Guillermo Lora

 

Marx y la Teoría de la Revolución Permanente

 


Publicado por vez primera: Masas, N° 346, 27 de julio de 1968.
Fuente de la version digital: Partido Obrero Revolucionario, Sección Boliviana del CERCI, http://www.masas.nu.
Esta edición: Marxists Internet Archive, febrero de 2011.  


 

 

El 17 de junio y abajo los auspicios de la FUL paceña dictó una conferencia Guillermo Lora. El público, que había colmado totalmente el Paraninfo aplaudió con entusiasmo al orador. Ofrecemos una síntesis de dicha exposición:

 

I.

LA REVOLUCIÓN PERMANENTE EN MARX Y ENGELS

a) “Manifiesto Comunista” (1848).  En el capítulo IV del “Manifiesto” se lee: “Los comunistas fijan su principal atención en Alemania (en vísperas de la revolución de 1848, G.L.), porque Alemania se halla en vísperas de una revolución burguesa y porque llevará a cabo esta revolución bajo condiciones más progresivas de la civilización europea en general, y con un proletariado mucho más desarrollado que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el XVIII, y, por lo tanto, la revolución burguesa alemana no podrá ser sino el preludio inmediato de una revolución proletaria.” En el párrafo transcrito está ya contenida la teoría de la revolución permanente.

Extraña que Trotsky no se refiera con detenimiento a este párrafo del “Manifiesto” y sólo de pasada lo cita en su escrito “A 90 años del ‘Manifiesto comunista”.

Marx ha dicho en otro lugar y refiriéndose al mismo tema y época: “Los proletarios pueden aceptar y deben aceptar la revolución burguesa como condición de la revolución proletaria. Pero jamás, ni por un momento, considerarla como su propia meta final”. (Marx, “Escritos Varios”, T. II).

La burguesía alemana de ese entonces se había quedado muy rezagada, empezaba a luchar contra la monarquía absoluta y a consolidar su poder político, en una época en que la burguesía de todos los demás países adelantados se hallaba ya empeñada en una lucha de vida o muerte contra el proletariado. “No obstante, los comunistas no debían frenar ni por un momento en su labor específica. No debían cejar en su misión de educar a los obreros en la conciencia de sus intereses de clase, opuestos a los de la burguesía, haciéndoles comprender que la batalla contra ésta empezaría inmediatamente después del derrumbamiento de la monarquía absoluta, tan pronto como se evidenciase que la revolución burguesa no era más que el preludio de la revolución proletaria”. (D. Riazanov, `Notas al Manifiesto”)

Se discute sobre si la paternidad del capítulo IV del “Manifiesto” corresponde a Marx o Engels. Teniendo en cuenta la táctica propuesta en “Principios de comunismo” frente a la burguesía, se tiene que concluir que el autor es Marx, quien “eslabona la revolución burguesa de Alemania (donde las condiciones eran mucho más propicias que aquellas con que se habían encontrado Inglaterra y Francia en los siglos XVII y XVIII respectivamente) con la revolución proletaria, entendiendo que la primera no sería más que el preludio de la segunda”. (Riazanov).

Los clásicos del marxismo ponen de relieve una de las características más notables de las revoluciones de nuestra época (época de desarrollo y desintegración del capitalismo) y que es la presencia del proletariado plenamente formado. Esta clase social tiende a convertirse en dirigente del proceso revolucionario y le imprime su propio sello. Las revoluciones de nuestra época, aún cuando comiencen como burguesas, no pueden menos que concluir como socialistas. La presencia del proletariado, actuando como clase para sí, es el factor determinante de las limitaciones y de la impotencia de las burguesías nacionales. A cien años de la revolución alemana de 1848, las burguesías han declinado políticamente mucho más y el proletariado, contrariamente, se ha fortalecido enormemente, sobre todo, en el plano de la conciencia de clase.

b) La “Circular de la Liga Comunista” de marzo de 1850. En este histórico documento y fundamental para la elaboración del programa del proletariado, se lee: “Las peticiones democráticas no pueden satisfacer nunca al partido del proletariado. Mientras que la democracia pequeño-burguesa desearía que la revolución terminase tan pronto ha visto sus aspiraciones más o menos satisfechas, nuestro interés y nuestro deber es hacer la revolución permanente, mantenerla en marcha hasta que todas las clases poseedoras y dominantes sean desprovistas de su poder, hasta que la maquinaria gubernamental sea ocupada por el proletariado... las fuerzas más importantes de producción sean concentradas en manos del proletariado . . .” Es en este documento que por primera vez aparece la expresión “revolución permanente” y que será tan usada por Marx y Engels.

En “Las luchas de clases en Francia, 1848-1850” de Marx encontrarnos el siguiente párrafo: “El socialismo revolucionario es la declaración de la revolución permanente, la instauración de la dictadura de clase del proletariado como paso necesario para la abolición de las distinciones de clase en general, para la abolición de todas las relaciones sociales quedependen de estas condiciones de producción para la subversión de todas las ideas que emanan de estas relaciones”.

“La Circular” señala cómo deben actuar los obreros dentro de la perspectiva de la revolución permanente: “Al margen del gobierno oficial, los obreros deben constituir un gobierno de trabajadores revolucionarios, sea bajo la forma de comités locales ejecutivos y de comités de trabajadores, de manera que los gobiernos democrático-burgueses no sólo pierdan inmediatamente todo apoyo entre los obreros, sino que desde el principio se encuentren bajo el control y la amenaza de las autoridades detrás de las cuales se encuentra la masa entera de la clase obrera....”

¿Cuál el sentido de la “Circular”? Marx y Engels dicen que su objetivo era desenmascarar completamente a la democracia, para así armar ideológicamente a la clase obrera. ‘Se trata del mensaje a la Liga que redactamos juntos; en el fondo, nada más que un plan de guerra contra la democracia” (Carta de Marx a Engels, Londres, 13 de julio de 1851).

Más adelante se señalan los objetivos inmediatos del proletariado: “A fin de que este partido (el demócrata), cuya traición a los obreros comenzará -dice la Circular- con la primera hora de la victoria, se vea imposibilitado de llevar a cabo su nefasta obra, es necesario armar y organizar al proletariado... con sus propios jefes y su estado mayor, ponerlo bajo las órdenes, no del gobierno, sino de las autoridades revolucionarias nombradas por los obreros... No deben ser apartados de su camino hacia la independencia proletaria por la hipocresía de la pequeña burguesía democrática. Su grito de guerra tiene que ser: “¡revolución permanente! “.

La “Circular” fijaba la conducta política y organizativa (entre ambas hay una ligazón indisoluble) del proletariado frente a las otras clases que, en determinado momento, habían asumido o tenían posibilidades de asumir actitudes revolucionarias. Fue redactado como el balance de las revoluciones en el período de ascenso del capitalismo, en el que la burguesía y la pequeña burguesía jugaban un papel indiscutiblemente revolucionario y cuando la dirección política de estas clases arrastra al proletariado. Pero aún bajo estas circunstancias (que ya no se dan en toda su plenitud en nuestros días), Marx creía que era deber fundamental de los comunistas organizar de manera independiente el partido de la clase obrera: “Mientras el partido democrático, el partido de la pequeña burguesía, amplía y robustece su organización, el partido de la clase obrera pierde su cohesión o forma organizaciones locales para fines locales, y así se ve envuelto en el movimiento democrático y cae bajo la influencia de la pequeña burguesía. Este estado de cosas debe terminar: la independencia de la clase obrera debe ser restablecida”. La finalidad de esta recomendación no era otra que evitar que el proletariado marchase a remolque de la burguesía como en 1848: “el partido de la clase trabajadora debería estar fuertemente organizado y actuar unánime e independiente, si no quiere de nuevo ser explotado y marchar a remolque de la burguesía, como en 1848”. Después de más de cien años, en plena etapa de descomposición del capitalismo, cuando la burguesía ha demostrado su carácter reaccionario y la pequeña burguesía la imposibilidad de desarrollar consecuentemente una política independiente de clase, ciertos elementos, que pretenden pasar de comunistas, van a remolque de la burguesía nacional, unas veces, y otras de la pequeña burguesía.

A mediados del siglo XIX la burguesía europea agota sus posibilidades revolucionarias. Es sobre la experiencia de 1848 frente al movimiento democrático, en el cual la burguesía desempeñó el “papel de traidora”, que los maestros del socialismo elaboran la crítica de su actuación y fijan la táctica del proletariado frente a la burguesía y a la pequeña burguesía, táctica que, en sus líneas generales, conserva hoy toda su validez. En la “Circular” se señala la estrategia del partido obrero dentro de la perspectiva de la revolución permanente y que difiere radicalmente de la estrategia de la burguesía. Esta última clase busca estrangular el proceso dentro del marco de sus propios intereses. Marx y Engels señalaron que el proletariado llevaría la revolución hasta el extremo de destruir toda forma de opresión clasista y a este proceso llamaron, precisamente, “revolución permanente”.

La perspectiva de Marx-Engels se basaba en el papel totalmente novedoso que jugaba el proletariado en el escenario político y encontraba su confirmación en la experiencia de las revoluciones anteriores: “Las conquistas de la primera victoria sólo se consolidaban mediante la segunda victoria del partido más radical” (Engels).

El proletariado aunque ignore la existencia de la teoría de la revolución permanente actúa conforme a ella, debido a su particular naturaleza clasista, que arranca del lugar que ocupa dentro del proceso de producción. Los obreros desde el primer momento en que chocan con el patrón y recurren al método de la acción directa, pugnan, unas veces sin saberlo y sin querer, por destruir los cimientos del capitalismo. De aquí se deduce que toda huelga lleva implícita la posibilidad de generalizarse y convertirse en guerra civil.

Los clásicos del marxismo lucharon contra la tendencia que pretendía aplicar a las revoluciones producidas en el siglo XIX, cuando era ya indiscutible la presencia del proletariado como clase, los modelos y las proyecciones de las revoluciones burguesas de épocas anteriores.

c) Resumen. Marx y sus adeptos formularon la idea de la revolución permanente en oposición a la ideología democrática; la cual, como es sabido, pretende que con la instauración de un estado democrático, no hay ningún problema que no pueda ser resuelto por la vía pacífica, reformista o progresista. Marx consideraba a las revoluciones burguesas del siglo XIX como preludio de la revolución proletaria. Y, aunque se equivocó, su error fue cronológico y no de método. La revolución de 1848, por ejemplo, no se trocó en socialista; pero, precisamente por ello, no condujo a la democracia.

En la época del pleno desarrollo capitalista (con mayor razón bajo el imperialismo), las burguesías de los países atrasados no pueden cumplir las tareas que históricamente les corresponde.

 

II. 

LA NUEVA TEORÍA DE LA REVOLUCIÓN

El pensamiento de Marx y Engels se diferencia del de los demás socialistas de su época porque consideraban decisiva para la revolución la presencia del proletariado en el escenario político. Es este hecho fundamental el que transforma el carácter de las revoluciones que se producen durante el siglo XIX. Elaboran una nueva teoría de las revoluciones contemporáneas y someten a una severa crítica a todo intento de encasillar los procesos de transformación social dentro de los moldes de la revolución clásica burguesa.

En la misma medida en que arremete el proletariado, la burguesía se hace contrarrevolucionaria. Las burguesías nacionales que han llegado tarde al escenario, coincidiendo con el florecimiento o decadencia del capitalismo, ya no tienen tiempo ni pueden cumplir sus tareas específicas. Este es otro de los aspectos de la nueva teoría de Marx y Engels. Esta relación directa entre la pujanza del proletariado y la impotencia de la burguesía es uno de los hechos que permite que sin la presencia de la clase obrera no sería posible ni concebible este nuevo tipo de revolución. La nueva teoría de la revolución puede enunciarse así:

1. Las revoluciones hasta antes del siglo XIX presentan como rasgo diferencial el ser minoritarias (minoritarias por servir los intereses de una minoría, aunque reciban el apoyo de casi toda la población). Se limitaban a sustituir una forma de opresión de clase por otra y no se contaba entre sus proyecciones la supresión de las clases.

2. Las revoluciones en las que interviene el proletariado se convierten, por primera vez en la historia, en revoluciones mayoritarias, es decir, al servicio de toda la sociedad, aunque estén dirigidas por una minoría. Estas revoluciones tienden a destruir toda forma de opresión clasista. La presencia del proletariado convierte a la revolución en permanente.

3. Una minoría toma el poder, y recibe el apoyo de las grandes masas, por ser la única capaz de hacerlo en ese momento y porque el desarrollo de las fuerzas productivas le obliga a seguir ese camino. La minoría deviene caudillo nacional.

4. En nuestra época el proletariado gana el apoyo mayoritario porque representa fielmente las aspiraciones más profundas de todo el país. Sin vinculaciones con el pasado histórico y sin intereses que defender en la presente sociedad, el proletariado es la única clase revolucionaria consecuente. Las otras clases sociales lo más que pueden hacer es asumir actitudes revolucionarias.

5. La presencia del proletariado obliga a la burguesía a modificar la conducta que observó en el transcurso de sus revoluciones clásicas (siglos XVIII y XVII). Al sentirse amenazada por el proletariado, “su inseparable compañera”, busca apoyo en la reacción criolla e internacional, para poder salvar por lo menos parte de sus intereses.

6. La burguesía de nuestra época, desde cierto momento de su existencia, se torna cobarde y enemiga de la revolución, es decir, cuando se da cuenta que el proletariado amenaza con superarla.

7. El proletariado, la capa más baja y oprimida, para liberarse está obligado a liberar a toda la sociedad.

 

III.

LA REVOLUCIÓN PERMANENTE EN LENÍN Y TROTSKY

a) Lenín. El 14 de septiembre de 1905 (época en que la discusión giraba alrededor del problema de fijar el carácter de la revolución rusa) Lenín escribió lo que sigue: “De la revolución democrática comenzaremos a pasar inmediatamente, en la medida de nuestras fuerzas, de las fuerzas del proletariado consciente y organizado, a la revolución socialista. Nosotros somos partidarios de la revolución ininterrumpida. No nos quedaremos a mitad del camino”.

Cuando se dice que la vanguardia proletaria en el poder no se quedará en medio camino al realizar las tareas demoburguesas y que pasará a las tareas socialistas, se está planteando la tesis central de la revolución permanente: la transformación de la revolución democrática en socialista dentro de un proceso ininterrumpido.

En 1917 dijo Lenin que la revolución rusa de 1905 era por su contenido social, es decir, por sus tareas, una revolución democrática (burguesa) y por la clase social dirigente y por sus métodos una revolución proletaria: “La originalidad de la revolución rusa consiste en que era, por su contenido social, una revolución burguesa democrática y, por sus métodos de lucha, una revolución proletaria: “La originalidad de la revolución rusa consiste en que era, por su contenido social, una revolución burguesa democrática y, por sus métodos de lucha, una revolución proletaria. Era una revolución burguesa democrática porque el objetivo al cual aspiraba directamente y que podía alcanzar inmediatamente por sus fuerzas era la república democrática, la jornada de 8 horas, la confiscación de las inmensas propiedades rurales de la nobleza, las medidas que realizó casi enteramente en Francia la revolución burguesa en 1792 y 1793.

“La revolución rusa era, al mismo tiempo, una revolución proletaria, y esto no solamente porque el proletariado era la fuerza dirigente de ella, la vanguardia del movimiento, sino porque el medio de lucha específico del proletariado, la huelga, constituía el medio principal de levantar a las masas, el fenómeno más característico de la ola ascendente de los acontecimientos decisivos”.

Lo que es más elocuente en Lenin es que afanosamente enseñó a desconfiar de las burguesías nacionales y no ir a su zaga; “Precisamente por ser burguesa la revolución se debe enseñar al proletariado a desconfiar de la burguesía”.

b) Trotsky. Definió el carácter permanente de la revolución rusa en la siguiente fórmula: “El proletariado victorioso no se detendrá en el programa de la democracia burguesa, sino que pasará inmediatamente al programa del socialismo”.

La revolución permanente en su esencia no es más que la transformación de las tareas democráticas en tareas socialistas bajo la dirección del proletariado. “En realidad, la tendencia a transformar la revolución democrática en socialista se funda en la estructura social del capitalismo” (Trotsky).

1. Los objetivos democráticos de las naciones burguesas atrasadas conducen, en nuestra época, a la dictadura del proletariado, y ésta pone a la orden del día las reivindicaciones socialistas. “La democracia dejaba de ser un régimen de valor intrínseco para varias décadas y se convertía en el preludio inmediato de la revolución socialista, unidas ambas por un nexo contínuo. Entre la revolución democrática y la transformación socialista de la sociedad se establecía, por lo tanto, un ritmo revolucionario permanente”. La revolución permanente es el proceso que no se detiene en medio camino y dentro de cuyo ciclo se destruye toda forma de opresión clasista.

2. “El segundo aspecto de la teoría caracteriza ya la revolución socialista como tal. A lo largo de un período de duración indefinida y de lucha interna constante, van transformándose todas las relaciones sociales. Y en este proceso de transformación cada nueva etapa es consecuencia directa de la anterior”.

3. El carácter internacional de la revolución socialista (3er. aspecto) es consecuencia inevitable del estado actual de la economía y de la estructura social de la humanidad. El internacionalismo no es un principio abstracto, sino únicamente el reflejo teórico y político del carácter mundial de la economía, del desarrollo mundial de la lucha de clases. “La revolución socialista empieza dentro de las fronteras nacionales; pero no puede contenerse en ellas. La contención de la revolución proletaria dentro de un territorio nacional no puede ser más que un régimen transitorio.... Con la existencia de una dictadura aislada, las contradicciones internas y exteriores crecen paralelamente a los éxitos. Su salvación está únicamente en hacer que triunfe el proletariado en los países más progresivos. La revolución socialista implantada en un país no es un fin en sí, sino únicamente un eslabón de la cadena internacional”.

 

IV.

LA REVOLUCIÓN PERMANENTE EN BOLIVIA

1. La Tesis de Pulacayo. La teoría de la revolución permanente (como la posibilidad de que el proletariado -numéricamente pequeño, pero política y económicamente poderoso- llegue al poder en Bolivia antes que en otros países capitalistas avanzados, como resultado de las profundas contradicciones del país y a la cabeza de la nación revolucionaria y que, una vez dueño del Estado, se verá obligado a realizar plenamente las tareas democráticas, transformándolas en socialistas) fue formulada por primera vez en la “Tesis de Pulacayo”. Sus impugnadores, es decir, los elementos que se identificaron como enemigos de la clase obrera, centraron gran parte de su crítica alrededor de la denuncia de las ideas trotskystas que contiene el documento. En oposición a la “Tesis de Pulacayo”, el stalinismo (PIR) sostuvo que el poco numeroso e inmaduro proletariado boliviano debía limitarse a jugar el papel de oposición de izquierda del movimiento democrático. Partiendo de tal planteamiento, los piristas concluyeron pactando con la rosca y hasta masacrando a trabajadores mineros.

2. Programa del POR. Planteada que fue la necesidad de ganar a las masas para las posiciones del Partido, se hizo necesario responder a los problemas de las clases no proletarias, es decir, a los problemas nacionales. Es entonces que recién se estudia la forma de resolver plenamente las tareas democráticas, muchas de las cuales no fueron siquiera enunciadas por la clase dominante. De esta fecha datan las tesis del Partido sobre la inminencia del gobierno obrero, que tendrá, a pesar de ser obrero, que comenzar solucionando las tareas democráticas. De esta manera las tesis de la revolución permanente se convirtieron en la piedra angular del programa partidista

3. Crítica del M N R. La teoría de la revolución permanente nos permitió anunciar, aún mucho antes del 9 de abril de 1952, que el MNR en el poder sería sobrepasado por las masas y que no tenía más porvenir que concluir capitulando ante el imperialismo. Los acontecimientos (particularmente el golpe gorilista de noviembre de 1964) han confirmado el pronóstico.

Armados de la doctrina marx-leninista, fuimos los primeros en señalar que el lechinismo -bautizado por nosotros como la izquierda del MNR- tenía que correr la misma suerte que su partido en conjunto, debido a su impotencia política y por ser parte integrante de una agrupación ajena al proletariado.

4. El porvenir de la revolución. El POR llegará al poder a la cabeza de la nación revolucionaria, marchando dentro de la línea táctica de la alianza obrero-campesina. El gobierno obrero campesino no será, pues, más que el gobierno obrero apoyado directamente por los campesinos y por los sectores mayoritarios de la clase media.

Si el POR no se convierte en partido de masas, sino conquista el puesto de caudillo nacional indiscutido, la revolución boliviana no tiene posibilidades de salvación y corre el inminente riesgo de perecer bajo la creciente presión del imperialismo.

A nuestros adversarios les advertimos, siempre con la revolución permanente, que las enormes contradicciones que se generan dentro del proceso revolucionario serán superadas en la palestra internacional. En ningún momento hemos sostenido la posibilidad de construir el socialismo dentro de las fronteras nacionales. Algo más, nos orientamos a encontrar los canales que nos liguen con la avalancha revolucionaria internacional, comenzando por la latinoamericana.

5. El gobierno obrero-campesino. La debida comprensión de esta consigna no puede lograrse al margen de la teoría de la revolución permanente. La incapacidad e incipiencia de la burguesía agiganta el papel político del proletariado. El enorme peso de los campesinos y su imposibilidad de jugar un papel independiente y menos de constituirse en dirección política, convierte en necesaria la alianza obrero-campesina. Más, esta alianza quiere decir que sea el proletariado el que arrastre a los campesinos por el camino revolucionario. El proletariado minoritario se transforma, por estar obligado a emancipar a toda la sociedad en su empeño de emanciparse a sí mismo, en caudillo y portavoz de la mayoría nacional.

La peculiar relación de clases sociales en Bolivia y el incumplimiento de las tareas democráticas, imponen la necesidad de estructurar el gobierno obrero-campesino si se quiere llevar adelante la revolución iniciada el 9 de abril de 1952.

Advertencia. La revolución permanente no debe confundirse con otras teorías. Nada tiene que ver con la permanencia de la revolución, que sostiene que en todo momento y en cualquier país puede el proletariado tomar el poder.

Proudhon habló de la revolución como “un estado permanente”, como una serie de evoluciones, ya lentas o ya más rápidas. Habló de una sola y única perpetua revolución. Era, en verdad un evolucionista.

Los que incurren en una desviación izquierdista abusivamente invocan el nombre de Trotsky para formular la tesis de que en Bolivia sólo puede concebirse una revolución puramente socialista y que ya no hay lugar para formular las tareas democráticas.

La revolución permanente no plantea la realización de las tareas democráticas separada y paralelamente a las socialistas, pues esto supondría la estructuración de una sociedad burguesa junto a la socialista.