Es importante precisarlo, pues el cuadro de estos acontecimientos, tal como lo presentan los jefes stalinistas y reformistas del Frente Popular, es falso.
¿Qué os han dicho en Francia diariamente durante casi 30 meses, en "L'Humanité" y "Le Populaire"? Que existían
en España una república democrática y un gobierno legítimo que conducían a este bello país hacia el progreso y la felicidad. Pero un día los generales perjuros (es más o menos como la revuelta de los diablos en el cielo que ha engendrado el mal sobre la tierra, y que sirve a la Iglesia para acomodar el dogma de que Dios es todopoderoso e infinitamente bueno) se rebelaron. Estos agentes de Alemania y de Italia sumieron al país, que estaba en la vía floreciente de la democracia, en la mortífera guerra civil. La guerra civil ha sido sobre todo impuesta a los españoles (a pesar de su temperamento impulsivo, estaban hechos para entenderse) por el extranjero y por los agentes de Mussolini y de Hitler. Son ellos los que han roto esta unidad de la nación española en buen camino, sobre todo después de las elecciones victoriosas del Frente Popular español de febrero de 1936. Así pues los generales al servicio extranjero se rebelan. Todos los demócratas, los obreros, los campesinos, los pequeños burgueses, los mismos burgueses, que ponen por encima de su interés egoísta el interés superior de la democracia y de la nación, salen a la calle, dan su sangre por el gobierno democrático, constitucional y legítimo de España, al que salvan el 19 de julio de una situación embarazosa. La segunda guerra de independencia comienza en España. Es una guerra sobre todo nacional contra los países extranjeros, para proteger la integridad del Estado español, de sus colonias y protectorados. En fin, aunque "la causa de España fuera la causa de toda la humanidad progresiva y avanzada"
[1] no hay en España guerra civil, ni guerra de clase, sino sólo una guerra contra el invasor extranjero.
Esta concepción, que encontró su expresión completa en los trece puntos de Negrín aprobados (no lo olvidemos), no
sólo por los stalinistas, sino también por el representante de la CNT en el gobierno, ha sido repetida urbi et orbi miles de veces. Esta concepción también tenía, por lo demás como objetivo ganar el corazón de Chamberlain.
Volviendo a la economía, según la imagen de los dirigentes del Frente Popular, ésta ha sido evidentemente alterada por la revuelta de los generales. Los obreros y los campesinos se vieron obligados a ocupar ciertas fábricas
[2], y a trabajar la tierra, pero fue porque los propietarios fascistas y otros burgueses de color indeterminado habían huido. En cuanto a estos últimos, lejos de ser fascistas, lisa y llanamente eran burgueses, y cometieron una gran tontería, huyendo a consecuencia de su incomprensión del carácter real del conflicto español, que estaba tan bien explicado en las tesis de Dimitrov
[3] y José Díaz
[4]. Fueron esta incomprensión y este equívoco los que les indujeron a emigrar, ya fuera a la zona fascista, ya al extranjero... No había pues ninguna revolución en España
[5]
(invención de los trotskistas que, con sus teorías, servían al fascismo), sino únicamente la defensa del legítimo gobierno
y de los derechos consagrados por la Constitución y los Códigos.
Conocéis el cuadro, ya que os habéis molestado en leer diariamente la prensa del Frente Popular. Ahora dejadme explicaros la verdad.
Como marxista creo que el proletariado no tienen ninguna razón para cerrar los ojos. Debe mirar la realidad de frente, "cara a cara", como se dice en español. La superioridad del sistema marxista, materialista y científico, sobre todos los sistemas idealistas, consiste precisamente en que parte del análisis exacto de la realidad económica y política, de las contradicciones reales entre las clases sin preocupaciones sentimentales a priori, para indicar al proletariado la vía a seguir. Pero es verdad que no había marxistas entre los doctores del Frente Popular.
Mi análisis del conflicto español parte de la constatación de la principal y esencial contradicción de nuestra época;
a saber, el conflicto que opone a las dos clases fundamentales de la sociedad contemporánea: el Proletariado y la Burguesía. La burguesía existía y gobernaba en España antes del 19 de julio bajo el régimen de Frente Popular, después de su triunfo electoral de febrero como gobernaba en Francia bajo todos los gobiernos de Frente Popular (y no se sentía mal), como gobernó en Rusia con un gobierno de otro Frente Popular, el de Kerenski en 1917, antes que los "agentes de Alemania" Lenin y Trotsky lo echaran.
Pero España es un país atrasado, quizá no tanto como la Rusia zarista, pero que en muchos aspectos se le parece. La burguesía española, el capital financiero, gobiernan pues como gobiernan en este momento en Lituania, agrícola y atrasada, o en las islas Filipinas. Pero la burguesía española gobierna sin haber hecho una revolución burguesa, como la que tan bien hicieron los jacobinos en Francia en 1789. La burguesía española llegó al poder tras una serie de compromisos con el feudalismo. Las castas reaccionarias, los terratenientes, la Iglesia (potencia económica, y no sólo moral y política,
en España), la casta militar, una burocracia muy poderosa, juegan un papel de primer plano en la vida del país y lo impiden avanzar en la vía del desarrollo capitalista. Añadamos a esto, como en la Rusia zarista, el papel decisivo del capitalismo extranjero, sobre todo el inglés y el francés, que tiene en sus manos las principales riquezas del país y por el que la burguesía española es estipendiada.
España estaba, en suma, como Rusia en 1917, ante la revolución burguesa; es decir, las tareas urgentes planteadas por las necesidades objetivas del desarrollo del país eran: la abolición de todos los restos de feudalismo, el reparto de las tierras entre los campesinos pobres, la supresión del poder de la Iglesia, de la casta militar, de la burocracia y también la liberación del país del dominio del capitalismo extranjero, el cual, sea inglés, francés o alemán, está precisamente interesado en el mantenimiento de la España atrasada con todos sus caracteres medievales.
Sin embargo, esta revolución burguesa no ha podido en España, como tampoco en Rusia, sea realizada por la burguesía española, débil y domesticada. La revolución burguesa sólo pudo ser dirigida por el joven, pero muy combativo proletariado español. Pero el proletariado español, para acabar con estos restos medievales, no podía pararse en la liquidación de estos restos de feudalismo, sino que debía acabar con el capitalismo, íntima e indisolublemente ligado los terratenientes y a la casta militar.
En suma, para sacar a España de su sueño más que secular, el proletariado español debía hacer su revolución
proletaria, establecer la dictadura del proletariado, y, orientándose hacia la ayuda de la revolución europea, comenzar la construcción de un poderoso elemento de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Tal era el dilema planteado en España, no por algunos tozudos doctrinarios, sino por el desarrollo objetivo del país. Quedarse atrás, como un país semifeudal, con su ignorancia y su esclavismo, o ir audazmente hacia adelante, hacia el socialismo. Tal era, tal es, aún hoy, la trágica alternativa para este país, donde se aplica precisamente la teoría de la revolución permanente.
Esta teoría, de la que encontramos embriones en Marx, y que ha sido magistralmente desarrollada por León Trotsky desde 1905 y después también magistralmente aplicada conjuntamente, a pesar de las distintas vías teóricas que les habían
llevado a ella, por Lenin y Trotsky en 1917, nos enseña que: durante el periodo imperialista del capitalismo decadente, las revoluciones democrático-burguesas del tipo de la Revolución Francesa de 1789 son imposibles. Corresponde al proletariado de los países atrasados tomar la dirección del movimiento para la liberación de estos países del feudalismo, y también del capitalismo.
La revolución política de abril de 1931 no había resuelto nada. La historia de esta república de "trabajadores de
todas las clases"
[6] es la historia de convulsiones permanentes.
El rey se marchó a divertirse en las salas nocturnas de las más bellas capitales europeas y dijo a las clases dominantes:
"arregláoslas". Esto no era fácil. La historia de estos cinco años, 1931-1936, es la historia de los complots permanentes de los militares, de golpes reaccionarios (Sanjurjo), de intentos de amordazar al proletariado por medio de una dictadura reaccionaria bajo cobertura parlamentaria (Gil Robles, Lerroux), de un lado, y de otro la de luchas heroicas del proletariado español, que tan pronto tomaban la forma de movimientos anarquistas, sin perspectivas, es verdad, pero que arrastraban
a capas importantes del proletariado, sobre todo catalán, como de movimientos de masas que fueron hasta la gloriosa Comuna de Asturias. Es la historia de los lock-outs, pero también de las potentes huelgas. Es la historia de las insurrecciones campesinas que tomaban forma de "jacquerie"
[7]. El país estaba en desequilibrio permanente. Los campesinos querían la tierra. La república "de trabajadores de todas clases", bajo la presidencia del Consejo del señor Azaña, les daba balas. La bonita república continuaba dando balas a los campesinos andaluces incluso cuando el señor Azaña, gracias a la victoria del Frente Popular, fue elevado a la magistratura suprema, la de la presidencia de la República. Esta defendía a los nobles y marqueses y su vida de señoritos. Los obreros se organizaban en fuertes sindicatos,
los patronos exigían medidas fuertes del poder. Las persecuciones contra las organizaciones proletarias fueron tan fuertes bajo Gil Robles-Lerroux como en los peores años de la dictadura de Primo de Rivera, y fueron hasta la sangrienta represión de la Comuna de Asturias. La República protegía a los generales de la monarquía, garantizando su situación, pero los generales no se sentían seguros porque tras de la República veían al proletariado. Y hacían a la República responsable del peligro revolucionario. Se hicieron leyes formales sobre la separación de la Iglesia y el Estado. Así se descontentó al clero que se sentía amenazado, pero no se tocó su potencia real, su potencia económica. En realidad, la República protegía a la Iglesia, pero la Iglesia le guardaba rencor por sus veleidades laicas. Y así interminablemente. ¡No se satisfacía a nadie, y se descontentaba a todo el mundo!.
Los impedimentos iban creciendo. El representante clarividente de la burguesía española, Gil Robles, se dio cuenta de que, con el parlamentarismo no había nada que hacer. Algunos meses antes del golpe de julio de 1936 salió del parlamento dando un portazo. Y esto era algo más que gesto. Era la ruptura de la gran burguesía con la democracia.
Los cinco meses de Frente Popular, febrero-julio de 1936, fueron unos meses de agitaciones que llegaron al paroxismo. Los generales, la Iglesia, la Banca, ayudados por el capitalismo extranjero, preparaban su golpe más fuerte. Los campesinos se rebelaban. Los obreros hacían huelgas y se impacientaban. Pero los jefes del Frente Popular aconsejaban esperar, siempre esperar, y tener confianza en el aparato de gobierno legítimo que era necesario apurar. Eran los obreros quienes debían tomar
la iniciativa, pero estaban paralizados por el Frente Popular.
Un freno semejante no existía al otro lado de la barricada. La reacción sentía el peligro de la revolución ascendente.
Mola, Cabanellas, Franco, han sido instrumentos de todas las clases reaccionarias. Tenían lazos con Hitler y Mussolini, pero también con el capitalismo inglés. Hitler y Mussolini buscaban y buscan evidentemente posiciones estratégicas en España. Se han servido y se sirven de Franco por razones imperialistas. Lo comprendemos tan bien como José Díaz y álvarez del Vayo; pero éste sólo es un aspecto de guerra civil española. ¡Y no el esencial!
El fin esencial era, y sigue siendo, para el capitalismo internacional, tanto en los países fascistas como en los democráticos, aplastar la "peste roja", es decir, aplastar al proletariado y garantizar, de la única forma posible, la continuidad de la explotación capitalista en un país donde la democracia burguesa no tenía ninguna posibilidad de subsistir. De ahí la "no intervención", la unidad (esta vez real) del capitalismo internacional, incluido el democrático. Este último podía ciertamente maniobrar contra su competidor fascista en España, enviando ocasionalmente ciertas cantidades de
armas
[8] para prolongar la matanza, pero no podía comprometerse a fondo... ni preservar a la clase obrera española del fascismo.
No negamos el papel de los agentes de Hitler y Mussolini en el desencadenamiento de la guerra civil, pero de ahí a explicar la guerra sólo por sus intrigas, hay una diferencia.
Si Hitler y Mussolini pudieran utilizar a Franco (y no es del todo seguro que sean sólo ellos quienes lo utilicen en el futuro)
[9] es porque había asimismo en España un conflicto de poderes: entre el fascismo y el proletariado. No han 'inventado a Franco en sus gabinetes, sino que se han apoyado en las fuerzas reaccionarias existentes en la misma España. La teoría que explica el fascismo por la intervención de los "agentes del extranjero", es tan ridícula como la teoría de los reaccionarios que explican cada movimiento revolucionario en no importa qué punto del globo por "las maniobras de los agentes de Moscú". Es una prueba más de la bajeza y la idiotez que han alcanzado los ideólogos del Comintern.
El levantamiento del 18 de julio fue el intento de devolver a España a su situación pasada y de detenerla brutalmente en la vía de su desarrollo.
El fascismo arrojó el guante. El proletariado lo recogió. No se levantó en defensa de una república podrida que lo
explotaba y que engendró al fascismo. Se levantó para liberarse.
[1] "La causa de España es la causa de toda la humanidad progresiva y avanzada", ésta es la gran frase de Stalin en su telegrama a José Díaz en 1936. Es la única frase y constatación... difícil que Stalin haya pronunciado sobre
España en tres años. Para tener semejante perspicacia era indudablemente preciso ser el jefe del proletariado internacional y un titán del pensamiento sin precedentes en el mundo. (N.d.A.)
[2] Se pretendía incluso ocultar a la opinión democrática que los obreros españoles habían tomado
en sus manos todas las fábricas importantes. Evidentemente, no se conseguía engañar a los capitalistas ¿demócratas?
de Francia e Inglaterra, que sabían cómo informarse sobre el lugar de los hechos, pero sí se consiguió, en cambio,
engañar al proletariado de los demás países. (N.d.A.)
[3] G. Dimitrov, comunista búlgaro, fue presidente de la Internacional Comunista bajo Stalin
[4] José Díaz, panadero sevillano, fue secretario general del PCE durante los años 30. Falleció
en la URSS, oficialmente por suicidio.
[5] Es sintomático a este respecto el artículo de un empleado del Comité Regional de la CNT, un tal Fortín, "Respuesta a Styr-Nhair", publicado en "La Révolution prolétarienne", en el que queda de relieve, con particular claridad, la miopía grotesca de un anarquista francés. (N.d.A.)
[6] De trabajadores de todas las clases" es la fórmula de la Constitución republicana española. (N.d.A.)
[7] Jacquerie, derivada del nombre de pila más común, Jacques, es el nombre con que se designa las insurrecciones campesinas medievales de Francia. Se caracterizaban por su carácter masivo y contagioso, así como por su violencia contra la nobleza. (N de A.)
[8] Ciertos traficantes de cañones servían armas a ambos bandos. Como decía Vespasiano, "Non olet" ("el dinero no huele"). (N. d A.)
[9] Si Franco triunfa, tendrá interés en cambiar de dueños. Con Italia y Alemania tendrá deudas. El acercamiento a las democracias, por el contrario, le permitirá pasar por caja. ¡No será fácil, porque Hitler y Mussolini
han tomado sus precauciones! Pero no valen precauciones ante la siempre cambiante relación de fuerzas. No somos profetas. Lo más probable es que Franco, victorioso, trate de jugar a la vez en dos tableros, igual que Polonia o Yugoslavia. (N.d.A.)