su servilismo y su culto a la espontaneidad. Es hora ya de hacer el balance de esta tendencia, muy inexactamente definida con la palabra "economismo", término demasiado estrecho para expresar su contenido.
Antes de pasar a las manifestaciones literarias de este culto, señalaremos el siguiente hecho típico (comunicado en la fuente antes mencionada), que arroja cierta luz sobre la forma en que surgió y se ahondó en el medio de camaradas que actuaban en San Petersburgo la divergencia entre las que serían después dos tendencias de la socialdemocracia rusa. A principios de 1897, A.A. Vanéiev y algunos de sus camaradas asistieron, antes de ser deportados, a una reunión privada (51) de "viejos" y "jóvenes" miembros de la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera. Se habló principalmente de la organización y, en particular, del Reglamento de la Caja Obrera, cuyo texto definitivo fue publicado en el número 9-10 de Listok "Rabótnika" (52) pág. 46). Entre los "viejos" ("decembristas" como los llamaban entonces en broma los socialdemócratas petersburgueses) y algunos de los "jóvenes" (que más tarde colaboraron activamente en Rabóchaya Mysl) se manifestó en el acto una divergencia acusada y se desencadenó una acalorada polémica. Los "jóvenes" defendían las bases principales del Reglamento tal y como ha sido publicado. Los "viejos" decían que lo más necesario no era eso, sino fortalecer la Unión de Lucha transformándola en una organización de revolucionarios a la que debían subordinarse las distintas cajas obreras, los círculos de propaganda entre la juventud estudiantil, etc. Por supuesto, los contrincantes estaban lejos de ver en esta divergencia el comienzo de una disensión, un desacuerdo; por el contrario, la consideraban esporádica y casual. Pero este hecho prueba que, también en Rusia, el "economismo" no surgió ni se difundió sin lucha contra los "viejos" socialdemócratas (cosa que los "economistas" de hoy olvidan con frecuencia). Y si esta lucha no ha dejado, en su mayor parte, vestigios "documentales", se debe únicamente a que la composición de los círculos en funcionamiento cambiaba con frecuencia, por lo cual las divergencias tampoco ser registraban en documento alguno.
La aparición de Rab. Mysl sacó el "economismo" a la luz del día, pero tampoco lo hizo de golpe. Hay que tener una idea concreta de las condiciones de trabajo y de la vida efímera de numerosos círculos rusos (y sólo puede tenerla quien la ha vivido) para comprender cuánto hubo de casual en el éxito o fracaso de la nueva tendencia en distintas ciudades, así como del largo período en que ni los partidarios ni los adversarios de estas ideas "nuevas" pudieron determinar, ni tuvieron literalmente la menor posibilidad de hacerlo, si era, en efecto, una tendencia especial o un simple reflejo de la falta de preparación de algunas personas. Por ejemplo, los primeros números de Rab. Mysl, tirados en hectógrafo, no llegaron en absoluto a la inmensa mayoría de los socialdemócratas. Y si ahora podemos referirnos al editorial de su primer número es sólo gracias a su reproducción en el artículo de V. I.(53) (Listok "Rabótnika", nú. 9-10, pag. 47 y siguientes), que, como es natural, no dejó de elogiar con fervor (un fervor insensato) al nuevo periódico, el cual se distinguía tanto de los periódicos y proyectos de periódicos que hemos mencionado antes*****. Este editorial expresa con tanto relieve todo el espíritu de Rab. Mysl y del "economismo" en general que merece la pena examinarlo.
Después de señalar que el brazo con bocamanga azul (54) no podrá detener el desarrollo del movimiento obrero, el artículo continúa: "… El movimiento obrero debe esa vitalidad a que el propio obrero toma, por fin, su destino en sus propias manos, arrancándolo de las manos de los dirigentes", y más adelante se explana en detalle esta tesis fundamental. En realidad, la policía arrancó a los dirigentes (es decir, a los socialdemócratas, a los organizadores de las Unión de Lucha), puede decirse, de las manos de los obreros******, ¡pero las cosas son presentadas como si los obreros hubieran luchado contra esos dirigentes y se hubieran emancipado de su yugo! En vez de exhortar a marchar a volver atrás, a la lucha tradeunionista exclusiva. Se proclamó que "la base económica del movimiento es velada por el deseo constantes de no olvidar el ideal político", que el lema del movimiento obrero debe ser: "lucha por la situación económica" (¡); o mejor aún: "los obreros, para los obreros"; se declaró que las cajas de resistencia "valen más para el movimiento que un centenar de otras organizaciones" (comparen esta afirmación, hecha en octubre de 1897, con la discusión entre los "decembristas" y los "jóvenes" a principios de 1897), etc. Frasecitas como, por ejemplo, la de que no debe colocarse en primer plano la "flor y nata" de los obreros, sino al obrero "medio", al obrero de la masa; que la "política sigue siempre dócilmente a la economía"*, etc., etc., se pusieron de moda y adquirieron una influencia irresistible sobre la masa de la juventud enrolada en el movimiento, la cual sólo conocía, en la mayoría de los casos, retazos del marxismo tal y como se exponían en las publicaciones legales.
Esto significaba someter por completo la conciencia a la espontaneidad; a la espontaneidad de los "socialdemócratas" que repetían las "ideas del señor V.V. , a la espontaneidad de los obreros que se dejaban llevar por el argumento de que conseguir aumentos de un kopek por rublo estaba más cerca y valía más que todo socialismo y toda política; de que debían "luchar, sabiendo que lo hacían no para imprecisas generaciones futuras, sino para ellos mismos y para sus hijos" (editorial de núm. 1 de R. Mysl)*******. Las frases de este tipo han sido siempre el arma favorita de los burgueses de Europa Occidental que, en su odio al socialismo, se esforzaban (como el "socialpolítico" alemán Hirsch) por trasplantar el tradeunionismo inglés a su suelo patrio, diciendo a los obreros que la lucha exclusivamente sindical******** es una lucha para ellos mismos y para sus hijos, y no para imprecisas generaciones futuras con un impreciso socialismo futuro. Y ahora, "los V.V. de la socialdemocracia rusa" (55) repiten estas frases burguesas. Importa señalar aquí tres circunstancias que nos serán de gran utilidad para seguir examinando las divergencias actuales*********.
En primer lugar, el sometimiento de la conciencia a la espontaneidad, antes mencionado, se produjo también por vía espontánea. Parece un juego de palabras, pero ¡ay!, es una amarga verdad. Este hecho no fue resultado de una lucha abierta entre dos concepciones diametralmente opuestas y del triunfo de una sobre otra, sino que se debió a que los gendarmes "arrancaron" un número cada vez mayor de revolucionarios "viejos" y a que aparecieron en escena, también en número cada vez mayor, los "jóvenes" "V. V. de la socialdemocracia rusa". Todo el que haya, no ya participado en el movimiento ruso contemporáneo, sino simplemente respirado sus aires, sabe de sobra que la situación es como acabamos de describir. Y si, no obstante, insistimos de manera especial en que el lector se explique del todo este hecho notorio; si, para mayor claridad, por decirlo así, aducimos datos sobre Rabócheie Dielo del primer período y sobre las discusiones entre los "viejos" y los "jóvenes" de principios de 1897 es porque hombres que presumen de "demócratas" especulan con el hecho de que el gran público (o los jóvenes) lo ignoran. Aún insistiremos sobre este punto más adelante.
En segundo lugar, ya en la primera manifestación literaria del "economismo" podemos observar un fenómeno sumamente original, y peculiar en extremo, que permite comprender todas las discrepancias existentes entre los socialdemócratas y contemporáneos. El fenómeno consistente en que los partidarios del "movimiento puramente obrero", los admiradores del contacto más estrecho y más "orgánico" (expresión de Rab. Dielo) con la lucha proletaria, los adversarios de todos los intelectuales no obreros (aunque sean intelectuales socialistas) se ven obligados a recurrir, para defender su posición, a los argumentos de los "exclusivamente tradeunionistas" burgueses. Esto nos prueba que R. Mysl comenzó a llevar a la práctica desde su aparición –y sin darse cuenta de ello el programa del Credo. Esto prueba (cosa que R. Dielo en modo alguno puede comprender) que todo lo que sea rendir culto a la espontaneidad del movimiento obrero, todo lo que sea aminorar el papel del "elemento consciente", el papel de la socialdemocracia, significa –de manera independiente por completo de la voluntad de quien lo hace – acrecentar la influencia de la ideología burguesa entre los obreros. Cuantos hablan de "sobrestimación de la ideología"+, de exageración del papel del elemento consciente++, etc., se imaginan que el movimiento puramente obrero puede elaborar por sí solo y elaborará una ideología independiente con tal de que los obreros "arranquen su destino de manos de los dirigentes". Pero eso es un craso error. Para completar lo que acabamos de exponer, añadiremos las siguientes palabras, profundamente justas e importantes, dichas por C. Kautsky con motivo del proyecto de nuevo programa del Partido Socialdemócrata Austríaco+++:
"Muchos de nuestros críticos revisionistas consideran que Marx ha afirmado que el desarrollo económico y la lucha de clases, además de crear las condiciones necesarias para la producción socialista, engendran directamente la conciencia (subrayado por C. K.) de su necesidad. Y esos críticos objetan que el país de mayor desarrollo capitalista, Inglaterra, es el que más lejos está de esa conciencia. A juzgar por el proyecto, podría creerse que esta sedicente concepción marxista ortodoxa, refutada de la manera indicada, es compartida por la comisión que redactó el programa austríaco. El proyecto dice: "Cuanto más crece el proletariado con el desarrollo capitalista, tanto más obligado se ve a emprender la lucha contra el capitalismo y tanto más capacitado está para emprenderla. El proletariado llega a adquirir conciencia" de que el socialismo es posible y necesario. En este orden de ideas, la conciencia socialista aparece como el resultado necesario e inmediato de la lucha de clase del proletariado. Eso es falso a todas luces. Por supuesto, el socialismo, como doctrina, tiene sus raíces en las relaciones económicas actuales, exactamente igual que la lucha de clase del proletariado; y lo mismo que esta última, dimana de la lucha contra la pobreza y la miseria de las masas, pobreza y miseria que el capitalismo engendra. Pero el socialismo y la lucha de clases surgen juntos, aunque de premisas diferentes; no se derivan el uno de la otra. La conciencia socialista moderna sólo puede surgir de profundos conocimientos científicos. En efecto, la ciencia económica contemporánea es premisa de la producción socialista en el mismo grado que, pongamos por caso, la técnica moderna; y el proletariado, por mucho que lo desee, no puede crear ni la una ni la otra; de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa (subrayado por C. K.): es del cerebro de algunos miembros de este sector de donde ha surgido el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo han transmitido a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lo introducen luego en la lucha de clase del proletariado, allí donde las condiciones lo permiten. De modo que la conciencia socialista es algo introducido desde fuera (von auBen Hineingetragenes) en la lucha de clase del proletariado, y no algo que ha surgido espontáneamente (urwüchsig) dentro de ella. De acuerdo con esto, ya el viejo programa de Heinfeld decía, con toda razón, que es tarea de la socialdemocracia introducir en el proletariado la conciencia (literalmente: llenar al proletariado de ella) de su situación y de su misión. No habría necesidad de hacerlo si esta conciencia derivara automáticamente de la lucha de clases. El nuevo proyecto, en cambio, ha transcrito esta tesis del viejo programa y la ha prendido a la tesis arriba citada. Pero esto ha interrumpido por completo el curso del pensamiento…"
Puesto que ni hablar se puede de una ideología independiente, elaborada por las propias masas obreras en el curso mismo de su movimiento++++, el problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna "tercera" ideología, además, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología burguesa. Se habla de espontaneidad. Pero el desarrollo espontáneo del movimiento obrero marcha precisamente hacia la subordinación suya a la ideología burguesa, sigue precisamente el camino trazado en el programa del Credo, pues el movimiento obrero espontáneo es tradeunionismo, es Nur-Gewerkschaftlerei, y el tradeunionismo no es otra cosa que el sojuzgamiento ideológico de los obreros por la burguesía. De ahí que nuestra tarea, la tarea de la socialdemocracia, consista en combatir la espontaneidad, en apartar el movimiento obrero de este afán espontáneo del tradeunionismo, que tiende a cobijarse bajo el ala de la burguesía, y enrolarlo bajo el ala de la socialdemocracia revolucionaria. La frase de los autores de la carta "economista", publicada en el núm. 12 de Iskra, de que ningún esfuerzo de los ideólogos más inspirados podrá desviar el movimiento obrero del camino determinado pro la interacción de los elementos materiales y el medio material equivale plenamente, pro tanto, a renunciar al socialismo. Y si esos autores fuesen capaces de pensar en lo que dicen, de pensar hasta el fin con valentía y coherencia –como debe meditar sus ideas toda persona que actúa en la palestra literaria y social – no les quedaría más remedio que "cruzar sobre el pecho vacío los brazos innecesarios" y… y ceder el terreno a los señores Struve y Prokopóvich, que llevan el movimiento obrero "por la línea de la menor resistencia", es decir, por la línea del tradeunionismo burgués, o a los señores Zubátov, que lo llevan por la línea de la "ideología" clerical-policíaca.
Recuerden el ejemplo de Alemania. ¿En qué consistió el mérito histórico de Lassalle ante el movimiento obrero alemán? En haber apartado ese movimiento del camino del tradeunionismo progresista y del cooperativismo, por el cual se encauzaba espontáneamente (con la participación benévola de los Scheulze-Delitzsch y sus semejantes). Para cumplir esta tarea fue necesario algo muy distinto d ela charlatanería sobre la subestimación del elemento espontáneo, sobre la táctica-proceso, la interacción de los elementos y del medio, etc. para ello fue necesario desplegar una lucha encarnizada contra la espontaneidad, y sólo como resultado de esa lucha, que ha durado largos años, se ha logrado, por ejemplo, que la población obrera de Berlín haya dejado de ser un puntal del Partido Progresista para convertirse en uno de los mejores baluartes de la socialdemocracia. Y esta lucha no ha terminado aún, ni mucho menos (como podrían creer quienes estudian la historia del movimiento alemán en los escritos de Prokopóvich, y su filosofía, en los de Struve). También hoy está fraccionada la clase obrera alemana, si es lícita la expresión, en varias ideologías: una parte de los obreros está agrupada en los sindicatos obreros católicos y monárquicos; otra, en los sindicatos de Hirsch-Duncker (57), fundados por los admiradores burgueses del tradeunionismo inglés, y una tercera, en los sindicatos socialdemócratas. Esta última es incomparable mayor que las demás, pero la ideología soicaldemócrata ha podido conquistar esta supremacía y podrá mantenerla sólo en lucha tenaz contra todas las demás ideologías.
Pero, preguntará el lector: ¿por qué el movimiento espontáneo, el movimiento por la línea de la menor resistencia, conduce precisamente al predominio de la ideología burguesa? Por la sencilla razón de que la ideología burguesa es, por su origen, mucho más antigua que la ideología socialista, porque su elaboración es más completa y porque posee medios de difusión incomparablemente mayores+++++. Y cuanto más joven sea el movimiento socialista en un país, tanto más enérgica deberá ser, por ello, la lucha contra toda tentativa de afianzar la ideología no socialista, con tanta mayor decisión se habrá de prevenir a los obreros contra los malos consejeros que protestan de "la exageración del elemento consciente", etc. Los autores de la carta "economista", al unísono con R. Dielo, fulminan la intolerancia, propia del período infantil del movimiento. Respondemos a eso: sí, nuestro movimiento se encuentra, en efecto, en la infancia; y para que llegue con mayor rapidez a la edad viril debe contagiarse precisamente de intolerancia con quienes frenan su desarrollo prosternándose ante la espontaneidad. ¡Nada hay más ridículo y nocivo que dárselas de viejos militantes que han pasado hace ya mucho por todos los episodios decisivos de la lucha!.
En tercer lugar, el primer número de R. Mysl nos muestra que la denominación de "economismo" (a la cual, por supuesto, no pensamos renunciar, pues, de uno u otro modo, es un sobrenombre que ha arraigado ya) no expresa con suficiente exactitud la esencia de la nueva corriente. Rab. Mysl no niega por completo la lucha política: en el Reglamento de las cajas, publicado en su primer número, se habla de la lucha contra el gobierno. Rabóchaya Mysl entiende sólo que "la política sigue siempre dócilmente a la economía" (en tanto que Rabócheie Dielo varía esta tesis, asegurando en su programa que "en Rusia, más que en ningún otro país, la lucha económica está ligada de modo inseparable a la lucha política"). Esta tesis de Rabóchaya Mysl y de Rabócheie Dielo son falsos desde el comienzo hasta el fin si entendemos por política la política socialdemócrata. Como hemos visto ya, es muy frecuente que la lucha económica de los obreros esté ligada (si bien no de modo inseparable) a la política burguesa, clerical, etc. las tesis de R. Dielo son justas si entendemos por política la política tradeunionista, es decir, la aspiración común de todos los obreros de arrancar al Estado tales o cuales medidas contra las calamidades propias de su situación, pero que no acaban aún con esa situación, o sea, que no suprimen el sometimiento del trabajo al capital. Esta aspiración es en verdad común tanto a los tradeunionistas ingleses, enemigos del socialismo, como a los obreros católicos, a los obreros "zubatovistas", etc. Hay diferentes tipos de política. Vemos, pues, que Rab. Mysl, también en lo que respecta a la lucha política, lejos de negarla, rinde culto a su espontaneidad, a su falta de conciencia. Al reconocer plenamente la lucha política que surge en forma espontánea del propio movimiento obrero (o dicho con más exactitud: los anhelos y las reivindicaciones políticas de los obreros), renuncia por completo a elaborar independientemente una política socialdemócrata específica que corresponda a los objetivos generales del socialismo y a las condiciones actuales de Rusia. Más adelante demostraremos que Rab. Dielo incurre en el mismo error.
Hemos examinado con tanto detalle el editorial, poco conocido y casi olvidado hoy, del primer número de Rab. Mysl porque expresó anntes y con mayor relieve que nadie esa corriente general que saldría después a la superficie por innumerables arroyelos. V. I-n tenía plena razón cuando, al elogiar el primer número y el editorial de Rab. Mysl, dijo que había sido escrito "con fogosidad y vigor" (Listok "Rabótnika", núm. 9-10, pág. 49). Toda persona de convicciones firmes y que cree decir algo nuevo escribe "con vigor" y de manera que pone de relieve sus puntos de vista. Sólo quienes están acostumbrados a nadar entre dos aguas carecen de todo "vigor"; sólo esa gente es capaz, después de haber elogiado ayer el vigor de Rab. Mysl, de atacar hoy a sus adversarios porque den muestras de "vigor polémico".
Sin detenernos en el Suplemento especial de "Rabóchaya Mysl" (distintos motivos nos obligarán más adelante a referirnos a esta obra, que expresa con la mayor coherencia las ideas de los "economistas"), comentaremos sólo brevemente el Llamamiento del Grupo de Autoemancipación de los Obreros (marzo de 1899, reproducido en Nakanunie (59) de Londres, núm. 7, julio del mismo año). Los autores de este llamamiento dicen con toda razón que "la Rusia obrera sólo empieza a despertar, a mirar en torno suyo y se aferra instintivamente a los medios de lucha que tiene a mano". Pero deducen de ahí la misma conclusión falsa que R. Mysl, olvidando que lo instintivo es precisamente lo incosciente (lo espontáneo), en cuya ayuda deben acudir los socialistas; que los medios de lucha "que se tienen a mano" serán siempre, en la sociedad actual, medios tradeunionistas de lucha, y que la primera ideología "que se tiene a mano" sreá la ideología burguesa (tradeunionista). Esos autores tampoco "niegan" la política, sino que, siguiendo al señor V. V., dicen solamente (¡solamente!) que la política es una superestructura y que, por ello, "la agitación política debe ser una superstructura de la agitación en pro de la lucha económica, debe nacer de ella y seguirla".
En cuanto a R. Dielo, comenzó su actiivdad precisamente por la "defensa" de los "economistas". Después de haber afirmado con evidente falsedad, ya en su primer número (pág. 141-142) que "ignoraba a qué camaradas jóvenes se había referido Axelrod" en su conocido folleto++++++, al hacer una advertencia a los "economistas", R. Dielo tuvo que reconocer, en la polémica con Axelrod y Plejánov a propósito de esa falsedad, que, "fingiendo no saber de quién se trataba, quiso defender de esa acusación injusta a todos los emigrados socialdemócratas más jóvenes" (Axelrod acusaba de estrechez de miras a los "economistas") (60). En realidad, dicha acusación era completamente justa, y R. Dielo sabía muy bien que se aludía, entre otros, a V. I-n, miembro de su redacción. Señalaré de paso que en la polémica mencionada, Axelrod tenía completa razón, y R. Dielo se equivocaba de medio a medio en la interpretación de mi folleto Las tareas de los socialdemócratas rusos+++++++. Este folleto fue escrito en 1897, antes de que apareciera Rab. Mysl, cuando yo consideraba con todo fundamento que la tendencia inicial de la Unión de Lucha de San Petersburgo, que he definido más arriba, era la predominante. Y por lo menos hasta mediados de 1898, esa tendencia predominó, en efecto. Por eso, R. Dielo no tenía ningún derecho a remitirse, para refutar la existencia y el peligro del "economismo", a un folleto que exponía concepciones desplazadas en San Petersburgo en 1897-1898 por las concepciones "economistas"++++++++.
Pero R. Dielo no sólo "defendía" a los "economistas", sino que él mismo caía continuamente en sus equivocaciones principales. Esto se debía al modo ambiguo de interpretar la siguiente tesis de su propio programa: "El movimiento obrero de masas (la cursiva es de R. D.) surgido en los últimos años es, a juicio nuestro, un fenómeno de la mayor importancia de la vida rusa y está llamado principalmente a determinar las tareas (la cursiva es nuestra) y el carácter de la actividad literaria de la Unión". Es indiscutible que el movimiento de masas representa un fenómeno de la mayor importancia. Pero la cuestión estriba en la manera de concebir "cómo determina las tareas" este movimiento de masas. Puede concebirse de dos maneras: o bien en el sentido del culto a la espontaneidad de ese movimiento, es decir, reduciendo el papel de la socialdemocracia al de simple servidor del movimiento obrero como tal (así la conciben Rab. Mysl, el Grupo de Autoemancipación y los demás "economistas"); o bien en el sentido de que el movimiento de masas nos plantea nuevas tareas teóricas, políticas y orgánicas, mucho más complejas que las tareas con que podíamos contentarnos antes de que apareciera el movimiento de masas. Rab. Dielo tendía y tiende a concebirla precisamente en el primer sentido, pues no ha dicho nada concreto acerca de las nuevas tareas y ha razonado todo el tiempo como si el "movimiento de masas" nos eximiera de la necesidad de comprender con claridad y cumplir las tareas que éste plantea. Será suficiente recordar que R. Dielo consideraba imposible señalar al movimiento obrero de masas como primera tarea el derrocamiento de la autocracia, rebajando esta tarea (en nombre del movimiento de masas) al nivel de la lucha por reivindicaciones política inmediatas (Respuestas, pág. 25).
Dejemos a un lado el artículo La lucha económica y política en el movimiento ruso, publicado por B. Krichevski, director de Rab. Dielo, en el núm. 7 –artículo en que se repiten esos mismos errores# -, y pasemos directamente al número 10 de dicho periódico. Por supuesto, no nos detendremos a analizar objeciones aisladas de b. Krichevski y Martínov contra Zariá e Iskra. Lo único que os interesa aquí es la posición de principios que ha adoptado Rabócheie Dielo en su número 10. No nos detendremos, por ejemplo, a examinar el caso curioso de que R. Dielo vea una "contradicción flagrante" entre la tesis:
"La socialdemocracia no se ata las manos, no circunscribe sus actividades a un plano o procedimiento cualesquiera de lucha política concebidos de antemano: admite todos los medios de lucha con tal de que correspondan a las fuerzas efectivas del partido", etc. (núm. 1 de Iskra)##
y la tesis:
"Sin no existe una organización fuerte con experiencia de lucha política en cualquier situación y en cualquier período no se puede ni hablar de un plan sistemático de actividad, basado en principios firmes y aplicado rigurosamente, del único plan que merece el nombre de táctica" (núm. 4 de Iskra)###.
Cuando se quiere hablar de táctica, confundir la admisión en principio de todos los medios de lucha, de todos los planes y procedimientos con tal de que sirvan para lograr el fin propuesto, con la exigencia de guiarse en un momento político concreto por un plan aplicado a rajatabla equivale a confundir que la medicina admite todos los sistemas terapéuticos con la exigencia de que en el tratamiento de una enfermedad concreta se siga siempre un sistema determinado. Pero de lo que se trata, precisamente, es de que Rab. Dielo, que padece de una enfermedad que hemos llamado culto a la espontaneidad, no quiere admitir ningún "sistema terapéutico" para curar esta enfermedad. Por eso ha hecho el notable descubrimiento de que "la táctica-plan está en contradicción con el espíritu fundamental del marxismo" (núm. 10, pág. 18), de que la táctica es "un proceso de crecimiento de las tareas del partido, las cuales crecen junto con éste" (pág. 11; la cursiva es de R. D.) Esta segunda máxima tiene todas las probabilidades de hacerse célebre, de convertirse en un monumento imperecedero a la "tendencia" de Rab. Dielo. A la pregunta de "¿A dónde ir?, este órgano dirigente responde: El movimiento es un proceso de cambio de la distancia entre el punto de partida y el punto subsiguiente del movimiento. Esta incomparable profundidad de pensamiento no sólo es curiosa (si sólo fuera curiosa no valdría la pena detenerse especialmente en ella), sino que representa, además, el programa de toda una tendencia, a saber: el mismo programa que R. M. Expuso (en el Suplemento especial suyo) con las siguientes palabras: es deseable la lucha que es posible, y es posible la lucha que se sostiene en un momento dado. Esta es precisamente la tendencia del oportunismo ilimitado, que se adapta en forma pasiva a la espontaneidad.
"¡La táctica-plan está en contradicción con el espíritu fundamental del marxismo!" Eso es una calumnia contra el marxismo, eso equivale a convertirlo en la caricatura que nos oponían los populistas en su guerra contra nosotros. ¡Eso es precisamente aminorar la iniciativa y la energía de los militantes conscientes, mientras que el marxismo, por el contrario, da un impulso gigantesco a la iniciativa y a la energía de los socialdemócratas, abriendo ante ellos las perspectivas más vastas, poniendo a su disposición (si podemos expresarnos así) las fuerzas poderosas de los millones y millones que constituyen la clase obrera, la cual se alza a la lucha "espontáneamente"! Toda la historia de la socialdemocracia internacional abunda en planes, propuestos ora por uno, ora por otro líder político, que demuestran la perspicacia y la justedad de las concepciones que uno tiene de política y organización o revelan la miopía y los errores políticos de otro. Cuando Alemania dio uno de los mayores virajes históricos –la formación del Imperio, la apertura del Reichtag, la concesión del sufragio universal -, Liebknecht tenía un plan de la política y la acción en general de la socialdemocracia, y Schweitzer tenía otro. Cuando sobre los socialistas alemanes cayó la Ley de excepción, Most y Hasselman, dispuestos a exhortar pura y simplemente a la violencia y al terrorismo, tenían un plan; Höchberg, Schramm y (en parte) Bernstein tenían otro plan, y empezaron a predicar a los socialdemócratas que, con su innsensata brusquedad y su revolucionarismo, habían provocado esa ley y debían ganarse el perdón con unna conducta ejemplar; tenían un tercer plan quienes prepararon y llevaron a la práctica la publicación de un órgano de prensa clandestino (61). Al mirar al pasado, muchos años después de terminar la lucha por la elección del camino y de haber pronunciado la historia su veredicto sobre el acierto del camino elegido, no es difícil, claro está, revelar profundidad de pensamiento, proclamando la máxima de que las tareas del partido crecen con éste. Pero limitarse en un momento de confusión####, cuando los "críticos" y los "economistas" rusos hacen descender a la socialdemocracia al nivel del tradeuninismo, y los terroristas propugnan con empeño la adopción de una "táctica-plan" que repite los viejos errores, a semejante profundidad de pensamiento significa extenderse a sí mismo un "certificado de pobreza". Decir en un momento en que muchos socialdemócratas rusos padecen precisamente de falta de iniciativa y energía, de falta de "amplitud en la propaganda, agitación y organización políticas"#####, de falta de "planes" para organizar a mayor escala la labor revolucionaria, decir en un momento así que "la táctica-plan está en contradicción con el espíritu fundamental del marxismo" no sólo significa envilecer el marxismo en el sentido teórico, sino, en la práctica, tirar del partido hacia atrás.
"El socialdemócrata revolucionario –nos alecciona más adelante R. Dielo – se plantea la única tarea de acelerar con su labor consciente el desarrollo objetivo, y no suprimirlo o sustituirlo con planes subjetivos. Iskra sabe todo esto en teoría. Pero la magna importancia que el marxismo atribuye justamente a la labor revolucionaria consciente la lleva en la práctica, debido a su concepción doctrinaria de la táctica, a aminorar la importancia del elemento objetivo o espontáneo del desarrollo" (pág. 18)
Otra vez la mayor confusión teórica, digna del señor V. V. y cofradía. Pero desearíamos preguntar a nuestro filósofo: ¿en qué puede manifestarse la "aminoración" del desarrollo objetivo por parte de un autor de planes subjetivos? Evidentemente, en perder de vista que este desarrollo objetivo crea a afianza, hunde o debilita a estas o las otras clases, sectores y grupos, a tales o cuales naciones, grupos de naciones, etc., condicionando así una u otra agrupación política internacional de fuerzas, una u otra posición de los partidos revolucionarios, etc. pero el pecado de tal autor no consistirá entonces en aminorar el elemento espontáneo, sino en aminorar, por el contrario, el elemento consciente, pues le faltará ""conciencia"" para comprender con acierto el desarrollo objetivo. Por eso, el mero hecho de hablar de "apreciación de la importancia relativa" (la cursiva es de Rabócheie Dielo) de lo espontáneo y lo consciente revela una falta absoluta de "conciencia". Si ciertos "elementos espontáneos del desarrollo" son accesibles en general a la conciencia humana, su apreciación errónea equivaldrá a "aminorar el elemento concsciente2. Y si son inaccesibles a la conciencia, no los conocemos ni podemos hablar de ellos. ¿De qué habla, pues, B. Krichevski? Si considera erróneos los "planes subjetivos" de Iskra (y él los declara erróneos), debería probar qué hechos objetivos no son tenidos en cuenta en esos planes y acusar a Iskra, por ello, de falta de conciencia, de ""minoración del elemento consciente"" usando su lenguaje. Pero si, descontento con los planes subjetivos, no tiene más argumento que el de invocar la "aminoración del elemento espontáneo" (¡!) lo único que demuestra es que: 1) en teoría, comprende le marxismo a los Karéiev y a lo Mijailovski, suficientemente ridiculizados por Béltov (62); 2) en la práctica, se da por satisfecho en absoluto con los "elementos espontáneos del desarrollo", que arrastraron a nuestros marxistas legales al bernteinianismo, y a nuestros socialdemócratas, al "economismo", muestra "gran indignación" con quienes han decidido apartar contra viento y marea a la socialdemocracia rusa del camino del desarrollo "espontáneo".
Y más adelante siguen ya cosas divertidísimas. "De la misma manera que los hombres, pese a todos los éxitos de las ciencias naturales, seguirán multiplicándose por el método antediluviano, el nacimiento de un nuevo régimen, pese a todos los éxitos de las ciencias sociales y el aumento del número de luchadores conscientes, seguirá siendo asimismo principalmente resultado de explosiones espontáneas" (pág. 19). De la misma manera que la sabiduría antediluviana dice que no hace falta mucha inteligencia para tener hijos, la sabiduría de los "socialistas modernos" (a lo Narciso Tuporílov) (63) proclama: Cualquiera tendrá inteligencia suficiente para participar en el nacimiento espontáneo de un nuevo régimen social. Nosotros también creemos que cualquiera tendrá inteligencia suficiente. Para participar de ese modo, basta dejarse arrastrar por el "economismo" cuando reina el "economismo", y por el terrorismo. Así, en la primavera de sete año, cuando tanto importancia tenía prevenir contra la inclinación al terrorismo, Rabócheie Dielo estaba perplejo ante este problema, "nuevo" para él. Y seis meses más tarde, cuando el problema ha dejado de ser actual, nos ofrece a un mismo tiempo la declaración de que "creemos que la tarea de la socialdemocracia no puede ni debe consistir en contrarrestar el auge del espíritu terrorista" (R. D. núm. 10, pág. 23) y la resolución del congreso: "El congreso considera inoportuno el terrorismo ofensivo sistemático" (Dos congresos, pág. 18). ¡Con qué magnificas claridad e ilación está dicho! No nos oponemos, pero lo declaramos inoportuno; y lo declaramos de tal manera, que el terror no sistemático y defensivo no va incluido en la "resolución". ¡Es forzoso reconocer que semejante resolución está a cubierto de todo peligro y queda garantizada por completo contra los errores, como lo está un hombre que habla por hablar! Y para redactar semejante resolución sólo hacía falta una cosa: saber mantenerse a la zaga del movimiento. Cuando Iskra se burló de Rab. Dielo por haber declarado que el programa del terrorismo era nuevo######, R. Dielo, enfadado, acusó a Iskra de tener "la pretensión verdaderamente increíble, de imponer a la organización del partido la solución que ha dado a los problemas de táctica hace más de 15 años un grupo de escritores emigrados" (pág. 24). En efecto ¡qué pretensión y qué exageración del elemento, consciente: resolver de antemano los problemas en teoría, para luego convencer de la justedad e esa solución tanto ala organización como al partido y a las masas!####### ¡Otra cosa es repetir simplemente cosas trilladas y, sin "imponer" nada a nadie, someterse a cada "viraje", ya sea hacia el "economismo", ya sea hacia el terrorismo! Rab. Dielo llega incluso a generalizar este gran precepto de la sabiduría de la vida, acusando a Iskra y Zariá de "oponer su programa al movimiento, como un espíritu que se cierne sobre un caos amorfo" (pág. 29). Pero ¿en qué consiste el papel de la socialdemocracia sino en ser el "espíritu" que no sólo se cierne sobre le movimiento espontáneo, sino que eleva a este último al nivel de "su programa"? Porque no ha de consistir en seguir arrastrándose a la zaga del movimiento, lo que, en el mejor de los casos, sería inútil para el propio movimiento y, en el peor de los casos, nocivo en extremo. Pero Rabócheie Dielo no sólo sigue esta "táctica-proceso", sino que la erige en principio, de modo que sería más justo, llamar a esta tendencia seguidismo (de la palabra "seguir a la zaga") en vez de oportunismo. Y es obligado reconocer que quienes han decidido firmemente seguir siempre a la zaga del movimiento están asegurados, en absoluto y para siempre, contra la "aminoración del elemento espontáneo del desarrollo".
Así pues, hemos podido convencernos de que el error fundamental de la "nueva tendencia" en la socialdemocracia rusa consiste en rendir culto a la espontaneidad, en no comprender que la espontaneidad e las masas exige de nosotros, los socialdemócratas, una elevada conciencia. Cuanto más crece la lucha espontánea de las masas, cuanto más amplio se hace el movimiento, tanto mayor, incomparablemente mayor, es el imperativo de elevar con rapidez la conciencia en la labor teórica, política y orgánica de la socialdemocracia.
La activación espontánea de las masas en Rusia ha sido (y sigue siendo) tan rápida que la juventud socialdemócrata ha resultado poco preparada para cumplir estas tareas gigantescas. Esta falta de preparación es nuestra desgracia común, una desgracia de todos los socialdemócratas rusos. La activación de las masas se ha producido y aumentado de manera continua y sucesiva, y lejos de cesar donde había comenzado, se ha extendido a nuevas localidades y nuevos sectores de la población (bajo la influencia del movimiento obrero se ha reanimado la efervescencia entre la juventud estudiantil, entre los intelectuales en general e incluso entre los campesinos). Pero los revolucionarios se han rezagado de la creciente actividad de las masas tanto en sus "teorías" como en su labor, no han logrado crear una organización permanente que funcione sin interrupciones y sea capaz de dirigir todo el movimiento.
En el primer capítulo hemos consignado que R. Dielo rebaja nuestras tareas teóricas y repite "espontáneamente" el grito de moda: "libertad de crítica"; quienes lo repiten no han tenido "conciencia" suficiente para comprender que las posiciones de los "críticos" oportunistas y las de los revolucionarios en Alemania y en Rusia son diametralmente opuestas.
En los capítulos siguientes examinaremos cómo se ha manifestado este culto a la espontaneidad en el terreno de las tareas políticas y en la labor de organización de la socialdemocracia.
* El tradeunionismo en modo alguno descarta toda "política" como se cree a veces. Las tradeuniones han realizado siempre cierta agitación y cierta lucha política (pero no socialdemócrata). En el capítulo siguiente expondremos la diferencia existente entre política tradeunionista y política socialdemócrata.
** A.A. Vanéiev falleción en 1899, en Siberia Oriental, a causa de la tuberculosis que contrajo cuando se hallaba incomunicado en prisión preventiva. Por eso hemos tenido a bien publicar los datos que figuran en el texto, cuya autenticidad garantizamos, pues proceden de gente que conocía personalmente a Vanéiev y tenía intimidad con él.
*** Véase V.I. Lenin. Obras Completas, 5ª ed. en ruso, t. 2, pág. 75-80. (N. de la Edit.)
**** "Al repudiar la actividad de los socialdemócratas de fines de los años 90, Iskra no tiene en cuenta que entonces faltaban condiciones para toda labor que no fuera la lucha por pequeñas reivindicaciones", dicen los "economistas" en su Carta a los órganos socialdemócratas rusos (Iskra, núm. 12). Los hechos mencionados en el texto demuestran que esta afirmación sobre la "falta de condiciones" es diametralmente opuesta a la verdad. No sólo a fines, sino incluso a mediados de los años 90 existían de sobra todas las condiciones necesarias para otra labor, además de la lucha por pequeñas reivndicaciones; todas las condiciones, excepto una preparación suficiente de los dirigentes. Y en vez de reconocer con franqueza esta falta de preparación por nuestra parte, por parte de los ideólogos, de los dirigentes, los "economistas2 quieren achacarlo todo a la "falta de condiciones", a la influencia del medio material, el cual determina un camino del que ningún ideólogo conseguirá apartar el movimiento. ¿Qué es esto sino servilismo ante la espontaneidad, apego de los "ideólogos" a sus propios defectos?
***** Digamos de paso que este elogio de Rabóchaya Mysl, en noviembre de 1898, cuando el "economismo" se había definido por completo, sobre todo en el extranjero, partía del propio V. I.-n., que muy pronto formó parte del cuerpo de redactores de Rab. Dielo, ¡Y Rab. Dielo todavía continuó negando la existencia de dos tendencias en la socialdemocracia rusa, como la sigue negando hoy!
****** El siguiente hecho característico prueba que esta comparación es justa. Después de ser detenidos los "decembristas", entre los obreros de la carretera de Shlisselburgo se difundió la noticia de que había contribuido a ello el provocador N. N. Mijáilov (un dentista), vinculado a un grupo que estaba en contacto con los "decembristas". Los obreros se indignaron de tal modo que decidieron matar a Mijáilov.
******* Del mismo editorial del primer número de Rabóchaba Mysl. Se puede juzgar po resto de cuál era la preparación teórica de esos "V.V. de la socialdemocracia rusa", los cuales repetían la burda vulgarización del "materialismo económico", en tanto que los marxistas hacían en sus publicaciones la guerra al auténtico señor V. V., llamado desde hacía tiempo "maestro en asuntos reaccionarios" por ese mismo modo de concebir la relación entre la política y la economía.
******** Los alemanes incluso tienen una palabra especial, Nur-Gewerk-schaftler, para designar a los partidarios de la lucha "exclusivamente sindical".
********* Subrayamos actuales para quienes se encojan farisaicamente de hombros y digan: ¡ahora es fácil demostrar a Rabóchaya Mysl cuando no es más que un arcaísmo! Mutato nomine de te fabula narratur ("cambiando el nombre, la fábula habla de ti". – N. de la Edit.), contestamos nosotros a esos fariseos contemporáneos cuya completo sumisión servil a las ideas de Rab. Mysl será demostrada más adelante.
+ Carta de los "economistas" en el núm. 12 de Iskra.
++ Rabócheie Dielo, núm. 10.
+++ Neue Zeit, 1901-1902, XX, I, núm. 3, pág. 79. El proyecto de la comisión a que se refiere C. Kautsky fue aprobado por el Congreso de Viena (56) (a fines del año pasado) un tanto modificado.
++++ Esto no quiere decir, naturalmente, que los obreros no participen en esa elaboración. Pero no participan como obreros, sino como teóricos del socialismo, como los Proudhon y los Weitling; dicho con otras palabras, sólo participan en el momento y en la medida en que logran, en grado mayor o menor, dominar la ciencia de su siglo y hacerla avanzar. Y para que lo logren con mayor frecuencia, es necesario preocuparse lo más posible de elevar el nivel de conciencia de los obreros en general; es necesario que éstos no se encierren en el marco, artificialmente restringido, de las "publicaciones para obreros", sino que aprendan a asimilar más y más las publicaciones generales. Incluso sería más justo decir, en vez de "no se encierren", que "no sean encerrados", pues los obreros leen y quieren leer cuanto se escribe también para los intelectuales, y sólo ciertos intelectuales (de ínfima categoría) creen que "para los obreros" basta relatar lo que ocurre en las fábricas y repetir cosas conocidas desde hace ya mucho tiempo.
+++++ Se dice a menudo que la clase obrera tiende espontáneamente al socialismo. Esto es justo por completo en el sentido de que la teoría socialista determina, con más profundidad y exactitud que ninguna otra, las causas de las calamidades que padece la clase obrera, debido a lo cual los obreros la asimilan con tanta facilidad, siempre que esta teoría no ceda ante la espontaneidad, siempre que esta teoría supedite a la espontaneidad. Por lo general, esto se sobreentiende, pero Rab. Dielo lo olvida y lo desfigura. La clase obrera tiende al socialismo de manera espontánea; pero la ideología burguesa, la más difundida (y resucitada sin cesar en las formas más diversas), es, sin embargo, la que más se impone espontáneamente a los obreros.
++++++ En torno a las tareas actuales y la táctica de los socialdemócratas rusos. Ginebra, 1898, Dos cartas a Rabóchaya Gazeta, escritas en 1897.
+++++++ Véase V.I. Lenin. Obras Completas, 5ª ed. en ruso, t. 2, pág. 433-470 (N. de la Edit.)
++++++++ Defendiéndose, Rabócheie Dielo completó su primera falsedad ("ignoramos a qué camaradas jóvenes se ha referido P.B. Axelrod") con una segunda, al escribir en su Respuesta: "Desde que apareció la reseña de Las tareas, entre algunos socialdemócratas rusos han surgido o se han definido con mayor o menor claridad tendencias hacia la unilateralidad económica, que significan un paso atrás en comparación con el estado de nuestro movimiento esbozado en Las tareas" (pág. 9). Esto lo dice la Respuesta publicada en 1900. Pero el primer número de Rabócheie Dielo (con la reseña) apareció en abril de 1899. ¿Es que el "economismo" surgió sólo en 1899? No, en 1899 se oyó por vez primera la voz de protesta de los socialdemócratas rusos contra el "economismo" (la protesta contra el Credo). (Véase V. I. Lenin. Obras Completas, 5ª ed. en ruso, t. 4, pág. 163-176. –N. de la Edit.) El "economiso surgió en 1897, como sabe muy bien Rabócheie Dielo, pues, V. I-n elogiaba a Rabóchaya Mysl ya en noviembre de 1898 (Listok "Rabótnika", núm. 9-10).
# Por ejemplo, en ese artículo se expone con las siguientes palabras la "teoría de las fases" o teoría de los "tímidos zigzags" en la lucha política: "Las reivindicaciones políticas que, por su carácter, son comunes a toda Rusia, deben, sin embargo durante los primeros tiempos" (¡esto se escribe en agosto de 1900!) "corresponder a la experiencia adquirida por el sector dado (¡sic!) de obreros en la lucha económica. Sólo (¡) tomando como base esta experiencia se puede y se debe iniciar la agitación política", etc. (pág. 11). En la pág. 4, indignado el autor por las acusaciones de herejía economista, carentes de todo fundamento, según él, exclama con tono patético: "Pero ¿qué socialdemócrata ignora que, según la doctrina de Marx y Engels, los intereses económicos de las distintas clases desempeñan un papel decisivo en la historia y que, por tanto (la cursiva es nuestra), en particular la lucha del proletariado por sus intereses económicos debe tener una importancia primordial para su desarrollo como clases y para su lucha emancipadora?" Este "por tanto" está completamente fuera de lugar. Del hecho de que los intereses económicos desempeñan un papel decisivo en modo alguno se deduce que la lucha económica (=sindical) tenga una importancia primordial, pues los intereses más esenciales y "decisivos" de las clases pueden satisfacerse en general únicamente por medio de transformaciones políticas radicales, en particular, el interés económico fundamental del proletariado sólo puede beneficiarse por medio de una revolución política que sustituya la dictadura de la burguesía con la dictadura del proletariado. B. Krichevski repite el razonamiento de los "V. V. de la socialdemocracia rusa" (la política sigue a la economía, etc.) y de los bernsteinianos de la alemana (por ejemplo, Woltmann alegaba precisamente los mismos argumentos para tratar de demostrar que los obreros, antes de pensar de una revolución política, deben adquirir una "fuerza económica").
## Véase V. I. Lenin. Obras Completas, 5ª ed. en ruso, t. 4, pág. 376 (N. de la Edit.)
### Véase V. I. Lenin. Obras Completas, 5ª ed. en ruso, t. 5, pág. 6-7 (N. de la Edit.)
#### Ein Jahr der Verwirrung ("Un año de confusión"): así ha titulado Mehring el apartado de su Historia de la socialdemocracia alemana en que describe los titubeos y la indecisión que manifestaron los socialistas en un principio, al elegir la "táctica-plan" que correspondía a las nuevas condiciones.
##### Del editorial del núm. 1 de Iskra. (Véase V. I. Lenin. Tareas urgentes de nuestro movimiento. – N. de la Edit.)
###### Véase V. I. Lenin. Obras Completas, 5ª ed. en ruso, t. 5, pág. 7-8 (N. de la Edit.)
####### Tampoco debe olvidarse que, al resolver "en teoría" el problema del terrorismo, el grupo Emancipación del Trabajo sintetizó la experiencia del movimiento revolucionario anterior.
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