Poemario de Javier Heraud: El Viaje (1961)
Javier Heraud
El Viaje
Escrito: Por Javier Heraud, en 1960 - 1961.
Publicado por vez primera: 1961, en Lima - Perú.
Inclusión en Marxists Internet Archive: En 2003, gracias a Grupo de Trabajo y Propaganda "Amanecer Comunista Será" (Perú) .
El viaje del descanso | El deseo | El poema | Recuento del año
Las estaciones | Poema | Invierno | Primavera | Verano | Otoño
Mi casa muerta | Yo no me río de la muerte | Epílogo
El viaje del descanso
El deseo
Qusiera descansar
todo un año
y volver mis ojos
al mar,
y contemplar el río
crecer y crecer
como un cauce,
como una enorme
herida abierta
en mi pecho.
Levantarme,
sentarme,
recostarme en
las vertientes
o
en las orillas
de los mares,
recostarme en
las crecientes,
acomodarme
suavemente en
las aguas
o
en
los
manantiales.
el poema
1
He dormido todo
un año,
o tal vez he muerto
sólo un tiempo,
no lo sé.
Pero sé que un año
he estado ausente,
sé que un año he
descansado,
sé que en ese tiempo
las moras y las frutas
secaban sus raíces
triturándolas
de sabor y regocijo.
Yo descansé
en la sierra,
y felizmente mi
corazón no se secó
con la humedad
del llanto,
no sollozó,
no reclamó tristezas
pasadas.
Todo sucedía como
siempre:
y yo descansaba
descansando,
los trenes aún pesaban sus rieles,
los barcos naufragaban
tarde y anoche,
muchos peces
agotábanse en el mar.2
Pero ya estoy aquí.
He vuelto sin embargo,
con un raro sabor
a tierra amarga,
muchos sufrimientos
tenía acumulados
y es difícil olvidar
en un año.
Es difícil dejar
todo abandonado,
un año es siempre
un año y nunca es suficiente.
Es difícil dejar todo,
pálidos arbustos
cubren el corazón
de odio,
y arrancar es siempre
dejar algo,
un hueco,
una raíz fina;
el aliento
del odio incansablemente
habita
en el corazón
y en el sueño.3
Hoy he vuelto
mis caminos.
Partí hace ya
un año.
Todo podría negarlo
ahora:
no sé si he nacido,
no sé si he leído
alguna vez un libro.
Habre tal vez hojeado
un verso de Salinas
que hoy quiero olvidar.
Un año nunca es suficiente
cuando se desea el descanso.
Si he nacido
es porque he de acabar
con mis huesos
en el mar:
(el mar lo lava todo,
el mar cubre
las hierbas y los pastos,
él llena los corazones
de sal y de tinieblas).
Pero yo acaso ya he muerto,
un año es siempre un año,
realmente no he
descansado nada,
¿o es que quiero
volver a recostarme
en el lecho
del descanso, en donde
en sueños escuchaba
el rumor
de las vertientes
del otoño?4
He vuelto ya.
Mamá, papá,
he vuelto.
Hermanos,
aquí estoy
como antes,
cantando en
las noches
del invierno,
con mi seco
corazón
de pan y piedra.
Gustavo, tú
has crecido.
¿Y ya no cuentas
con los dedos,
y ya no lees
letra a letra,
y ya no sueñas
con los tigres
y elefantes?
Es cierto, padres,
hermanos,
aquí estoy.
No sé‚ si he descansado,
y es que en el camino
encontré‚ un sauce que
reía con el viento y
con mis pasos,
que reía con
los dientes y las ramas,
que reía de todo
como un niño,
y esto me ha
hecho dudar.5
He estado un largo
año tendido en
la hierba del olvido,
cubierto por
las hojas del amor y
del otoño.
Ya he descansado
un poco, lo confieso,
yo partí sin despedirme,
pero es que en mi corazón
no cabían ya mis flores,
en mi corazón no entraba
ya el duro secreto de la vida.6
He vuelto lentamente
( Un poco de sueño
es siempre necesario
aunque sea corto como
el silencio de las
enredaderas).
Por cada pueblo que pasaba
de regreso,
veía que sus puertas
estaban abiertas
para mí,
que sus techos eran míos,
que sus campos,
sus oídos,
todo me pertenecía.
Yo caminaba y
caminaba,
no miraba atrás
hacia mi lecho de hojas,
un año es suficiente
me decía,
no es necesario morir
mas si es que queremos
abrir los brazos y decir:
"hasta mañana, gracias,
nada ha sucedido,
y estoy como siempre
entre los ríos,
y estoy como nunca
entre las piedras".
Y seguía caminando,
pensando en el pan
caliente de la casa,
saboreando el arroz
preparado por mi madre,
sintiendo a mi
cama
con
sus
sábanas
felices.7
El canto de los
ríos
acompañaba a mis
pies
de tibio caminante,
el río
cantaba con mis brazos,
en él
yo miraba a la muerte y a
la vida.
Pero uno está siempre
compuesto
de un. trozo de muerte y de
camino,
y uno siempre es río,
o canto,
o lágrima cubierta.
8
He vuelto. Dormí un
largo año, descansé‚
y estuve muerto, pero
gocé de abril
y de las flores blancas.9
Hoy he regresado por
los campos,
a ratos corriendo
sofocado,
a ratos descansando
nuevamente al pie
de un árbol de
hojas castañas.
El sol arriba,
(como siempre),
entonando estruendosas
canciones de triunfo
o desafiándome a correr
por todo el campo.
Me detuve
en las vertientes,
hundía mis brazos
en sus aguas,
conversaba
refrescando
la cabeza.
Y me vi de nuevo
reflejado en
el mar y aquí dudé
de nuevo:
yo no he sabido nada,
todo un año he viajado
por los pueblos
de los sueños.
no sé si soy tan sólo
un muerto que golpea
su cajón de asfixiado,
no sé si en un pedazo
de té pudiese recordar
toda una vida perdida,
pero sé que he estado
dormido:
un año es un siglo
cuando es un año
de sueños y de olvidos.10
No me reprochen nada
si he estado ausente
todo un largo racimo
de días apretados,
es porque supuse
que nunca se puede
vivir tanto,
mis manos ya eran
manos sólo para
el clamor y el refugio.
Yo construía mis
grutas con mis ojos,
y las uñas no existían
para el pan ni para
el trigo.
Nunca sabré‚ si he
descansado,
saber no es suficiente,
un año es siempre un año,
pero sé que he dormido,
y allí donde dormía
las flores cubrían
mi cabeza,
y no me preocupaba
ni del río ni del valle,
ni del mar ni las arenas.
Hoy vuelvo,
hoy retorno
después de un año,
después de un año
de descanso o
de perenne viaje
hacia la vida.
Pero el viaje
del descanso,
o el viaje sin descanso,
o el viaje y el descanso,
todo es un alivio para
mis ojos muertos.
Hoy regreso con la duda
y la palabra,
hoy retorno con
la dicha en la garganta,
sin descanso o con descanso,
pero sin nuevos sueños.
Sin un nuevo suño
que me obligue a
retornar a mi lecho
de hierbas y de flores,
sin un nuevo y largo
sueño,
podré construir
nuevas palabras,
tal vez sonreiré
con cara alegre,
alguna vez saludaré
a la vida,
y esperaré
a la muerte alegremente,
con mi seco corazón.
________________
Recuento del Año
Una vez terminado
el año,
procedo a recoger
mis cosas nuevas,
procedo a reclamar
papeles viejos,
hago al compás
de charlas amistosas
el recuento del año,
el recuento de mis
365 días pasados:
todo se fue
rápidamente,
no hubo tiempo
para la cosecha,
ni para
sembrar el trigo
en los maizales.
Los días volaron
raudamente,
estuve sentado,
leyendo,
o alguna vez
escribiendo
hasta la noche.
No tuve miedo
de la muerte,
no pude sembrar
el amor como
quería,
recogí algunas
frutas caídas
y supuse que
al final moriría
alguna tarde
entre pájaros
y árboles.No estoy muerto.
sin embargo,
entre tarde y tarde
cuando vibran
los soplos
del silencio,
abro mi corazón
al conjuro
del viento
y la palabra,
y construyo
casas,
tierras,
mares,
nuevos albores,
nuevas tristezas,
y callo al final(como siempre
recordando y
recordando).
________________
Las Estaciones
poema
Oscuro es el tiempo y leves
las sonrisas de los días.
El día asume su palidez
de infante: su regocijo se
expresa en las noches
del amor y la venganza.
Es la hora de los muertos,
ahí donde surgen los pálidos
rostros de niños consumidos
por el viento.
Largo es el camino y oscuras
las sonrisas de los días.
(Las tumbas conservan sus
viejos temores, los hombres
sus viejos escritos
y los niños nacen
con nuevos
rencores en los labios).
Y allí donde el día se ofrece
(oscuro regocijo de hierbas caídas)
abro mis ojos a la luz del amor
y de tus labios.
invierno
Agosto ha pasado ya.
Duras primaveras
acosan mis olvidados
recuerdos.
(Las cicatrices
del tiempo y del olvido,
lo cicatrices del odio
y el amor,
las llanuras de sangre
abiertas con la mano,
los campos desolados
por la sed y el amor).
primavera
Es la hora de la sangre
y del clamor.
ahí donde vibraban
los viejos clarines,
allí donde sonaban
los viejos sonetos,
vibran y suenan
los días oscuros
del tiempo y del amor.
Los muertos esperan
felices los truenos
pacientes,
y los ríos congelados
aguardan la llegada
del verano.
Verano, viejo sólido,
nada podrás contra
la ardiente tiranía
de la primavera.
verano
Redoblados soplos del amor
sacuden el corazón y los ojos.
(Es la luz de la vida y
de los días. Es el castigo de la
muerte y de las noches).
Recojo y siembro las semillas
del amor;
camino entre noches
oscurecidas por
el vino,
pregunto a la tierra
y a los montes,
arranco montañas
de odios y tumultos:
¿Qué son las tardes
al lado de la paz,
qué son los montes
al lado de los sueños,
qué son los ríos
a lado de las lágrimas,
qué son una sonrisa,
un llanto,
un estremecimiento,
un
rostro,
una
mano
si día a día
mueren
las hierbas
en los campos,
si día a día
caen en sus
noches
los árboles
del amor y
del silencio?
otoño
En los ríos del otoño,
mi sangre, mi muertos,
mi amor, las hierbas caídas,
mis labios, las cicatrices
abiertas,
se fundirán como
una primavera,
se unirán como niños
jugando,
en el eterno renacer
de nuestros corazones.
________________
mi casa muerta
1
No derrumben mi casa
vieja, había dicho.
No derrumben mí casa.2
Teníamos nuestra pérgola,
y dos puertas a la calle,
un jardín a la entrada,
pequeño pero grande,
un manzano que yace seco
ahora por el grito
y el cemento.
El durazno y el naranjo
habían muerto anteriormente,
pero teníamos también
(¡cómo olvidarlo!)
un árbol de granadas.
Granadas que salían
de su tronco,
rojas,
verdes,
el árbol se mezclaba
con el muro,
y al lado,
en la calle,
un tronco que
daba moras
cada año,
que llenaba de hojas
en otoño las puertas
de mi casa.3
No derrumben mi vieja casa,
había dicho,
dejen al menos mis
granadas
y mis moras,
mis manzanas y mis
rejas.4
Todo esto contenía
mi pequeño jardín.
Era un pedazo de
tierra custodiado
día y tarde por una
verja,
una reja castaña y alta
que
los niños a la salida
del colegio
saltaban fácilmente,
llevándose las manzanas
y las moras,
las granadas
y las flores.5
Es cierto, no lo niego,
las paredes se caían
y las puertas no cerraban
totalmente.
Pero mataron mi casa,
mi dormitorio con su
alta ventana mañanera.
Y no quedó nada
del granado,
las moras ya no
ensucian mis. zapatos,
del manzano sólo veo
hoy día,
un triste tronco que
llora sus manzanas
y sus niños.6
Mi corazón se quedó
con mi casa muerta.
Es difícil rescatar
un poco de alegría,
yo he vivido entre
carros y cemento,
yo he vivido siempre
entre camiones
y oficinas,
yo he vívido entre
ruinas todo el tiempo,
y cambiar un poco
de árbol y de pasto,
una palmera antigua
con columpios,
una granada roja
disparada en la batalla,
una mora caída con un niño,
por un poco
de pintura
y de granizo,
es
cambiar
también algo
de alegría
y de tristeza,
es cambiar también
un poco de mi vida,
es llamar también
un poco aquí a la muerte
(que me acompañaba
todas las tardes
en mi vieja casa,
en mi casa muerta).
________________
Yo no me río de la muerte
elegía
Tú quisiste descansar
en tierra muerta y en olvido.
Creías poder vivir solo
en el mar, o en los montes.
Luego supiste que la vida
es soledad entre los hombres
y soledad entre los valles.
Que los días que circulaban
en tu pecho sólo eran nuestras
de dolor entre tu llanto. Pobre
amigo. No sabías nada ni llorabas nada
Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de
morir
entre
pájaros y arboles
Yo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida,
a veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra. Ya lo dije, nunca
suelo reir de la muerte,
pero sí conozco su blanco
rostro, su tétrica vestimenta.
Yo no me río de la muerte.
Sin embargo, conozco su
blanca casa, conozco su
blanca vestimenta, conozco
su humedad y su silencio.
Claro está, la muerte no
me ha visitado todavía,
y Uds. preguntarán: ¿qué
conoces? No conozco nada.
Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar
ella yo estaré esperando,
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.
La miraré blandamente
(no se vaya a asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré,
solitario y solitario.
Las llaves de la muerte
Ahora y siempre en mi rostro
conservo la inigualable voz,
la voz única que abrirá las
puertas incansables de la vida,
las puertas inagotables
de la muerte.
La única voz en mi rostro
eternamente conservo, mi
rostro que es inmediato
a la hora del mediodía,
que es susceptible de frente
al sol eterno, que es partitura
de llantos ante la muerte.
La voz única contiene
incansablemente
mi rostro. La inigualable voz
que es capaz de abrir las puertas
de la vida, que puede abrir
las puertas de la muerte.
Mi rostro y mi voz se
confunden en las puertas
de la vida,
se confunden en el alba
de la muerte,
ambos,
rostro
y
voz,
como
una
llave,
como
un
racimo
de llaves,
como
eternas
llaves
de
la
muerte.
________________
Epílogo
Sólo soy
un hombre triste
que agota sus palabras