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V. I. Lenin


Los nuevos cambios económicos en la vida campesina

(A propósito del libro de V. E. Póstnikov “La explotación agrícola en el sur de Rusia”)

 



Escrito: En la primavera de 1893. Este es uno de los escritos más tempranos de que se han conservado de V. I. Lenin.
Primera publicación:  En 1923, en la recopilación Para el aniversario del I Congreso del partido (1898-1923).
Fuente del texto: V. I. Lenin, Obras completas, Editorial Cartago, Buenos Aires; 2da edición corregida y aumentada, 1969, tomo I, págs. 13-84.
Preparado para el MIA: Digitalización: Julio Rodríguez; HTML: Juan Fajardo, 2012.


 

 

 

I

El libro de V.E. Póstnikov La explotación agrícola en el sur de Rusia (Moscú, año 1891, págs. XXXII-391), publicado hace tres años, constituye una descripción extraordinariamente detallada y minuciosa de la explotación agrícola en las provincias de Táurida, Jergón y Ekaterinoslav, sobre todo de los distritos continentales (septentrionales) de la provincia de Táurida. Dicha descripción está basada, en primer lugar -y principalmente-, en las investi-gaciones estadísticas de los zemstvos[1] de las tres provincias indicadas; en segundo término, en las observaciones personales del autor realizadas, en parte en su carácter de funcionario[2] y, en parte, con la finalidad especial de estudiar la explotación agrícola en los años 1887-1890.

El intento de reunir las investigaciones estadísticas de los zemstvos2 de una región en un único estudio y de exponer sus resultados en forma sistemática, ofrece de por sí un interés inmenso, ya que esas estadísticas aportan un enorme y detalladísimo material acerca de la situación económica de los campesinos, pero lo hacen en tal forma que para el público estas investigaciones se pierden casi sin dejar huella: las recopilaciones estadísticas son tomos enteros llenos de tablas (ordinariamente a cada distrito se le destina un volumen aparte), cuyo solo resumen por rubros suficientemente amplios y claros, exige estudios especiales. La necesidad de resumir y elaborar los datos estadísticos de los zemstvos se deja sentir hace ya mucho. Con este fin se inició en los últimos tiempos la publicación de los Balances de las estadísticas de los zemstvos. El plan de esta edición; es el siguiente: se toma determinado problema relativo a la hacienda campesina, y se efectúa una investigación especial para resumir todos los datos que al respecto contienen las estadísticas de los zemstvos; se agrupan las cifras referentes a las tierras negras del sur de Rusia y a las tierras no negras del norte, a las provincias exclusiva-mente agrarias y a aquéllas en que existen industrias artesanales. Con arreglo a este plan se compilaron los dos tomos ya publicados de los Balances, el primero dedicado a la “comu-nidad campesina” (V.V.), y el segundo, al “arriendo por los campesinos de tierras que no son nadiel[3] (N.Kárishev)[4]. Permítasenos dudar de que ese procedimiento sea correcto: en primer lugar, es preciso agrupar datos relativos a distintas regiones administrativas que tienen condiciones económicas diferentes (añadamos a esto que la caracterización de cada región por separado ofrece enormes dificultades porque las investigaciones estadísticas de los zemstvos son incompletas y porque han sido omitidos muchos distritos, dificultades que ya se hicieron patentes en el segundo tomo de los Balances; el intento de Kárishev, de ubicar en regiones determinadas los datos que figuran en las estadísticas citadas, no tuvo éxito). En segundo lugar, es absolutamente imposible describir en forma aislada un aspecto concreto de la economía campesina sin referirse a los otros; la separación de uno u otro problema resulta artificial, y se pierde la visión del cuadro en su conjunto. Las tierras que no son nadiel arrendadas por los campesinos son separadas de las tierras de nadiel arrendadas, de los datos generales sobre el agrupamiento económico de los campesinos y sobre la magnitud del área sembrada; sólo se consideran como parte de la agricultura campesina, cuando en realidad a menudo son un modo particular de explotación de la hacienda de propiedad privada. Por ello, me parece que sería preferible resumir los datos de las estadísticas de los zemstvos según las regiones cuyas condiciones económicas sean homogéneas.

Al expresar de paso mis ideas sobre el mejor procedimiento para resumir las investigaciones estadísticas de los zemstvos -ideas nacidas de la comparación de los Balances con el libro de Póstnikov-, debo, sin embargo, prevenir que éste no se propuso propiamente hacer un resumen: relega a un segundo plano las cifras y se esfuerza por lograr que su descripción sea exhaustiva y clara.

Dedica casi la misma atención a los problemas de carácter económico y jurídico adminis-trativo (formas de propiedad de la tierra) que a los de índole técnica (lindes; sistema de administración; cosecha), aunque se proponía destacar en primer plano los problemas de carácter económico.

“Debo reconocer -dice el señor Póstnikov en el prólogo- que presto menos atención de lo que podría a la técnica de la hacienda campesina, pero obro así porque a mi parecer las condicio-nes de carácter económico desempeñan en ésta un papel más importante que la técnica. En nuestra prensa [... ] se hace por lo común caso omiso del aspecto económico [... ] Se investigan en forma muy superficial problemas económicos tan fundamentales como lo son para nuestra hacienda campesina el agrario y el de los lindes. El presente libro dedica más espacio a analizar estos problemas, precisamente, y en particular a la cuestión agraria” (Prólogo pág. IX).

Comparto plenamente el punto de vista del autor en cuanto a la mayor importancia de los problemas económicos respecto de los técnicos, y me propongo dedicar mi artículo a exponer sólo la parte del trabajo del señor Póstnikov en la que somete la explotación agrícola a una investigación político económica[5]. El autor caracteriza en el prólogo los puntos principales de esta investigación en los siguientes términos:

“El frecuente empleo que se hace últimamente de las máquinas en la agricultura, y la manifiesta ampliación de las dimensiones de la hacienda entre el sector acomodado del

campesinado, abren una nueva fase en nuestra vida agraria, a cuyo desarrollo darán sin duda nuevo impulso las difíciles condiciones económicas del año en curso. La productividad del trabajo de los campesinos y la capacidad laboral de una familia se elevan considerablemente al aumentar las dimensiones de la hacienda y con la utilización de las máquinas, lo que hasta ahora no se había tenido en cuenta al determinar la superficie que puede trabajar una familia campesina [... ]

“El empleo de máquinas en la agricultura provoca cambios esenciales en la vida cotidiana: reduce la demanda de mano de obra y hace todavía más sensible para los campesinos la superpoblación existente en nuestro agro, con lo cual contribuye a aumentar el número de familias que, al resultar superfinas para la aldea, se ven obligadas a buscar un salario en otros sitios y en la práctica se trasforman en campesinos sin tierra.

“Al mismo tiempo, la introducción de grandes máquinas para el laboreo de la tierra eleva el nivel de vida de los campesinos a una altura no imaginada hasta ahora, aun con los métodos actuales y el carácter extensivo de la agricultura. Esta circunstancia es la que garantiza la fuerza de los nuevos cambios económicos que se observan en la vida campesina. El objetivo inmediato del presente libro consiste en señalar y esclarecer estos cambios producidos en la vida de los campesinos del sur de Rusia” (Prólogo, pág. X).

Antes de pasar a exponer en qué consisten, a juicio del autor, estos nuevos cambios económicos, debo hacer otras dos reservas.

En primer lugar, se ha señalado ya que Póstnikov presenta datos sobre las provincias de Jersón, Ekaterinoslav y Táurida, pero sólo lo hace con suficiente detalle en lo referente a esta última provincia, y no a toda, por cierto, ya que el autor no proporciona cifras sobre Crimea, cuyas condiciones económicas son un tanto diferentes, y concentra su atención exclusiva-mente en los tres distritos continentales septentrionales de la provincia de Táurida: el de Berdiansk, el de Melitópol y el del Dniéper. Yo me circunscribiré sólo a los datos de estos tres distritos.

En segundo término, la provincia de Táurida no sólo está poblada por rusos, sino también por alemanes y búlgaros, cuyo número, por cierto, no es grande en comparación con el de los primeros, en el distrito del Dniéper hay 113 hogares de colonos alemanes sobre un total de 19.586 hogares campesinos existentes en el distrito, es decir, el 0,6 por ciento. En el distrito de Melitópol, los hogares de colonos alemanes y búlgaros (1.874 + 285 ) son 2.159 sobre un total de 34. 978, o sea, el 6,1 por ciento. Y por último, en el distrito de Berdiansk, 7.224 sobre un total de 28.794, o sea, el 25 por ciento. El total de hogares de colonos en los tres distritos es de 9.496 para un total de 83,358, es decir, cerca de 1/9. Por lo tanto, el número de colonos es en general muy insignificante, y en el distrito del Dniéper verdaderamente ínfimo. El autor describe con todo detalle el tipo de explotación agrícola de los colonos, separándolo siempre del ruso. Yo omito todas estas descripciones, y sólo me limito a la actividad agrícola de los campesinos rusos. Es cierto que las cifras comprenden a rusos y alemanes, pero dado lo poco numerosos que son estos últimos, su adición no puede modificar la proporción general, de manera que estos datos bastan para caracterizar el tipo de agricultura de los campesinos rusos. La población rusa de la provincia de Táurida, asentada en esta comarca en los últimos treinta años, sólo se distingue de los campesinos de otras provincias rusas por su mayor prosperidad. El régimen comunal de posesión de la tierra es en estas localidades, según expresión del autor, “típico y estable”[6]; en una palabra, omitiendo a los colonos, la actividad agrícola de los campesinos en la provincia de Táurida no ofrece diferencias esenciales respecto del tipo general de la agricultura rusa.

 

 

 

II

 

“En la actualidad -dice Póstnikov-, cualquier pueblo de cierta importancia del sur de Rusia (y probablemente se pueda decir lo mismo de la mayoría de las localidades del país), ofrece tal diversidad en la situación económica de los diferentes grupos de su población, que resulta extraordinariamente difícil hablar de las diferentes aldeas, como de unidades íntegras, y dar el panorama de su nivel de vida utilizando cifras promedio. Tales cifras indican la existencia de ciertas condiciones generales que determinan la vida económica de los campesinos, pero no aportan idea alguna sobre la diversidad de los fenómenos económicos en la vida real” (pág. 106).

Un poco más adelante, Póstnikov se expresa con mayor precisión aún:

“La diversidad en el nivel económico -dice- torna muy complejo el problema de la pros-peridad general de la población. Las personas que han visto de paso las grandes aldeas de la provincia de Táurida extraen por lo común la conclusión de que los campesinos de esas localidades son muy prósperos; ¿pero se puede llamar próspera a una aldea en. la cual la mitad de los campesinos son ricos y la otra mitad vive sumida en constante penuria? ¿Y qué rasgos determinan la mayor o menor prosperidad de una u otra aldea? Es evidente que las cifras promedio que caracterizan la situación de los pobladores de toda una aldea o de un distrito son insuficientes para extraer conclusiones sobre la prosperidad de los campesinos. Sólo se puede Juzgar al respecto por el conjunto de datos, dividiendo la población en grupos” (pág. 154).

Podría parecer que nada hay de nuevo en el hecho de señalar la diferenciación de los campe-sinos: se la menciona en casi todas las obras dedicadas a la agricultura en general. Pero lo cierto es que, por lo común, al mencionar este elemento, no se le concede importancia, se considera que no es esencial o inclusive que es fortuito, se estima que es posible hablar sobre el tipo de explotación agrícola caracterizándolo con cifras promedio y se discute la impor-tancia de las diferentes medidas prácticas en relación con todos los campesinos. En el libro de Póstnikov aparece una protesta contra tales puntos de vista. El autor indica (v más de una vez) “la enorme diversidad de niveles existentes en la situación económica de los diferentes hogares campesinos en el seno de la comunidad” (pág. 323) y combate “la tendencia a considerar la comunidad campesina como algo íntegro y homogéneo, que es como hasta ahora se lo imagina aún nuestra intelectualidad urbana” (pág. 351). “En el último decenio, las investigaciones estadísticas de los zemstvos -dice- han revelado que nuestra comunidad rural no es en absoluto homogénea, como creían nuestros autores en la década del 70, y que en los últimos decenios se produjo en ella una diferenciación de la población en grupos, con el grado más diverso de bienestar económico” (pág. 323).

Póstnikov confirma su opinión con gran cantidad de datos dispersos por todo el libro, y ahora debemos ocuparnos de hacer el resumen sistemático de todos estos datos para comprobar si su juicio es correcto y para resolver quién tiene razón: ¿”la intelectualidad urbana”, que con-sidera a los campesinos como algo homogéneo, o Póstnikov, quien afirma que la heteroge-neidad es enorme? Y además, ¿qué alcances tiene esa heterogeneidad? ¿Constituye un obstáculo para caracterizar en general la actividad agrícola de los campesinos, desde el punto de vista de la economía política, sólo sobre la base de las cifras promedio? ¿Puede dicha heterogeneidad cambiar la acción y la influencia de las medidas prácticas en relación con las diferentes categorías de campesinos?

Antes de citar las cifras que aportan el material necesario para la solución de estos problemas, es preciso señalar que todos los datos de este género fueron extraídos por Póstnikov de las recopilaciones estadísticas de los zemstvos relativas a la provincia de Táurida. En un principio, al hacer los censos, la estadística de los zemstvos, se limitaba a establecer los datos por comunidades, sin recoger las cifras correspondientes a cada familia campesina. Sin embargo, pronto se advirtió la desigualdad de bienes de las familias y se comenzó a hacer los censos por familia: este fue el primer paso hacia un estudio más profundo de la situación económica de los campesinos. El siguiente fue la introducción de cuadros estadísticos combinados: partiendo de la convicción de que la desigualdad material de los campesinos dentro de la comunidad rural3 es más profunda que las diferencias entre las distintas categorías jurídicas de éstos, los estadísticos comenzaron por agrupar todos los índices de la situación económica de los campesinos según determinadas diferencias materiales: por ejemplo, distribuyéndolos en grupos según el número de deciatinas[7] sembradas, según el número de cabezas de animales de labor, la cantidad de tierra de nadiel laborable de cada hogar campesino, etc.

La estadística de los zemstvos de Táurida agrupa a los campesinos por el número de deciatinas sembradas. Póstnikov supone que tal agrupamiento “es acertado” (pág. XII), ya que, “en las condiciones en que se encuentran las haciendas de los distritos de Táurida, las dimensiones de la superficie cultivada constituyen el signo esencial de la prosperidad económica” (pág. XII). “En el territorio estepario del sur -dice-, el desarrollo de cualquier tipo de actividad no agrícola de los campesinos es por ahora relativamente ínfimo, y la ocupación principal de la inmensa mayoría de la población rural es en el momento presente la agricultura, basada en la siembra de cereales”. “Según lo demuestran las estadísticas de los zemstvos, en los distritos septentrionales de la provincia de Táurida se ocupa exclusivamente de industrias artesanales el 7,6 por ciento de la población rural nativa, y el 16,3 por ciento tiene alguna ocupación auxiliar, además de explotar su propia hacienda agrícola” (pág. 108). En efecto, el agrupa-miento según las dimensiones de la superficie de siembra es, aun para otras regiones de Rusia, mucho más acertado que las otras bases de clasificación adoptadas por los estadísticos de los zemstvos, como, por ejemplo, el número de deciatinas de tierra de nadiel o de tierra de nadiel laborable por hogar campesino: por una parte, la cantidad de tierra de nadiel no expresa directamente la prosperidad económica de un hogar, pues las dimensiones del nadiel se fijan según el número de varones registrados en el censo4 o varones que realmente hay en la familia y sólo tiene una relación indirecta con la posición económica del dueño, porque, en definitiva, puede ocurrir que el campesino no utilice la tierra de nadiel, que la entregue en arriendo, o que ni siquiera pueda explotarla por carecer de aperos de labranza. Por otra parte, si la ocupación principal de los pobladores es la agricultura, resulta indispensable determinar la superficie sembrada para calcular la producción, establecer cuánto grano consume el campe-sino, cuánto compra y cuánto pone en venta, pues, si no se aclaran estos problemas no será posible dilucidar un aspecto muy importante de la economía campesina, no habrá claridad sobre el carácter de su hacienda agrícola, sobre la significación de ésta en comparación con sus ganancias, etc. Por último, es necesario tomar precisamente el área sembrada como base del agrupamiento, para poder así comparar la economía de una familia con las llamadas normas de la propiedad de los campesinos y de su agricultura, con la norma de productos alimenticios (Nahrungsfläche) y la del trabajo (Arbeitsfläche). En una palabra, la clasificación por la superficie sembrada no sólo es acertada, sino mejor y absolutamente imprescindible.

Según las dimensiones de la superficie sembrada, las estadísticas de la provincia de Táurida dividen a los campesinos en 6 grupos: 1) los que no siembran; 2) los que siembran hasta 5 deciatinas; 3) de 5 a 10 deciatinas; 4) de 10 a 25; 5) de 25 a 50, y 6) más de 50 deciatinas por hogar. La correlación de estos grupos según la cantidad de familias campesinas en los tres distritos es la siguiente:

 

 

Distritos
Berdiansk Melitópol Dniéper Corresponde a cada familia campesina el siguiente promedio de deciatinas en los 3 distritos juntos
% % %
Camp. que no
Siembran
6 7,5 9
 " "      hasta 5 dec. 12 11,5 11 3,5
 " "      de 5 a 10 dec. 22 21 20 8
 "  "      de 10 a 25  " 38 39 16,4 16,4
 "  "      de 25 a 50  " 19 16,6 15,1 34,5
 "  "       más de 50  " 3 4,4 3,1 75

 

 

Las correlaciones generales (estas proporciones corresponden a toda la población, incluidos los alemanes) varían poro si se excluye a los alemanes: así, el autor cálenla que en los distritos de la provincia de Táurida hay en total un 40 por ciento de campesinos que siembran poco (hasta 10 deciatinas), 40 por ciento que siembran la superficie media (de 10 hasta 25 deciatinas) y 20 por ciento que siembran grandes superficies. La exclusión de los alemanes reduciría la última cifra en 1/6 (16,7 por ciento, esto es, en total un 3.3 por ciento menos), elevando correlativamente el número de campesinos que siembran poco.

Para determinar el grado de heterogeneidad de estos grupos comencemos por la propiedad de la tierra y su usufructo.

Póstnikov da el siguiente cuadro (el autor no calcula los totales de las tres categorías de tierra en él indicadas [pág. 145]);

 

 

Deciatinas de tierra de siembra que corresponden en promedio a cada hacienda
Grupos de campesinos Distrito de Berdiansk Distrito del Melitópol Distrito del Dniéper
tierra de nadiel tierra com- prada tierra arren- dad total tierra de nadiel tierra com- prada tierra arren- dad total tierra de nadiel tierra com- prada tierra arren- dad total
Que no siembran 6,8 3,1 0,09 10 8,7 0,7 -- 9,4 6,4 0,9 0,1 7,4
Que siembran hasta 5 dec. 6,9 0,7 0,4 8,0 7,1 0,2 0,4 7,7 5,5 0,04 0,6 6,1
Que siembran de 5 a 10 dec. 9 -- 1,1 10,1 9 0,2 1,4 10,6 8,7 0,05 1,6 10,3
 Que siembran de 10 a 25  " 14,1 0,6 4 18,7 12,8 0,3 4,5 17,6 12,5 0,6 5,8 18,9
 Que siembran  de 25 a 50  " 27,6 2,1 9,8 39,5 23,5 1,5 13,4 38,4 16,6 2,3 17,4 36,3
 Que siembran más de 50  " 36,7 31,3 48,4 116,4 36,2 21,3 42,5 100 17,4 30 44 91,4
En todo el distrito 14,8 1,6 5 21,4 14,4 1,4 6,7 22,2 11,2 1,7 7,0 19,9

 

 

 

“Estas cifras demuestran -dice Póstnikov- que en los distritos de Táurida el grupo más próspero de campesinos no sólo usufructúa un gran nadiel, lo que puede ocurrir como consecuencia de que las familias sean más numerosas, sino que, al mismo tiempo, es el grupo que más tierra compra y arrienda” (pág. 146).

A propósito de esto sólo hay que señalar, a mi parecer, que la ampliación del nadiel, partiendo del grupo inferior hasta llegar al superior, no puede ser explicada totalmente por el aumento del número de miembros de las familias. Póstnikov da el siguiente cuadro sobre dicha composición de las familias por grupos, para los tres distritos:

 

 

Corresponde a cada familia en promedio
Haciendas Distrito de Berdiansk Distrito del Melitópol Distrito del Dniéper
personas de uno y otro sexo personas que trabajan personas personas que trabajan personas personas que trabajan
Que no siembran 4,5 0,9 4,1 0,9 4,6 1
Que siembran hasta 5 dec. 4,9 1,1 4,6 1 4,9 1,1
  "          "       de 5 a 10 dec. 5,6 1,2 5,3 1,2 5,4 1,2
  "          "       de 10 a 25  " 7,1 1,6 6,8 1,5 6,3 1,4
  "          "       de 25 a 50  " 8,2 1,8 8,6 1,9 8,2 1,9
  "          "       más de 50  " 10,6 2,3 10,8 2,3 10,2 2,3
_________________________________________________________________________
Por distritos 6,6 1,5 6,5 1,5 6,2 1,4

 

 

Del cuadro se desprende que la cantidad de tierra de nadiel por familia se eleva, del grupo inferior al superior, mucho más rápidamente que la cantidad de personas de ambos sexos y de personas que trabajan. Ilustremos esto fijando en 100 la cifra correspondiente al grupo inferior del distrito del Dniéper:

 

 

Campesinos Tierra de nadiel Personas que trabajan Personas de ambos sexos
Campes. que no siembran 100 100 100
Que siembran hasta 5 dec. 86 110 106
  "          "       de 5 a 10 dec. 136 120 117
  "          "       de 10 a 25  " 195 140 137
  "          "       de 25 a 50  " 259 190 178
  "          "       más de 50  " 272 230 219

 

 

Resulta claro que, además de la composición numérica de la familia, el factor que determina la magnitud del nadiel es la situación económica de la familia.

Si se examinan los datos sobre la cantidad de tierra comprada en los diferentes grupos, vemos que adquieren tierra casi exclusivamente los grupos superiores, con una superficie cultivada mayor de 25 deciatinas, y en primer término los agricultores más grandes, con una superficie cultivada de 75 deciatinas por familia. Por consiguiente, los datos sobre la tierra comprada confirman plenamente la opinión de Póstnikov sobre la heterogeneidad de los grupos campesinos. Por ejemplo, la información que da el autor en la página 147, en el sentido de que “los campesinos de los distritos de la provincia de Táurida han comprado 96.146 deciatinas de tierra”, no caracteriza en absoluto el fenómeno: casi toda esta tierra se encuentra en manos de una minoría insignificante, la que más tierra de nadiel posee, los campesinos “acomodados”, como dice Póstnikov, que sólo constituyen 1/5 de la población.

Lo mismo cabe decir del arriendo. El cuadro arriba expuesto contiene la cifra total de tierra arrendada, de nadiel y que no es nadiel. Resulta que la cantidad de tierra arrendada aumenta con absoluta regularidad a medida que es más sólida la posición económica de los campe-sinos, y por consiguiente, cuanta más tierra propia tiene el campesino, más toma en arriendo, con lo cual priva a los grupos más pobres de la que éstos necesitan.

Se debe hacer notar que este fenómeno es general en toda Rusia. Al hacer el balance del arriendo de tierra que no es nadiel por los campesinos en todos los lugares de Rusia estudiados por la estadística de los zemstvos, el profesor Kárishev formula como una ley general la relación directa entre la cantidad de tierra arrendada y la posición económica del arrendatario[8].

Por lo demás, Póstnikov da cifras todavía más detalladas acerca de la distribución de los arrendamientos de tierras que no son nadiel y de nadiel conjuntamente) que a continuación reproduzco: 

 

 

Haciendas Distrito de Berdiansk Distrito de Melitopol Distrito del Dnieper
% de haciendas arrendataria Area de siembra por cada hacienda campesina arrendataria Precio de 1 deciatina % de haciendas arrendataria Area de siembra por cada hacienda campesina arrendataria Precio de 1 deciatina % de haciendas arrendataria Area de siembra por cada hacienda campesina arrendataria Precio de 1 deciatina
Que siembran hasta 5 dec. 18,7 2,1 11 14,4 3 5,50 25 2,4 15,25
  "          "       de 5 a 10 dec. 33,6 3,2 9,20 34,8 4,1 5,52 42 3,9 12
  "          "       de 10 a 25  " 57 7 7,65 59,3 7,5 5,74 69 8,5 4,75
  "          "       de 25 a 50  " 60,6 16,6 5,80 80,5 16,9 6,30 88 20 3,75
  "          "       más de 50  " 78,5 62 4,20 88,8 47,6 3,93 91 48,6 3,55
_____________________________________________________________________________________________________
En todo el distrito 44,8 11,1 5,80 50 12,4 4,86 56,2 12,4 4,23

 

 

También aquí vemos que las cifras promedio no pueden en modo alguno caracterizar los fenómenos: si decimos, por ejemplo que en el distrito del Dniéper recurren al arriendo el 56 por ciento de los campesinos, damos una idea muy incompleta de la situación, porque en los grupos que tienen (como se demostrará más adelante) insuficiente tierra propia, la proporción de arrendatarios es bastante más baja -sólo 25 por ciento en el primer grupo-, mientras que el grupo superior, bien provisto de tierra propia, casi todo toma tierra en arriendo (91 por ciento). La diferencia en cuanto al número de deciatinas tomadas en arriendo por cada familia campesina es aun más considerable: la categoría superior arrienda 30,15 y 24 veces más tierra que la inferior. Es evidente que esto cambia el propio carácter del arrendamiento, dado que en la categoría superior éste es ya una empresa comercial, y en cambio, en la inferior, puede ser una operación motivada por la amarga necesidad. Esta suposición la confirman los datos sobre la renta: resulta que los grupos inferiores pagan una renta más elevada, a veces hasta cuatro veces mayor en comparación con la categoría superior (en el distrito del Dniéper). Es preciso recordar al respecto que el aumento de la renta a medida que disminuye la superficie de tierra arrendada no constituye una particularidad de nuestras regiones del sur: el trabajo de Kárishev demuestra que esta ley tiene un carácter general.

“En los distritos de la provincia de Táurida -dice Póstnikov a propósito de estos datos- toman tierra en arriendo, preferentemente los campesinos acomodados, que poseen suficiente tierra laborable, de nadiel y propias; en particular se puede decir esto en lo que respecta al arriendo de tierras que no son nadiel, es decir, de tierras de propiedad privada y del fisco, que se encuentran a distancias mayores de los poblados. En realidad, esto es muy natural: para tomar en arriendo las tierras más alejadas, hay que poseer suficientes animales de labor, y los campesinos menos acomodados no tienen aquí ni siquiera los animales necesarios para el laboreo de sus nadiel” (pág. 148).

No hay que creer que semejante distribución de los arriendos depende de que cada campesino alquile la tierra individualmente. La cosa no cambia en absoluto cuando el arriendo lo hace la comunidad, y no cambia por la sencilla razón de que la distribución de la tierra se hace sobre las mismas bases, es decir, “conforme al dinero”.

“Según los libros de contribuciones de la Dirección de Bienes del Estado dice Póstnikov-, de 133.852 deciatinas de tierras fiscales de los tres distritos entregadas en 1890, en arriendo por contrato, eran usufructuadas por las comunidades campesinas 84. 756 deciatinas de tierras buenas, es decir, cerca de 63 por ciento de la superficie. Pero la tierra arrendada por las comunidades campesinas era usufructuada por un número relativamente pequeño de jefes de familia, que en la mayoría de los casos eran campesinos ricos. El censo por familias campesinas realizado por el zemstvo muestra este hecho con bastante relieve” (pág.150)[9]:

 

Grupos de campesinos Distrito de Berdiansk Distrito de Melitopol Distrito del Dnieper  Total en los tres distritos
Numero Numero Numero Numero
haciendas arrendatarias deciatinas arrendadas Por hacienda arrendataria haciendas arrendatarias deciatinas arrendadas Por hacienda arrendataria haciendas arrendatarias deciatinas arrendadas Por hacienda arrendataria haciendas arrendatarias deciatinas arrendadas en % Por hacienda arrendataria
Que siembran hasta 5 dec. 39 66 1,7 24 383 16 20 62 3,1 83 511 1 6,1
  "          "       de 5 a 10 dec. 227 400 1,8 159 776 4,8 58 251 4,3 444 1.427 3 3,2
  "          "       de 10 a 25  " 687 2.642 3,8 707 4.569 6,4 338 1.500 4,4 1.732 8.711 20 5,0
  "          "       de 25 a 50  " 387 3.755 9,7 672 8.564 12,7 186 1.056 5,7 1.245 13.375 30 10,7
  "          "       más de 50  " 113 3.194 28,3 440 15.365 34,9 79 1.724 21,8 632 20.283 46 32,1
Suma 1.453 10.057 7 2.002 29.657 14,8 681 4.593 6,7 4.126 44.307 100 10,7

 

 

“Así, pues -resume Póstnikov-, en el distrito del Dniéper el grupo de campesinos prósperos usufructuaba más de la mitad de la tierra laborable arrendada; en el de Berdiansk, más de 2/3, y en el de Melitópol, que es donde más tierras fiscales se arrienda, llega a usufructuar más de 4/5 partes de la superficie arrendada. En cambio, el grupo de campesinos más pobres (que siembran hasta 10 deciatinas de tierra laborable) disponía en todos los distritos de no más de 1.938 deciatinas, es decir, de cerca del 4 por ciento de las tierras arrendadas” (pág. 150). A continuación, el autor cita varios ejemplos de distribución desigual de la tierra arrendada por las comunidades pero sería superfino reproducirlos.

A propósito de las conclusiones de Póstnikov sobre la relación del arriendo de la tierra con la situación económica de los arrendatarios, es en extremo interesante señalar la opinión opuesta, de los funcionarios encargados de la estadística de los zemstvos.

Al comienzo del libro, Póstnikov inserta su Artículo: Las estadísticas de los zemstvos en las provincias de Tnurida, Jersón y Ekaterinoslav (pág. XI a XXXII). En él examina, entre otros trabajos, la Memoria de la provincia de Táurica, editada por el zemstvo local en 1889. en la cual se resumía toda la investígación. Al examinar la parte de dicho libro dedicada a los arriendos, Póstnikov dice:

“En nuestras provincias del sur v del este, en las que existen grandes extensiones de tierra, las estadísticas de los zemstvos bn descubierto una proporción bastante considerable de campe-sinos acomodados, los cuales, además de poseer un importante nadiel toman en arriendo: bastante más tierra. En este caso, la agricultura no sólo persigue la finalidad de satisfacer las propias necesidades de la familia, sino también la de obtener cierto excedente, ciertos ingresos, gracias a los cuales los campesinos mejoran sus inmuebles, adquieren máquinas y compran tierra. Es un deseo bastante natural y por sí mismo nada tiene de reprochable, puesto que no manifiesta aún rasgo alguno del kulak[10]”. [En efecto, no son kulaks, pero no hay duda de que su actividad contiene elementos de explotación: al tomar en arriendo campos que por su extensión superan en mucho sus necesidades, los campesinos acomodados privan a los pobres de la tierra que necesitan para su sustento: al ampliar las dimensiones de su hacienda, precisan mano de obra suplementaria y recurren a la contratación de peones.] “Pero algunos de los estadísticos de los zemstvos, que por lo visto consideran tales manifestaciones de la vida campesina como algo ilegítimo, tratan de restarles importancia e intentan demostrar que el arriendo de tierra por los campesinos se debe, fundamentalmente, a la necesidad de obtener productos alimenticios, y que si bien los campesinos acomodados toman en arriendo mucha tierra, de todas formas el porcentaje de estos arrendatarios disminuye constantemente al aumentar las dimensiones del nadiel” (pág. XVII). Para demostrar esta idea, el señor Verner, autor de la Memoria, agrupó según las dimensiones de los nadiel a los campesinos de toda la provincia de Táurida que ocupaban de uno a dos trabajadores y de dos a tres animales de labor. Resultó que “a la par con la disminución del área del nadie!, decrece en estricta proporción, el porcentaje de familias arrendatarias, y en proporción menos rigurosa la superficie de tierra arrendada por cada familia campesina” (pág. XVIII). Póstnikov dice, con plena razón, que ese procedimiento nada demuestra, ya que una parte de los campesinos (sólo los que poseen de dos a tres animales de tiro) ha sido agrupada en forma arbitraria, quedando excluidos precisamente los campesinos acomodados; además, no se puede reunir los distritos continentales de la provincia de Táurida y Crimea, pues las condiciones de arriendo son en ellos distintas: en Crimea de 1/2 a 3/4 de la población son campesinos sin tierra (los llamados “deciatínschiki”)[11]; en los distritos septentrionales, sólo el 3 ó 4 por ciento. En Crimea casi siempre es fácil tomar tierra en arriendo; en los distritos septentrionales resulta a veces imposible. Es interesante señalar que los estadísticos de los zemstvos de otras provincias hicieron análogos intentos (igualmente infructuosos por cierto) de ocultar manifestaciones de la vida campesina tan “ ilegítimas” como el arriendo con el objeto de percibir ingresos. (Ver la obra citada de Kárishev.)

Por lo tanto, si la distribución de los arriendos de tierras que no son nadiel entre los campesinos demuestra que entre las distintas haciendas existen diferencias no sólo cuantitativas (unas arriendan mucho, otras poco), sino también cualitativas (unas arriendan por necesidad de productos alimenticios, otras con fines comerciales), con mayor motivo hay que decir eso en relación con el arriendo de los nadiel.

“Todos los nadiel arrendados por unos campesinos a otros -dice Póstnikov-, según registra el censo por familias de los años 1884-1886, sumaban 256.716 deciatinas en los tres distritos de la provincia de Táurida, lo que constituye 1/4 de todos los nadiel laborables de los campe-sinos, con la particularidad de que no se incluye aquí la superficie que los campesinos dan en arriendo temporal a los raznochintsi[12] afincados en los pueblos, así como a escribientes, maestros, clérigos y demás personas que no forman parte del campesinado y no están sujetas, por consiguiente, a la encuesta del censo por familias Toda esta masa de tierra es tomada en arriendo casi íntegramente por los campesinos de los grupos acomodados, como lo demuestran las cifras siguientes. El censo registra el número de deciatinas de tierra de nadiel laborable que los campesinos toman en arriendo a sus vecinos:

 

Campesinos que siembran hasta 10 des. por familia 16.594 des.,  o sea, 6 %
Campesinos que siembran de 10 a 25 des. por familia 89.526 des., o sea, 35 %
Campesinos que siembran más de 25 des. por familia 150.596 des.,  o sea, 59 %
______________________________________________________________________
Total   256.716 des., o sea, 100 %

 

La mayor parte de esta tierra dada en arriendo y el mayor número de arrendadores corres-ponden al grupo de campesinos que no siembran, no tienen una hacienda o siembran poco. Así, una parte considerable de los campesinos de los distritos de la provincia de Táurida (aproximadamente 1/3 de la población), en parte por falta de deseo, pero en la: mayoría de los casos por carecer de animales de labor y de los aperos necesarios para trabajar la hacienda, no explota todo su nadiel, lo da en arriendo y con ello aumenta la cantidad de tierra usufructuada por los campesinos más acomodados. La mayoría de los arrendadores pertenecen sin duda alguna a la categoría de campesinos pobres o que se están arruinando” (págs. 136-137).

Confirma lo dicho el cuadro que damos a continuación “sobre dos distritos de la provincia de Táurida (del de Melitópol, la estadística del zemstvo no facilita datos), que muestra la proporción de campesinos que arriendan su nadiel y la de nadiel laborables entregados por ellos” (pág. 135):

 

 

Distrito de Berdiansk Distrito del Dnieper
Haciendas % de arrenda- dores de nadiel % de nadiel arrendando % de arrenda- dores de nadiel % de nadiel arrendado
Que no siembran 73 97 80 97,1
Que siembran hasta 5 dec. 65 54 30 38,4
  "          "       de 5 a 10 dec. 46 23,6 23 17,2
  "          "       de 10 a 25  " 21,5 8,3 16 8,1
  "          "       de 25 a 50  " 9 2,7 7 2,9
  "          "       más de 50  " 12,7 6,3 7 13,8
______________________________________________________________________
Por distritos 32,7 11,2 25,7 14,9

 

 

De la propiedad y del usufructo de la tierra por los campesinos, pasemos a la distribución de los bienes. Sobre la cantidad de animales de labor por grupos, Póstnikov presenta los siguientes datos, relativos a los tres distritos juntos:

 

 

Haciendas Corresponde a cada hacienda campesina, término medio % de haciendas carentes de animales de labor
Total de caballos Total de bueyes animales de labor otros[13] total[13]
Que no siembran -- -- 0,3 0,8 1,1 80,5
Que siembran hasta 5 dec. 6.467 3.082 1,0 1,4 2,4 48,3
  "          "       de 5 a 10 dec. 25.132 8.924 1,9 2,3 4,2 12,5
  "          "       de 10 a 25  " 80.152 24.943 3,2 4,1 7,3 1,4
  "          "       de 25 a 50  " 62.823 19.030 5,8 8,1 13,9 0,1
  "          "       más de 50  " 21.003 11.648 10,5 19,5 30 0,03
______________________________________________________________________________
Total 195.962 67.627 3,1 4,5 7,6 --

 

 

Estas cifras no caracterizan por sí mismas las categorías; esto se hará más adelante, cuando describamos la técnica de la agricultura y agrupemos las categorías económicas de campesinos. Aquí nos limitaremos a señalar que si los clasificamos en grupos según el número de animales de labor que poseen, la diferencia es muy notoria: vemos que los grupos superiores tienen bastante más ganado del que pueden necesitar para cubrir las necesidades de la familia, y en cambio los grupos inferiores tienen tan poco (sobre todo animales de labor), que les resulta imposible explotar independientemente sus haciendas.

Los datos sobre la distribución de los aperos son en todo sentido análogos. “El censo por familias, que registra el número de arados y buckers[14] que poseen los campesinos, da las siguientes cifras para toda la población de los distritos” (pág. 214):

 

 

Por ciento de familias campesinas
Carentes de aperos de labranza Que poseen bucker solamente Que poseen arado y otros aperos
Distrito de Berdiansk 33 10 57
Distrito de Melitópol 37,8 28,2 34
Distrito del Dniéper  39,3 7 53,7

 

 

Este cuadro muestra cuan grande es el grupo de campesinos carentes de la posibilidad de explotar independientemente su hacienda. Los siguientes datos del número de aperos correspondientes a cada familia campesina en los distintos grupos, según el área sembrada, dan una idea de cómo están las cosas a este respecto en los grupos superiores:

 

 

Aperos corresp. a cada hacienda campesina
Haciendas Distrito de Berdiansk Distrito de Melitópol Distrito del Dniéper
Medios de acarreo (carretas, etc.) Aperos de labranza (arados y buckers) Medios de acarreo Aperos de labranza Medios de acarreo Aperos de labranza
Que siembran de 5 a 10 dec. 0,8 0,5 0,8 0,4 0,8 0,5
  "         "        de 10 a 25 " 1,2 1,3 1,2 1 1 1
  "         "        de 25 a 50 " 2,1 2 2 1,6 1,7 1,3
  "         "         más de 50 " 3,4 3,3 3,2 2,8 2,7 2,4

 

 

Por el número de aperos, el grupo superior aventaja al inferior (el autor ha omitido el grupo cuya superficie sembrada es menor de 5 deciatinas) en 406 veces; en cuanto a la cantidad de personas que trabajan[15], supera a ese mismo grupo en 23/12 veces, es decir, en poco menos del doble. De aquí se desprende que el grupo superior debe recurrir a la contratación de peones, en tanto que en el inferior la mitad de las familias carece de aperos de labranza (N. E. Este grupo “inferior” es el tercero desde abajo) y, en consecuencia, tampoco puede explotar independientemente su hacienda.

Es natural que las diferencias arriba indicadas en cuanto a la cantidad de tierra y de aperos condicionan asimismo la proporción de superficie sembrada. La cantidad de deciatinas sembradas correspondiente a cada familia campesina de los seis grupos fue indicada más arriba. La superficie total sembrada por los campesinos de la provincia de Táurida se distribuye entre los grupos como sigue:

 

 

Haciendas Deciatinas de tierra sembrada Porcentaje
Que siembran hast 5 dec. 34.070 2,4 } 12% de la tierra sembrada en poder del 40% de la población
  "         "    de 5 a 10 " 140.426 9,7
  "         "    de 10 a 25 " 540.093 37,6 38% de la tierra sembrada en poder del 40% de la población
  "         "    de 25 a 50 " 494.095 34,3 } 50% de la tierra sembrada en poder del 20% de la población
  "         "     más de 50 " 230.583 16
__________________________________________
Total 1.439.267 100%

 

 

Estas cifras no necesitan ser comentadas. Sólo cabe agregar ciue Póstnikov considera (pág. 272) que el promedio de superficie sembrada que permite a una familia vivir exclusivamente de la agricultura es de 16 a 18 deciatinas por familia campesina.

 

 

 

III

En el capítulo anterior se expusieron (os datos que caracterizan el grado de prosperidad material de los campesinos y las dimensiones de sus haciendas en los diferentes grupos. Ahora corresponde aportar los que definen el carácter de la explotación agrícola que practican los campesinos de los distintos grupos, el método y el sistema de explotación de su hacienda.

Detengámonos ante todo en la tesis de Póstnikov que dice que “la productividad del trabajo de los campesinos y la capacidad laboral de una familia se elevan considerablemente al aumentar las dimensiones de la hacienda y con la utilización de las máquinas” (pág.X). El autor demuestra esta tesis calculando cuántos trabajadores y animales de labor corresponden a determinada superficie sembrada en los diferentes grupos económicos. En este caso resulta imposible utilizar los datos sobre la composición numérica de las familias dado que “los grupos económicos inferiores dejan disponible a una parte de sus miembros para que trabajen como peones rurales, mientras que los grupos superiores contratan peones” (pág. 114). La estadística del zemstvo de la provincia de Táurida no da el número de peones contratados y de los trabajadores que dejan disponibles las distintas familias, y Póstnikov calcula aproximadamente esa cifra con los datos de la estadística del zemstvo sobre la cantidad de familias campesinas que contratan peones y el número de trabajadores necesarios para determinada superficie de tierra de labor. Reconoce que estos datos no pueden ser del todo exactos, pero considera que su cálculo sólo puede contener algún error importante en lo referente a la composición numérica de las familias en los dos grupos superiores, va que en los restantes la cantidad de peones contratados es pequeña. Quien compare los datos más arriba citados sobre la composición numérica de las familias con el cuadro que sigue podrá comprobar lo acertado de este punto de vista:

 

 

En los tres distritos de la prov. de Táurida
Por hacienda campesina
Haciendas Trabajadores núm. de personas de la familia (con los contratados) núm. de trabaja- dores
contratados disponibles diferencia
Que no siembran 239 1.077 - 838 4,3 0,9
Que siembran hasta 5 dec. 247 1.484 - 1.237 4,8 1,0
  "          "       de 5 a 10 dec. 465 4.292 - 3.827 5,2 1,0
  "          "       de 10 a 25  " 2.846 3.389 - 543 6,8 1,6
  "          "       de 25 a 50  " 6.041 -- + 6.041 2,4
  "          "       más de 50  " 8.241 -- + 8.241 13,3 5
Total 18.079 10.242 + 7.837 -- --

 

Si se compara esta última columna con los datos de la composición numérica de las familias, vemos que Póstnikov ha disminuido un tanto el número de trabajadores en los grupos inferiores y lo ha aumentado en los superiores. Como su finalidad era demostrar que al aumentar las dimensiones de la hacienda disminuye el número de trabajadores en determinada superficie sembrada, los cálculos aproximados del autor reducirían esta disminución en lugar de acentuarla.

Después de este cálculo previo, Póstnikov presenta el siguiente cuadro de la correlación entre la superficie sembrada y el número de trabajadores, animales de labor y habitantes correspon-dientes a los distintos grupos de campesinos (pág. 117):

 

 

Corresp. a 100 dec. de siembra
 Haciendas Siembra por yunta de animales de labor haciendas personas trabaja- dores cabezas de animales de labor
  (con los contratados)
  Que siembran hasta 5 dec. 7,1 dec. 28,7 136 28,5 28,2
     "      "         de 5 a 10 " 8,2   "     12,9 67 12,6 25
     "      "       de 10 a 25 " 10,2   "    6,1 41,2 9,3 20
     "      "       de 25 a 50 " 12,5   "    2,9 25,5 7 16,6
     "      "       mas de 50 " 14,5   "    1,3 18 6,8 14
_________________________________________________________________
Promedio 10,9 dec. 5,4 36,6 9 18,3

 

 

“Así, pues, con el aumento de las dimensiones de la hacienda y de la tierra labrantía de los campesinos, los gastos que insume el mantenimiento de las fuerzas de trabajo -hombres y animales-, que son los más importantes en la agricultura, disminuyen progresivamente y en los grupos con grandes superficies sembradas se hacen casi dos veces menores por cada deciatina sembrada que en los que cultivan superficies menores” (pág. 117).

La tesis de que los gastos para mantener a los trabajadores y el ganado de labor son los predominantes en la agricultura, la confirma el autor, más abajo, con el ejemplo del presupuesto detallado de una hacienda menonita[16]: del total de gastos, el 24,3 por ciento lo constituyen los de la hacienda; el 23,6 los ocasionados por los animales de labor, y el 52,1 por ciento lo que consumen los trabajadores (pág. 284).

Póstnikov atribuye gran importancia a su conclusión de que la productividad del trabajo crece a medida que aumentan las dimensiones de la hacienda (lo que se ve, además, por la cita arriba trascrita, que él inserta en el prólogo), y no se puede dejar de reconocer su real impor-tancia, en primer lugar para el estudio de las condiciones económicas de vida de nuestros campesinos y del tipo de explotación agrícola en los diferentes grupos, y en segundo término para el problema general de la correlación entre el cultivo en grande y en pequeña escala. Este último problema ha sido muy embrollado por numerosos autores, y la causa principal de la confusión consistió en que se comparaban haciendas heterogéneas, situadas en condiciones sociales distintas y que se diferencian entre sí por la propia forma de su explotación; se comparaban, por ejemplo, haciendas cuyos ingresos provienen de la producción agrícola con otras que los obtienen aprovechando la necesidad de tierra que experimentan las demás (por ejemplo, se comparaba la hacienda de los campesinos con la de los terratenientes en la época que siguió inmediatamente a la Reforma de 18615). Póstnikov no incurre en ese error, ni olvida la regla principal de la comparación: los fenómenos comparados deben ser homo-géneos.

Para demostrar con mayor detalle su tesis en lo que se refiere a los distritos de la provincia de Táurida, el autor empieza por suministrar los datos de cada distrito por separado, y luego examina aparte la población rusa, y precisamente su grupo más numeroso -los campesinos que fueron siervos del Estado[17] (págs. 273--274):

 

 

Deciatinas de superficie sembrada correspondiente a una yunta de animales de labor
 Haciendas por distritos en general en el grupo de campesinos ex siervos del Estado
  Berd. Melit. Del Dniéper Berd. Melit. Del Dniéper
  Que siembran hasta 5 dec. 8,9 8,7 4,3 -- -- --
     "      "         de 5 a 10 " 8,9 8,7 6,8 8,9 9,1 6,8
     "      "       de 10 a 25 " 10,2 10,6 9,7 10,3 10,9 9,6
     "      "       de 25 a 50 " 11,6 12,4 12,3 12,3 12,8 11,9
     "      "       mas de 50 " 13,5 13,8 15,7 13,7 14,3 15
________________________________________________________________________
Promedio 10,7 11,3 10,1 -- -- --

 

 

La conclusión es la misma: “en una hacienda de pequeñas dimensiones, el número relativo de animales de labor para determinada superficie sembrada es superior en 1 1/2 ó 2 veces al correspondiente a una hacienda campesina 'completa'. El censo por familias revela esta misma ley para todos los otros grupos más pequeños: de campesinos ex siervos de terratenientes, arrendatarios, etc., y en todas las zonas de la región, aun en las más pequeñas, como un subdistrito y hasta una aldea” (pág.274).

La correlación entre las dimensiones del sembrado y los gastos de la hacienda es también desfavorable para las pequeñas explotaciones campesinas en otro tipo de gasto: la conservación de los aperos y el mantenimiento del ganado productivo.

Vimos antes con qué rapidez se eleva el número de unos y otros por familia a medida que pasamos del grupo inferior al superior. Si calculamos los aperos y los animales correspon-dientes a determinada superficie sembrada, veremos que van disminuyendo en número a medida que pasamos del grupo inferior al superior (pág. 318):

 

 

Corresponden a cada 100 deciatinas de superficie sembrada
 Haciendas ganado productivo arados y buckers carruajes
 
  Que siembran hasta 5 dec. 42 cabezas    4,7 10
     "      "         de 5 a 10 " 28,8    "        5,9 9
     "      "       de 10 a 25 " 24,9    "        6,5 7
     "      "       de 25 a 50 " 23,7    "        4,8 5,7
     "      "       mas de 50 " 25,8    "        3,8 4,3
____________________________________________________________________
En los tres distritos 25,5 cabezas 5,4 6,5

 

 

“Este cuadro demuestra que, al aumentar la superficie sembrada por familia campesina, disminuyen progresivamente en número los bienes más importantes (los aperos de labranza y los medios de acarreo) correspondientes a determinada superficie sembrada, v por lo tanto, en la hacienda de los grupos superiores los gastos de conservación de los aperos y los medios de acarreo deben ser relativamente menores por deciatina. El grupo con una superficie sembrada de hasta 10 deciatinas por familia constituye en cierto modo una excepción: en comparación posee menos aperos que el que tiene una superficie sembrada de 16 deciatinas por familia, pero ello se debe únicamente a que muchos de sus componentes no trabajan con sus propios aperos, sino con instrumentos de labor alquilados, lo cual no reduce, ni mucho menos, los gastos en aperos” (pág. 318).

“La estadística de los zemstvos -dice Póstnikov- demuestra con indiscutible claridad que cuanto mayores sean las dimensiones de la hacienda campesina, menos serán los aperos, la mano de obra v los animales de labor necesarios para determinada superficie de tierra laborable” (pág. 162).

“En los capítulos anteriores se demostró -observa más adelante- que en los distritos de la provincia de Táurida este fenómeno se produce en todos los grupos de campesinos y en todas las zonas. Según la estadística de los zemstvos también se manifiesta en las explotaciones campesinas de otras provincias, donde la agricultura constituye igualmente la rama principal de la economía campesina. Así, pues, tiene amplia difusión y adquiere el carácter de una ley de gran importancia económica, ya que debido a ella la agricultura en pequeña escala pierde en gran medida su sentido económico” (pág.313).

La última observación de Póstnikov es algo prematura: para demostrar que el desplaza-miento de las pequeñas haciendas por las grandes es inevitable, no basta con probar la mayor conveniencia de estas últimas (sus productos son más baratos); es necesario, además, demos-trar el predominio de la economía monetaria (más exactamente, la mercantil) sobre la natural, porque en la segunda (en la cual el producto está destinado al consumo del propio productor, y no al mercado) el producto barato no se enfrentará con el caro en el mercado, razón por la cual no podrá desalojarlo. Pero de esto hablaremos con mayor detalle más adelante.

Para demostrar que la ley antes establecida es aplicable a toda Rusia, Póstnikov toma distritos en los cuales las estadísticas de los zemstvos han dividido minuciosamente a los habitantes por grupos económicos, y calcula la superficie cultivada por yunta de animales de labor y por trabajador en los distintos grupos. La conclusión es la misma: “en la hacienda campesina de pequeñas dimensiones la superficie cultivada debe compensar la manutención de fuerzas de trabajo 1 1/2 a 2 veces mayores que en una hacienda de dimensiones más adecuadas” (pág. 316). Esto es cierto tanto para la provincia de Perm (pág. 314) como para la de Vorónezh, para la de Sarátov como para la de Chernígov (pág. 315), por lo cual, induda-blemente, Póstnikov ha demostrado que esta lev se extiende a toda Rusia.

Pasemos ahora al problema de “los ingresos y los gastos” (cap.IX) de los diferentes grupos de haciendas campesinas, y al de la relación de ellos con el mercado:

“En cada hacienda que constituye una unidad independiente -dice Póstnikov-, la superficie consta de las siguientes cuatro partes: una proporciona los productos necesarios para la alimentación de la familia y de los trabajadores que viven en la hacienda: esta es -en el sentido estricto de la palabra- el área alimentaria de la hacienda. Otra parte suministra el forraje para el ganado que trabaja en la hacienda, y puede ser denominada área forrajera.

La tercera la forman las tierras anexas a la casa, caminos, estánques, etc., y el área de cultivo que da las semillas para la siembra; se la puede llamar área de mantenimiento, ya que sirve sin distinción a toda la hacienda. Por último, la cuarta parte produce grano y plantas destinados, al natural o elaborados, al mercado. Esta es el área mercantil o comercial de la hacienda. La división de la superficie total en las cuatro partes indicadas se determina en cada hacienda, no por lo que en ella se cultiva, sino por la finalidad inmediata que se asigna a los cultivos.

“La superficie de la hacienda que se destina a fines comerciales es la que determina sus ingresos pecuniarios: cuanto más extensa sea -y por ende más elevado el valor relativo de los productos que de ella se obtienen-, mayores son las demandas presentadas al mercado por los agricultores y mayor la cantidad de trabajo que el país puede mantener al margen de la agri-cultura en el ámbito de su mercado; también es mayor la importancia que tiene la agricultura para el país en el aspecto estatal (impositivo) y agrario: crecen asimismo los ingresos netos del agricultor y los recursos de que dispone para realizar inversiones y mejoras en la agricultura” (pág.257).

Este razonamiento de Póstnikov sería absolutamente justo si se le hiciera una enmienda bastante sustancial: el autor habla de la importancia que el área comercial de la hacienda tiene para el país en general, cuando es evidente que sólo se puede decir eso de un país en el cual la economía monetaria es la predominante, en el que gran parte de los productos adopta la forma de mercancías. Olvidar esta condición, darla por sobrentendida, no efectuar una investigación minuciosa para comprobar en qué grado ello es aplicable al país dado, supondría cometer un error propio de la economía política vulgar.

Destacar el área mercantil de la hacienda en su conjunto es muy importante. Los que pesan en el mercado interior no son, ni mucho menos, los ingresos generales del productor (por los cuales se determina su prosperidad), sino exclusivamente sus ingresos en dinero. El bienestar del productor no significa en modo alguno que posea dinero: el campesino que obtiene de su parcela -aunque la explote dentro de lo marcos de la economía natural- todos los productos para abastecer sus necesidades, goza de bienestar, pero no posee dinero; un campesino semíarruinado que sólo saca de su parcela una pequeña parte del cereal que necesita y que obtiene el resto (aunque sea en cantidad menor y de peor calidad) mediante “ingresos” ocasionales, suplementarios, no disfruta de bienestar, pero posee recursos monetarios. Está claro, pues, que los razonamientos sobre la importancia de las haciendas campesinas y de su rentabilidad mercantil no tienen valor alguno si no se basan en los cálculos de la parte en dinero de ese ingreso.

Para determinar la extensión de esas cuatro partes de la tierra labrantía de la hacienda en los diferentes grupos, Póstnikov calcula previamente el consumo anual de cereal, tomando en cifras redondas 2 chétvert[18] por persona (pág. 259), lo que supone 2/3 de deciatinas de la tierra labrantía total. Después determina el área forrajera en deciatina y media por caballo, y la superficie para semillas en el 6 por ciento de la tierra labrantía, y obtiene los siguientes datos[19] (pág. 319):

 

 

De cada 100 deciatinas de superficie de siembra corresponden a la superficie Se obtienen ingre- sos monetarios
 Haciendas de man- teni- miento alimen- taria forra- je comer- cial por de- ciatina de siembra por hacienda
  (rublos)
  Que siembran hasta 5 dec. 6 90,7 42,3 -39 -- --
     "      "         de 5 a 10 " 6 44,7 37,5 +11,8 3,77 30
     "      "       de 10 a 25 " 6 27,5 30 36,5 11,68 191
     "      "       de 25 a 50 " 6 17 25 52 16,64 574
     "      "       mas de 50 " 6 12 21 61 19,52 1.500

 

 

“La diferencia arriba señalada en los ingresos monetarios de los diversos grupos -dice Póstnikov- ilustra suficientemente la importancia que tienen las dimensiones de las haciendas, pero en la práctica esta diferencia en la rentabilidad de los sembrados de los distintos grupos de campesinos debe ser todavía mayor, pues es de suponer que los grupos superiores obtienen cosechas más abundantes por deciatina y precios más altos por el cereal que venden,

“En este cálculo de la rentabilidad no hemos incluido toda la superficie de la hacienda, sino sólo la tierra cultivada, porque no poseemos datos exactos acerca de cómo utilizan las haciendas campesinas de los distritos de la provincia de Táurida el resto de las tierras para los diferentes tipos de ganado; pero como los ingresos en dinero del campesino del sur de Rusia, cuya única ocupación es la agricultura, son determinados casi íntegramente por la superficie que siembra, las cifras presentadas muestran con bastante precisión la diferencia entre los diversos grupos de campesinos en cuanto a dichos ingresos. Evidencian cuan sensiblemente cambian éstos según la dimensión de la superficie sembrada. Una familia que cultive 75 deciatinas, obtendrá por año un ingreso en dinero de hasta 1.500 rublos; la que cultive 34 1/2 deciatinas percibirá 574 por año, y la que disponga de 16 1/3 deciatinas, sólo 191 rublos, La familia que cultive 8 deciatinas no obtendrá más que 30 rublos, es decir, una suma que no le alcanzará para cubrir los gastos pecuniarios de la hacienda sin recurrir a ocupaciones auxi-liares. Naturalmente, las cifras expuestas no nos dicen aún qué renta da la hacienda; para conocerla hay que descontar de los ingresos todos los desembolsos monetarios de la familia: pago de impuestos, gastos en aperos, animales de labor e inmuebles, compra de ropa, calzado, etc. Pero estos gastos no crecen en proporción con el aumento de la dimensión de la hacienda. Los gastos para el sostenimiento de la familia aumentan en proporción al número de personas que la componen en tanto que, como lo evidencia el cuadro, el crecimiento de su composición numérica se opera con bastante más lentitud que el aumento de la superficie sembrada en los grupos de campesinos. En cuanto al total de gastos de la hacienda (pago del impuesto sobre la tierra y del arriendo, reparación de las viviendas, dependencias y aperos), aumentan, en todo caso, en forma proporcional a la dimensión de la hacienda, mientras que el ingreso bruto en dinero, como lo muestra el cuadro anterior, crece más que en proporción directa a la dimen-sión de la superficie sembrada. Además, todos estos gastos de la hacienda son insignificantes si se los compara con la inversión principal: el mantenimiento de la fuerza de trabajo. Así, pues, podemos definir este fenómeno diciendo que en la economía campesina el ingreso neto por deciatina proveniente de la agricultura, decrece progresivamente a medida que disminuye la superficie de la hacienda” (320).

Por los datos que nos ofrece Póstnikov vemos, pues, que, respecto del mercado, la actividad agrícola de los campesinos en los diferentes grupos es esencialmente distinta: los grupos superiores (con más de 25 deciatinas sembradas por familia) realizan ya una explotación de carácter comercial; el cultivo de cereales se hace para percibir ingresos. En los grupos inferiores, por el contrario, el cultivo de la tierra no cubre las necesidades esenciales de la familia (en lo que se refiere a las que cultivan hasta 10 deciatinas); si hiciéramos un cálculo exacto de todos los gastos de la hacienda, hallaríamos, con toda seguridad, que en estos grupos la explotación de las haciendas se realiza con déficit.

Es asimismo muy interesante utilizar los datos proporcionados por Póstnikov para resolver el problema de la relación entre la división del campesinado en diferentes grupos y la amplitud de la demanda del mercado. Sabemos que la amplitud de esta demanda depende de las dimensiones del área comercial, y ésta es mayor a medida que aumentan las dimensiones de la hacienda; pero al mismo tiempo que aumentan las dimensiones de las haciendas de los grupos superiores, disminuyen las dimensiones de las de los grupos inferiores. Por lo que se refiere al número de haciendas, a los grupos inferiores les corresponde el doble que a los superiores: a los primeros les corresponde el 40 por ciento en los distritos de la provincia de Táurida, y a los últimos sólo el 20 por ciento. ¿No resulta, en general, que la diferenciación económica a que nos hemos referido más arriba restringe la amplitud de la demanda del mercado? Hablan-do con propiedad, y si nos basamos en razonamientos exclusivamente a priori, podemos dar una respuesta negativa a esta pregunta. Lo cierto es que en los grupos inferiores la hacienda es tan pequeña que la agricultura no cubre completamente las necesidades de la familia; para no morir de hambre, las personas que pertenecen a estos grupos inferiores, se ven obligadas a ofrecer su fuerza de trabajo en el mercado, donde su venta los provee de recursos monetarios, y así se compensa (hasta cierto punto) la menor demanda debida a la menor dimensión de sus haciendas. Pero los datos de Póstnikov permiten dar una respuesta más exacta al problema planteado.

Tomemos cualquier superficie de tierra labrantía, digamos 1.600 deciatinas, e imaginémosla distribuida en dos formas: primero entre un campesinado económicamente homogéneo, y luego entre campesinos divididos en diferentes grupos, tal como ocurre en la actualidad en los distritos de la provincia de Táurida. En el primer caso, suponiendo que una hacienda campe-sina media tenga 16 deciatinas sembradas (como es el caso en los distritos de la provincia de Táurida) tendremos 100 haciendas que cubren plenamente sus necesidades con la agricultura. La demanda al mercado equivaldrá a 191 X 100 = 19.100 rublos. Segundo caso: las 1.600 deciatinas sembradas están distribuidas en forma desigual entre 100 familias, exactamente como está en realidad dividida la tierra labrantía entre los campesinos de los distritos de la provincia de Táurida: 8 familias carece en absoluto de sementeras; 12 cultivan 4 deciatinas cada una; 20, 8 deciatinas cada una; 40, 16 deciatinas cada una; 17, 34 deciatinas cada una y 3, 75 deciatinas (en total 1.583 deciatinas, es decir, todavía un poco menos de 1.600 decia-tinas). Con esta distribución, una parte considerable de los campesinos (el 40 por ciento) no estará en condiciones de obtener de su tierra ingresos suficientes para cubrir todas sus necesidades. La amplitud de la demanda monetaria al mercado, teniendo en cuenta sólo las haciendas con más de 5 deciatinas sembradas por familia, será como sigue: (20 X 30) + (40 X 191) + (17 X 574) + (3 X 1.500) = 21.350 rublos. Vemos, pues, que, a pesar de la omisión de 20 familias [que indudablemente también perciben ingresos en dinero, aunque no de la venta de su producción agrícola] y a pesar de la reducción de la superficie cultivada a 1.535 deciatinas, el total de la demanda monetaria al mercado es mayor[20].

Ya se ha dicho que los campesinos de los grupos económicos inferiores se ven obligados a vender su fuerza de trabajo; los representantes de los grupos superiores, por el contrario, necesitan comprarla, ya que la mano de obra propia les es insuficiente para el laboreo de su gran superficie sembrada. Ahora debemos examinar con mayor detalle este importante fenómeno. Al parecer, Póstnikov no incluye este fenómeno entre “los nuevos cambios económicos en la vida campesina” (por lo menos no lo menciona en el prólogo, donde resume los resultados de su investigación), pero dicho fenómeno merece mucha más atención que la introducción de máquinas o la ampliación de las sementeras por los campesinos ricos.

“En los distritos de la provincia de Táurida -diré el autor-, los campesinos más prósperos suelen recurrir en medida considerable a los trabajadores asalariados y explotan en su hacienda una superficie que sobrepasa en mucho la capacidad de trabajo de su familia. Así, en. los tres distritos, el porcentaje de familias, para todas las categorías de campesinos, que recurren al empleo de peones es:

 

 

Familias que no siembran 3,8%
Que siembran hasta 5 des. 2,5
“”   de 5 a 10  2,6
“”   de 10 a 25  8,7
“”   de 25 a 50  34,7
“”   más de 50  64,1
----------------------------------------
Total 12,9%

 

 

“Estas cifras demuestran que los campesinos acomodados, poseedores de mayores superficies sembradas son, de preferencia, quienes más trabajadores contratan” (pág. 144).

Si se compara los datos antes citados, sobre la composición numérica de las familias por grupos, exceptuando los peones (en los tres distritos por separado) e incluyéndolos (en los tres distritos reunidos), observamos que los agricultores que cultivan de 25 a 50 deciatinas aumen-tan el número de brazos en sus haciendas, por medio de la contrata, aproximadamente en 1/3 (de 1,8 ó 1,9 trabajadores por familia a 2,4 trabajadores), y los que cultivan más de 50 deciatinas por familia aumentan el número de peones casi en el doble (de 2,3 a 5); y aun en más del doble, según el cálculo del autor, quien considera que deben contratar hasta 8.241 trabajadores (pág. 115), pues disponen de 7.129 miembros de sus propias familias que trabajan. Es evidente que los grupos inferiores deben proporcionar peones a otros en cantidad verdaderamente considerable, por el mero hecho de que la agricultura no puede brindarles suficientes productos para su propio sustento. Por desgracia, no poseemos datos exactos del número de trabajadores que esas haciendas pro-porcionan. Puede servir de índice indirecto el número de jefes de familia que entregan en arriendo su nadiel: más arriba se trascribe la afirmación de Póstnikov en el sentido de que, en lofí distritos de la provincia de Táurida, cerca de 1/3 de la población no explota todo su nadiel.

 

 

 

IV

Los datos arriba citados evidencian que Póstnikov ha demostrado plenamente su tesis de que en la situación económica de las diferentes familias campesinas se observa una “gran diversidad”, que no sólo se refiere al grado de bienestar material de los campesinos y a la superficie que cultivan, sino inclusive al tipo de laboreo de los diferentes grupos. Es más; resulta que los términos “diversidad” y “diferenciación” son insuficientes para caracterizar por completo el fenómeno. Si un campesino posee un animal de labor y otro tiene 10, denominamos a esto diferenciación; pero si uno toma en arriendo decenas de deciatinas de tierra, además de su nadiel, que le basta para cubrir sus necesidades, con el exclusivo objeto de extraer un ingreso explotando esas tierras, y con ello priva a otro campesino de la posibilidad de tomar en arriendo la tierra que necesita para alimentar a su familia, entonces es evidente que tenemos ante nosotros algo que es mucho más que diferenciación; este fenó-meno debemos denominarlo “rivalidad” (pág. 323), “lucha de intereses económicos” (pág. XXXII). Cuando emplea estos términos, Póstnikov no aprecia debidamente su importancia; tampoco advierte que ni siquiera ellos son suficientes. El arriendo de la tierra de nadiel de que dispone el grupo empobrecido de la población, la contrata como peón del campesino que ha dejado de explotar su propia hacienda, es algo más que una mera rivalidad, es explotación directa.

Si bien reconocemos la profunda rivalidad económica que existe entre los campesinos de nuestros días, no podemos limitarnos ya a la simple división de éstos en unas cuantas capas, según los bienes que poseen. Tal división sería suficiente si toda la diversidad de que se hace mención más arriba se resumiera en diferencias cuantitativas. Pero no es así. Si para una parte de los campesinos el objeto de la agricultura consiste en el beneficio comercial y el resultado es un importante ingreso en dinero y para la otra la agricultura no cubre ni siquiera las nece-sidades perentorias de la familia; si los grupos superiores de campesinos basan el mejora-miento de su hacienda en la ruina de los inferiores; si los campesinos acomodados recurren en considerable medida al trabajo asalariado, y los campesinos pobres se ven obligados a recurrir a la venta de su fuerza de trabajo, éstas son ya, sin duda alguna, diferencias cualitativas, y nuestra tarea debe consistir ahora en agrupar a los campesinos según las diferencias existentes en el propio carácter de su actividad agrícola (entendiendo por este concepto las particularidades económicas y no las técnicas).

Póstnikov ha prestado muy poca atención a estas últimas diferencias; por eso, a pesar de que reconoce la necesidad “de una subdivisión más general de la población en grupos” (pág. 110) y trata de hacerla, no podemos estimar, como veremos en seguida, que su intento haya sido del todo afortunado.

“Para una subdivisión más general de la población en grupos económicos -dice-, recurriremos a otro rasgo que si bien no tiene en todas las zonas una significación económica homogénea, concuerda más con la división en grupos que los propios campesinos hacen entre sí y ha sido registrado también en todos los distritos por los estadísticos de los zemstvos. Esta división se basa en el grado de independencia con que los campesinos explotan su hacienda de acuerdo con el número de animales de labor de que disponen” (pág. 110).

“En la actualidad, los campesinos de la zona del sur de Rusia pueden ser divididos, conforme al grado de su independencia económica y al mismo tiempo, según sus métodos de laboreo, en los tres principales grupos siguientes:

“1) Familias campesinas que poseen la tracción animal necesuria, es decir, suficientes anima-les para tirar del ararlo o del apero que pueda suplirlo para la labranza, y que trabajan la tierra con animales de labor propios, sin necesidad de alquilarlos ni de trabajar en común[21]. Para tirar del arado o del bucker, estos campesinos disponen de dos, tres o más yuntas de animales de labor y, conforme con ello, en la familia debe haber tres trabajadores adultos, o por lo menos dos, y una persona cuya capacidad de trabajo equivalga a la mitad de la de un adulto.

“2) Campesinos que no poseen suficientes animales de tiro, o asociados, es decir, campesinos que realizan el trabajo agrícola en común por carecer de la cantidad necesaria de animales de bbor para formar tiro propio. Estos campesinos tienen una yunta o yunta y media, y en algunos casos dos yuntas de animales de tiro y, de acuerdo con ello, uno o dos trabajadores adultos. Cuando el suelo es duro y es preciso uncir al arado (o al bucker) tres yuntas de animales, estos campesinos acoyuntan sus animales aun en el caso de que posean dos yuntas cada uno.

“3) Familias campesinas 'de a pie' o que carecen de animales de tiro, o tienen uno solo (en la mayoría de los casos un caballo, puesto que los bueyes se tienen por lo general de a pares y se uncen en yunta). Estos campesinos labran la tierra con animales alquilados o la entregan en arriendo por una parte de la cosecha y no tienen sementeras propias.

“Esta clasificación de los campesinos según el rasgo económico fundamental de la vida campesina, como es en el presente caso el número de animales de labor y su modo de empleo. Suelen hacerla los propios campesinos. Pero se observan en ellas grandes variaciones, tanto en la delimitación de cada uno de los grupos arriba mencionados, como en su propia división” (pág. 121).

La composición numérica de estos grupos en porcentajes, con relación al número total de familias campesinas, es la siguiente (pág. 125):

 

 

I II III
DISTRITOS     Campesinos
que trabajan
con animales
propios
Campesinos
que acoyuntan
animales
Campesinos
que trabajan
con animales
alquilados
Campesinos
sin sementeras
propias
Berdiansk 37 44,6 11,7 6,7
Melitópol 32,7 46,8 13 7,5
Del Dniéper 43 34,8 13,2 9

 

 

Junto con este cuadro, el autor clasifica las familias campesinas según el número de animales de tiro que poseen, a fin de mostrar cómo están distribuidos los animales en los distritos analizados:

 

NUMERO DE FAMILIAS en % RESPECTO DEL TOTAL
DISTRITOS      Animales de tiro (por familia)  Carentes de animales de tiro
4 ó más
animales
2 ó 3
animales
1
animal
Berdiansk 36,2 41,6 72 15
Melitópol 34,4 44,7 5,3 15,6
Del Dniéper 44,3 36,6 5,1 14

 

 

Por consiguiente, en los distritos de la provincia de Táurida cada familia debe disponer de cuatro animales, por lo menos, para tener un tiro completo.

La división que hace Póstnikov no puede considerarse totalmente acertada, ante todo porque dentro de cada uno de estos tres grupos se observan grandes diferencias:

“Dentro del grupo de campesinos que poseen animales de tiro -dice el autor-, hallamos en el sur de Rusia una gran diversidad: los campesinos acomodados tienen en su finca numerosos animales de tiro, mientras que en las de los labradores pobres hay pocos. En el primer grupo, la fuerza de tiro se subdivide a su vez en completa (6-8 y más animales de labor e incompleta (de 4 a 6 animales)... La categoría de los campesinos 'de a pie' presenta igualmente una gran diversidad en lo que se refiere a su situación material” (pág. 124).

Otra desventaja de la división adoptada por Póstnikov consiste en que en las estadísticas de los zemstvos se agrupa a la población, como se indicó antes, no por el número de animales de labor, sino de acuerdo con el área sembrada. Por ello, para poder expresar con exactitud la situación material de los diferentes grupos, la clasificación debe hacerse conforme al área sembrada.

Sobre esta base, Póstnikov divide también a la población en tres grupos: pequeños agricul-tores -con una superficie sembrada de hasta 10 deciatinas o sin sementeras propias; agricul-tores medios -con un área cultivada de 10 a 25 deciatinas-, y grandes agricultores -con más de 25 deciatinas cultivadas por familia campesina. Al primer grupo lo llama el autor “pobre”; al segundo, medio, y al tercero acomodado.

Dice, acerca de la composición numérica de estos grupos:

“En general, entre los campesinos de la provincia de Táurida (exceptuados los colonos), los grandes agricultores constituyen cerca de 1/6 del total de las familias campesinas; los medianos,, cerca del 40 por ciento, y los pequeños, junto con los que carecen de sementeras, constituyen algo más del 40 por ciento. En los distritos de Táurida, los grandes agricultores constituyen 1/5 parte de la población total (incluidos los colonos), o sea, cerca del 20 por ciento; los medianos, el 40 por ciento, y los pequeños, junto con los que carecen de sementeras, cerca del 40 por ciento” (pág. 112).

Por consiguiente, la incorporación de los colonos alemanes cambia en escasísima medida la composición de los grupos, de modo que si se opera con los datos generales de todo el distrito no se incurrirá en error.

Ahora, nuestra tarea debe consistir en definir lo más exactamente posible la situación econó-mica de cada uno de estos grupos por separado y en esforzarnos por aclarar de este modo la magnitud y las causas de la rivalidad económica entre el campesinado.

Póstnikov no se planteó esa tarea; por ello los datos que aporta se distinguen por su disper-sión, y sus juicios generales acerca de los grupos son poco precisos.

Comencemos por el grupo inferior, el pobre, que abarca 2/5 de la población en los distritos de la provincia de Táurida.

La cantidad de animales de laboreo (instrumento principal de producción en la agricultura) que posee este grupo es el mejor índice para juzgar hasta qué punto es realmente pobre. En los tres distritos de la provincia, del total de animales de labor -263.589- corresponden al grupo inferior 43.625 (pág. 117), es decir, el 17 por ciento, dos veces y un tercio menos que el promedio. Los datos sobre el porcentaje de familias que no tienen animales de laboreo fueron consignados anteriormente (80 por ciento, 48 por ciento,12 por ciento en las tres subdivisiones del grupo inferior). Basándose en estos datos, Póstnikov extrae la conclusión de que “la proporción de campesinos que carecen de animales propios sólo es considerable en los grupos sin tierra cultivada o con una superficie sembrada de hasta 10 deciatinas por familia” (pág. 135). En este grupo la superficie cultivada se halla en corres-pondencia con el número de animales: en tierra propia se siembran 146.114 deciatinas, sobre un total de 962.933 (en los tres distritos), o sea, el 15 por ciento. La adición de las tierras arrendadas aumenta el área sembrada hasta 174.496 deciatinas, pero como al mismo tiempo aumenta el área sembrada de los demás grupos, y en mayor medida que en el inferior, resulta que las sementeras de este último constituyen sólo el 12 por ciento de toda el área sembrada, es decir, que 1/8 de la superficie cultivada corresponden más de 3/8 de la población. Si recordamos que el autor considera normal (es decir, suficiente para cubrir todas las necesi-dades de la familia) el promedio de superficie sembrada por campesino de la provincia de Táurida, nos será fácil ver cuan perjudicado sale este grupo con un área sembrada tres veces y un tercio inferior al promedio.

Es muy natural que, en tales condiciones, la agricultura de este grupo se encuentre en un estado lamentable: más arriba vimos que del 33 al 39 por ciento de la población en los dis-tritos de Táurida -y por lo tanto la enorme mayoría del grupo inferior-, no posee en absoluto aperos de labranza. La carencia de aperos obliga a los campesinos a abandonar la tierra, a entregar en arriendo su nadiel. Póstnikov considera que el número de los arrendadores “(con una hacienda sin duda ya completamente arruinada) es casi 1/3 de la población, es decir, de nuevo una mayoría considerable del grupo de campesinos pobres. Señalemos de paso que este fenómeno de “venta” del nadiel (empleando la expresión habitual de los campesinos) ha sido registrado en todas partes, y en proporciones muv considerables, por las estadísticas de los zemstvos. La prensa advirtió este hecho e inventó ya el remedio para combatirlo: la inaliena-bilidad de los nadiel. Póstnikov objeta, con absoluta razón, que no cree en la eficacia de semejantes medidas, que revelan en sus inventores una fe, burocrática por excelencia, en el poder de lo que decretan las autoridades. “Es indudable -dice- que la sola prohibición de entregar las tierras en arriendo no suprimirá este fenómeno, con raíces harto profundas en el actual régimen económico de la vida campesina. El campesino que carece de aperos, de animales de labor y recursos para trabajar su propia hacienda, no puede en la práctica usufructuar su nadiel y tiene que arrendarlo ai otros campesinos poseedores de los medios necesarios para su explotación. La prohibición directa de entregar la tierra en arriendo obligará al campesino a hacerlo a escondidas, sin control y probablemente en peores condiciones que ahora para el que facilita la tierra, puesto que si lo hace es porque se ve obligado a ello. Además, para pagar los impuestos atrasados que los campesinos adeudan al fisco, cada vez con más frecuencia entregarán en arriendo su nadiel a través de los tribunales rurales,[22] y esta forma es la más desfavorable para los campesinos pobres” (pág. 140).

En todo el grupo de campesinos pobres se observa una completa declinación económica.

“En esencia -dice Póstnikov-, los campesinos que no siembran y los que siembran poco y que trabajan sus tierras con animales alquilados no ofrecen gran diferencia en cuanto a su situación económica. Los primeros entregan toda su tierra en arriendo a sus vecinos; los segundos, sólo una parte dé ella, pero tanto unos como otros trabajan como peones en las haciendas de sus vecinos o míen a realizar otros trabajos, por lo general agrícolas, aunque siguen viviendo en su hogar. Por eso, ambas categorías -los que lo siembran y los que siembran poco- pueden ser analizadas1 conjuntamente: unos y otros pertenecen al tipo de campesinos que están a punto de perder su hacienda, que en la mayoría de los casos se han arruinado o están arruinándose y carecen de ganado y de los aperos necesarios para explotar su hacienda” (pág. 135).

“Si las familias que no explotan la tierra son, en la mayoría de los casos, las que ya se han arruinado -dice Póstnikov un poco más adelante-, aquellas que cultivan poco y entregan su tierra en arriendo son candidatas a correr la misma suerte de las primeras. Cualquier mala cosecha o una desgracia casual, como un incendio, la pérdida de los caballos, etc., lanza continuamente a una parte de los campesinos de este grupo a la categoría de los que no explotan la tierra y de los peones rurales. El campesino que por cualquier causa se ve privado de sus animales de labor, da el primer paso hacia la ruina. El laboreo de la tierra con animales alquilados tiene mucho de casual y desorganizado, y por lo común, obliga a reducir los cultivos. Las sociedades rurales de ahorro y préstamo le niegan así crédito al mujik, y también se lo niegan sus vecinos [nota: “en las grandes poblaciones de los distritos de Táurida son muy numerosas las sociedades de ahorro y préstamo, que operan con ayuda de créditos del Banco del Estado, pero sólo los campesinos prósperos y acomodados obtienen préstamos de esas organizaciones”]; cuando logra el mujik conseguir un crédito es, en general, enn condiciones más onerosas que el campesino ' pudiente'. '¿Cómo otorgarle un préstamo -dicen los campesinos-, cuando no posee nada?' Y una vez endeudado, a la primera desgracia que le ocurra pierde también la tierra, sobre todo si está atrasado en el pago de los impuestos” (pág. 139).

El hecho de que el autor inclusive se niegue a contestar a la pregunta de cómo explotan los campesinos pobres sus haciendas, es la mejor prueba de la profunda decadencia de éstas. En el caso de haciendas con una superficie cultivada de menos de 10 deciatinas por familia -dice-, “la agricultura se encuentra en condiciones harto azarosas para que podarnos encontrar rasgos concretos que la caractericen” (pág. 278).

Las características de la actividad agrícola del grupo inferior antes enunciadas, a pesar de ser numerosas, resultan totalmente insuficientes; todas ellas son de carácter negativo, a pesar de que debe haber también algunas positivas. Todo lo que hemos oído decir hasta ahora es que no se puede incluir a los campesinos de este grupo entre los agricultores independientes, porque sus haciendas se encuentran en plena decadencia; porque la superficie cultivada es en extremo insuficiente, y, por último, porque la explotación de sus haciendas depende del azar: “Los estadísticos señalan en la descripción del distrito de Bajmut que sólo los campesinos prósperos y acaudalados, que disponen de semilla, pueden observar cierto orden en las siembras, mientras que los campesinos pobres siembran lo que tienen, donde y como pueden” (pág. 278). Sin embargo, la existencia de toda esa masa de campesinos incluida en el grupo inferior (en los tres distritos de Táurida, más de 30.000 familias con más de 200.000 personas de ambos sexos) no puede ser casual. Si no obtienen el sustento con su propia hacienda, ¿de qué viven? Principalmente, de la venta de su fuerza de trabajo. Hemos visto ya que Póstnikov decía que los campesinos de este grupo subsisten gracias a su trabajo como peones y a los ingresos obtenidos fuera de su propia hacienda. Como en el sur casi no existen industrias artesanales, estos ingresos proceden en su mayor parte de la agricultura y se reducen, por consiguiente, a la contrata para trabajar en el campo. A fin de demostrar con mayor detalle que justamente la venta de trabajo es el rasgo fundamental de la economía de los campesinos del grupo inferior, examinémoslo ateniéndonos a las categorías en que lo subdividen las estadísticas de los zemstvos. Huelga hablar de los campesinos que no siembran; son peones en el pleno sentido de la palabra. En la segunda categoría tenemos ya a campesinos con un área de cultivo de hasta 5 deciatinas por familia (3,5 deciatinas, término medio). Por la división que anteriormente se hizo de la superficie cultivada en área de mantenimiento, forrajera, alimentaria y comercial, se ve que esa superficie es por completo insuficiente. “El primer grupo, con una superficie sembrada de hasta 5 deciatinas por familia -dice Póstnikov-, no dispone de un área comercial, mercantil; subsiste sólo gracias a los ingresos que obtiene trabajando fuera de su hacienda como peón o por otro medio” (pág. 319). Queda la última categoría: campesinos con un área sembrada de 5 a 10 deciatinas por familia. Se pregunta: ¿qué relación existe entre la actividad agrícola independiente de los campesinos de este grupo y los “ingresos” mencionados? Para dar una contestación exacta a esta pregunta, haría falta disponer de unos cuantos presupuestos campesinos típicos correspondientes a los agricultores de este grupo. Póstnikov reconoce plenamente la necesidad y la importancia de los datos sobre los presupuestos, pero señala que, “la recopilación de estos datos es tarea harto difícil, y en muchos casos sencillamente fuera del alcance del estadístico” (pág. 107). Resulta muy difícil admitir esta última observación: los estadísticos de Moscú han reunido algunos presupuestos extraordinariamente interesantes y detallados (véase Recopilación de datos estadísticos de la provincia de Moscú. Sección de estadística económica, Ts. VI y VII); en algunos distritos de la provincia de Vorónesh, los datos sobre los presupuestos fueron recogidos, como indica el propio autor, incluso por familias.

Es muy lamentable que los propios datos de Póstnikov acerca de los presupuestos sean insuficientes en extremo: presenta siete presupuestos de colonos alemanes y sólo uno de un campesino ruso; además, todos los presupuestos corresponden a grandes agricultores (el menor -el del campesino ruso- es de 39 1/2 deciatinas de tierra sembrada), es decir, a un grupo de cuya situación económica dan una idea bastante clara los datos estadísticos de los zemstvos. Póstnikov lamenta “no haber conseguido reunir durante su viaje gran número de presupuestos campesinos”, y dice que, “en general, no es fácil precisar estos presupuestos.

Los campesinos de Táurida proporcionan sus informaciones de carácter económico con bastante sinceridad, pero en la mayoría de los casos ni ellos mismos conocen las cifras exactas de sus ingresos y gastos. Recuerdan con mayor exactitud la cifra total de sus gastos, o de los ingresos y desembolsos más importantes, pero las cifras pequeñas escapan casi siempre a su memoria” (pág. 288). Con todo, sería mejor reunir unos cuantos presupuestos, aunque fuera sin detalles menores, que juntar, como hizo el autor, “hasta 90 descripciones con la aprecia-ción” del estado económico, ya aclarado suficientemente por los censos por hogares que nos ofrecen los zemstvos.

Dada la falta de presupuesto, sólo disponemos de dos clases de datos para determinar el carácter de la economía del grupo que examinamos: en primen lugar, los cálculos de Póstnikov sobre el área sembrada por hogar campesino para la alimentación de una familia media; en segundo lugar, los datos de la división del área cultivada en cuatro partes y del promedio de los gastos en dinero (por familia y año) de los campesinos locales.

Basándose en cálculos detallados sobre la cantidad de deciatinas sembradas necesarias para la alimentación de una familia, para semilla y para forraje, Póstnikov extrae la siguiente conclusión definitiva:

“Una familia campesina de composición numérica y recursos medios, que viva con exclusi-vidad de la agricultura y cierre su presupuesto sin déficit, necesita, en el supuesto de que obtenga cosechas medias, 4 des. para alimentar a las seis personas y media de la familia, 4 1/2 para el forraje de tres caballos de tiro, 1 1/2; para semilla y de 6 a, 8 para la venta de grano en el mercado; en total, de 16 a 18 deciatinas de superficie sembrada... El campesino medio de Táurida posee alrededor de 18 dec. de superficie sembrada por familia, pero el 40 por ciento de la población de los tres distritos de dicha provincia cultiva menos de 10 dec. por familia, y si a pesar de todo puede dedicarse a la agricultura, ello sólo se debe a que obtiene una parte de sus ingresos mediante ganancias suplementarias fuera de la hacienda, y entregando su tierra en arriendo. La situación económica de esta parte de la población es anormal, inestable, a causa de que en la mayoría de los casos no puede guardar reservas para años de mala cosecha” (pág. 272).

Puesto que las dimensiones promedio de la superficie cultivada por hogar campesino en el grupo que examinamos es de 8 deciatinas, es decir, menos de la mitad de la necesaria (17 deciatinas), estamos en lo cierto al formular la conclusión de que la mayor parte de los ingresos de los campesinos de este grupo la constituyen los “ingresos suplementarios”, es decir, la venta de su trabajo.

Otro cálculo: según los datos de Póstnikov, arriba expuestos, sobre la distribución del área cultivada, resulta que, de 8 des. sembradas, 0,48 des. se destinan a semilla; 3 a forraje (en este grupo le corresponden, a cada familia 2, y no 3 animales de labor); 3,576 des. para los pro-ductos alimenticios que necesita la familia (la composición numérica de ésta es también inferior a la media: cerca de 5 1/2 personas, y no 6 1/2), de modo que para el área comercial queda menos de 1 des. (0,944), la cual, según el autor, proporciona un ingreso de 30 rublos. Pero la suma de los desembolsos que tiene que hacer el campesino de la provincia de Táurida es bastante más elevada. Reunir datos acerca de la magnitud de los gastos pecuniarios, dice el autor, es mucho más fácil que recogerlos sobre los presupuestos, pues los propios campesinos hacen con frecuencia cálculos sobre este particular. Según dichos cálculos resulta que:

“Para una familia de composición numérica media, es decir, formada por el marido, que es quien trabaja, la mujer y 4 hijos pequeños o adolescentes, si cultiva su propia tierra (unas veinte deciatinas) sin recurrir al arriendo, la suma de los gastos monetarios anuales la calculan los campesinos de la provincia de Táurida en 200 a 250 rublos. El total de 150 a 180 rublos es considerado como el gasto mínimo en dinero que debe realizar una familia pequeña, siempre que se abstenga de todo lo superfluo. Un ingreso anual inferior a esta cifra se considera imposible, pues un trabajador agrícola y su mujer ganan en esa localidad, trabajando como peones y con la comida y vivienda asegurados, 120 rublos por año; además, no tienen gastos para el sustento de los animales, conservación de los aperos, etc., y pueden todavía recibir un 'suplemento' de la tierra entregada en arriendo a sus vecinos” (pág. 289). Como el grupo en cuestión es inferior al medio, tomaremos el gasto pecuniario mínimo y no el medio, e inclusive la cifra más baja del mínimo: 150 rublos, que deben obtenerse con los “ingresos suplementarios”. Con esto cálculo, la hacienda propia da al campesino de este grupo (30 + 87,5[23] =) 117,5 rublos y la venta de su trabajo, 120 rublos. Por consiguiente, vemos de nuevo que, con una actividad agrícola independiente, los campesinos de este grupo pueden sólo cubrir menos de la mitad de sus gastos mínimos[24].

El examen del carácter de la economía en todas las subdivisiones del grupo inferior conduce, pues, a la conclusión indudable de que, si bien la mayoría de los campesinos posee pequeñas superficies sembradas, la fuente predominante de sus medios de vida es, sin embargo, la venta de su fuerza de trabajo. Todos los campesinos de este grupo son asalariados más que agricultores independientes.

Póstnikov no planteó el problema del carácter de la economía del grupo inferior y no escla-reció la relación entre los ingresos suplementarios y los provenientes de la explotación de la hacienda propia, lo cual constituye un gran defecto de su trabajo. En virtud de ello, dejó sin aclarar lo suficiente el fenómeno, extraño a primera vista, de que los campesinos del grupo inferior, que tienen muy poca tierra propia, la descuiden, la entreguen en arriendo: debido a ello dejó de relacionar con el tipo general de la agricultura el importante hecho de que la cantidad de medios de producción (es decir, tierra, animales de labor y aperos de labranza) de que disponen los campesinos del grupo inferior esté por debajo del promedio. Dado que, como hemos visto, el promedio de los medios de producción sólo permite satisfacer las necesidades perentorias de la familia, los campesinos pobres, como consecuencia de la penuria en que viven, se ven indefectiblemente obligados a buscar medios de producción ajenos para aplicar su trabajo, es decir, a vender sus brazos.

Pasemos al segundo grupo -el medio-, que constituye también el 40 por ciento de la pobla-ción. A él pertenecen los campesinos con una superficie sembrada de 10 a 25 deciatinas por familia. El término “medio” es plenamente aplicable a este grupo, con la reserva, claro está, de que sus medios de producción se encuentran un tanto por debajo (no mucho) del promedio: la superficie sembrada por hogar es de 16,4 deciatinas, mientras el promedio para todos los campesinos es de 17 desiatinns. Ganado: 7,3 cabezas por hogar, mientras el promedio es de 7,6 cabezas (animales de labor: 3,2; promedio: 3,1). El total de tierra labrantía por hogar es de 17 a 18 deciatinas (de nadiel, comprada y arrendada), con un promedio de 20 a 21 en los tres distritos. La comparación del número de deciatinas cultivadas por hogar con la norma que dio Póstnikov demuestra que la explotación de su propia tierra rinde a este grupo lo estrictamente necesario para su alimentación.

 

 

Distritos  Total en el grupo con una superficie de siembra de 10 a 25 deciatinas Del número total con animales propios
familias deciatinas de siembra familias deciatinas
Melitopol 13.789 226.389,21 4.218 79.726,55
Del Dnieper 8.234 137.343,75 4.029 71.125,2

 

 

Con estos datos se podría pensar, tal vez, que la agricultura de los campesinos de este grujió es la más sólida: cubren con ella todos sus gastos; no trabajan para obtener beneficios, sino sólo para satisfacer sus primeras necesidades. Sin embargo, en la práctica vemos precisamente lo contrario: la agricultura de los campesinos de este grupo se distingue por su gran falta de solidez.

Ante todo, en este grupo un promedio de 16 deciatinas de tierra cultivada parece ser suficiente. Por lo tanto, los que poseen de 10 a 16 deciatinas sembradas, no cubren con la agricultura todos sus gastos y se ven obligados también a recurrir a ingresos suplementarios. Por el cálculo aproximado de Póstnikov arriba inserto vemos que este grupo contrasta 2.846 trabajadores, en tanto que salen de él 3.389, es decir, 543 más. Por consiguiente, cerca de la mitad de las haciendas de este grupo no tienen plenamente asegurada su subsistencia.

Además, a cada familia campesina corresponden en él 3.2 animales de labor, mientras que para el tiro se precisan, como hemos visto, 4. Por lo tanto, una parte considerable de los campesinos del grupo no posee los animales necesarios para laborar la tierra y debe recurrir al acoyuntamiento. El número de acoyunteros de este grupo tampoco baja de la mitad; cabe pensar así porque las familias campesinas que poseen un tiro completo son más o menos el 40 por ciento, de las cuales el 20 por ciento forman parte del grupo superior y el 20 por ciento restante del medio, de suerte que no menos de la mitad de este último no posee un tiro completo. Póstnikov no da el número exacto de acoyunteros del grupo. Recurrimos a las recopilaciones de estadísticas de los zemstvos y hallamos los siguientes datos (de dos distritos)[25]

 

 

 

de deciatinas sembradas trabajan:
que acoyuntan que alquilan con otros procedimientos
familias deciatinas familias deciatinas familias deciatinas
9.201 141.483,26 321 4.405,8 49 773,3
3.835 61.159,05 320 4.352,5 50 707,25

 

 

 

Así, pues, en ambos distritos la minoría de familias del grupo medio labora la tierra con animales propios: en el distrito de Melitópol, menos de 1/3 de las familias; en el del Dniéper, menos de la mitad. Por consiguiente, el número de campesinos asociados, estimado más arriba para los tres distritos (1/2), es más bien demasiado bajo pero de ninguna manera exagerado. Naturalmente, la imposibilidad de laborar la tierra con animales propios explica va en medida suficiente la inestabilidad de la hacienda; más para aclararlo citaremos la descripción que hace Póstnikov del trabajo en común, aunque es de lamentar que el autor preste tan escasa atención a este fenómeno, interesante en el aspecto económico y en el de la vida práctica diaria.

“Para los campesinos que acoyuntan con otros sus animales -dice-, la norma de la superficie de trabajo es más baja [que para los campesinos que trabajan con animales propios] en virtud de la regla de la mecánica según la cual 3 caballos atados a un solo tiro no representan una fuerza de tracción 3 veces superior a la de un solo caballo. Los campesinos asociados pueden vivir en diferentes extremos de la aldea (se unen de preferencia los parientes ); además, el número de parcelas de los dos campesinos (a veces también se unen tres campesinos) es dos veces mayor que el de uno. Todo esto hace que se pierda más tiempo en trasladarse de un parcela a otra. [Nota: “Al hacerse el reparto de tierras, cada familia recibe en un lugar determinado un terreno formado por parcelas contiguas, de acuerdo con el número de personas de que consta, razón por la cual las familias poco numerosas tienen terrenos más pequeños. Las condiciones en que se realiza el trabajo en común en la provincia de Táurida son muy diversas. Al campesino asociado que tiene bucker se le permite trabajar una deciatina más -por ejemplo, a uno 10 y a otro 11 deciatinas- o el que carece de bucker carga con todos los gastos de su reparación durante las faenas. Lo mismo ocurre cuando es desigual la cantidad de ganado acoyuntado: a uno le aran un día más, etc. En el pueblo de Kámenka, el propietario de un bucker percibe de 3 a 6 rublos por la temporada de primavera. Las desavenencias entre los campesinos asociados son por lo general muy frecuentes.”] Para ponerse de acuerdo se pierde un tiempo determinado, y a veces ocurre que este acuerdo se rompe antes de finalizar el trabajo. En otros casos, los campesinos asociados no poseen caballos sufi-cientes para el rastrillado; entonces los desenganchan del bucker: unos caballos acarrean agua mientras otros rastrillan. En el pueblo de Yuskuí me relataron que en muchos casos los campesinos asociados no aran con bucker más de 1 deciatina por día, es decir, la mitad de lo normal” (pág. 233).

A la insuficiencia de animales de labor se une la de aperos de labranza. Según el cuadro antes expuesto, sobre el número de aperos que corresponden por familia en los diferentes grupos, se ve que al grupo medio le corresponde en todos los distritos no menos de 1 apero por familia. Pero en realidad la distribución de los aperos de labranza, inclusive dentro del propio grupo, no es uniforme. Por desgracia, Póstnikov no aporta datos sobre esta cuestión, y tenemos que recurrir a las recopilaciones estadísticas de los zemstvos. En el distrito del Dniéper, de 8.227 familias campesinas, 1.808 carecen por completo de aperos de labranza; en el de Melitópol, 2.954 sobre 13.789 se hallan en el mismo caso; en el primer distrito, el porcentaje de familias que carecen de aperos es de 21,9, y en el segundo, de 21,4. Es indudable que los campesinos que carecen de aperos de labranza se aproximan por su situación económica al grupo inferior, mientras que los que poseen más de un instrumento de labor se acercan al grupo superior. El número de los que no poseen arados es aun mayor: en el distrito del Dniéper, el 32,5 por ciento y en el de Melitópol, el 65,5. Por último, los campesinos de este grupo poseen ínfima cantidad de segadoras (que tienen gran importancia en la agricultura en el sur de Rusia dada la escasez de braceros para recoger la cosecha a mano y los “campos largos”[26] que hacen que se prolongue el acarreo de la mies durante meses enteros): en el distrito del Dniéper hay 20 segadoras en total (1 por cada 400 familias); en el de Melitópol, 178 1/2; (1 por cada 700).

Póstnikov explica como sigue el sistema general de laboreo de los campesinos de este grupo:

“Los campesinos que tienen menos de cuatro animales de tiro acoyuntan indefectiblemente sus animales para el laboreo de la tierra y para la siembra. Los de esta categoría disponen en su familia de una o dos personas que trabajan. La capacidad relativa de trabajo de dichos campesinos disminuye dada la menor dimensión de la hacienda, la necesidad de acoyuntar su ganado y la exigua cantidad de aperos que poseen. Lo más frecuente es que los campesinos asociados hagan la labranza con un pequeño bucker de tres rejas, con el cual se trabaja más lentamente. Si recogen el grano con una máquina alquilada a sus vecinos, sólo pueden disponer de ella cuando éstos han terminado su cosecha. La siega a mano es más lenta, y en ciertos casos exige la contrata de braceros, lo que la encarece. A los campesinos que no tienen familiares aptos para el trabajo, cualquier asunto doméstico de urgencia o el cumplimiento de sus deberes cívicos les hace interrumpir la labor. Si un campesino de estas características va a trabajar a un campo lejano, donde los campesinos acostumbran pasar la semana entera hasta terminar de arar y sembrar, se ve obligado a ir más a menudo a la aldea para ver cómo está su familia” (pág. 278). Estos campesinos (que son la única persona que trabaja en la familia) constituyen la mayoría en el grupo que examinamos, como veremos por el siguiente cuadro que inserta Póstnikov para mostrar el número de trabajadores en las familias de los diversos grupos de agricultores en los tres distritos de la provincia de Táurida (pág. 143).

 

 

Haciendas Corresponden a cada 100 familias
sin varones aptos para el trabajo con 1 familiar apto para el trabajo con 2 familiares aptos para el trabajo con 3 o mas familiares aptos para el trabajo
Que no siembran 19 67 11 3
Que siembran hasta 5 dec. 9 77,6 11,7 1,7
 "     "     de 5 a 10  " 4,2 74,8 17,7 3,3
"    "   de 10 a 25   " 1,7 59 29 10,3
"    "   de 25 a 50   " 1,2 40 35,7 23,1
"    "   mas de 50   " 0,9 25 34,3 39,8
___________________________________________________________
Total 4,3 60,6 24,6 10,5

 

 

Por este cuadro puede verse que 3/5 partes de las familias del grupo medio sólo tienen un miembro apto para el trabajo o carecen por completo de él[27].

Para ilustrar la relación entre el grupo medio y el superior, y la estabilidad de sus haciendas en general, presentemos unos datos extraídos de la Recopilación de datos estadísticos del distrito del Dniéper, acerca de la distribución entre los grupos de toda la tierra que se encuentra a disposición de los campesinos y, en particular, del área sembrada[28]. Obtenemos el siguiente cuadro: [Véase el cuadro en la pág. 71. Ed.]

 

 

 

Grupos de campesinos Composicion de los grupos,
% de familias
Tierra de nadiel laborable Tierra comprada
deciatinas % deciatinas %
Grupo medio 39,9 102.793,7 46,5 5.376 46
Grupo pobre 41,7 56.444,95 25,5 2.003,25 6
Grupo acomodado 18,4 61.844,25 28 26.530,75 78
Total ... 100 221.082,9 100 33.910 100

 

 

Por este cuadro se ve que el grupo medio aventajaba a todos en cuanto a la cantidad de tierra de nadiel laborable: en sus manos se encontraba el 46,5 por ciento de la tierra. La escasez de tierra de nadiel obligó a los campesinos a recurrir al arriendo, y gracias a ello el área usufructuada aumentó, por lo general, en más de una vez y media. La cantidad de tierra del grupo medio también aumentó en sentido absoluto, pero disminuyó en sentido relativo: le quedó sólo el 41,2 por ciento de la superficie total y el 43 por ciento del área sembrada; el primer lugar lo ocupó el grupo superior. Por consiguiente, no sólo el inferior, sino también el grupo medio sufre la presión directa del superior, que les arrebata la tierra.

Lo expuesto hasta aquí nos da derecho a caracterizar del siguiente modo la situación económica del grupo medio. Forman parte de él los campesinos que viven exclusivamente de los ingresos provenientes de la tierra que ellos mismos cultivan; la superficie de ésta es casi igual a la superficie media de tierra cultivada de los campesinos locales (o un poca menores) y cubren escasamente las necesidades perentorias de la familia. Pero la insuficiencia de animales de labor y de aperos de labranza, así como su desigual distribución, hacen que la hacienda de los campesinos de este grupo sea inestable, precaria, debido especialmente a la amenazadora tendencia del grupo superior a desplazar a los grupos inferior y medio.

Examinemos el último grupo, el superior, constituido por los campesinos ricos. En los distritos de Táurida pertenece a él 1/5 de la población, con una superficie sembrada de más de 25 deciatinas por hogar. Más arriba hemos citado datos suficientes que indican hasta qué punto es efectivamente más rico que los otros en animales de labor, en aperos de labranza, en tierra de nadiel, etc. Para demostrar en qué medida los pertenecientes a él son más pudientes que los campesinos medios, basta con facilitar los datos sobre las sementeras: en el distrito del Dniéper, al grupo de campesinos ricos le corresponden por hogar 41,3 deciatinas de superficie sembrada, mientras que el promedio del distrito es de 17,8, es decir, menos de la mitad. En general este aspecto del problema -la mayor prosperidad de los grandes agricultores- ha sido explicado por Póstnikov en forma bastante completa; pero apenas prestó atención a otro problema de bastante mayor significación: el de la importancia que tiene la economía de este grupo en la producción agrícola general del distrito y cuál es (para los otros) el precio de los éxitos del mismo.

 

 

Tierra arrendada Tierra entregada en arriendo Total de tierra en usufructo de los grupos Area sembrada
deciatinas % deciatinas % deciatinas %
7.838,75 6 21.551,25 44.735,7 12,4 38.439,25 11
48.397,75 35 8.311 148.256,45 41,2 137.343,75 43
81.645,95 59 3.039,25 166.981,7 46,4 150.614,45 46
137.882,45 100 32.901,5 359.973,85 100 326.397,45 100

 

 

Lo cierto es que este grupo es muy reducido: en la región más próspera del sur, en la provincia de Táurida, sólo constituye el 20 por ciento de la población. Cabría pensar que su importancia en la economía de toda la comarca no es grande[29]. Pero en realidad observamos justamente lo contrario: en la producción agrícola general, esta minoría acomodada desempeña el papel predominante. Si tomamos el total del área sembrada de los tres distritos de Táurida -1.439.267 deciatinas- veremos que en poder de los campesinos ricos se encuentran 724.678 deciatinas, es decir, más de la mitad. Se sobrentiende que tales cifras están lejos de expresar con exactitud el predominio del grupo superior, puesto que la cosecha de los campesinos acomodados es mucho más abundante que la de los pobres y medios, cuyas haciendas, a juzgar por la definición más arriba expuesta por Póstnikov, no están bien organizadas.

Los campesinos del grupo superior son, pues, los principales productores de cereales, y por eso (cosa que tiene una importancia especial y muy a menudo se olvida) todas las caracterizaciones de la economía agrícola, los juicios sobre las mejoras del agro, etc., se refieren con preferencia y más que nada (a veces hasta de manera exclusiva) a la minoría pudiente. Tomemos, por ejemplo, los datos sobre la distribución de los aperos de labranza más perfeccionados.

Póstnikov nos dice lo siguiente sobre los aperos del campesino de la provincia de Táurida:

“Los aperos de los campesinos, salvo ligeras excepciones, son los mismos que los de los colonos alemanes, pero menos variados, en parte de peor calidad y por ello más baratos. Constituye una excepción la parte suroeste del distrito del Dniéper, con una población poco numerosa y desperdigada que conserva hasta ahora los primitivos aperos ucranios, con el pesado arado de madera y la grada de madera con púas de hierro. En el resto de los distritos de Táurida, utilizan por doquier modernos arados de hierro. Junto con el arado, el bucker ocupa un puesto de primera importancia en el laboreo de la tierra, siendo en muchos casos el único apero de labranza que poseen los campesinos. Pero el bucker se utiliza con más frecuencia al mismo tiempo que el arado [... ] Como gradas se emplean en todas partes rastras de madera con púas de hierro. Estas gradas son de dos tipos: las tiradas por dos caballos, que abarcan una franja de 10 pies[30] de ancho, y las tiradas por un caballo, que miden de ancho más o menos un sazhen[31] [...] El bucker es un instrumento de tres, cuatro o cinco rejas [... ] A menudo se acopla a su parte anterior una pequeña sembradora, que funciona accionada por la rueda del bucker. Este dispositivo vierte la semilla y el bucker va tapando los surcos. Los campesinos emplean además, aunque no con frecuencia, el rodillo de madera, que sirve para allanar los campos después de efectuada la siembra. Las segadoras se han difundido entre los campesinos, sobre todo en el último decenio. En las aldeas prósperas, según afirman los propios campesinos, casi la mitad de las familias las poseen [... ] Las cortadoras de hierba abundan mucho menos que las segadoras [... ] Asimismo están poco extendidas entre los campesinos las gradas tiradas por caballos y las trilladoras. El uso de las aventadoras es general [... ] Para el trasporte se utilizan exclusivamente carretones alemanes y mazharas[32], que ahora se construyen en muchas aldeas rusas [... ] Para la trilla se emplean en todas partes rodillos de piedra dentados, de mayor o menor tamaño” (págs. 213-215).

Para conocer cómo están distribuidos dichos aperos hay que recurrir a las recopilaciones estadísticas de los zemstvos, aunque tampoco sus datos son completos: las estadísticas de Táurida sólo registraban los arados y los bucker, las cortadoras de hierba y segadoras y los carros (es decir, los carretones o los mazharas). Si sumamos los datos de los distritos de Melitópol y del Dniéper veremos que, del total de arados y aperos de labranza ligeros (46.522), el grupo superior poseía 19.987, o sea, el 42,9 por ciento; 23.747 carros sobre 59.478, es decir, el 39,9 por ciento; y por último, 2.841 segadoras y cortadoras de hierba sobre 3.061, o sea, el 92,8 por ciento.

Hemos trascrito más arriba datos demostrativos de que la productividad del trabajo en los grupos superiores de campesinos es considerablemente más elevada que en los inferiores y medios. Veamos ahora las particularidades técnicas que determinan esta peculiaridad de la economía de los grandes agricultores.

“El área de las tierras que los campesinos poseen y usufructúan -dice Póstnikov- determina también, en grado considerable, el sistema y el carácter de la agricultura. Por desgracia, hasta ahora esta dependencia entre una y otra cosa ha sido poco estudiada por nuestros investiga-dores de la agricultura, quienes en muchos casos siguen considerándolo algo homogéneo en todas las capas de la población rural. Dejaré a un lado el sistema de agricultura e intentaré resumir brevemente estas particularidades de la técnica con que explotan su hacienda los diferentes grupos campesinos, en la medida en que para mí quedaron claras durante mis viajes por los distritos de Táurida.

“Los campesinos que trabajan con animales propios, sin tener que acoyuntar, poseen cuatro, cinco, seis y más animales de labor[33], y su situación económica ofrece en este sentido una gran diferencia. Un bucker de cuatro rejas exige un tiro de cuatro animales, para uno de cinco rejas hacen falta cinco. Después de arar hay que rastrillar, y si el campesino no posee un caballo de más, no puede rastrillar el campo a medida que va arando, sino después de que el campo ha sido arado; es decir, cubre las semillas cuando la tierra está ya algo seca, cosa que no favorece la germinación. Si la arada se hace á gran distancia de la aldea y exige el acarreo de agua y pienso, también hay que interrumpir el trabajo si no se posee otro caballo. En todos los casos en que se carece de un equipo completo de animales de tiro, hay pérdida de tiempo y retraso en la siembra. Cuando poseen más bestias de labor y un bucker de muchas rejas, los campesinos realizan su siembra con más rapidez, el buen tiempo se aprovecha mejor y las semillas se cubren con tierra más húmeda. Las ventajas de la técnica en la siembra de primavera las aprovecha el propietario 'completo', que posee en su hacienda 6 o, todavía mejor, 7 animales de labor. Con 7 caballos pueden funcionar a un mismo tiempo un bucker de cinco rejas y dos rastras. Este propietario -dicen los campesinos- 'no hace altos entre faena, y faena'.

“Más importante aun es la diferencia en la situación de estos campesinos en el período que sigue a la siega, que es cuando, en caso de buena cosecha, el trabajo de la hacienda campesina requiere que se utilicen al máximo las fuerzas de trabajo. El labrador que posee 6 animales de tiro efectúa la trilla paralelamente al acarreo del cereal y no tiene que hacinarlo, lo cual, como es natural, ahorra tiempo y mano de obra” (pág. 277).

Para completar la descripción del carácter de la economía de estos grandes agricultores señalaremos, además, que la agricultura en el caso de este grupo es una empresa “comercial”, según hace rotar Póstnikov. Los datos expuestos sobre las dimensiones del área comercial confirman plenamente la caracterización hecha por el autor puesto que la mayor parte del área sembrada -el 52 por ciento de la superficie en las! haciendas con un área de 25 hasta 50 deciatinas y el 61 por ciento en las que tienen un área sembrada de más de 50- produce para el mercado. De ello son asimismo testimonio los ingresos monetarios percibidos: aun el ingreso mínimo del erupo acomodado -574 rublos por hogar- supera en más del doble la suma de los gastos pecuniarios (200 ó 250 rublos), creando así un excedente que se acumula y sirve para la ampliación de la hacienda y su mejora. “Entre los campesinos más acomodados, con un área sembrada superior a 50 deciatinas por hogar”, hasta “una de las ramas de la ganadería -la cría de ovejas de lana ordinaria- adquiere un carácter mercantil”, dice Póstnikov (pág. 188).

Pasemos ahora a otro problema, estudiado también de un modo insuficiente (apenas si lo toca) por Póstnikov: ¿cómo se reflejan los éxitos económicos de esta minoría sobre la masa de campesinos? Sin duda, en forma absolutamente negativa: los datos arriba expuestos (en especial sobre el arriendo) proporcionan pruebas suficientes de ello, de manera que aquí cabe limitarse tan sólo a hacer un resumen. En los tres distritos de la provincia los campesinos arriendan en total 476.334 desiatinas (de nadiel v que no son nadiel), de las cuales el grupo acomodado toma 298.727, es decir, más de las 3/5 partes (63 por ciento). Al grupo pobre le corresponde sólo el 6 por ciento, al medio, el 31 por ciento. Si se tiene en cuenta que los dos grupos inferiores son los que más necesidad tienen -si bien no exclusivamente- de tomar tierra en arriendo (los datos antes expuestos sobre la distribución de la tierra del distrito del Dniéper entre los grupos campesinos demuestran que al grupo superior casi le basta con la tierra de nadiel laborable para las dimensiones “normales” del área sembrada), comprenderemos que ambos grupos tienen que padecer de una enorme escasez de tierra, debido a la ampliación de las sementeras comerciales de los campesinos acomodados.[34]

El examen de la distribución del arriendo de las tierras de nadiel, cuyos datos se expuso más arriba, lleva enteramente a las mismas conclusiones. Con el fin de destacar la importancia que tiene para los campesinos de los diferentes grupos el arriendo de tierras de nadiel, citaremos la descripción de este fenómeno hecha en el capítulo IV de la obra de Póstnikov.

“La tierra de nadiel -dice- es en el momento actual objeto de vastas especulaciones entre los campesinos del sur de Rusia. A cuenta de la tierra se reciben préstamos contra entrega de letras de cambio, muy difundidas entre los campesinos de Táurida, con la particularidad de que los ingresos provenientes de la tierra, puedan para el prestamista hasta que se ha pagado la deuda, la tierra se arrienda o se 'vende' por un año, por dos y a plazos más largos, 8, 9 y 11 años, y estos arriendos de las parcelas son certificados oficialmente en las administraciones de las circunscripciones y de las aldeas. Yo pude ver los domingos y días feriados, en las grandes aldeas, ante los edificios de las administraciones rurales, verdaderos muchedumbres bulliciosas. A mi pregunta sobre el motivo de tal aglomeración, me contestaron que allí, mientras tomaban refrescos, se procedía a la 'venta' de las tierras de nadiel, venta que quedaba registrada en los libros por las autoridades rurales ... ] La 'venta' de las tierras de nadiel se realiza, tanto en las aldeas donde la tierra está dividida según el número de personas registradas en cada familia y donde no se hacen redistribuciones radicales de tierra, como en las aldeas donde la tierra está dividida de acuerdo con el número real de miembros de cada familia, y está sujeta a redis-tribuciones periódicas. Sólo que, en este último caso, las operaciones se hacen, por lo general, para períodos más cortos, hasta la fecha de la nueva redistribución, que en estos lugares, recientemente y en la mayoría de los casos, la ha determinado por anticipado la decisión de la comunidad sobre la redistribución. En la actualidad, esta negociación de tierras de nadiel en las localidades del sur de Rusia está ligada a los intereses más vitales de los campesinos ricos, tan numerosos aquí, sobre todo en los distritos de Táurida. Entre otras cosas, constituye una de las condiciones principales para la agricultura en vasta escala, practicada aquí por los campesinos acomodados de Táurida y que les reporta grandes beneficios económicos. Por ello, dichos campesinos reaccionan hoy con tanta sensibilidad a cualquier cambio en su género de vida que puede privarlos de esta forma de arriendo, barato en la mayoría de los casos, de tierras que, además, están situadas cerca de la aldea” (pág. 140). Más adelante se relata que la Audiencia del distrito de Melitópol para asuntos de los campesinos[35] exigió que cada caso de entrega de los nadiel en arriendo se hiciera de conformidad con la decisión de la asamblea rural, cómo afecta esta disposición a los campesinos y cómo su “única consecuencia ha sido, por el momento, la desaparición en los tribunales rurales de los registros de contratos de arriendo, aunque es posible que se sigan llevando como libros extraoficiales” (pág. 140).

A pesar de que arriendan cantidades inmensas de tierra, los campesinos acomodados son casi los únicos compradores de tierras: en el distrito del Dniéper se encuentra en sus manos el 78 por cierto de toda la tierra comprada; en el de Melitópol, 42.737 deciatinas sobre un total de 48.099, es decir, el 88 por ciento.

Por último, esa misma categoría de campesinos es la única que utiliza el crédito. Como agreffado a la nota del autor, antes inserta, sobre las cajas rurales del sur, citaremos la siguiente descripción de éstas:

“Las cajas v sociedades rurales de ahorro y préstamo, extendidas hoy en algunas zonas del país -son, por ejemplo. Muy numerosas en los pueblos de la provincia de Táuridn-, ofrecen su concurso principalmente a los campesinos acomodados. Cabe pensar que sin ayuda es de esencial importancia. Más de una vez he tenido ocasión de escuchar de labios de los campesinos de la provincia, donde funcionan tales sociedades, frases como ésta: 'Gracias a Dios, ahora nos hemos librado de los judíos'; pero los que así hablan son campesinos acomodados. Los poco pudientes no encuentran fiadores v no utilizan los préstamos” (pág. 368). Tal monopolización del crédito no tiene nada de sorprendente: una transacción crediticia no es otra cosa que una compraventa con pago a largo plazo. Es muy natural que sólo pueda satisfacer el pago quien disponga de medios, y éstos, entre los campesinos del sur de Rusia, sólo los posee la minoría acomodada.

Para completar la descripción de la economía de este grupo, que por los resultados de su actividad productora supera a todos los demás juntos, sólo resta recordar que utiliza “en considerable medida” el trabajo asalariado que se ven obligados a proporcionar los repre-sentantes del grupo inferior. Es necesario señalar, al respecto, que hacer un cálculo exacto del trabajo asalariado en la producción agrícola ofrece dificultades inmensas, que, al parecer, aún no han podido vencer nuestras estadísticas de los zemstvos. Como la agricultura no exige un trabajo permanente y uniforme durante todo el año, sino sólo un trabajo intenso en períodos concretos, el mero registro de los obreros asalariados permanentes no expresa, ni mucho menos, el grado de explotación del trabajo asalariado, y el recuento de los obreros tempora-rios (que son con frecuencia trabajadores a destajo) es en extremo difícil. Cuando Póstnikov hace el cálculo aproximado del número de obreros asalariados existentes en cada grupo, toma, como norma de trabajo en el grupo acomodado 15 deciatinas sembradas por trabajador.[36]* En el capítulo VII de su libro, donde el autor examina con detalle cuáles son en realidad las dimensiones del área cultivada, vemos que sólo se alcanza semejante norma allí donde se cosecha a máquina. Sin embargo, ni siquiera en el grupo acomodado es grande la cantidad de segadoras: en el distrito del Dniéper, por ejemplo, corresponde aproximadamente una por cada 10 familias campesinas; así que, aun teniendo en cuenta la afirmación del autor de que los propietarios de máquinas, cuando terminan su cosecha, las dan en alquiler, resulta de todas formas que la mayor parte de los campesinos tienen que pasarse sin ellas, y, por consiguiente, contratar braceros. De aquí que el trabajo asalariado se utilice en el grupo superior en mayor proporción de la que calcula el autor, de modo que los elevados ingresos en dinero obtenidos por los campesinos de este grupo representan en grado considerable (si no por entero) ingresos provenientes del capital, en la significación específica que a este término le atribuye la economía política científica.

Resumiendo lo dicho sobre el tercer grupo, obtendremos la siguiente caracterización: los campesinos ricos, cuyos medios de producción son considerablemente superiores al nivel medio y cuyo trabajo se distingue, en virtud de ello, por su gran productividad, son los principales productores agrícolas de toda la región, y predominan sobre los demás grupos; por su carácter, la agricultura de este grupo es comercial, basada en grado muy considerable en la explotación del trabajo asalariado.

Esta breve revista de las diferencias político-económicas existentes en la economía de los tres grupos de la población local se ha basado en la sistematización de los materiales insertos en el libro de Póstnikov sobre la agricultura en el sur de Rusia. Demuestra, a mi parecer, que es absolutamente imposible hacer un estudio de la hacienda campesina (desde el punto de vista de la economía política) sin dividir a los campesinos en grupos. Póstnikov, como ya se ha señalado, lo reconoce, e inclusive reprocha a las estadísticas de los zemstvos el no hacerlo; les reprocha que sus combinaciones, a pesar de toda la abundancia de cifras, “no son claras” y que “los árboles les impiden ver el bosque” (pág. XII). Difícilmente tiene derecho a lanzar semejante reproche, puesto que él mismo no ha hecho una división sistemática de los campesinos en grupos “claros”; pero lo acertado de su exigencia no deja lugar a dudas. Una vez reconocido que entre las diversas haciendas campesinas se observan diferencias no sólo cuantitativas, sino también cualitativas[37], se hace absolutamente necesario dividir a los campesinos en grupos que se distingan, no por su “bienestar”, sino por el carácter económico-social de su agricultura. Permítasenos confiar en que las estadísticas de los zemstvos no demorarán la realización de esta tarea.

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V

Póstnikov no se limita a señalar la división económica existente entre los campesinos, sino que indica la agudización de este fenómeno:

“En nuestro país -dice- existe por todas partes, y existió en el pasado, la diversidad de bie-nestar económico en los grupos campesinos, pero en los últimos decenios esta diferenciación de la población campesina comenzó a manifestarse en una forma muy pronunciada, y es evidente que se acrecienta progresivamente” (pág. 130). Las difíciles condiciones económicas de 1891[38] debían dar -opina el autor- un nuevo impulso a este proceso.

Cabe preguntar: ¿cuáles son las causas de tal fenómeno, que ejerce una influencia tan enorme sobre toda la población campesina?

“La provincia de Táurida -dice Póstnikov- es una de las más ricas en tierras en la Rusia europea, con mayor cantidad de tierra de nadiel distribuida entre los campesinos; allí subsiste en todas partes el régimen comunal de posesión de la tierra, con una distribución más o menos equitativa según el número de bocas, y la agricultura constituye la ocupación casi exclusiva de la población rural; sin embargo, en esta misma provincia, según datos del censo por hogares, el 15 por ciento de la población rural no posee animales de labor, y cerca de 1/3 de la población carece de la cantidad suficiente de aperos para el laboreo de su tierra de nadiel” (pág. 106). “¿De qué depende -pregunta el autor- una diferenciación tan grande entre los grupos, y en particular, a qué obedece el hecho de que, siendo la economía exclusivamente agrícola, haya un porcentaje tan elevado de campesinos sin sementeras y sin animales de tiro como el que existe hoy en la zona descrita?” (pág. 130).

Póstnikov se dispone a inquirir la causa de este fenómeno, pero (afortunadamente, no por mucho tiempo) se desorienta por completo y comienza a razonar sobre la “indolencia”, la “embriaguez”, y aun sobre los incendios y el robo de caballos. A pesar de todo, la conclusión que se puede extraer es que “el aspecto más importante del problema” no reside en estas causas. El desamparo de las familias, es decir, la carencia de trabajadores adultos, tampoco aclara nada: del número total de familias que no cultivan la tierra (es decir, que no tienen sementeras) que existen en los distritos de Táurida, las familias que se encuentran en esas condiciones constituyen sólo el 18 por ciento.

“Las causas principales de la existencia de familias que no cultivan la tierra -concluye el autor- deben ser buscadas en otros factores de la vida económica de los campesinos” (pág. 134). Supone que “entre las causas ya señaladas, que contribuyen a la disminución del cultivo de la tierra entre algunos campesinos, puede considerarse la principal -por desgracia, hasta hoy poco esclarecida por nuestras estadísticas de los zemstvos- la fragmentación de las tierras de nadiel y las limitaciones que sufren los campesinos en lo referente al usufructo de la tierra, la reducción de las dimensiones promedio de la hacienda campesina” (pág. 141). “La causa fundamental de la pobreza económica de Rusia -dice el autor- es la pequeña extensión de las tierras y las haciendas de los campesinos, que no permiten utilizar toda la capacidad de trabajo de la familia” (pág. 341).

Para aclarar esta tesis de Póstnikov -formulada con extrema inexactitud, pues el propio autor dice que las dimensiones medias de una hacienda campesina (17 a. 18 deciatinas de superficie sembrada) son suficientes para que una familia viva a cubierto de toda necesidad y que es imposible hacer una caracterización general, en bloque, de todos los campesinos en relación con las dimensiones de la hacienda-, hay que recordar que más arriba estableció una ley general sobre la elevación de la productividad del trabajo de los campesinos a medida que aumentan las dimensiones de la hacienda. Únicamente en los grupos superiores se logra, según su cálculo, la plena utilización de la mano de obra de la familia (y de los animales de labor): por ejemplo, en los distritos de Táurida, sólo por los campesinos acomodados; la inmensa mayoría de la población “escarba la tierra improductivamente” (pág. 340), derrochando una gran cantidad de fuerzas.

A pesar de que el autor ha demostrado plenamente que la productividad del trabajo depende de las dimensiones de la hacienda y que en los grupos inferiores de campesinos existe una productividad extremadamente baja, no es posible argüir que esta ley (Póstnikov la denomina superpoblación del agro de Rusia, saturación de trabajo en la agricultura) sea la causa de la diferenciación del campesinado: la cuestión es precisamente saber por qué el campesinado se ha dividido en, grupos tan diferentes, y la superpoblación del agro presupone ya tal división; el autor se ha formado el concepto de esa división comparando las pequeñas haciendas con las grandes, así como la rentabilidad de éstas. Por eso no es posible contestar a la pregunta “¿de qué depende la amplia diversidad de los grupos?” diciendo que de la superpoblación del agro.

Por lo visto, Póstnikov también lo comprende, sólo que no se plantea en forma concreta la tarea de investigar las causas del fenómeno, por lo que sus observaciones pecan de cierta incoherencia: junto a tesis inacabadas, inexactas, hay también pensamientos justos. Así, por ejemplo, dice:

“No se puede esperar que la lucha encarnizada que se desarrolla actualmente, en la vida rural, en torno de la posesión de la tierra contribuya en el futuro a desarrollar en la población los principios de la comunidad y de la concordia. Y esta lucha no es temporaria, no se debe a condiciones fortuitas [...] A nuestro inicio, no es una lucha de las tradiciones comunales contra el individualismo que se desarrolla en la vida rural, sino una simple lucha de intereses económicos, que ha de terminar con un desenlace fatal para una parte de la población, debido a la escasez de tierra” (pág. XXXII).

“Es obvio -dice en otro lugar- que, dada la escasez de tierra y las reducidas dimensiones de la hacienda; dado que no hay suficientes ocupaciones auxiliares, no puede existir bienestar entre los campesinos, v todo lo económicamente débil deberá ser excluido de la agricultura campesina, de una u otra forma, tarde o temprano” (pág. 368).

Estas observaciones contienen una respuesta mucho más acertndn a la pregunta; una respuesta que armoniza plenamente con el fenómeno arriba señalado, de la diferenciación de la población. La respuesta es la siguiente: la aparición de una masa de familias campesinas que no cultivan la tierra v el aumento de su número son determinados por la lucha de intereses económicos entre los campesinos. ¿En qué terreno se realiza esta lucha v con qué medios? Por lo aue se refiere a los medios, lo son no sólo ni tanto el tipo de división de la tierra (como podría pensarse por las observaciones de Póstnikov que acabamos de citar), sino la disminución de los costos de producción, consecuencia del aumento de la dimensión de la hacienda; de ello se ha hablado suficientemente con anterioridad. En cuanto al terreno en que surge la lucha, lo indica con bastante claridad la siguiente observación de Póstnikov:

“Existe un mínimo determinado de área económica, por debajo del cual no puede descender la hacienda campesina, porque entonces se tornaría desventajosa o inclusive imposible de mantener. Para la alimentación de la familia y del ganado (?) es necesario tener en la hacienda un área alimentaria determinada; la hacienda que carece de ingresos adicionales, o que los tiene en pequeña medida, necesita, además, cierta área comercial, el producto de la cual ha de venderse a fin de proporcionar a la familia campesina dinero en efectivo para el pago de los impuestos, para procurarse ropa y calzado, y para los gastos necesarios de la hacienda en aperos de labranza, edificación, etc. Si las dimensiones de la hacienda campesina son inferiores al mínimo mencionado, resulta imposible seguir explotándola. En tal caso, el campesino encontrará más conveniente abandonar la hacienda y convertirse en peón rural, ya que sus gastos serán menores y podrá satisfacer mejor sus necesidades con un ingreso global menor” (pág. 141).

Si por una parte le resulta ventajoso ampliar sus sementeras mucho más allá de los límites de su propia necesidad de cereales, es porque puede vender su producto. Si por la otra le resulta ventajoso dejar de trabajar sus tierras v convertirse en peón, es porque la satisfacción de la mayor parte de sus necesidades exige dinero, es decir, ventas[39]; y como al vender los productos de su hacienda encuentra un rival en el mercado, con el cual no puede competir, sólo le queda un camino: vender su fuerza de trabajo. En una palabra, el terreno en que se desarrollan los fenómenos arriba descritos es la producción para la venta. La causa fundamental de la aparición de la lucha de intereses económicos entre los campesinos es la existencia de un régimen en el cual el regulador de la producción social es el mercado.

Luego de la descripción de: “los nuevos cambios económicos en la vida campesina” y del intento de explicarlos, Póstnikov pasa a exponer las medidas prácticas que deben resolver “el problema agrario”. No lo seguiremos en este terreno, en primer lugar, porque ello no entra en el plan del presente artículo; v en segundo término, porque esta parte de su obra es la más débil. Ello se comprenderá plenamente si se recuerda que hemos observado el mayor número de contradicciones y reticencias precisamente en los lugares en que el autor quiso explicar los procesos económicos, y sin una explicación completa y exacta de éstos no se puede ni hablar cíe proponer medidas prácticas.

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[1] Zemstvo: administración local autónoma en las provincias centrales de la Rusia zarista, creada después de la Reforma de 1861. (Ed.)

[2] El autor fue funcionario del Departamento de tierras en la provincia de Táurida.

[3] Nadiel: tierra entregada a los campesinos en usufructo después de la abolición de la servidumbre en Rusia, que se decretó en 1861. Los campesinos no tenían derecho a venderla; era de propiedad comunal y, para su explotación, se distribuía entre los campesinos mediante repartos periódicos. (Ed.)

[4] Se alude a la recopilación Balance del estudio económico de Rusia según datos de las estadísticas de los zemstvos, t. I. V. V., Moscú, 1892; t. II.

El arriendo de tierras que no son nadiel por los campesinos, Dorpat, 1892.

Ambos trabajos tienen una orientación liberal-populista. (Ed.)

[5] Tal exposición no me parece superflua, porque el libro del señor Póstnikov, que representa uno de los fenómenos más destacados de nuestra literatura económica de los últimos años, ha pasado casi inadvertido. Tal vez ello se deba, en parte, a que si bien el autor reconoce la gran importancia de los problemas económicos, los presenta de manera excesivamente fragmen-taria y recarga la exposición con detalles ajenos al tema.

[6] La propiedad de la tierra por familia sólo existe en cinco localidades.

[7] Deciatina: medida de superficie equivalente a 1,0925ha. (Ed.)

[8] Balance del estudio económico de Rusia según datos de las estadísticas de los zemstvos, t. II. N. Kárishev. El arriendo de tierras que no son nadiel por los campesinos, Dorpat, 1892, págs. 122, 133 y otras.

[9] Póstnikov no da la última columna de este cuadro (totales de los tres distritos). Anota en el cuadro la siguiente observación: “dadas las condiciones del arrendamiento, los campesinos sólo tienen derecho a laborar 1/3 de la tierra arrendada”. [En la 5 ed. rusa se aclara que al-gunos totales del cuadro preparado por Póstnikov fueron corregidos por Lenin de la siguiente manera: 1.453 en lugar de 1.476, 10.057 en lugar de 10.107 y 4.593 en vez de 4.595. Ed.]

[10] Kulak: campesino acaudalado que explota al campesino pobre. (Ed.)

[11] Derivado de la palabra deciatina. (Ed.)

[12] Raznochintsi: en la sociedad rusa de los siglos XVIII y XIX, intelectuales de variada extracción social (burguesía, clero, campesinado, etc.) que no provenían de la nobleza. Se contaban entre ellos numerosos escritores (Nishevski, Dobroliúbov, etc.) que fueron demócratas revolucionarios y apasionados lucha-dores contra la autocracia. (Ed.)

[13] Traducido a ganado mayor.

[14] Bucker: instrumento antiguo para remover la tierra. (Ed.)

[15] Véase más arriba el cuadro sobre la composición numérica de las familias por grupos.

[16] Menonitas: secta originaria de Europa occidental, que emigró a Rusia a fines del siglo XVIII; debe su nombre al holandés Menno Simons (su fundador). Se radicaron fundamen-talmente en las provincias de Ekaterinoslav y Táurida. Los colonos de esta secta tenían haciendas prósperas, de tipo kulak. (Ed.)

[17] Campesinos asentados en tierras del Estado en los siglos XVIII y XIX. Además de la prestación personal, estaban obligados a pagar al fisco una renta en dinero y en especie. En 1866 resultaron favorecidos por la Reforma promulgada en 1861. (Ed.)

[18] Chétvert: antigua medida rusa de capacidad equivalente a 210 litros. (Ed.)

[19] Para determinar los ingresos en dinero, efectuó el siguiente razonamiento: supuso que toda el área comercial se hallaba sembrada con el cereal más caro -trigo-, y como conoce el rendimiento promedio y el precio de éste, calculó las ganancias obtenidas de esa superficie

[20] El manuscrito presenta algunas imprecisiones de cálculo: el total de la superficie sembrada se da como 1.651; el siguiente (demanda), 22.498 rublos, y 1.603 para la superficie sembrada de familias con unas 5 des. de tierra labrantía. Estas imprecisiones no alteraban las conclu-siones finales. En la cuarta edición rusa se habían corregido los datos originales tomados por el autor. En la presente edición, siguiendo el texto de la quinta edición rusa, se vuelven a dar los cálculos tal como aparecen en el manuscrito. (Ed.)

[21] Trabajo en común: sistema empleado desde muy antiguo entre los pobres del campo, que acoyuntaban sus animales de labor y aperos para realizar las faenas agrícolas. En el cap. II de El desarrollo del capitalismo en Rusia, Lenin califica el trabajo en común de “cooperación de las haciendas decadentes, desplazadas por la burguesía campesina” (véase V. I. Lenin, Obras completas, 2. ed. Buenos Aires, Ed. Cartago, 1969, t. III, cap. II,. Ed.).

[22] Tribunales rurales: tribunales especiales para los campesinos dependientes del Estado, instituidos en 1838 por decreto. Estaban integrados por el aldeano de más edad que lo presidía, y por dos campesinos elegidos. Como tribunales de primera instancia, juzgaban los asuntos menores y contravenciones, v condenaban a multas, trabajos forzados y a la pena del azote. Los tribunales de segunda instancia eran los correspondientes al distrito rural (vólost). En 1858 fueron suprimidos ambos, pero la denominación “tribunales rurales” se conservó para los juzgados rurales. (Ed.)

[23] Las 3 1/2 deciatinas del área alimentaria reportan 25 rublos por deciatina (25 X 3,5 = 87,5); cálculo de Póstnikov, pág. 272.

[24] Los cálculos del señor Yuzhakov en Rússkaia Misl núm. 9 del año 1885 “(Normas de la propiedad agraria popular en Rusia”), confirman plenamente esta conclusión. Considera que para la provincia de Táurida la norma de sustento, o sea, la más baja, en la asignación de tierra de nadiel por hogar es de 9 deciatinas sembradas. Pero el señor Yuzhakov considera que el nadiel sólo cubre la alimentación con cereales y los impuestos, y supone que el costo de los gastos lo cubren los ingresos suplementarios. Los presupuestos de las estadísticas de los zemstvos demuestran que los gastos del segundo tipo constituyen más de la mitad del total de los desembolsos. Así, en la provincia de Vorónezh el gasto medio de una familia campesina es de 495,39 rublos, teniendo en cuenta los egresos en especie y en dinero. De esta suma, 109,10 rublos se destinan al sustento del ganado [NB. Yuzhakov consigna la alimentación del ganado a cuenta de los prados y otros terrenos auxiliares, y no de la tierra labrantía], 135,80 a la alimentación con productos vegetales y a los impuestos, y 250,49 a los restantes gastos: ropa, aperos, arriendo y diferentes necesidades de la hacienda, etc. (24 presupuestos en la Recopilación de datos estadísticos del distrito de Ostrogozhsk}. En la provincia de Moscú, el gasto medio anual de una familia es de 348,83 rublos, de los cuales 156,03 se destinan a la alimentación con cereales y productos derivados y a impuestos, y 192,80 a los restantes gastos. [Promedio de los ocho presupuestos reunidos por los autores de las estadísticas de Moscú, loe. cit.]

[25] Recopílacián de datOS extaJíiticos del distrito de Melitópul (Apéndice al t. I de la Reco-pilación de la provincia de Táurida). Simferopol, 1885. páp. B 195. Recopilación de datos estadísticos del distrito del Dniéper (t. TI de la Recopilación de la provincia de Táurida). Simferopol, 1886, pág. B 123.

[26] Tierras de nadiel que se extendían a lo largo de muchos kilómetros (25 a 30 en cada dirección), en varias regiones esteparias del sur y el oeste, donde predominaban los poblados grandes, que reunían a centenares de familias campesinas. (Ed.)

[27] Para confirmar su tesis sobre las considerables ventajas que tienen para el laboreo de la tierra los campesinos de familia numerosa (es decir, con muchas personas aptas para el trabajo) sobre los que están solos para el trabajo, Póstnikov se remite al conocido libro de Trirógov, La comunidad y los tributos.

[28] Los datos se refieren a todo el distrito del Dniéper, incluyendo las aldeas que no están adscritas a las circunscripciones. Los datos de la columna: “total de tierra en usufructo” fueron calculados por mí sumando la tierra de nadiel, la arrendada y la comprada, y descontando la entregada en arriendo. Se tomó el distrito del Dniéper porque está habitado casi en su totalidad por rusos.

[29] En este error incurre, por ejemplo, el señor Slonimski, quien en su artículo sobre el libro de Póstnikov dice: “El grupo de campesinos ricos se pierde entre la masa de campesinos pobres, y en algunos sitios parece como si no existiera en absoluto” (Vióstvik Evropí 7, 1893, núm. 3, pág. 307).

[30] El pie medía en Rusia 30,5 cm. (Ed.)

[31] Medida rusa de longitud equivalente a tres arshinas ó 2,134m. (Ed.)

[32] Mazhara: largo y pesado carretón campesino con un armazón de varas

livianas a ambos lados. (Ed.)

[33] Los del grupo rico tienen de 6 a 10 animales de labor por familia (ver datos anteriores).

[34] “El colono alemán oprime al campesino local [...] porque lo priva de la tierra vecinal, que podría tomar en arriendo o comprar” (pág. 292), dice Póstnikov. Es evidente que, en este aspecto, el campesino ruso acomodado está más cerca del colono alemán que de su compatriota pobre.

[35] Estas audiencias de distrito fueron creadas por el gobierno zarista en 1874 para controlar a los organismos de “administración pública campesina” en las aldeas y distritos rurales. Estaban presididas por representantes de la nobleza y las integraban los jefes de policía, Jueces de paz y presidentes de los consejos de los zemstvos del distrito. Dependían de los organismos provinciales, que dirigían los gobernadores zaristas. (Ed.)

[36] Para 1,8 a 2,3 trabajadores este cálculo representa de 27 a 34,5 deciatinas, y los campesinos del grupo acomodado siembran de 34,5 a 75. Por consiguiente, la característica general de este grupo consiste en que las dimensiones de su hacienda superan con mucho la norma de trabajo de la familia.

[37] Tipo de explotación de la hacienda: de consumo propio y comercial; carácter de la explotación del trabajo: venta de su fuerza de trabajo como fuente principal para la obtención de los medios de vida, y compra de la fuerza de trabajo como consecuencia necesaria de la ampliación del área sembrada más allá de los límites de la capacidad de trabajo de la familia.

[38]  Se alude al hambre de 1891, que fue particularmente agudo en las provincias orientales y surorientales, y por su intensidad superó todas las calamidades naturales análogas sucedidas en el país. Las incontables penurias que ocasionó a los trabajadores los sumió en la miseria y aceleró el proceso de formación del mercado interno para el capitalismo (véase F. Engels, El socialismo en Alemania, y V. I. Lenin, ob. cit.. t. III. cap. II. sect; XII y cap VIII, sect; 1). (Ed.)

[39] Compárense los datos arriba citados sobre el área alimentaria y el área comercial (los ingresos de estas superficies son los únicos que se destinan a cubrir las necesidades del agricultor y no la de la hacienda, es decir, representan ingresos en el sentido literal de la palabra, y no gastos de producción), así como los datos sobre los gastos monetarios promedio de un campesino de la provincia de Táurida en relación con la cantidad de cereales destinados a la alimentación (2 chétvert por persona, sea cual fuere su sexo).


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