Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
Camaradas:
Este acto, uno de los muchos que ha organizado el 5° Regimiento durante la guerra civil, sería difícil encontrar la expresión del carácter que tiene. No es sólo una reunión de amigos, sino un acto de compenetración clara entre unos hombres que han surgido de la situación por que atraviesa España, y que el 5° Regimiento, con su magnífica organización, ha sabido destacar. Todo lo que ha dado el 5° Regimiento lo ponemos al servicio del Ejército Regular que ha de conducir a la victoria al pueblo español.
¿Qué es un Ejército Regular? ¿Qué queremos que sea el Ejército Popular? Queremos que sea lo que el 5° Regimiento es en pequeño y que su idea fundamental penetre en ese Ejército donde va a entrar ahora. El 5° Regimiento se disuelve; pero no se puede olvidar que ha penetrado en la mente de todos los españoles y que su nombre trasciende más allá de España. El 5° Regimiento es conocido en todos los países por su organización, por su disciplina, por la cantidad de héroes que ha dado, y por eso perdurará en la memoria de todos los antifascistas del mundo. El 5° Regimiento, al disolverse, lleva al Ejército Regular toda su experiencia de seis meses de guerra civil. Nosotros, al organizar el 5° Regimiento, no lo creamos para el servicio del Partido Comunista, sino para servir al Frente Popular y sobre la base del Frente Popular. El Partido Comunistas no quiere un ejército para él, sino que España tenga un ejército, un fuerte ejército que gane la guerra, consolide la victoria y defienda los intereses de los obreros, de los campesinos, de los antifascistas en general.
El Partido Comunista organizó el 5° Regimiento ante la necesidad de dar los primeros conocimientos militares a miles y miles de obreros, y enseñarles las cosas necesarias para la guerra, y ante la precisión de crear el Ejército Regular no podía el Partido Comunista dejar en el aire la consigna, sino crear una base práctica para su realización. En él se dio cabida a todos: socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos, y hoy puede entregar orgulloso estos sesenta mil hombres organizados, disciplinados y con una gran moral al ejército de España.
No se puede olvidar lo que ha sido el 5° Regimiento, no sólo en sus comandantes y oficiales, sino también en sus milicianos, que en momentos difíciles se han plantado en una trinchera o en un parapeto y han dicho: “De aquí no damos ni un paso hacia atrás.” El 5° Regimiento ha marcado un progreso en la creación de las condiciones necesarias para la resistencia y para vencer definitivamente al enemigo; sus batallones, sus brigadas, sus cuadros, todo lo que representa con su experiencia de seis meses de guerra, ingresa hoy en el Ejército Regular.
Nosotros proclamamos que el Ejército Regular no puede ser un ejército a la antigua. Queremos que los militares leales procedentes del antiguo ejército, que han demostrado su lealtad en toda la guerra, sean elevados a las máximas categorías para que jueguen el papel que les corresponde; pero no pueden ser jefes militares los que no sientan la guerra civil, los que todavía puedan tener algún cargo pero que han demostrado que quieren revivir algo de lo anterior; esos puestos vacantes que pueden dejar ciertos generales o militares de no importa qué graduación deben ser ocupados por estos nuevos valores que ha revelado el 5° Regimiento, que son capaces de mandar batallones, brigadas y divisiones.
Nosotros queremos que el ejército del pueblo sepa por qué y para qué lucha, que comprenda la necesidad de obedecer al mando único, a sus mandos más próximos, que sepa que en esta lucha que estamos librando contra el fascismo nacional e internacional no luchamos por los privilegios de los grandes capitalistas, de los grandes terratenientes y de los grandes banqueros, que eran quienes tenían el ejército anterior, que se ha marchado y que estoy seguro de que no volverá más.
Si luchamos por la independencia de España, por la integridad de su territorio, invadido hoy por el fascismo internacional, principalmente por Alemania e Italia, todos los españoles, aunque de momento no puedan empuñar las armas, deben hacer la instrucción militar, porque en una guerra en que se juerga la independencia de España, han de participar todos los ciudadanos. En Madrid esto no va siendo ya problema; pero en provincias sí es preciso realizarlo, porque la guerra será dura y larga. Esta labor también la ejecutó el 5° Regimiento, que no se componía sólo de batallones armados, sino que encuadraba a miles de hombres y los educaba en la ciencia militar. Queremos interesar en esta labor a otras provincias, como por ejemplo las de Valencia y Barcelona, en que se ven muchos miles de jóvenes que no tienen presente la necesidad de aprender el manejo de las armas. Nosotros queremos conseguir, y conseguiremos, que en otras provincias se realice la instrucción militar después de la salida del trabajo, como en Madrid lo logró el 5° Regimiento.
Tenemos enfrente a un enemigo fuerte en armamento, en organización y en disciplina, y para vencerlo, necesitamos otro ejército más poderoso en armamento, organización y en disciplina. Para ello, nosotros decimos: ahí está nuestro 5° Regimiento, ya que lo que nos interesa es cortar rápidamente la guerra para evitar mucha sangre.
Todos debemos trabajar hasta el máximo en la organización del Ejército Regular, y han que hacérselo comprender a quienes se obstinan en continuar con sus milicias. Si hay algún partido u organización sindical que considere que no está bien representado en el Gobierno, que retire sus ministros y ponga otros; pero si no lo hace, que de la máxima autoridad al Gobierno; y si quieren mantener esta desobediencia para sus fines particulares, no tienen derecho a estar representados en el Gobierno. Tiene que planteárseles el problema: u obedeces al Gobierno o retiras tus ministros. (Grandes aplausos.)
Los sindicatos deben jugar un papel importante relacionado con el aumento de la producción de guerra y con la transformación de las industrias civiles en industrias militares, y ejercer un control en este trabajo, pero no un control interpretado en el sentido de que pueden hacer lo que quieran. El control debe ser para que las materias primas sean bien utilizadas, para que no haya saboteadores de la producción, y este control debe ser ejercido bajo la dirección del Gobierno Popular y éste debe nacionalizar las industrias.
Teniendo en cuenta las tareas tan importantes que se plantean a los sindicatos, no comprendo cómo hay quien plantea el problema de un gobierno sindical para anular a los partidos. Ése sería el camino de la catástrofe. Los partidos son quienes llevan la dirección de la guerra, quienes preparan la victoria. Los sindicatos y los partidos se complementan; los unos no representan nada sin los otros.
Necesitamos una retaguardia bien organizada y bien disciplinada, que sepa, cómo el ejército, dónde estamos y hacia dónde caminamos. La preocupación constante de la retaguardia debe ser la de organizar la producción para que no se repita el caso de Madrid, donde algunas veces ha sido la situación algo difícil por falta de elementos. ¿Cómo es posible que en España haya grandes fábricas que estén produciendo cosas que no son necesarias para la guerra, y que las industrias militares no trabajen durante las veinticuatro horas? Tenemos que crear la industria precisa para nuestro abastecimiento, ya que las necesidades de nuestro ejército serán cada día mayores en armas y municiones.
Algunos comités y organizaciones de fábricas se niegan a acatar las órdenes del Gobierno que exige la entrega de material y lo acumulan con la pretensión de que así la guerra no llegará nunca a ellos. Si se crea una situación difícil en Madrid, repercutirá inmediatamente en Valencia o en Cataluña. Por tanto, no hay ninguna razón para tratar a los que entorpecen el abastecimiento del ejército de diferente modo a como se trata a un miliciano en los casos en que se niega a cumplir con su deber. (Aplausos.)
La retaguardia debe colocarse al nivel de los que luchan en el frente y el mejor camino es dar toda la autoridad al Gobierno del Frente Popular.
El Ejército nuevo tiene que ser un ejército político, y no a la antigua, lo que, naturalmente, no quiere decir que se haga una política partidista, cosa que ningún partido debe consentir. En la situación en que nos encontramos, sería peligrosa la teoría de que el ejército debe ser apolítico, y más peligrosa aún la teoría de que sus componentes no puedan pertenecer a partidos políticos. ¡Mucho cuidado con esto! Nuestro Ejército Popular tiene que tener una conciencia por la misma participación de sus componentes en los partidos. En el nuevo ejército habrá socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos. Es suficiente ver el trabajo de ayuda a los mandos que han desempeñado los comisarios políticos, para darse cuenta de la importancia que tiene este carácter que nosotros preconizamos. (Aplausos.)
Han venido a nuestro Partido militares procedentes del antiguo ejército. Nuestro Partido, el Comité Central, está orgulloso de estos nuevos militantes, y hemos de decirles que en su seno encontrarán lo que buscan.
Si el Partido Comunista, ha crecido, no es porque haya hecho una campaña especial de reclutamiento en determinados sectores, sino porque el pueblo ha visto en nuestra línea política la única justa, que no tiene otro fin que triunfar sobre nuestros enemigos del interior y del exterior, hasta conseguir lo cual no descansaremos. En nombre del Comité Central, saludo a estos nuevos militantes de nuestro partido.
Con este acto, queda disuelto el 5° Regimiento. Ha desaparecido para sus relaciones con las masas de una manera leal, pero su nombre quedará grabado en la mente del pueblo español y en la de todos los antifascistas del mundo.
¡Viva el trabajo que ha realizado el 5° Regimiento como muestra de su lucha contra el fascismo interior y exterior por el camino hacia la victoria!
¡Viva el Partido Comunista! (Gran ovación.)