Pronunciado: El 9 de julio de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 10 de
febrero de 2016.
Señor Ministro de Defensa Nacional, Clodomiro Almeyda:
Señor Comandante en Jefe del Ejército:
General Carlos Prats, señor general, comandante de Institutos Militares, Guillermo Pickering:
Ex-ministro de Defensa Nacional, estimado amigo José Tohá:
Señora gobernadora del Departamento de San Bernardo:
Señores jefes, autoridades civiles, eclesiásticas, militares y de Carabineros:
Señores:
Aquí se respira y se vive la historia en sus páginas de bronce, holocausto y gloria. Esta Escuela nace hace 86 años en el Gobierno del Presidente Mártir, José Manuel Balmaceda. En sus años han pasado por ella generaciones y generaciones que han vivido su heroica tradición, que han aprendido a ser soldados de la Patria en la guerra y en la Paz.
La Escuela de Infantería es la base, el semillero, de donde emergen los soldados del Ejército. Y los infantes tienen por tarea conquistar, ocupar, organizar y mantener. Constituye el 80% de las Fuerzas Ama das, y en la época contemporánea se vive la acción tridimensional de las fuerzas. La infantería, ayer la reina de las batallas, sigue siendo la base inconmovible de la lucha y de la victoria.
Por el alto porcentaje de los que en la Infantería se forman y trabajan, podemos decir que el Ejército es el alma del pueblo y es el pueblo con uniforme.
Es para mí extraordinariamente honroso estar en este día del Juramento a la Bandera en esta Escuela, donde lo hacen los integrantes de ella y el Escuadrón Escolta y ver cómo, a lo largo de la Patria, en todas las unidades, la Fuerza Aérea y el Regimiento, los soldados, empapados en el ayer, miran el presente y el mañana, al comprometer su conciencia y su voluntad en el noble juramento. Y lo hacen por sus íntimas convicciones y por la Bandera, siendo ésta el símbolo que une, compacta, impulsa y da fuerza a todo un pueblo en la acepción más amplia y profunda de esta palabra. Es la bandera la que llama e impulsa, la que guía en las horas duras del combate, la que se alza para rememorar las efemérides, y la que sirve para buscar protección en horas tristes para los civiles. Algo tan profundo tiene, que la vemos usarse en las poblaciones marginales, en los momentos de inquietud o de dolor. Porque ella es lo que somos, el perfil y el contenido, el crisol de la Patria.
Por eso, al jurar, los soldados comprometen, y lo dicen, entregar su vida si fuera necesario, y ser Soldados valientes, honrados, y amantes de su Patria. Y además agregan que deben cumplir sus deberes militares, conforme a las leyes y a los reglamentos vigentes. Ello le da, en el caso nuestro, el gran perfil que señala y distingue a las Fuerzas Armadas de nuestra Patria, como esencialmente técnicas, profesionales, que acatan el Poder Civil emanado de la voluntad ciudadana.
Es por ello que tiene tan profundo y hondo contenido este hecho trascendente que estamos viviendo a lo largo del país.
Y que es bueno que aquí, en esta Escuela, se haga este juramento en el marco del pueblo, sobre todo, de los futuros ciudadanos, de los niños y niñas de las distintas escuelas de esta ciudad que vienen a sentirse en el mañana, con igual y hondo sentido patriótico, aprendiendo lo que es la obligación del soldado en las horas de la lucha, en el trabajo y en la paz.
Por eso es que hago resaltar la trascendencia que tiene, repito, este hecho del juramento a la Bandera, sobre todo en un país que vive una etapa profunda de hondas transformaciones con el sentido más elevado de patriotismo y de sentido nacional. Por ello es que también debo, como Presidente de la República, recalcar la responsabilidad superior de las Fuerzas Armadas, no sólo en su destino heroico de mantener nuestras fronteras y nuestra soberanía, sino en el proceso de convivencia ciudadana, dentro de los marcos del respeto a todas las ideas y creencias, en democracia, pluralismo y libertad.
Por ello es que también el hombre que está en las filas de las Fuerzas Armadas, tiene conciencia hoy día de que ellas no son un departamento estanco, al margen del proceso de desarrollo económico y social. Es por ello que este Gobierno, en las horas difíciles, recuerda la gran responsabilidad de impedir que la pasión se desborde, que el encono llegue al enfrentamiento entre chilenos.
No hay nada que pueda debilitar más a un país que ese hecho. No hay nada que signifique barrenar más honda y más profundamente la seguridad nacional y la defensa nacional que una potencial guerra civil. Por ello es que las Fuerzas Armadas tienen esta noble y esta alta tarea, que han sabido cumplir. Por eso el señor Comandante de este Regimiento, ‐a mi juicio- en su intervención ha destacado el valor y la generosidad, el heroísmo de Carrera, Pinto y los suyos, que se fundieron en el sacrificio por Chile y su futuro, en el del “General de la paz”, caído en el holocausto al defender la doctrina, que es lo que da el contenido de respeto nacional e internacional a las Fuerzas Armadas de Chile, el General René Schneider Cherau.
Aquí, he dicho, se respira la historia, y vienen a mi memoria las palabras del Capitán de los Capitanes de la Patria, Bernardo O´Higgins cuando escribiera: “Si hubiera nacido en Inglaterra o en Escocia, habría muerto en el campo y trabajado primero en él, pero mi primer respiro fue aquí, y a mi Patria me debo”. Con ello señalaba lo profundo, lo hondo, que es haber nacido en una tierra que tiene su historia, su idiosincrasia, amasado en la continuidad de un esfuerzo que no pertenece a uno, sino a todos, pero que, se simboliza en los que supieron, más que otros, vivir la Patria en su dimensión de sacrificio y de gloria.
Por eso también Bernardo O´Higgins, al comentar lo que un familiar le decía, para explicar que hubiera formado parte del proceso revolucionario diciéndole que todo lo perdería y nada ganaría con su acción, daba respuesta a los que no entienden que, precisamente, cuando se lucha por el pueblo y por la Patria, por un progreso para ella y los suyos, no se buscan ganancias y no importa lo que se pierda, aunque sea la vida. Por eso es que aquí, vencimos el hálito del pasado; vivimos la horas del presente y nos proyectamos con fe en el futuro, porque Chile y su pueblo sabrán mantener la tradición de dignidad, independencia y soberanía, y han hecho que seamos mirados con respeto más allá de nuestras fronteras.
Soldados de la Escuela de Infantería y del Batallón Escolta: en ustedes rindo homenaje al soldado de la Patria, entregado por entero a luchar y a vivir por ella.