Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
En un año de guerra contra el fascismo y la reacción indígena y contra la invasión fascista el pueblo español ha realizado obras verdaderamente gigantescas. La organización de la defensa es la más importante de ellas. Cuando estalló la sublevación de los generales traidores, el pueblo estaba desarmado y no disponía de elementos para hacer frente a una lucha de tanta magnitud. Sin embargo, con un heroísmo ejemplar, las masas populares, advertidas y aleccionadas desde mucho antes por el Partido Comunista, se lanzaron a la lucha y arrebataron al enemigo una parte de las armas que éste había robado al pueblo.
Con aquellas armas rechazaron el avance faccioso en la sierra de Guadarrama y reconquistaron la mayor parte del territorio nacional. Pero inmediatamente, la guerra adquirió otro carácter. El fascismo alemán e italiano, ayudado por el gobierno portugués, que había respaldado la sublevación de los generales, emprendió, bajo el celestinaje de la política de “no intervención”, la guerra de invasión como único medio de salvar de la derrota inmediata a los sublevados. Hombres y armas entraron constantemente y clandestinamente en España para los facciosos. Franco pudo organizar con los hombres reclutados a la fuerza en Marruecos, y los enviados por Hitler y Mussolini, un Ejército regular que disponía de poderosos elementos de combate alemanes e italianos. Nuestro pueblo tuvo que hacer frente a la nueva situación. Las primitivas Milicias, que obtuvieron las primeras victorias de julio, no eran ya suficientes para contener el empuje del ejército organizado y disciplinado y con buen armamento. Hubo que afrontar el problema de la creación de un Ejército regular del pueblo. El Partido Comunista fue el primero y más constante propugnador del Ejército regular. Crearlo ofrecía inmensas dificultades. No obstante, debido a la constancia infatigable con que los comunistas trabajaron para conseguirlo, y en buena parte también al ejemplo que dio el Partido Comunista incorporando al Ejército regular el 5.° Regimiento, núcleo de cerca de ochenta mil combatientes probados y disciplinados, se creó el Ejército regular; se estableció para nutrirlo el servicio militar obligatorio, y poco a poco ha ido perfeccionándose y dotándose de los servidos y elementos necesarios hasta convertirlo en la fuerza poderosa que hoy es: medio millón de luchadores disciplinados, instruidos en la técnica militar, con mandos salidos en su mayoría del pueblo mismo y forjados en la lucha.
Para crear este Ejército y dotarlo suficientemente, era necesario crear una potente industria de guerra, utilizando al máximo nuestro aparato industrial. El Partido Comunista ha luchado por ello hasta conseguir que fuese una de las exigencias más imperiosas de las masas populares. Hoy, se han sentado ya sus bases. El Gobierno actual ha creado la Subsecretaría de Armamento y Municiones, y seguramente se irá a la nacionalización de las fábricas pertenecientes a los fascistas, o que hayan sido abandonadas por sus propietarios y directores, para utilizarlas en la producción de armas para nuestro Ejército y salvar así las dificultades que para el aprovisionamiento del Ejército nos ha creado la política de “no intervención”.
Éste ha sido el más grande esfuerzo militar realizado por el pueblo, al mismo tiempo que contenía el avance de un Ejército cada vez más asistido por el fascismo alemán e italiano e impedía que los invasores, se apoderasen de Madrid, particularmente con la resistencia en el Jarama y con la formidable victoria sobre los italianos en los campos de Guadalajara. Pero conjuntamente con la obra militar se han realizado en este año importantes reformas sociales y económicas. Por un decreto del Ministerio de Agricultura, con fecha 7 de octubre de 1936, fue nacionalizada la tierra de los grandes terratenientes, de la Iglesia, de cuantos de una manera u otra han provocado la sublevación o participado en ella. Estas tierras nacionalizadas se han entregado en usufructo permanente a los campesinos, trabajadores y obreros agrícolas para que las trabajen individual o colectivamente, según su libre determinación. Otro decreto del mismo Ministerio, regentado desde septiembre por el camarada Vicente Uribe, miembro del Comité Central de nuestro partido, completa la obra del anterior del 7 de octubre y otorga a las colectividades agrícolas toda la asistencia del Estado para que puedan trabajar sus tierras y obtener un precio remunerador de sus productos. En el orden cultural, el otro representante del Partido Comunista en el Gobierno, el camarada Jesús Hernández, ministro de Instrucción Pública, ha creado los Institutos Obreros, donde centenares de jóvenes obreros y campesinos se preparan para alcanzar los más altos grados de la técnica y de la ciencia. El Ministerio de Instrucción Pública ha protegido y salvado de todo peligro a los hombres de ciencia y sus laboratorios, que estaban expuestos en Madrid al peligro de los bombardeos, y los ha instalado en Valencia, en la famosa Casa de la Cultura. Al mismo tiempo, ha salvado las valiosísimas obras de arte y las bibliotecas, de un valor incalculable, que los aviones alemanes e italianos intentaban destruir en la capital de España.
Este reforzamiento de la unión antifascista hará más poderosa y firme nuestra lucha contra los invasores y el fascismo. Pero necesitamos la ayuda de todas las masas trabajadoras del mundo. Contra nuestro pueblo se ha lanzado la fuerza unida del fascismo alemán y el fascismo italiano, que dan en nuestra tierra un paso hacia la guerra contra las democracias occidentales. En España estamos luchando al mismo tiempo que en defensa de nuestra patria, de nuestro pan y de nuestra libertad, en defensa de la paz del mundo. Todas las masas trabajadoras, todos los antifascistas del mundo deben, por esto, ayudarnos de una manera enérgica y eficaz. Las acciones aisladas y los auxilios individuales pueden muy poco. Para vencer al fascismo, para impedir que se apodere de nuestro suelo y desencadene la guerra en el mundo, es preciso la acción unida de todas las fuerzas obreras internacionales. Se han iniciado ya las gestiones entre la Internacional Comunista y la Internacional Socialista para llegar a la unidad de acción en todos los países. Los acuerdos adoptados por la Internacional Socialista y la Federación Sindical Internacional, y las proposiciones de la Internacional Comunista, son coincidentes. ¿Por qué no se unifican en seguida los esfuerzos de los tres organismos internacionales para llevarlos conjuntamente a la práctica? De las masas trabajadoras, de los antifascistas, dependen en gran parte que esto se consiga. Si en todos los países los obreros manifiestan categóricamente su voluntad de ir a la unidad de acción, de unificar los esfuerzos de todas las organizaciones obreras antifascistas en defensa de los derechos del pueblo español y de la paz del mundo, la unidad de acción internacional será muy pronto un hecho venturoso y, como consecuencia, el fascismo será implacablemente derrotado en el mundo entero.