-Comprendemos bien los efectos nefastos de la política económica y de la política de abastecimiento del Frente Popular, pero el sentimiento de tener delante un enemigo común, esta espada de Damocles suspendida
sobre la cabeza del antifascismo, que se llamaba Franco y que amenazaba con barrerlo todo, ¿no acercó a las distintas corrientes? ¿No buscó el gobierno, delante del peligro que le amenazaba, , reconstituir una verdadera unidad de lucha? La prensa del Frente Popular ha presentado al gobierno del doctor Negrín como un gobierno de Unión Nacional. ¿La actitud del gobierno Negrín era realmente democrática?
-Bromeáis, pero hacéis bien de preguntarme esto. Me da la ocasión de hablar de la represión y en general del "orden
republicano".
En cuanto a la Unión Nacional, los obreros franceses saben lo que es: Poincaré y Doumergue: al obrero se le toma el pelo y el burgués se aprovecha. La unión entre el burgués y el proletariado es imposible.
Como veis, soy incorregible y repito varias veces la misma idea, pero es una idea que haría falta enraizar en la cabeza de cada explotado.
Si se trata de la Unión Nacional tipo Negrín, difiere evidentemente, fundamentalmente, de la de Poincaré. Socialmente,
estaba suspendida en el aire y el doctor estaba, como quien dice, entre dos sillas, lo que no quiere decir que entretanto no engañara al proletariado, y persiguiera, arrestara, y a menudo asesinara, a sus mejores militantes.
Las hazañas de Negrín y Comorera en ese terreno son ya algo conocidas en el extranjero. La sangre de Andreu Nin, de ese ángel del anarquismo que fue el profesor Berneri, de Domingo Ascaso, de nuestros queridos Erwin Wolf, Moulin, de millares de otros, han manchado para siempre las manos sangrientas de los estalinistas y de aquellos que, como Poncio Pilatos, se han lavado las manos y han dejado hacer.
Trataré de resumir brevemente cómo funcionaba la policía del Frente Popular y cuál era la orientación y el sentido de las medidas represivas del gobierno.
Como ya se ha explicado, los acontecimientos de mayo de 1937 determinaron un giro en la evolución de la España republicana. Mayo de 1937 fue el desarme del proletariado, la destrucción de todas las organizaciones independientes de la clase obrera y entre otras de las Patrullas de Control.
Las Patrullas de Control han sido un auténtico organismo de la clase obrera nacido en la fiebre de las ardientes jornadas de julio de 1936. Eran destacamentos obreros bajo el control de las organizaciones proletarias encargados del mantenimiento del orden público. Al principio, en las Patrullas de Control estaban representados todos los partidos antifascistas,
los comunistas y el PSUC incluidos. Conforme a la política general del Frente Popular, estos últimos se retiraron voluntariamente de las Patrullas de Control y lucharon después por su disolución. En su mayoría estaban formadas por miembros de la CNT-FAI. El POUM también tomaba parte en ellas. Aunque podemos criticar muchos defectos de estos organismos (lenidad, descentralización que resultaba de la orientación anarquista...) debemos sin embargo constatar que constituían un embrión y un elemento de poder proletario. Eran en todo caso un organismo antifascista fiable en un cien por cien. Fue destruido por los "realistas" jefes del Frente Popular y reemplazado por la policía burguesa reconstituida gracias a los esfuerzos combinados de republicanos, socialistas, estalinistas y también de los jefes anarquistas.
La reconstitución del "poder fuerte" burgués (en realidad sólo ha sido fuerte contra el proletariado revolucionario) no ha hecho más que servir a los fascistas y a los verdaderos agentes de la quinta columna.
En adelante, todo el mundo podía ser arrestado en Barcelona como espía o sospechoso, salvo los verdaderos agentes de Franco y los auténticos espías. Esto parece una paradoja, pero era así. Algunas excepciones a esta regla general sólo la confirman.
La represión que siguió a mayo de 1937 tenía un claro sentido de clase. Eran los girondinos, y detrás de ellos los
elementos reaccionarios de todo tipo, los que levantaban la cabeza. Se vengaban de los obreros revolucionarios y de los combatientes del 19 de julio. Se vengaban de los miembros de la Patrullas de Control, de los malditos comités, nacidos durante los primeros días de lucha. Eran los burgueses los que levantaban la cabeza. Se escondían, es verdad, detrás del antitrotskismo, y escuchaban con simpatía las letanías estalinistas, pero esto no cambia nada; en el fondo, no
hace más que confirmarlo.
Un ejemplo entre mil para ilustrar el carácter de clase de la represión que ha seguido a mayo de 1937.
En la primera mitad de agosto de 1937 se fusiló en Lérida al comisario político del POUM, Mena.
¿Quién era Mena? Un militante y luchador del proletariado en el mejor sentido de la palabra. No podré hacer su biografía
pues no dispongo de datos suficientes. Pero tuve el honor de conocerle en febrero de 1937, cuando me guiaba, aún como maestro, visitando el castillo de Lérida. Aún veo sus ojos llenos de fuego, y recuerdo la escena inolvidable cuando me hizo entrar en la sala de la fortaleza diciendo: " Aquí encerré en las primeras semanas después de julio a todos los fascistas y burgueses de Lérida. Debían hacer lo que les ordenaba. Si alguno murmuraba sabía lo que le esperaba". Y señalaba su revólver. Después, con gestos, reconstruía los momentos en que los honorables burgueses de Lérida detenidos debían, a la hora de comer, hacer cola con sus escudillas. Cuando Mena contaba esto, sus ojos reflejaban todavía la satisfacción: ¡era la de un obrero que había sido siempre perseguido, había pasado por las prisiones y por la emigración y que tenía ahora entre sus manos a los cebones de Lérida!
Fue uno de los primeros comisarios políticos de la España republicana. Fue uno de los primeros en entrar en el castillo de Lérida el 19 de julio. ¡Y no era fácil! En el castillo había militares sublevados. Mena, a la cabeza de los obreros, se lanzó al ataque de la fortaleza. Con un fusil primero, después con un fusil ametrallador, subía los peldaños que conducen a la torre. Limpiaba la escalera.
Después de julio, siendo comisario político de la fortaleza de Lérida, defendió siempre los intereses de los soldados.
Este combatiente sabía odiar. Se comprende que fuera también odiado, y que sus enemigos sólo esperaran la ocasión para
vengarse.
No conozco las circunstancias de su asesinato. Los camaradas del POUM que le conocían bien, sobre todo los de Lérida, explicarán algún día este episodio con detalles. Me enteré en el mes de agosto, en el frente en las cercanías de Quinto, de que había sido ejecutado en el castillo mismo. Me enteré leyendo "El Noticiero Universal". He aquí más o menos cómo el periódico republicano relataba en la rúbrica de sucesos la ejecución de Mena. "Después del juicio, conocido el veredicto,
Mena pidió ser enviado al frente para poder morir por una bala fascista. Para apoyar su petición alegó el haber sido el
primero en tener el honor de llevar el título de comisario político después de julio".
He aquí la información del "Noticiero". Mena fue asesinado ni más ni menos que por la coalición de los estalinistas y
los burgueses de Lérida.
Cuando volví a pasar por Lérida en diciembre de 1937 hablé con los obreros sobre la suerte de Mena, que diez meses antes,
había sido mi guía en el castillo. Los obreros de Lérida no le han olvidado. Explicaban su asesinato sobre todo por el hecho de que había asumido la defensa de los soldados contra los oficiales "republicanos". Un militante de la CNT que era más bien su enemigo y adversario político de la localidad me dijo: "¡Era un verdadero luchador!"
Al recordar a combatientes como Mena, a veces se siente vergüenza de no haber sido asesinado con ellos. Es verdad que nos queda la sagrada misión de vengarlos. Si he mencionado la suerte de Mena[1] no es sólo para hacer vivir el recuerdo de este héroe del proletariado, sino más bien para servir a la causa por la que Mena
subió las escaleras del castillo en julio, y por la cual fue asesinado, un año después. Esta causa, la causa de la revolución
proletaria mundial, exige que se informe en el extranjero de cuáles han sido las víctimas de la represión stalinista-burguesa
de mayo. Multiplicad a Mena por cien, por mil y por varios miles, poned en su lugar a un militante de la CNT o de la FAI y comprenderéis contra quién estaba dirigida la represión que siguió a mayo.
Después de mayo, el POUM fue puesto fuera de la ley. En cuanto a la CNT y sobre todo a la FAI y a las Juventudes Libertarias, fueron sistemáticamente engañadas y perseguidas. Muchos de sus militantes han sido vilmente asesinados, otros encarcelados. En la carta del secretario del Comité Regional de la CNT, Doménech, dirigida hacia el mes de noviembre
de 1937 a su Excelencia el Presidente de la República, Azaña, redactada en un tono suave y lacrimoso, que recuerda enormemente la petición dirigida al zar por los obreros que se dirigían con Gapón hacia el Palacio de Invierno[2], se constataba que en las prisiones gubernamentales había tantos
prisioneros antifascistas como en tiempos de Gil Robles. Es difícil admitir que Doménech, que era muy paciente y tenía el hábito de quedarse mirando tranquilamente cómo fustigaban a su organización, exagerase. Este anarquista decía la verdad e imploraba la comprensión y la gracia del señor Azaña, es decir, de la burguesía.
"¡Ni burlas ni llantos, comprensión!" El terrible "anarquista", ex consejero de la Generalitat y secretario del Comité Regional de la CNT, estaba muy molesto.
Este ex ministro no se contentaba con seguir de "ex", quería volver a ser ministro. Los pocos meses durante los Cuáles este "antiestatista" pudo gozar de una cartera no pasaron sin dejar huellas. Imbuido de una ideología pequeñoburguesa, el "realismo" necesario de un hombre que tiene responsabilidades y de un ministro que no puede contentarse con hacer discursos demagógicos, sino que debe servir activamente al capital, se le imponía.
La "unidad" y las "razones de Estado" compartidas también por la CNT exigían "encajar" y permitir que se persiguiera impunemente a los miembros de la organización. Pero, por otra parte, Domenech recibía diariamente comunicados de las diferentes localidades sobre la detención de militantes. Estos militantes libertarios eran incorregibles: querían simplemente la libertad y protestaban porque habían estado encerrados desde hacía sólo algunos meses[3].
En la persecución del gobierno, es decir, de la coalición estalinista-burguesa contra la CNT, había también un método.
El fin de esta persecución sistemática, como siempre en casos parecidos, era domesticar a la CNT y hacerle sentar la cabeza. En este método educativo se alternaban las patadas con los cumplidos. Negrín, Companys e incluso Comorera se daban cuenta de que sin la CNT (una organización de masas que tenía con ella a la mayoría aplastante del proletariado catalán y a lo más selecto de los elementos combativos), la guerra antifascista era imposible. Esto no quiere decir que quisieran y trabajaran por una colaboración honesta con la central sindical revolucionaria de España. Era imposible una colaboración franca y leal con Negrín-Comorera por su orientación general: ganar el corazón de Chamberlain y del capitalismo "democrático". Ahora bien, ante un embajador de Inglaterra, la CNT les hacía avergonzarse. Pero ir hasta el fin contra la CNT, como contra el POUM, era también imposible, era provocar la derrota inmediatamente. Los estalinistas intentaron ir por esta vía, y la GPU tenía ya en cartera un proceso contra la CNT a la que se quería acusar de colaboración con la quinta columna.
Hacia agosto-septiembre de 1937 (eran los meses en que el gangsterismo estalinista estaba en Cataluña en su apogeo) apareció un comunicado del Buró Político del PC en el cual se decía que "ciertos elementos extremistas", de acuerdo con la quinta columna, preparaban otros movimientos del mimo tipo que los de mayo: Esto ocurría después de la disolución del POUM. Ahora le tocaba a la CNT. Se publicó en la prensa de la época una polémica seguida de un intercambio de cartas entre la CNT y el PCE.
Pero el PCE no siguió por este camino. Así que no se puso a la CNT en la ilegalidad, como al POUM, pero se le escupía
en la cara cada cuatro días. La dirección de la CNT decía: "Gracias"; a veces se sacaba el pañuelo y dejaba correr algunas
lagrimas invocando la justicia y los servicios prestados en el pasado a la causa antifascista ("fuimos nosotros los que salimos el 19 de julio"), y también los servicios prestados a la burguesía en mayo de 1937 con su traición y su "Alto el fuego". Pero el reconocimiento interviene raramente en la vida y menos aún en esta "sucia" política. El que la CNT "encajara" con tal bondad no hacía más que incitar al dúo Negrín-Comorera a continuar con sus amigables patadas contra la CNT.
En cuanto a la base de la CNT, el Comité Nacional y el Regional querían insuflarle paciencia recordándole que: 1)
Existe la guerra, por tanto hay que soportarlo todo. Para muchos esto quería decir: "primero ganar la guerra y después salir de las prisiones"; 2) El reino de Dios no es de este mundo, es decir: vivimos en una sucia atmósfera rodeados de politicastros. En el paraíso del comunismo libertario nos desquitaremos; 3) Tal fue siempre la suerte de los anarquistas:
sufrir, ser perseguidos y continuar en la cárcel. Era conmovedor, romántico, pero no convencía siempre a los prisioneros.
El gobierno perseguía a los elementos revolucionarios de la CNT, su ala izquierda, a "Los amigos de Durruti", a los elementos revolucionarios de las Juventudes Libertarias y de la FAI, detenía también de vez en cuando a algunos reformistas de los Comités dirigentes, para que aprendieran. Estos últimos salían de la prisión al cabo de unos meses de cura, más prudentes de lo que habían entrado. Al mismo tiempo, los dirigentes comunistas y republicanos hablaban de "unidad" y a veces incluso se abrazaban tiernamente con los representantes de la CNT en los mítines públicos, cuyo fin era demostrar a las masas que reinaba una perfecta armonía entre las dos centrales sindicales y que una atmósfera de tranquilidad reinaba en el matrimonio. El método educativo de Negrín-Comorera sirvió para algo. La dirección de la CNT se volvió más juiciosa, aprendió a dominar sus impulsos, hasta tal extremo que el mes de abril de 1938 se le podía ofrecer de nuevo una cartera, porque se tenía la seguridad de que no constituiría un obstáculo para la política reaccionaria del gobierno. En adelante lo aprobó todo sin protestar y volvió a ser parte integrante del Frente Popular.
Esta persecución del gobierno de Negrín se traducía no sólo en los asesinatos y los arrestos, sino también en el cierre de los locales sindicales, los registros, una censura que no dejaba pasar ninguna crítica siquiera ligera, y sobre todo aquellas que podían no gustar a los representantes diplomáticos de Francia e Inglaterra, si se molestaban por azar en leer la prosa del Frente Popular.
He dicho que la dirección de la CNT practicaba la doctrina de no-resistencia al mal, ofrecía la mejilla derecha cuando le pegaban en la izquierda. Pero no quisiera que se me entendiera mal. La dirección de la CNT, como por otra parte los estalinistas y los reformistas en general, mostraban esta blandura en sus relaciones con la burguesía de izquierda y con el gobierno; pero estaba dotada, por el contrario, de una energía juvenil cuando se trataba de combatir a los revolucionarios. Esto es normal y está dentro de la lógica de las cosas. Los reformistas están siempre postrados ante el capital, pero en cambio son muy decididos contra los revolucionarios cuando estos últimos dicen la verdad y denuncian sus crímenes.
Así, el Comité Regional, a pesar de su ultrademocracia anarquista, que le gustaba oponer a los métodos bolcheviques de
organización, decidió excluir de la CNT (una organización sindical) al estilo americano, es decir, en 24 horas; a todos los miembros de los "Amigos de Durruti", viejos militantes que habían arriesgado en varias ocasiones su vida por la CNT y la FAI, porque decían algunas verdades sobre la traición de la dirección cenetista y de los "antiestatistas" como García Oliver durante las Jornadas de Mayo.
Que la medida de exclusión no pudiera ser enteramente aplicada a continuación, no es culpa ni de Mariano Vázquez, ni de
Doménech[4], sino el resultado de la existencia de un ala revolucionaria en la CNT: la base de la CNT odiaba a la dirección anarquista; y no solamente la base, sino también los cuadros medios, hablaban con desprecio de la "Casa grande", la sede del Comité Regional.
La dirección de la CNT reaccionó sin energía frente a la persecución contra el POUM. Los tardíos lamentos, como el de Santillán[5], no cambian en nada el hecho de que asistió pasivamente a las hazañas de los estalinistas y a su gangsterismo.
En cuanto a nosotros, los bolcheviques-leninistas españoles, podemos recordar que cuando el representante de nuestro grupo español se dirigió al Comité Regional para intentar obtener una intervención a favor de nuestros prisioneros, en el mejor de los casos sólo le presentaron condolencias, y en otros se extrañaron de nuestras gestiones ya que nuestros camaradas sólo llevaban algunos meses en prisión.
Para ser exactos, hay. que recordar que nosotros encontramos más comprensión entre ciertos burgueses de izquierda.
Como ya hemos dicho, la dirección de la CNT dejaba perseguir no sólo a los bolcheviques-leninistas y a los poumistas, en suma, a los "politicastros", sino también a sus propios militantes.
Así, cuando fue asesinado Berneri, fue precisa una fuerte presión de la base para que "Solidaridad Obrera" hiciese pública una nota sobre su asesinato. Incluso Aurelio Fernández, un dirigente anarquista ministrable, jefe de la policía catalana de julio a mayo, ha pasado varios meses en la cárcel sin que la dirección cenetista emitiese una protesta seria ¿Qué podía hacer pues la dirección de la CNT ante la detención de uno de sus militantes de base que incluso criticaba en algunas ocasiones a esa dirección?
Los dirigentes cenetistas estaban por lo demás más tranquilos cuando unos cuantos miembros de su organización, sobre todo extranjeros de la oposición, permanecían en la cárcel Modelo y no en la Vía Durruti; en la sede del Comité Regional.
El argumento central de la dirección cenetista, que debía justificar esta falta de resistencia ante el mal, era el mismo que el de los stalinistas y el del Frente Popular en su conjunto: "Primero hay que ganar la guerra".
Pero para ganar la guerra era necesario arrastrarse ante el capitalismo extranjero, inclinarse y limpiar los zapatos a los burgueses demócratas, dejar destruir sistemáticamente todas las conquistas de julio y dejar, además de otras cosas, en la cárcel a los militantes obreros. Todo esto daba sin duda valor a los obreros para "resistir".
Cuando fui detenido durante las jornadas de mayo; conocí a un joven de 17 años, casi un niño, miembro de las Juventudes
Libertarias. Había sido detenido durante las jornadas de mayo y se le habían encontrado bombas en los bolsillos. Temía que
lo fusilaran, lloraba y llamaba sin cesar a su madre. Después de su detención pasó varios meses en la cárcel.
Lo encontré un año más tarde en las Ramblas. Mi compañero tenía una expresión de júbilo, había obtenido de sus padres la autorización para presentarse como voluntario e ir al frente. ¿Ha caído luego este joven combatiente de mayo bajo las balas fascistas? No lo sé. En todo caso a pesar de las persecuciones del dúo Negrín-Comorera; sabía cuál era el deber de un proletario ante el fascismo; a pesar de la represión del Frente Popular no se dejó arrastrar por el rencor y, aunque no eran precisamente su fuerte las generalizaciones sociológicas, comprendía y sobre todo sentía que, independientemente del carácter reaccionario del gobierno de Negrín, era necesario combatir a Franco con las armas[6].
Pero la aplastante mayoría de los obreros catalanes y españoles no reaccionaba -y no podía hacerlo- como mi joven amigo, el cual había comenzado su carrera revolucionaria en las barricadas de mayo "con bombas de mano".
La represión contra el proletariado por el gobierno del Frente Popular destruía sistemáticamente la moral de la retaguardia ¡y se hablaba constantemente de la necesidad de mantener la moral de la retaguardia, de la necesidad de hacer renacer el entusiasmo del 19 de julio!
"Solidaridad Obrera" publicaba casi a diario artículos pidiendo a los obreros que fuesen siempre tan entusiastas como el 19 de julio. Dichos artículos evocaban el "espíritu del 19 de julio". Los ingenuos y sentimentales idealistas que redactaban esos artículos no se daban cuenta de lo ridículo de sus llamamientos. No sabían que para que haya espíritu debe existir el cuerpo. Para el entusiasmo del 19 de julio, era necesaria la relación de fuerzas y la situación del 19 de julio, es decir, aquella en la que el proletario se sentía el amo.
¿Se puede combatir con entusiasmo al enemigo fascista cuando no se sabe si se pasarán los días de permiso (que un miliciano esperaba siempre) en las cárceles republicanas como sospechoso o como trotskista? ¿se puede combatir con la tenacidad y el espíritu de sacrificio imprescindibles cuando se tiene a un hermano o un primo, antifascista probado, en la cárcel, o cuando acaba de salir de ella? Pocos son los hombres capaces de reaccionar como lo hizo mi amigo, el joven
libertario que antes mencionaba.
¡Escucho aún esas conversaciones que se oían en todas partes y que reflejaban la moral de la clase obrera! Estas conversaciones esclarecen un poco más las razones que han determinado que Barcelona fuese cedida sin resistencia y que la ciudad de las barricadas cayese sin barricadas. "¡Ah, ahora cuando llegue el combate me quedaré tranquilamente en casa!" "¡Que salgan a la calle los de "arriba"!", decía un combatiente de las barricadas del 19 de julio.
La consigna del doctor Negrín "Resistir"[7] era objeto de chistes no sólo de parte de los fascistas y de la quinta columna, de la que tanto han hablado los comunistas al tiempo que la favorecían, sino también de los valientes obreros. "¿Yo he de "resistir", cuando los demás se burlan de mí a cada instante? ¿cuando los demás están sonrosados como una joven o un bebé mientras yo me aprieto el cinturón cada día más?"
"¿Debo resistir yo cuando un ex miembro de la CEDA[8], fascista apenas encubierto, tiene más peso que yo que estuve en el asalto de las Atarazanas o en otro cuartel el 19 de julio? ¿Resistir yo cuando mis camaradas siguen aún en la prisión republicana, eso sí? En el fondo siempre he sido un explotado. El obrero siempre ha sido engañado, y así se trate de Negrín o de Franco, seguirán tomándome el pelo. ¡Que Negrín y Comorera "resistan" un poco!" E incluso, cuando se leían los llamamientos de la CNT-FAI, firmados por García Oliver o Vázquez, pidiendo a los obreros que se dejasen matar en su sitio antes que ceder terreno al enemigo, se reían de las frases que pedían a los obreros
"toda su sangre", los mismos militantes cenetistas reían. ¿Qué podía esperarse pues de los obreros de base?
"Toda su sangre", es textual. A pesar de sus buenas intenciones, que no podemos sino aprobar, los autores de esos llamamientos se imaginaban que el obrero da su sangre a cada instante y con más facilidad que una buena vaca da leche. No se daban cuenta que para que el obrero dé "toda su sangre" debe estar firmemente convencido de que lucha para liberar a sus hermanos. Tal vez sea una lástima, ex-ministro García Oliver, pero el obrero no es un grifo que se abre cuántas veces
se desee para que salga el líquido rojo. Para llevar a los obreros a hacer sacrificios es necesario tener una política revolucionaria. Sí, política, aunque esta palabra le cause horror. La espontaneidad del 19 de julio sólo se reproduce en situaciones excepcionales y para mantenerla hace falta algo más que los llamamientos al entusiasmo.
"Resistir", pero ¿con qué perspectiva? ¿Ser dueño de las fabricas e instaurar un régimen sin explotadores ni explotados? No. Eso sería trotskismo criminal. "Resistir", pedían Negrín y Comorera a los obreros de Barcelona, para tener en lugar
de una prisión franquista una prisión republicana funcionando según todos los preceptos del código penal y del régimen
penitenciario. Resistir para que sean respetados el gobierno legal, la constitución y los tratados. ¡Resistir con la esperanza de que un día el frío corazón de Chamberlain se ablande y venga en nuestra ayuda!
Las frases que he citado más arriba no han sido inventadas por mí, las escuché en mi fábrica y eran pronunciadas
por obreros que estuvieron en las barricadas el 19 de julio.
En resumen, podemos llegar a la misma conclusión que en el análisis de la política del Frente Popular en otros terrenos.
Negrín-Comorera y su Frente Popular trabajaban, con su política de "orden republicano", por el fascismo.
A pesar de su actitud rastrera, de sus halagos y de sus bajezas, el señor Chamberlain permaneció impasible. A pesar de la represión que aseguraba que "el orden reina en Barcelona", para este gentleman la España "gubernamental" seguía estando mal gobernada y los republicanos eran unos "rojos".
"¡Pero, veamos, no hay comunistas en el gobierno, y si los hay son sólo dos que no son malos chicos, sino buenos patriotas, tenemos incluso un católico en el gobierno. Ya se celebra misa en Barcelona. De momento, sólo para los vascos, pero pronto las iglesias funcionarán normalmente. Señor Chamberlain, escuche usted las emisoras del gobierno y ya no escuchará la Internacional sino simplemente himnos patrióticos como los que se cantan en su país. ¡No, señor Chamberlain,
no somos "rojos": ¡Temblamos ante la sola idea de tener un color parecido!; ¡Si hemos cometido algunos excesos después del
19 de julio no fue culpa nuestra! En cuanto hemos podido hemos vuelto a encerrar en las cárceles a esos anarquistas y a esos poumistas. ¡Si hemos pecado, perdónenos; compréndanos y venga en nuestro auxilio!".
Pero una vez más esta súplica fue en vano. Ese galanteo siniestro, que el proletariado ha pagado caro, no sirvió de nada.
El señor Chamberlain prefirió Franco a Negrín, el fascismo al régimen del Frente Popular, pero toda esa tragicomedia
desarmó al proletariado, destruyó su energía y aniquiló su combatividad.
La represión, "el orden republicano", el gangsterismo stalinista, no tuvieron como único efecto el asesinato de algunos miles de militantes y el "aplastamiento del trotskismo"; repitámoslo: esa represión le abrió el camino a Franco.
[1] A Mena lo conocen muchos camaradas franceses, sobre todo miembros del PSOP (PSOP: Partido Socialista Obrero y Campesino, partido socialdemócrata de izquierda constituido en Francia en los años 30, bajo la dirección de M. Pivert, y miembro del Buró de Londres. N. d. E.) porque emigró después de octubre del 34 y pasó algún tiempo en Francia, en la región parisina. (N.d.A.)
[2] Se refiere a la manifestación del 5 de enero de 1905, de obreros de San Petersburgo, organizada por el pope Gapón, y que fue salvajemente ametrallada por la policía zarista, episodio que abrió paso a la revolución rusa de 1905 (N. D. E.)
[3] En una asamblea de la CNT en Barcelona, en la sala Olimpia, Mariano Vázquez, secretario nacional de la CNT, fue recibido con gritos de "¡presos!" que le impidieron hablar durante un buen rato, pero el "anarquista" se hizo el sordo y no dijo una palabra sobre la minucia de las cárceles republicanas. (N.d.A.)
[4] El primero; secretario del Comité Nacional, el segundo del de Cataluña de la CNT. (N.d.A.)
[5] En su libro Guerra y revolución en España, Abad de Santillán "lamenta" que la CNT permitiera la persecución estalinista contra el POUM:
[6] Como ejemplo de una actitud opuesta, me permito recordar lo que me decían algunos "izquierdistas", a los que los ignorantes confundían a veces con la IV Internacional: "¿Merece la pena ir al frente y arriesgar la vida por la República democrática de Largo Caballero o de Negrín?" Muchas veces ese "izquierdismo" enmascaraba una pura y simple cobardía. Entre esos "izquierdistas" y nosotros hay un abismo. (N.d.A.)
[7] "Resistir". Por ejemplo, a las avellanas se las llamaba "píldoras del doctor Negrín para resistir". Las avellanas eran uno de los pocos alimentos que aún podían encontrarse en Barcelona en otoño de 1938 (N.d.A.)
[8] CEDA: Confederación Española de Derechas Autónomas, partido de la derecha reaccionaria, con fuertes simpatías por el fascismo, dirigido por Gil Robles (N. d. E.)