Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
El nombre de Hans Beimler, caído en España luchando por la libertad y por la paz del mundo, luchando contra la barbarie fascista, queda ya inscrito para siempre, como un símbolo imborrable, en las banderas gloriosas de las Brigadas Internacionales. Es, como tantos héroes que luchan junto al indomable pueblo español, como tantos valientes caídos junto a los mejores hijos de España, la personificación de lo que hay de más noble, de más elevado en la conciencia de la clase proletaria y en el espíritu de la parte mejor y más progresiva de la humanidad: la solidaridad internacional. Esta solidaridad activa, combativa, que se ha formado y crece arrolladoramente en torno a nuestra lucha, es uno de los orgullos legítimos de nuestro pueblo y una de las garantías firmes de nuestra victoria.
Nuestro pueblo, el heroico e indomable pueblo de España, atesora energías y coraje suficientes para ajustar las cuentas a quienes soñaban con ser sus verdugos. Pero sobre España se han lanzado como sobre una presa codiciada todas las aves de rapiña, todas las bestias negras del fascismo mundial. Quieren hacer de España su trinchera para abalanzarse desde ella contra todo lo que queda en el mundo de democracia y de libertad. Quieren hacer de España una tea incendiaria para prender con ella el fuego de la guerra en todo lo que queda en el mundo de progreso, de cultura, de trabajo y de paz. Frente a esta oleada de la barbarie fascista mundial abatida sobre España, surge en todos los pueblos libres y en la conciencia de todos los hombres libres el impulso incontenible de la solidaridad internacional. Y junto al pueblo español que combate por su libertad vienen a ocupar su puesto en la lucha un puñado de hombres, de los hombres mejores y más conscientes de todos los pueblos, que saben que hoy luchar por la victoria de nuestro pueblo contra el fascismo, es luchar por la libertad de sus propios pueblos y por la consolidación de la democracia y de la paz mundial. Frente a la ayuda de los asesinos fascistas alemanes e italianos a sus congéneres y lacayos, los españoles traidores a su patria, nosotros tenemos la solidaridad de nuestros hermanos, los trabajadores del mundo. Frente a la comunidad de instintos bestiales en la obra de matanzas, frente a los mensajes de luto y de muerte de los Junkers y los Capronis, la solidaridad de los pechos de acero de los mejores hijos de otros pueblos, formando una barrera infranqueable con los pechos de acero de todo el pueblo español. Frente a los miserables asesinos a sueldo, mercenarios de Hitler y de Mussolini, que vienen a robarnos pedazos de nuestro suelo patrio para cebar a los buitres del imperialismo extranjero, la solidaridad generosa de los hombres que, sintiendo el verdadero patriotismo de sus pueblos, ayudan al nuestro, a liberarse de las garras que se lo quieren repartir.
En Hans Beimer, caído en nuestra tierra luchando por ella, por la suya propia y por la libertad del mundo, saludamos a los mejores hijos de la clase obrera mundial, a los mejores hijos de los pueblos todos que sienten y practican la solidaridad con nuestra lucha, que combaten, sufren y, si es necesario, mueren junto a los nobles hijos de España, confundidos con ellos en la causa común del antifascismo mundial. Saludamos en él al glorioso Partido Comunista alemán, al proletariado heroico y mártir de Alemania y a su jefe, el camarada Thaelmann, símbolo y bandera de los antifascistas de todos los países.
El nombre de Hans Beimer quedará grabado indeleblemente en el corazón de la clase obrera de España y de todo el pueblo español. Su recuerdo vivo de camarada, de amigo, de hermano, servirá a todos los combatientes de nuevo acicate para vengar a todos los antifascistas caídos en la lucha y honrar su memoria con el más grandioso de los monumentos: el aniquilamiento del fascismo, para levantar sobre sus ruinas humanidad libre, pacífica, próspera y feliz.