Pronunciado: El 17 de junio de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 10 de
febrero de 2016.
Buenas noches, estimados compatriotas:
Como es tradicional, estimo indispensable informar al país, sobre todo tomando en cuenta los acontecimientos que se han sucedido a partir del día viernes; estimo indispensable informar al país sobre la grave y difícil situación en que nos encontramos.
La verdad estricta es que está en marcha una subversión y en peligro el orden del Estado. Es conveniente recordar algunos hechos y antecedentes que confirman lo que estoy diciendo. El 4 de marzo marca un hito del intento de determinados sectores de la oposición para alcanzar una victoria en las urnas que les permitiera destituir constitucionalmente al Presidente de la República. Fracasaron estruendosamente. Desde ese instante han continuado, con su acción y sus tentativas, tratando de acentuar las dificultades de orden económico, creando la posibilidad de subvertir el orden.
Lamentablemente en esta actitud coinciden partidos de tradición democrática con otros que no la tienen y con grupos de posiciones ilícitas, francamente fascistas, como Patria y Libertad.
Los mecanismos que se han empleado han pretendido maniatar al Gobierno en todos los frentes. Para ello, fundamentalmente, la oposición ha actuado en el Congreso. Hemos visto acusar a 3 Ministros de Estado, a 4 Intendentes; la acusación contra los Ministros ha sido aprobada por la Cámara; ha sido suspendido el Intendente de Valparaíso; están por verse acusaciones contra 3 Intendentes y contra el Ministro de Economía, Fomento y Reconstrucción.
El Congreso ha intentado que se promulgue una Reforma Constitucional tramitada, a juicio del Ejecutivo, inconstitucionalmente. Se pretendió también, imponer un plebiscito al cual no podía convocarse por ser inconstitucional hacerlo. Se ha llamado insistentemente a resistir la autoridad, haciendo injustificados, arteros y permanentes ataques a las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones.
Santiago ha sido testigo de los desmanes Y atentados en las calles; atentados contra las personas; sabotaje en instalaciones; movilización de la desobediencia cívica y la resistencia civil.
Se ha ido aún más allá. Se ha pretendido paralizar nuestra economía agudizando las dificultades que se tienen en aprovisionamiento; acentuando los problemas que tenemos ‐y no lo negamos‐ en el abastecimiento de los hogares, en la distribución de los productos; se han hecho intentos de paralizar la movilización colectiva y, lo que es más grave, se ha estimulado cuanto economicismo ha nacido en sectores de trabajadores, como una manera de acentuar las dificultades que encierra el proceso inflacionista elevado que vivimos. En este aspecto se ha ido más allá y se ha buscado la manera de crear conflictos artificiales en distintas empresas, industrias y servicios públicos de importancia. Pero el hecho más relevante, más significativo, es el de El Teniente, que entro a analizar.
En octubre pasado, el Gobierno resistió un paro patronal subversivo que duró 27 días. El país fue testigo de la acción organizada y planificada de los sectores empresariales, a los cuales se agregaron los transportistas, el comercio minorista y los colegios profesionales. En aquella oportunidad, la lealtad de las Fuerzas Armadas a la Constitución y a la Ley; la decisión de los trabajadores, su firmeza, su voluntad; la actitud de los partidos que integran la Unidad Popular, hicieron que fracasara la subversión patronal. Básicamente allí se expresó la unidad de clase; los obreros, que comprendieron que su frente de trabajo no podía ser abandonado, aunque no fueran militantes ni simpatizantes de la Unidad Popular; los trabajadores, respondieron como clase a la actitud insolente de los sectores patronales y empresariales, vinculados directa o indirectamente al imperialismo.
Hoy día la táctica ha cambiado. Se ha buscado desde hace ya algún tiempo, posterior a marzo, el enfrentar a trabajadores contra trabajadores; crear conflictos donde hay sectores o focos de aquellos trabajadores que tienen una menor conciencia social o que tienen una definida posición política que los hace actuar como políticos y no como obreros y como trabajadores.
De allí entonces, que el hecho más significativo se ha expresado en el paro de El Teniente. Y a mí me interesa, ciudadanas y ciudadanos, que ustedes tengan un conocimiento cabal de cómo se originó este paro; las distintas etapas que se han ido sucediendo y cuál ha sido la actitud del Gobierno. El paro de El Teniente no solo preocupa porque se trata de la paralización parcial de una de las más importantes empresas del cobre, sino porque además tiene proyecciones de pretender lo ya acontecido, como un hecho que señalaría una actitud distinta del Gobierno de los Trabajadores, siendo injusto con los propios trabajadores. Y por eso me interesa dilucidar claramente la verdad de los acontecimientos.
El paro ha tenido como base la afirmación de que el Gobierno no cumple con la Ley 17.703. Se ha gestado el movimiento de El Teniente haciendo creer a muchos trabajadores de un sector amplio del país, que el Gobierno es remiso en el cumplimiento de la Ley.
Nosotros creemos que puede haber una interpretación distinta a la que el Gobierno hace de esa Ley. Por eso, desde el primer momento sostuvimos que los trabajadores podían y debían recurrir a los organismos regulares del Estado, para que ellos se pronunciaran.
Los trabajadores hicieron una presentación a la Contraloría. Esta se declaró incompetente.
Fueron a la Junta de Conciliación. El fallo de esta les fue adverso. No han recurrido a los Tribunales de Justicia, a pesar de que en el contrato que tienen con el abogado que patrocina o defiende su posición, se establece que aumentará el porcentaje de los honorarios del abogado, si tienen que recurrir a los Tribunales. Repito, esto no ha acontecido. ¿Por qué los trabajadores no han ido a los Tribunales? Ellos deben responder. El Gobierno tiene una interpretación de la Ley ajustada a la opinión de la Junta de Conciliación, de los abogados del Gobierno y, además, con el antecedente de un oficio enviado por dos Diputados, uno democratacristiano y otro nacional, a la Contraloría, sosteniendo la misma tesis del Gobierno.
Esto hace ya varios días.
Cuando se anunció que los trabajadores no concurrirían a los Tribunales y que había la posibilidad de un paro ‐por no decir que esta es una huelga ilegal‐ hice llamar a los trabajadores, a sus dirigentes. Vinieron los 45 integrantes del zonal O’Higgins, presididos por el señor Medina. Conversé con ellos durante largas dos horas y media. Fui claro, directo, honesto como soy siempre, sobre todo para plantear los problemas reales que vive el país. No oculté nada y les hablé a los trabajadores de compañero a compañeros. Les advertí la dura situación porque atravesábamos: el proceso inflacionista que sacude fuertemente nuestra economía, el alza del costo de la vida, la dificultad de abastecimiento, los problemas internacionales, la carencia de divisas, los conflictos que tenemos que enfrentar en la renegociación de la deuda externa. Les hice ver que, a mi juicio, no podía haber reajuste sobre reajuste; que los trabajadores deberían buscar y encontrar una fórmula que permitiera mayores ingresos, pero vinculados estos ingresos a la producción y a la productividad. Por último les dije: “si ustedes quieren una interpretación distinta de la Ley, les propongo, compañeros, que se nombre una Comisión integrada por los dirigentes de ustedes y por representantes de la Compañía El Teniente. Si hay discrepancias, si no se llega a una solución, tráiganme a mí las diferencias y yo resolveré”. No se hizo caso a mi indicación, y se produjo la paralización parcial de El Teniente.
No se hizo caso a lo que yo planteara. Más que eso; a lo que pidiera, a lo que solicitara con fervor, frente a la realidad económica que vive Chile.
Y se paralizó parcialmente “El Teniente”. El Gobierno entregó una fórmula que se discutió y analizó por los trabajadores que estaban laborando y por aquellos que habían paralizado las faenas; fue aprobada la fórmula del Gobierno, se reintegraron al trabajo la mayoría de los obreros. No ocurrió lo mismo con los empleados. La mayoría de los empleados siguió en el paro. Pero si tomábamos en cuenta obreros y empleados, la mayoría trabajaba. Y por cierto que ha aumentado día a día el número de los que se han reintegrado al trabajo. ¿Pero qué sucedió en el intertanto? ¿Qué pasó en Rancagua? ¿Cuál fue la actitud de aquellos que no acataron la resolución mayoritaria, sobre todo en los Sindicatos industriales, en los sindicatos de los obreros? Hubo toma de caminos para impedir que subieran los trabajadores desde Rancagua hasta el Mineral. Hubo barricadas en la calles; se apedrearon, abollando y rompiendo los vidrios y los cristales, a 58 vehículos que se usan diariamente. Y esto ocurrió cuando estaban dentro de ellos los trabajadores. Hubo violencia y matonaje, porque no fueron obreros en paro o empleados en paro los que así procedieron. Fue gente extraña, fueron fascistas infiltrados en los trabajadores, los que así procedieron. Se tomó la empresa en Rancagua. Se tomó una Radio en Rancagua. Más que eso, el local de la Central de Trabajadores del Cobre en Santiago también fue tornado. La violencia en Rancagua alcanzó tales niveles que hubo necesidad de declarar Zona de Emergencia. Y esta actitud de resistencia, esta quiebra de la democracia sindical, esto que apunta a una nueva actitud que es fascista en sectores que se infiltran dentro de los trabajadores con menor conciencia, fue alentada permanentemente
desde la prensa reaccionaria. Extraña ver, por ejemplo, cómo El Mercurio ha publicado a cinco seis, u ocho columnas, muchas veces en primera página, lo ocurrido en Rancagua, estimulando, permanentemente, la reacción de resistencia a la voluntad mayoritaria de los trabajadores y a la fórmula que el Gobierno entregó y fue aprobada.
Tengo aquí los recortes, y no quiero demorarlos a ustedes, estimados compatriotas, leyéndolos informaciones falsas que sostenían que se iba a ampliar a otros minerales el paro de El Teniente. No ocurrió esto. Sin embargo, se mantuvo insistentemente la información de que se habían acordado, paros en distintas faenas de la Gran Minería del Cobre.
Lamentablemente, hubo un muerto en Rancagua como consecuencia de la actitud que tuvieron los ocupantes de una camioneta que desobedecieron a una patrulla militar. Yo creo que a todos tiene que dolernos y mucho, el sacrificio de una vida. Sin embargo, hay que destacar qué diferencia entre la actitud de aquellos que han querido aprovechar esta dolorosa muerte, cuando ellos tuvieron la responsabilidad directa, desde el momento que se trataba de ordenar que se allanara un local sindical. Aquí pereció un hombre porque yendo tres en una camioneta desobedecieron las instrucciones de la patrulla militar; obstruyeron primero el bus en que venían los trabajadores y después de un diálogo con esta patrulla, cuando arranca, aconteció lo que digo. Y ello queda claramente establecido en el informe del Jefe de la Zona, Coronel señor Ibáñez. ¡Que diferencia a lo ocurrido en El Salvador, donde murieron 8 personas, dos mujeres, una de ellas embarazada de cuatro meses, y 6 trabajadores! La prensa de El Mercurio, en ese entonces adicta al Gobierno y a la derecha, en esos días, o silenció lo que había ocurrido o lo justificó. Qué diferencia con lo que ha acontecido ahora.
Además, todos los dirigentes sindicales de El Salvador fueron despedidos y fuera de los 8 muertos, hubo allí 36 heridos.
En ese entonces la oposición tuvo que bregar muy duramente en el Congreso para obtener las pensiones para las viudas, y además las pensiones de invalidez para los que quedaron lisiados para el resto de sus días. Sin embargo, hoy esa prensa que ayer calló y justificó, hoy día falsea los hechos, calumnia y miente. Pretendieron extender el conflicto a la Andina. Fracasaron. Lo mismo intentaron en la Exótica. Fracasaron. En Chuquicamata, en 4 oportunidades pretendieron hacerlo en dos grandes asambleas y en dos votaciones secretas. Fueron derrotados. Sin embargo, desconociendo otra vez la democracia sindical, empleados de Chuquicamata han abandonado su trabajo, pero no se ha paralizado ningún sector; el ciento por ciento trabaja en Chuquicamata, así como el 75% de los obreros trabaja en El Teniente.
Hasta ayer trataron, nuevamente, de realizar asambleas en Chuquicamata, a fin de encontrar la adhesión de los trabajadores de ese gran mineral, para hacer un paro.
Yo le pregunto a Ud. que me escucha, si acaso este hubiera sido un movimiento esencialmente gremial, reivindicativo, ¿no habrían encontrado la adhesión y el apoyo en el resto de sus compañeros como siempre acaeció antes? ¿Por qué ocurrió lo que ocurrió en El Salvador, en el Gobierno del señor Frei? Porque los trabajadores de El Salvador paralizaron en actitud solidaria con El Teniente; lo mismo que anunciaron los trabajadores de Chuquicamata, que fueron con bayonetas aplicadas sobre sus espaldas sacados de sus casas para qué fueran a trabajar; y los dirigentes de Chuquicamata tuvieron que abandonar el Mineral ‐yo los visité‐ y esconderse en Calama. En ese entonces, El Salvador y Chuquicamata, los minerales, expresaron su solidaridad, a una lucha económica y reivindicativa de los trabajadores de El Teniente.
Hoy no ha habido un gesto de solidaridad y es porque este no es un paro o una huelga que tenga como base una reivindicación económica; es lamentablemente un hecho artificialmente creado y políticamente explotado, como una forma de acentuar las expectativas de aquellos que pretenden alterar el orden público y atentar contra la estabilidad de este Gobierno.
Por ello es indispensable señalar a los que paran políticamente, cómo se ha procedido a acusar a dos Ministros de Estado: al Ministro de Minería Sergio Bitar, y al Ministro del Trabajo, Luis Figueroa, acusación que se presentó escuchando la petición de los dirigentes de los trabajadores que han abandonado sus labores, hecho único ocurrido en nuestra vida política.
Quiero señalar también, que en la zonal O’Higgins, integrada por 45 representantes de los trabajadores, tienen mayoría los trabajadores que están laborando y por eso suspendieron de su cargo al que era Presidente y propulsor de este paro: el señor Medina. Luego, entonces, queda definitivamente establecido, que tanto la directiva nacional de los trabajadores del cobre, la CTC, como la directiva nacional de O’Higgins, como las directivas de los centros mineros, no han respondido a la petición directa e indirecta, a la propaganda intencionada que se ha hecho para que se adhieren ellos también y pueda paralizarse la Gran Minería del Cobre.
Siguiendo con el proceso que estoy enunciado, además del aspecto político gravísimo que implica la acusación de dos Ministros y que el Gobierno ha sostenido -como siempre- que es inconstitucional, ya que no puede la Cámara acusar políticamente a los Ministros que son responsables tan sólo ante el Presidente de la República, se han utilizado otros métodos y otros procedimientos que antes nunca se emplearon en los conflictos gremiales o sindicales.
Ya he dicho lo ocurrido en Rancagua. Pero hace, tan sólo horas, se pretendió que los mineros marcharan desde Rancagua hasta Santiago, en desobediencia a la Zona Militar de Emergencia, en desobediencia a las órdenes emanadas por el Intendente de Santiago, que no autorizó esta marcha. Tuvo que intervenir el Cuerpo de Carabineros y hay que destacar que procedió con tino y con firmeza. El país, a través de la televisión, ha escuchado el diálogo que sostuvieron algunos dirigentes políticos, parlamentarios de partidos de oposición con el Coronel de Carabineros que dirigía la tropa.
¿Que estaban haciendo allí estos Parlamentarios? ¿Por qué concurrieron? ¿Era o no era una definición política la que ahí se buscaba? Y después ha venido el ataque contra Carabineros, por la forma en que procedió; y repito, no hubo heridos.
Carabineros cumplió la orden que dio el Gobierno y tenía que hacerlo.
Pero hay que destacar que en el propio diario El Mercurio, en primera página, y en el Canal 13, se informó que precedía la columna de los mineros una motoniveladora cargada con dinamita.
No lo dice el Gobierno, no lo sostengo yo ahora.
Lo informó ya El Mercurio en primera página; lo informó también el Canal 13: “motoniveladora cargada con dinamita”, “bombas molotov se lanzaron en el Puente Maipo”. “Se lanzó dinamita contra uno de los carros de Carabineros”. Por suerte no hubo desgracias personales.
Paralelamente con ello, y como consecuencia de no haber llegado esa columna hasta Santiago, un grupo pequeño de trabajadores y mineros de El Teniente se refugia en los jardines del Congreso, y enseguida los que no pudieron avanzar llegaron aquí el viernes en la noche o en la mañana en distintos vehículos. Y Santiago presenció lo ocurrido hace tan sólo 48 horas.
Paralelamente a la venida de ese grupo de trabajadores, trescientos a cuatrocientos a lo sumo, aquí en Santiago estaban organizadas distintas marchas de estudiantes de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica, dirigidos por jóvenes que son opositores al Gobierno.
Además, los grupos de siempre, los grupos fascistas, salieron a las calles a provocar asonadas.
El Gobierno tuvo que tomar disposiciones muy claras para impedir el enfrentamiento porque también la Central Única de Trabajadores había convocado a los obreros y los Partidos Populares a sus militantes. Se sabía que el propósito era juntar a miles y miles de personas en la Plaza de la Constitución para exigir la solución al conflicto al Presidente de la República. Se pretendía obligar al Presidente a que recibiera a los dirigentes sindicales que representan a los trabajadores que están en paro, como si alguna vez el Presidente que les habla se hubiera negado a hablar con los dirigentes, sin recordar que durante dos horas y media les expuse mi pensamiento y apelé a su conciencia de clase antes que sucedieran los hechos que estoy cementando.
Pero el objetivo era muy claro. En, el centro de Santiago, en la Plaza de la Constitución, se pretendía concentrar a miles y miles de personas so pretexto de apoyar a los mineros que estaban en paro; se pretendía hacer una demostración política en contra del Gobierno que presido. Fueron los trabajadores, espontáneamente, fue la Central Única de Trabajadores, la que llamó a los obreros, a los empleados, a los técnicos, que son militantes de los Partidos Populares o, simplemente, a los trabajadores que sin domicilio político militan en sus organizaciones sindicales. Santiago presenció también el hecho de que miles y miles y miles de obreros, obreras y estudiantes se movilizaran junto con los Partidos Populares en apoyo del Gobierno de ellos, del Gobierno Popular que me honro en presidir. Algunos pensaron, frente a la magnitud de la amenaza de lo que se estaba viendo, que yo iba a recurrir de nuevo a la Zona de Emergencia.
No lo hice.
Pensé, y tuvo razón, que las Fuerzas de Carabineros podían cumplir con el duro deber que se los imponía y que también era un aporte decisivo la presencia de los trabajadores en las calles.
Si grupos fascistas insolentemente durante meses han desatado la violencia en Santiago y en provincias y han levantado barricadas, y se han quemado fardos de papel y neumáticos; si se ha atentado contra locales de los partidos populares; si se han tomado toda clase de medidas, para facilitar la acción directa en contra de los militantes de la izquierda, ¿por qué no pueden salir los trabajadores a apoyar con su presencia masiva a su Gobierno, al Gobierno del Pueblo?
Quiero agradecer públicamente su actitud, que demuestra su confianza, su voluntad, su decisión, al igual que a los Partidos que integran la base política del Gobierno Popular.
En la mañana del día viernes, el diputado señor Cerda concurrió al Ministerio del Interior acompañado del señor Amunátegui. Ellos querían que se autorizara una marcha y no se había pedido el permiso para ello. Hablaron con el Ministro del Interior, que les dio las razones lógicas por las que no accediera a esta petición. Les dijo que estaban autorizadas concentraciones de estudiantes y que estaban resguardadas por las Fuerzas de Carabineros. El Gobierno impediría que se enfrentaran los estudiantes y los integrantes de la oposición que se habían concentrado frente a la Universidad de Chile y la Universidad Católica; que impediría que se enfrentara a los trabajadores que estaban, fundamentalmente, en lo Plaza de la Constitución.
El señor Cerda, desde el propio Ministerio del Interior, pidió hablar conmigo y yo accedí. Me manifestó que un grupo de mineros estaba en la calle República con Alameda y que la situación de ellos era difícil porque se temía un enfrentamiento. Frente a su petición le dije que no podían avanzar hacia el centro de Santiago, pero que podían hacerlo dos o cuatro cuadras. Más que eso, si quieren, les dije, lleguen hasta frente al Edificio de ENTEL, al local de la Democracia Cristiana. Pero no hagan concentraciones, no están autorizadas. Santiago esta tenso. Puede en cualquier momento provocarse un hecho que desate un enfrentamiento.
No le estaba sugiriendo que llegaran hasta el local de la Democracia Cristiana, con el propósito ‐como se ha dicho‐ de impedir políticamente la marcha de los mineros. Estaba diciéndoles que podían cobijarse, que podían entrar en el local.
Lamentablemente se hicieron actos públicos y hablaron allí parlamentarios demócrata cristianos y del Partido Nacional.
Senadores que nunca antes entendieron que había obreros en este país, convertidos en líderes de la defensa de los trabajadores.
Sin embargo, el Gobierno actúo con tino y no quiso violentar las cosas e impidió que los trabajadores adictos al Gobierno se volcaran a la Alameda, hasta frente al local de la Democracia Cristiana, frente a los locales de las Universidades de Chile o de la Católica y, por cierto, hemos respetado y respetaremos el Congreso, el recinto del Congreso. Pero hay que señalar una vez más, que frente a la actitud del Gobierno y de los trabajadores adictos a él, ha estado el aprovechamiento político y la intención de un grupo minoritario pero audaz, fascista y subversivo, que está actuando permanentemente desde que asumiéramos el mando del país. Es el mismo que trató de impedir que llegáramos al Gobierno y que realizó su nefasta labor desde el 4 de septiembre hasta el 3 de Noviembre de 1970. Son los mismos que llegaron con su insania hasta cometer el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, General Schneider.
Son los que siempre, impúdicamente, sostuvieron la necesidad de derrocar al Gobierno Popular. Son los que empujaron el paro de octubre del año pasado. Son los que impulsaron a vastos sectores a creer que en este país no iba a haber elecciones. Son los que dijeron que habíamos cometido un fraude y a las 48 horas tuvieron que tragarse sus palabras, porque pocas veces ha habido un acto eleccionario más correcto, más claro y más limpio. Hasta tal extremo, que cuando un mes y medio después el Tribunal Calificador de Elecciones da su veredicto, varía ‐me parece‐ en 0001 la cifra que el Gobierno entregara la noche del 5 de marzo. Es decir, los grupos de siempre han intentado, lo intentan y lo intentarán, darle el carácter de una represión a la actitud del Gobierno frente a los trabajadores. Y, más que eso, han intentado e intentan hacer creer que el Gobierno ‐que es de los trabajadores‐ hoy cambia su actitud. Niegan la verdad; se atreven a desconocer que ha habido serenidad en la Gran Minería del Cobre. No quieren ver que miles, miles y miles de trabajadores se han movilizado a lo largo de Chile; que ha habido pronunciamientos en la mayoría de los sindicatos; que la CUT lo ha hecho, que lo ha hecho la Confederación de Trabajadores del Cobre, pidiéndoles a los trabajadores que están equivocadas o errados que acepten alguna de las fórmulas que el Gobierno entregó y ha entregado recientemente.
Tengo aquí, y me interesa que ustedes que me escuchan se den cuenta de cómo hemos procedido y conozcan las distintas fórmulas que hemos entregado a los trabajadores de El Teniente Desde el primer momento, desde antes del paro, cuando ellos me visitaran invitados por mí, llamados por mí, yo les expresé que nosotros ‐como lo dijéramos hace unos minutos- no queríamos un reajuste sobre reajuste, porque ello significaba colocar a los trabajadores de El Teniente en una situación de privilegio que lógicamente arrastraría a otros sectores de trabajadores de la Gran Minería del Cobre, del acero, del carbón del petróleo; a los funcionarios públicos y, por cierto, el Gobierno tendrá que hacerlo con las Fuerzas Armadas, a pedir reajustes sobre reajustes para todos los que laboran en el país, lo que significaría hacer que el proceso inflacionista se desatara de tal manera que fuera incontrolado, provocando un caos económico definitivo en este país, sobre todo cuando el Gobierno carece de los instrumentos legales y jurídicos para poder ponerlas en juego y atajar la especulación, el agio y el mercado negro. Porque no se ha querido legislar sobre el delito económico, porque no podemos tomar medidas de fondo, es decir atribuciones especiales.
Por ello entonces, repito, les dijimos que no podíamos aceptar reajuste sobre reajuste, pero que sí estábamos dispuestos a establecer mejores salarios y sueldos sobre la base de una mayor productividad y una mayor producción.
La primera fórmula entregada el 24 de abril, que ponía un bono al aumento de la producción de 1972 y hasta marzo de 1973 ‐es decir, hacíamos retroactivo el bono‐ era un bono de 24 mil escudos; veinticuatro millones de pesos por cada hombre de la Gerencia, de Operación y de servicio, y de 20 mil escudos ‐veinte millones de pesos‐ para el resto. Y un bono mensual, a partir de abril, cuyo monto en base de cálculo se determinaría por una comisión bipartita. Esto fue lo que propusimos y la mayoría de los trabajadores lo aceptaron. Sin embargo fuimos más allá, y creímos que podíamos dentro del mismo criterio y a petición de los dirigentes sindicales que no habían paralizado, precisar aún más ésta fórmula.
El 4 de mayo les entregarnos lo que estamos denominando la fórmula N° 2, y entramos a precisar el bono mensual que debíamos pagar a partir de abril, señalando que éste podría alcanzar entre 3 mil y 4 mil quinientos escudos, dependiendo esto, por cierto, del nivel de producción. En todo caso recalco que esta cifra emanó de un acuerdo de la comisión bilateral que se aceptó entre los trabajadores de El Teniente que están laborando y la directiva de la Empresa.
Pero como continuaba la resistencia de los trabajadores y empleados, y siendo minoría, y desconociendo la democracia sindical, y negándose a estudiar las formulas entregadas por el Gobierno, nosotros aceptamos que mediaran, que participaran buscando un arreglo, representantes de la Confederación de Empleados de Chile, que preside don Marcial Cortés Monroy. Aceptamos la participación del Presidente de Cobre Chuqui, don Bernardino Castillo, de filiación Demócrata Cristiana; de representantes de Cobre Sal, vale decir, de la zonal del Salvador y, por cierto, de la Central Única de Trabajadores de Chile y de la Confederación de Trabajadores del Cobre. Y aquí es donde nace lo que llamamos la fórmula N° 3, recordando que ya al Gobierno había entregado dos fórmulas. Al mediar la CTC, la Confederación de Trabajadores del Cobre y la Central Única de Trabajadores, el Gobierno aceptó la proposición que lo hicieran y determinó quo a pesar de no poder cumplir las metas de abril y mayo, por el hecho de estar paralizadas parte de las faenas y, por lo tanto, estar disminuida la producción en un 35%, se pagaría el bono de producción para esos dos meses; de acuerdo a lo que resultará el bono, de junio; o sea, se pagaría tres veces el bono de junio y se considerarían esos días como trabajados; que no habrían represalias. Esta fue la proposición formulada por la Confederación de Trabajadores del Cobre y la Central Única de Trabajadores. Tampoco fue aceptada esta fórmula.
La Confederación de Trabajadores del Cobre insistió en mediar, en buscar un arreglo, en encentrar una solución, y el 6 de junio viene una fórmula aceptado per el Gobierno a la proposición de la Confederación de Trabajadores del Cobre, que establece seis mil escudos como bono adicional por hombre, pagaderos al retornar al trabajo. Esta fórmula establece que el bono de producción al que he hecho referencia, se hace valido para los efectos de gratificación e indemnización por años de servicio y que la no represalia se entendía sólo por las causales de tipo laboral.
Esta fórmula fue rechazada por los trabajadores en paro. Quiero que ustedes mediten. Tres fórmulas propuestas por el Gobierno, no fueron ni discutidas, ni votadas. Simplemente rechazadas.
La tercera fórmula, después de haber oído a los mediadores y fundamentalmente a la CUT. La cuarta formula emana de la Confederación de Trabajadores del Cobre, la más alta directiva de los trabajadores del Cobre. No es votada; es lisa y llanamente rechazada por los trabajadores en paro.
El Gobierno no se pronunció sobre ella, esperando que lo hicieran los trabajadores, por respeto a los trabajadores y tomando en cuenta que la fórmula la proponía la Confederación de Trabajadores del Cobre. Esta ha sido nuestra actitud.
¿Dónde queda la afirmación de que nosotros, este Gobierno, el Gobierno popular que presido desconoce el planteamiento de los trabajadores? Se ha estado dos meses en huelga; con procedimientos que nunca se usaron.
Para ser más claro, se cumplen cerca de dos meses en paro, utilizando este tipo de métodos por parte de algunos sectores infiltrados en los trabajadores, porque no me imagino que trabajadores puedan proceder como han procedido algunos. Sin embargo, no ha habido ni represalias, ni dirigentes sindicales expulsados, ni medidas coercitivas. Y si sentimos la muerte de un empleado, hay que decir que no fue provocada por la actitud represiva del Gobierno, sino por la imprudencia de desobedecer las órdenes de una patrulla militar.
Cuatro fórmulas de arreglo. En cualquier circunstancia, por lo menos pudieron haber sido discutidas, votadas, analizadas y no se hizo. ¿Y por qué? Porque hay un interés político; porque hay detrás de esto la voluntad de que no se llegue a acuerdos, con la esperanza de propagar el conflicto a otros sectores, ya no de la Gran Minería; porque ha fracasado, pero si a otros grupos, para crear de nuevo condiciones similares a las del paro de octubre del año pasado.
Pero si ellos han cambiado de táctica, y pretenden tomar como base de apoyo sus pretensiones destinadas a subvertir el orden público, y a desconocer las bases de sustentación legítima del Estado, también los trabajadores de Chile y los partidos populares han entendido que deben tener una actitud distinta y diferente y así lo han demostrado el viernes pasado.
Por eso es que quiero señalar que el viernes, cuando los trabajadores estaban frente al local de la Democracia Cristiana en un grupo de trescientos y se habían enfrentado minutos antes con los obreros del Metro ‐ no con Carabineros como se quiere contar‐ se me solicitó a través del diputado Cerda, que recibiera a los dirigentes de esos mineros. Yo acepté y el día anterior le había dicho al diputado Señor Cerda, que así como no autorizaría la marcha que pretendían hacer a Santiago porque no había sido solicitada con el tiempo requerido, estaba dispuesto, como siempre, a escuchar a los trabajadores, a sus dirigentes. Que no era necesaria su petición, que no cabía intervención política para que se presentaran miles de trabajadores y yo dialogara con ellos.
No me he negado a dialogar con opositores al Gobierno, aun cuando han tenido, actitudes, inclusive insólitas, aun cuando han ocupado caminos, cuando han ocupado edificios públicos, cuando han tomado predios indiscriminadamente; he dialogado y creo que seguiré haciéndolo.
Por eso no era para mí difícil recibir a estos dirigentes, pese a que la actitud de los que han estado en paro no ha sido la que tuvieron siempre ésos trabajadores.
Durante una hora y media dialogué con siete dirigentes y con un ex‐diputado militante demócrata cristiano; a él lo escuché largo rato. Le dije que grabaría la conversación y la tengo grabada. Le dije que cuando lo estimara conveniente la daría a conocer al país y así lo haré si lo estimo necesario. Después que terminara el Señor Algandoña, expuse mi punto de vista; expliqué una vez más por qué no podíamos aceptar el reajuste sobre el reajuste; agregue que yo quería una solución que había buscado. Que había 4 fórmulas y que, por último, planteé lo que podríamos llamar dentro de la cuarta formula una variación que significaba asegurar un beneficio, estableciendo que el bono tendría un mínimo de dos mil escudos, sobre la base de sobrepasar la meta muy baja que se registraba como producción. Esto era importante.
Además ya he dicho que el bono sobre la base de la fórmula de la Confederación de los Trabajadores del Cobre significaba que éste servía para la gratificación y para la indemnización, además de los beneficios que he señalado en la fórmula 3. No se aceptó lo que yo planteé. Se quedó de conversar porque yo insistí que así fuera; se indicó un domicilio.
En ausencia, del Ministro del Trabajo y del Ministro de Minería, se acordó la reunión en casa de un abogado del Cobre, Eduardo Long, amigo personal mío, amigo del señor Algandoña. Este último concurrió, es cierto, a la casa del señor Long a la hora indicada, pero allí el señor Long le dijo que estimaba justo que la reunión se hiciera en el Ministerio del Trabajo.
Que se fuera al Ministerio del Trabajo, así como se había venido a La Moneda, sobre todo tomando en cuenta que los Ministros han sufrido las consecuencias de una actitud injusta por haber mantenido la posición que el Gobierno les ha señalado. El señor Algandoña no quiso ir.
Ayer me llamó por teléfono y como yo practico la actitud democrática de un Gobernante demócrata, recibí su llamado y me preguntó en definitiva cual era la posición del Gobierno. Yo le dije “ya se lo expliqué en la mañana; si no se efectúo la reunión, insisto que la fórmula 4, más la modificación del mínimo de dos mil escudos, es la proposición definitiva que hace el Gobierno”. Me dijo: “trataré de que se comprenda esto”. No me ha vuelto a llamar.
Por haber dialogado con los dirigentes de los trabajadores en huelga he sido criticado, inclusive, por las Comisionas Políticas de los partidos Socialista y Comunista. Criticado públicamente. He respondido públicamente al acuerdo de ambas Comisiones Políticas. Esta discrepancia algunos‐ la utilizarán para que se convierta en un conflicto. No lo van a lograr.
Nosotros tenemos la fuerza suficiente para plantear en público posiciones diferentes ‐ yo sigo y seguiré siendo el Compañero Presidente de los Trabajaderos y por cierto, siempre el compañero de los partidos políticos que me eligieron. De la misma manera que siempre haré respetar mis prerrogativas, las que me otorga la Constitución y la Ley.
Se hacen vanas ilusiones los que quisieran que esta discrepancia desembocara en un hecho que debilitara la Unidad Popular, base de sustentación política del Gobierno que se proyectará al campo social.
Ayer he tenido la oportunidad de dialogar con representantes de 19 de las zonales provinciales de la CUT. Ayer vinieron también los dirigentes nacionales de la Central Única de Trabajadores y lo hicieron la totalidad de los trabajadores de las zonales del Cobre. Que satisfacción más profunda para mí que he depositado toda la confianza en los trabajadores, oírlos con que conciencia, con que voluntad patriótica, con qué decisión expusieron su voluntad acerada y dura de aumentar la producción, de luchar contra la especulación, de esforzarse más y más por consolidar la base de sustentación del Gobierno, elevando la conciencia política de hombres y mujeres que laboran en nuestro país.
Con una clase obrera con esa reciedumbre, con esa conciencia, con esa enaltecedora decisión de servir a Chile, uno puede estar tranquilo a pesar de la amenaza, a pesar de la mentira, a pesar de la calumnia, a pesar de la insolencia fascista, que ha apuntado en nuestra Patria.
Es por ello que también quiero y pido escusas porque he prolongado más allá de lo que hubiera deseado esta exposición, que ustedes que me oyen. Recuerden lo que he estado sucediendo en estos días. Ya señalé lo acontecido en Rancagua, lo que significó la marcha, los incidentes acaecidos el día viernes en la mañana.
Puedo decirles a ustedes que ha habido heridos y un muerto. El día viernes, en Rancagua, elementos de Patria y Libertad, en su gran mayoría llegados de Santiago, desataron una ola de desórdenes, apedrearon los negocios céntricos que habían abierto sus puertas, e impidieron las clases en el Liceo de Niñas de esa ciudad.
En Santiago, con motivo de la tentativa de la marcha y la concentración de grupos políticos adversarios al Gobierno, hubo enfrentamiento y choques; 76 heridos, por suerte no grave y un muerto a bala: el joven Da Silva, militante del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR).
Los que estuvieron dentro de la Universidad de Chile ‐no quiero creer que intencionadamente- provocaron un incendio que pudo tener serias proporciones.
Se asaltó la Corporación de Obras Urbanas, con destrucción de material.
Hubo una destrucción total de los cristales de la UNCTAD, sobre todo del recinto del casino y 17 personas de las que ocupaban ese amplio local resultaron heridas al destruirse los cristales y caer pedazos de ellos en las mesas donde comían o almorzaban. El daño es superior a los 250 mil dólares. Pero el hecho en sí mismo demuestra un espíritu fascista inconcebible. Parece que la UNCTAD fuera para ellos el símbolo del esfuerzo creador de este Gobierno; el hecho de que en ese restorán se entreguen 6 mil a 8 mil raciones diarias a precios módicos los golpea muy fuertemente; el hecho de que sea una sala de la cultura, el centro de reunión de miles y miles de estudiantes, obreros, campesinos, intelectuales y artistas, les preocupa.
Y por eso intentaron primero penetrar por el subterráneo. Y por eso destruyeron todos los cristales del casino de la UNCTAD; barbarie, vandalismo que nunca había presenciado el país y que jamás realizan los auténticos trabajadores.
Hubo incidentes en Antofagasta. Apedrearon la Intendencia, hubo 14 detenidos.
Ayer sábado tuvimos incidentes en Santiago. Se levantaron barricadas utilizando las planchas de zinc del Metro, frente al local de la Democracia Cristiana. Sin permiso quiso allí realizarse una concentración. Carabineros cumplió órdenes del Gobierno y utilizó gases lacrimógenos para dispersar la gente.
Hubo dos heridos leves y 14 detenidos. No hubo ningún muerto, no hubo ningún herido a bala.
Las radios, la prensa, dirigentes políticos de alta responsabilidad, hablaron con dureza; acusaron sobre bases que no eran ciertas; sostuvieron que había muertos y heridos a bala y que se había procedido con una forma increíble de dureza, que se había golpeado implacablemente a los mineros, repito, no hubo un solo herido a bala.
Y cuando se dijo que era posible que los Carabineros no hubieran disparado, pero que habían salido disparos desde la torre de Entel que se está construyendo, fui yo el que de inmediato ordenó a Carabineros que procediera a violentar las puertas de la Torre de Entel y que se revisara íntegramente ese edificio. Así se hizo. Sólo había cuatro personas, las que fueron detenidas. Una de ellas portaba un arma que no había usado y está detenida por eso.
Así hemos procedido ante una denuncia aún no confirmada, ante un hecho o una suposición de que se había disparado contra los trabajadores que estaban frente al edificio de la Democracia Cristiana.
Que actitud tan distinta de aquellos otros que tienen responsabilidad por los cargos que han ocupado y que deben medir más que otros sus palabras; que no deben acusar porque deben tener el recuerdo candente de lo que hicieron en su Gobierno.
No pueden proceder de esa manera para acentuar un clima que puede desbordarse violentamente, cuando se le dice al país entero a través de radios que repiten ésas palabras o que sencillamente informan en forma torcida, que hay cientos de heridos y cuatro muertos.
Enseguida tenemos incidentes ocurridos en Calama; trescientas personas, fundamentalmente de Patria y Libertad, hacen un desfile sin autorización y apedrean el Edificio Municipal.
Hubo desórdenes en Melipilla: cien personas de derecha bloquean el transito con sus vehículos formando barricadas; se destacan, como siempre, en la actitud provocativa los elementos de Patria y Libertad; resultado: dos heridos a bala, militantes del Partido Socialista; uno grave y otro de mediana gravedad.
Enseguida, un atentado contra la Torre de Alta Tensión en Rancagua, en el camino de Rancagua a Sausal, a trece kilómetros de la ciudad: Personal del Ejército desmonta el explosivo.
Es decir, ya se está atentando contra el centro de trabajo, de producción. Contra una Torre de alta tensión, destinado a paralizar seguramente parte del Mineral y que es base de nuestra producción.
Hoy domingo hubo serios incidentes frente al local del Partido Socialista de Quinta Normal, protagonizados por un grupo de manifestantes que iban a un acto autorizado por nosotros, acto que tuvo el resguardo de Carabineros para evitar cualquiera provocación. Pero al pasar frente al Partido Socialista hubo provocación y se disparó; y está herido gravemente un militante del Partido Socialista.
En Ñuñoa, desde un Fiat 600 se dispara contra el local del Partido Comunista y queda herido un muchacho de 18 años, militante de la Juventud Comunista, herido mediana gravedad.
He querido resumir estos hechos sangrientos, violentos, para que ustedes mediten que es cierto lo que he estado sosteniendo, que se ha querido y se quiere aprovechar y se aproveche un conflicto con apariencia gremial, artificialmente levantado, con un móvil político evidente, y se acusa al Gobierno. Se unen personas que tienen tradición democrática con fascistas confesos, y se lanzan acusaciones en las radios, en la prensa. Y dirigentes políticos no trepidan en aseverar hechos que no han acaecido y en sostener cosas que nunca ocurrieron. Nos encontramos, inclusive, con que desde el punto de vista político el Partido Nacional lanza una acusación sediciosa al decir que el Gobierno está al margen de la Constitución, que es ilegítimo e ilegal, que por lo tanto toda resistencia al Gobierno está justificada.
He querido esta noche, con calma, pero al mismo tiempo con inquietud, hablarles a ustedes, compatriotas. Decirles lo que está aconteciendo. Hacerles ver que este es un eslabón de una larga cadena que comienza el mismo instante en que triunfáramos. Que por lo demás, no sólo comenzó el 4 de septiembre. Desde antes, desde siempre, se sostuvo con implacable terquedad que no podía llegar el pueblo al Gobierno. Y se mintió y se calumnió y se utilizaran expedientes tan despreciables que en el Congreso Nacional no sólo los militantes de la Unidad Popular ‐sino de la propia Democracia Cristiana-, condenaron la campaña de terror que se había desatado en las luchas electorales del 64 y el 70.
Les he hablado a ustedes compatriotas, con serenidad pero al mismo tiempo con convicción profunda a los chilenos, más allá, mucho más allá da las fronteras de la Unidad Popular, a los trabajadores, mucho más allá de aquellos que militan en nuestros partidos, que es mi obligación‐ y la cumpliré‐impedir que haya un enfrentamiento. La violencia no la provoca el pueblo.
Tenemos la seguridad y certeza de que gentes que quieren a Chile, que sienten pasión por esa tierra, que no son gentes nuestras, estarán con nosotros en esta gran misión de impedir que Chile caiga en la guerra civil, en la lucha fratricida. Se ha querido sostener que cuando nosotros denunciamos la intención de algunos de recurrir hasta la guerra civil lo hacemos para evitar, a través de “una cortina de humo”, enfrentar al caos económico que dic en que vive y vivirá el país. Yo como Presidente de la República les he hablado a ustedes. No he ocultado nada. He dicho que hemos vivido y viviremos horas muy duras. He explicado las razones que justifican la actitud del Gobierno. He señalado por qué este proceso inflacionista nos azota y que hay causas internas y externas que lo explican. He dicho que sólo produciendo y trabajando más, un país puede romper la cadena infernal, que pretende estrangularnos. Cuando nacen resistencias desde fuera, cuando se nos niegan los créditos, cuando no encontramos las materias primas, cuando nos es difícil obtener los repuestos, cuando la baja del precio del cobre y la pesada deuda externa van haciendo más y más difícil nuestra tarea, tenemos que producir y trabajar más.
Pero es aquí donde nace la voluntad del pueblo, la conciencia del pueblo, la decisión del pueblo, que se expresó trabajando en octubre y que no seguirá restándose en la labor diaria anónima y sacrificada del que cree que Chile necesita romper definitivamente con un pasado que fue duro y amargo para la inmensa mayoría de nuestros compatriotas, y construir una nueva sociedad. Ese mismo pueblo que el viernes demostró su decisión de no aceptar ni tolerar que la insolencia fascista se enseñoree en la capital o en las calles de nuestra Patria. Yo los llamo a Uds., compatriotas, a meditar, a pesar lo que los he dicho, a sentir el dolor de los caídos en defensa de un Gobierno legalmente constituido, que ha respetado y respetará la Constitución y que mantendrá el orden e impedirá la guerra civil por todos los medios, con decisión de hacerse respetar, porque sabemos que éste es el único camino que podrá permitir que Chile resuelva sus problemas en el diálogo, en el enfrentamiento democrático en la expresión de los instrumentos jurídicos, en la voluntad constructora que reclama un esfuerzo consciente de todos nosotros.
Buenas noches.