Respuesta a Trotsky

Eugenio Preobrazhenski

 


Escrito: Abril de 1928 en respuesta a carta de Trotsky, quien ya se hallaba en el exilio.
Primera vez publicado:  Fue publicada por primera vez en inglés en The New International, abril de 1936.
Versión al castellano: Editorial Pluma, Colombia, quien la publicó en La segunda revolución china (notas y escritos de 1919 a 1938), León Trotsky, 1976, p. 45
Versión digital: Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "Leon Trotsky", Buenos Aires - Argentina, 2006.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2006.


Considero inoportuno que usted plantee la cuestión china. ¿Por qué? Porque, según todos los síntomas, la revolución china está en una etapa de reflujo. Tenemos mucho tiempo por delante antes de que se dé un nuevo ascenso. Durante ese tiempo tendremos muchas ocasiones de estudiar a fondo la historia china, su vida económica actual, sus relaciones de clase y la dinámica del desarrollo de todo el país. Como usted sabe jamás hubo unanimidad entre nosotros en torno a la cuestión china. Ni Radek, ni Smilga, ni yo, estamos en edad de cambiar nuestro punto de vista bajo la influencia de un nuevo argumento político (tanto más bajo la influencia de la repetición de viejos argumentos). Nuestras opiniones pueden ser influidas sólo por hechos nuevos de importancia decisiva. Si la insurrección de Cantón fue una aventura –e indudablemente lo fue, no fue una empresa que surgió del movimiento de masas- entonces, ¿cómo puede tal empresa crear una nueva situación, punto de partida para una nueva experiencia y una revisión de todas las concepciones anteriores? No es permisible considerar la insurrección de Cantón como una aventura y al mismo tiempo tratar de utilizarla para semejante revisión.

Confieso sinceramente que, según todas las apariencias exteriores, yo salí derrotado de nuestra controversia acerca de la cuestión china (creo que a principios o mediados de noviembre de 1927), pero no fui convencido. Desde entonces he meditado estos temas más de una vez pero mi conclusión sigue siendo la misma: usted está equivocado. He aquí mis puntos de vista expuestos brevemente.

Su posición es fuerte sólo en sus apariencias externas, sólo en su simpleza y claridad esquemáticas, pero no es viable. La analogía con el curso de nuestra revolución no habla a su favor sino en su contra. Nosotros hicimos una revolución burguesa fracasada en 1905. Pese al hecho de que la burguesía aún en esa época ya se había revelado como una fuerza contrarrevolucionaria (durante el alzamiento de diciembre) nuestro partido orientó al proletariado hacia una nueva revolución democrático-burguesa, como etapa necesaria en la futura lucha por el socialismo, bajo una nueva relación de fuerzas. ¿Tuvo razón o no Lenin cuando, incluso en 1915-1916, luego de levantar la consigna de convertir la guerra imperialista en una guerra civil consideró necesario que Rusia, durante la primera etapa, se orientara hacia la revolución democratico burguesa y no hacia la dictadura del proletariado, mientras que consideró pueril la posición de Bujarin y Piatakov (que hablaban de levantar la consigna de una revolución socialista directa)? Creo que Lenin tuvo razón. Y fue sólo después de que se realizó la revolución democrático-burguesa pero no se la completó en febrero, que Lenin levantó la consigna de la dictadura del proletariado, la consigna de la revolución que debía, en route completar la revolución democrático-burguesa y pasar a la reconstrucción socialista de la sociedad. Mientras tanto, las dos revoluciones chinas aún no han conseguido lo que nosotros conseguimos sólo en febrero, ni en el sentido de conquistas materiales ni, lo que es más importante, en el sentido de crear las condiciones para la organización de soviets de obreros y campesinos a escala masiva, algo que nosotros obtuvimos inmediatamente después de la caída del zarismo. Por otra parte, yo no creo que en la China de hoy ningún tipo de movimiento esté asegurado en la dirección burguesa según líneas de evolución, de la misma forma en que se consiguió la desaparición pacífica de los remanentes feudales en Alemania luego de la revolución fracasada de 1848. Resumo: China todavía tiene por delante una lucha colosal, amarga y prolongada por cuestiones elementales como la unificación nacional, y ni qué hablar del problema colosal de la revolución democrático burguesa agraria. Es imposible decir hoy si la pequeña burguesía china podría crear partidos análogos a nuestros socialrevolucionarios, o si tales partidos serán creados por los comunistas del ala derecha que rompan con el partido, etcétera. Hay una sola cuestión clara. La hegemonía del futuro movimiento aún pertenece al proletariado, pero el contenido social de la primera etapa de la futura revolución china no puede ser caracterizado como un vuelco socialista. Usted tendrá dificultades para demostrar, si es que vamos a recurrir siempre a las analogías, que la actual situación en China es la etapa entre febrero y octubre, sólo que se extiende por años. No ha habido febrero en China, el movimiento fue aplastado en el umbral de Febrero aunque en algunas cosas la situación superó a febrero (el espíritu contrarrevolucionario de toda la gran y media burguesía, de los kulaks y del capital mercantil). Su error fundamental yace en el hecho de que usted determina el carácter de una revolución sobre la base de quién la hace, qué clase, es decir, por el sujeto efectivo, mientras que le asigna importancia secundaria al contenido social objetivo del proceso. La revolución de noviembre en Alemania no fue realizada por la burguesía pero nadie considera que fue proletaria. La revolución de 1789 fue completada por la pequeña burguesía pero nadie ha caracterizado a la gran revolución francesa como una revolución pequeñoburguesa. La revolución china será dirigida desde el comienzo por el proletariado, y éste exigirá pago de ello desde el comienzo pero, pese a este hecho, la primera etapa de esta revolución permanecerá en el estadio del vuelco democrático burgués, mientras que la composición de las fuerzas organizadas estatales y actuantes seguirá siendo la de la dictadura del proletariado y los campesinos. Una palabra a propósito de su observación acerca de ignorar a “los millones de campesinos y la revolución agraria”. Usted la califica de “objeción lastimosa” y agrega “Zinoviev” entre paréntesis. Usted no puede haberse olvidado de que tanto Radek como yo le hemos hecho esta objeción. Yo no me opongo a los ataques fuertes en polémicas principistas entre amigos, pero sí me opongo a que me ataque a mí y a Radek bajo el seudónimo de Zinoviev. Somos perfectamente capaces de librar la batalla bajo nuestros propios nombres honorablemente adquiridos.

Le hago un pedido urgente, León Davidovich: si escribe usted una respuesta en refutación y la envía a todos nuestros camaradas en el exilio, haga copias de mi carta sobre China y envíelas también. Pero en general, como ya he señalado, no estoy a favor de una discusión acerca de esta cuestión en este momento. Tampoco considero que nuestras divergencias sean esenciales, es decir, siempre hemos tenido una posición unánime en cuanto a lo que debe hacer el Partido Comunista chino en la práctica, en la actualidad y cuando tenga lugar una nueva alza en la revolución.