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Jorge del Prado

 

Fundamentos y principios del sindicalismo clasista

 

 

 


Redactado: Por Jorge Del Prado como parte de un cursillo sobre organización sindical en 1963.
Fuente para la presente edición: "Segunda Leccion: Fundamentos y principios del sindicalismo clasista," en Jorge Del Prado, Manual de sindicalismo, organización y lucha sindical; Compendio teórico y práctico en diez lecciones y cuatro cuadros explicativos, 2da. edicion (Lima, 1964).
Esta edición: Marxists Internet Archive, setiembre de 2014.  Digitalizado por Juan R. Fajardo.  Se han omitido el sumario inicial y las "preguntas de control" que aparecían al final del texto.


 

 

 

 

1.

A QUE NECESIDADES RESPONDE LA ORGANIZACION SINDICAL

 

De lo dicho se desprende que ninguna de las corrientes y formas de organización que hemos analizado corresponde a los intereses de la clase obrera. Algunas de estas corrientes limitan muy estrechamente el campo de la lucha; otras la desvían del camino que debe seguir, y otras imposibilitan la acción de los trabajadores colocándolos completamente a merced de la explotación capitalista. Aunque todas estas corrientes o la mayor parte de ellas operan dentro del movimiento sindical y toman el nombre de "sindicalismo'', no constituyen en realidad, un auténtico sindicalismo de la clase obrera.

Necesitamos, pues, precisar en qué consiste el Sindicalismo Clasista del proletariado para seguir una orientación justa, aplicar formas de organización, métodos y tácticas de lucha eficaces.

¿Qué es el Sindicalismo proletario? Para responder a esta pregunta, debemos tener presente a qué necesidad histórica responde el nacimiento de la organización sindical y el desarrollo del sindicalismo. Como ya lo hemos anotado en la introducción y en la lección anterior, el Sindicato no es una organización cualquiera de la clase obrera, sino una organización de lucha. No nació pues, en cualquier momento, sino cuando el proletariado comprendió tres cosas: 1ro) Que necesita luchar contra la explotación capitalista; 2do) Que esta lucha no podía realizarla ningún obrero solo, sino uniéndose y organizándose con sus compañeros de trabajo; y, 3ro) Que ya no servían las antiguas formas de organización y de lucha, correspondientes al artesanado; y que había que encontrar nuevas formas, propias de la clase obrera. Tratando de resolver esta necesidad, fueron formándose en diversos países capitalistas, casi simultáneamente, los primeros sindicatos.

 

2.

LOS CUATRO PRINCIPIOS EN QUE SE BASA EL SINDICALISMO CLASISTA

Resumiendo lo anterior cabe repetir que los sindicatos, por su origen y funciones, son fundamentalmente "instrumentos de la lucha organizada de los trabajadores por sus reivindicaciones inmediatas". Eso no quiere decir que la lucha sindical deba desarrollarse solo en el piano económico. Hemos explicado también que, en el curso de esta lucha los patrones se enfrentan a la clase obrera con una intensa campaña ideológica y con toda clase de instrumentos políticos

De estas circunstancias o premisas surge la necesidad de que la lucha sindical se afirme y oriente en cuatro principios esenciales. Estos principios son:

Lucha consecuente por los intereses de la clase obrera;

2º Unidad sindical;

Democracia interna en la estructuración y funcionamiento de los sindicatos;

Independencia política de clase.

Veremos en seguida en qué consisten y por qué son imprescindibles estos cuatro principios.

 

3.

LUCHA CONSECUENTE POR LOS INTERESES DE LA CLASE OBRERA

Si el sindicato es, como hemos visto, una organización de lucha reivindicativa, no hace falta casi, explicar el carácter mismo de la organización sindical y del sindicalismo clasista. Se trata, en esencia de un movimiento combativo destinado solo a servir a los trabajadores. Pero en la práctica, se corre muchas veces el peligro de olvidar esta misión del movimiento sindical, debido precisamente a las influencias y corrientes extrañas que alientan los patrones en el seno de los sindicatos.

En efecto, los capitalistas hacen en un principio, todo lo posible por impedir que los trabajadores de sus fabricas y empresas se organicen sindicalmente, pero luego, cuando el sindicato surge a pesar de ellos, concentran sus esfuerzos en desviar o neutralizar su acción, procurando intimidar, corromper o ablandar a los dirigentes. Es así como ocurre con frecuencia que un sindicato forjado en plena lucha reivindicativa, al cabo de un tiempo comience a ser conducido al terreno de las componendas o, simplemente, empieza a decaer en su actividad combativa y a convertirse en una especie de club social, ajeno a los problemas del trabajo y renuente a la defensa de las reivindicaciones. Y lo que pasa con un sindicato, acontece también con los organismos superiores, incluso con la organización nacional (en nuestro caso, la C.T.P.[1]). Todo lo cual se debe fundamentalmente a que los dirigentes abandonan por uno u otro motivo inconfesable, los intereses del proletariado.

Esta posibilidad exige que se considere como un principio fundamental del sindicalismo clasista, la lucha consecuente por los intereses del proletariado. Quiere decir que, al organizar un sindicato debe consignarse este principio en la Declaración de sus fines y propósitos. Quiere decir, además que los afiliados al sindicato solo deben elegir para los puestos dirigentes a quienes hayan demostrado en los hechos que su principal preocupación son los intereses colectivos y que, por lo tanto, son obreros capaces de mantenerse firmes frente a las amenazas y frente a todo intento de comprar sus conciencias y de matar su espíritu de lucha.

 

4.

LA UNIDAD SINDICAL, Y COMO DEBE SER ASEGURADA

La fuerza de un sindicato y su capacidad para mantenerse en la lucha y resistir y vencer la presión de los patrones depende, sin embargo, no solo de la firmeza y consecuencia de sus dirigentes, sino, también de las bases que lo sostienen. Mientras más amplia sea esa base, mientras más trabajadores de la misma fábrica o la misma empresa formen parte del sindicato y participen activamente en sus reuniones, más poderosa será la organización y más probabilidades de éxito tendrá en sus luchas.

Cabe entonces formular la siguiente pregunta: ¿Quienes deben ser miembros del Sindicato? Todos los trabajadores de la fábrica, o de la industria, según sea el tipo de sindicato (Sindicato de fabrica, Sindicato de empresa o Sindicato de industria). Cuando decimos: todos, nos referimos a que ningún trabajador debe estar excluido del derecho a pertenecer al sindicato, nos referimos a que es necesario procurar que sean miembros de él todos o la mayoría de los trabajadores de la respectiva fábrica, industria, etc. Es decir, que no cabe ninguna discriminación en el seno de la organización sindical, con tal de que sus miembros estén de acuerdo con los propósitos y los Estatutos.

Tal amplitud orgánica del Sindicato se debe a su origen mismo, a las circunstancias que crean la necesidad de este tipo de organización (origen y circunstancias que hemos explicado anteriormente[2]). Hemos visto ya que los trabajadores se sienten precisados a enfrentarse unidos y organizados a la explotación capitalista, alli donde ella se realiza en forma directa. Pero, la explotación capitalista afecta en la misma forma, con los mismos métodos, a todos los obreros de una misma fábrica, empresa o industria, sin hacer distingos de ninguna especie. Igualmente asalariados, sufriendo el mismo sistema de trabajo, los mismos horarios, los mismos abusos, etc., se encuentran los obreros apristas[3], comunistas, democratacristianos, etc., viejos y jóvenes, mujeres y varones, católicos y protestantes; indígenas, mestizos y blancos; peruanos y extranjeros; limeños y serranos, etc. Es claro que el capataz, el jefe de sección o el maestro de máquina no reciben el mismo salario que el operario y el aprendiz o ayudante; también sucede que los capitalistas pagan un sobre-salario, en calidad de soborno, a algunos dirigentes amarillos o a los soplones. Pero, estos son casos excepcionales, que no modifican el régimen de explotación del trabajo asalariado ni la condición de clase explotada en que se encuentran bajo este régimen los trabajadores en general.

Y, si todos son explotados en la misma forma, todos deben unirse también para luchar con el mismo enemigo de clase, por las mismas reivindicaciones inmediatas.

De lo dicho, se desprende pues, que en el sindicato y en el movimiento sindical debe imperar, antes que todo, la unidad de clase. Es decir, una unidad que solo tenga en cuenta la condición de clase proletaria, de miembros de esa misma clase. Mariátegui decía con toda razón: "El sindicato no debe exigir de sus afiliados sino la aceptación del principio clasista. Dentro del sindicato caben así los socialistas reformistas como los sindicalistas, así los comunistas como los libertarios. El sindicato constituye, fundamental y exclusivamente, un órgano de clase". Y lo que decía Mariátegui, es válido en todas las épocas.

En los sindicatos actuales deben estar unidos apristas, socialistas, democratacristianos, acciopopulistas[4], apristas rebeldes[5], comunistas, etc., con la sola condición de que sean obreros (o empleados) y tengan en frente a los mismos patrones. Deben estar también, trabajadores hombres y mujeres de todas las edades, razas, nacionalidades, creencias, etc. No caben por lo tanto sindicatos, federaciones o confederaciones, afiliados a un determinado partido político o a una determinada corriente religiosa. Y no caben tampoco sindicatos, federaciones o confederaciones donde los obreros de determinada filiación política tengan mayores derechos que los otros, o donde los puestos directivos sean detentados por dirigentes de un sólo partido contra la voluntad de la mayoría. Para que el movimiento sindical cumpla cabalmente con sus fines, debe hacerse prevalecer en todo instante el principio de la UNIDAD SINDICAL.

 

5.

LA DEMOCRACIA SINDICAL Y LOS PRECEPTOS EN QUE SE BASA

Los dos principios anteriores quedarían en letra muerta si no agregamos a ellos el principio de la DEMOCRACIA SINDICAL, o sea la democracia interna en los sindicatos. Para que el sindicato agrupe a todos los trabajadores de una misma fábrica, empresa o industria, sin hacer distingos ni discriminaciones, todos los afiliados al sindicato deben tener iguales derechos y deberes. Al mismo tiempo, para asegurar una completa unidad entre sus integrantes, hay que reconocer a todos ellos las mismas facultades y las mismas posibilidades de defender sus reivindicaciones, de exponer libremente sus puntos de vista, de proponer y votar por sus propios candidatos para los puestos directivos. En una palabra, es precise que cada uno y todos los miembros del sindicato se identifiquen dentro de él, considerándolo como su propio instrumento de lucha.

Estos son los fundamentos teóricos en que se basa la democracia sindical. El respeto de estos fundamentos constituye la mejor garantía para la lucha consecuente por los intereses de los trabajadores y para asegurar la unidad sindical. Pero, la realización práctica de este principio requiere la aplicación de las siguientes normas: a) Todos los miembros del sindicato tienen los mismos derechos a ELEGIR Y SER ELEGIDOS para cualquier cargo o comisión; b) Todos tienen derecho a voz y voto en las asambleas generales y en las reuniones de los organismos a que pertenezcan; c) Las obligaciones y derechos contemplados en los Estatutos son igualmente aplicables y obligatorios para todos los miembros del sindicato sea cual fuese el cargo que ocupen; d) Todos deben reconocer a la Asamblea General del Sindicato como la máxima autoridad, cuyos acuerdos tienen que ser aceptados, respetados y cumplidos por todos; e) En las asambleas y reuniones de cada organismo, los problemas deben ser discutidos democráticamente, y la minoría debe acatar estrictamente la decisión de la mayoría; f) La elección de los órganos dirigentes en cada instancia debe realizarse también por mayoría de votos, lo cual obliga a acatar después su autoridad; g) Los dirigentes así elegidos tienen la obligación de rendir cuenta de sus funciones, periódicamente, al organismo que los eligió; y, h) Cualquier dirigente puede ser relevado de su puesto por mayoría de votos del organismo que lo eligió.

Este conjunto de condiciones de la democracia interna, es aplicable tanto a los sindicatos de base como a las federaciones, uniones departamentales y confederaciones. Sobre esta base se asegura la estructuración democrático-centralista del movimiento sindical, cuyo contenido explicaremos en otras lecciones.

 

6.

EN QUE CONSISTE LA INDEPENDENCIA POLITICA DE CLASE

El hecho de que la unidad sindical y la democracia interna destierren toda clase de discriminación política en el seno de la organización sindical, no quiere decir que los sindicatos deban preocuparse solo de las reivindicaciones económicas o de los problemas puramente gremiales o inmediatos. Eso sería caer en el economismo, tendencia cuya nocividad ya hemos explicado. La vida demuestra prácticamente que tal actitud es imposible, a pesar de los esfuerzos de los agentes patronales, interesados siempre en reducir la actividad sindical a su mínima expresión.

Para que los proletarios puedan alcanzar cualquier aumento de salario, casi nunca es suficiente la reclamación que hacen los patronos. Estos, generalmente, rechazan tales demandas apoyados en alguna ley y en la llamada "libre contratación". Se apoyan también casi siempre en los órganos administrativos del Estado: las Inspectorías de Trabajo, Dirección de Trabajo, El Ministerio de Trabajo, etc. Y, cuando los trabajadores insisten en sus demandas a pesar de las resoluciones propatronales de estos organismos, entonces el Estado —que representa políticamente, en nuestro caso, los intereses de los explotadores— responde violentamente, empleando sus instrumentos de fuerza armada. La intervención del aparato estatal en contra de los intereses de los trabajadores hace, pues, que las reivindicaciones más importantes lleven la lucha económica a un plano político. Los aumentos de salaries, así como la reducción de los horarios de trabajo, los seguros sociales, las leyes de protección laboral, etc., se han obtenido y se obtienen siempre mediante acciones dirigidas no sólo contra la resistencia de los patronos sino también contra la parcialidad y los abusos frecuentes del poder político.

A lo que acabamos de decir, se agrega la circunstancia inevitable de que en cada sindicato hay obreros afiliados a distintos partidos políticos, cada uno de los cuales pretende orientar las cosas por el camino trazado por su respectivo partido.

El apoliticismo total resulta, por lo tanto, imposible en la vida sindical. El Sindicato no puede prescindir totalmente de la lucha política ni tampoco puede prohibir que sus afiliados pertenezcan a tal o cual partido. No puede prohibir siquiera que algunos de estos afiliados sean incluso gobiernistas, porque no puede impedir que unos obreros tengan conciencia de clase menos desarrollada que otros.

Pero, la acción política que el sindicato se ve obligado a realizar en defensa de los intereses de los trabajadores, no puede confundirse ni identificarse con la actividad partidaria. La politica sindical no es ni puede ser la politica de un determinado partido político. Debe ser una política de clase, es decir solo para defender los intereses de la clase obrera y de las masas explotadas. Esta política puede coincidir circunstancialmente con la posición de algún partido, en particular con el partido de la clase obrera; pero, no debe ser política partidaria ni subordinada a un determinado partido, porque entonces peligra la aplicación de los otros principios fundamentales del sindicalismo clasista. En efecto, si el sindicato o el movimiento sindical se subordina a la disciplina y a las consignas de un partido político cualquiera, es muy difícil que realice una lucha consecuente por los intereses de la clase obrera, ya que se da la posibilidad de que este partido sea un partido de la burguesía, de la pequeña burguesía vacilante, e incluso de la mas oscura reacción. Tampoco podría asegurarse la unidad sindical y la democracia interna, porque los obreros ajenos a ese .partido (independientes o de otros partidos), no querrían someterse a esa voluntad extraña ni podrían considerar a tal sindicato como un instrumento propio; tampoco podrían ejercer libremente sus derechos ni estarían dispuestos a cumplir con sus deberes en servicio de un partido que no es el suyo. Esto que decimos se refiere igualmente a la política gubernamental. Si el movimiento sindical se convirtiese en instrumento del gobierno de los explotadores, su acción devendría en contraria a los intereses de los trabajadores, determinando que estos se alejasen del sindicato haciendo inaplicable la democracia sindical.

La experiencia de todos los países y muy especialmente nuestra propia experiencia, confirman a cada paso lo que acabamos de explicar. Cada vez que los gobiernos dictatoriales han pretendido imponer su voluntad sobre el movimiento sindical, este ha resistido heroicamente a tal presión. Y, cuando no ha podido resistir con éxito, se ha dividido y debilitado. Del mismo modo, cada vez que ha sucedido lo que sucede ahora con la C.T.P., o sea el predominio de una política partidaria, exclusivista, y al servicio de los enemigos de la clase obrera, tal política solo ha podido imponerse a costa de la renuncia a la lucha por los intereses del proletariado, haciendo peligrar la unidad sindical y abandonando totalmente la democracia interna.

En resumen, la política del movimiento sindical solo puede ser una POLITICA INDEPENDIENTE DE CLASE, es decir, una política no partidaria ni gubernamental, que responda exclusivamente a los intereses de clase del proletariado. Esto se aplica, por supuesto, a los países donde impera la explotación del hombre por el hombre.

 

7.

CONCLUSIONES

Los cuatro principios del sindicalismo clasista, que hemos enumerado y explicado, surgen del contenido esencial de la misma lucha de la clase obrera. Los cuatro son inseparables y sin ellos no sería posible garantizar que el sindicato cumpla eficazmente con la función que dio lugar a su nacimiento y que está llamado a desempeñar en todo instante. En nuestro país se hace más necesario que nunca, luchar porque se apliquen estos principios, ya que el proletariado peruano es objeto da una intensa ofensiva de las clases explotadoras y del imperialismo norteamericano dirigida principalmente contra su unidad y contra sus derechos sociales y constitucionales. Los enemigos del proletariado peruano yen que esta clase crece día a día y adquiere rápidamente una clara conciencia de su rol histórico. No pudiendo impedir este proceso, tratan de detenerlo o desviarlo, utilizando para ello a elementos traidores encargados de dividir sus filas y de desmoralizarlas hasta lograr su derrota. Contra tales factores negativos sólo cabe responder aplicando estrictamente estos cuatro principios.

 

 

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[1] Confederación de Trabajadores del Perú. [N. de marxists.org]

[2] Referencia al primer capítulo del libro. [N. de marxists.org]

[3] apristas: Del movimiento reformista Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) fundado y liderado por Víctor Raúl Haya de la Torre, quien sostuvo polémicas con José Carlos Mariátegui. [N. de marxists.org]

[4] acciopopulistas: Del partido centro-derechista Acción Popular, liderado por Fernando Belaúnde Terry, quien sería Presidente de la República en dos ocasiones (1963-1968 y 1980-1985). [N. de marxists.org]

[5] apristas rebeldes: De APRA Rebelde, fracción radicalizada por los aconteceres de la Revolución Cubana, expulsados en masa del Partido Aprista Peruano. APRA Rebelde pasó a formar el Ejército de Liberación Nacional que protagonizó la infructuosa gesta armada de corte foquista de 1965. [N. de marxists.org]