Una lengua,
una historia, una casta bravía
concibieron los siglos en un sueño ancestral
y la raza española fue como una ironía
de los siglos obsesos por un raro ideal.
Gesta de aventureros, hijodalga porfía
por alguna quimera, cruzada medioeval
y más tarde los libros de Caballería
forjando la locura del hidalgo inmortal.
Cervantes tuvo para su tristeza imprecisa
el antifaz de seda de una amarga sonrisa
y la heroica epopeya de La Mancha escribió,
pues fue porque este símbolo magnífico existiera
y un libro de Cervantes al mundo le dijera
que el sueño de los siglos una raza creó.