Albert Glotzer
(usando el nombre Albert Gates)

 

James P. Cannon como historiador

O cómo adaptar los hechos para que se ajusten a la política

 


Datos de publicación: Albert Gates, "James P. Cannon as Historian, Or How to Tailor Facts to Fit Politics”, The New International, Vol. 11 No. 7, Oct.1945, pp. 207–212.
Traducción al castellano: Daniel Gaido, 2023.
Esta edición: Marxists Internet Archive,abril 2023.


 

 

Este trabajo no se basará en ningún grado en el recuerdo personal. La circunstancia de que el autor fuera partícipe de los hechos no lo exime de la obligación de basar su exposición en documentos estrictamente comprobados. El autor habla de sí mismo, en la medida en que lo exija el curso de los acontecimientos, en tercera persona. Y eso no es mera forma literaria; el tono subjetivo, inevitable en autobiografías o memorias, no es permisible en una obra de historia. (León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa.)

 

A la luz de la cita anterior, ¿qué se puede decir sobre La historia del trotskismo americano de James P. Cannon? Viola todo el método de escritura histórica de Trotsky, es decir, el método marxista. El libro sería bastante malo si se presentara como memorias o autobiografía. Pero como historia es casi inútil. Si el líder del Socialist Workers Party [Partido Socialista de los Trabajadores] hubiera escrito sus memorias, una reseña de su libro tendría que tener eso en cuenta al revisar críticamente una serie de anécdotas que son altamente personalizadas y subjetivas. Uno podría mostrar dónde dichas anécdotas son erróneas de hecho o interpretativamente y descartar el resto como opiniones del autor y al libro como el producto de puntos de vista particulares que sostenía el autor.

Dado que el libro se presenta como una historia, tal conclusión está fuera de lugar. El autor tiene una responsabilidad totalmente diferente por su obra. Como historia, el libro de Cannon es superficial, totalmente desprovisto de ideas, de teoría y de las políticas que se derivan de ella. Las únicas políticas que preocupan a Cannon son las políticas faccionales internas del partido.

Apenas hay una página en el libro que no contenga una referencia falsa, un hecho parcial, un relato incompleto, una omisión notoria o una tergiversación directa. Junto con esto hay una completa falta de objetividad y comprensión histórica.

Las objeciones más importantes al libro se relacionan con sus omisiones. Estas son de tal magnitud que condenan al autor por la carnicería que cometió con un tema que es tan rico e instructivo. Cannon reemplaza las ideas y la teoría con lugares comunes, clichés y homilías que hacen que la lectura sea tediosa. Reemplaza el análisis y la historia con eventos desconectados pero seleccionados en los que el autor juega el papel de héroe contra oponentes que son todos villanos.

Una lectura del libro hará inmediatamente obvio por qué es imposible reseñarlo en el sentido ordinario de una reseña de un libro. Se requiere todo un libro para responder a esta tergiversación de la historia del trotskismo en Estados Unidos. Pero es necesario indicar con mayor precisión lo que está mal en el trabajo de Cannon. Y lo haremos de varias maneras. Sin embargo, primero es importante entender algo sobre el autor para entender por qué escribió este tipo de historia.

Cannon ingresó al movimiento obrero cuando era muy joven. Antes de la Primera Guerra Mundial, fue miembro del Partido Socialista Norteamericano y de los Industrial Workers of the World (IWW) [Trabajadores Industriales del Mundo], luego fue uno de los fundadores del Partido Comunista Norteamericano y uno de sus primeros líderes. Inmediatamente reveló un temperamento y un deseo claramente revolucionarios. Dejando a un lado su interés y comprensión de la teoría marxista, Cannon fue uno de los pioneros del movimiento comunista revolucionario en este país. Cannon exhibió un talento fácil para el liderazgo y una destreza en la política interna del partido. A esto agregó un buen instinto natural y experiencia. En los primeros días del movimiento comunista, estas cualidades le permitieron ascender a la máxima dirección de un partido en crecimiento.

El conocimiento de Cannon de la teoría y la historia revolucionarias es primitivo y superficial. De por sí, esto es fatal en alguien tan ansioso por ser reconocido como el líder de la Cuarta Internacional, el heredero del papel de Trotsky. Cuando aparece en combinación con una antipatía profundamente arraigada hacia el estudio teórico, una actitud de “no saber nada” hacia la historia y la política, es extremadamente peligroso. Dentro del movimiento, toma la forma de ataques abiertos y encubiertos a las personas que están interesadas en la teoría y que se dan cuenta de que, sin una formación y comprensión teóricas adecuadas, es imposible construir un partido revolucionario.

Cannon encubre sus ataques a la teoría y el estudio con duras acusaciones de “intelectualismo”, esa forma paralizante de diletantismo que muy a menudo hace su aparición en el movimiento. El movimiento atrae a veces a intelectuales que no tienen intereses sólidos en el programa del partido pero que encuentran en la afiliación al partido revolucionario una forma de ejercicio intelectual. Cuando Cannon ataca tales elementos es, por supuesto, imposible estar en desacuerdo con él. Pero detrás de estos ataques contra el intelectualismo, Cannon siempre libra una campaña contra intelectuales serios capaces de prestar un servicio inestimable al movimiento.

Aún más importante que esto, sus ataques al “intelectualismo” a menudo encubren sus ataques a las ideas y teorías y a quienes las defienden dentro del partido. Al hacerlo, Cannon, por su papel y lugar en el movimiento, eleva la ignorancia a un plano elevado y alimenta los prejuicios más atrasados contra la teoría y las actividades teóricas. No es de extrañar que, en la convención de 1939 del Partido Socialista de los Trabajadores, uno de los asistentes de mayor confianza de Cannon pronunció un discurso en el que exigió que el órgano teórico del partido, The New International, fuera abandonado porque no tenía interés ni valor para los trabajadores del partido y la clase obrera en general. Que este discurso no haya sido censurado por el líder del partido no es casual. Muchos miembros del partido sabían ampliamente que Cannon tenía poco o ningún interés en el órgano teórico del partido.

Estas características del autor no son de reciente apararición. Estaban presentes desde los días en que él era un líder en el movimiento comunista. Allí también, Cannon se hizo conocido como un “experto” en conflictos entre facciones, en la política interna del partido. La “cuestión de la organización” siempre tuvo una fascinación para él. Las disputas partidarias internas eran muy parecidas a la política en Estados Unidos en general y le ofrecieron un campo de actividad para compensar su falta de calificación en campos más importantes del pensamiento revolucionario. A la larga, la destreza de Cannon en la política interna de la organización siempre ha resultado ser su perdición. Fue formado en la escuela equivocada, la escuela de organización zinovievista-estalinista.

El tiempo ha servido para hacer orlvidar el hecho de que Cannon fue uno de los exponentes de la “bolchevización” en el movimiento estadounidense, esa influencia corrosiva y degenerativa en la Internacional Comunista. La “bolchevización” del Komintern fue el medio por el cual se burocratizó toda la Internacional. Los partidos perdieron su independencia de pensamiento y acción; quedaron dominados por el grupo gobernante en el partido ruso. Fue producto de la imaginación fértil de Zinoviev, astutamente asistido por Stalin. Más tarde sirvió para acelerar la caída de Zinoviev a medida que partido tras partido caían en la red de un sistema organizativo que los subordinaba burocráticamente al régimen de Stalin en Rusia.

Cannon llegó a ser conocido como el “capitán de la bolchevización” en los Estados Unidos, la misma designación que recibieron los propulsores y defensores de dicha teoría y práctica en otros países. La teoría de la “bolchevización” se limitó a apoyar de la boca para afuera el concepto de centralismo democrático de Lenin. La idea esencial del programa de “bolchevización” era la creación de “partidos monolíticos”, sin facciones ni disputas, es decir, sin vida. El bolchevismo como gran teoría y práctica se redujo a un sistema simple. Los jóvenes partidos comunistas empezaron a aprender ahora que el bolchevismo no significaba teoría y práctica esencialmente correctas, sino “dureza”, rigidez, inflexibilidad, en una palabra, burocratismo.

 

El Congreso de Cannon y Zinoviev

En octubre de 1924, Cannon realizó un informe a la Escuela de Trabajadores de Nueva York sobre La bolchevización del partido. Entonces estaba anunciando las decisiones del 5º Congreso de la Internacional Comunista, a veces llamado “el congreso de Zinoviev”. Refiriéndose a la cuestión de la bolchevización, Cannon dijo:

Una forma particularmente peligrosa de confusión e irresponsabilidad, que debemos vencer sin demora mediante un ataque frontal, es la actitud formal e incluso frívola que a veces se manifiesta con respecto a las relaciones de nuestro partido y de los miembros de nuestro partido con la Internacional Comunista. Oímos hablar aquí y allá de la bolchevización del partido como si fuera una broma, para no tomarla en serio. La sola expresión de tal sentimiento es en sí misma una evidencia de debilidad teórica... El mismo hecho de que cualquier miembro del partido pueda considerar la consigna del Quinto Congreso como una broma es una gran prueba de la necesidad de esta consigna en nuestro partido.

¿Y cuál es esta importantísima decisión del Quinto Congreso? [La “Resolucion sobre la cuestión de la táctica” adoptada por el Quinto Congreso de la Internacional Comunista] se relaciona con la bolchevización del partido en estas palabras, que Cannon cita con aprobación:

[Un partido bolchevique] debe ser un partido centralizado, que prohíba facciones, tendencias y grupos. Debe ser un partido monolítico tallado en una sola pieza.

Por supuesto, sería injusto decir que Cannon suscribe abiertamente esta teoría y a esta práctica en la actualidad. Pero sigue siendo cierto que fue educado en esta escuela, se saturó con sus ideas y sus prácticas y nunca se deshizo por completo de su influencia perjudicial. De una forma u otra, el movimiento trotskista, desde sus días de fundación, ha tenido que luchar contra las prácticas organizativas burocráticas de Cannon, que tanto se asemejan a las de la escuela zinovievista-estalinista. Es, por ejemplo, uno de los factores más fuertes en la lucha actual que ahora tiene lugar en el Partido Socialista de los Trabajadores.

Con estas observaciones preliminares, es más fácil entender cómo Cannon llegó a escribir este tipo de historia. Pero falta otro elemento: es el concepto que Cannon tiene de su propio papel en el movimiento, de su evolución hacia el trotskismo y de su rol en el movimiento trotskista. Nos referimos a la famosa teoría de la “gestación” que Cannon propuso durante las primeras luchas entre facciones en la Liga Comunista, en la que desarrolló el tema de que, dado que “no hay accidentes en la historia”, su conversión al trotskismo y su rol como fundador del movimiento trotskista eran lógicamente necesarios e inevitables. Huelga decir que esta teoría fue rechazada por la Liga Comunista en 1930, 1931 y 1932, pero Cannon nunca ha renunciado a ella ni a su determinación de dominar burocráticamente los asuntos de su partido.

No tenemos ninguna duda de que, en el SWP de hoy, la teoría de la “gestación” se acepta de hecho como una de las grandes contribuciones al marxismo, cuando en realidad es meramente la justificación teórica del liderazgo de Cannon bajo cualquier circunstancia.

 

La historia del Partido Comunista estadounidense

El capítulo de Cannon dedicado al gran período histórico posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando surgieron los partidos comunistas en todo el mundo, es superficial. Aquí, su falta de conocimiento acumulado y su incapacidad para llevar a cabo la investigación indispensable ha resultado en una imagen completamente deformada de esos días, al igual que todas las demás etapas importantes del desarrollo en la historia del marxismo estadounidense están deformadas en su relato. Lo que ahora está “comprimido” en el libro, y que ocupa muchas páginas, son las anécdotas, los lugares comunes y los clichés.

Ciertos eventos en la historia temprana están retratados con precisión y el problema general del joven Partido Comunista estadounidense está correctamente planteado. Dan una idea del efecto entorpecedor de las prolongadas luchas entre facciones que paralizaron al partido. Pero falta un análisis objetivo de los grandes temas de la época. Como en todos los demás capítulos, ni siquiera se hace referencia a las cuestiones teóricas y políticas. Obviamente, Cannon nunca hizo una estimación completa del período, que tanto influyó en su propio pensamiento y en sus prácticas.

Habla de las primeras luchas contra el grupo de derecha de Ruthenberg y Lovestone. Fue, sin duda, una lucha progresista en su conjunto. Hasta fines de 1923, esta lucha se decidió sobre la base de las fuerzas respectivas de la facción Foster-Cannon y de la facción de Ruthenberg-Lovestone. Las relaciones con la Internacional Comunista eran entonces principalmente políticas. La lucha contra el trotskismo apenas había comenzado y la transformación de la Internacional Comunista en un instrumento del bloque zinovievista-estalinista aún estaba incompleta.

En 1924, sin embargo, se había producido un gran cambio. A partir de entonces, la burocracia del Kremlin controló por completo la vida de los partidos de la Internacional Comunista. Los liderazgos y las políticas se determinaban en Moscú y muy a menudo por la mera transmisión de un cablegrama. El partido estadounidense no fue la excepción, y uno de los líderes del partido lo expresó con precisión cuando dijo que el partido estaba “suspendido por cables de Moscú”. El liderazgo de Foster-Cannon fue destituido por una camarilla en una convención donde contó con el apoyo de la abrumadora mayoría de los delegados y miembros del partido. Esto no puso fin a las luchas entre facciones en el Partido Comunista estadounidense. Continuaron siendo libradas con más dureza. Pero de ahora en adelante, sin importar cuál fuera la relación de fuerza entre las facciones, el liderazgo del partido fue determinado por el Kremlin.

Cannon toma nota de este cambio en la alineación faccional, pero evita deliberadamente la explicación de cómo sucedió que el grupo Foster-Cannon se dividió inmediatamente después de la decisión de la Internacional Comunista que entregó el liderazgo del Partido Comunista estadounidense a su ala derecha. Debe evadir esta pregunta porque entra en conflicto con otras cosas que escribe sobre su papel en el Partido Comunista estadounidense y su teoría de la gestación.

¿Cómo explica Cannon su ruptura con Foster? Según Cannon, el grupo Foster estaba formado principalmente por sindicalistas, gente sin educación en el marxismo y en la política bolchevique. El grupo Cannon fue más un grupo comunista pionero con una tradición comunista más fuerte. En cierto modo, esto es cierto. Pero durante esos días tormentosos, Cannon justificó la facción porque en el partido representaba la fusión de los elementos comunistas con los sindicalistas revolucionarios nativos americanos. La fusión de estos dos elementos básicos que componían el movimiento comunista era necesaria para el desarrollo futuro del Partido Comunista estadounidense.

Por razones puramente objetivas, la explicación de Cannon de la escisión es un misterio. Cita la diferencia de carácter entre los dos elementos de la facción y luego dice abruptamente que esta “división implícita se convirtió en una división formal”. Y eso es todo. Cannon pasa a otros asuntos.

 

Cómo Cannon se separó de Foster

Pero la escisión en el grupo Foster-Cannon se produjo por la actitud que adoptaron ante la acción burocrática del Komintern (el bloque Zinoviev-Stalin), al entregar la dirección del partido a la derecha y al hacerlo desafiando la voluntad de la mayoría de los miembros del Partido Comunista estadounidense y de una convención del partido. A pesar de todo su primitivismo y atraso, la reacción del grupo Foster fue saludable. Decía: No aceptaremos la decisión, sino que lucharemos contra ella.

Cannon entonces se separó, no del partido, sino de la facción. Cannon jugó personalmente el papel principal en la lucha para que se aceptara la decisión. “No se puede luchar contra la Internacional Comunista”, tronó al grupo Foster. Su lucha fue tan decidida que finalmente quebró la resistencia de los fosteristas, quienes, a su vez, cedieron ante los persistentes golpes de uno de sus ex-líderes.

¿Se puede condenar a Cannon por haber desempeñado un papel que, cuando se revisó a la luz de la historia, fue incorrecto, pero que en ese momento no pudo haber entendido completamente por una serie de buenas razones? No. Pero le debe al movimiento decir la verdad sobre ese período ahora, cuando todos los hechos son conocidos no sólo por él sino por toda una nueva generación de revolucionarios que no vivieron los viejos tiempos. Esto marcó el comienzo de la gran degeneración de la Internacional Comunista y del movimiento comunista estadounidense. Sin embargo, Cannon, en el papel de creador de mitos, no puede decir toda la verdad al respecto para que no menoscabe su gloria pasada, presente o futura.

La historia del Partido Comunista estadounidense desde ese momento hasta la expulsión de la Oposición de Izquierda está esbozada apresuradamente en el libro de Cannon. Algunas de sus indicaciones son precisas, otras partes son sospechosas. La lucha entre facciones continuó sin cesar. La división en el grupo Foster-Cannon se reparó con el establecimiento final de un nuevo bloque contra Lovestone, que se había hecho cargo de la dirección del partido tras la muerte de Ruthenberg. Antes del restablecimiento del bloque, el grupo Cannon había formado un bloque estrecho, pero de corta duración, con Lovestone, y luego otro con elementos disidentes del grupo Lovestone. Siempre quedó el gran problema en el Partido Comunista estadounidense: cómo deshacerse de la dirección paralizante del ala derecha. Nunca podría efectuarse ni siquiera con una mayoría porque “la Internacional Comunista no lo permitiría”.

Quedó claro para todas las facciones que la forma de cambiar la dirección y las políticas del partido era cortejando a la “gente correcta” en Moscú. Eso significó una rivalidad continua y carreras locas a Moscú por parte de los líderes de las facciones contendientes. Era evidente que algo andaba mal en Moscú. Todos los grupos los sintieron así. Qué era lo que estaba realmente sucediendo: a saber, la lucha contra el trotskismo y el ascenso al poder del estalinismo, ninguno de ellos lo sabía completamente y algunos no los sabían en absoluto, ni Lovestone, ni Foster ni Cannon.

Por implicación, Cannon ahora nos quiere hacer creer que, en esos años de 1925, 1926 y 1927, se estaba desplazando gradualmente hacia la aceptación del trotskismo. Al describir un ataque de la Internacional Comunista contra él por razones que no podía entender, Cannon escribe: “Deben haber sospechado algo”. ¿Qué? ¿Quizás Cannon estaba leyendo los escritos de Trotsky y hablando de ellos en el Partido? ¿Quizás estaba desarrollando puntos de vista que se aproximaban a los de Trotsky? No, no puede decir estas cosas porque mucha gente sabe lo contrario, sabe que él ignoraba la lucha en el partido ruso y le importaba aún menos. Y cuando añade que la Internacional Comunista: “... hizo todo lo posible para criticarme...”, simplemente está “sugiriendo” una leyenda.

 

Cannon y la Oposición de Izquierda

En otra página Cannon describe cómo se encontró con el documento de la Oposición de Izquierda de 1926 sobre el Comité de Unidad Sindical Anglo-Ruso y apoyó su posición. ¿Cómo? ¿Se manifestó públicamente? ¿Presentó sus puntos de vista a su facción? ¿O es esto una ocurrencia tardía que ocurrió al escribir este libro? Nadie en el Partido Comunista estadounidense sabía de esta “opinión”; más importante aún, ninguno de sus íntimos en la facción sabía que Cannon tenía alguna idea sobre Trotsky, la Oposición de Izquierda o la Internacional. Ya en Partido Comunista estadounidense, la falta de interés de Cannon en el tema “internacional” era motivo de humor.

Sin embargo, en 1928, Cannon estaba completamente harto del Partido Comunista. Quería irse, dijo, para darse “un baño en el movimiento de masas”. Así que realizó una gira de conferencias para la International Labor Defense [Defensa Obrera Internacional]. Fue, agregó, porque quería “pensar sobre... la cuestión rusa que me preocupaba más que cualquier otra cosa”. Por lo que se sabía entonces, lo único que preocupaba a Cannon y que tenía algo que ver con la cuestión rusa era cómo conseguir que los rusos dejaran de apoyar a Lovestone. Si tenía alguna idea sobre Trotsky y la Oposición de Izquierda, la mantuvo en completo secreto del partido, de su fracción y de sus más íntimos colaboradores. Pero, si Cannon hizo la gira para pensar en la cuestión rusa, nunca se informó a nadie qué era lo que había pensado.

De hecho, los líderes del partido estadounidense y el partido en su conjunto estaban completamente divorciados de la política del Kremlin. Eran realmente neófitos políticos. La lucha contra Trotsky era para ellos bastante remota y nunca debía tomarse demasiado en serio. Ciertamente, nadie creía entonces que Trotsky sería expulsado del Partido Comunista ruso y posteriormente deportado del país donde había ayudado a hacer la revolución. Los líderes estadounidenses tampoco entendieron las ramificaciones internacionales de esa lucha. Estaban completamente absortos en su propio conflicto faccional y lo que les preocupaba era la solución a esa lucha más que la lucha contra Trotsky.

La lucha contra el trotskismo en los Estados Unidos tomó la forma de “campañas de ilustración” iniciadas en Moscú y llevadas a cabo por las facciones en un esfuerzo por mostrar a los jefes de la Internacional Comunista cuál era la facción más leal y merecedora del apoyo de Moscú. Los individuos del grupo Cannon hicieron menos que los de las otras facciones en estas “campañas educativas”, como también se las llamó, pero también participaron.

La verdad sobre el papel de Cannon en esos días era que había perdido todo gusto por la lucha. No tenía ningún deseo de continuar más. Incluso se negó a ir al Sexto Congreso de la Internacional Comunista, y sólo después de que los líderes de las facciones lo instaran de manera persistente Cannon accedió a ir a Moscú. Su posición era que todo el asunto era inútil y una pérdida de tiempo. Pero si tenía algún pensamiento sobre Trotsky antes de su partida al Sexto Congreso de la Internacional Comunista en 1928, esto también era desconocido para cualquiera en la facción.

Se ha especulado mucho sobre cómo o por qué Cannon se convirtió en trotskista. Para nosotros, esto no tiene una importancia fundamental. Si descubrió el trotskismo en Moscú por primera vez, o si tenía puntos de vista secretos sobre él antes de irse, eso de ninguna manera invalida el hecho de que fue el primero en los Estados Unidos en aceptar los puntos de vista de Trotsky y que fue el individuo responsable del establecimiento de un movimiento trotskista en Estados Unidos. Esto ya es historia y sólo por eso, si no por su papel en el Partido Comunista, Cannon se ha ganado su lugar en la historia del movimiento marxista de Estados Unidos. Lo que es objetable, tan objetable como las especulaciones de quienes se preguntan por qué y cómo lo hizo, es el intento de crear una leyenda sobre algo que en realidad no es misterioso.

 

La formación de la Liga Comunista de América (CLA)

Llegamos ahora a la formación real de una organización trotskista en Estados Unidos. Era necesario tratar con cierta extensión el período anterior en el Partido Comunista porque esos hechos condujeron directamente al posterior surgimiento de un grupo trotskista en este país y porque arrojan luz sobre los antecedentes de Cannon, sus actividades y su perspectiva. Estos tuvieron una influencia importante en los acontecimientos del futuro.

El período más importante en la historia del trotskismo estadounidense es la peor parte del libro de Cannon. El período entre la ola de expulsiones en el Partido Comunista y la formación de la Communist League of America [Liga Comunista de América] en su conferencia de mayo de 1929 en Chicago se trata adecuadamente para un libro de este tipo. ¡Pero la formación real de la Liga Comunista de América, que de hecho fue un día histórico, ya que marcó la organización de los trotskistas en los Estados Unidos, se trata en menos de dos páginas y media! La conferencia fue de enorme importancia. Reunió a los elementos dispersos por todo el país, los unió en una organización, adoptó un programa basado en una estimación marxista de la situación mundial, eligió un Comité Nacional, tomó la decisión de publicar un semanario llamado The Militant de iniciar una campaña para ello. Lo más importante de todo acerca de esa reunión es que presentó el programa del trotskismo al movimiento obrero estadounidense.

Y de esta conferencia, Cannon poco o nada tiene que decir. Las grandes ideas que inspiraron nuestro pequeño movimiento apenas se mencionan, o cuando se hace referencia, no hay una discusión inteligente de estas ideas. Los temas que Cannon discute brevemente se relacionan con la cuestión sindical, o la cuestión de si la Oposición de Izquierda debería haberse convertido o no en un partido o seguir siendo una facción del Partido Comunista.

El período entre la conferencia de mayo de 1929 y la publicación del semanario The Militant en noviembre de 1929 se omite en el libro de Cannon. Estos también fueron “días de perros” [dog days]. Pero fue un período en el que los intereses y actividades de Cannon habían decaído. Resultó que, poco después de la conferencia de fundación, tenía poca fe en el futuro de la organización. En ese momento quería jubilarse y dejar el trabajo a los “elementos más jóvenes”. Sólo la fuerte presión de sus colaboradores impidió que el “socialista número uno de Estados Unidos” dejara la organización en manos de estos “elementos más jóvenes” y se retirara al Oeste Medio. A partir de entonces, se opuso a la creación del semanario The Militant y expresó su oposición desapareciendo completamente por un período de tiempo. Ni siquiera estuvo presente en el lanzamiento del semanario en aquellos “días de perros”.

Sin embargo, con la misma rapidez con que partió, reapareció. Regresó para llevar a cabo una lucha contra el “liderazgo juvenil” que no había escuchado su consejo de que la organización debía adoptar una política de “retracción”. Organizó su grupo de “camaradas mayores y más maduros” para luchar contra cada paso audaz de la Liga Comunista. Se ganó para su facción a Dunne de Minneapolis y a Webster, que en un momento estuvieron dispuestos a seguir adelante sin Cannon, y este último incluso propuso que se tomaran medidas organizativas contra Cannon.

 

Algunas omisiones importantes

Cannon estaba en contra de la publicación de un periódico juvenil; se opuso a la publicación de periódicos en yiddish y en griego. Los tres fueron publicados. Luchó contra el viaje de Shachtman a Europa para establecer nuestro primer contacto con Trotsky y buscar la ayuda del movimiento europeo para el semanario The Militant que, según él, debía convertirse en bimensual o mensual. Cada paso adelante realizado por la Liga Comunista de América tuvo que ser dado libando una lucha contra Cannon. ¿Es de extrañar que todas estas etapas importantes en el desarrollo de la Liga Comunista de América no encuentren lugar en el libro de Cannon?

Cada período sucesivo en el desarrollo del movimiento trotskista es tratado de manera similar. Las grandes ideas del movimiento, las grandes luchas del trotskismo internacional son reemplazadas por anécdotas y lugares comunes y por referencias condescendientes a sus “muchachos”. Por ejemplo, Cannon no tiene lugar en el libro para mencionar al editor de The Militant o al secretario real de la Liga Comunista de América. ¡Pero desperdicia espacio para contar una vieja historia sobre el operador de linotipia! No hace referencia al primer contacto que hizo Shachtman con Trotsky ni a la primera gira de Shachtman por los Estados Unidos que tuvo un efecto tan profundo en nuestro movimiento y una importante influencia en sus seguidores. No dice nada sobre la visita de Glotzer a Trotsky ni sobre su gira nacional en 1932, que abarcó Canadá y Estados Unidos hasta Kansas City. ¡Pero menciona la gira de Webster en 1934! ¿Por qué? ¿Una ligera omisión? No, Webster es uno de los seguidores “leales” de Cannon. Webster es uno de los compañeros que, junto a los hombres de Minneapolis, “siempre me apoyaron, nunca me fallaron, siempre estuvieron conmigo”. ¡Ahí está el panorama burocrático acabado!

Ahora se puede comprender mejor la ausencia de objetividad e historia en el libro de Cannon. Su observación de los eventos es subjetiva, basada únicamente en su participación en ellos, y en cómo luce participación en ellos. Todo lo demás se esfuma. Su tratamiento de los individuos sigue el mismo patrón. Los que son sus partidarios son buenos camaradas. Todos los demás son unos sinvergüenzas.

 

Puntos de vista de Cannon sobre la organización de Nueva York

A lo largo del libro hay un ataque continuo a las sucesivas organizaciones de Nueva York de la Liga Comunista de América, del Workers Party [Partido de los Trabajadores] y del Socialist Workers Party [Partido Socialista de los Trabajadores]. La impresión creada es que las organizaciones de Nueva York eran un refugio para los habitantes de Greenwich Village, intelectuales snobs, arribistas, etc. No hace falta decir que esto no era cierto. Es cierto que el movimiento trotskista atrajo a una serie de elementos extraños que, o bien tuvieron que abandonar el movimiento cuando descubrieron que era una organización revolucionaria seria y no simplemente un terreno de juego para los “antiestalinistas”, o fueron expulsados de él. Pero el movimiento de Nueva York siempre fue la columna vertebral política, organizativa y financiera del movimiento trotskista en Estados Unidos.

Es cierto que en años posteriores la organización de Minneapolis rivalizó con el movimiento de Nueva York en número y financieramente, pero jamás podría decirse que Minneapolis fue el centro político y organizativo del movimiento trotskista estadounidense. Por el contrario, bajo la dirección de Cannon y su política de protegerlo de los “intelectuales e ideas neoyorkinos”, Minneapolis siempre fue una de las secciones más atrasadas, teórica y políticamente, del partido. La razón principal de esto fue el liderazgo de Cannon en esa ciudad.

La política que siguió Cannon allí se basó conscientemente en mantener a Minneapolis desinformada sobre las grandes ideas y las luchas internas del movimiento; el objetivo era evitar que la “rama obrera” se infestara de ideas, mantenerla políticamente atrasada. En lugar de elevar el movimiento de Minneapolis a la par de las secciones más avanzadas del partido, Cannon en realidad buscó reducir el partido al nivel político de Minneapolis.

Las repetidas burlas de Cannon al movimiento de Nueva York se basan en un hecho y sólo en un hecho: el movimiento de Nueva York generalmente se oponía a Cannon. Cannon no pudo hacer frente a la sección políticamente más avanzada del partido, y es por eso que dedica tanto tiempo y esfuerzo en el libro a criticarlo.

Es cierto que los años entre 1929 y 1932 fueron “días de perros”, pero no en vano: la razón fue la dura lucha interna librada por Cannon contra la política agresiva seguida por la Liga Comunista de América en oposición a su programa conservador de “retracción”. Su única explicación de cómo nuestra pequeña banda emitió el semanario The Militant es que “de alguna manera salió el periódico”. Pero hubo algo más que “de alguna manera” en ello. El periódico salió por los grandes sacrificios de todos los integrantes de la organización y de quienes dirigían el trabajo de la Liga Comunista de América en esos días.

Se podría escribir extensamente sobre cada capítulo del libro para mostrar cómo Cannon no ha representado fielmente la historia del movimiento trotskista. Se puede leer página tras página sin descubrir, por ejemplo, cuál era la posición del movimiento trotskista sobre una serie de problemas que sacudían al mundo. Ni siquiera hay una sola declaración de lo que representa el trotskismo, cuáles son sus ideas principales. Todo lo que recibimos de Cannon es que “el trotskismo significa va en serio” (“means business”). Por supuesto, esta no es una descripción esclarecedora de la teoría y la política de Trotsky: los miembros del Rotary también “van en serio”, pero no por eso son revolucionarios.

Así como la historia temprana de la Liga Comunista de América se representa como una gran lucha entre Cannon y los hombres que usaban pantalones de corderoy, que hablaban mucho y discutían aún más, la historia posterior del trotskismo en este país, marcado por el giro en la política mundial representado por la llegada de Hitler al poder, la fusión con el American Workers Party [Partido de los Trabajadores Norteamericanos], el entrismo en el Partido Socialista, también son personalizados. Siempre es Cannon contra los villanos.

La lucha por el entrismo en el Partido Socialista fue una lucha extremadamente importante. Por mi parte, es difícil determinar quién tenía razón o quién no. También es obvio que uno no puede discutir en este día: ¿habríamos ganado más con el entrismo o por el camino independiente? El entrismo no era entonces, ni lo es hoy, una cuestión de principios, sino táctica. Pero encontramos en el libro de Cannon una nueva razón para justificar el entrismo, una razón obviamente desarrollada como una idea tardía. Después de una admisión gratuita de que tal vez se cometieron una serie de errores (oportunistas) en el Partido Socialista, Cannon hace la declaración absolutamente monstruosa de que:

Se requería de nosotros históricamente, en ese momento crucial, ser miembros del Partido Socialista y así tener un acceso más cercano a los elementos —liberales, intelectuales y semiprácticos— que eran necesarios para la gran tarea política del Comité de Defensa de Trotsky.

Esto es, por supuesto, un libelo político contra Trotsky, quien se opuso a muchas de las políticas seguidas dentro del Partido Socialista que pensó que podrían desarrollarse sobre la base de la conveniencia en relación a su caso. ¡Hasta donde se sabía en el partido, el caso Trotsky no tenía nada que ver con el entrismo!

 

Los chismes

Hemos dicho que al libro le falta teoría, política e ideas en general. Esta crítica es validada por el propio Cannon. Tomemos algunos ejemplos, de los muchos que llenan su historia.

En la página 81, el gran hombre escribe: “Es tan imposible fanfarronear en el movimiento político como en la guerra”. El propio libro de Cannon es una refutación de este lugar común. Y la política y la guerra están llenas de charlatanes, un número incontable de ellos. Pero a Cannon le parece bien escribir esto. Causa una gran impresión en los jóvenes que están en proceso de ser mal educados por el tipo de entrenamiento que les da Cannon.

En referencia a la huelga hotelera de Nueva York y al papel de la Liga Comunista de América Cannon escribe: “Esa es una de las características del trotskismo. El trotskismo nunca ha hecho nada a medias. El trotskismo actúa según el viejo lema: todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo bien”. ¡Nunca hagas nada a medias! ¡Todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo bien!

En la página 146 aprendemos de nuevo: “Estos trotskistas van en serio. Cuando emprenden algo, lo llevan a cabo”.

De nuevo en la página 179: “Los trotskistas van en serio”.

Y en la página 198: “Siempre hacen las cosas bien en Minneapolis”. ¡Siempre!

Esto es el trotskismo, según la historia escrita por Cannon, a quien George Collins, en el órgano teórico del Socialist Workers Party, Fourth International, describió “como el historiador de un movimiento que ha barrido del campo de la política revolucionaria a todos los rivales [!], es un tributo a la viabilidad de sus enseñanzas y de su adopción y aplicación en la vida por el grupo mismo”.

Un miembro del partido de Cannon dijo sobre esta historia: “¡Nunca hubo una historia como esta!” Coincidimos de todo corazón. No podemos recordar otra igual.