Indice del libro

 

José Díaz Ramos

Tres años de lucha

 


Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha, Editions de la Librairie du Globe, París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov. 2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.


 

 

Lo que el pueblo espera del Bloque Popular

Discurso pronunciado en el Cinema Europa, de Madrid, el 11 de abril de 1936

 

 

Camaradas:

Esta noche ha sido el Sindicato de Albañiles de la UGT el que ha organizado este magnífico mitin, que encierra la significación de la firme voluntad del proletariado de España de marchar a pasos acelerados hacia una sola central sindical, el mismo espíritu que ha llevado a la unificación de las Juventudes Socialistas y Comunistas. En este grandioso mitin busca el Sindicato de Albañiles, como antes el de Artes Blancas y todos los sindicatos y todo el proletariado de Madrid, que se llegue cuanto antes -porque así lo exigen los intereses del proletariado de España- a la formación de un solo partido del proletariado, a un único partido marxista-leninista, que nos conduzca, al triunfo definitivo de la revolución en España.

La unión, clave del triunfo

Hoy quiero examinar porqué fue posible el triunfo del 16 de febrero y también cómo debemos consolidar este triunfo contra todos nuestros enemigos de clase. El 15 de febrero, en el mitin de la Zarzuela, hablando con el camarada Largo Caballero y con otros amigos republicanos, decía que con el Bloque Popular triunfaríamos sobre la reacción. Ya hemos visto cómo aquello se ha realizado, y quiero deciros que si el 16 de febrero hubiéramos ido desunidos, por una parte el proletariado, por otra los republicanos y enfrente la reacción unida, hubiese peligrado el triunfo, o, en todo caso, éste no habría sido tan rotundo y definitivo.

En España, la reacción era muy fuerte y lo sigue, siendo aún después del 16 de febrero. Para consolidar nuestro triunfo, para ampliar las conquistas obtenidas, es necesario que el Bloque Popular continúe. Como consecuencia de las conversaciones entre el Partido Socialista y Comunista y los republicanos de izquierda, salió un pacto que es necesario cumplir, y en el que se habla de mejorar las condiciones de vida y de trabajo, y de ampliar las libertades de los obreros y de las fuerzas democráticas. Este pacto se ha cumplido en parte; pero todavía quedan muchos puntos que cumplir, y es necesario que nosotros digamos al Gobierno republicano de izquierda que aquellas partes que están sin cumplir han de llevarse a la práctica cuanto antes, si se quiere luchar contra la reacción y el fascismo.

El proletariado, alerta frente a los manejos de la reacción

El Gobierno debe dar facilidades a las fuerzas democráticas, cumplir cuanto antes el pacto, y comprender que el proletariado y las masas campesinas, que tanto han sufrido en el bienio negro, no están dormidas y se encargarán de poner en práctica lo establecido en el pacto y cuanto sea necesario para reducir a la reacción y al fascismo. (Aplausos.)

Nosotros sostenemos al Gobierno republicano de izquierda, y expresando el anhelo de los trabajadores, le empujamos al cumplimiento del pacto; pero, al mismo tiempo, movilizamos a las masas para que éstas permanezcan vigilantes y activas frente a los manejos de la reacción, que se propone arrebatar al Bloque Popular el triunfo del 16 de febrero. No hay que olvidar que la CEDA y todos los reaccionarios y fascistas, que querían exterminar el movimiento revolucionario en España, que decían en sus periódicos que en España sobraban quince mil personas -que es tanto como decir que, si el día 16 triunfan las derechas, a estas horas quince mil personas habrían sido asesinadas, comenzando por los dirigentes del Partido Socialista, del Partido Comunista y de los partidos republicanos de izquierda-, hoy hablan un lenguaje completamente distinto, diciendo que acatan la legalidad actual y que lamentan solamente que el Gobierno se deje presionar por comunistas y socialistas. Y, como buenos jesuitas que son, tratan así de dividir el Bloque Popular, tanto en sus actividades en la calle como en el Parlamento. Todas las intervenciones de Gil Robles, de Calvo Sotelo y sus compadres, en el Parlamento, van encaminadas a restar fuerzas al Bloque Popular, para dividir a las fuerzas antifascistas y poder así atacar más fácilmente el movimiento obrero. Por eso hay que deshacer la maniobra de la reacción y hacer que el Bloque Popular continúe el tiempo que sea necesario hasta aplastada. Romper el Bloque sería catastrófico.

El proletariado debe tener un instinto de clase muy despierto, y no caer en esas maniobras de la reacción. A él le corresponde ser la fuerza dirigente del Bloque Popular, porque la pequeña burguesía vacila continuamente, y hay que hacer comprender a nuestros aliados que sólo bajo la dirección del proletariado, fuerza consecuente e íntegramente revolucionaria, es cómo se marchará por la senda del triunfo sobre la reacción.

La reacción, que finge someterse a la legalidad, sabotea todas las conquistas de los trabajadores. El Gobierno no puede ni debe -y estoy seguro que no lo hará- dejarse llevar por estas hábiles maniobras de los enemigos del pueblo y de la propia República. Y el proletariado tiene que hacer frente a esta situación difícil, consolidar sus conquistas, ampliarlas y prepararse, hasta tener las condiciones de organización que le permitan continuar su camino hacia el triunfo de la revolución, con la experiencia de Octubre. Pero, ahora, el problema es marchar juntos y luchar unidos contra el enemigo común. Y tomar medidas eficaces contra la reacción.

Y al Gobierno, le digo: cuando Gil Robles y Lerroux estaban en el gobierno, nuestros periódicos “Mundo Obrero”, “El Socialista”, “CNT” -y algún diario de izquierda, como “Heraldo de Madrid”, por algún tiempo estaban suspendidos, y también se perseguía a los republicanos de izquierda. ¿Por qué los reaccionarios hacían eso? Para imposibilitar nuestra lucha. ¿Es que no ha cambiado nada fundamentalmente en la situación de España? Si hay lógica en el mundo, y entonces se suspendía nuestra prensa para imposibilitar nuestra lucha, no hay derecho a que hoy continúen publicándose periódicos reaccionarios. (Grandes aplausos.)

La reacción trabaja de diversas formas. En el Parlamento, trata de presentarse como legalista, aparenta someterse al triunfo de la voluntad del pueblo. Pero, por otra parte, vemos cómo cada día surgen hechos de provocación organizados por la CEDA, Falange Española y toda la camarilla, y no sólo de violencia física, sino de sabotaje contra la economía y la hacienda del país, de evasión de capitales, con lo cual quieren arruinar a España más de lo que la han arruinado ya desde el Poder los que se llaman patriotas, pero para explotar y robar al pueblo trabajador. Hay otras muchas formas de provocación. En Madrid, donde se ha estado vigilando todos los días, después del triunfo, ¿quién no conoce la preparación del golpe de Estado? Y, si no se han decidido aún a dar el golpe, es porque tienen que salvar un inconveniente, un obstáculo, que es el del proletariado, el de los Partidos Comunista y Socialista, el de las Juventudes y los Sindicatos; en fin, el de toda la masa trabajadora, que haría frente -además del Gobierno- a quien intentase el golpe, segura de que luego no iban a poder intentado más, porque serían aniquilados. (Aplausos.)

Lo que nosotros queremos.

Es preciso limpiar la máquina del Estado de todos los elementos reaccionarios y fascistas.

Nosotros queremos una República del pueblo, una República del pueblo trabajador de España. Es necesario que se sepa esto, dando al Gobierno el ejemplo de fidelidad al pacto sellado; pero pidiendo que sea puesto en práctica sin demora el programa del Bloque Popular.

Nosotros apoyamos al Gobierno en tanto éste cumpla lo pactado. Aprobamos lo hecho por el Gobierno; pero lo hecho es insuficiente. La amnistía se dio, pero un tanto restringida, y es preciso que los camaradas que aún continúan en presidio salgan cuanto antes. También apoyamos lo hecho en lo que se refiere a la readmisión de los represaliados. Hay patronos que se niegan a admitir a estos compañeros; pero debemos tener presente que han de ser los trabajadores organizados los que impongan el cumplimiento de ese decreto de readmisión, y hay que seguir presionando.

Tenemos la semana de cuarenta y cuatro horas en la metalurgia. Pero yo pregunto: ¿es que la semana de cuarenta y cuatro horas no debe ser para todos los trabajadores de España, teniendo en cuenta el triunfo del Bloque Popular? Debe darse inmediatamente un decreto que diga: la semana de cuarenta y cuatro horas para todos los trabajadores de España. (Aplausos.) Es una medida necesaria, que el proletariado debe conquistar para reducir en parte el paro obrero, y si el Gobierno tarda en realizarlo, debemos ser nosotros los que impongamos esta conquista y hagamos que se refrende por decreto.

En el campo, hay que acelerar la entrega de la tierra a los campesinos. Es insuficiente el número de asentamientos que se realizan. Es preciso poder llegar a decir en un breve plazo: “Ya no hay grandes terratenientes.” Estos deben ser expropiados, y sus tierras repartidas entre los obreros agrícolas y campesinos trabajadores. La tierra debe pasar cuanto antes a manos de los campesinos. El Gobierno no toma esta medida a fondo; pero hay que tomarla, para que los campesinos puedan vivir, puedan comer; y no sólo en bien de ellos, sino también en beneficio de los obreros de la ciudad. Es ésta una de las conquistas fundamentales de la revolución democrática, y que hemos de poner todo nuestro empeño en realizar.

Responsabilidades implacables.

Hay una serie de puntos del programa que es preciso realizar cuanto antes. ¿Cómo es posible que la exigencia de responsabilidades por la represión de Octubre no se haya realizado todavía, contentándose con meter en la cárcel a un general y a dos o tres personas? El caso es claro y debe ser claro para el Gobierno, porque el proletariado no se conforma hasta que los responsables de la represión de Octubre hayan recibido su merecido. Cuando nosotros hablamos de las responsabilidades por la represión de Asturias, no lo decimos como latiguillo, sino para que se sepa que el responsable principal es el gobierno de entonces: son Gil Robles y Lerroux y todos sus ministros... (Aplausos que cortan el párrafo.) Es necesario que estén rápidamente en la cárcel, porque constituye una verdadera vergüenza para el pueblo que Gil Robles se pueda sentar con tranquilidad en los estaños de la Cámara. (Aplausos.) No pedimos ni más ni menos que lo que desea el proletariado, porque nosotros como representantes de él, decimos que los muertos y los torturados piden justicia y que hay que encarcelar a todos sus asesinos: No pedimos venganza, sino justicia aplicada por un tribunal revolucionario o por quien sea, y estamos seguros de que ese tribunal decidirá aplicar la misma sentencia que ellos aplicaron: el fusilamiento. (Grandes aplausos.).

En España, es necesario que el Gobierno obre enérgicamente, si se quiere sacar a España de la situación en que se encuentra. Medidas enérgicas tomó la Revolución francesa, que fue una revolución burguesa, y medidas enérgicas hay que tomar en nuestro país, si queremos salvarle de los ataques de la reacción y poder andar con tranquilidad por las calles y que no nos amenacen los fascistas a cada momento en ellas. (Aplausos.)

La tierra.

Quiero plantear aquí tres problemas de la situación actual, que es necesario liquidar cuanto antes, para poder decir que ya no vivimos en una España semiféudal. Estos tres problemas son: primero, el problema de la tierra; segundo, el problema de la Iglesia, y tercero; el problema del Ejército.

Resolver el problema de la tierra quiere decir resolver el problema del hambre en España, que es un problema hereditario.

Es necesario que la tierra esté en poder de los campesinos, para que la cultiven, y esto ha de hacerse rápidamente, porque es inexplicable que en España, con un proletariado como el nuestro, con un proletariado que junto a los campesinos y a las masas populares ha vencido a la reacción en unos momentos en que el fascismo era casi dueño del Poder, no esté ya la tierra en poder de los campesinos. Por eso decimos que en el espíritu de lucha de nuestro proletariado tenemos un fuerte apoyo para la acción de los campesinos en su lucha por la conquista de la tierra. Ya se han realizado algunos hechos de éstos en Castilla, Extremadura y otros puntos. Pero cuando se presente el momento de ir a la toma de la tierra con carácter general, es preciso hacerlo de una forma organizada, para qué se les pueda arrebatar más.

La Iglesia.

Por otra parte, tenemos la cuestión de la Iglesia. Todavía hoy sigue la Iglesia cobrando millones de pesetas del Estado. Es necesario que, lo más rápidamente posible, estos millones dejen de ir a manos de la Iglesia y se destinen a remediar el paro tan formidable que hay en nuestro país. Pero no son sólo los millones que recibe del Estado. La Iglesia tiene concentradas en sus manos muchas fuentes de riqueza y hay que expropiárselas, pues con ellas tendremos dinero suficiente para dar de comer a los parados. Hay que sacar el dinero de donde lo haya, como decía el célebre “jefazo”. (Aplausos.)

No queremos atacar los sentimientos religiosos de nadie. Aunque nosotros no los abriguemos, los respetamos en quienes los sientan de buena fe. Lo que no queremos es que se abuse de esos sentimientos como arma de opresión. No queremos que se utilice el banderín religioso como pantalla de explotación: el que quiera rezar, que rece; el que quiera escuchar un sermón, que lo escuche; nosotros no trataremos de impedírselo; pero, queremos, ante todo, que el parado coma. (Aplausos.) No consentiremos que las iglesias sean enormes concentraciones de riqueza, mientras los parados se mueren de hambre.

El Ejército.

También se dice que los comunistas, que los obreros, somos enemigos del Ejército, y eso es mentira: nosotros queremos un Ejército del pueblo y para el pueblo. Queremos limpiar el Ejército de reaccionarios, que nuestro Ejército no siga siendo el ejército de Goded, de Franco y compañía, y el Gobierno debe realizar esto, pues está dentro del pacto: depurar el Ejército de todos los mandos reaccionados y hacer que estos mandos estén en manos de republicanos, de socialistas y de comunistas, y que el Ejército español sea un verdadero Ejército del pueblo. (Aplausos.)

Unión obrera.

Camaradas: ¿Cómo es posible conseguir todo esto, para hacer en España la tan necesaria transformación? Necesitamos tener una organización que esté en condiciones para hacer frente a la situación y hacer frente a los combates que están planteados, porque los acontecimientos marchan con mucha rapidez.

Hay hechos muy importantes ya, en relación con el Frente único del proletariado. Por una parte, tenemos la unidad sindical. La Confederación General del Trabajo Unitaria, que ingresó en la Unión General de Trabajadores, ha aportado a la unión todo lo que era como fuerza, y en todo el proletariado de nuestro país se ha despertado la idea de que no haya más que una sola central sindical. Hay muchos sindicatos autónomos, que no tienen razón de ser, que han entrado en la Unión General de Trabajadores, así como muchos obreros no organizados. Necesitamos un único movimiento sindical, y hay que reforzar los esfuerzos que se realizan para llegar rápidamente a un acuerdo con la Confederación Nacional del Trabajo sobre puntos claros y concretos, creando así las condiciones para la gran Central sindical, que yo me atrevo a decir que será la única Central sindical en España. (Aplausos.) Esto es de una importancia enorme, no sólo en España, sino en el plano internacional. Las Juventudes se han fusionado, y han de tener en breve plazo ciento cincuenta mil militantes.

Los órganos de lucha por la defensa de los intereses de las masas

Pero hay otra condición, y es la de los órganos de lucha por la defensa de los intereses de las masas, que son las Alianzas Obreras y Campesinas. No hay tiempo que perder, en la organización de las Alianzas. Son estos organismos los que, partiendo de esas luchas por las reivindicaciones inmediatas, han de luchar por el Poder, y ellos son también los futuros órganos de Poder, porque con algo hemos de sustituir el aparato del Estado burgués en el caso de que este se ponga en frente del pueblo, y no se le puede sustituir ni con el Partido Socialista ni con el Partido Comunista; esto sólo lo pueden hacer los obreros y campesinos, todos organizados en las Alianzas Obreras y Campesinas.

Si nosotros llegamos a la formación de un partido monolítico, y esto depende de la rápida compenetración de los camaradas del ala izquierda del Partido Socialista y del Partido Comunista, este partido será el único dirigente de la revolución, y se habrán creado las condiciones de la victoria, porque, como decía Lenin, “la revolución no se hace: se organiza”.

Las Milicias nos son necesarias para la defensa de las conquistas alcanzadas y las que alcancemos. Si marchamos hacia el Partido Unido del proletariado, teniendo en cuenta la situación de España y que habrá que defender las tierras de los campesinos, ¿es que debe haber una milicia comunista, una milicia socialista y otra milicia de otro color? En España debe haber una sola Milicia, con un solo color, que puede y debe marchar por las calles, que tiene que defender ya hoy nuestras conquistas y tendrá que defender en breve otras mayores, y que cuando llegue el momento se diga: aquí tenemos la Milicia que no dejará arrebatar ni la tierra de los campesinos ni las conquistas obreras. Queremos una sola Milicia. Nada de camisas rojas y camisas azules; una sola Milicia popular. (Aplausos.)

De todas maneras, hemos ido preparando ya las condiciones para el Partido único del proletariado, con el acercamiento ideológico entre el ala izquierda del Partido Socialista y el Partido Comunista. La polémica entre socialistas y comunistas es una discusión en que se trata de encontrar el mejor camino para llegar al Partido único del proletariado. Este Partido único debe formarse bajo los puntos que fueron estudiados en el VII Congreso de la IC y como estos puntos han sido aceptados por los camaradas socialistas de izquierda, podremos llegar en breve plazo a un acuerdo. El Partido único del proletariado en España no puede estar aislado del proletariado internacional. Hemos visto que cuando el proletariado español caía a centenares en las cárceles y era asesinado, la Segunda Internacional no acudió en su ayuda, porque la Segunda Internacional no atiende a aquellas de sus secciones que se orientan por el camino de la revolución, sino a las que marchan por el camino de la burguesía. Pero, si no es posible que el Partido único esté en la Segunda Internacional, hay otra Internacional que está siempre atenta a las luchas de los trabajadores y atenta a sus necesidades, y esta Internacional es la Internacional Comunista. Y hay que desterrar los recelos que todavía tengan algunos camaradas sobre ella; pues es evidente que este Partido único del proletariado no podrá estar más que en la Tercera Internacional, en la Internacional de Marx, Engels, Lenin y Stalin. (Aplausos.)

El grave peligro de la guerra

Hay que detenerse, en estos momentos, en la gravedad de la situación internacional. En el plano internacional, sólo hay un país que verdaderamente siente la paz y trata por todos los medios de consolidarla y de impedir la guerra; la Unión Soviética. Y esto lo demuestra en la Sociedad de Naciones y en todas partes donde se acusa su presencia. El peligro de guerra va dirigido principalmente contra la Unión Soviética, y por ello ésta refuerza continuamente su potente Ejército Rojo, como garantía de la paz y de la revolución. Todo el proletariado debe estar alerta para que quien ataque a la Unión Soviética se estrelle, no sólo contra la resistencia del Ejército Rojo y de un pueblo de ciento setenta millones de habitantes que defienden lo que es suyo, sino también contra la solidaridad internacional del proletariado. España no puede permanecer pasiva ante este conflicto y debe orientarse hacia la política de paz de la URSS y de los que la apoyan. En España, la reacción y el fascismo, las fuerzas del gobierno del bienio negro, ayudan a Alemania e Italia, y con eso hay que acabar. El Gobierno debe llevar a cabo, de una vez, el reconocimiento de la Unión Soviética y apoyar su política de paz. En ese reconocimiento, va implícito no sólo el establecer relaciones diplomáticas, sino también la adhesión al Pacto franco-soviético, que es una gran muralla contra los planes fascistas, y España debe decidirse en este sentido, no de una manera velada, sino abiertamente. Si llega el momento en que la guerra estalle, hay que defender la revolución y la Unión Soviética. España no será neutral. Esa neutralidad es una forma de engañar y de ayudar a los países fascistas. ¡Siempre en defensa de nuestros hermanos de todos los países y de la Unión Soviética! Quien ataque a la Unión Soviética se estrellará ante un pueblo y un ejército que defienden su pan, su tierra y su libertad, que es la de los trabajadores de todo el mundo. Las condiciones de la victoria están señaladas.

El Partido Comunista de España será incansable; trabajará todos los días, todas las horas, incesantemente, para conseguir que la reacción no nos pueda arrebatar el triunfo del 16 de febrero y para asegurar el camino ascendente de la revolución en España, que en la situación actuar representa un golpe formidable para la reacción y el fascismo de todo el mundo. Quienes traten de cruzarse en esta ruta, serán aplastados. Con vuestro heroísmo y con vuestra, organización está asegurado el triunfo de la revolución en España. ¡Viva el Partido único marxista-leninista! ¡Viva el Frente Único del proletariado! (Gran ovación y vivas al Partido Comunista.)