Pronunciado: El 4 de octubre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 4 de
febrero de 2016.
Señores miembros del Consejo Mundial de la Paz y delegados que traen a Chile su solidaridad y su afecto;
Compañero Romesh Chandra, Secretario General del Comité del Consejo Mundial de la Paz;
Señor Presidente del Senado de Chile, Senador Ignacio Palma;
Compañero Clodomiro Almeyda, Ministro de Relaciones Exteriores;
Compañero Luis Figueroa, Presidente de la Central Única de Trabajadores;
Señores embajadores y representantes diplomáticos;
Autoridades civiles, militares, de Carabineros y eclesiásticas;
Señoras, señores:
Deseo dar, en nombre del Pueblo y del Gobierno de Chile, la bienvenida a todos aquellos, que desde distintos climas, tierras y razas han llegado hasta aquí, para celebrar una sesión de trabajo del Consejo Mundial de la Paz, hecho que se realiza por vez primera en América Latina y que constituye un honor para Chile y su Pueblo.
Se perfectamente bien, que nuestra gente aprecia lo que esto significa. Tengo la seguridad y la certeza de que todos los Delegados recibirán el afecto, sin tasa y sin medida, del Pueblo de Chile, que sabe que con su presencia están Uds.
afianzando la solidaridad a nuestra lucha y afianzando la lucha por la paz en el mundo. (Aplausos).
23 años de denodado combate de los miembros del Consejo Mundial de la Paz, que ha sido integrado ‐en etapas distintas‐ por hombres y mujeres de gran prestancia moral e intelectual.
Obreros, artistas, políticos, científicos de todas las latitudes de la humanidad, han puesto el calor de su fe y su voluntad, para ser constructores de una humanidad distinta y mejor para luchar por la paz.
Por eso queremos reconocer esta labor, mirada escépticamente por algunos en los años iniciales de su gestación, que le diera perfiles con contenidos permanentes.
Su primer Presidente, Federico Joliot‐Curie, está presente en este acto y en todos los actos en que se reúnen hombres y mujeres para hablar de la paz y de la lucha por ella.
Deseo al mismo tiempo, reconocer el trabajo que el Consejo Nacional, nuestro, realiza, y expresar nuestra admiración por su esfuerzo a una mujer a quien todos admiramos; me refiero a Olga Poblete.
En este mismo lugar, hace algunos meses, se reunieron representantes de 142 países en la III UNCTAD, para dialogar sobre los problemas del mundo, y sobre todo para que los países en vías, de desarrollo pudieran expresar su ansia y anhelo de un mundo distinto, donde no hubiera para los pueblos pequeños el drama duro de su cotidiana existencia.
Es por ello que este recinto toma de nuevo la fuerza del espíritu, al reunirse el Consejo y destacar que a través del orbe, miles y miles de hombres, mujeres y jóvenes, son militantes convencidos en una lucha sin tregua, para alcanzar la libertad de los pueblos oprimidos, la dignidad de los pueblos sometidos y hacer posible un diálogo fraternal entre los hombres del mundo. (Aplausos).
Por ello, como mejor homenaje y como agradecimiento personal, por la alta distinción que al Pueblo de Chile se ha conferido en mi persona a todos aquellos que han luchado y luchan por la paz, rindo homenaje al pueblo de Vietnam.
Pienso que interpreto el sentimiento de Uds. cuando rindo este homenaje, que es el del pueblo de Chile. Mi admiración pues, mi respeto y cariño al pueblo vietnamita, que al luchar por su independencia y dignidad, lucha también por la independencia y dignidad de todos los pueblos sometidos del mundo. (Aplausos).
Sabemos lo que significa el heroísmo del pueblo vietnamita. Tenemos conciencia cabal de lo que es ‐por desgracia‐ la utilización de la técnica y la ciencia, que ha llegado en su etapa destructora hasta romper el equilibrio ecológico; crear cráteres artificiales, aniquilar la vegetación, destruir la naturaleza, pero que no ha podido destruir ‐ni podrá‐ el heroísmo sencillo y noble de un pueblo que sabe que con el esfuerzo de los suyos, logrará el futuro unido que anhela.
Por ello, también tomando como ejemplo lo que allí pasa, podemos señalar la diferencia que existe entre aquellos que anhelaron que la ciencia estuviera al servicio de la construcción y fuera el vínculo que permitiera entenderse a los hombres.
Es por ello, que Federico Joliot‐Curie escribiera:
“La ciencia es en uno de sus títulos más altos, un elemento fundamental de unidad entre el pensamiento de los hombres dispersos por el globo. No hay, a mi parecer, otra actividad humana, en que el acuerdo de los hombres se adquiera siempre con tanta certeza.
Es por eso que podemos decir, que hay una ciencia para la paz y otra para la guerra. La conciencia de los pueblos, hará que triunfe la ciencia al servicio del hombre y de la paz”. (Aplausos).
Al hablar de Vietnam ‐yo más que otros, porque estuve allí y conviví con su pueblo‐ sé del sacrificio heroico y sencillo de todos los días. Tuve además, el honor de ser uno de los políticos latinoamericanos que pudiera hablar con Ho Chi Minh; y este fue el sencillo estadista, el soldado, el guerrero, el poeta, el luchador incansable por la independencia de su Patria. Fue toda su vida un ejemplo, y lo mismo que él, Joliot‐Curie fue también un luchador; el científico que hiciera posible descubrimientos que la humanidad agradece, tuvo el sentido patriótico y nacional de luchar, como guerrillero en la obscuridad de la persecución, por la libertad de su Patria que tanto amara, y por hacer posible la victoria de Francia frente al fascismo. (Aplausos).
Es que sostenemos que no hay contradicción entre el luchador social, el guerrillero clandestino y el amante de la paz. La prueba de ello está precisamente en la actitud de Federico Joliot‐Curie, cuando se vio obligado a dejar la obra que más quería: El Alto Comisionado de la Energía Atómica de Francia. Sus palabras son una lección imperecedera: “El átomo para la paz y jamás para la guerra”. (Aplausos).
Pienso que es conveniente, releer los principios enunciados, hace 23 años, por el Consejo Mundial de la Paz, porque tienen vigencia permanente:
Respeto del derecho de los pueblos a la soberanía y a la independencia.
No injerencia en los asuntos internos de las naciones.
Coexistencia pacífica entre los estados con sistemas sociales diferentes.
Respeto de la integridad territorial de los estados.
Establecimiento de relaciones comerciales y culturales, en provecho mutuo, sobre la base de la amistad y del respeto mutuo.
Eliminación de todas las formas de colonialismo y discriminación racial.
Reemplazar la política de fuerza por otra, de negociaciones para solucionar las divergencias entre los países y prohibición de todas las armas de destrucción masiva y fin de la carrera armamentista, desmantelamiento de las bases militares extranjeras.
Cada uno de esos puntos, daría motivo para un análisis profundo de gran proyección, no puedo hacerlo y basta con haberlos releído para señalar que ellos constituyen una norma, un camino, que indica la lucha de los pueblos para ser posible la eliminación precisamente de los factores que detienen el avance, el progreso y la conquista de la paz.
Sólo podría decir, reafirmando el pensamiento, de los que dieron vida a estas ideas, que la lucha por la paz, no es la lucha de un hombre ni es la lucha de algunos hombres. Es la lucha de los pueblos y de todos los pueblos.
Hemos avanzado, pero indiscutiblemente queda un largo camino por recorrer.
La conciencia de los pueblos hoy es más madura, y por lo tanto podemos avizorar, más cerca, la hora en que la humanidad abra fraternalmente el camino a la paz. (Aplausos).
Dentro de la realidad mundial, está nuestro continente, Latinoamérica. Y debemos destacar que hay una dimensión interna en cada uno de nuestros países en su lucha liberadora. De acuerdo a las características de su historia, de sus instituciones, de su propia realidad, cada país y cada pueblo latinoamericano, tendrá que encontrar su propio camino, aprovechando la experiencia de otros, pero adecuándola a su propia existencia, a su propio contenido, y a su propia realidad.
De todas maneras, me parece innecesario insistir una vez más, que este continente Latinoamericano, pródigo en riquezas materiales y con un pueblo continente, con gente que tiene derecho a una existencia distinta, no podrá seguir debatiéndose en la incultura, la miseria y el hambre.
Latinoamérica encontrará, en el eco que nace de los albores de nuestra historia, la fuerza para llegar a ser, algún día, con voz de continente, pueblos unidos, integrados más allá de lo económico, que cumplan la gran misión histórica que le quisieron trazar los próceres de nuestros distintos países. (Aplausos).
La dimensión externa de América Latina se expresa en la presencia del imperialismo, cuyas agresiones han sido en lo político, en lo económico y en lo cultural.
En lo político, todavía está en nuestra memoria la acción directa que se expresó con la presencia en nuestras tierras de Fuerzas Armadas de un país poderoso.
Y recientemente Cuba y Santo Domingo supieron de ello. Cuba, venció en la lucha invasora y mantuvo su derecho a la dignidad, a la libertad, y a construir su propio futuro. (Aplausos).
Agresión en lo económico expresada fundamentalmente por las empresas transnacionales, dueñas de las riquezas de nuestros países, capitales foráneos que han deformado nuestra economía, que se han llevado de nuestros países, ingentes riquezas; y que todavía, usan la influencia de su poder económico para pretender defender sus ventajas y granjerías.
Frente a ello, en este continente, nació la voluntad de lucha con un sentido de recuperación de las riquezas fundamentales. Y en 1938, por primera vez en América Latina, no sólo se habló de nacionalizar la riqueza fundamental de México, que era el petróleo, sino que se alcanzó con la actitud de un hombre, cuyo recuerdo estará siempre presente en los pueblos agradecidos de nuestra Patria continente, el General Lázaro Cárdenas. (Aplausos).
A la agresión política y económica ha antecedido la agresión cultural. En las ruinas que aún están en pie de las civilizaciones maya, azteca, e incásica, está todo un pasado que algunos lograron borrar pero que era el germen de una cultura que señaló la capacidad de estos pueblos despreciados y negados en su ayer y en su presente. Pero que juntos lograrán mañana hacer posible el desarrollo de su propia personalidad y dar vida a sus propias culturas autóctonas.
Y de América Latina, en presuroso recorrido, llegamos a nuestra Patria en esta hora de combate y de lucha.
Con que satisfacción puedo decir frente a los delegados que vienen de tan distintas latitudes, que Chile en su política internacional traza, con rasgos muy claros, su convicción de país y de pueblo amante de la paz.
Hemos luchado y lucharemos por abolir las fronteras ideológicas y por hacer posible la convivencia pluralista de los gobiernos, en el respeto a la no intervención y a la autodeterminación de cada pueblo.
Nosotros los chilenos estamos ocupados exclusivamente en la tarea de construir un presente mejor, y queremos hacerlo, y lo haremos, en paz interna.
Hemos planteado un proceso revolucionario, en pluralismo, democracia y libertad. Y nada ni nadie nos va a separar de esta ruta de acuerdo con nuestra tradición y nuestra historia.
Nuestra meta: desarrollar a Chile, para que el hombre pueda aspirar en plenitud a su libertad integral.
Sabemos perfectamente bien que tenemos que luchar contra dificultades externas que nacen precisamente del sentido nacional de nuestro combate, porque levantamos un Programa que el Pueblo hizo suyo, porque a lo largo de muchos años los representantes de aspiraciones populares, ubicados dentro de la Unidad Popular y más allá de ella, le dijeron a Chile la necesidad imperiosa de conquistar su independencia económica para alcanzar su plena libertad política, es que nosotros hemos podido ‐una vez alcanzada la victoria y por ser leales a nuestras convicción y a nuestro Programa‐ sentir el ataque aleve, violento y directo de aquellos que sabían que este Gobierno y este Pueblo, no iban a tolerar más la penetración foránea que estrangulaba nuestro desarrollo, aprovechaba nuestras riquezas y empobrecía a nuestro país.
Antes de ser Gobierno supimos de la intención siniestra de una de esas grandes empresas transnacionales, la ITT, que no trepidó en utilizar su influencia y su dinero para pretender crear dificultades insalvables, promover hasta la posibilidad de un enfrentamiento entre chilenos, para evitar que hubiera un Gobierno Popular.
Tengo la satisfacción de poder expresar que sobre esas intenciones estuvo la madurez del Pueblo y el sentido democrático de hombres que no siendo de la Unidad Popular reafirmaron la victoria de septiembre en el Congreso Nacional, e hicieron posible el Primer Gobierno Popular, Democrático, Nacional y Revolucionario de la Historia de Chile. (Aplausos).
El Gobierno que presido, interpretando un anhelo ‐hecho conciencia y voluntad‐ envió al Congreso Nacional, en los primeros meses de su actividad, un proyecto destinado a nacionalizar la riqueza fundamental de nuestro país, que es el cobre, Y este Gobierno que tiene una apreciable minoría en el Congreso, recibió el apoyo unánime de los congresales chilenos, para que la riqueza básica del país fuera de Chile, fuera del pueblo y sirviera a Chile y a su pueblo.
Por haber cumplido con la voluntad unánime del país, por haber aplicado las disposiciones constitucionales el proyecto a que he aludido, contenía; en este mismo instante, mientras nos reunimos para dialogar sobre la paz, el derecho de los pueblos pequeños, cuando nos reunimos con criterio fraterno y humano, Chile nuevamente es agredido.
Y yo tengo el derecho, y más que el derecho, la obligación de señalar ante los delegados aquí reunidos, ante los miembros del Consejo de la Paz, y ante el pueblo nuestro, lo que representa esta agresión realizada otra vez, por una de aquellas grandes empresas transnacionales. Ayer, la Anaconda, y hoy la Kennecott. Esta última ha obtenido una resolución de un tribunal de Francia, que obliga a retener el precio de una venta de cobre realizada por nosotros a un consumidor habitual de nuestro metal.
Ello implica una agresión no sólo en contra de los intereses materiales, que tiene importancia como precedente y que puede desatar otras agresiones, sino que es una agresión mucho más honda y más profunda, que nos duele más, y que nos obliga a protestar más para que nuestra voz encuentre el eco necesario en los pueblos del mundo, que ven nuestra lucha justa, necesaria e indispensable.
Esa empresa recurrió primero a los tribunales chilenos y una vez que el fallo le fue adverso ha recurrido ‐carente de toda base moral‐ ha buscado en la legislación de otro país, en la juricidad de otras tierras, la posibilidad de obtener lo que le negaron, en derecho, los tribunales de mi Patria, a los que llegaron en demanda.
Pero, más todavía, pretenden estas empresas reclamar para ellas las minas de cobre que de acuerdo con nuestras leyes del siglo pasado pertenecen al Estado chileno.
Nosotros podemos admitir que tuvieran el derecho a discutir aquí, frente a la ley chilena la cuantía de una indemnización.
Pero pretender que las minas que son del Estado chileno sean consideradas como de ellas, buscar en la ley internacional la posibilidad de impedir que nuestra riqueza la entreguemos a quienes necesitan de ellas, es un atropello a nuestra soberanía y como Presidente del Pueblo lo denuncio ante la conciencia solidaria de los miembros del Consejo Mundial de la Paz. (Aplausos).
Quiero destacar, que en el día de hoy parlamentarios chilenos, de distintas corrientes, que concurrían a una sesión especial para dar forma a la próxima reunión de parlamentarios en escala mundial, en la sede de Chile, en la Embajada nuestra en Francia, donde está de Embajador, Pablo Neruda, le hablarán desde Francia a Europa, para decirles que hombres de distintas tendencias, que inclusive internamente tenemos una lucha dura, que cada día se hace más dura en defensa cada cual de sus ideas, tienen el sentido superior de la dignidad nacional, y que barriendo fronteras que nos separan usan un mismo lenguaje para defender a Chile de la agresión imperialista. (Aplausos).
Podría estar largo rato, y no debo ni puedo hacerlo, destacando lo que representa ser como nosotros: un país que en esencia vive de una sola producción, el cobre.
Pero es bueno decir algo aunque sea breve, ese metal rojo, significa para nosotros alrededor del 72% del ingreso nacional de divisas y un 26% del presupuesto nacional.
Durante años y años, jamás supimos de los niveles de producción ni de los mercados, y por cierto que jamás intervinimos en el precio. Hace pocas décadas avanzamos algo y pudimos, siquiera, darnos cuenta cabal de lo que representaba la penetración foránea, y lo que había significado la deformación de nuestra economía y el éxodo de cantidades cuantiosas de riquezas nuestras.
Quiero decirles a Uds. compañeros y amigos del Consejo Mundial de la Paz que, generosamente avaluados, podemos estimar las inversiones de las compañías foráneas que explotaban nuestro cobre, en 50 millones de dólares, hace 43 años. Se han llevado de Chile 3.500 millones de dólares en utilidades.
Mientras en escala mundial, las empresas transnacionales tienen utilidades promedio que no exceden de un 8%, las empresas cupríferas tuvieron en nuestro país utilidades superiores al 60 o al 70%.
Quiero destacar que en el empeño de aumentar la producción cuprífera se dio como tarea un plan de expansión a las compañías y que ellas lo realizaron -y todavía fracasando- no sobre la base de reinvertir utilidades, sino contratando créditos que nosotros como Gobierno y pueblo tendremos que cancelar.
Pocos saben que si bien es cierto, de acuerdo con la Constitución y descontando de la potencial indemnización que pudieron haber recibido esas empresas las sobreutilidades que obtuvieron en los últimos 15 años en nuestro país, siempre Chile tiene que cancelar 726 millones de dólares a los bancos que le dieron créditos a esas empresas que no quisieron reinvertir utilidades, para dejarnos a nosotros comprometidos con el duro fardo de deudas que ellos contrajeron en un plan de expansión que no fue eficaz.
Quiero decirles a Uds. lo que representa la agresión disimulada que se expresa en la resistencia de los organismos multinacionales de créditos a los cuales pertenecemos por derecho y que se cierran para darle a Chile los créditos que anhela para impulsar su desarrollo y elevar las condiciones debidas de nuestro pueblo.
Quiero destacar que por haber nacionalizado el cobre, como lo hiciera anteayer México y como lo ha hecho Cuba con sus riquezas, Chile que tenía, por ejemplo, de los bancos norteamericanos una línea de créditos a corto plazo, que significaba 240 millones de dólares al año, hoy en estos meses de 1972 habiendo renegociado con esos bancos sus compromisos, sólo ha recibido 32 millones de línea de créditos.
Quiero hacer ver a ustedes, lo que representa el drama de un país como el nuestro, cuya base económica y financiera es el cobre, cuando en el mercado internacional los precios bajan y nosotros, y los países productores como el Congo, Zambia y Perú, no podemos defendernos.
Grábense esta cifra que representa el drama de un país en vías de desarrollo, el promedio del precio de la libra de cobre en 1970 fue, término medio, de 59 centavos, para bajar a 49 en 1971 y seguramente no alcanzar esa cifra en 1972.
En 1972 produciendo más cobre que en 1970 tuvimos una disminución de ingreso cercano a los 175 millones de dólares.
Este año, a pesar de todas las dificultades, vamos a producir más que en 1971, pero tendremos menos ingreso que en 1971.
Piensen lo que significa, sobre todo cuando Chile igual que los países que venden barato y compran caro, frente al proceso monetario manejado en función del interés o los intereses de los grandes países, fundamentalmente del principal país capitalista, se ve obligado a pagar mucho más por lo que importa.
Yo lo he señalado pero creo que es indispensable marcarlo para que se comprenda la tragedia que Chile vive y tendrá que vivir, para comprar los mismos alimentos, para comprar los mismos medicamentos, para comprar los insumos de un sector de las empresas que deben proveerse de ellos, en el extranjero, tendremos que gastar para traer lo mismo ‐repito‐ 110 millones de dólares más. Baja el cobre; se nos cierra el mercado del dinero; se nos niegan los créditos a corto plazo; se niegan los créditos en los organismos multinacionales y como consecuencia de la devaluación del dólar, suben los productos que tenemos que adquirir.
Con pasión, con cariño, con fe en el Pueblo y sabiendo que el futuro del Pueblo son sus niños, pusimos el calor humano en comprar la leche que no producimos, para entregarles siquiera medio litro de leche a todos los niños de Chile. (Aplausos).
Ha subido el precio de la leche en polvo, de 580 dólares la tonelada a 960, es decir, con un esfuerzo extraordinario sólo podremos, gastando la misma cantidad ‐50 millones de dólares de nuestro bajo presupuesto‐ traer tan sólo un 40% de lo que habíamos proyectado.
Entre agosto y septiembre el precio del trigo, la tonelada de trigo, ha subido 22 dólares. No pensarnos que siga en esa escala, pero como golpea y pesa en los países como el nuestro, productores de materias primas, que tienen la audacia de luchar por su independencia económica, el manejo del comercio internacional, por eso en esta hora, como homenaje a Uds., combatientes de la justicia, del derecho y la dignidad de los pueblos pequeños, yo hablo con la claridad necesaria para que entiendan el drama de mi Patria, que es el drama de los pueblos en vías de desarrollo, que luchan por su libertad y su dignidad. (Aplausos).
Solo, una gran conciencia universal, que marque a fuego a esas empresas, que tienen influencias en determinados gobiernos que los financian o los mantienen, hará posible que nuestros pueblos vivan sin el espectro de la explotación y aun de la amenaza del enfrentamiento de la guerra civil.
Si acaso las dificultades materiales tienen el contenido que he señalado, también con honradez y claridad debo decir que Uds. tienen que tener conciencia de lo que es la verdad y la mentira sobre Chile, ahí están los que son bien pagados, para propalar, en todas las latitudes, una imagen que no es la imagen ni de nuestro pueblo ni de nuestra Patria.
Se pretende crear un clima que permita facilitar la acción tenebrosa de los capitales foráneos heridos por la decisión revolucionaria de nuestro pueblo.
Se pretende estimular a sectores que no creen en el diálogo democrático internamente.
Se habla, se afirma, se sostiene que este país marcha al caos en lo económico y en lo social.
No se quiero ver cómo pesan sobre nosotros en este instante las medidas de represalias que en el campo internacional se toman.
Se desconoce nuestra voz fraterna, que ha encontrado eco en América Latina y más allá de las fronteras de este continente. Nunca un Gobierno quiso ampliar más las relaciones que los gobiernos anteriores tenían con muchos países del mundo y nunca un Gobierno quiso, como el nuestro lo ha hecho, tener relaciones con otros países y otros pueblos.
Con que profunda satisfacción yo puedo señalar que nosotros no hemos mirado sino que nuestra convicción y nuestra fe en el hombre y respetando el derecho de los pueblos, hemos querido tener relaciones diplomáticas y culturales con todos los países del mundo. Y en homenaje al heroísmo de un pueblo como Vietnam, puedo decirles a ustedes que establecimos relaciones en el carácter de Embajadas con Vietnam del Norte y hace tan sólo algunas horas ‐por así expresarlo‐ hemos reconocido al Gobierno provisorio de Vietnam del Sur, como dueños de nuestro destino y nuestra soberanía. (Aplausos).
Por eso, se sostiene que Chile es un país donde no hay democracia y no hay libertad. Ustedes ya están algunas horas, y ojalá pudieran estar largos días. Verán lo que es una auténtica expresión democrática y lo que es el uso irrestricto de la libertad.
Pienso que puedo frente a Uds., frente al Pueblo ‐con tranquilidad de conciencia‐ decir que este Gobierno interpretando el anhelo de la mayoría nacional, con todas las dificultades, de materializar un proceso revolucionario, dentro de los marcos de una democracia burguesa, con todas las dificultades que implica vivir las horas de un capitalismo envejecido, sin poder tener las ventajas de la estructuración socialista de la sociedad, hemos podido alcanzar algunas metas que es bueno que entiendan que no podrán jamás quitarlas de la conciencia y de la voluntad del pueblo, porque ellas representan la garantía y la seguridad del futuro de Chile.
Yo tengo la obligación de señalar cómo toda una campaña tendenciosa pretende hacer creer que la violencia traerá en Chile la fractura de la convivencia civil.
Yo puedo decirles a Uds. que el pueblo y el Gobierno que presido tienen clara conciencia de que tenemos que hacer los cambios profundos en nuestra Patria, dentro de la convivencia y con el respeto a nuestros opositores que marchen dentro de la Constitución y de la Ley.
Pero, también, la historia nos señala que en las etapas y procesos revolucionarios, grupos desesperados, coludidos con intereses anti‐nacionales, buscan el camino del fascismo para tratar de quebrar la voluntad ciudadana y disminuir la marcha del pueblo hacia su plena liberación.
Comprometo, y al hacerlo no olvido, y por el contrario, siento aquí en mi pecho, la distinción que Uds. me han otorgado, que la recibo en nombre de mi pueblo, del pueblo chileno, que como Presidente de un Gobierno Revolucionario que pretende alcanzar a los cambios fundamentales, para afianzar el desarrollo de nuestra economía, y hacer posible elevar los niveles de vida de nuestros compatriotas, que yo gastaré todas las energías, todas la fuerza que tiene un Gobierno, todo el poder material que dispone un Gobierno y más que eso, todo el poder moral de que dispone un Presidente del pueblo, para evitar que en Chile haya un enfrentamiento entre chilenos y para defender el derecho de Chile, a hacer sus cambios rechazando la penetración foránea y la insolencia que levantan los fascistas que niegan la libertad y la democracia en cada actitud y cada día. (Aplausos).
Por eso, creo que esto es lo que puede significar para mí, y para Uds. el mayor compromiso, y no diré mi respuesta agradecida, sino el reconocimiento a la alta distinción que Uds. entregan al pueblo, por mi intermedio.
Pienso que Uds. comprenden perfectamente bien que mis palabras no tienen el acento protocolar que otros quisieran que hubieran tenido, pero tienen el acento de verdad, del que habla frente a hermanos, en un lenguaje de hermanos.
Tengo conciencia de lo que representa el haber recibido la distinción que lleva el nombre del primer Presidente del Consejo Mundial de la Paz, de Federico Joliot Curie. Expresión, símbolo del humanismo, científico y luchador clandestino. Hombre que puso su pasión de hombre al servicio de una causa tan noble y tan extraordinaria como el hacer posible el diálogo entre los hombres. Federico Joliot Curie, que logró en la síntesis maravillosa de su vida, no, solo es heredero a través de su compañera Madame Curie de una tradición de servicio a la Humanidad, sino que la acrecentaron ellos como pareja humana; que tuvo además del vínculo entre el hombre y la mujer, el vínculo nuevo de una pasión más generosa y más profunda, de humana, la propia pasión, el hacer de la ciencia un acervo, al servicio de la Humanidad, al servicio del hombre.
Gracias por confiar en Chile y en su Pueblo.
Este Pueblo pequeño, encerrado entre la cordillera y el mar, tiene conciencia de lo que es la paz.
Tenemos, también, sentido de nuestra realidad y sabemos que solo podremos contribuir al esfuerzo de ustedes por alcanzarla en el mundo.
Nuestro mayor aporte será buscar la paz en la justicia social, dentro de nuestra propia casa.
No puede haber paz en la vida de un pueblo, cuando unos lo tienen todo y otros carecen de todo.
No puede haber paz, en la casa del hombre, cuando no sólo falta el alimento material, sino que el cultural.
No puedo haber paz para la familia que no tiene casa o para el labriego que trabaja la tierra ajena y no tiene cómo alimentar a los suyos.
No puede haber paz en una sociedad, cuando el hombre explota al hombre, y cuando el trabajo es una mercancía despreciada, para aquellos que no tienen otra cosa que la fuerza de su trabajo.
Creemos en la convivencia humana con una dimensión distinta y por eso luchamos por la paz en nuestra Patria.
Y creemos, también, que en escala mundial, los pueblos no quieren el bronco sonar de los cañones sino que la paz.
Los pueblos no quieren la explotación económica sino que la cooperación económica.
Los pueblos no quieren el vasallaje sino el respeto a su soberanía.
Como Presidente del pueblo, empeño mi palabra para luchar junto a los trabajadores de mi Patria, por la paz en nuestra tierra y por hacer posible nuestra cooperación por la paz en el mundo.
¡Gracias, queridos compañeros!