Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
¿De qué hablar al pueblo en este segundo aniversario de nuestra guerra de independencia nacional, si no de lo que ha permitido al pueblo aplastar, el 19 de julio de 1936, el levantamiento de los generales facciosos, de lo que nos ha permitido, en dos años de lucha heroica, resolver tantos problemas y tan difíciles, haciendo frente a la invasión de España organizada por dos grandes países imperialistas con la complicidad y la ayuda de las capas más reaccionarias de la burguesía internacional? ¿De qué hablar si no de la unidad, instrumento y garantía de nuestra victoria?
Pero yo quisiera, en este día que no será de fiesta, sino de recogimiento y de exaltación patriótica, hablar de la unidad, no solamente para celebrar lo que hemos logrado de positivo estrechando vínculos de acción común entre todos los sectores antifascistas, sino, concretamente, teniendo en cuenta lo que necesitamos para vencer y lo que todavía nos hace falta.
Afirmo que, a pesar de los lazos que unen al Partido Socialista y al Comunista, a pesar de la existencia y del funcionamiento de un Comité Nacional y de una amplia red de comités locales de Frente Popular, a pesar del pacto entre las dos centrales sindicales, la unidad de las fuerzas populares y antifascistas de España no es todavía suficiente. Y afirmo que ésta es una de las causas de la lentitud con que se resuelven muchos de los problemas que tenemos que resolver, en la fase actual de la guerra.
Existen todavía muchos recelos injustificados entre organizaciones hermanas, y lo que es peor, muchas veces los dirigentes de estas organizaciones no siguen, para eliminarlos, el método normal, que es plantear los problemas abiertamente a la organización hermana, pidiendo las aclaraciones y medidas necesarias. De esta manera se crea, sobre la base de los recelos, una incomprensión y tal vez hasta una enemistad sorda, que los enemigos de la unidad aprovechan para sus maniobras de división.
Hay pactos que se suscriben con gran solemnidad, y a veces son olvidados en el momento de pasar a la acción, anteponiéndose a su letra y a su espíritu un interés particular de grupo, local o personal.
Y también hay importantes problemas de política a propósito de los cuales cada organización tiene en sus relaciones públicas con las demás organizaciones antifascistas, una posición clara y precisa, pero no se atreve a exigir de todos sus militantes, pequeños y grandes, que ajusten a esa posición todos sus hechos y todas sus palabras, extirpándose así para siempre la mala planta de la intriga y de la irresponsabilidad.
Yo sé que esto son residuos de tiempos pasados, más o menos lejanos, cuando España entera estaba dividida en capillas que encarnizadamente y sin ninguna orientación de principio luchaban las unas con las otras, rompiendo la indispensable unidad del pueblo frente a sus opresores. Sé que marchamos hacia la liquidación de estas cosas, porque así lo quiere el pueblo, que desea la instauración en España de un régimen moderno de democracia avanzada. Y precisamente por esto llamo la atención de todos sobre la necesidad de acelerar la marcha hacia una unidad más firme, más sólida, más amplia, más segura de todo el pueblo.
Hacen muy bien los que hablan de la necesidad de que reine en el movimiento obrero y en la vida política del país una moral elevada. La lucha consecuente por la unidad, que es lucha contra las intrigas, los trapicheos y la hipocresía política, es la verdadera lucha por la moral que todos juntos debemos llevar a cabo.
Prácticamente y como medida urgente para hoy, proponemos sólo esto: que todos los partidos, desde la dirección hasta el último de los militantes, se comprometan en este día solemne a poner de acuerdo su actuación con la política de unidad, de cuya necesidad imprescindible, estamos todos convencidos y que todos proclamamos. Es decir: puesto que tenemos una plataforma común, que son los trece puntos formulados por el gobierno de la República, y programas prácticos de acción común inmediata, formulados por el Partido Socialista y el Comunista, por la UGT y la CNT, y por Frente Popular, que los diferentes comités de enlace y de Frente Popular se transformen de hecho en órganos de movilización de todo el pueblo para la realización de estos programas, bajo la dirección de los órganos del Gobierno de Unión Nacional. Que se proceda de común acuerdo contra todos los que intrigan contra la unidad, o de una manera u otra rechazan o sabotean el trabajo común. Y que no se deje ni uno de los problemas que interesan al Ejército y al pueblo sin estudiar y sin hacer el máximo esfuerzo para resolverlo rápidamente, todos de acuerdo, dejando a un lado los intereses particulares de grupos, de categorías y de personas y poniendo por encima de todo el interés general, que es vencer en la guerra lo más rápidamente posible.
Puede parecer que esto es pedir poco, pero en este “poco” está la clave de nuestra victoria, porque está la clave de la solución de todos los problemas que se plantean hoy a nuestro pueblo y a nuestro gobierno. Sobre la base de esta colaboración estrecha y continua de nuestras organizaciones y nuestros militantes en todo el país y en todos los campos, trabajaremos, socialistas y comunistas, para preparar y realizar el Partido Único del proletariado; sobre esta base trabajarán las dos centrales sindicales para preparar la creación de la Central Sindical Única, que es ya la aspiración de centenares de millares de obreros. Sobre esta base, se consolidará el Frente Popular, como inexpugnable fortaleza, y la clase obrera y el pueblo de España unidos marcharán con paso firme hacia la victoria.