XV.-LA RETIRADA DE LOS VOLUNTARIOS

Toda la orientación del Frente Popular se hace evidente también en el problema de los "voluntarios", es de las fuerzas extranjeras que combatieron en los dos campos contrarios: el de los "gubernamentales", y el de los "rebeldes".
En julio de 1936, aproximadamente tres meses antes de la formación de las Brigadas Internacionales, comenzaron a llegar de casi todos los rincones del mundo militantes revolucionarios y también obreros de base para combatir en España. Se ponían a disposición de todos los partidos, de los sindicatos, de todas las organizaciones proletarias y se alistaban en las columnas y en las famosas "tribus" de los primeros momentos.
Era un movimiento vigoroso, espontáneo e irresistible "Ir a combatir a España", era el deseo ardiente de numerosos militantes de los países democráticos como Francia, Bélgica, Suiza y Holanda, pero sobre todo de los antifascistas de Europa Central acorralados por todas las policías y que esperaban desde hacía años una oportunidad de reintegrarse a la lucha.
Los voluntarios vinieron literalmente de todos los puntos del globo. He visto voluntarios de Indochina, de Australia y también de áfrica del Sur. Era un movimiento espontáneo y a veces irreflexivo.
En algunas ocasiones los más reflexivos tardaban unos meses en decidirse pero encontré en España voluntarios venidos de puntos bastante alejados ya los días 21 y 22 de julio, o sea dos o tres días después del levantamiento militar. Hubo, es cierto, un buen número de aventureros, de resentidos, de fracasados que buscaban en aquel gran drama una evasión a sus desgracias personales, pero hubo también hombres formales, serios, metódicos como un reloj que dejaron a sus mujeres, niños y obligaciones, ¡y todo eso para luchar contra el fascismo y por un mundo nuevo!
Franqueaban todos los obstáculos, pasaban las fronteras con o sin pasaporte y llegaban por fin a esa España espléndida, llena de sol y de fiebre, que la revolución había despertado, penetrada por un espíritu de fraternidad, de bondad[1], de internacionalismo y de los más grandes valores humanos conocidos sólo por aquellos que tuvieron la alegría de llegar hasta ella.
¡Llegaban por fin a Barcelona o a Madrid y su sangre no tardaba en mezclarse en el frente con la de los obreros españoles!
Estos caballeros de la más grande de las cruzadas partían a la lucha porque felizmente existe un proletariado, es decir, una clase que no se conforma con digerir y trabajar para el capital sino que prepara el gran futuro para la humanidad.
Durante los dos meses y medio primeros, Stalin practicó la no intervención. Por razones que sería muy largo analizar aquí, el Comintern comenzó, al cabo de este tiempo, a organizar las Brigadas Internacionales bajo la dirección de Marty[2].
Estas Brigadas Internacionales estaban compuestas por elementos diversos: desde aquellos militantes que habían estado en las cárceles burguesas, fascistas o democráticas, por su lealtad al proletariado, hasta ciertos elementos desclasados (vagabundos, antiguos legionarios), etc...
Las Brigadas Internacionales combatieron y perdieron cinco mil de sus hombres[3]. Por razones políticas del favoritismo estalinista se hallaban mucho mejor alimentadas, mejor armadas y situadas en mejores condiciones que muchas otras columnas y divisiones, sobre todo de anarquistas y poumistas que contaban también con bastantes voluntarios extranjeros. Sin embargo, no deseo entrar aquí en discusiones un tanto estériles y comparar su valor y su participación con los de otras fuerzas antifascistas[4]. Las Brigadas Internacionales aportaron su esfuerzo e inclinaron el peso de la balanza en algunos momentos críticos.
Desgraciadamente, a pesar de su sacrificio, de su valentía y disciplina, su sangre fue derramada al servicio de una política suicida denominada Frente Popular.
La dirección comunista mantenía a sus integrantes incomunicados e ignorantes[5], ya que su único canal de información era la prensa estalinista. Esa dirección utilizó en algunas ocasiones a los componentes de la Brigadas para los quehaceres más sucios y repugnantes: los asesinatos de varios militantes revolucionarios, las provocaciones innobles fueron obra de varios comisarios de las Brigadas Internacionales. En mayo de 1937, en Barcelona, sirvieron como fuerza de choque, una fuerza segura, puesto que ejecutaba ciegamente todo cuanto se le ordenaba. Y varios guardias de asalto, así como algunos tanquistas, llegados a Barcelona desde Valencia en mayo de 1937 para imponer el "orden" contra cenetistas y poumistas, hablaban búlgaro, alemán, polaco o servio. Encontré en estos destacamentos que servían a la burguesía y a la reacción algunos buenos elementos que ya conocía en el exterior.
"Perdonamos sus pecados como Dios perdonará los nuestros". No sabían lo que hacían.
Esta intervención reaccionaria de las Brigadas Internacionales merece ser analizada en detalle, pero lo que interesa en este momento es el problema global planteado por los voluntarios relacionado con la orientación general del Frente Popular. Hemos descrito en unas cuantas líneas cuál era el carácter del cuerpo de voluntarios en el ejército republicano.
Pasemos ahora al otro lado de las barricadas o, mejor dicho, de las trincheras. También en las filas franquistas se alistaron voluntarios auténticos, fascistas recalcitrantes que buscaban en España la oportunidad para luchar contra la peste roja y el "marxismo", pero éstos eran una ínfima minoría. O, en este orden de cosas ¿puede el capitalismo contar con muchos defensores voluntarios? Necesariamente se mantiene por medio del terror y del engaño.
El grueso de las tropas extranjeras que utilizó Franco estaba compuesto por mercenarios, y por "voluntarios" arrastrados contra su voluntad.
En el extranjero es suficientemente conocida la magnitud de la ayuda efectiva en hombres, material y dinero recibida por Franco de manos de las dictaduras fascistas, así como de las poderosas oligarquías financieras de los países democráticos como Francia e Inglaterra. Faltan las cifras, y por lo tanto se hace imposible determinar cuántos "voluntarios" combatieron al servicio de Franco.
Sin embargo, no creo alejarme demasiado de la verdad si afirmo que por un combatiente extranjero en el campo antifascista, había cinco o tal vez ocho entre las filas de Franco.
La desproporción era mucho mayor en lo que respecta a la ayuda en dinero, víveres, envío de material de guerra, etc.. Si Franco recibía centenares de aviones, carros de combate, y todo el material de guerra en gran cantidad y de la mejor calidad, los "gubernamentales" no obtenían las más de las veces sino material viejo y con malas condiciones de pago. Incluso Méjico se dio el lujo de renovar su material de guerra a costa de los envíos a España.

Esta desproporción es fácilmente comprensible. Mientras Franco recibió ayuda según un plan bien trazado y concertado entre tres estados fascistas: Alemania, Italia y Portugal, y entre las potentes agrupaciones capitalistas, los republicanos sólo fueron apoyados -y de forma mediocre- por Rusia, Méjico y una multitud de especuladores extranjeros que entregaban prácticamente material de desecho, y a unos precios elevadísimos.
Pero volvamos a la desproporción existente entre los combatientes extranjeros que luchaban en los dos bandos.
Esta desigualdad hacía que nuestros astutos demócratas sacaran la conclusión de que la intervención extranjera, así como la venida de voluntarios, era un mal negocio para la República.
Nuestros buenos demócratas y sus socios estalinistas sabían observar estos fenómenos, pero no comprendían sus causas y por lo tanto no podían hallar el remedio.
El derecho internacional, los tratados firmados con otros Estados, la situación jurídica del gobierno republicano (gobierno "legítimo", constituido en conformidad con la constitución y cada uno de sus artículos), La Sociedad de Naciones, con su Convenio de Ginebra y el pacto Briand-Kellogg que declaraba la guerra fuera de la ley, todos estos importantes factores jugaban, evidentemente, en contra de los "rebeldes" y a favor de los "gubernamentales". Pero ¿acaso no juegan también en favor de Abisinia y el Negus? Y en Abisinia no había comunistas, no existía el PSUC, ni el POUM, ni la CNT, ni la FAI, en suma, platos que Mr. Chamberlain hubiese difícilmente aceptado para su "breakfast".
Sin embargo, nuestros "realistas" demócratas no se amilanaban por tan poco: Esperaban, apoyándose en el derecho internacional, obtener del capitalismo democrático una intervención en favor de la "no-intervención", es decir, lograr la retirada de las fuerzas extranjeras en España.
Su razonamiento era el siguiente (y recordemos de paso que era también el de los anarquistas): si se logra la retirada de los técnicos extranjeros y del material de guerra, si se impide esta intervención que constituye un desafío al derecho internacional, si todos esos italianos y alemanes se vuelven a Roma o a Berlín, nosotros repatriaremos también a nuestros voluntarios. Si se impide esta guerra total, si se hace en una palabra todo lo que ordenan la equidad y los pactos, nosotros, republicanos españoles; venceremos fácilmente a Franco y haremos un excelente negocio.
Es sabido que también existe una lógica en la estupidez: En este razonamiento existía una lógica, pero no dejaba por ello de ser una estupidez.
Indudablemente, si fuera posible que el proletariado, en un país capitalista cualquiera, aplastase al fascismo sin que los capitalistas de otros países interviniesen; si el capitalismo extranjero al ver amenazados sus intereses y sus ganancias por el hundimiento del fascismo permaneciese impertérrito sin importarle los millones de libras, dólares, francos y marcos invertidos; si el capitalismo se dejase convencer ante los argumentos basados en "el derecho" para dejarse arrebatar las posiciones que detenta; si el gran capital del momento actual no se viera obligado por toda su situación a apoyar al fascismo, no solamente contra la revolución proletaria sino contra la democracia formal, es decir, burguesa; si, en una palabra, la burguesía se decidiese a ceder gentilmente su lugar al proletariado, el excelente negocio, producto de la imaginación de los dirigentes del Frente Popular, podría convertirse en realidad.
En resumen: para que se efectuase la retirada bilateral de los voluntarios no hubiese debido existir un pequeño detalle que obstaculizaba el razonamiento de nuestros astutos demócratas. Este pequeño detalle es el capitalismo. En este caso, como en otros muchos, los jefes del Frente Popular, a semejanza del famoso "curioso" de Krylov, no percibían este elefante, pero veían, por el contrario, los insectos, es decir, la lucha "ideológica" entre los demócratas y el fascismo.
La intervención extranjera en España se produjo por el hecho de que la Península Ibérica no se hallaba situada en la luna sino en el planeta con el nombre prosaico de Tierra.

Los fascistas extranjeros, italianos, alemanes y portugueses así como también los capitalistas ingleses y franceses, intervinieron en favor de Franco no porque fuesen malvados sino porque eran burgueses. Ante esta intervención ineluctable que se reproducirá en cada revolución y en cada guerra civil antifascista en cualquier país, el proletariado mundial debió oponer una intervención aún más activa, para salvar la revolución española, una intervención capaz de paralizar a los estados capitalistas fascistas y democráticos, una intervención capaz de tomar, sobre todo en Francia, la forma de la lucha por el poder.
A pesar de todas las explicaciones basadas en el derecho, a pesar de todas las resoluciones del comité de no intervención, Franco continuó y continúa recibiendo la ayuda en dinero, en material y en hombres de los países fascistas. Mussolini hacía, por lo demás, la siguiente declaración: "Retiraremos nuestros legionarios de España después de la victoria de Franco". Era una declaración clara y edificante. Es cierto que después de esa declaración no se podía confiar en el dictador italiano y pretender que realmente retirase sus tropas después de la victoria de Franco. Intentará mantenerlas durante un tiempo lo más largo posible en la península guiado por sus intereses imperialistas: Pero podía creerse en la sinceridad de Mussolini en el sentido de que no retiraría a sus hombres antes de la victoria de Franco.
Pero nuestros "realistas" dirigentes del frente popular continuaban esperando que Chamberlain y Daladier obligaran a Franco a retirar a sus legionarios. ¿No era esto acaso un atentado contra la democracia y el derecho internacional? Era pues necesario esperar sin dar un "pretexto" ¡como si el capitalismo tuviese necesidad de un pretexto para oprimir a los obreros! a los fascistas y a los demócratas.
"Retiraremos las Brigadas Internacionales y a todos los extranjeros que haya en nuestro ejército. Pediremos a la Sociedad de Naciones que controle la retirada. Daremos a la Comisión Internacional de Control de la Sociedad de Naciones todas las facilidades y las garantías con el fin de demostrar a la opinión internacional que la retirada por nuestra parte de los voluntarios es completa y sincera. Retiraremos incluso la nacionalidad española a los combatientes extranjeros que la han adquirido después del 19 de julio[6]. Con todas estas pruebas de buena voluntad lograremos una buena carta en nuestro juego diplomático y pondremos a Franco en una situación difícil".
Estos eran los cálculos de álvarez del Vayo de José Díaz, así como de varios dirigentes "anarquistas". En ellos se basó la retirada unilateral efectuada por el gobierno republicano. Daba fe, en efecto, de la buena voluntad del gobierno de Negrín y de sus buenas intenciones con respecto al capitalismo internacional, pero como medio para obtener la retirada de las fuerzas al servicio de Franco (¡que hubiera debido seguir ese buen ejemplo!) era lastimoso... Los jefes del gobierno del Frente Popular deseaban realizar un buen trato: la retirada de los voluntarios en ambos bandos. Pero para hacer un trato es necesario ser dos. Y si bien nuestros demócratas daban muestras de buena voluntad para con Chamberlein, es decir, para con la City, esta última sólo podía mirar con buenos ojos a Franco.
Los republicanos efectuaron la retirada de los voluntarios extranjeros de todos sus frentes. Perdieron de este modo varias brigadas eficaces y fieles.
Todavía en el último momento, cuando los fascistas se acercaban a Barcelona, los voluntarios pudieron prestar servicio en la defensa de la capital catalana. Mas de ocho mil ex voluntarios esperaban ser repatriados en varios campos de concentración. Se trataba sobre todo de los nacidos en países con regímenes fascistas y reaccionarios: italianos, alemanes, polacos, húngaros, etc... Si aun no habían sido repatriados no era culpa del gobierno republicano, cuya buena voluntad en este caso está fuera de discusión sino que era el resultado de que ningún país del mundo, ni siquiera la Unión Soviética, se daba prisa por recibirlos.
Ningún burgués puede perdonar a estos combatientes el que se hayan atrevido a tomar las armas contra el fascismo. Causa extrañeza que estos especímenes humanos no hayan encontrado en España una muerte a la que no resulta difícil calificar de heroica. La tierra es también para ellos un planeta sin visado. En cuanto a la democracia francesa, ni siquiera ha autorizado su paso a través de su territorio para dirigirse a México[7], pues el paso de esos monstruos, aunque fuese dentro de un vagón sellado, podría perturbar la tranquila digestión de los burgueses de este país. Cuando los fascistas se acercaban a Barcelona una idea se apoderó de estos ex voluntarios, o mejor dicho, de un grupo de ellos: prestar ayuda, volver a formar algunas brigadas y repetir nuevamente la gloriosa epopeya de Madrid. Unos pocos miles de combatientes decididos a luchar, anidados de entusiasmo revolucionario, pueden en algunos caos, al provocar un impacto psicológico, invertir la situación, volver a infundir confianza a una ciudad, hacer un milagro.
Reproduzco a continuación las discusiones que se producían en esos campos de voluntarios. Insisto en que no invento nada, sino que me limito a relatar lo que escuché:
"La situación está perdida. ¿Qué pueden hacer algunos miles de combatientes ante esta situación desesperada? ¿Que podemos hacer contra un ejército bien equipado como el de Franco?" Y mientras decían eso en voz alta añadían para su fuero interno: "lo esencial es salvar el pellejo".
"No se trata de unos cuantos miles de combatientes, explicaba el comandante de un batallón austríaco, un estalinista animado sin embargo de una gran fe revolucionaria. Se trata del efecto moral que esto tendrá sobre el proletariado de Barcelona. El pueblo se dirá: "El proletariado internacional viene en nuestro auxilio" !y se levantará como en Madrid! ¡No pasarán!"
Esta controversia fue cortada por un tal coronel álvarez , nacido en México, estalinista cien por cien, quien, en un discurso dirigido a los ex-voluntarios, dijo textualmente: "¡cuidado! Tenemos enemigos dentro de este campo. Quieren. dividirnos y romper nuestra unidad. Ya sabéis cuales son los medios que emplean para ello. Hacen propaganda para volver al frente, para reorganizar los batallones sin haber recibido una sola orden del gobierno legal y legítimo de España. Está muy claro. Son siempre los mismos agentes de la quinta columna, los provocadores, los trotskistas. Si encontráis a un ejemplar de esta especie; uno de estos provocadores que hacen campaña para volver al frente, desenmascaradle, traedlo ante mí, y yo personalmente me encargaré de meterle doce balas en el cuerpo". Y aquí, álvarez mostró su revólver.
El coronel recibió unos débiles aplausos.
Sin embargo, dos batallones de las Brigadas Internacionales, uno alemán y otro austríaco, en total más de mil ex-voluntarios, partieron en la noche del 24 al 25 de enero, un día antes de la caída de la capital catalana, a Barcelona y ofrecieron sus fuerzas al gobierno de Negrín. Se les hizo dar media vuelta. No se les necesitaba. Volverlos a integrar al frente ¿acaso no hubiese sido contrario a las solemnes promesas dadas por el gobierno republicano en Ginebra?
"Es preferible morir según las normas que vivir contra ellas" decía el doctor en El enfermo imaginario de Moliere, y esto quería decir: es preferible morir siguiendo prescripciones médicas que vivir contra la opinión de la Facultad. Para el gobierno de Negrín ello significaba: mejor morir respetando los compromisos contraídos con Chamberlain que vivir contra las prescripciones de los doctores del Frente Popular. Es un punto de vista.
Pero vosotros, obreros del mundo entero, vosotros que queréis vivir y vivir humanamente, cosa que no lograreis sin derrocar el régimen capitalista, no sigáis "las normas" de los doctores del Frente Popular.
Si la política del "orden republicano", y de la famosa consigna: "Ganar primero la guerra y después hacer la revolución", desmoralizaron al proletariado español, las orientaciones nacionalistas y estrechas del Frente Popular, entre otras, las que se referían a los voluntarios y a la intervención extranjera, desmoralizaban tanto al proletariado español como a los obreros de otros países. Ese nacionalismo pequeño burgués destruía los lazos entre los explotados de España y los de los demás países, anulando el internacionalismo activo del proletariado mundial.
La prensa del Frente Popular repetía constantemente que "si los españoles hubiesen podido actuar por su cuenta todo habría terminado hace ya tiempo". Al leer esto, el obrero francés se decía: "Muy bien, si hemos de dejar a los españoles que actúen solos, me contentaré con dar unos pocos francos para el envío de leche a los niños españoles. Yo soy francés y debo ocuparme ante todo de mi propio país". ¡Cada cual para sí! Esa es la idea que el reformismo viene infiltrando en el proletariado desde hace décadas, y que el estalinismo propugna con la teoría del "socialismo en un solo país".
Todo concuerda. La política corrompida del Frente Popular es un hijo legítimo de los conceptos fundamentales del nacional-reformismo y del conservadurismo de la burocracia soviética y del estalinismo, como lo fue también, hace diez años, la teoría del "social-fascismo".
Todo concuerda. La política del Frente Popular en España es una cadena ininterrumpida de crímenes contra el proletariado. Uno de los eslabones en esta cadena de crímenes es la política de engaños y de suicidio en la cuestión de los voluntarios.


[1] ¡El clima del 19 de julio! He aquí una anécdota que lo ilustra: durante el registro en la casa de uno de mis camaradas en Barcelona, con la que querían quedarse, las Patrullas de Control abrieron una jaula, liberando un canario... ¡Es el día de la libertad!. Ya no se tiene el derecho de encerrar a los pájaros!. (N.d.A.)
[2] A. Marty. Militante del PC Francés.
[3] Esta es la cifra oficial de todos los muertos internacionales, y no sólo de las Brigadas Internacionales, caídos en España. Pero ¿se han molestado las comisiones gubernamentales e internacionales en visitar todos los cementerios y contar las fosas comunes? Esta cifra es inferior a la real. (N.d.A.)
[4] Cuando uno se encontraba con un miliciano, de la formación que fuera, explicaba invariablemente que los "golpes duros" estaban reservados para su unidad, es decir, para su partido. En realidad, hubo "golpes duros" para todos. (N.d.A.)
[5] Me encontré con un voluntario extranjero que estaba sinceramente convencido de que lo que se había producido en Mayo del 37 en Barcelona era una revuelta fascista. En cuanto a su conocimiento de la vida política española, ni siquiera conocía el nombre de Durruti. En este terreno de la deformación y embrutecimiento de cerebros, los estalinistas son maestros, como Goebbels. (N. d. A.)
[6] Sé de casos en que han sido considerados extranjeros españoles nacidos en Sudamérica y que habían vivido siempre en España y que se acordaron de su calidad de argentinos o cubanos cuando esto les permitió abandonar el frente en octubre de 1938. Se consideraron igualmente extranjeros marroquíes del protectorado español. Así, nuestros demócratas se olvidaban incluso de sus obligaciones internacionales, pero querían demostrar de este modo que el ejercito republicano se componía de españoles puros, y esperaban así conseguir la retirada de los marroquíes al servicio de Franco. Eran auténticos "realistas". (N.d.A.)
[7] El gobierno mexicano ha prometido acoger a todos los ex-voluntarios del ejército republicano español. No sabemos si mantendrá su promesa. (N.d.A.)

 

Anterior
índice