Fecha: 1 de diciembre de
2005.
Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de
2013.
Fundamentados en esa visión, definimos entonces nuestra misión, la cual podría resumirse así: dejábamos las armas, nos convertíamos en un partido legal para participar activamente en la lucha política, entrábamos así dentro del sistema con la decisión de mantener una lucha persistente para consumar la revolución democrática inconclusa, orientada a cambiar el sistema, asegurar el desarrollo social, en un curso más o menos duradero rumbo a una sociedad socialista.
Como el trazo de nuestra misión ocurría en el momento que se desplomaba, víctima de sus errores y defectos, el así llamado socialismo real, nos referíamos a un socialismo que debía ser rediseñado. Estábamos claros que el capitalismo no podía resolver a fondo ni de manera consecuente el problema fundamental del pueblo salvadoreño: la pobreza, la falta de justicia y de democracia. Estábamos si embargo poco claros de los perfiles y consecuencias de la etapa del capitalismo que estaba desplegándose sobre el mundo en aquel momento: el capitalismo neoliberal, el capitalismo de las grandes transnacionales, el capitalismo de la globalización y de la época de la monopolaridad.
Se derrumbaba el polo de la izquierda, el polo socialista, el que mantenía el equilibrio y sostenía la paz mundial, la posibilidad de la autodeterminación de los pueblos y por consiguiente del desarrollo de procesos revolucionarios, en la mayoría de veces sin intervención militar del imperialismo o, en contrapeso, con el apoyo político del otro polo en la ONU, entonces respetada, obligando a revertir invasiones, como en el caso de la agresión a Egipto en 1956 por Inglaterra, Francia e Israel para anular la nacionalización del Canal de Suez; donando en ocasiones armas, otros elementos logísticos y aportando amplia cooperación económica y científico-técnica para el desarrollo económico social y la defensa nacional, como en los casos de Mongolia, China, Corea, Cuba, Viet Nam, Angola, Etiopía, Nicaragua y tantos otros países.
Dentro de la bipolaridad, transcurrió el proceso de liberación de gran parte de las colonias, en Asia y África, en muchos casos incluso pacíficamente.
Pero cuando el FMLN realizaba su gran ofensiva de noviembre y diciembre de 1989, surgía el mundo unipolar y el capitalismo neoliberal se empoderaba sobre el planeta.
El capitalismo neoliberal en los Estados Unidos ha terminado siendo como un sistema corporativo, en el que están integrados el aparato civil y militar del Estado, la oligarquía financiera, las trasnacionales, parte de los principales grandes medios de comunicación, las más importantes universidades, sus llamados tanques de pensamiento, en fin, todos los sujetos y componentes que ponen en marcha la así llamada globalización bajo la hegemonía de los intereses y decisiones de la élite del gran capital monopólico, especialmente petrolero, productor de armas y financiero. Esta estructura corporativa se reproduce en los países dependientes como el nuestro.
Subrayo: abandonamos las armas, entramos en el sistema, para cambiar el sistema, no para que el sistema nos cambie a nosotros.
En aquel momento estaba iniciándose, también en El Salvador, el desplazamiento del capitalismo existente hasta entonces e instalándose en su lugar el capitalismo neoliberal dependiente. En los primeros momentos, no lo llegamos a comprender en toda su profundidad. Hay una huella de esa incomprensión en los Acuerdos de Paz: como en esos días se iniciaban las privatizaciones- se estaba privatizando la banca y se hablaba de nuevas privatizaciones, dentro del "ajuste estructural" a cargo del gobierno arenero de Alfredo Cristiani-, nosotros insistimos en establecer en el acuerdo "medidas compensatorias sociales", una de las cuales consistía en dar participación a los trabajadores como accionistas de las empresas privatizadas. No previmos lo que ocurrió después; por ejemplo, en la privatización de ANTEL: las acciones que le dieron a los trabajadores no les sirvieron de nada, después se las depreciaron y se las terminaron quitando, dentro de lo que llaman la lógica del mercado.
La mayor dosis de pobreza e injusticia agregada por el capitalismo neoliberal, legitimizan y fortalecen aún más nuestra misión. Se trata, en resumidas cuentas, de que debemos cumplirla enfrentando un capitalismo mucho más poderoso, en cuyos gobiernos están integrados los dueños del país, quienes los controlan y dirigen. Son gobiernos que se ven a sí mismos ya no como aliados de una potencia extranjera, sino como subordinados incondicionales del único polo que quedó en pie en el planeta y pretende constituirse en el dueño del mundo, apoyado en su súper poderío militar.
Nuestra misión no cambia, pero se hace más dura, más compleja, porque este capitalismo es también muy sofisticado, recurre en gran escala a la remodelación del pensamiento masivo de la sociedad, mediante la manipulación de las mentes usando los grandes medios de prensa, los cuales trabajan con una agenda coordinada y concentran su ataque sobre el ideario y sobre los personajes principales del FMLN.
Ello, no obstante, si hacemos un balance somero, la fidelidad a esa misión, la fidelidad a las ideas revolucionarias, al compromiso con el pueblo, nos ha permitido avanzar, a pesar de sufrir el impacto del poderío y la sofisticación del sistema.
Los Acuerdos de Paz implicaron, no sin dificultades ni resistencia de parte de la derecha gobernante, que el FMLN irrumpiera en la vida político-institucional del país, convertido en partido político legal. Pronto comenzaron a aparecer los locales públicos del FMLN y se inició un proceso masivo de adhesiones de ciudadanos de variados sectores sociales. Hombres, mujeres y jóvenes, personas progresistas en general, que sin haber estado dentro de alguno de los cinco partidos que formaban todavía el FMLN, habían admirado y apoyado nuestra lucha armada, no tardaron en tocar las puertas del nuevo partido en formación. Pero también personas que antes habían simpatizado con otras ideas políticas buscaron incorporarse al Frente.
Eran momentos en los que el Partido Demócrata Cristiano estaba en crisis. Es este un antiguo Partido que había perdido su meta, su misión ideológica y programática social cristiana. Se había extraviado durante el periodo del ejercicio del gobierno, desde el contragolpe de Estado que dio origen a la segunda Junta, en enero de 1980, en la que participó como el componente político principal y luego durante la Presidencia de Napoleón Duarte, convertido en la cara "presentable" de la guerra contrainsurgente de "baja intensidad", llevada adelante en El Salvador bajo el timón político-militar de dos gobiernos de Estados Unidos, los de Reagan y Bush padre. Fueron ellos quienes suministraron el financiamiento, la ideología, la estrategia, el adiestramiento, la reestructuración, la conducción y armamentización de la Fuerza Armada, en todas sus ramas.
Todo eso había, para decirlo de manera simple, debilitado y descompuesto al Partido Demócrata Cristiano y provocado la emigración de sus bases, que eran en mayoría genuinamente populares, sobre todo en zonas rurales y en pequeños municipios. Una parte importante de esa gente ingresó al FMLN y trajo las costumbres del funcionamiento de un partido convertido en aparato puramente electorero.
Junto con ellos, ingresaron personas que ven ían del PCN, otros provenientes de estructuras de la antigua dictadura militar a la que le habíamos puesto fin con nuestra lucha armada y con los Acuerdos de Paz. Me refiero, sobre todo, a un número apreciable de ex patrulleros, soldados desmovilizados y agentes de los cuerpos de seguridad disueltos que fueron ingresando y trajeron sus propias culturas y visiones.
Este fenómeno tampoco fue analizado por nosotros en todas sus consecuencias, como debimos hacerlo, no para cerrar las puertas del FMLN a esas personas, sino para poner en marcha un extraordinario esfuerzo de educación política que permitiera asimilarlas a nuestras visión y misión.
Así, en definitiva, con el ingreso de miles de personas de distintos estratos sociales e incluso diversa práctica política, nos convertimos en un partido voluminoso. En los primeros momentos, estos ingresos se hacían por vía de cada uno de los cinco partidos que integraban el FMLN, conforme a los requisitos y procedimientos de sus respectivos Estatutos. Cuando en 1995 creímos necesario darle un mayor nivel de unidad al FMLN, procedimos a disolver los cinco partidos fundadores (FPL, PRTC, PCS, ERP y RN)
Mientras tanto, los que fueron nuestros enemigos en la guerra, con fuerte apoyo del extranjero (gobierno de Estados Unidos, principalmente), desarrollaban sobre nosotros una intensa y aguda ofensiva ideológica mediante foros, conferencias, seminarios, cursillos, etc., en medio de una sostenida práctica de exquisitas cenas y tertulias en las residencias de los líderes más protagónicos de la gran empresa privada.
Comenzaron así a aparecer al interior del Frente, lenguaje, conceptos y categorías propios del pensamiento en boga del capitalismo neoliberal y globalizante. Esto desembocaría, a finales de 1994, en la crisis que creó Joaquín Villalobos y llevaría a su salida del FMLN para crear el "Partido Demócrata", de vida fugaz, firmante del "Pacto de San Andrés" con el gobierno de ARENA. Para facilitar a este elevar el IVA del 10 al 13% y ayudarle a frustrar la reforma del sistema electoral, con la cual se comprometió ante la ONU, al pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de aquel año.
Como la forma de lucha política para acceder al gobierno se realiza por medio de elecciones, sin mucha discusión, se entronizó la idea de que teníamos que ser un partido, como se decía en aquél tiempo, mas de masas que de cuadros:... "si queremos obtener más votos, tenemos que tener más miembros", lo cual constituía una manera de priorizar la cantidad y justificar la falta de esfuerzo en la educación ideológica y política, el desprecio por la calidad. La disolución de los 5 partidos potenció y facilitó al extremo esta tendencia.
Hasta ese momento, como ya se dijo, cada partido tenía sus propios procedimientos de ingreso y, en gran medida, para ingresar al FMLN había que ingresar a alguno de sus partidos. Por eso, en el Estatuto del FMLN elaborado al momento de su legalización, no se consideró necesario reglamentar o normar el proceso de ingreso. La disolución de los partidos abolió de hecho los cinco Estatutos. Se abrió así un mecanismo de ingreso simple: bastaba con firmar un papelito en donde se escribía el nombre, el número de la cédula de identidad, el número de carné electoral, la dirección y un aval de dos afiliados (que podían ser los mismos que habían ingresado quince minutos antes); se firmaba ese papelito y la afiliación quedaba consumada. No era necesario que nadie la aprobara, simplemente firmado el papelito, se ingresaba en el registro de afiliados del Partido.
Para ser dirigente del Partido no había ningún requisito además de la afiliación. Cualquiera podía ingresar hoy a las 10:00 de la mañana al Partido, por la firma de aquel papelito, y a las 3 de la tarde, en la Convención Nacional, ser electo, por ejemplo, como Coordinador Nacional del Partido. Ciertamente nunca ocurrió así en el caso de este cargo; pero sí ocurrió a niveles de las directivas municipales y departamentales. No había necesidad de ninguna antigüedad o de pasar por algún proceso previo de formación, evaluación o certificación.
Sucesivas reformas estatutarias fueron realizadas para "democratizar" el Partido, con las cuales los nuevos componentes, motivaciones y pensamientos dentro del Partido tuvieron más carta de ciudadanía, adquirieron derechos.
Después se fue más lejos en este superficial concepto de "democratización". Sin aprobar antes ningún criterio de capacidad y solvencia política y moral en los aspirantes, se estableció que todos los cargos de dirección del Partido, a todos los niveles, de los municipales a los nacionales y las candidaturas a cargos públicos, desde las candidaturas a concejales municipales, alcaldes, síndicos, candidatos a diputados(as) propietarios y suplentes, hasta candidatos a Presidente(a) y Vicepresidente(a) de la República, deben decidirse en elección directa y secreta de todos los afiliados y afiliadas.
El Partido en su conjunto se convirtió así en un espacio sumamente favorable y casi permanente para las prácticas electoreras. Por otra parte, nuestra llegada a los primeros cargos públicos engendró o despertó motivaciones, aspiraciones y ambiciones personales y grupales.
Haber pertenecido a tal o cual partido fundador del FMLN se convirtió para algunos en un recurso para producir agrupamientos de poder, cuya función desemboca en el compromiso de apoyarse mútuamente en las votaciones internas. El tema del sectarismo va más lejos, cultiva prejuicios y merece ser anal izado aparte, con mayor profundidad. Baste por el momento subrayar el inmenso daño que al FMLN le han causado y le siguen causando las conductas sectarias.
Para ciertas personas que militan en el Frente, algunas de las cuales han llegado a ostentar cargos de dirección en el Partido, el haber pertenecido a una u otra organización es el criterio fundamental, casi exclusivo, para evaluar la calidad, el pensamiento y las acciones de un compañero o compañera. Que las organizaciones tengan ya casi 10 años de haberse disuelto no les importa, es un detalle sin valor. No todas ellas son iguales. Hay quienes viven anclados en el pasado, creen ferviente y sinceramente que antiguas diferencias políticas, como las que alguna vez existieron entre las FPL y el PCS o entre otras organizaciones, y que fueron en su momento resueltas en la lucha y en la práctica revolucionarias, constituyen todavía el punto de definición determinante para la presente etapa del proceso político.
Pero también están quienes, sabiendo que lo que menos prevalece en estos momentos es un problema de diferencias entre organizaciones que ya no existen, manipulan deliberadamente las mentes y sentimientos de los primeros para utilizarlos en sus objetivos de poder hacia el interior del FMLN.
A los primeros hay que ayudarlos a comprender el momento histórico que ahora vive el Partido, a que vean hacia delante, hacia el futuro, dejando atrás una visión sectaria ya superada por la historia. A los segundos hay que desenmascararlos y ponerlos en evidencia, sin vacilación alguna.
La incursión del FMLN a los espacios de poder institucional, con el subsiguiente acceso a privilegios e influencias, no podía dejar de hacer mella en la textura ideológica de algunos cuadros. El sistema reaccionó, comprendiendo a dónde podía llevarnos esta situación. Desde los primeros momentos en que hubo diputados del FMLN, la derecha dominante empezó a subir el salario de este cargo, que había estado a niveles bastante inferiores durante mucho tiempo; hasta abrir una distancia muy grande respecto al estándar de salarios de los trabajadores. Con los Alcaldes y Concejales ocurrió algo similar, aunque por iniciativa de ellos mismos, de manera que esos cargos se hicieron atractivos y mantenerse en ellos se volvió también una motivación muy fuerte para muchos. El desempeño de esos cargos generó poder, más poder al interior del Partido que poder en la toma de decisiones que impactan al país. En realidad los cargos públicos son poderes extrapartidarios que inciden en la lucha interna por los cargos de dirección, los cuales se fueron convirtiendo, en la óptica de muchos, en una especie de grada, de escalera, para arribar en su momento a los cargos públicos. Algunos alcaldes que querían ser reelectos, empezaron a utilizar el poder de su alcaldía para generar una incidencia fuerte al interior del Partido. Es así como los cuerpos de promotores y los proyectos de beneficio comunitario han sido usados por algunos para afiliar nuevos miembros, y el ingreso de nuevos miembros se volvió decisivo en las elecciones internas.
Una de esas alcaldías tiene, por ejemplo, un proyecto para llevar agua o hacer otras obras de interés comunal en una determinada colonia, barrio o comunidad. Ya tiene el proyecto, tiene los recursos, entonces va y le dice a la comunidad: "...para que este proyecto lo ejecutemos, para que ustedes obtengan agua, obtengan el mejoramiento de la calle, obtengan la electricidad, el muro de contención, la zona verde o la casa comunal, etc.... deben afiliarse al Partido y votar por mí". Me estoy refiriendo a las elecciones internas como candidato para la alcaldía. O... "Yo quiero pasar a la diputación y fulano o mengana será quien va a la alcaldía". Por supuesto, esto no lo hacen todos, lo han practicado algunos, pero el daño al Partido ha sido grande.
Así creció el registro de afiliados de una manera falsa, la mayoría de esa gente no tenía ningún compromiso con el Partido. Firmaban el papelito, entraban, y una parte, no todos, se presentaban a votar, los transportaban con medios de la alcaldía el día de la votación. De esa forma esos nuevos "afiliados", consideraban que habían pagado su compromiso y ... !No se les volvía a ver!. Eso es lo que explica por qué teniendo nominalmente padrones muy grandes de afiliados(as) el porcentaje de quienes acuden a votar en sus internas es reducido y aun más reducido es el de quienes participan en el trabajo partidario cotidiano. A ese tipo de "afiliado" no le importa el Partido, porque su vínculo con él no es ideológico, ni político, sino una especie de relación comercial: vos me hacés la obra comunal y yo te pago afiliándome y votando por ti en las internas. ¡Hasta allí llega el trato!
Por lo mismo, la lucha por limpiar el registro de afiliados es uno de los problemas más serios que se ha enfrentado de manera recurrente. Yo he propuesto un mecanismo automático de depuración de ese registro de falsos afiliados(as). Consiste en emitir un Carné de membresía del FMLN. Se aprobó y todavía no se ejecuta, aunque es una propuesta de hace varios años. Ese carné debe tener doce casillas, una por mes, para pegarles una estampilla de cotización mensual, con un sistema de distribución de esos ingresos entre los organismos del Partido, asegurando así que la cotización sirva al financiamiento de todo el trabajo partidario. Si se está al día en la cotización, bastaría con mostrar el carné. Se puede, digamos, aceptar hasta dos meses de retraso, pero si se tiene una mora mayor, la persona no podría ejercer sus derechos como miembro del Partido, mientras no se normaliza. Propuse que cada año hubiera uno o dos meses durante los cuales se renueva el Carné; quien no se presenta a retirar el suyo quedaría fuera, a menos que probara una excusa válida.
¿Por qué no está funcionando el Carné? Hay distintos pretextos y distintas argumentaciones, pero el fondo del fondo del asunto es que se quiere seguir con las cosas como han venido sucediendo: viabilizar las ambiciones o las motivaciones o las aspiraciones individuales, por vía del enfrentamiento electorero interno.
Nuestro mayor distanciamiento de la gente y sus problemas son estos viciados y frecuentes procesos electorales partidarios. Casi siempre estamos inmersos en uno de ellos, a lo largo de 4 a 6 meses, durante los cuales la militancia y sus dirigentes se absorben en los enfrentamientos internos, haciendo las delicias de los medios de derecha; dejamos de escuchar a la gente, abandonamos la elaboración de propuestas, la organización y la movilización social para enfrentar la problemática que aqueja a la población.
No solo debemos asegurar la autenticidad de nuestro registro de afiliados, definitivamente debemos sustituir este casi permanente ejercicio electorero por procedimientos democráticos participativos que prestigien al FMLN y lo vinculen mas a la gente. Es necesario y urgente abrir en la base de nuestro partido un debate, una consulta activa, para elaborar las ideas de la gran reforma de su construcción y funcionamiento, indispensable para fortalecer su capacidad de cumplir su misión.
Las prácticas perversas de este funcionamiento electorero producen elementos y componentes ideológicos que van siendo asumidos sin debate y tienden a destruir nuestras ideas revolucionarias, en las cuales reside nuestra potencialidad de fundirnos con el pueblo y construir la fuerza social y política capaz de cambiar el sistema. Si nos desarman o nos desarmamos ideológicamente, nuestra misión y razón de existir se habrá perdido.
Para transformar la realidad en El Salvador necesitamos un Partido que siga fiel a la misión revolucionaria de cambiar este sistema. Su composición, su organización y funcionamiento deben ser coherentes con esa misión ¡Porque, hay que admitirlo, se rompió la coherencia entre la misión, la estructura y el funcionamiento del Partido!
Si a estos factores ya analizados le agregamos que, durante muchos años, la educación política prácticamente desapareció, que incluso el cultivo de la memoria histórica desapareció por bastante tiempo, es fácil entender las características del pensamiento en nuestro Partido, tal como es hoy.
Declarar que seguimos siendo un partido de izquierda y un partido revolucionario, se fue convirtiendo para muchos más bien en un rito, sin un contenido consistente y sólido. Por supuesto no hablo de todos, estoy hablando de una parte importante y estoy diciendo que eso genera procesos como los que he mencionado. De un tiempo hacia acá, hemos venido haciendo esfuerzos en materia de educación política-ideológica, pero se ven interferidos por los frecuentes, casi permanentes, procesos electorales internos y nacionales.
Si en los momentos de la finalización de la guerra y la firma de los acuerdos de paz, cuando estaba iniciándose la neoliberalización del capitalismo dependiente en El Salvador, ya trajo efectos negativos, ahora, después de quince años de
vigencia, la situación económica y social es mucho peor y la situación política se esta deteriorando progresivamente. Cambiar este sistema, es por tanto, una necesidad más urgente, más justificada y legítima que antes.
Sin embargo, algunos están aspirando a cambiar la misión revolucionaria del Partido. Para eso se alega de distintas maneras, encubriendo los reales propósitos. Muchos de los que argumentan así utilizan un lenguaje prestado del discurso de los dueños del sistema: "Hay que ser realistas", nos repiten. Ellos entienden el realismo en el sentido de que hay que aceptar que las cosas son así, y como son así... ¿para qué proponernos cambiarlas?.
Ese, dicen, es un "radicalismo". "Hay que ser viables", nos insisten, asumiendo la viabilidad en el sentido de ser tolerados por los dueños del sistema. ¡Pero los dueños del sistema nunca van a tolerarnos para que cambiemos el sistema!
Su tesis suprema es la siguiente: "los dirigentes históricos quieren mantenerse siempre en la oposición, nosotros queremos llegar al gobierno".
Estas afirmaciones son falsas. Son sólo eso, afirmaciones gratuitas, eluden analizar abierta y transparentemente las capacidades y fraudes de la derecha para conservar el gobierno y la manera eficaz de derrotarla, en base de una creciente acumulación de fuerzas. Eluden reconocer nuestro consistente avance en esa acumulación.
Para los revolucionarios el realismo responde a otro concepto: conocer y estudiar la realidad para cambiarla, no para someterse a ella. Y la viabilidad no tiene que ver con sacrificar principios y misión, sino con saber definir y aplicar estrategias de organización y lucha que nos lleven a niveles superiores de conciencia, movilización del pueblo, alianzas, acumulación y vuelco a nuestro favor de la correlación de fuerzas para lograr el cambio.
En realidad, nuestro supuesto radicalismo no se puede definir en la actualidad como anticapitalismo total. El programa que hemos elaborado tiene a la base la conciencia de que no se trata de la abolición inmediata del capitalismo en general, de toda expresión de relaciones capitalistas de producción, distribución e intercambio.
De lo que se trata en nuestro Programa de la época de la Revolución Democrática, es de abolir el capitalismo neoliberal dependiente y asegurar el desarrollo nacional con justicia social y en democracia participativa, que supere la pobreza, el desempleo profundo y crónico, el atraso educativo- cultural y científico-técnico, que garantice la salud, la vivienda, el medio ambiente, la equidad de géneros; que reactive la economía, reconstruya y fortalezca el tejido productivo nacional, agropecuario e industrial, apoyando la pequeña y mediana empresa, las empresas cooperativas y desarrollando la integración regional. O dicho en pocas palabras: construir la base económica y social que haga posible transitar a una sociedad socialista.
El capitalismo neoliberal tiene una particularidad: deteriora y aniquila a los sectores de la sociedad capitalista que no forman parte de esta súper élite, enlazada con las trasnacionales y con los gobiernos dominantes, especialmente con el de Estados Unidos, en este proceso de globalización.
El capitalismo neoliberal choca con otros sectores simplemente capitalistas. Pero además tiene sobre ellos hegemonías muy severas, como el control bancario, que los amenaza con negarles los créditos, con no perdonarles la mora, con no darles un refinanciamiento. Los arrinconan y los obligan a cambiar de posición, porque una de las características del capitalismo neoliberal dependiente es el reinado absoluto e indiscutible del sector financiero. Objetivamente, estas características del capitalismo neoliberal nos crean condiciones para unas alianzas amplias, pero muy contradictorias también. Lo vimos no hace mucho en el caso de los transportistas, que son nuestros aliados: acosados por la política económica neoliberal y por la desmesurada elevación del precio del diesel se lanzaron al incremento del pasaje sin consultar ni hablarlo con nosotros, creándonos una situación compleja y muy contradictoria. Así pues, debemos hacernos cargo de que ampliar las alianzas no es un asunto simple, hay que comprender y asumir que son también fuente de contradicciones dentro del pueblo.
Quienes quieren abandonar nuestra misión se enfrentan sin embargo con un serio problema: pese a todo, la mayoría de nuestra militancia real y activa continúa siendo revolucionaria. Nuestros compañeros y compañeras viven entre el pueblo, forman parte de él y reciben todos los días el impacto de una realidad que reclama el cambio del sistema.
Esa militancia ejerce el voto en las elecciones internas y para conseguirlo, quienes hoy quisieran abandonar nuestra misión histórica, deben enmascarar bastante sus planteamientos; no los presentan de una vez como el abandono de la misión, de los objetivos revolucionarios, sino como la necesidad de "cambiar métodos, estilos" y cosas parecidas, formuladas con frases generales, superficiales, pero bien adornadas con palabras atractivas y sin contenidos concretos.
En las últimas semanas han hecho un giro, intentan presentarse incluso como la izquierda de la izquierda. La base más experimentada sabe que hay que analizar conductas y trayectorias y no guiarse por simples apariencias. En realidad, la maniobra está dirigida a la nueva afiliación, que ha llegado a nuestras filas, en gran proporción imbuida de las ideas y propuestas que difundimos intensamente a lo largo de la reciente campaña presidencial.
Yo conozco a no pocos compañeros y compañeras involucrados(as) hoy en esta posición, que son auténticos militantes de izquierda que más temprano que tarde chocarán con la doblez e insanía de sus actuales conductores. A ellos les digo que volveremos a encontrarnos en el enorme esfuerzo por reformar a fondo al FMLN.
Hay quienes argumentan que no es posible generar un proceso de cambio desde dentro del sistema, actuando con las mismas reglas del sistema. Estoy en desacuerdo con esta opinión, que se presenta como verdad absoluta e indiscutible.
Ciertamente a comienzos de los años 70 del siglo XX vimos en Chile arribar al gobierno a la Unidad Popular, llevando a Salvador Allende a la Presidencia de la República, mediante su victoria en elecciones efectuadas de acuerdo a las reglas del sistema y después vimos al Ejército derribarlo, asesinarlo e instaurar la sanguinaria y feroz dictadura del General Pinochet. Pero desde 1998 hemos presenciado en Venezuela el desarrollo del proceso revolucionario bolivariano que puso en marcha Hugo Chávez, accediendo al gobierno por medio de elecciones, con las reglas del sistema y ha procedido a cambiarlo.
En Venezuela se están produciendo cambios muy importantes, en el ámbito social, en el económico y el político. Allí se ha roto con el esquema neoliberal. Esa es la razón que explica el odio de la gran burguesía hacia Hugo Chávez. No es que haya abolido el capitalismo en general, lo que se está aboliendo es el capitalismo neoliberal dependiente y realizando obras sociales, cambios sociales, con la participación activa de la gente y lo ha entendido bien la población. Por eso el pueblo lo salvó del golpe militar en abril de 2002 y después de la así llamada "huelga general", en realidad sabotaje a la extracción, refinado, distribución y exportación del petróleo. Yo no recuerdo ningún otro caso en América Latina de un gobierno que una vez derrocado por un cuartelazo, el pueblo lo rescate y los militares se subleven contra sus jefes golpistas.
Y todo ha ocurrido en Venezuela a partir de repetidas elecciones. Chávez es el líder revolucionario que ha ido más veces a elecciones en un corto periodo. La más reciente de ellas ha sido el referéndum revocatorio (15 de agosto del año en curso), en el cual obtuvo una clara y contundente victoria. El referéndum revocatorio fue creado por la Constitución Bolivariana, que cambió las reglas del juego del viejo sistema y le dio profundidad y autenticidad a la democracia.
En Cuba, sea dicho de paso, el derecho de revocatoria del mandato a los funcionarios de elección popular, también forma parte de su democracia, desde muchos años antes. Los funcionarios deben rendir cuentas cada cierto tiempo a sus electores y si estos consideran que no ha desempeñado bien el cargo, que no ha cumplido con lo que de él o ella esperaban, les pueden dar por terminado su mandato y elegir otras personas.
El ejemplo de la Revolución Bolivariana nos muestra que para cambiar el sistema desde dentro del mismo, actuando con sus reglas, se requiere un liderazgo fuerte y, sobre todo, generar un altísimo nivel de conciencia y de organización popular, que llegue a impregnar a los oficiales y soldados y ponga en pie, de ser posible, a todo el pueblo pobre y trabajador.
En América Latina también hemos visto el caso de una triunfante revolución armada, la sandinista, que derroca a una vieja dictadura, destruye su ejercito, institucionaliza a la fuerza guerrillera y diez años más tarde, luego de años de contrarrevolución armada por el imperialismo, pierde el poder con las reglas electorales tradicionales.
Nada pues, autoriza hoy planteamientos dogmáticos sobre la vía de la revolución. Todas son posibles si las fuerzas revolucionarias, el partido de la revolución, logra ganar el corazón y la mente del pueblo y si lo sabe organizar y conducir con acierto. Ello exige un partido fiel a su misión y un liderazgo experto y lúcido.
Que en El Salvador se repitiera el fenómeno de la izquierda revolucionaria asumiendo el gobierno por vía electoral, fue lo que llevó el pánico a la gran burguesía y a su partido ARENA en las elecciones presidenciales recién pasadas. Sus temores tenían fundamento: para detenernos recurrieron a una operación gigantesca de atemorizamiento, en que participaron altos funcionarios de Estados Unidos, asesores extranjeros de alta calificación, golpistas venezolanos, contrarrevolucionarios cubanos, para aterrorizar a las gentes con la amenaza de que Estados Unidos prohibiría el envío de remesas a El Salvador, y el chantaje laboral de cerrar las empresas si triunfaba el FMLN; recurrieron también a la compra masiva de votos, trajeron miles de centroamericanos a votar aquí fraudulentamente, etc. y difundieron miedo con las mentiras de que les quitaríamos a la gente sus casas, tierras, hijos menores, cosechas, Biblias, etc. Y, sin embargo, gran parte de la ciudadanía entendió nuestro mensaje. Nosotros llegamos a ochocientos doce mil votos y eso es más que la suma de las dos veces anteriores que participamos en elecciones presidenciales, más que los votos con los que ganó ARENA la Presidencia en cada una de las tres ocasiones anteriores, y una vez y media mas que nuestra votación mayoritaria para diputados y alcaldes en el 2003.
Haber sufrido el fraude y la imposición del miedo se ha convertido en el argumento para tratar de llevar al Partido a una situación "viable", como dicen algunos, en vez de combatir contra estas armas perversas del sistema.
Esas personas dentro del FMLN albergan la ilusión de que serán aceptados, para gobernar también "viablemente". Es decir, a tono con el sistema, impulsando determinadas reformas o cambios para que nada cambie. Eso es justamente lo que está intentando hacer Saca para salvar el sistema capitalista neoliberal, que enfrenta una crisis fiscal y macrofinanciera, una balanza comercial y de pagos sumamente adversas, un endeudamiento público agobiante, un deterioro profundo del sector agropecuario, un proceso de desindustrialización, una problemática social en rápida agravación, una situación política frágil, sólo sostenida por los juegos mediáticos de una imagen "concertadora" del Presidente, expuesta a agotarse pronto si no produce resultados sustantivos que mejoren la situación de la gente e impulsen un real desarrollo del país.
Si el FMLN se mantiene en su misión y supera sus debilidades y enfermedades ideológicas y orgánicas, para estar en condiciones de impedir que lo detengan, incluso con las mismas prácticas con las que lo contuvieron en las elecciones presidenciales recientes, entonces la estrategia de la derecha dominante buscará destruir al FMLN. Debilitar y detener al FMLN o destruirlo, estas son las dos estrategias que se discuten ahora dentro de ARENA, entre los señores de la cúpula del gran capital neoliberal y entre los funcionarios del gobierno de George W. Bush, encargados de su política hacia América Latina.
"!Es que ustedes no quieren llegar al gobierno!" . . .Así nos decía Napoleón Duarte en la ultima reunión nuestra con él y dirigentes demócrata cristianos, en momentos en que en el PDC había aceptado un pacto con el Alto Mando del Ejército para prestar su cara a la sangrienta dictadura militar, en enero de 1980, a cambio de cargos en el gobierno. Fue un pacto con los jefes militares más represivos y reaccionarios, después de que ellos dispersaron al Movimiento de la Juventud Militar, precipitaron la renuncia de la primera Junta de Gobierno y cuando estaban multiplicando las matanzas, las capturas, desaparecimientos y asesinatos, en San Salvador y en todo el país. En esa reunión, que puso fin a nuestra alianza con el PDC desde 1971 en la UNO, Duarte argumentó que llegando ellos al gobierno se pod ían cambiar las cosas, desde arriba. Le dijimos que no lo podría hacer y le explicamos cómo estaban las estructuras militares¬policiales, sus vínculos con el Pentágono, con la CIA, etc., cómo ese sistema militarista formaba parte de toda una red militarista latinoamericana comandada desde Washington. Le explicamos todo eso y él insistía... "!Es que ustedes no quieren lle gar al gobierno!"
¡Curioso! ¡Es el mismo argumento que ahora nos echan en cara, los que desde dentro del FMLN se presentan como abanderados de la capacidad triunfadora! En verdad, no están diciendo nada nuevo: están simplemente copiando de un pasado fracasado. La tesis de Duarte fue la misma..., "estando adentro del gobierno podemos cambiar las cosas, desde afuera no se puede". El que estuviera incorporándose a un gobierno dominado por los militares más reaccionarios, represivos y asesinos, no le preocupaba. "Desde adentro podía cambiarse todo por el PDC". Este argumento, 24 años después, sigue siendo el mismo: "Haciéndonos viables podemos llegar al gobierno y realizar los cambios".
Históricamente ha habido casos, muy pocos, en los cuales estando en esa situación, el Presidente decide romper con los dueños del país. Un caso fue el del coronel Arturo Armando Molina. Protagonizó dos episodios de ruptura, aunque después se les entregó. Cuando me mandó capturar y me llevó a Casa
Presidencial para hablar conmigo en agosto de 1973, me dijo que los ricos lo querían sobornar:... "Me mandan mujeres, me invitan a sus fiestas, me ofrecen hacerme accionista de sus empresas, y yo no quiero. El pueblo está en una pobreza tan grande, yo lo he visto durante mis giras por todo el país. Les he pedido a los ricos que colaboren, que den algo para ayudar a la gente y se han negado, no quieren dar ni un centavo..., más bien me quieren corromper y yo no estoy dispuesto a permitirlo porque esto va a estallar y no quiero manchar mis manos con sangre". Así fueron sus palabras.
Lo intentó, pero no pudo. Lo visitaron dos de los más connotados oligarcas y le dijeron: "Abrimos una cuenta con 10 millones de colones para financiar que te derroquen... ya sabés que por menos, muchos de tus compañeros en el Ejército se prestarían para hacerlo". Entonces retrocedió y efectivamente se dejó corromper, se hizo parrandero, lo hicieron accionista del cemento MAYA, (aunque no pudo finalmente conservar las acciones), le dieron otras cosas...se manchó las manos de sangre y enrumbó el país hacia la guerra.
Para nosotros es indispensable llegar al gobierno, pero no es suficiente; es necesario preparar las condiciones que hagan posible que emprendamos verdaderas transformaciones estructurales, capaces de superar las causas que dan origen a la injusticia social, a la pobreza y al sistema político autoritario. Me estoy refiriendo a ganar el corazón y la mente del pueblo, elevar su conciencia revolucionaria mediante una intensa y sistemática lucha de ideas y propuestas concretas de soluciones a sus problemas y sufrimientos, construyendo una extensa, ramificada y poderosa organización popular, concertando y movilizando un amplísimo sistema de alianzas sociales y políticas, vinculando profundamente al FMLN con un creciente movimiento social; en fin, logrando un gran vuelco de la correlación de fuerzas a nuestro favor, como la fuerza revolucionaria capaz de transformar el país para bien de la gente.
No se trata de dar simples paliativos, como los que acostumbra la derecha y ahora Saca ofrece. Veamos por ejemplo el caso de la salud. Saca ofrece el "FOSALUD" (elevar impuestos al tabaco, armas y bebidas alcohólicas). Si es que los grandes empresarios le permiten aumentar este impuesto, cosa aún poco clara, el gobierno recogería unos $25 millones, con los cuales podría dotar de algunas medicinas y equipo a los hospitales, con Saca entregándolos personalmente, en medio de una millonaria campaña de publicidad, donde gastará más dinero que el que gastaría en medicinas y equipo médico. Pero ampliar la cobertura de salud pública y su calidad a toda la población, especialmente a la más desatendida de las zonas rurales... ¡No ocurrirá!
El efecto que se está persiguiendo es que mediante el uso masivo de la publicidad, la gente en el resto del país, piense: "va caminando la cosa, ya van a venir por aquí, ya nos va a tocar a nosotros". Generar falsas esperanzas para ganar tiempo y llegar a las elecciones del 2006 con supuesta ventaja.
¡Esas son las típicas medidas de cambios para que nada cambie! Por supuesto, para que todo esto ocurra y la gente se deje impactar, se necesita como mínimo mantener a un FMLN inmovilizado, enfrascado en conflictos internos amplificados por los principales medios de comunicación. Pero si pudiera la derecha conseguir más, como desmovilizar al FMLN, desarmarlo ideológica y políticamente, ese sería un festín para ARENA, para sus dueños nacionales y sus aliados extranjeros.
Yo sostengo que para enfrentar y derrotar la ofensiva mediático- política de Saca, el FMLN debe estar siempre en contacto con la población, informándole de todo y presentándole nuestras propuestas, en este caso, nuestra propuesta de reforma integral del sistema de salud sin privatización, para que la gente tenga un parámetro de medición y de comparación.
Hacer eso requiere un Partido en que sus afiliados se conviertan en militantes, organizados en los Comités de Base, que mantengan una relación permanente y sistemática con la población de su entorno, de su municipio, colonia, barrio, comunidad, explicándole y escuchándole constantemente. Se requiere para ello un trabajo de educación política y de transmisión de información muy ágil dentro del Partido, en las dos direcciones: hacia la base, poniendo en sus manos todas estas propuestas o todas las explicaciones, y de la base a la dirección, trayendo sus opiniones e informaciones, las opiniones y propuestas de la gente.
Estas son una parte de las transformaciones que tenemos que hacer en el FMLN. Yo creo que en este momento estamos en buena posición, porque una parte grande de la nueva afiliación vino marcada por el gran esfuerzo que hicimos en la campaña electoral presidencial en la que nos dedicamos a comunicar nuestras ideas, combatir las ideas reaccionarias de nuestros adversarios, transmitir nuestro programa, llegando a las viviendas de las personas. Esto se nota al hablar con los nuevos afiliados. Vienen con posiciones, vienen con ideas, con actitudes y voluntad. Es un buen momento para comenzar a hacer esa transformación del Partido, desde la base, para garantizar la conexión con la población y poner en marcha un nuevo tipo de proceso de afiliación que va, ya no por la vía electorera, sino por la vía de la comprensión y adhesión a la misión histórica revolucionaria del FMLN, a sus propuestas concretas, basada en la conciencia de que hay que hacer una gran lucha para llevar adelante estos cambios. ¡Esto es renovar el carácter revolucionario y mantener firme la misión del Partido!
De esta manera lograremos que tengan fundamento y fuerza nuestras iniciativas programáticas, en la Asamblea Legislativa, en los gobiernos municipales y en la mesa de diálogo con el gobierno. Para ello es necesario adelantarse con nuestras propuestas. Yo le he llamado a esto la dialéctica de dos concertaciones. La concertación popular y la concertación nacional, así lo planteamos por primera vez durante la negociación de los Acuerdos de Paz. En este binomio dialéctico la determinante es la concertación popular, que es donde debemos poner un mayor énfasis, al mismo tiempo que estamos allá con el gobierno y los demás partidos, en la mesa nacional, manteniéndonos allí para obtener logros con la presión de las demandas de la gente, o hasta que se demuestre su inutilidad.
Pero insisto, hay que asegurar la vinculación con la gente, formar los Comités de Base, los dobles carriles que deben generarse de esa información del Partido hacia la gente y de la gente hacia el Partido. Ese es el antídoto para esa estrategia de paliativos o cambios propagandísticos. Además, es la fortaleza con la que podemos estar en la mesa de concertación y es también el proceso de acumulación y vuelco de la correlación de fuerzas que nos llevará al gobierno y al poder.
¿Qué otras cosas son necesarias realizar?. Poner en marcha un sistema de educación política e ideológica, de formación en el conocimiento de la problemática nacional y de nuestros propósitos y promover un esfuerzo de debate profundo en el Partido para ponernos en común, sobre lo que estamos haciendo y lo que queremos hacer y para despertar la capacidad critica y autocrítica de su militancia y dirigencia, en función de realizar con eficacia su misión. Sobre la base de ese sistema de educación política e ideológica debemos edificar una política de cuadros, que permita promover a mayores responsabilidades a los nuevos y antiguos militantes, dedicando particular atención a la promoción de jóvenes y mujeres.
En el centro de nuestra política de formación y promoción de cuadros debe estar la sabia orientación de combinar en las estructuras y tareas a compañeros (as) antiguos (as) experimentados (as) y capaces con compañeros(as) jóvenes e iniciales. Así unos aprenden de otros, combinan la experiencia y sapiencia, con la vigorosa energía e inventiva, en vez de lanzar al Partido a un enfrentamiento generacional, como algunos proclaman.
Debemos también dedicarle más atención a situaciones que hasta hace poco se veían con un enfoque bastante limitado. Tenemos, por ejemplo, que fortalecer el trabajo del FMLN con la comunidad salvadoreña en el mundo, especialmente en los Estados Unidos. Hay que superar el viejo enfoque, que hacía énfasis en el apoyo que desde el exterior se podía promover hacia las luchas del Partido en el interior del país. Con una cuarta parte del pueblo salvadoreño viviendo en el extranjero, el FMLN debe saber atender las demandas de esa parte del pueblo, que pide que sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales sean reconocidos y respetados, tanto en su nuevo lugar de residencia como aquí en el país. Al superarse el enfoque tradicional, se verá más claro cuales son las readecuaciones orgánicas y políticas que el Partido debe hacer para ir al encuentro de las aspiraciones de nuestra comunidad en el exterior. Algunas de estas readecuaciones, como la de crear una Secretaría de Salvadoreños en el Exterior, ya están siendo sugeridas por los mismos militantes del Frente en los Estados Unidos.
Asegurarnos que el Partido cumpla su misión obliga también a entender y participar en la compleja realidad internacional en la que el país se desenvuelve. La globalización neoliberal, sumada a la desaparición del polo socialista, ha trastocado profundamente el tradicional sistema de relaciones internacionales. Las pretensiones imperiales de imponer un Nuevo Orden Mundial han llevado a que el derecho internacional y las instituciones que lo aplican sean desconocidos o anulados. Pero al mismo tiempo, viene tomando fuerza el movimiento global de resistencia frente a ese tipo de globalización, que margina a los pueblos y concentra en unos cuantos países ricos y en sus empresas transnacionales los beneficios de las nuevas tecnologías y del auge del comercio y las inversiones internacionales. En estas circunstancias, el FMLN debe afinar su política internacional, especialmente hacia América Latina, los Estados Unidos y Europa. Debe fortalecerse nuestra relación con los países socialistas, con los gobiernos y fuerzas progresistas y con el creciente movimiento latinoamericano y mundial que plantea alternativas a la globalización neoliberal.
Debemos retomar con fuerza las banderas de la solidaridad, con los pueblos que luchan por proyectos nacionales, por su independencia y soberanía, y también con aquellos que son agredidos por oponerse a los dictados imperiales.
Se necesita combatir la corrupción en las estructuras de poder en que estamos participando. Para eso estoy proponiendo crear una Contraloría Política y Administrativa del Partido para evaluar el funcionamiento de las Alcaldías, en relación con el cumplimento de las plataformas ofrecidas, la práctica o la ausencia de los métodos participativos de la población, el trato a la gente, el abordaje de la problemática social, la administración de los recursos, la honestidad, la probidad. La Contraloría también evaluaría a los diputados en esos dos sentidos. El problema es complejo, pero es un primer paso a dar contra la corrupción.
¡Veremos si eso basta! Está claro: hay que combatir la corrupción y el maltrato a la gente, desde la autoridad que tenemos en esos cargos. Combatir el engaño de ofrecer y después hacer otra cosa. Las condiciones concretas a veces nos imponen ciertos cambios, eso es también una realidad. Uno ha creído, por ejemplo, en un momento determinado, que puede hacer una obra y la ofreció y después resulta que no es posible. En estos casos hay que participarle a la gente, llamarla y decirle: Miren tenemos este problema, discutamos qué podemos hacer... que la gente participe al tomar esas decisiones. Lo que no debemos aceptar es que simplemente se ignore a la gente y no se le cumpla.
Los Estatutos deben sufrir una reforma, para erradicar una serie de daños que nos ha generado esta supuesta democratización del Partido, que se ha convertido en un círculo vicioso electorero. Pienso que hay que modificar la forma en que se eligen los candidatos a cargos públicos y a las dirigencias del Partido a todo nivel. Yo aun no tengo una propuesta bien diseñada. Por supuesto creo que no bastará sólo lo que yo piense. Hay que abrir una consulta a toda la base y un debate sobre estos temas, de tal manera que estimulando la participación, la reforma se realice con mucha calidad y no se reduzca a puro electorerismo. Percibo que hay bastante conciencia de que es necesario cambiar el actual sistema estatutario. La mayoría se da cuenta que nos desgasta y nos enfrenta.
Hay otra cosa a la que hay que darle tratamiento: los métodos de intolerancia y verticalismo, que yo los llamaría monárquicos, en distintos niveles. Por ejemplo numerosos Coordinadores Departamentales o M unicipales, suelen considerarse dueños del partido en su Departamento o Municipio: todo lo que se haga allí debe tener la autorización de él o ella. Sin embargo, una cosa es que se respeten las instancias, que se les informe y les pida opinión, y otra cosa son los desplantes autoritarios, que abren una puerta a la discrecionalidad ilimitada, con la que se inventa cualquier regla, inexistente en ningún Estatuto o reglamento. Es increíble la inventiva que tienen algunos de ellos para absolutizar su autoridad.
Estas situaciones y otras que se dan hoy en día en el seno del Partido, son realidades que nosotros no previmos, ni comprendimos en los primeros momentos después de la firma de los Acuerdos de Paz. Algunas fueron apareciendo y echando raíces a lo largo de estos 12 años. Poco a poco hemos ido comprendiendo y aprendiendo sobre estos fenómenos.
Hoy se vuelve importante fomentar la modestia en los dirigentes a todo nivel, su capacidad de escuchar, sobre todo cuando se trata de la base; su capacidad de crear condiciones y confianza para que se ejerza la crítica y dar ejemplo de auto crítica. Es decir, ese sería el tipo de dirigente que se necesita, coherente con nuestra misión.
¿Cuándo se va alcanzar todo esto? Sería ingenuo pensar que de la noche a la mañana, pero tiene que haber un punto de partida, y ese punto de partida ha de ser la nueva Dirección que surgió de la elección partidaria del 7 de noviembre.
¡Allí tiene que estar la apuesta! ¡De allí sí puede surgir una señal! Un signo, llamémosle así, encarnado en un nuevo estilo hacia la reforma que necesita el FMLN. Por eso, debemos asegurar que la Dirección se integre con cuadros desarrollados con trayectoria ejemplar, que SÍ pueden entender y hacer todo esto. Generalizar los cambios será un proceso gradual, pero la señal de arranque, está claro, tienen que darla los dirigentes más formados, los cuadros de mayor madurez.
Otra gran tarea de la nueva dirección del FMLN es construir y defender la unidad del Partido. El Partido revolucionario debe ser un colectivo altamente organizado, unido y disciplinado, donde existe diversidad de opiniones y debate,
donde se practica la crítica y autocrítica, pero no la división. El FMLN debe ser una organización disciplinada, de tal manera que una vez se agota la discusión y los esfuerzos por alcanzar consensos, se toman decisiones por mayoría y la minoría debe acatarlas. De lo contrario, el partido se transformaría en una especie de club de debates, terminaría en una gran habladera, y un club diletante no puede cambiar el sistema. Debe haber crítica y autocrítica, controversia de opiniones, debate, en busca de la verdad y el acierto, pero agotada la discusión llega el momento de las decisiones y esas decisiones deben ejecutarse, luego evaluar sus resultados positivos, negativos o insuficientes y corregir lo que haya que corregir.
Y si hay que hacer el viraje total para pasarse a la tesis que estaban sosteniendo los que quedaron en minoría, porque se demostró en la práctica que tenían razón, hay que hacerlo.
Cuando propugno por la unidad del Partido, no estoy hablando de pegar con chicle grupos que se forman con intereses electorales y tampoco hablo de tranzar sin principios. Eso sería reducir la unidad sólo a estar todos juntos, con el FMLN como techo común. Esa no es unidad, deja de lado la misión revolucionaria del Partido y su capacidad de cumplirla. El principal combate ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la corrupción, el oportunismo y el arribismo.
Debo reconocer que estas desgraciadas enfermedades mortales para la revolución se encuentran en individuos de los diferentes agrupamientos, incluso los hay entre quienes se agrupan del lado en que yo me encuentro.
Hay quienes se preguntan: ¿Qué tamaño debe tener el Partido? En realidad... ¿ estamos de nuevo ante el viejo dilema de "Partido de masas" o "Partido de cuadros"? Yo pienso al respecto lo siguiente: nosotros debemos tener el tamaño suficiente para relacionarnos en gran escala y ojalá, en su totalidad, con el pueblo, porque en ese terreno es donde está planteada la disputa del corazón y la mente de las salvadoreñas y salvadoreños, con un enemigo que tiene amplia capacidad de relacionarse con la población a través de sus grandes medios de comunicación y de activistas pagados.
Aquí la idea es que el número de miembros del Partido no esté ligado o condicionado al número de votos en las elecciones internas, sino al tamaño de nuestras tareas revolucionarias. Pero debemos tener total claridad de que cuanto más grande es el Partido, el trabajo ideológico político a su interior debe ser mayor, porque el propio Partido está en disputa con el sistema.
El sistema seduce, influye, logra confundir y ganar a las personas débiles en sus ideas, incluso a militantes nuestros como lo hemos podido ver. Cuánto mas grande es en número el Partido, las probabilidades de que eso ocurra aumentan. Nuestra ofensiva frente al sistema, insisto, tiene que ser: a más tamaño, más trabajo político-ideológico, más disciplina y más y mejores estructuras o equipos que elaboren, de manera cierta, las propuestas y planteamientos que sustenten y realicen ese intenso trabajo político ideológico. Dichas estructuras son ahora muy incipientes, hay que fortalecerlas y hay distintas formas de hacerlo, incluso podemos contar con cooperación internacional para ello.
Tengamos presente que todo esto requiere financiamiento. Yo, por eso, insisto en que se adopte el carné del militante, en bien del Partido, y que paguemos la cuota que nos corresponde, aunque sea insignificante. El que está sin trabajo debe pagar centavos, pero debe pagar y si no los tiene, sus compañeros del Comité de Base deben ayudarle. Esto debe ser una ley. Quien paga su cuota partidaria expresa un grado de conciencia. Este sería un viraje porque muchos piensan que es el Partido quien debe dar a los militantes y no los militantes darle al Partido. ¡Con ese pensamiento es casi imposible hacer de las personas verdaderos revolucionarios!.
El pago generalizado de la cuota solventaría muchos problemas de funcionamiento. La cuota debe ser proporcional al nivel de ingreso de cada cual. Pero es necesaria más inventiva para crear otras fuentes de ingreso. Los Diputados y los Alcaldes continuaremos dando el aporte que venimos dando, aunque entre los Alcaldes y Concejales hay quienes eluden pagar.
Además está la "deuda política" que, en la medida que crece la votación del Partido crece el financiamiento por esta vía: claro está, todo mientras la derecha y sus acólitos no decidan modificar esa ley. Yo no descarto que creciendo nosotros y creciendo la amenaza para ellos, lleguen a hacer algo como eso, como no descarto puedan llegar a otras cosas..., incluso volver a los viejos tiempos de los atentados y los desaparecimientos forzosos. Hay una parte de los señores más extremistas de la derecha pensando y opinando en esa dirección. Nada de eso debe detenernos, nuestra obligación es estar preparados para todo y ello requiere conciencia y disciplina.
Por supuesto, siempre están los retos electorales que nos absorben bastante tiempo y dificultan a veces emprender las transformaciones que hemos señalado.
Sin embargo, a decir verdad, hay que diferenciar entre elecciones a cargos públicos y elecciones internas. Tratándose de las primeras nos veríamos más bien fortalecidos, porque nos obligan a ir a la gente, que es la línea principal. En cambio, las elecciones internas nos meten hacia adentro.
El contacto directo y permanente con la población, no sólo para presentar una plataforma electoral o apoyar candidatos, ese deberá ser nuestro método preferido.
En conclusión, es posible poner en marcha las transformaciones al interior del Partido, y tomar el tiempo favorable a esas actividades para llevarlas cada vez más lejos. No aseguro con esto que de aquí al 2006 todo estará transformado. Pero la reforma profunda del FMLN puede y debe caminar, aprovechando el mismo impulso de nuestras tareas. Estoy seguro que la militancia, las bases del partido, contribuirán con sus ideas y propuestas a enriquecer esta transformación, la harán arrancar y le darán su apoyo entusiasta.
San Salvador, 1 de Diciembre de 2005.