Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
Camaradas:
Solamente quiero hacer una ampliación a uno de los puntos del manifiesto recientemente publicado por el Partido: aquél en el que se indica la necesidad de organizar una economía de guerra, una producción de guerra.
Es necesario que todos los activistas del Partido Comunista hagan comprender a todos los sectores obreros, a todo el pueblo trabajador, la necesidad de organizar rápidamente una industria de guerra, centralizada bajo la dirección del Gobierno, para que todos los frentes de la guerra estén bien abastecidos.
Se considera también que produciendo mucho material de guerra en una región, por ejemplo Cataluña, ésta estará siempre alejada del peligro de que el fascismo pueda llegar hasta ella. Nosotros queremos que cada comunista haga comprender en el frente de la producción a cada socialista, a cada anarquista, a todos los compañeros de las diferentes tendencias obreras y antifascistas, que hay que organizar la producción de tal manera, que no se tenga en cuenta si lo fabricado ha de ser para el frente de la región o para otra cualquiera, porque una derrota en el frente de Madrid, por falta de cartuchería o de otros elementos, es una derrota en Cataluña, y un triunfo en Madrid es un triunfo en Cataluña.
No es cierto, como algunos quieren hacer creer, que el ir unidos con los partidos republicanos entorpece el desarrollo de la revolución en España. Todas las fuerzas que tengan una acusada personalidad antifascista, por pequeñas que sean, deben luchar juntas contra los que se han levantado contra el pueblo. Nosotros tenemos que vencer a las fuerzas armadas, no sólo en los frentes, sino también a los que han preparado el levantamiento, que son los grandes capitalistas, los grandes terratenientes, los grandes banqueros. En el mismo desarrollo de la lucha se va resolviendo este problema; es muy difícil encontrar alguno de estos culpables explotando hoy sus antiguas empresas. Pero cuando se plantea que también hay que eliminar a los pequeños industriales, a los campesinos, nosotros debemos hacerles comprender que si no respetamos a ese pequeño industrial, a ese pequeño comerciante: a ese campesino, apartamos de nosotros a un gran aliado del proletariado. No es que nosotros, los obreros; vayamos hacia la política de la pequeña burguesía, sino que, con nuestra política justa, muchos componentes de las clases medias vienen al proletariado y vamos, en la dirección de él, desarrollando la revolución democrática.
Vosotros sabéis que en la Unión Soviética han sido necesarios muchos años para el desarrollo intenso de la colectivización. Si en España se sigue una política equivocada con los campesinos, va a suceder que éstos van a dejar de trabajar la tierra, pues de ninguna manera se puede imponer por la fuerza esa colectivización. Si el campesino, que tiene una mentalidad especial, ve prolongarse esta situación, se preguntará: ¿qué diferencia existe entre mi antigua situación y la actual? Esto hemos de hacerlo comprender a cada obrero, a cada antifascista, porque, de prolongarse, puede poner en peligro la guerra, y los comunistas no consentiremos que la guerra se pierda en España. (Aplausos.)
Nosotros queremos que en esta lucha vayamos juntos con todos los obreros, con todos los antifascistas, y tener relaciones completamente cordiales con los socialistas, con los anarquistas. Queremos formar un bloque obrero que comprenda claramente y que discuta y pueda señalar lo que conviene hacer en el presente y en el futuro. Queremos también que estas fuerzas obreras tengan buenas relaciones con todas las fuerzas de carácter democrático, es decir, que el Frente Popular se refuerce cada día más. El Presidente de la República, señor Azaña, decía en un párrafo de su discurso: “Consideramos que las fuerzas que hasta aquí han luchado juntas deben continuar luchando así, no solamente hasta ganar la guerra, sino después.” Nosotros, Partido Comunista, subscribimos en absoluto las palabras del Presidente de la República.
El Partido tiene como misión guiar a las masas; éstas lo aprecian así como lo prueba el aumento de nuestros efectivos. Poco antes de las elecciones, nuestro Partido Comunista contaba treinta y dos mil afiliados; hoy tiene doscientos mil militantes. Hay quienes dicen que el partido se aprovecha de la guerra para crecer. El Partido no se aprovecha de la guerra, sino que las masas comprenden y estiman justa su política, y por eso vienen a millares. No tenemos cerrado el Partido más que para los inmorales. Política de lealtad, ninguna como la del Partido Comunista, pues cumple lealmente cuanto se compromete. Una muestra clara. Vosotros sabéis que hay un 5° Regimiento, que fue creado en el momento en que hacía falta organizar, disciplinar, adiestrar a las fuerzas obreras y antifascistas. Cuando planteamos la necesidad del Ejército Regular nadie nos acompañó, pero a los dos o tres meses todos hablaban del Ejército Regular, y nosotros, que en el 5° Regimiento, obra del Partido Comunista, pero organizado sobre la base del Frente Popular, hemos organizado setenta mil hombres, y cuando está en pleno auge, mañana, en un mitin, damos por terminada la vida del 5° Regimiento. Esto demuestra que nosotros habíamos organizado el 5° Regimiento no para el Partido Comunista, sino para contribuir a ganar la guerra.
Nadie puede señalar al Partido Comunista una deslealtad, porque no se puede reputar de tal el que determinado número de obreros, socialistas o anarquistas hasta antes del movimiento, hayan ingresado en él Partido Comunista.
Tenemos la seguridad de que, siguiendo una política que encuadre a todos los elementos, vamos a decidir rápidamente la situación, pero sólo si conseguimos que se trabaje en la dirección expresada, que la orientación del partido llegue hasta el último rincón. Yo sé cómo trabajan los comunistas de Madrid, porque tienen seguridad política y confianza en su dirección. Nosotros, en Madrid, en Valencia, en Barcelona, seguimos paso a paso, cada minuto, a cada hora, la actuación de los combatientes de Madrid, y tened la seguridad de que el Comité Central del Partido Comunista de España no descansará un solo momento hasta conseguir todo lo necesario para la victoria. Seguid la política que os marca nuestro Comité Central, y pronto, arrojado el ejército fascista al sector que nosotros queremos, podremos decir: “Ya tenemos garantizado el triunfo en España y en la historia.” Siempre estará velando por vosotros el Comité Central del Partido; donde quiera que esté, estará con vosotros: en la línea de fuego, en la retaguardia y en todas partes. (Grandes aplausos y vivas al Comité Central del Partido y al camarada Díaz.)