Derechos 2005 Aleida March, Centro de Estudios Che Guevara y Ocean Press.  Reproducido con su permiso. Este material no se debe reproducir sin el permiso de Ocean Press. Para mayor información contactar a Ocean Press a: info@oceanbooks.com.au o a través de su sitio web en www.oceanbooks.com.au

 

 

 

 

PRÓLOGO

Desde hace tiempo, estábamos pensando en cómo hacer una historia de nuestra Revolución que englobara todos sus múltiples aspectos y facetas; muchas veces los jefes de la misma manifestaron —privada o públicamente— sus deseos de hacer esta historia, pero los trabajos son múltiples, van pasando los años y el recuerdo de la lucha insurreccional se va disolviendo en el pasado sin que se fi jen claramente los hechos que ya pertenecen, incluso, a la historia de América. Por ello, iniciamos una serie de recuerdos personales de los ataques, escaramuzas, combates, y batallas en que intervinimos. No es nuestro propósito hacer solamente esta historia fragmentaria a través de remembranzas y algunas anotaciones; todo lo contrario, aspiramos a que se desarrolle el tema por cada uno de los que lo han vivido.

Nuestra limitación personal, al luchar en algún punto exacto y delimitado del mapa de Cuba durante toda la contienda, nos impidió participar en combates y acontecimientos de otros lugares; creemos que, para hacer asequible a todos los participantes en la gesta revolucionaria la tarea de narrarla y, al mismo tiempo, hacerlo ordenadamente, podemos empezar con el primer combate, o sea, el único en que participara Fidel que fuera adverso a nuestras armas: la sorpresa de Alegría de Pío. Muchos sobrevivientes quedan de esta acción y cada uno de ellos está invitado a dejar también constancia de sus recuerdos para incorporarlos y completar la historia. Sólo pedimos que sea estrictamente veraz el narrador; que nunca para aclarar una posición personal o magnifi carla o para simular haber estado en algún lugar, diga algo incorrecto. Pedimos que, después de escribir algunas cuartillas en la forma en que cada uno pueda, según su educación y su disposición, haga una autocrítica lo más seria posible para quitar de allí toda palabra que no se refi era a un hecho estrictamente cierto o de cuya certeza no tenga el autor plena seguridad. Por otra parte, con ese ánimo empezamos nuestros recuerdos.


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