Publicado: En La Voz de la Mujer Nº
4, 27 de marzo de 1896, Buenos Aires.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, febrero 2020.
Fuente de la edición: Pepita Gherra, "Nosotras a
vosotras",
en La Voz de la Mujer Nº4, 27 de marzo de 1896; facsímil en nuestros archivos.
Transcripción y HTML: Por Juan Fajardo, para marxists.org, febrero 2020.
Odiamos a la autoridad porque as-piramos a ser personas humanas y no máquinas automáticas o dirigidas por la voluntad de "un otro", se llame autoridad, religión, o con cualquier otro nombre.
Aspiramos a demoler por todos los medios a nuestro alcance la actual sociedad, no porque odiemos, como se nos quiere hacer creer, a todo el género humano, no, lo que nosotras odiamos y combatiremos con todas nuestras fuer-zas, es todo género de infamias.
Aspiramos a educarnos en la cotidiana lucha por la conquista de nuestros derechos.
Algunas de nosotras jamás hemos tomado una pluma, ni aun para poner nuestros nombres, y no obstante nos hemos decidido a poner nuestras fuerzas al servicio de la tan ansiada Revolución Social.
Queremos hacer comprender a nuestras compañeras que no somos tan débiles e inútiles cual creen o nos quieren hacer creer los que comercian con nuestros trabajos y nuestros cuerpos.
Queremos libertarnos, rompiendo, deshaciendo y destrozando, no sólo nuestras cadenas, sino también al verdugo que nos las ciñó.
Hemos resuelto arrojar el trapo con que a guisa de pañuelo enjugábamos nuestro llanto y empuñar la piqueta para destruir la imponente y dorada mansión del que estando repleto no quiere creer que haya hambrientos.
Ayer suplicábamos, rogábamos, mas hoy tomaremos lo que falta nos haga, cuando y en donde podamos tomarlo.
Las noches de largo y hambriento insomnio las sustituiremos por las hecatombes de sangre de canallas.
No tenemos Dios ni ley.
El fruto de nuestros amores no tendrá patria, porque cuando ésta le quiera llamar, iremos nosotras a dar buena cuenta de los que de la patria viven.
Queremos extirpar del mundo todo lo podrido, lo asqueroso y, junto con él, el actual chiquero y la colmena para levantar una vez removida la tierra un nuevo edificio, pero sobre bases más sanas, más sólidas, más justas, más duraderas.
Estamos cansadas de la eterna farsa, queremos luz y no oscuridad, queremos derecho y no tantos deberes, queremos pan y no leyes.
Estamos hastiadas de mendigar, ya no queremos limosnas, asilos, hospitales ni iglesias.
A las asquerosísimas e hipocritonas damas de las diferentes sociedades, de las Vicente s y Pedros de Paul, o de Kooch, las despreciamos y les diremos que no queremos su caridad, hecha a expensas de lo que sus maridos roba-ron a nuestros compañeros.
Odiamos la caridad porque ella nos denigra, nos ultraja, y es un horrendo sarcasmo. ¡Caridad! ¿Qué es ello? El infamante mendrugo que dan o tiran aquellos a quienes les sobra, a los que les falta.
No, grandísimas ... matronas; no, no queremos vuestro mendrugo, tomaremos lo que nos haga falta.
Y tened entendido que si se nos desprecia y odia, odiamos, si se nos persigue, nos vengaremos y si se nos mata, nos vengarán.
Ya no queremos iglesias porque ellas son causa de que se haya prostituido a nuestras hijas, corrompido nuestros hijos y sumido en la más crasa ignorancia y espantosa miseria a unos y otros. Yana iremos más a vuestros confesionarios señores y reverendos y Castro Rodríguez, no, no iremos más.
Y vosotras, infelices compañeras nuestras que os matáis todo un día para hacer una docena o dos de camisetas, por las cuales se os paga la veintésima parte de lo que luego ellos cobran, ¿creéis que eso es justo? Si reclamáis no os atenderán y lo que es más probable os despedirán, no os darán más trabajo, si os declaráis en huelga, la perderéis, y si la ganáis, no tardaréis en estar en peores condiciones, porque la evolución de los demás gremios hará nulo vuestro triunfo, no, no haréis nada si nos os rebeláis contra los ladrones.
Destruyendo es como se puede derrumbar el mundo de la explotación.
Imitad nuestro ejemplo. Rebeláos abierta y francamente, sin ambages, sin términos medios.
Y tú, niño infeliz e inocente, mártir indefenso de la sociedad actual, ¿por qué tiemblas y lloras? ¿por qué vas sin zapatos? ¿por qué tan andrajoso y aterido? ¡Ah! tienes un patrón que te maltrata ... somos contigo, tú eres de los nuestros y en tu defensa estamos.
Y tú, pobre madre ¿qué tienes, que tanto te desesperas, y tan profundos gemidos exhalas?
¡Ah! no tienes pan para tus tiernos hijos. Sí, lo comprendemos, están enfermos y no tienes con qué curarlos. ¡Ah! pobre madre, para ti no existen los adelantos de la ciencia, para ti no hay los eficaces remedios, ni sabios Doctores, tú no tienes dinero y por lo tanto para ti no hay nada; estás sola, completamente sola y aislada en el mundo. ¡Ah! ven, sí, ven tú también con nosotras y juntas lucharemos ...
Y tú, ¡oh infeliz doncella que yaces sumida en el tenebroso recinto del prostíbulo! Cesa de llorar y desesperarte, no invoques, no, no invoques ya más a ese Dios que no existe, y por lo tanto no te oye; tu Dios es la sociedad, y ésa te señala con el enguantado dedo. Sí, ¿la ves? ¿allí detrás de aquella joven y pálida niña, aquella que es casi tan hermosa cual tú lo eras? pues bien, allí detrás están su padre y su hermano.
¡Sí, ya lo sé, pobre niña, lo sé, el padre fue amo del tuyo y el hermano fue quien te compró por cuatro monedas! sí, tu padre fue despedido, tu madre enferma y tus hermanitos agonizaban de hambre; sí, ya lo sé, no digas más ...
¡Ven también con nosotras, ven pobre niña, ven y seremos uno más!
Tú también, mísero jornalero, que sin luz, sin amor, sin amigos, te en-cuentras triste y abatido en ese húmedo y estrecho calabozo ... alza ya tu frente rugosa, ¿ves?, viene a verte tu ex amo, el mismo que te explotó a ti y a mil otros, lo ves, ha prosperado, viste el aristocrático yaquet, el blanco chaleco y calza fina y ajustada bota de charol, ¡ah! lo ves, te señala con el dedo, se sonríe, pues bien, ése es el mismo que explotó tu trabajo, prostituyó tus hijas e hizo ser adúltera a tu compañera.
Levanta pues tu abatida frente, lejos de ti esas torpes preocupaciones que te anonadan, álzate y rompe tus cadenas. ¡Falange de oprimidos! ¡preparáos! el porvenir no lejano nos ofrece un espléndido panorama y en él los mil y mil goces que la igualdad social nos proporcionará.
¡Alzáos proletarios! y estallen vuestras iras con pujante e indómita explosión.
¡Desdichados, perseguidos, esclavos, hambrientos, todos en fin cuan-tos sufrís el yugo con que la ruin actual sociedad nos esclaviza; venid a nosotros y juntos formemos el formidable ejército de los descontentos!
¡Venid todos!, enarbolemos el rojo pendón Anarquista, y cual torrente asolador lancémonos al combate, al grito de:
¡Anarquía por doquier!
PEPITA GHERRA