Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
¡Unidos, vigilantes y firmes para impedirlo!
Al decidirse la entrada en vigor del Pacto Anglo-italiano el gobierno reaccionario de Inglaterra se ha quitado definitivamente la máscara con la cual había intentado, durante algún tiempo, esconder sus verdaderas intenciones y planes acerca de la guerra de España y la situación de nuestro país. Hoy, está claro que lo que la parte más reaccionaria de la burguesía de Inglaterra quiere es que nuestro país deje de ser libre e independiente. Quiere que España sea una colonia de los fascismos italiano y alemán y, para facilitar a los invasores extranjeros la dura empresa de sujetar a nuestro pueblo, está dispuesta a pisotear los compromisos contraídos por el mismo gobierno inglés, sus palabras, su honor y el interés de su propio pueblo. Y está claro también por qué lo hace. Quiere, ante todo, y sobre todo, ayudar al fascismo a dar un nuevo paso adelante en su lucha contra la clase obrera, contra la independencia de los pueblos. La parte más reaccionaria de la burguesía inglesa es aliada directa de Hitler y de Mussolini; el señor Chamberlain es el animador de la ofensiva que tiende a someter al fascismo Europa entera. Y ello, porque la burguesía reaccionaria inglesa y los dictadores sangrientos de Italia y de Alemania, no solamente pertenecen a una misma clase sino que son los agentes directos de los mismos grupos de capitalistas imperialistas, representantes de las capas más reaccionarias de la burguesía europea. Detrás de ellos, están las grandes empresas monopolistas, las grandes asociaciones financieras, los grandes trusts de Alemania, de Italia, de Inglaterra, y los de Francia también, que inspiran y dirigen la actuación política de los señores Daladier y Bonnet. Las conquistas sociales de la clase obrera y los principios de democracia e independencia nacional, que permiten al proletariado y al pueblo luchar para que existan en el mundo más libertad y más justicia, son incompatibles con los intereses de estos piratas del gran capitalismo monopolista. Los intereses de esta parte más reaccionaria de la burguesía sólo pueden encontrar satisfacción en un mundo donde las masas obreras y campesinas vivan condenadas a la esclavitud y al hambre y todo el pueblo reducido a un pueblo de esclavos.
Y como el de España ya ha demostrado que transformarlo en un pueblo de esclavos es imposible, y lo ha demostrado con hechos como son la defensa de Madrid y la resistencia heroica en los frentes donde se estrellan los ejércitos de la invasión, y como el ejemplo de España está aleccionando y mostrando el camino a los demás pueblos de Europa y es un ejemplo de cómo se debe y se puede defender la independencia nacional, unidos todos en una lucha sin vacilaciones, por esto dan carta blanca en España a los fascistas alemanes e italianos.
Pero ¿lograrán su intento estos bandidos del gran capitalismo internacional? ¡No! No lo lograrán. Primero, porque son una pequeña minoría y enfrente de ellos está la enorme mayoría de la población de Europa y del mundo entero. Está la clase obrera, que debe despertarse y ya está despertándose en Francia, en Inglaterra y en los demás países. La clase obrera unida, decidida, empuñando resueltamente las armas de lucha que son suyas y que deben llegar hasta la huelga para imponer a los gobiernos su voluntad. Está la pequeña burguesía democrática, a la cual la acción de la clase obrera unida debe mostrar y mostrará el camino de la defensa activa de los principios de libertad y de justicia. Y están también fuerzas de la burguesía; están, mejor dicho, intereses nacionales, es decir, intereses que alcanzan a todo un pueblo, como es el caso de Francia, de Bélgica, de Inglaterra, países que perderán su libertad, su riqueza y su honor si la ofensiva fascista no es detenida. El derrotismo de los gobernantes actuales de Francia debe ser y será superado por la acción vigorosa de todo el pueblo francés.
Hará falta, posiblemente, algún tiempo para que la enérgica reacción de la clase obrera y de los pueblos contra la criminal política de los que los traicionan dé resultados positivos. Creo que este tiempo no será muy largo, pero lo cierto es que el enemigo va a poner en acción todos sus medios para obtener en España una victoria que le permita, sorprendiéndolos con un nuevo “hecho consumado” y aterrorizando una vez más a los pueblos de Europa, consolidar sus conquistas de Múnich. Debemos prever, pues, sobre todo en los frentes, luchas y días muy duros. Y preparamos para ellos.
Prepararnos como lo hemos hecho hasta ahora: consolidando nuestra unidad, aumentando la capacitación, de mandos, clases, tropas y comisarios; intensificando en el ejército el trabajo político y, sobre todo, depurando enérgicamente todos los frentes de enemigos y agentes del enemigo. La reciente sentencia del Tribunal de Espionaje ha reconocido que el POUM y los trotskistas deben ser combatidos como enemigos de la República. Es preciso que no se vuelva a producir lo que ocurrió cuando los fascistas, desencadenando su ofensiva en el frente del Este, encontraban en este frente complicidades y debilidades que les abrieron el camino. ¡Vigilancia y energía en todos los frentes! Si hubiera algún frente en el que fuera necesario tomar medidas, debe hacerse con prontitud. Hay que depurar donde sea preciso. Todo el Ejército debe estar a la misma altura de capacidad y heroísmo. El enemigo, al atacar en el frente que sea, debe encontrar siempre un Ejército que no sabe retroceder, pleno de moral combativa, que sabe por qué lucha y que es enteramente fiel al gobierno de la República.
Con este espíritu hemos luchado y vencido en Madrid. Esto es: unidos, vigilantes y firmes. Sin tolerar vacilación ni complicidad de ninguna suerte con el enemigo. Con este espíritu, seguimos y seguiremos luchando. Y venceremos. Con este espíritu, unidos, vigilantes y firmes, imponiendo a todos -empezando por los jefes de sus propias organizaciones nacionales e internacionales- la firmeza y la decisión en el combate contra el fascismo, debe luchar el proletariado internacional si quiere la victoria.